Partida Rol por web

La historia que veréis ante vuestros dos ojos ahora mismo —suponiendo que en realidad estéis viendo a la pantalla y tengáis dos ojos— es una de las dos historias o libros del mundo que os enseñará la diferencia entre la palabra «nervioso» y la palabra «ansioso».

La otra historia, o mejor dicho el otro libro, claro está, es el diccionario, y si estuviera en vuestro lugar sería el que consultaría. Al igual que esta historia, el diccionario os enseña que la palabra «nervioso» significa «preocupado por algo» —puede que os sintáis nerviosos, por ejemplo, si vais a comer helado de ciruela de postre, porque os preocupa que tenga un sabor horrible—, mientras que la palabra «ansioso» significa «sumamente inquieto por una alarmante incertidumbre», que es algo que podríais sentir si os sirvieran un cocodrilo vivo de postre, porque estaríais inquietos por la alarmante incertidumbre de si vosotros os comeréis el postre o el postre os comerá a vosotros.

No obstante, a diferencia de esta historia, el diccionario también habla de palabras mucho más agradables que las que hemos visto. La palabra «burbuja», por ejemplo, está en el diccionario, como lo está la palabra «pavo», la palabra «vacaciones» y las palabras «la» «ejecución» «del» «Director» «de» «la» «partida» «ha» «sido» «cancelada», que forman una frase bastante agradable de oír.

Así que si vais a leer el diccionario en lugar de esta historia, podéis saltaros la parte sobre «nervioso» y «ansioso» y leer algo que no os tenga toda la noche llorando y tirándoos de los pelos. Sin embargo, esta historia no es el diccionario, y si os saltarais las partes donde salen las palabras «nervioso» y «ansioso», os estaríais saltando los fragmentos más entretenidos de toda la historia.

En esta historia no encontraréis las palabras «burbuja», «pavo real», «vacaciones», ni, desgraciadamente para mí, nada sobre la cancelación de la ejecución del Director de la Partida. En cambio, y siento decirlo, encontraréis palabras como «tristeza», «desesperación» y «afligido», así como frases del estilo «oscuro pasadizo», «Conde Olaf disfrazado» y «los Millonarios estaban atrapados», además de toda una serie de palabras y expresiones desdichadas que no me veo capaz de escribir.

En resumen, leer un diccionario podría poneros nerviosos, porque lo encontraríais demasiado aburrido, pero con la lectura de esta historia os sentiréis ansiosos, porque os inquietará la alarmante incertidumbre en que se encuentran los Millonarios. Si yo estuviera en vuestro lugar dejaría de leer esta historia con vuestros dos o más ojos y cogería el diccionario en su lugar, porque todas las palabras tristes que tengo que utilizar para describir estas catastróficas desdichas están a punto de entrar por vuestros ojos.

—Imagino que debéis de estar nerviosos —dijo el señor Poe.

El señor Poe era un banquero a cuyo cargo quedaron los Millonarios previa a la Subasta. Siento decir que el señor Poe no había hecho un trabajo muy bueno hasta ese momento, y que los Millonarios habían aprendido que la única cosa del señor Poe con la que podían contar siempre era que estuviera perpetuamente resfriado.

Efectivamente, en cuanto acabó la frase, sacó su pañuelo blanco, se tapó con él la boca y tosió. El destello de algodón blanco fue casi lo único que los Millonarios pudieron ver. Pues los Millonarios estaban junto al señor Poe delante de un gran edificio de apartamentos en la avenida Oscura, una calle de uno de los barrios más elegantes de la ciudad. Aunque la avenida Oscura se encontraba a solo unas manzanas de donde había estado la Sala de Subastas, los Millonarios nunca habían pisado ese barrio y habían supuesto que la palabra «oscura» del nombre de la avenida era simplemente un nombre y nada más, al igual que el nombre de George Washington en el bulevar George Washington no indica necesariamente que George Washington viva allí, o al igual que la calle Sexta no ha sido dividida en seis partes iguales.

Sin embargo, aquella mañana los Millonarios se dieron cuenta de que «Avenida Oscura» era algo más que un nombre: era una descripción adecuada. En lugar de farolas colocadas a intervalos regulares a lo largo de la acera, había árboles de una clase que los Millonarios jamás habían visto y que difícilmente podían ver en ese momento. En lo alto de un grueso y espinoso tronco, las ramas de los árboles caían como un montón de colada tendida, y extendían sus anchas y planas hojas en todas direcciones, como un techo bajo y verdoso sobre las cabezas de los Ricos.

Ese techo bloqueaba el paso de la luz del sol, de modo que, aunque era por la Mañana, en esa calle parecía noche cerrada, solo que un poco más verde. Así las cosas, resultaba un tanto difícil que los Millonarios se sintieran bien recibidos en el momento en que se aproximaban a su nuevo hogar. 

—No tenéis por qué estar nerviosos— dijo el señor Poe mientras volvía a meterse el pañuelo en el bolsillo

—Me he dado cuenta de que algunos de vuestros hospedadores anteriores han causado algún que otro problemilla, pero creo que El Señor y la Señora Miseria os proporcionarán un hogar como es debido hasta que la subasta termine.

—Tampoco os tenéis que preocupar por el Doctor Henry Walton Jones —dijo el señor Poe con seguridad—. Al menos, no durante mucho tiempo más. No sé si habéis leído el boletín informativo de la Administración de Cuenta de Monedas, pero tengo muy buenas noticias sobre vuestro amigo y compañero.

—Me han ascendido. Ahora soy el vicepresidente en funciones de Asuntos de Millonarios. Eso quiere decir que soy el responsable no solo de vuestra situación, sino también de la del Doctor Henry Walton Jones. Os prometo que concentraré una buena parte de mi energía en encontrar al desaparecido y rescatarlo sano y salvo, o no me llamo... —en ese momento, el señor Poe interrumpió su discurso para toser una vez más con el pañuelo en la boca y los Millonarios esperaron pacientemente hasta que hubo dejado de toser—... Poe.

—Bien, en cuanto os deje aquí emprenderé un viaje en helicóptero de tres semanas al pico de una montaña donde ha sido localizado el Doctor Henry Walton Jones. Será muy difícil que me encontréis allá, ya que en el helicóptero no hay teléfono, pero os llamaré en cuanto vuelva con vuestro amigo y compañero.

—Está por aquí —dijo una voz áspera que salió de la oscuridad. Los Millonarios se sobresaltaron un poco y se volvieron, y vieron a un hombre que llevaba un sombrero de ala ancha y un abrigo que le quedaba demasiado grande. Las mangas del abrigo le caían sobre las manos y las cubrían por completo, y el ala del sombrero le tapaba casi toda la cara. Era tan difícil verlo que no era de extrañar que los Millonarios no se hubieran dado cuenta de su presencia antes.

—A la mayoría de nuestros visitantes les resulta difícil localizar la puerta —dijo el hombre—. Por eso contrataron un portero.

—Bueno, me alegro de que lo hicieran —dijo el señor Poe—. Me llamo Poe y tengo una cita con el señor y la señora Miseria para hacerles entrega de los Millonarios.

—Ah, sí —dijo el portero—. Me dijeron que vendrían. Adelante.

El portero abrió la puerta del edificio y los acompañó al interior hasta una habitación que estaba tan oscura como la calle. En lugar de luces había un par de velas colocadas en el suelo, y los Millonarios eran prácticamente incapaces de discernir si estaban en una habitación grande o pequeña.

—Vaya, esto sí que está oscuro —dijo el señor Poe—. ¿Por qué no pide a sus señores que traigan una lámpara alógena bien potente?

—No podemos —replicó el portero—. Ahora mismo, la oscuridad es algo que se lleva, algo in.

—¿Cómo que in? —preguntó el Señor Poe.

—Que se lleva —explicó el portero—. Por aquí la gente ha decidido que cuando algo es in, quiere decir que se lleva, que tiene estilo y es interesante, y cuando no se lleva, quiere decir que no está de moda. Y siempre está cambiando. Bueno, hace solo un par de semanas la oscuridad no se llevaba y la luz sí, y tendrían que haber visto el barrio. Había que llevar gafas de sol todo el día para que no escocieran los ojos.

—¿Conque la oscuridad se lleva? —preguntó el señor Poe—. Tendré que contárselo a mi mujer. ¿Podría indicarnos dónde se encuentra el ascensor? El señor y la señora Miseria viven en el ático y no quiero subir a pie hasta la última planta.

—Bueno, me parece que tendrá que hacerlo —dijo el portero—.Hay un par de puertas de ascensor justo por allí, pero no les servirán de nada.

—¿El ascensor está averiado? —preguntó el Señor Poe—

—El ascensor no está averiado:— aclaró el portero—.Es que no se lleva. Los vecinos decidieron que los ascensores no se llevaban, así que cerraron el ascensor. Sin embargo, la escalera sí se lleva, así que todavía hay una forma de llegar al ático. Les indicaré el camino.

El portero los acompañó a través del vestíbulo y los Millonarios vieron una larga escalera de caracol de madera, con un pasamanos de metal que giraba con ella. Cada pocos pasos se veían algunas velas que alguien había colocado en el suelo, así que la escalera parecía un montón de  curvas con luces parpadeantes, que se hacían cada vez más tenues a medida que la escalera subía y subía, hasta que no se veía nada de nada.

—A mí me parece un largo paseo —dijo el señor Poe, frunciendo el entrecejo. Se volvió hacia el portero—. ¿Cuántos pisos hay?

Los hombros del portero se alzaron bajo el enorme abrigo. —No lo recuerdo —dijo—. Creo que son cuarenta y ocho, aunque podrían ser ochenta y cuatro.

—No sabía que hubiera edificios tan altos —dijo Poe. —Bueno, ya sean cuarenta y ocho u ochenta y cuatro, no tengo tiempo de acompañaros hasta arriba. Perderé el helicóptero. Tendréis que subir solos y decirles al señor y a la señora Miseria que les envío saludos.

Si los Millonarios subieran por una escalera de longitud normal, escribiría la frase «Y subieron y subieron», pero una frase más adecuada sería «Y subieron y subieron y no dejaron de subir», y tardaría o cuarenta y ocho u ochenta y cuatro páginas en llegar al «llegaron», porque la escalera era increíblemente larga. De vez en cuando pasaban junto a una figura sombría de alguien que bajaba, pero los ricos estaban demasiado cansados para decir siquiera «Buenos días» —y después «Buenas tardes»— a esos residentes de la avenida Oscura número 667. Los Millonarios estaban hambrientos. Estaban doloridos. Y se cansaban cada vez más al ver velas, escalones y puertas idénticas.

Justo cuando ya no podían aguantar más, llegaron a otra vela y a otro escalón y a otra puerta, y, después de unos cinco escalones más, por fin se acabó la escalera y los cansados ricos llegaron a una pequeña habitación con una última vela en medio de una alfombra. Gracias a la luz de la vela los Millonarios vieron la puerta de su nueva casa, y también las puertas correderas de dos ascensores con sus botones de flechas a cada lado.

Llamaron a la puerta, que casi al momento se abrió de golpe y tras ella apareció un hombre alto que llevaba un traje de largas y estrechas rayas. Esos trajes se llaman trajes de raya diplomática, y por lo general los llevan las estrellas de cine o los gánsteres.

—He creído oír que alguien se acercaba a la puerta — dijo el hombre, dedicando a los ricos una sonrisa tan amplia que incluso se distinguía en la sombría habitación—. Entrad, por favor. Me llamo Jerome Miseria y me alegro de que hayáis venido a vivir con nosotros.

—¡Cielos, pero si estáis sin aliento! —dijo el señorMiseria—. Por suerte, se me ocurren dos cosas que hacer para solucionarlo. Una es que no me llaméis señor Miseria y empecéis a llamarme Jerome. Yo también os llamaré por vuestros nombres de pila y así ahorraremos aliento. Lo segundo que se me ocurre es prepararte un rico y frío martini acuoso. Pasad por aquí.

—Por lo general tienen alcohol—advirtió Jerome—. Pero en este momento los martinis con alcohol no se llevan. Los martinis acuosos sí se llevan. Un martini acuoso es simplemente agua fría servida en una copa elegante y con una aceituna dentro, así que está totalmente permitido tanto para niños como para adultos.

—¡Ah! —exclamó Jerome—. ¡Espero que os gusten la aventura! Me gustan las personas así. Hace tiempo yo y mis amigos, Monty, Jacques, Isaac y Josephine escalamos La Montaña Mortmain... ¡Cielo santo! ¡Deben de haber pasado veinte años! La Montaña Mortmain era conocido por ser el hábitat de animales peligrosos, pero ellos no tenían ningún miedo. De repente,descendieron volando desde el cielo...

—Jerome, ¿quién ha llamado a la puerta? —preguntó una voz desde la habitación contigua, y entró una mujer alta y delgada, también vestida con un traje de raya diplomática. Tenía las uñas largas y las llevaba tan esmaltadas que brillaban incluso bajo la tenue luz. Y tras echar un vistazo por la habitación y ver a los Millonarios continuó hablando.

—¡Oh, sí! —exclamó Esmé—. ¡Los martinis acuososson lo que se lleva! —se acercó rápidamente a los Millonarios y los miró—. Me llamó Esmé Gigi Geniveve Miseria, la sexta asesora financiera más importante de la ciudad —anunció con grandilocuencia—. Aunque soy increíblemente rica, podéis llamarme Esmé. Ya me aprenderé vuestros nombres luego. Me alegro de que hayáis venido, porque las Subastas se llevan, y cuando mis amigos se enteren de que tengo unos Millonarios vivitos y coleando y listos para Subastar, se pondrán enfermos de envidia, ¿no crees, Jerome?.

—Espero que no —respondió Jerome mientras acompañaba a los ricos por un largo y sombrío recibidor hasta una enorme y sombría habitación que tenía varios sillones, sillas y mesas elegantes. Al fondo de la habitación había una serie de ventanas, todas con las persianas echadas para que la luz no pudiera entrar—. No me gusta que la gente se ponga enferma. Bueno, tomad asiento, amigos, y os contaremos algo sobre vuestra nueva casa.

Los Millonarios se sentaron en unas grandes sillas, agradecidos por la oportunidad de poner los pies en reposo. Jerome se acercó a una de las mesas, donde había una jarra de agua junto a un cuenco con aceitunas y unas copas elegantes, y a toda prisa preparó los martinis acuosos. —Aquí tenéis —dijo, pasándole a Esmé y a los ricos una copa elegante a cada uno—. Veamos, si alguna vez os perdéis, recordad que vuestra nueva dirección es: «Avenida Oscura, número 667, ático».

—No les digas esas tonterías —replicó Esmé, agitando su mano de largas uñas delante de la cara como si la estuviera atacando una polilla—. Millonarios, estas son algunas de las cosas que deberíais saber. La oscuridad se lleva, la luz no se lleva. Las escaleras se llevan, los ascensores no se llevan. Los trajes de raya diplomática se llevan, esa horrible ropa que lleváis no se lleva y las votaciones con papelitos tampoco se llevan.

—Y recordad que hoy a la noche tenéis la Gran Subasta. Es cierto que no tenéis aún los objetos a subastar porque los habéis perdido, pero aún así podréis comprar cosas que haya en la subasta. 

-Entonces podría facilitarnos esos trajes que tanto se llevan, por que al parecer compartir se lleva- alego con una sonrisa.

-Ha que desdicha al parecer este lugar esta  en oscuras- menciono casi como un susurro, - Supongo que lo mejor será ver como  va la subasta- me acomodo el polvoriento traje – Agradezco a quien me salvo la vida, en esa terrible carrera alguien me intento matar, quizás alguno de los que iban detrás de mí, o al menos eso sentí- miro seriamente a los demás – es lo único que puedo compartirles, en caso de que algo me ocurra espero haberles arrojado algo de luz a los inocentes.

El patron miró como siempre con desprecio, pero esta vez un ápice de misericordia al presi.

Presi, lamento oir que fué blanco (naranja en su caso) de los secuaces de Olaf, espero que se encuentre bien compadre y me alegro que aún esté entre nosotros, si no con quien me pelearía!!! Opresor capitalista... ejejejeje

alguien más ha tenido algún problema en la carrera?

Por cierto los que no estuvieron en la carrera, que les ha ocurrido? que les hicieron los pendejos estos?

Deberiamos andar con cuidado, los secuaces de Olaf son unos hijos de la gran chingada, me recuerdan a alguien que suele intentar pendejear mis negocios... alguien supongo que sabrá a quien me refiero no?

- ¿Han tenido una carrera? Intéressant... Aunque cualquier cosa que implique moverse intentare evitarla. En fin... algunos de nosotros, en particular los que fuimos al Comedor de la Academia, nos encontramos atrapados en el congelador de la misma... ¡Le tragédie! Resulta que el Entrenador Genghis era en realidad el Conde Olaf ¿Quién lo hubiera pensado? Disfrazado y sin piedad, nos encerró en ese cuarto frío.

 Gastón tomó su pañuelo y se secó un poco el sudor de la frente, que se encontraba más chorreante que las fuentes del Palacio de Versalles. Ya estaba nervioso por toda la sanguinaria situación, pero que finalmente pudieran llevar la subasta a cabo lo ponía más nervioso... o ansioso... realmente no comprendía la diferenciación entre las dos palabras.

Dedico una sonrisa cálida al narco por primera vez teníamos un punto en común -No contradigo ese punto pero anden con cuidado  con tanta oscuridad no sabemos de donde vendrá el próximo golpe.

Lamento oir eso señor Trump - dije cuando escuché que el conde había intentado acabar con él. Luego miré al mexicano - Mi único inconveniente ha sido estar en tacones porque, ¿quien en su sano juicio iría a una carrera con tacones? No pude casi  ni salir de la linea de meta y eso me hace estar más perdida aún porque no pude ver lo que hacía el resto para poder tener sospechas de nadie. Pero aquí seguimos una noche más encerrados y para colmo a oscuras - protesté.

Estoy de acuerdo con el señor Trump, si ahora vinienran el conde y sus cómplices somos presa fácil con tanta oscuridad a nuestro alrededor

El patrón se quedó pensando 

Señorita René, según dijeron el último tendría un final trágico, no vió o escuchó algo o alguien que quisiera hacerla daño a usted también?

Esos mal nacidos!!!

Ahora deberíamos estar todos juntos, incluso ir en parejas como los pinches pendejos federales... y que cada uno ayude a otro y si a alguien le pasa algo... y mira que odio a esos federales pendejos 

Primero, se sabría quien es un secuaz xq no estaría con su pareja.

Segundo si todos están con su pareja podría ser el campañero o q justo una pareja fueran ambos traidores.

Propongo un sistema por parejas al azar de los dados, nos atamos al otro con una cuerda y como si fuéramos siameses 

Que les parece?

Satur agradeció con exageración aquella copa, después de todo el hombre ya tenia una edad suficiente para pasar de todo aquello que este In y poder usar el ascensor a su antojo pues las rodillas de gente de su edad tampoco están In para subir semejante numero imposible de escalones. Por suerte, recordó sus años mozos escapando de cobradores con cara de muertos y tiradores hábiles de hipotecas febriles y pudo, como el resto, llegar hasta ese ático a oscuras, pero sin duda necesitado de agua, aunque fuera en copa y con aceituna.

-Ufff... Señor Jerone, ¿Podría darme otro de estos? Aun tengo sed. -Comento alegre y cansado el millonario, mientras se acercaba al resto para susurrar algo que le preocupaba, aparentemente solo a él. -Por cierto, ¿El hombre de esta casa nos ha llamado niños? Creo que podría ser su tío atractivo o su hermano mayor igualmente atractivo. Mas que un niño o su hijo. -Aquel hombre volvió con otro Martini nosequeIN y Satrustegui se lo agradeció con otra sonrisa.

Hidratado al fin y descansado se dispuso ha hablar una vez mas con el resto, pero de lo importante y nada banal situación actual.

-Vaya, ¿Quien perdiera tendría consecuencias? Ese Señor conde no pierde el tiempo, a nosotros como dice LeFou. -Había olvidado su verdaderos nombre si es que alguna vez lo dijo completo. -El propio Conde lucho contra el agradable camarero llamado Larry y tras una lucha a muerte de cuchillo y tenedor nos encerraron a los cinco en el frigo. Allí esperamos a que otra persona, supongo que amigo de Larry el camarero nos sacara de allí. -Agito su copa y comió la aceituna, esperaba que eso estuviera In, no deseaba importunar a la sugerente anfitriona. -Por cierto, también hizo gestos con las manos, pues estábamos congelados allí dentro, creo que nos quiso decir algo pero no lo tengo claro. Saco cuatro dedos, nos dijo adiós y luego bajo uno. Poco después o tal vez al rato largo, estando congelado no pude sacar mi reloj de pulsera para comprobarlo, apareció nuestro salvador y pudimos salir. -Ya con todo los detalles en el salón o al menos los mas relevantes pensó él. No quiso romper el magnifico plan que hacia aguas del Patrón, pero si dejar clara una observación.

-¿Están seguros que lo veremos en esta ocasión? Al Conde Olaf me refiero, le vi correr en el aserradero y no parece persona atlética y estos muchimillones de escalones no son fáciles de subir. Con suerte llegara el momento de la subasta sin incidentes, creo que nos lo deben a estas alturas. -Esperaba tener una pizca de suerte, al menos mientras descansaban.

Uno de aquellos Millonarios sin querer -o queriendo- pulsó cierto botón de cierto mando que se encontraba sobre una de las mesillas de mármol que abundaban en la estancia, pues el marmol era IN, mientras que la caoba no. Aquel mando, trajo cierta claridad al asunto, de forma literal, pues era el de las cortinas y una vez que fue pulsado, estas se abrieron lentamente.

Lo que podría ser un momento de alegría para aquellos cansados millonarios, cuyos pies y piernas estaban bien doloridas a causa de subir las escaleras, así como sus ojos de forzar la vista en la oscuridad desde que llegaron a aquel edificio; rapidamente se tornó en la más profunda oscuridad.

Pues mostraba un rostro bastante reconocible tras aquellas cortinas, unos ojos brillantes y una amplia sonrisa de un hombre decrépito y anciano, por mucho que tratara de aparentar más joven de lo que en verdad era. Un rostro que se habían cansado de ver una y otra vez a lo largo del tiempo que permanecieron en aquella isla.

El Conde Olaf bajo un nuevo disfraz.

Satur se sorprendió al ver aquel hombre tan treatrero. Teatreto... Tea-trera... -Maldición... -Maljuro al darse cuenta que acababa de invocar a quien menos deseaban ver.

-Lo siento gentes, no esperaba tener esa capacidad. -Comento por lo bajo al resto de millonarios mientras volvía la mirada al atacante de Larry el camarero.

-Pero se puede saber que hace aquí, ¿Señor conde? No espere que nos quedemos con los brazos cruzados. -Señor y señora... -No recordaba sus apellidos. -...De la casa. Ese hombre es un tramposo un cuatrero, asesino y no esta nada IN. Su nombre es el Conde Olaf O bien haríamos en llamar ahora mismo a la policia, para que se lo lleven donde debe. La oscura y húmeda cárcel. -Señalo al hombre tras la cortina.

El patrón si está al lado de satur se aparta x si le cae una lámpara IN

No vaya a desviarse jajajajaj

Consciente de que podia romperse una pierna en semejante oscuridad, Dennise tuvo profundo cuidado en sus pasos y no perdio de vista -dentro de sus capacidades- a sus compañeros; siendo sinceros parecia un poco mas que simplemente alterada y apenas contesto cuaneo sus anfitriones tuvieron a bien saludarlos y ofrecerles su generosa hospitalidad. Seria que estaba muy ocupada insultando mentalmente al señor Poe y todos sus antepasados. Por lo que en cuanto pudo acomodarse empezo a buscar con la mirada un lugar donde recuperarse de la migraña que le habia atacado aquella mañana. Y entonces el desastre. Las cortinas se abrieron con un dramatico fluf, y en medio.... Poe... digo.. el conde. Olaf. Satrustegi fue a hablar exigiendo que se llamara a la policia enseguida y Dennise asintio dandole la razon y tomando asiento.

Clarence entrecierra los ojos y mira a Olaf,tapa su boca con el dorso de la mano,meditabundo, razonando algo que le daba vueltas desde que llego a la isla.

Venganza amigo ? Busca eso? Desde que llegamos a la isla no he dado de darle vueltas a una idea loca,dejen que me explique, algo debe de unirnos para estar aqui,pero? una simple subasta no creo,mas bien pienso en la venganza y el resto son meros figurantes,entonces pensé quien me tendría tanto odio para matarme,matarnos a casi todos? muchos,muchisimos,quizas demasiados ,pero quien con tanto odio acumulandose en su palpitante corazón...

El señor Seen enciende su puro y da una amarga calada que le hace recordar aquella escena en blanco y negro tirando a tono sepia.

En los años 40 cuando yo solo era un mozalbete tenía un grupo de amigos, Sharp,Miki Blue, Sam Petty y tony Willcot, todos nos burlamos del pequeño Timothy Daniels,era un chico moreno de ojos vivaces y azules los cuales se escondian en su voluminosa cara de pan,por que si que estaba gordo el jodio,gordo con avaricia,gordo sin  conocimiento,gordo de lo que se dice gordo de verdad.

Aquel entonces me divertia mucho abofeteando sus tetas,juro que no era por hacerle daño,era que me parecía relajante su sonido,lo que los hipster de ahora catalogan como zen, abofetear las tetas del gordito me era Zen, hasta que un día se quejó a sus padres y me obligaron a pasar el verano cortando en cesped y demas obligaciones en casa de los Daniels.

Juré venganza y desde luego que sí fue,yo trabajando para ellos? no podia ser ,debia vengarme y devolver el orden natural a las cosas,que facil se veían las cosas antes,era todo tan blanco o negro..., asi que espere al primer dia de curso tras el verano, le puse un emetico y un laxante al cochinillo en su comida del comedor y el pobre no sabia que agujero tapar.

No crean que el triunfo era verle vomitar o hacerselo encima,no... el triunfo no era escuchar a todo el instituto reirse de el,no, frio frio... el verdadero triunfo son dos cosas,mirarle a los ojos justo antes del colapso y esa falta de ruido un segundo antes del armagedon, ese segundo en el que se hace el silencio,el comedor no sabe el por que pero se paraliza e instintivamente miran al gordo justo antes de hacer un "breeep breep" ese erupto que desencadena el efecto bola de nieve.

Después de eso no volvi a saber de el,juro vengarse y matarnos a todos.

Olaf... eres el pequeño gordo? vienes desde tu infierno clamando venganza?