Partida Rol por web

Antes de que pudieran sacarle nada útil a aquella cosa, fueron interrumpidos por lo que a todas luces era una emboscada exigiendo su rendición. Por un momento se sintió tentado de gritar que todos se pusieran a cubierto, pero era cierto que estaban apuntando también a la cosa monstruosa. Eso implicaba que no debían ser amigos... Y daba sentido a su teoría de que no estaban solos allí dentro. La parte mala es que era jugársela con aquella carta. Confiaba en poder razonar con los presumiblemente leales soldados de aquel lugar, pero lo mismo se equivocaba.

-Mierda-dijo entre dientes, para después alzar la voz-¡está bien, está bien, fuerzas imperiales presentes! ¡Bajad las armas, y dejad de apuntarnos, no tenemos la piel morada a diferencia del monstruo que acabamos de capturar! ¡Lo mismo para los míos, bajad las armas!

Robert se alegró quizá demasiado pronto de lo fácil que había sido convencer a los presentes de que aquel sujeto tenía un cierto valor a nivel de experimentación. Un segundo después todos los presentes tenían varios led laser apuntando a sus cabezas. El teniente reaccionó dando las órdenes y Robert hizo caso bajando su rifle. - Soy el Doctor Robert James Death, agente del Ordo Xeno para labores de investigación científica. - dijo moviendo lentamente la mano hasta cuello y sacando el colgante que lo identificaba como tal. - El sujeto que ven ahí delante debe ser capturado con vida, todo aquel que abra fuego contra él de forma estará poniendo en riesgo dicha investigación con las consecuencias que todo soldado imperial conoce. - añadió sin moverse de donde estaba y confiando en que aquello se resolviese de forma pacífica. 

Sus armas colgaban de sus cinchas, una de cada hombro.

Sintra clavaba todo su peso y tamaño en el refuerzo del hombro izquierdo de la armadura flak. En comparación, el rifle reglamentario de Brilaria colgaba ligero de su hombro derecho.

En esos momentos no tenía armas que deponer...

Quiso patear al engendro junto a sus botas y estamparlo contra las cajas para ocultarlo a ojos de los recién llegados, pero no pareció una opción viable si no quería terminar como un "queijo azeitao".

-Márcia, atrás de mim. Abaixe a arma, mas fique perto de mim*-susurré a la novata. Entre ambas, quizá pudiésemos hacer de escudo para la "abominação repugnante"

Todos sus instintos le decían que lo mejor que podía hacer era reventar la cabeza de aquel ser con la puntera reforzada de sus botas. ¡Por el Emperador! Desde que lo había visto, la idea de acabar con aquella cosa le había asaltado de formas cada vez más originales. Si el Doctor Death no hubiese dicho que era importante para su investigación, ya estarían sus entrañas regando el suelo de aquel sotano. Le debía la vida al Doctor... intentar salvaguardar su presa, era lo menos que podía hacer en aquel momento en lo que, otros, con más diplomacia, negociaban una "tregua" momentánea y deshacían aquel entuerto.

Avanzó ligeramente un pie, separando las piernas, para dejar a la criatura lo menos expuesta posible o soldados de gatillo fácil

-Ni te muevas -amenazó a la criatura con los dientes apretados antes de buscar a los emboscadores

Les habían sorprendido completamente y cualquier movimiento brusco podía hacer que se desencadenase un tirotero donde los imperiales, rodeados como estaban y sin ver a sus enemigos, tendrían todas las de perder.

Con espada de energía y pistola de plasma apuntando al suelo, alzó su voz -¡¡quietos todos!! ¡¡Que nadie dispare¡¡- les dijo al resto antes de girarse para hablar en alto, sin dirigirse a nadie en particular- ¡¡Somos una escuadra de Sororitas y varios contigentes de soldados imperiales!! ¡¡Soy la palatina Vaniria, de la Orden de la Espina Negra  y exijo hablar con quien esté al mando!!

Los mandos se fueron pronunciando sin saber quienes eran quienes le hablaban aunque lo hacían de un modo que daba a entender que eran los supervivientes de las fuerzas que antes regentaran el sitio.
Quizá los experimentos se hubieran descontrolado. Asió el bolter con más firmeza sin saber que iba a pasar a continuación, pero no demostraría flaqueza.

Mathis y Varinia habían reaccionado con celeridad y no hacía falta gritar más órdenes. Estaban en desventaja clara, así que no ganarían mucho mostrándose amenazadores si eran aliados, y si eran enemigos... sería una carnicería y punto. Así que, tras la sorpresa inicial, Gomes enfundó armas e hizo una señal a los suyos para que las bajasen o guardasen. Luego colocó sus manos a la espalda con actitud calmada y se quedó en una cómoda postura señorial.

—Contagem Gomes, del 6º de Brilaria, al mando de una escuadra de los "Hidalgos de Brabant". La tormenta nos ha hecho refugiarnos aquí. Identifíquense.

Aurestia estaba más que lista para lanzarse sobre el supuesto enemigo, estos habían demostrado ser inteligentes y no le soprenderia que trataran de engañarlos para que bajaran la guardia. Pero bajo las armas en cuanto Vaniria tomó la palabra tras el teniente iloeterano, pasando a concentrarse en el engendro jorobado con el que se habían topado allí abajo.

Tempestus - Dijo Tania a los que la rodeaban, mientras se adelantaba un par de pasos con el arma preparada, pero apuntando hacia el suelo. Al igual que Death, llevo una de sus manos con lentitud hasta su insignia inquisitorial, cuidadosamente. Siguio hablando bajo para los suyos - Estan mejor entrenados, equipados y posicionados, probablemente ya estemos rodeados por completos y tengan una contramedida por si intentamos retirarnos. Recomiendo fehacientemente no escalar la situación; si nos quisiesen muertos ya seriamos menos de la mitad. - Quizas estaba siendo ligeramente exagerada, pero desde luego les habian pillado completamente por sorpresa. Más que nada sus palabras iban dirigidas a los mandos, los que realmente tenian la responsabilidad de decidir como iba a seguir el curso el grupo. Quizás a los que ya habian demostrado unas ansias de heroidicidad que los habian puesto en problemas con anterioridad.

A la voz del Teniente y a falta de orden alguna del Pater, Red encajó su lanzallamas de vuelta al gran macuto de su espalda, no le hubiera importado morir enfrentando un pelotón de fusilamiento. Al fin y al cabo una sola palabra descuidada del Pater podía hacerla volar en mil pedazos, no existía atisbo de libertad para los penales de Kiruta, pero tal vez alguien la reclamara para su escuadrón y podía dejar de rezar las setenta y nueve oraciones diarias con el Pater.

Miró hacia arriba - ¿Cuantos son? ¿Alguien ve algo? - Quiso señalar hacia arriba, pero no era una recluta patosa y evitó que la tirotearan manteniendo las manos quietecitas - Apenas los distingo allí arriba

- Hay abundante material medico en la sala, podría usarse para una reparación de emergencia de la unidad dañada- sugirió Bender, ignorando el resto de gente en la habitación. Su módulo de reconocimiento los había etiquetado como aliados, así que no se preocupó de ellos. El tempestor seguía perdiendo fluidos y eso se podía convertir en un problema a corto plazo.

Adler no tenía ni idea de quienes eran los soldados que les estaban apuntando, pero si Tania decía que eran Tempestus, sin duda iba a creer a su compañera francotiradora. A excepción tal vez del Visioingeniero Krane, ella era la que tenía la mejor vista de todas las fuerzas imperiales desplegadas en el planeta.

Pese a la tensa situación, el aclarar la situación no entraba dentro de sus atribuciones así que se limitó a dejar que los mandos hablasen, mientras él permaneció apuntando con su triplex al de hombro al repugnante mutante.

Estaba bajo la bota de una de los soldados de los Hidalgos. Una compañera especialista en apoyo pesado como él. No es que desconfiase de sus evidentes habilidades, pero aquel mutante tenía pinta de ser especialmente esquivo, y quería asegurarse de que no se escabullese en medio de aquel lio.

Una miríada de puntos rojos cayeron sobre nosotros, demostrando como había dicho que no estábamos solos, y que esto era una trampa. Hago un gesto con la mano para que se bajen las armas, no quería que un mal entendido causase un daño persistente. - Como dije, era una trampa. 

La tensión se podía palpar, el nerviosismo de algunos, reacios a dejar sus armas por aquella amenaza invisible, sumado de aquel lugar, la oscuridad, la más que posible infestación por tiranidos o híbridos y un futuro incierto, hacían que esa situación fuera yendo a peor hasta que la voz de la razón se impuso. El teniente Mathis dio la orden, clara y concisa, que todos siguieron más o menos rápido, según la idiosincrasia de cada uno. Tania fue la que aportó algo de luz a toda la incógnita, su valoración parecía tener sentido, era difícil imaginarse porque los cultistas los querrían con vida o les daban la oportunidad, lo esperable hubiera sido que murieran todos acribillados al seguir aquel asqueroso cebo deforme que el doctor Robert había determinado que era vital y, que en esos momentos, estaba luchando contra la bota de Andiara, tratando de zafarse de ese metro ochenta y tres de puro músculo que lo estaba dejando sin respiración. 

Sin embargo, lo que rebajó la tensión, pues los punteros siguieron iluminando las cabezas de los Imperiales bajo las órdenes de Mathis y Gomes, fue la palatina, la presentación de esta provocó que los punteros desaparecieran y unas figuras empezaron a aparecer en el campo de visión de todos. Eran bastantes, e iban apareciendo por todos lados, por encima de las cajas, por detrás y por todos los huecos que uno pudiera imaginar. Tania había tenido buen ojo, eran Tempestus Scion, todos pertrechados en sus armaduras de caparazón de un curioso diseño, con las armas en posición de descanso y cercando a las escuadras de soldados.

Os dije que había hermanas entre ellos, nunca me escuchas Morgenstern

Era imposible de distinguirlo Sina, deja de hacerte el listo

Silencio, los dos

Si teniente Tannhaüser 

Las conversaciones entre los tempestus se iban dando, pero uno de ellos se adelantó para confrontar a los líderes, Vaniria, Mathis y Gomes - Soy el Comandante Haydn, vigésimo sexto de Drovelia, Dragones, ¿qué diantres hacen aquí? - quiso saber. Tras la pregunta, se quitó el casco revelando una barba de bastantes días, pero menor poblada que su bigote, la cabeza desprovista de pelo y unas ojeras bien marcadas; una cicatriz recorría pate de su rostro. Sus facciones eran duras y marcadas, mandíbula cuadrada y demás, pero no tenía buen aspecto.

Acabamos de llegar a este lugar, hay una serie de túneles que la comunicaban desde la aguja principal, Novantis, pero antes de que me digan donde está ese túnel, sellado por cientos de toneladas, lo hemos ido demoliendo tramo a tramo conforme avanzábamos, llevábamos siguiendo a ese asqueroso ser hasta que les vimos llegar - se colgó el casco del cinto y se cruzó de brazos - van a tener que darme un buen motivo para no reventarlo

A pesar de la conversación y la situación, Krane no pudo evitar intervenir con su voz para nada modulada - ES IMPERATIVO RESTAURAR LA ENERGÍA DE LA FORTALEZA SI QUEREMOS AVANZAR, SOLICITO PERMISO PARA ADENTRARME EN LA SALA DE CONTROL DEL GENERADOR - pero tan pronto como dijo aquello, de entre las figuras de los drovelianos, otra enorme mole cibernetica salió y se acercó. Intercambiaron un chorro de comunicación binaria entre ambos, a veces algo más agudos que otros, pero sin duda ininteligibles para todos.

Krane se giró hacía su sargento - HE HECHO UN AMIGO, SE LLAMA GRIGORY, JUNTOS PODREMOS ENCENDER ESTE SITIO - parecía ¿alegre?

Se marcharon por un acceso que encontré hacía el subsuelo de esta instalación, yo me ofrecí a quedarme para proteger el cuerpo malherido de esta mujer, agente del Ordo Xenos, pero lamento decirle hermana - ni miraba a Bender, era como si no existiera para ella - que su nuevo amigo ya no necesita ayuda, está con el Emperador, a su derecha - tras un vistazo rápido, el soldado Tempestus, que estaba apoyado contra uno de los crio tubos, estaba muerto, finalmente sucumbió a sus heridas y la poca sangre que le quedaba terminó por derramarse. Rígido donde estaba, Bender llegó con suturas para poder cerrar las heridas, pero ese tiempo invertido fue el suficiente - le sugiero que se reúna con la Hermana Vaniria, sus armas serán de más utilidad allí

Tempestus... y parecía que habían ido dinamitando un túnel que comunicaba con la colmena Novantis.

Parecía además que conocían de la existencia de la aberración y que le estaban dando caza. El mutante estaba intentando escapar, lo notaba revolverse bajo su bota. Aumentó la presión hasta que algo crujió bajo su bota. Ahora todos estarían pendientes del mutante y no tenía intención alguna de que fuese ella quien lo dejase escapar. No parecía gran cosa, incluso algo esmirriado y contrahecho, pero con estos engendros, mejor no arriesgar.

Cuando el Comandante Haydn se les acercó, Lidio se cuadró con cierta pomposidad y le saludó tal y como el protocolo dictaba. 

—Contagem, teniente—aclaró—Gomes, del 6º de Brilaria, de los "Hidalgos de Brabant", Señor.—se presentó nuevamente—Somos parte de la vanguardia de la fuerza que partió de Yhemek en dirección a Novantis Secundus hace cinco o seis días. Una tormenta de arena extremadamente fuerte, que incluso volcó nuestro Chimera, desmigó la formación y rompió todo contacto incluso por radio. Gracias al competente Doctor Death, que localizó esta fortaleza, hemos podido venir y refugiarnos de la tormenta.—terminó, haciendo un gesto al galeno para que se acercara.

—El mismo Doctor podrá explicarle mejor que nadie la importancia de la... desagradable criatura.

El propio Gomes sentía curiosidad por lo que iba a contar. Un grupo de ellos no había visto lo mismo que los Iloeteranos y los Custos, y preveía una entretenida situación.

Rodeados por completo, la tensión se disparó al máximo hasta que se escuchó hablar a algunos de los soldados, momento en que todos fueron conscientes de que, al menos de momento, no iba a haber una masacre allí. 

Las dos especialistas, sin órdenes y sin otro objetivo claro que no fuera el mutante, concentraron aún más su atención en él y en lo que había estado haciendo. Habían allí suficientes soldados aliados en el perímetro como para avistar a cualquier cosa que se acercara a ellos, por lo que era absurdo perder recursos en eso. 

Examinó las cajas, pendiente de que si aquello escapaba, meterle una ráfaga, aunque con tanta arma apuntando, no creía que fuera a escaparse. Particularmente difícil lo tenía con la portadora de aquella enorme arma que le estaba pisando el pecho. 

Tras enfundar sus armas, Vaniria se quitó el casco y la melena de la mitad de su cabeza que no estaba rapada cayó sobre su hombro. Formó el signo del aquila brevemente con una de sus manos mientras sujetaba el casco bajo la otra. -Que el Emperador sea con vos, comandante. Palatina Varinia, como he gritado hace unos instantes- sonrió al oficial.

-Poco puedo añadir al informe del Contagem Gomes, ya que está claro que ya conocen lo peligros que acechan en los túneles de ventilación. Desde que hemos entrado en la fortaleza ya nos ha costado algunos hombres, y otros han desaparecido. El sistema de defensa de la fortaleza está desconectado, seguramente por escasez de energía. Y si ese penoso mutante puede ayudarnos a rectificar la situación, habría que valorar perdonarle la vida... al menos por ahora.