Partida Rol por web

                                                   _{"Tras la tormenta, heridos por el rayo, lloran los Arces"}

Curiosamente, la misma noche del incendió empezó una tormenta que imbuyó con agua las calles, carreteras y sótanos de la pequeña ciudad. Mientras que el fuego crepitaba y se alzaba, intentando no ahogarse en su elemento contrario, los bomberos luchaban por apagarlo, enfrentándose a la virulencia de la supervivencia en todo su esplendor.

La atenta mirada de muchos alumnos, profesores y viandantes se centraba en aquella revelación, en aquel castigo. Las cenizas de recuerdos y experiencias se mezclaban con la lluvia,  formando venas en los terrenos de la universidad llegando hasta los verdes pastos donde muchas veces os habíais tumbado en mitad de un descanso de clase. Los regaba, dejando que la información se perdiese y olvidase para los humanos, pero se filtrase para siempre en la tierra. 

No hubo muertos, apenas heridos, pero el lugar quedó destrozado y no podría usarse hasta dentro de bastante tiempo. Y muchos de vosotros no disponíais del mismo. Algunos se informaron, otros simplemente se enteraron entre los comentarios del polideportivo donde os alojaron durante unas noches después del incidente, antes de buscaros casas de acogida temporales para seguir con vuestras becas; había otra opción. 

La universidad tenía un terreno, a una hora larga en autobús desde Shiogama. En un pueblecito de muy pocos habitantes que se estaba muriendo lentamente por la movilidad de los jóvenes a pueblos mas grandes, o la misma ciudad. Supuestamente, era una casa antigua, pero grande, donde podrían quedarse casi medio centenar de alumnos compartiendo habitaciones de 2 o 3 personas. 

Aprovechando la parada de dos semanas en el curso por la catástrofe, y teniendo en cuenta que la tormenta no se iba, aunque amainaba a ratos en la zona costera se dispuso de una opción para os alumnos que habían sufrido pérdidas o que simplemente querían echar una mano, a cambio de un plus muy notable en los estudios en ese cuatrimestre y una carta de recomendación para el gobierno, asegurándose casi una ampliación de la visa de estudiante; arreglar o al menos mejorar la propiedad. 

Algunos se preguntaban como iba a ayudar semejante lugar tan alejado, pero teniendo en cuenta que en las ciudades algo mas grandes podías tardar entre una y un par de horas en llegar a la zona de destino, que si se llenaba la construcción la universidad pondría un autobus con una ida y una vuelta gratuita al día para los residentes dejando el viaje desde la universidad apenas a algo mas de una hora, anotando también que el coste iba a ser inferior a la residencia, y que era en una zona bastante tranquila y alejada si queríais estudiar sin distracciones, era una opción bastante viable. 

Además, a veinte minutos andando, había una parada de autobús según decían que iba a Shiogama tres veces al día, y las mismas de vuelta. Si alguno quería pasar el fin de semana fuera, podía. A vosotros os irían a recoger. 

Aparte de ti, habían tres personas más en aquel autobús blanco y pequeño, gastado, que había salido hacía media hora ya de la ciudad. Te habías tenido que coger el autobús urbano ya que realmente tu aun no tenías el visto bueno, pero te interesaba sobremanera...quizás, si hablabas con los profesores al cargo, si convencías a los compañeros podía lograr una plaza, un hueco, y con ello, que fuera mucho mas fácil permanecer en la universidad. Porque lo cierto, es que te habían estafado. Habías rellenado todos los papeles en una agencia, que resultaron falsos. Estabas allí, con la visa de estudiante esperando a unos papeles que jamás llegarían porque el cuatrimestre estaba cerrado. ¿Cómo lograrías que te aceptaran? Al menos, tendrías donde quedarte de gratis mas tiempo si no compartías esa información, buscar trabajo, intentar entrar al siguiente cuatrimestre huyendo de los mercenarios de la burocracia. 

Ahora, fuera de la ciudad y de zonas industriales, lo que os rodeaba era un manto de verdor y vacío, donde solo se escuchaba vuestras voces de haberlas y el motor del vehículo. Una rápida mirada fuera os dejaría con la estampa de un campo de girasoles enorme, tan idílicos en ciertas partes del país siendo regados por la interminable lluvia. 

Kasuga era un pueblo extraño, visto desde el autocar, casi parecía mas una antigua postal que algo realmente real. Los paneles de madera posicionados a los lados del camino, creando unos inservibles quitamiedos, los tendidos eléctricos con sus cableados que pasaban de una calle a otra, las aceras de piedra, las casas aun bajas y enclenques. ¿Soportarían una riada? Muchas aun estaban construidas en piedra y madera, solo algunas mas nuevas parecían tener hormigón. 

No tendría mas de mil habitantes, y seríamos generosos. La entrada al templo estaba bien marcada, pero más allá de aquello, no había señales entre las calles. Había dejado de llover no hacía demasiado, dando un descanso a todos pero el olor a ganado se había intensificado lo suficiente como para resultar desagradable si alguien era muy quisquilloso o no estaba para nada acostumbrado. El autobús se paró, os bajasteis y tras algunas preguntas por tu parte y un par de vueltas que te hicieron perder el tiempo, decidiste que lo mejor era preguntar en la única tienda donde de seguro tendrían que ir a comprar. 

La puerta del supermercado bien podría haberse pasado por alto, de no ser porque una franja roja avisaba de que allí estaba el mercado de la ciudad. Estaba situado en una de las demás casas bajas, y la puerta era común aunque transparente, por lo cual se podía ver el interior. 

La tienda era mediana, pequeña para lo que sería un supermercado. Nada mas entrar, había dos estanterías completamente rellenas de aperitivos de algas, gambas, picante, patata o arroz. A ocho pasos, el mostrador, donde no había nadie ahora mismo. Detrás del mismo, tabaco y alcohol. Ni siquiera había para coger cestas. 

Al lado derecho del mostrador se abría un pasillo, que largo, daba hasta lo que sería la carnicería. Panes, latas de conservas, productos de limpieza, verduras y hortalizas estaban apiñados en mas estanterías. Al acercarse a la carnicería te darías cuenta del olor que desprendía, a sangre, a grasa. Los trozos de cerdo, pollos con plumas, conejos despellejados se exhibían en la pequeña vitrina refrigerada, los trozos de sangre iban de un lado a otro, dejando un patrón de colocación. 

Un hombre mayor, salió detrás de una puerta lateral que estaba tras el mostrador, por lo cual no era fácil verla para nada.- Maldita sea- Parecía enfadado y portaba una radio bastante nueva entre sus manos. El mandil dejaba claro que era el que se ocupaba de esa zona. Se te quedó mirando, luego miró al artefacto y sonrió- ¿me podría ayudar? Seguro que entiende usted de estas cosas- Un par de frases mas y entraste por la puerta, que daba a una sala llena de mesas con carnes a medio cortar. Era pequeña, estrecha. Le ayudaste a sintonizarla de forma automática, y fue cuando escuchaste las voces de gente joven. El hombre salió de inmediato tras insistirte a ti primero, porque parecían estar cerca de la carnicería. 

Ethan salió de una puerta lateral que debía de tener la carnicería, tenía cara de perdido. De inmediato, un hombre algo mayor, ligeramente encorvado con un mandil repleto de manchas de sangre aun frescas salió tras él. 

Os sonrió, aunque no le estuvierais prestando demasiada atención. Su dentadura amarillenta y muy torcida daba un poco de mal rollo, sobretodo con esos ojos oscuros. Pero eh! Parecía majo. 

La mujer le fulminó con la mirada, y se acercó increpando algo en otro dialecto muy rápido. Ambos se pusieron a discutir, con el pobre chico casi que en medio. 

Niū se giró en dirección al sonido de la puerta de manera instintiva, para ver un joven occidental con cara confusa que había entrado por otra entrada en la que no había reparado anteriormente.

Iba seguido de otro hombre, éste mucho mayor que él, que por su ropa debía ser el carnicero. Les dirigió una sonrisa que resultaría el terror (o quizá el negocio del año) de cualquier dentista.

Mientras la anciana fue directa a hablar enérgicamente con el hombre. Tal vez por el "paquete" que le acompañaba, Niū aprovechó para preguntar discretamente al profesor.

-Tuan-sensei... ¿sabe se trata de algún alumno perdido o es que no somos los únicos visitantes del pueblo? -preguntó en inglés, sin elevar demasiado la voz.

Observo la curiosa escena, y especialmente al tipo de la ropa ensangrentada. Por un momento imágenes de películas como La matanza de Texas y otras por el estilo vienen a mi mente, pero simplemente las rechazo. La verdad es que la escena en sí no tiene mucho interés para mí.

Así pues, cojo una cesta o carro si hay y me dirijo directamente a la zona de droguería. ¿Quién me ayuda? Alguien más podría ver si compramos algo para comer, bien algo preparado o algo para hacerlo.

Ethan había ayudado al viejo como había podido, pero era extraño. Salió casi empujado por este de la puerta de la carnicería y aquel olor a piel, grasa y carne cruda inundó sus fosas nasales una vez más. No pudo evitar una mueca cuando salió de primero y estaba solo. Por instinto, miró al grupo que estaba allí y saludó con una mano. Pero entonces una extraña mujer que no recordaba haber visto salió de la nada, casi como si de una aparición se tratara y el circo comenzó. El chico estaba allí con cara de confusión y simplemente se agachó para salir a hurtadillas de entre esos dos.

Se encontraba bastante perdido y se sentía cansado. Miró al grupo y tomando una pose un poco más seria, dijo - Hola, perdonen. Es que he perdido el bus y he debido venir por mi cuenta hasta aquí. Hago parte del grupo de becarios. Soy Ethan Shaw - sonrió mostrando su pulida dentadura y aunque iba a estirar su brazo, recordó dónde estaba e hizo lo que él creía que era una reverencia correcta. Tal vez era más grácil en otras ocasiones, pero ahora estaba nervioso.

- Lamento molestarles. ¿También están aquí por lo mismo que yo? Es un lugar bastante extraño - y se volvió a mirar a los ancianos una vez más.

Aún me cuesta ubicarme en este lugar, pero estaba un poco entretenida con las compras hasta que de repente aparece una situación cuanto menos peculiar. La verdad es que soy una persona que le huye un poco a los conflictos y este tipo de situaciones me ponen un tanto nerviosa, así que colocándome junto a Freedom, no intervengo en absoluto en primera instancia. Luego cuando algunos comentan, preguntan y demás, intento aligerar la expresión que tenía en el rostro mientras me acerco a Ethan para presentarme.

- Soy Alizee, un placer. - digo en un tono cortés mientras desvío la mirada hacia los demás, aún no sé mucho que hacer en aquel lugar. Me siento bastante perdida, pero haré lo que disponga el grupo en general mientras me habitúo al ritmo, los cambios y la adaptación en sí a este lugar al que debemos ir por el accidente. 

La chica morena se vio interrumpida de pronto cuando de las dobles puertas que parecía llevar a la sala de carniceria se abrieron y salieron dos honbres, uno de ellos claramente no era japonés. Se quedó un poco sorprendida al ver la discusión que empezó entre las dos personas. Vio que Alizee se ponía junto a ella, y le sonrió. Parecía alguien bastante de tímida. Iba a decirle a Viktor que iría con Alizee y Haruka a ver la parte de comestibles cuando el chico se acercó a ellos.

-¡Ah, pues hola! ¿Cómo llegaste allí dentro?- Preguntó realmente divertida por el asunto. -Soy Freedom, mucho gusto.- Dijo, y ella si extendió la mano en su dirección para estrecharla al modo occidental.

Cuando la chica de bonita sonrisa le extendió la mano, Ethan la tomó un tanto aliviado. Eso sí lo sabía hacer bien.

- Es un placer, Freedom y Alizee - su sonrisa era encantadora y sus dientes casi brillaban de lo blancos. Además, su tono de voz era agradable. Cualquiera podía pensar que se tratara de un locutor de radio o algo así.

- De hecho, es una historia bastante graciosa - y se acercó a la joven morena y posó una mano en su hombro en un gesto dramático para luego extender su mano izquierda como si estuviera haciendo un arco en el aire.

- Imagina esto: pierdes el autobús, resultas aquí y como buen perdido, pides indicaciones. Pero entonces, un extraño viejo te pide ayuda con un radio y terminas en un pequeño cuartito con el hombre mientras le ayudas y te empieza a contar historias. Suena como de película cómica, ¿no crees? - se reía de su misma desventura.

- Esto es algo de lo cual hablaré en alguna de mis entrevistas en el futuro - mencionó esto con tanta certeza que no quedaba duda en que creía en sus palabras.

- ¿Y ustedes qué hacen aquí? -.

Miró a Niu mientras negaba con la cabeza. 

Viktor se marchó por su cuenta a buscar las cosas que le habían indicado, quizás tuviese problemas con algunas pero en general estaban si no las mismas, sucedaneos que servirían perfectamente. Haruka le siguió, un poco nerviosa por el tono de la discusión. 

Tuan dió un paso al frente en mitad de la conversación sobre el occidental- Soy el señor Tuan- Le ofreció la mano. - Lo lamento pero a no ser que no tenga la lista completa, no creo que usted venga con nosotros...- Dudó un momento- Podría preguntarle a mi compañera, que vino con los rezagados- No quería...¿y si era de verdad un alumno? Tenía que comprobarlo. 

Saldré a fuera a realizar una llamada si no le importa, Ethan Shaw verdad?- pregunto para asegurarse. Miró de reojo a la pareja que estaba discutiendo y luego a vosotros- Avisadme si no he llegado antes para pagar en caja.

Si nadie impidió nada, salió por la puerta de la tienda con el móvil en la mano. 

Están llegando muchos tarde- Musitó mientras miraba la etiqueta de un estropajo de limpieza- Creía que en general la gente de fuera era mas puntual- Sonrió un poco. 

Suspiro viendo que los dueños parecen no calmarse. Lo malo es que cuando empiezan a hablar tan rápido me pierdo y como el japonés tiene esa entonación parece que estuvieran discutiendo cuando quizá no es así. Aunque en este caso la cara de la mujer me hace sospechar que sí es así.

Me alejo con Haruka buscando útiles de ñimpieza. Sonrío un poco a su comentario. No, no. Los puntuales sois los orientales, no los occidentales.

Luego me pongo algo más serio. La verdad es que es extraño. Es decir, que uno haya visto el anuncio tarde y pida permiso o que pierda el bus, vale. Pero ya somos tres, contándome a mí. El encantador chico que llega tarde digo con un guiño y una risita.

Se puso algo colorada ante tu guiño- ¿Ah que si?- Se acercó hasta estar casi codo contra codo- ¿Crees que se están intentando colar?- Cuchicheó- me refiero, he escuchado que hay países donde aunque no se puedan hacer las cosas, insisten hasta niveles extraños- bajó la mirada. 

¿Cómo estás tras la pelea de antes? No entiendo aun la rivalidad que os ha llevado a eso, pero las cosas se han puesto...muy raras- Le había costado preguntar, eras plenamente consciente de ello. Por el comportamiento de la chica, sabías que era alguien tímida en exceso y muy arraigada en las costumbres de su país. Seguramente jamás haya visitado otro. 

Afirmo. Ucrania es uno digo, susurrando yo también. No necesito ir muy lejos.

Su otra pregunta, sin embargo, me hace sonrojarme, avergonzado por mi comportamiento. Tardo un poco en responder, pensandovel mejor modo de hacerlo.

Supongo que eres consciente de la rivalidad entre Japón y China, por conquistas pasadas y todos ños sucesos. Una rivalidad similar existía entre Ucrania y Rusia. Pero los últimos actos de Rusia han elevado la tensión a la casi guerra.

Inevitablemente eso ha calado en los ciudadanos de ambos países y, al verle... no pude evitar que saliera mi "vena patriótica". Estoy realmente avergonzado por ello.

Y me quedo allí junto a Freedom mientras le sonrío a Ethan. La verdad es que no tengo mucho para hacer, más que esperar a que todos volvamos a reunirnos y así regresar al lugar en donde viviremos. - ¿Tenemos todo? - pregunto un poco inquieta, es que entre la espera y la gente que va, que viene, no tengo mucho para hacer en la situación. Más aún cuando soy una desconocida total del lugar, de las personas y demás. 

Así que mientras espero una respuesta de alguien, desvío la mirada hacia la morena, me parece muy maja y bastante amable, posiblemente con ella se pueda tener una conversación interesante cuando regresemos. Todos lo parecen de alguna manera, pero es cuestión de dar el primer paso, más tras el incidente y la movilización que nos toca apañar. 

La respuesta del profesor hizo que la ugandesa mirara nuevamente al chico nuevo. Parecía estar informado de que ese pueblo era el lugar a llegar, ¿por qué el profesor desconfiaba? ¿Acaso algún alumno había tratado de colarse al projecto sin autorización? Como fuera, aquello había dejado un poco callados a los demás. Cuando Alizee habló, Freedom reanudó su sonrisa. -¡Pero si acabamos de llegar! Vamos, recorramos los pasillos mientras vuelve el sensei.- Esta vez se aseguró de ver que Haruka los seguía, antes de mirar a Ethan. -Acompáñanos mientras se resuelve este malentendido.- Dijo, tomando una de las cestas y empezando a caminar por el local.

Haruka estaba con Viktor en otro pasillo metiendo ya los productos de limpieza en una cesta. Por lo demás, parecía que el tiempo se había detenido, pues un silencio incómodo se creó en el ambiente hasta que las dos chicas hablaron de nuevo. 

El lugar era pequeño, así que a no ser que hablasen en volumen bajo, otros se podrían enterar de lo que sucedía con sus compañeros. Había un poco de todo, aunque no tenían demasiada variedad como en un supermercado grande, podríais subsistir perfectamente, la cuestión es, ¿que es lo que compraríais para vosotros y no para el grupo?

Los dos responsables de la tienda se disolvieron al fin, volviendo la mujer a la zona de caja, y el hombre al interior de la carnicería. 

Suspiro al ver como la pareja se separa y miro alrededor. Vaya, ha debido pasar toda una cohorte de ángeles o es que esos dos eran los únicos que hacían ruido.

Luego miro a Haruka. ¿Te apetece pribar un plato típico ucraniano? y, sin esperar respuesta, me dirijo a la frutería a buscar hojas de col. Luego cojo arroz, cebolla, aceite, sal y picadillo de carne. Hoy hago yo la cena si despejamos y limpiamos una cocina.

Haruka no tuvo ni tiempo de responder, era como si no lo hubiese entendido los primeros cinco segundos, solo se giró boqueando ante el chico- si, gracias-, Viktor se movió, no le fue dificil encontrar las cosas, aunque la col no parecía demasiado fresca, la demás fruta y verdura estaba llena de tierra y por ende, lejos de estar envasadas en diferentes tipos de plásticos. 

Cuando se acercó a la carnicería, el hombre no estaba fuera, así que de alguna manera tendría que llamar su atención si quería la carne.