Partida Rol por web

La Casa de las Rarezas

Prólogo - Senderos del destino.

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19/07/2019, 15:52
Eikon

Aquellas personas hablaban demasiado, tanto que a Eikon cais le dolía la cabeza. "Tienes que tener cuidado con tus palabras, porque una vez salen de tu boca no puedes volverlas a guardar" solía decir su padre, y Eikon trataba de seguir esa máxima siempre que fuera posible.

El tatuado abrió la boca para presentarse, después de todo aquello era lo educado de hacer, pero el joven rubio y de impecable jubón se le adelantó y acabó por presentarlo él. Eikon le echó malos ojos fugazmente, pero acabó por encogerse de hombros y quedarse al margen de la conversación, intercambiando miradas con cada uno de los presentes. El por qué Gavilano no le había pagado y ya a la mujer lo eludía. Gente de más allá del mar y sus comporamientos extraños. Suspiró.

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20/07/2019, 04:03
Vairan
Sólo para el director

No me gustaba ser la marioneta de nadie y sabía que, en el momento en que aceptara su oferta, eso sería para Shelis. Pero ella conocía mi secreto y no podía permitir que, en un arrebato de ira, resentimiento o venganza por no aceptar, lo fuera pregonando a todo el mundo. Eso sería mi ruina.

Suspiré resignado mientras miraba hipnotizado cómo daba vueltas sin parar a su anillo, hasta que tomé una decisión de la cual esperaba no arrepentirme.

Puede que mentir no me mientas, pero tengo que reconocer que eres muy buena en tu trabajo —sonreí al confirmar mis sospechas. Shelis no tenía ninguna intención de contarme para qué quería la información y, mucho menos, qué iba a ganar ella en todo aquel asunto.

Cada movimiento de la mujer, cada pose, incluso cada palabra estaban estudiadas al milímetro, ratificando mi idea de lo buena que era en su oficio y que casi con toda seguridad sabría moverse tanto por los círculos más altos como por los más bajos. Era toda una profesional y había empezado a admirarla. Tenía que reconocerlo, se había ganado mi respeto.

Pero yo estaba convencido que, de alguna forma, había calado hondo en ella y eso podía serme también de utilidad. Sonreí de medio lado al sentir sus labios en mi mejilla antes de la despedida.

Ya estoy deseando ver si tu impresión se cumple —le dije sin dejar de sonreír de medio lado y mirándola directamente a los ojos mientras me llevaba dos dedos a la sien y hacía un gesto con la mano a modo de despedida.

Me quedé mirándola al marchar, y no fui el único ya que la mujer tenía todo lo necesario para atraer hasta las miradas de un moribundo, antes de volver a sumirme en mis pensamientos con otra copa de vino, aprovechando la generosa propina que había dejado la mujer en la barra.

Aproveché esos instantes para mirar el contenido del sobre y ver que, tal y como Shelis había dicho, se trataba de un contrato a mi nombre. Todo un detalle que no figurara mi apellido. Parecía un documento completamente legal y en regla así que, por el momento, no tendría que preocuparme.

Apuré los últimos tragos antes de retirarme ya que quería estar preparado para el día siguiente.

El sol lucía espléndido ese día y, mientras leía las noticias del diario y la noticia del fin de la guerra en el norte, me preguntaba qué repercusiones acabaría teniendo para el resto, porque seguramente muchas serían las cosas que cambiaran a partir de ese momento. Sin embargo, no tenía tiempo para preocuparme de política ni de estrategia ya que debía prepararme y recoger mis cosas para acudir a mi nuevo trabajo.

No es que tuviera grandes posesiones, por lo menos en aquel cuartucho de mala muerte donde solía alojarme, esa era una forma de no llamar la atención y pasar desapercibido ya que pocos creerían que un noble, aunque de una familia venida a menos aún tenían más dinero que muchos de los habitantes de esa ciudad, viviera de la manera y en el lugar que yo lo hacía.

Metí en mi bolsa la ropa que tenía, desde el traje más elegante que poseía en esos momentos y que dedicaba a las citas por motivos de trabajo con círculos más adinerados, hasta los ropajes que usaba a diario. También guardé algunos objetos personales más, mi saquillo con el dinero, mi capa y, sobre todo, mis armas, tanto el florete como la daga… especialmente la valiosa daga que había estado en mi familia durante generaciones y que me había sacado de un apuro en más de una ocasión.

Eché un último vistazo de despedida a aquel lugar que había llamado hogar los últimos tiempos y me fui directo a buscar mi destino. La Casa de las Rarezas me esperaba.

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20/07/2019, 04:11
Vairan

Conocía bastante bien el barrio así que me permití caminar con tranquilidad, disfrutando del día soleado y del paseo hasta mi destino. Cargaba con la bolsa al hombro y el florete a la cintura observando las casas y sus fachadas, las coloridas flores que alegraban las calles hasta que, casi de manera repentina, me topé con la otra cara de la ciudad, la sucia y deprimente, la oscura y triste. Me disponía a adentrarme por uno de aquellos callejones para llegar a la plaza cuando me fijé en tres figuras que se encontraban a la entrada de la calle. Y menudas tres figuras tan distintas entre sí.

Un jovenzuelo de buena familia, una salvaje y seguramente algo loca que llevaba un arco, ¿quién usa un arco hoy en día?, y un hombretón como nunca antes había visto, era enorme, gigantesco, al igual que enorme era la espada que portaba. Peor no sólo fueron esos tres sino que cuatro más aparecieron en el mismo punto, y seguramente todos se dirigirían al mismo destino. Moví la cabeza negando y acordándome de la noche anterior y mi conversación con Shelis.

Me quedé a un lado, observando a cada uno de los recién llegados, al igual que había visto con los otros tres, y estudiándolos. Si, tal y como yo pensaba, terminábamos siendo compañeros, me interesaba sacar mis primeras impresiones. Uno a uno les di un repaso de arriba abajo, dándome cuenta que cada cual tenía sus propias peculiaridades pero, aparte del hermoso gavilán en el hombro del rubio, quién llamó poderosamente mi atención fue el calvo tatuado. Intenté hacer memoria dónde había visto alguna imagen parecida pero, por más que me esforcé no conseguí recuperar mis recuerdos. Desde luego era un hombre que llamaba bastante la atención, al igual que el gigantón lo hacía a su manera.

Los dejé pasar y me puse a caminar detrás de ellos. Por los comentarios que llegaban hasta mis oídos pude confirmar mi sospecha del lugar al que se dirigían y, por unos instantes, me quedé escuchando la discusión entre el jovenzuelo y la mujer del arco dibujando una sonrisa sarcástica al comprobar que, ni siquiera con un mapa delante de sus ojos, eran capaces de dar con el sitio. Mucho hay que pulir por aquí.

Damas, caballeros, disculpen la intromisión —comencé a decir sin ocultar un pequeño deje de ironía en mi voz y después de oír el nombre de cada uno de ellos—. Mi nombre es Vairan y, en vista de que todos nos dirigimos al mismo lugar, permítanme indicarles el camino ya que yo conozco bastante bien esta ciudad. Si quieren seguirme… —dejé sin terminar la frase y me adentré por el callejón que daba directo a la plaza donde se alzaba la Casa de las Rarezas.

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20/07/2019, 13:34
Hiparchia de Menas

Inara se había percatado de su pequeña turbación y se acercó amablemente a preguntarle por su estado. Hiparchia estaba bien, simplemente no le gustaban aquellas impostadas reuniones. Aquello parecía un duelo de título, de nombres largos y pomposos, un baile de reverencias y sonrisas de doble filo. Y odiaba todo aquello. La hipocresía. Era un odio visceral. 

Fue a responder a Inara con una sonrisa tranquilizadora cuando escuchó un retazo de la acalorada discusión que estaba teniendo lugar entre Finnaes y el magistrado. 

[...] la Casa de las Rarezas no está muerta.

Le hizo un gesto a su compañera para que aguardase, para que prestase silencio; y afinó el oído. 

¿Qué quería decir con que la Casa de las Rarezas no estaba muerta? ¿Acaso había estado en peligro de desaparecer? Según tenía entendido, la legendaria Casa de la Guerra nunca había sido especialmente numerosa en cuanto a efectivos, pero jamás habría podido imaginar que el número pudiera reducirse a cero. ¿Serían nobles y verdaderas las palabras e intenciones de Skagg? ¿O simplemente había sido una artimaña para atraerla a la Casa, para reclutarla y así librarse por los pelos de la completa desbandada, de ser desarticulada por falta de personal?

 La ciudad observa y escucha, bien cierto es, señora Finnaes. -por fin Hiparchia rompió su mutismo, acercándose a la letrada. Observó al resto del grupo, ¿así que todos ellos serían contratados también? Sintió una punzada de decepción al ver la mediocridad de algunos de los presentes, al darse cuenta que la habían puesto en el mismo saco que a los demás. Escucharemos dentro lo que tenga que decirnos. Pero le aviso con antelación: si quiere convencer a un grupo de marineros a subir a un barco que está hundiéndose, más le vale ofrecerles una buena paga a cambio. 

Le guiñó un ojo a Inara, sabiendo que ella apreciaría la metáfora marinera como un gesto de complicidad. Acto seguido, seguió a la letrada al interior de la casa.

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21/07/2019, 01:04
Adalo di Taran

Adalo observo todo el tumulto desde la montura de su caballo, haciendo caso omiso de la dama que se acerco a preguntarle, la desilusión... No, era más que eso, su viejo rostro mostraba verdadera decepción ensombreciendo aun más su ya seria expresión y haciéndole aparentar aún más edad.

¿Cadeus que has hecho?

Sujeto firmemente las riendas y cuando la letrada indico que pasaran decidió que era inútil realizar tribulaciones cuando las explicaciones aguardaban en el interior de la mansión. Así pues cabalgo con su montura hasta la misma puerta y entro siguiendo las indicaciones de la letrada hasta el salón y guardando un silencio sepulcral.

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21/07/2019, 10:17
Arden d'Iridar

Me encontraba algo aturdida por los acontecimientos, si ya estaba algo nerviosa por cómo se había desarrollado la situación en el callejón la escena ante la Casa me había dejado el cuerpo frío. Caedus y la Casa de las Rarezas debían ser nuestro apoyo en la ciudad, lo que evitara que amaneciéramos acuchilladas en un callejón o aun peor, usadas como peones en beneficio de nuestros enemigos. Ahora parecía que Caedus y el resto de las rarezas se encontraban quién sabe dónde, quizás hasta muertos, con la misma Casa al borde de la desaparición. Maldición, ¡maldicion!. Respiro profundamente para serenarme y refreno el impulso de marcharme de ahí, al fin y al cabo no es que tengamos otro lugar donde ir, mejor ver cómo está la situación y tener un techo para dormir hoy.

Me dispongo a vaciar el carruaje de nuestro equipaje para llevarlo dentro de ese edificio donde aparentemente no tendríamos tranquilidad ni siquiera el primer día.

Notas de juego

A menos que Esla objete, saco el equipaje, le doy un abrazo a la conductora del carruaje que fue muy maja todo el laaargo viaje, y entro las cosas siguiendo a Finnaes.

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21/07/2019, 17:09
Inara

Si les faltaba gente, era una buena oportunidad para acceder a "La Casa de las Rarezas", por un momento me había devanado los sesos tratando de buscar algún tipo de justificación para entrar, en el caso de que Hiparchia decidiera que no le fuera útil, pero ahora tras escuchar las palabras de aquella mujer, eran todo facilidades. De acuerdo que, las circunstancias no parecían las más propicias, pero pensándolo bien en medio de la dificultad reside la oportunidad, sólo era cuestión de aprovecharla, y como decía sabiamente Hiparchía, tan sólo había que gratificar bien la bolsa para olvidarse de las olas.

Sigo a la señora Hiparchia al interior de la casa, sin tocar nada.

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21/07/2019, 22:13
Peara de Valdebrian

 Cuando Finnaes confirmó que podían entrar sin mayores problemas, Peara dio un suspiro de tranquilidad. Luego de su accidente en el callejón, se temía que el resto del día fuera a estar plagado de mayores contratiempos. Por suerte, la letrada no puso mayores impedimentos.

 Siguiendo a los demás, la muchacha se adentra en la Casa de las Rarezas.

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22/07/2019, 12:44
Esla d'Iridar

Esla trató de no perder detalle de la conversación, ni de la que la letrada de la casa con el magistrado, ni de las otras que se sucedían a su alrededor. Captó su atención de manera especial el detalle del baile que comentó el joven que hablaba con Cael. Aquella podría ser una buena oportunidad para presentarse en sociedad, si había tiempo suficiente para prepararse.

Al contrario que el de muchos de los presentes, su rostro no mostraba decepción, ni siquiera una preocupación excesiva. Compartía cierta preocupación con los demás por la forma en que habían encontrado la casa, nada similar a lo que esperaban, pero no podía dejar de ver una oportunidad en todo aquello. Ella y su hermana habían venido con un objetivo que no iba a ser sencillo. Desde el principio había esperado ayuda desde la Casa, pero tampoco se había hecho ilusiones de que unas recién llegadas pudiesen asomar demasiado la cabeza. Ahora veía una oportunidad de poder demostrar de lo que eran capaces.

-Hablemos dentro – asintió a la letrada, justo antes de buscar con la mirada a su hermana y hacerle un leve gesto con la cabeza, indicando que entrasen. A continuación siguió a la letrada al interior de la casa.

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22/07/2019, 20:07
Fantina

Me temo que aún no deseo disculparte, señorita.  Y en ningún caso tu presencia nos importuna. Nos habéis hecho un gran favor trayéndonos aquí, y me gustaría agradecéroslo invitándoos a acompañarnos en la cena una vez hayamos llegado. ¿Aceptáis? Sería un placer para nosotros.

- Mi señor, yo – la chica duda un instante que decir, nerviosa, mirando a Gavilano de reojo. Se muerde el labio, y parece que la duda la corroe. Finalmente, se suelta a hablar, acercándose a Gavilano – Yo… Les acompañaré a la casa. Nada me gustaría más que cenar con ustedes, se lo juro, pero… No trabajo por gusto, ¿sabes usted? Tengo un pequeño. Tengo que darle de comer y… Hay gente que cobra su parte, entiéndame. Si no trabajo, me castigarán, necesito sacar mi parte, y yo… Yo de verdad querría estar con ustedes – afirma, aunque sabes que se refiere a ti-, pero necesito el dinero…

La chica parece querer acompañaros, pero está claro que si no le pagáis no podrá permitírselo. En cualquier caso, os acompaña hasta vuestro destino. Y antes de que digáis nada, añade:

- Me llamo Fantina, mi señor.

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22/07/2019, 20:07
Edirian

Edirian escucha a unos y otros. Enarca una ceja cuando Viero habla, y tiene que apartar a Yria de este con un gesto con el brazo al tiempo que esboza una sonrisa. La misma que extiende a Gavilano, Eikon, y Vairan.

- Le seguimos, mi señor, parece orientarse mucho mejor que nosotros – añade hacia este último, aunque él parecía haber entendido bien donde debían ir.

Tras el muchacho, caminan Corlas, cargado con sus bártulos, e Yria, que mira de reojo a Viero. Está claro que no le ha hecho mucha gracia la broma de este.

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22/07/2019, 20:08
Director

En un orden un poco disperso, avanzáis por la calleja. Juntos, un montón de personas de orígenes de lo más variopintos, que os habéis encontrado a la misma hora, en el mismo lugar, todos siguiendo el mismo propósito y el mismo camino. 

Pues los senderos del destino son caprichosos, y este parece querer ser transitado esa mañana.

La ciudad se torna menos abierta y más opresiva en cuanto entráis por la calle, que además de angosta es empinada. Sus casas ya no parecen posar para que cualquier pintor las retrate, sino que se ven más reales. Hay tendales de los que penden ropas, hay pintadas bastante gráficas aquí y allá, hay más de una boñiga reseca en la calzada. Desde uno de los edificios, un señor mayor os observa pasar, fumando con expresión perdida. En una de las viviendas oís los gritos de una discusión de pareja, bastante incómodos, y en otra, más gritos, los cuales a la mayoría le incomodan aún más por su carácter más festivo. 

Al poco de encaminaros por la calleja, todos os tenéis que apartar a un lado cuando un carruaje la cruza hacia la salida, en dirección opuesta a vosotros. Lo conduce una mujer mayor, pero el vehículo viaja vacío. Y justo tras el coche, un trío de personas avanza a paso rápido. Encabeza la marcha un anciano, alto y desgarbado, cuya toga, negra y larga, le identifica rápidamente como un magistrado.

Varidaes di Duriel

El hombre refunfuña malhumorado al pasar. Le sigue de cerca una mujer entrada en carnes, que parece esforzarse en mantener el paso. También viste una toga, aunque gris, indicando que su cargo es menor que el del magistrado.

Nica

Tras ellos, a cierta distancia, camina un joven atractivo, evidentemente noble por sus ropajes. Camina con la vista perdida, ojeando un libro con aire distraído.

Keir d'Erea

Cuando se cruzan con vosotros, sin detenerse, oís la conversación entre el anciano y la mujer. Os observan al pasar, y está claro que el bufido del magistrado es en referencia a vosotros.

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22/07/2019, 20:09
Varidaes di Duriel

- ¡Más! ¡Esa pérfida los ha debido sacar del circo, te lo digo yo! – gruñe el anciano mirándoos de reojo justo al cruzarse, mientras pasa de largo.- ¡Esto no va a quedar así! Lo ha planeado todo para humillarme delante del comité. ¿Nica, estaban todos?

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22/07/2019, 20:09
Nica

- No, eh, su excelencia – responde la mujer entre jadeos, negando mientras mira en sus bolsillos guardando algo- Eh, faltaba la gran magistrada Irianal, pero el resto, eh, ah, estaban, sí.

Da unos pasitos a la carrera ya cuando os ha superado, haciendo un gesto de disculpas, roja como un tomate. No sabéis si por la vergüenza, por el acaloro de su paso o ambas cosas.

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22/07/2019, 20:09
Varidaes di Duriel

- ¡Te lo juro, Nica, esa perra me lo pagará! – gruñe el magistrado, mientras su voz se pierde calle abajo -. Me las pagara…

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22/07/2019, 20:10
Director

Dejáis de escucharles cuando se pierden tras una esquina. Edirian se encoge de hombros, y sus dos compañeros parecen hacer caso omiso a lo que acaba de ocurrir.

Finalmente, tras dar un par de giros aquí y allá, y dejar atrás otras bocacalles nada llamativas, todos veis a como el camino se allana y el sendero termina en una pequeña plaza, sin más entrada que la que acabáis de abandonar. La plaza tiene una extraña forma, como un embudo que parte del callejón y crece hasta dar un espacio abierto en el que se encuentra lo buscabais.

La Casa de las Rarezas. O más bien, la mansión de la Casa de las Rarezas. 

El edificio es un pequeño palacio que ocupa la gran mayoría de la plaza: cuatro plantas de altura, una fachada pintada entera de blanco, sin indicadores de ningún tipo. Hay tres accesos visibles: una puerta pequeña a la izquierda, unas puertas dobles que parecen la entrada principal al fondo de la plaza, en el lado opuesto al callejón, y unas enormes puertas a la derecha, que parecen para almacenar vehículos. La casa tiene multitud de ventanas... Quizás veinte por planta, aunque tampoco os ponéis a contar. Es un edificio bonito, aunque algo descuidado; desde donde estáis veis que una hiedra trepa por el muro, que la pintura está desconchada aquí y allá y el tejado parece haber perdido algunas de sus tejas a lo largo del tiempo.

Nada de esto es lo que más os llama la atención, de todas formas. Lo inquietante es que el lugar está casi desierto. Ante un edificio de ese tipo, esperaríais encontrar cadetes entrenando en la plaza, o al menos, ruido en el interior de la mansión. Niños observando las peleas, incluso turistas viendo un poco a estas personas. Lo único que veis es al fondo, a un grupo de variopintos viajeros que entran hacia el interior del edificio, cargados de mochilas, maletas y bártulos.

Las puertas están abiertas, así que… Parecen casi una invitación.

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22/07/2019, 20:10
Edirian

- Vaya, tienen jornada de puertas abiertas – comenta Edirian, y luego habla en un idioma que ninguno entendéis. Esas pocas palabras son seguidas de unas amplias y sonoras carcajadas del gigante Corlas far Fussein. Es un breve comentario, antes de comenzar a caminar hacia la mansión – Vamos para allá.

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22/07/2019, 20:11
Director

Entráis en la mansión.

Lo primero que encontráis delante vuestra, es un enorme recibidor. Vacío. Junto a la entrada hay una pequeña mesa para el recepcionista. Al fondo, unas escaleras que dan a la segunda planta, y a la derecha, unas puertas cerradas. En el descansillo de las escaleras, un enorme cuadro decora la entrada del edificio, mostrando una gigantesca fortaleza desde el aire, entre el cauce de tres ríos. La fortaleza, aunque pintada en un estilo impresionista, muestra a un ejército entrando a través de sus puertas.

El lugar está limpio, vacío, aunque, hay cierto… Desorden. Algo raro. No sabríais decir el qué a simple vista. Las únicas puertas abiertas están a la izquierda.

Allí… Hay un enorme salón. Parece más un gigantesco bar de las altas esferas que cualquier otra cosa: sillones de cuero, reunidos en grupos de tres o cuatro junto a mesas, una enorme barra llena de bebidas, cervezas de barril sillas aquí y allá y una mesa de comedor corrido, rompiendo un poco la estética del resto del lugar, al fondo.

Aparte de los que acabáis de llegar, no hay nadie. Y de nuevo, hay cierta sensación de desorden. Algún vaso caído, alguna botella. No diríais que haya habido una pelea, porque es muy leve. Pocas cosas, pero…

Algo raro ha ocurrido allí.

Notas de juego

Tirad Advertir. Dif 15 veréis algo, 20 más :).

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22/07/2019, 20:11
Director

Observáis que los otros recién llegados se acumulan en el salón, así que les seguís. Veis a dos galantes gemelas, portando ambas floretes al cinto, en un aspecto entre duelistas y nobles. También veis a un joven con aires de noble, de aspecto relajado y entretenido. Un anciano viajero, de aspecto de militar. Dos damas con aires de nobles, universitarias. Una de ellas parece haber recibido un golpe, tiene una pequeña brecha en la frente, y la otra camina al lado de una despampanante mujer de aire marinero, que luce un enorme sombrero y carga una caja con lo que parecen… ¿Granizados?

Arden d'IridarEsla d'IridarCael di VentureAdalo di TaranPeara de ValdebrianHiparchia de MenasInara

La última persona parece estar más cómoda que el resto. Todos atienden hacia ella, prestándole atención.  La voz de la mujer es cortés y calmada, y al verla cerca notáis que es bastante menuda, tanto en complexión como altura, y aunque es atractiva no parece cuidar mucho su aspecto. Sujeta varios libros contra el pecho, y lleva una ropa sencilla, no muy cuidada aunque no parece una simple plebeya.

Finnaes di Bassid

Notas de juego

Las descripciones van en orden a las fotos :P.

Cargando editor
22/07/2019, 20:13
Director

Cuando estáis entrando en la sala, tomando asiento en distintos lugares de la sala, veis llegar a otro grupo aún más grande. Parece que sois numerosos… Estos viajeros andan un poco perdidos, pero debían venir hacia aquí, han visto la puerta abierta y han entrado al lugar, siguiéndoos.

Hay un atractivo hombre de largos cabellos rubios, que viaja acompañado de una chica… Una prostituta, muy joven por el aspecto que tiene. Os da la sensación de que apenas es una niña, con un aire muy triste y cansado. Da la sensación de estar algo incómoda. Junto a ellos está un tipo rarísimo, rapado, totalmente tatuado, vestido con ropas sencillas y cargando un enorme fardo. Hay algo exótico en sus aires, como salido de leyendas o cuentos…

GavilanoFantinaEikon

Guiándoles, un poco por delante, camina un hombre de unos treinta años, de ojos azules y piel morena de pasar mucho tiempo al aire libre. Lleva un aspecto un tanto desaliñado, con el pelo castaño algo largo y despeinado y barba de varios días. Es de estatura media alta, delgado y de complexión atlética. Se ve un individuo ágil, practicada a lo largo de los años, y no dudáis que sabrá manejar la daga y el florete que penden de su cinto.

Vairan

Un poco por detrás, viene un muchacho de pelo castaño y ojos dorados, contextura delgada y una sencilla barba. Su vestimenta no es muy pulcra pero tampoco indecente. Llama menos la atención que los otros tres, pero está claro que es un viajero.

Viero

Les acompaña un trío que viajan en última posición, charlando entre ellos en confianza en un idioma que no entendéis. El primero es un chico muy joven sujeta un mapa y señala al callejón. Viste ropajes cuidados, a la moda, aunque no parece noble, sino simplemente un burgués adinerado. Apenas tendrá dieciocho años, es bastante menudo y no tiene arma alguna.

Edirian

Junto a él está una mujer desgreñada, de cabellos rojos y facciones tan marcadas que es prácticamente imposible no reconocerla como una del pueblo etéreo: una etérica. Es alta y desgarbada, y lleva a su espalda un arco, y en el cinto un par de cuchillos. Es raro ver a alguien con arco, un arma que solo usan algunos cazadores, y más bien pocos desde que existen los rifles de éter.

Yria

El último… Es una mole gigantesca como jamás habíais visto: medirá dos metros y bastante, no sabéis cuánto. Es uno de los hombres más altos que habéis visto nunca. Y no solo alto, sino que es tremendamente fornido. Viste una casaca desvencijada por el viaje y una camisa blanca que se ha vuelto ocre por el sol. Todo ello recubierto por una capa que ciñe con cuidado. A su espalda sujeta una enorme mochila y una espada que…  El arma mide casi tanto como él, su filo un palmo de ancho.

Corlas far Fusseim