Partida Rol por web

La Casa de las Rarezas

Capítulo 1 - Un nuevo comienzo

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07/08/2019, 16:15
Inara

Prisa tampoco era, a ver, yo veo una habitación llena de espejos rotos, donde primero me explican que los espejos sirven para comunicarse. Vale, entonces mi conclusión es que han roto las comunicaciones. Creo que es Peara quien comenta que es casi imposible tratar de arreglar los espejos porque algunos están hechos literalmente añicos, vamos, trozos pequeños que impiden volver a ensamblarlos, así que, eso me lleva a pensar que la habitación en sí no guarda mucho más misterio.

Quizás las habitaciones que han permanecido cerradas, seguramente a diferencia del resto, tengan muebles, armarios, escritorios, cartas, sobres, en definitiva: pistas. De ahí que vaya hacia ellas con más interés, pero que eso no impide que quien quiera seguir investigando, lo siga haciendo. Me he dirigido a la habitación principal -la del comandante- por comenzar por una de ellas.

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07/08/2019, 19:13
Director

Un vistazo en derredor deja claro que sí: nadie oculta las miradas de reojo. Toda la cafetería os está observando. Tampoco crees que puedan escucharos con claridad, salvo que sean una rareza con un extraño poder auditivo, cosa que no descartas.

Lo que notas es un cambio en el ambiente, y no crees que sea por ti. Hay miedo. Quizás tu conocimiento sobre los Sonrientes sea un poco… Erróneo. Son informadores, pero la sensación patente de pánico que causan en toda la habitación es la que solo la gente verdaderamente peligrosa puede conseguir.

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07/08/2019, 20:11
La Sonriente

¿Sabeis lo que dicen de la ignorancia? Que es una plaga, que se extiende desde oriente a occidente, sin distinguir sexo, religión o raza. Que es el mal que origina las guerras, que evita que curemos a nuestros enfermos y cuidemos de nuestro ganado. Que sólo tiene una cura: la curiosidad. Pero toda droga, según en que proporción, puede considerarse veneno.  Y no existe antídoto para el antídoto. 

El rostro de la Sonriente es imperturbable. Es una máscara. Pero también lo son sus ademanes, su respiración. No hay gesto que indique cambio alguno en su reacción, en sus modales, en su comportamiento. Es un perfecto bodegón, un cuadro pintado con esmero y dedicación, pero este bodegón se esfuerza en ocultar sus rasgos distintivos. No sabrías decir quien lo ha pintado. Ni porqué.

Es ese ejercicio tan perfecto y articulado por resultar… Difícil de identificar, lo que más llama la atención de ella. Más incluso que su máscara dorada.

No he venido a intercambiar información "por nada". Eso bien lo sabéis y esgrimir ese argumento es simplemente una falacia. Ya os he dado algo de información sobre mí, Hiparchia de Menas, reciente incorporación a la casa de las Rarezas. Información de primera mano que, como bien sabeis, es la mejor de las informaciones. Pero queréis saber algo más sobre mí, está bien. Es la curiosidad. La que mató al gato y terminará también con Hiparchia. Esa es mi droga, mi antídoto.  Y finalmente mi veneno. 

La mujer niega, y bebe de su pajita con tranquilidad. Por un instante no sabes si va a responder, pero al final, acaba por hacerlo.

- Te equivocas, Hiparquia de Menas. Esa no es tu debilidad – comenta, con su voz atonal que no cambia un ápice-. Tu debilidad es la arrogancia. Acabas de llegar a esta ciudad y crees que la conoces. Pero aún no conoces nada. Crees que porque algunos hombres susurren en tus oídos eres alguien. Pero aún no eres nadie. Aún. Tiempo al tiempo.

Deja su bebida en la mesita, y con un pañuelo, limpia las comisuras de su máscara. ¿Estará su rostro sucio bajo esta? ¿Será alguien llamativo, o alguien tan en apariencia corriente como pretende sonar? ¿Será alguien importante? ¿Será la misma persona que todos conocen como la Sonriente?

De pronto, esa idea te produce una punzada en el pecho. Sea quien sea esa persona, el hecho es que no lo sabes. Que durante años, décadas quizás, una o muchas personas ha o han conseguido ocultar al mundo lo que esconde el rostro tras la máscara. ¿Bastaría tirar de ella y ver quién está detrás?

Se pone en pie.

- El juego era el que era, y has fallado – concluye -. Debes creer que tengo información que quiero de ti, Hiparchia: no es así. No tienes nada que no sepa ya. Quizás llegará el día que puedas ser útil y darme algo, una media verdad, y ese día tendré una verdad para ti, una de las muchas respuestas que anhelas y de las que solo yo te puedo dar.  Ese día nos entenderemos. Aunque no prometo nada. Tengo un carácter festivo y me encantan los juegos – afirma, en un tono muy poco festivo, igual de atonal que hasta ahora.

Mira a los hombres de la sala. Comprendes que muchos estarían dispuestos a hacer cualquier cosa para complacerla. ¿Qué puede saber? ¿Cuánto? Hay algo terrible en esa mujer… Alguien que nadie atacaría porque nadie tendría la certeza de que eso sirva de nada. Alguien que conoce los secretos más oscuros de todos y cada uno de los habitantes de la ciudad.

¿Es el Archiduque el hombre más poderoso de Duriel, o es la Sonriente?

La sonrisa de su máscara mientras sale de la cafetería no te deja ninguna duda.

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07/08/2019, 20:13
Director

El paseo por la ciudad os lleva a las calles más hermosas de esta. Cruzáis el puente imperial, decorado con las muchas estatuas de los antiguos emperadores de Redas. La mayoría de estas se encuentran desgatadas, envejecidas o rotas. Entre cada una de estas, hay chicos vendiendo periódicos, puestos con bebidas, otros vendiendo castañas o torrijas… Es extraño. El lugar tiene más tenderetes que un mercado de una ciudad pequeña.

Cuando estáis a punto de llegar al otro lado del puente, observáis que faltan bastantes estatuas, y veis como unos tipos con pinta de académicos están cargando una de ellas, con suma precaución.

- ¡Cuidado, Mero, cojona! – grita el más anciano, que supervisa toda la escena-. Estamos intentando rehabilitarlo, no cargarnos la cabeza, alelao. ¡Con cuidado!

Tras cruzar el puente, Cael se encamina hacia la derecha, en el barrio del ensanche imperial. Es un lugar similar al barrio de la coherencia, menos rico, pero igual de hermoso: calles anchas, con flores en sus balcones y el ajetreo de una ciudad que no descansa nunca. Pero no os cuesta mucho llegar a vuestro destino.

El mercado de los Muchos Reinos es uno de los grandes mercados de Duriel. El lugar se encuentra en una enorme plaza en la que confluyen ocho calles distintas. Tenderetes se apilan por unos y otros lados, vendiendo todo lo que se os puede ocurrir y más. Cercano al puerto nuevo de la ciudad, las mercancías de las Tierras Ignotas se apilan en los puestos sin más, esperando a ser distribuidas.

Además, los propios edificios que rodean a la casa son, casi en su totalidad, tiendas y galerías, desde bares a sastrerías, desde armeros hasta floristas. No os resulta difícil encontrar un pequeño local, estrecho y rodeado de tiendas de alfarería, llamado “Cerrajería Ton”.

El hombre que os atiende es un señor de aspecto corriente, poco memorable y aburrido. Está leyendo un periódico cuando entráis, y al veros, se pone en pie. Le basta un segundo mirando las llaves para asentir, pensativo, y os enseña una pizarra donde están apuntadas las tarifas. Al precio de cada llave, calculáis que son 25 coronas por juego.

- Si las queréis pronto, os las hago en menos de una hora – afirma -, pero el precio se duplica. Si no serán para mañana.

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07/08/2019, 20:13
Edirian

Edirian lanza un silbido, echando cuentas, y se vuelve hacia vosotros antes de que le deis la llave.

- ¿Cuántos juegos queréis? – os pregunta, con curiosidad - ¿Uno por seguridad o uno por recluta? Somos quince, a cincuenta el juego son setecientas cincuenta coronas, es dinero. Podemos hacer una y a correr, o hacer uno y llevárnoslo hoy y dejar el resto para mañana…

En ese momento observa un instante hacia la calle, dejando la vista perdida por un largo instante, el ceño fruncido. Tras ese momento, niega y se acaricia la frente con una sonrisa nerviosa.

- Perdonadme un momento – dice. Le notáis algo preocupado-, a veces me parece que veo sombras. Vengo en un instante.

Y sin más, sale de la cerrajería.

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07/08/2019, 20:14
Director

No notas que nadie os siga, al menos no te lo parece. El viaje continúa sin muchos percances.

Lo que si alcanzas a ver es que cuando Edirian se ha vuelto hacia la salida, ha pasado una muchacha de pelo cobrizo por delante de la tienda. Y no te parece que ella os viese, más bien que estaba de compras, porque llevaba un cesto cargado de frutas y solo ha pasado de largo, sin mirar hacia el interior.

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07/08/2019, 20:17
Director

Acabar de conocerse puede llevar al desconcierto y la poca confianza. Algunos os ganáis más el aprecio del resto y otros menos. Adalo, por ejemplo, pese a su alegato anterior, no dice absolutamente nada ante todas las ideas que se ponen en la mesa y se pone a indagar en la propia sala de espejos sin más comentario. Viero, por su parte, decide abandonar la sala en un arrebato y volver junto a la puerta de seguridad del almacén. Arden aprovecha para intentar revisar algunas cosas que habéis dejado sin investigar a fondo en la búsqueda inicial, como la habitación del teniente. Por último, es Inara la que acude junto a Gavilano, Peara y Fantina hacia la sala del comandante, intentando desentrañar sus secretos.

La mayoría ignoráis el descubrimiento que ha hecho Eikon, excepto Gavilano y Peara, que llegan demasiado tarde para enterarse de sus pesquisas, las cuales el hombre no intenta extender hacia ellos. Quizás no sois aficionados a la flora como el hombre de los tatuajes. Sea como sea, este permanece en la sala de los espejos junto a Adalo e Yria, con una extraña sensación de abandono y sin saber a dónde continuar.

Notas de juego

Eikon, como no has dicho donde ibas, te he dejado ahí :).

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07/08/2019, 20:17
Director

No hay muchas más conclusiones que sacar de esta sala de las que ya habéis sacado: rebuscáis entre los restos de cristales, pero no veis ninguna prueba del delito. Solo multitud de cristales rotos, pequeños, todos ellos. Quizás eso sea lo más llamativo, que pese a haber decenas, quizás cientos de marcos de espejos del éter, no haya ni uno solo que se conserve un poco “entero”.

Alguien se ha dedicado con esfuerzo y tesón a asegurarse de que esos espejos no puedan usarse nunca más. 

Seguís observando, o pensando en vuestros problemas, cuando un grito aterrador sacude la sala de los espejos, y solo es el primero de muchos. Los gritos de una mujer vienen de la planta superior, y parecen gritos de un dolor desesperado y terrible.

Algo acaba de ocurrir... Algo que no presagia nada bueno.  

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07/08/2019, 20:17
Director

Los cuatro decidís seguir a Inara hacia la última planta de la mansión. Allí os encontráis, junto a las escaleras, unas puertas dobles majestuosas de ónice. Perfectas. Las recorren unos grabados hermosos de lo que parece una escena de caballería y una batalla, en la que una sierpe gigantesca combate en un bosque.

Inara se agacha junto a la cerradura de plata, y decide que forzar esa puerta es una idea prudente. Quizás lo sea, en cualquier otro lugar.

Pero esa es la Casa de las Rarezas. Y aunque el estado presente indique lo contrario, las Rarezas no reciben bien a los invitados no deseados.

Las puertas se abren de pronto, mientras una sonrisa se deja ver en el rostro de la mujer. Era una cerradura muy compleja, casi creía que no podría abrirla, pero allí esta. Muestra una sala  luminosa y gigantesca, que da a varias habitaciones privadas. Lo que veis allí mismo parece un despacho enorme, con varias sillas y una enorme mesa de escritorio. En la pared hay una estantería gigantesca, llena de libros de arriba abajo, que recubren toda la habitación como la más grandes de las bibliotecas.

Pero no os da tiempo a ver mucho.

Algo recorre el aire. Lo surca a toda velocidad, en un silencio mudo. Surge… ¿De la nada? No veis de dónde. Pero sale despedido y va directo hacia el cuerpo de Inara, que acuclillada junto a la cerradura reacciona tarde… Intenta apartarse y casi lo consigue, pero lo que sea se clava en su hombro.

Por un momento, todos contempláis un pequeño dardo, de apenas cinco centímetros de largo, alojado en su chaqueta. Apenas se ha hundido medio centímetro. Por llegar, no llega ni a herida.

Pero entonces observáis el rostro de Inara. Lívido.

Y entonces comienza a gritar, sumida en un dolor insoportable, destructor, un dolor que hace que ruede por el suelo incapaz de contenerse.

El pequeño dardo se cae de la herida y queda en el suelo, quieto, mientras la mujer se agita entre temblores muy, muy preocupantes. Y la saeta no dice nada, pero casi parece que quiere susurrar:

Bienvenidos a la Casa de las Rarezas”.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Inara, tira Físico (atributo), dificultad 15. Suerte :P.

Tu defensa tiene un punto de más (la daga solo cuenta en peleas de esgrima :)).

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07/08/2019, 20:31
Director

Desciendes hacia el almacén, lleno de cajas, de enseres de todo tipo, y vuelves sobre la puerta de seguridad. La idea que te surge es extraña... ¿Y si hay alguien dentro? Han pasado ya casi veinte días, pero... ¿Y si? Al fin y al cabo, te encuentras en la casa de las Rarezas.

No oyes nada al otro lado, nada más que el silencio. Quizás la puerta sea demasiado gruesa, o quizás no haya nadie allí dentro. Sigues poniendo el oído cuando en ese momento, un grito aterrador sacude la sala donde te encuentras, y solo es el primero de muchos. Los gritos de una mujer vienen de la planta superior, y parecen gritos de un dolor desesperado y terrible.

Algo acaba de ocurrir... Algo que no presagia nada bueno.  

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07/08/2019, 20:36
Director

Vuelves atrás sobre tus pasos. Muchas de las cosas que querías hacer, no eran factibles en medio de una inspección rápida para conocer la disposición de la casa. Si te había dado tiempo a fijarte en las ventanas, pero por toda respuesta solo tienes claro que nadie ha forzado ninguna ventana que veas en esta inspección: todas están en perfecto estado. También en el almacén donde os detuvisteis más tiempo. Allí te fijaste en lo llamativo de las hojas que ha mencionado Eikon, y en lo extraño que ha añadido. Sí. Hay manchas de agua. Y quemaduras, con un poco de ceniza suelta. Pero son cosas muy aisladas, en puntos muy concretos. Es curioso que la ceniza está sobre el suelo de madera, pero este no está quemado. Y esas hojas… Esas hojas son extrañas. Por lo que el extraño tipo de los tatuajes ha dicho, solo algunos nobles las cultivan en este continente. ¿Es esa la conexión, o algo más bizarro?

Tu análisis de la puerta, no da pie a mas que una conclusión: no ha ocurrido nada dentro de la cámara que tu veas. Todo lo que ha podido pasar ha ocurrido fuera de la sala. Quizás algo haya pasado dentro, pero al estar esta cerrada, te resulta difícil de saber.

Por último decides ir a la sala del teniente en la segunda planta. Es una habitación amplia, con baño propio, vistas a la plaza, una gran cama de matrimonio, una mesa de escritorio y varios armarios. Empiezas a rebuscar, pero no tiene nada especial. Hay unos dibujos picantes de dos hombres besándose, un montón de puros de calidad, ropas de hombre de varias calidades… La mayoría parecen de entrenamiento, acolchadas. Un par de cuchillos en un armario.

Quizás lo más curioso es una copa dorada, con alguna joya, encima de la mesa de escritorio. Tiene algo escrito en su base: “Por las putas murallas. K”.

Observas la copa entre tus manos, pensativa, cuando en ese momento, un grito aterrador sacude la sala donde te encuentras, y solo es el primero de muchos. Los gritos de una mujer vienen de la planta superior, y parecen gritos de un dolor desesperado y terrible.

Algo acaba de ocurrir... Algo que no presagia nada bueno.  

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07/08/2019, 20:46
Director

Permaneces en el salón, pensativo, observando al gigantón pintar, cuando un grito aterrador sacude la sala donde te encuentras, y solo es el primero de muchos. Los gritos de una mujer vienen de la planta más alta del edificio, y parecen gritos de un dolor desesperado y terrible.

Algo acaba de ocurrir... Algo que no presagia nada bueno.  

Notas de juego

Te pongo esta mini actu porque tu pj se entera de esto :).

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07/08/2019, 21:00
Gato

Entre los gritos de horror y dolor de Inara, que se retuerce por el suelo cubierta de una palidez preocupante, algo os distrae. Veis como un gato negro sale de la sala del comandante, y se detiene junto al umbral de la puerta. Se lame una pata, se tumba, y os mira, y simplemente dice.

- Miau.

Entre todos los gritos y el dolor, la imagen es todavía más extraña.

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07/08/2019, 22:05
Inara

Dos puertas y una cerradura, nada fuera de lo normal. Sí, las puertas son lujosas, está claro que la habitación corresponde a alguien de talla importante aquí, nada menos que al comandante de la Casa de las Rarezas, pero la cerradura no deja de ser una de tantas, tan sólo hay que tener la destreza - muevo esta pieza un poco así, la giro y ahora... - y la habilidad suficiente con un poco de suerte para que el mecanismo funcione como si tuviera la llave - con esta otra herramienta doy vueltas sobre el mecanismo y - al final todo se reduce a eso, tener la llave o tener las herramientas para parecer que tienes la llave, porque se abre igual - ¡¡ya está!! - me había costado un poco más, pero vamos que, ningún misterio. 

Ay - demasiado rápido, me he podido imaginar que la puerta tuviera un mecanismo que albergara algún tipo de trampa, pero no he esquivado con la suficiente rapidez y me ha alcanzado; he sentido como un alfiler. -¡¡¡Aaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhh!!! - Es superior a mí el dolor que me corroe por todo el cuerpo - ¡¡quema, arde!! - caigo al suelo, ruedo por él, la locura me aprisiona - ¡¡duele, duele!! - ruedo hacia un lado - ¡¡duele mucho!! - para el otro...

- Tiradas (1)

Notas de juego

Id llamando urgentemente a un médico!!!!!

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08/08/2019, 00:50
Gavilano
Sólo para el director
- Tiradas (2)
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08/08/2019, 00:58
Gavilano

-Estaremos en las habitaciones superiores. –Añadió Gavilano antes de abandonar la sala de espejos, ligeramente sorprendido por el extraño silencio de los demás. El veterano guerrero se había puesto a buscar, Vieiro y Arden había salido a toda prisa sin explicación alguna y Eikon… bueno, el hombre seguía parado como si no supiera muy bien qué hacer. –Pase lo que pase, creo que deberíamos reunirnos dentro de un rato y poner en común lo que hayamos encontrado. Suerte, compañeros.

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08/08/2019, 01:29
Gavilano

Ascendieron hasta la última planta, mientras el joven se preguntaba si realmente estaban haciendo lo correcto. Aún recordaba las palabras que había dedicado al resto unos instantes atrás, y continuaba preguntándose qué podría haber llevado a las Rarezas a ocultar su propia desaparición. Se habían ido. Habían tratado de que nadie los siguiera. Y ahora, ellos intentaban encontrarlos. ¿Realmente era la mejor de las ideas? ¿O estaban boicoteando los planes de sus predecesores sin saberlo?

-Si tú te hubieras escapado… -Murmuró, hablando con cariño al ave que seguía aferrada a su brazo. –No te gustaría que te siguieran, ¿verdad? A mí, desde luego, no me hubiera hecho nada de gracia.

Pero aunque sentía inquietud, no llegó a expresar esos pensamientos a los demás, sino que siguió a Inara hasta las habitaciones del comandante. La única excepción a su mutismo fue cuando, en un impulso, preguntó a la mujer.

-Inara, tengo una curiosidad. No te ofendas, por favor, pero…-Preguntó. Ciertamente, en la voz del joven no había burla alguna, sólo genuina curiosidad. Su mirada fue hasta Fantina, a la que dedicó una cálida media sonrisa. -Ahora que todos somos reclutas de las Rarezas… ¿por qué continuaste refiriéndote a Hiparchia como “señora”? Todos los collares que hayamos traído del exterior ya no existen. Sólo los que nosotros escojamos.

Aguardó la respuesta de la mujer, pero la llegada ante los portones que daban acceso interrumpió cualquier conversación. Con una habilidad que hizo que Gavilano enarcara una ceja, sorprendido, Inara comenzó a forzar la cerradura. Una sonrisa fue creciendo en los labios del joven a medida que veía cómo una recluta se ocupaba de la cerradura del comandante en apenas unos minutos. Pasado ese tiempo, un chasquido precedió a la apertura de las puertas, que se abrieron revelando unas enormes y lujosas habitaciones. Casi estuvo a punto de hacer una broma sobre la seguridad de la casa.

Casi.

Porque al instante siguiente, el dardo que se clavó en el hombro de Inara transformó el silencio que había imperado hasta ese momento en alaridos de dolor y agonía.

Gavilano reaccionó casi de inmediato. Tan pronto como Inara comenzó a moverse, se agachó y cogió el dardo entre sus manos y lo alejó de ella para asegurarse de que no volvía a clavárselo de forma accidental. Mientras lo hacía, observó su punta en busca de alguna pista acerca del veneno –porque el joven no concebía otra alternativa- del que había caído víctima su compañera.

Luego, se agachó para agarrar los hombros de Inara y arrancarle la chaqueta que los cubría para poder ver la piel en el lugar donde el dardo se había clavado. En todo momento se movió con decisión, pero entonces, hizo algo extraño. De alguno de sus bolsillos, extrajo una moneda, la lanzó al aire para que rebotara contra el suelo y observó el resultado mientras sujetaba a la temblorosa joven.

Cara.

Por un momento, Gavilano se mordió el labio, como si dudara, pero luego miró a las otras dos mujeres. De su cinturón extrajo un pequeño cuchillo, y se lo tendió por el filo a la lectora de Éter. No estaba realmente seguro de cómo proceder con una herida de ese calibre, pero lo poco que sabía de venenos de picaduras era que cauterizar la herida, si era rápido, solía ayudar.

-Fantina, sujétala para que no se haga más daño. Peara, necesito fuego en la hoja. Voy a quemar la herida para que el veneno no se extienda más. No sería un buen comienzo tener que ser menos de los que ya somos.

Mientras aguardaba a que sus compañeras le echaran una mano, continuó agarrándola para evitar que se hiriera más mientras le pedía que se tranquilizara. Pero entonces, el maullido del gato negro hizo que todos, salvo quizás Inara, se volvieran hacia la puerta.

Un brevísimo instante de perplejo silencio entre gritos, tan breve como una fracción de latido, se hizo en el lugar. Y fue Gavilano el que lo rompió de una forma que nadie hubiera esperado.

-No somos ladrones. –Dijo con total seriedad, dirigiéndose al felino como si éste pudiera entender cada una de sus palabras. –Somos los nuevos reclutas, y estamos intentando ayudar a los que han desaparecido.

No hubiera podido explicar muy bien qué le llevó a justificarse ante el animal de esa manera. Tal vez fue la forma en la que el felino los miró. Tal vez fue la costumbre de tratar a su ave como un ser consciente desde que podía recordar. O tal vez fue el ser consciente de que el animal llevaba en la casa mucho más tiempo que ellos mismos, y tal vez poseyera incluso más derechos.

O incluso, tal vez, fue algo que el propio Gavilano no hubiera podido definir.

Notas de juego

La tirada la he hecho antes, 19 de primeros auxilios. He leído un poco por encima y parece que cauterizar ayuda, pero este veneno parece igual un poco muy rápido. Anyway, si con esa tirada se me ocurre algo mejor, lo hago.

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08/08/2019, 05:40
Viero

Viero sale corriendo desde la puerta de seguridad del almacén. Lo que ha escuchado le ha vuelto la piel de gallina y un terrible corrientazo ha corrido por su espina.

No era la corazonada que esperaba, pero una corazonada al fin y al cabo... no hay tiempo que perder.

Sale corriendo hacia el segundo piso intentando encontrar el cuarto que está justo encima del almacén, a su paso, cerca a las escaleras hacia la planta superior, se encuentra a Inara, Gavilano, Peara y Fantina, yendo también hacia arriba.

- ¡HEY, USTEDES! - les grita alarmado - ¡HAY GRITOS ARRIBA, MUEVANSE, MUEVANSE, NO PUEDE SER NADA BUENO!

Probablemente sus gritos hayan llegado a los demás, pero no lo sabe. Se abre paso ante el grupo y sigue corriendo hacia el lugar desde donde se originó el ruido, con la esperanza de que los demás lo sigan.

Notas de juego

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08/08/2019, 05:54
Viero

Al subir a la segunda planta, exaltado, se encuentra en el ala derecha de la mansión, en la que está la mitad habitaciones comunes. Son muchas puertas, al intentar abrir algunas, se da cuenta que están cerradas y algunas otras vacias, y no sabe exactamente por donde buscar.

Asi que intenta encontrar algun indicio de cual sería la procedencia de aquel terrible sonido.

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

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08/08/2019, 06:06
Peara de Valdebrian

 Las cosas terminan sucediendo demasiado rápido luego de haber tenido tanta paz. Se posicionan frente a la puerta, Inara logra destrabarla y al abrirla un dardo se posa en su hombro, provocando un dolor inimaginable. Cuando Viero llega a la escena, podía ver a Fantina sujetando a Inara, que se retorcía de dolor, mientras Gavilano apuntaba a Peara con una cuchilla. Un escenario difícil de explicar en pocas palabras. Peara, sin embargo, hizo el esfuerzo.

- ¡Los gritos son de aquí! ¡A Inara le impactó un dardo en el hombro al intentar abrir la puerta del Comandante! ¡Le duele increíblemente! Debe ser alguna clase de alterador muscular... no creo que sea veneno... pero no lo sé...

 Luego la estudiosa se gira a Gavilano, que quería que ella reaccionara a la cuchilla.

- ¿Quieres calentar la cuchilla para quemar la herida? Si no conocemos la naturaleza de la herida, no tiene sentido hacer eso, Gavilano... pero tampoco podemos quedarnos sin hacer nada... voy a buscar alguna vela entre las lamparas...

 Peara se levantó y buscó en la iluminación de la sala alguna vela o fuego que se pudiera manipular para calentar el arma.

Notas de juego

 ¿La iluminación de los pasillos esta hecha a través de velas? Me refiero a un estilo como este, de huecos: