Partida Rol por web

La Casa de las Rarezas

Prólogo - Senderos del destino.

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14/07/2019, 14:26
Hiparchia de Menas

Hiparchia tomó también uno de los refrescos, aunque se mantuvo cautelosa y sólo bebió cuando vio que los demás lo hacían. Aquel noble, aquel Cael di Venturi, no le daba buena espina. Tenía la vaga sensación de que ocultaba mucho más de lo que podía mostrar a simple vista, aunque bien pensado, todavía no había conocido a un señor de alta alcurnia que no lo hiciera.

- El camino se despeja, Inara -se acabó el granizado de un sorbo y un intenso dolor helado ascendió por su cuello hasta instalarse en sus sienes. Dejó el recipiente sobre el tablón del puesto de helados. - Así que somos libres continuar nuestro paseo.

Comenzó a caminar hacia el extremo de la calle. La Casa de las Rarezas no debía quedar muy lejos, o eso esperaba. Sus estancias en Duriel La Bella habían sido breves, por lo que no había tenido ocasión de memorizar a fondo la ciudad. Tenía la esperanza de no tener que pedir indicaciones a nadie, y mucho menos a cualquiera de aquellos extraños que se arremolinaban alrededor del carruaje.

-En cuanto a ellos, -Hiparchia hizo clara alusión a los extraños personajes que habían bloqueado la calle hacía unos momentos, - tengo la sensación, cariño, de que pronto volveremos a cruzárnoslos.

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14/07/2019, 20:15
Director

 - ¿Los raros, diz? - niega, sin entender mucho, hasta que luego se ríe un poco, negando con incredulidad-. Serán las Rarezas. ¿Nun sabes quien son? Fáltate una patatina pa llenal sacu, eh... Las Rarezas, muchacho, nun los Raros. Conócenlos en Turia, en Galdia, en Venturia y en Redia, los nenos sueñan con unirse a ellos, tol continente sabe quien son y vies tu a llamalos los Raros. Habrase visto... En fin... Nun lo ties difícil, ties que seguir hasta'l puente imperial, que ye'l próximo que te queda al lao del río, métete por la primera calle a la derecha, que es estrechuca, y allí a la derecha otra vez, sigue por ahí y ya llegas.

El anciano te ha perdido bastante el respeto por llamarlos "los Raros". Quizás hacerte el tonto con algo tan conocido no fue la mejor de las ideas.

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14/07/2019, 20:22
Director

Inara finalmente se decide a recoger los granizados, que la mujer del puesto ya había puesto en una caja de cartón para transportarlos con facilidad. Sin más distracción, y sin tener que pagar nada, avanzáis por el callejón, siguiendo a cierta distancia al grupo que, como bien ha deducido Hiparchia, va en vuestra misma dirección.

Pues los senderos del destino son caprichosos, y este parece querer ser transitado esa mañana.

Podéis observar que en cuanto abandonáis los paseos principales de la ciudad, todo el halo de belleza inexplicable permanece, pero se transforma. La ciudad se torna menos abierta y más opresiva en cuanto entráis por la calle, que además de angosta es empinada. Sus casas ya no parecen posar para que cualquier pintor las retrate, sino que se ven más reales. Hay tendales de los que penden ropas, hay pintadas bastante gráficas aquí y allá, hay más de una boñiga reseca en la calzada. Desde uno de los edificios, un señor mayor os observa pasar, fumando con expresión perdida. En una de las viviendas oís los gritos de una discusión de pareja, bastante incómodos, y en otra, más gritos, los cuales a la mayoría le incomodan aún más por su carácter mas festivo. 

En definitiva, el cambio no le quita belleza a la ciudad, solo la hace más tangible. 

Finalmente, tras dar un par de giros aquí y allá, y dejar atrás otras bocacalles nada llamativas, todos veis a como el camino se allana y el sendero termina en una pequeña plaza, sin más entrada que la que acabáis de abandonar. La plaza tiene una extraña forma, como un embudo que parte del callejón y crece hasta dar un espacio abierto en el que se encuentra lo buscabais.

La Casa de las Rarezas. O más bien, la mansión de la Casa de las Rarezas. 

El edificio es un pequeño palacio que ocupa la gran mayoría de la plaza: cuatro plantas de altura, una fachada pintada entera de blanco, sin indicadores de ningún tipo. Hay tres accesos visibles: una puerta pequeña a la izquierda, unas puertas dobles que parecen la entrada principal al fondo de la plaza, en el lado opuesto al callejón, y unas enormes puertas a la derecha, que parecen para almacenar vehículos. Todo está cerrado. La casa tiene multitud de ventanas... Quizás veinte por planta, aunque tampoco os ponéis a contar. Es un edificio bonito, aunque algo descuidado; desde donde estáis veis que una hiedra trepa por el muro, que la pintura está desconchada aquí y allá y el tejado parece haber perdido algunas de sus tejas a lo largo del tiempo.

Nada de esto es lo que más os llama la atención, de todas formas. Lo inquietante es que el lugar está casi desierto. Ante un edificio de ese tipo, esperaríais encontrar cadetes entrenando en la plaza, o al menos, ruido en el interior de la mansión. Pero no, junto a la entrada del edificio no hay ni un alma y el lugar da la sensación de estar totalmente vacío. Todas las personas que están en la plaza parecen arremolinarse alrededor del carruaje que antes cortaba el paso al callejón, que ahora está detenido cerca del callejón.

Allí podéis ver a las dos gemelas, ahora más cerca. Ambas idénticas, ambas hermosas. Una de ellas, la que lleva unos pantalones ajustados y un jubón, que fue la segunda en aparecer en el callejón, parece hablar con otra mujer joven que no habíais visto antes.

Arden d'IridarEsla d'Iridar

Esta dama sujeta varios libros contra el pecho, y parece observar un papel que la gemela le entrega. Os llama la atención sus ropas sencillas, porque no parece una simple plebeya. Es bastante menuda, tanto en complexión como altura, y aunque es atractiva no parece cuidar mucho su aspecto.

Finnaes di Bassid

Unos metros por detrás, espera un anciano, alto y desgarbado, vestido con una toga negra y larga que le identifica rápidamente como un magistrado. El caballero parece acalorado y enfadado, como si le estuviesen importunando de una forma que no atináis a comprender. Por su expresión, parece querer interrumpir la charla entre la gemela y la mujer, pero se está tragando sus ansias. A su lado, una mujer entrada en carnes parece hacer gestos a toda velocidad en lenguaje de signos hacia un pequeño espejo de éter portátil. También viste una toga, aunque gris, indicando que su cargo es menor que el del magistrado. Por lo que podéis suponer, está transcribiendo la conversación para almacenarla, y probablemente haya alguien al otro lado del espejo observando sus gestos y pasándolos a papel. 

Varidaes di DurielNica

Un poco apartados de la escena, hay varias personas observando toda esa discusión. Podéis ver a la conductora del carruaje, una anciana de apariencia extraña, que está descargando las maletas de las gemelas. También veis a la mujer que antes sangraba por la frente, que se mantiene a una prudente distancia, y al anciano que unos minutos atrás parecía estar en medio de aquella tensión palpable. 

Peara de ValdebrianAdalo di Taran

Las últimas dos figuras están todavía a cierta distancia, y reconocéis a vuestro amigo Cael di Venture charlando con otro joven. Este es un joven atractivo, evidentemente noble por sus ropajes, que sujeta un libro en su mano izquierda y está saludando a Cael como si le conociese.

Cael di VentureKeir d'Erea

Todo esto lo observáis nada más llegar al callejón, y a medida que os vais acercando notáis con extrañeza que algo raro está pasando. Y casi como un presentimiento, os da la sensación de que os acabará arrastrando, de una forma u otra. Sea lo que sea la causa de la discusión, parece que llegáis en medio del fregado, así que tampoco tenéis muy claro lo que está ocurriendo.

Notas de juego

Marcad a Adalo, Arden, Cael, Esla, y Peara. Si queréis hablar en privado también podéis hacerlo.

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14/07/2019, 20:46
Director

La discusión prosigue en la plaza frente a la mansión, y la mayoría todavía estáis tratando de encontrarle el sentido a lo que está ocurriendo cuando dos mujeres llegan a la plaza. La primera tiene un aire extravagante, con el aspecto claro de ser una estudiosa. A su lado camina una mujer despampanante, cargada con varias maletas (que a ojo creéis que son de su compañera) y ... Una caja con seis vasos de cartón llenos de granizado. Parece que han cumplido el pedido de Cael que todos oísteis unos minutos atrás.

Hiparchia de MenasInara

Notas de juego

Marcad a Hiparchia e Inara en los posts que hagais en voz alta de ahora en adelante.

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14/07/2019, 20:50
Finnaes di Bassid

- El comandante Caedus no está disponible, me temo - dice la mujer, avanzando hacia Esla y extendiendo la mano-. ¿Me permitis? - pregunta, antes de coger el pergamino enrollado y abrirlo, al lado de esta, para leer su contenido con tranquilidad. 

No parece querer quitarle el papel, solo tener la oportunidad de leerlo.

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14/07/2019, 20:52
Varidaes di Duriel

El magistrado aprieta con fuerza los puños, pero no se acerca al grupo. Mira un momento a la muchacha que está a su lado, que ha parado de hacer gestos ante el espejo, y luego se vuelve hacia Esla y la abogada.

- Letrada, estos tejamenejes son altamente irregulares - insiste, con indignación en la voz-. Y muy sospechosos. Muy oportunos... Ese contrato tiene que ser verificado, una falsificación... 

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14/07/2019, 20:55
Finnaes di Bassid

- Espero que lo que estoy oyendo no sea cierto, magistrado - dice la letrada, levantando la cabeza del documento para mirarle con una fiereza inesperada -. Si me estáis acusando de falsificar un documento, espero que tengáis pruebas. Me precio de hacer mi trabajo ante la ley y la Asamblea, y me ofende una acusación de tal calibre. Pero si estáis seguro de algo así, os insto a presentarlo ante magistratura, porque os juro que os hundiré ante un tribunal. ¿Insistís en vuestra acusación?

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14/07/2019, 20:57
Varidaes di Duriel

El magistrado niega, chasqueando la lengua y apartando la mirada, incapaz de replicar nada ante la letrada. Al final, las agallas que le quedan parecen escasas, y se resigna a esperar que esta diga algo sobre el documento.

Notas de juego

Post cortitos para enlazar a Hiparchia e Inara, dado que la mayoría todavía no os habéis movido :).

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14/07/2019, 21:47
Esla d'Iridar

Sin poner objeciones, solo mirándola un momento a los ojos, Esla le tendió el contrato a la letrada. Después esperó a su reacción, y a la del magistrado. Solo apartó su atención de ellos durante un instante, para mirar a las recién llegadas. 

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14/07/2019, 22:04
Shelis di Boutier

La mujer sonríe, entretenida por tus intentos, pero es evidente que no va a necesitar recurrir a ciertas artes para conseguir lo que quiere contigo. O eso le parece. Da un breve sorbo al vino, que no parece disgustarle, y saca del interior de la chaqueta un sobre lacrado, que tiende hacia donde estás.

- Algunas son buenas, sí... Tus amigos hablan bien de ti. Pero no todas lo son, Vairan, lo siento - dice, apagando su sonrisa en una expresión de compasión-. Sé lo que tu familia ha tenido que sufrir. Sé que no quieres que la gente sepa quien eres, y que hasta ahora lo has conseguido con éxito. O eso creías. Verás, en el mundo hay gente como yo, que vivimos por y para la información - sonríe, pasando un dedo por tu pecho-. Como tú, pero con un poquito más de éxito. No te tortures... No cometiste ningún error, simplemente tengo muy buenas fuentes, eso es todo. Además, tampoco pretendo chantajearte con ello. Siempre he creído más en la zanahoria que en los palos... 

Da un largo trago a su vaso, girándose completamente para ponerse de cara a ti. Su tranquilidad es pasmosa. Parece alguien muy habituado a estos movimientos. Te extraña no haber oído hablar de ella... Quizás su nombre sea falso. 

- ¿Crees en el destino? - continúa -. Porque yo sí. Y sé que la única forma de anticipar las trampas que nos deja es amañar el juego antes de empezar: si tienes todas las cartas, es más fácil anticiparse a lo que va a ocurrir, ¿no te parece? Por eso estoy aquí. Ya lo sabes, ¿no? Lo de las Rarezas. Que han desaparecido. Es la comidilla de toda la ciudad, me sorprendería que no estés enterado... El caso es que no sé lo que ha ocurrido. Que yo sepa, nadie lo sabe, excepto los implicados, claro. No me gusta. Me disgusta profundamente. Así que, pensé... ¿Qué mejor que meter a alguien dentro? Aunque la casa esté vacía, aunque hayan desaparecido todos, un contrato es un contrato.

Señala el sobre cerrado que tienes delante.

- Esta es mi oferta, Vairan, mi regalo, mi zanahoria - continúa -. Quiero que averigües lo que ha ocurrido con las Rarezas. ¿Las han matado? ¿Han huido? ¿Quién es el responsable? Necesito esas respuestas. Quiero que seas mis ojos y mis oídos... Y a cambio te entrego lo que siempre has querido. Con ese contrato serás un miembro de una casa que está vacía. Sus propios estatutos afirman que en ausencia justificada de su comandante, deberá designarse un comandante interino, y esta será tu oportunidad. Te doy la opción de controlar la organización que trajo la ruina a tu familia. ¿Te gusta la idea? Creo que podemos ser muy buenos amigos.

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15/07/2019, 05:56
Peara de Valdebrian

 Peara le devuelve el saludo a Finnaes y se queda atrás de las hermanas Iridar, esperando que el documento que había entregado Esla bastara para que ellas pudieran entrar. Revisó entre sus ropas si poseía aquel contrato sobre sí; pero no parecía tener mucha suerte. De hecho, parecía que la muchacha no tenía muchas pertenencias encima suyo, salvo un libro que tomó entre sus manos mientras buscaba el contrato. Se la veía aliviada de encontrar ese libro encima suyo.

- Oh, gracias a la Coherencia...

 Pero no había señales de su contrato. Por lo que Peara esperó a la confirmación de la letrada. Parecía una persona muy recta, por lo que no le extrañaría que, cuando se enterase que ella no venía con las hermanas, le pidiese a ella también el documento.

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15/07/2019, 07:12
Viero
Sólo para el director

Al ver como el anciano lo mira con decepción Viero se pone rojo de la ira.

"¿Quien carajos se cree este viejo insignificante?".

Aunque era su intención no ser asociado con la Casa de las Rarezas aún, se sintió muy insultado sin poder evitarlo.

Sin decir nada más y con una mirada de desdén hacia el vendedor, Viero se alejó del lugar.

Unos pasos mas allá, camino hacia la Casa de las Rarezas, Viero voltea y ve al vendedor tranquilo vendiendo castañas, solo le tomaría unos segundos acabar con su miserable vida... "Solo basta un segundo pero... no debo ser desagradecido" puso las manos en sus bolsillos para no tener la tentación de tomar su fusil.

Y concentrado en el sonido de sus pasos, uno tras otro, se fué alejando del lugar siguiendo las indicaciones del buen hombre al que justo en ese momento pensaba en asesinar.

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15/07/2019, 15:07
Cael di Venture

El noble no tenía ninguna prisa, puesto si algo había aprendido en esta corta vida era a esperar, siendo la paciencia su gran amiga y compañera en un camino de soledad absoluta. Por eso permanecía prácticamente apartado dejando que el carruaje siguiera su angosto trayecto con dificultades hasta el final de las calles mientras él se perdía en el ambiente de la ciudad, escuchando el ruido de la mañana u oteando el despejado cielo que acaecía sobre ellos.

Bajó la mirada ante la molestia del sol, entrecerrando los ojos y llevándose una mano a su bolsillo para sacar unas gafas de sol de oscura montura. Antes de ponérselas quiso comprobar el estado de las lentes volteándola entre sus manos esperando que la luz reflectara en la superficie, limpiando después una pequeña marca de dedos posiblemente con la tela de su chaqueta.

Cuando pudo colocárselas prácticamente el carruaje ya había salido de las estrechas vías, dándole permiso para volver a su paso normal con la vista enfocando a la Casa de las Rarezas.

Delante suya parecía haber una acalorada conversación que poco le interesaba, teniendo la misma relevancia que los gritos que había escuchado anteriormente en su camino, pero a medida que se acercaba y podía ponerles cara y voz a los susodichos su interés creció. ¿Dónde está Caedus? – No había rastro del comandante aunque su nombre sobrevolara en varias ocasiones. En su lugar pareció encontrarse a un viejo amigo de fiestas teniendo en cuenta que no era para nada el ambiente que solía frecuentar.

Antes de que pudiera acercarse a él, Keir hizo lo propio y tendió su mano en un saludo que Cael aceptó con un fuerte apretón de manos y una agradable sonrisa. Intercambió con él unas pocas palabras aprovechando el jaleo general para tener un poco de “intimidad”, aunque esa desconexión apenas duró unos minutos, los que tardaron en llegar Hiparchia e Inara con una caja de granizados.

Palmeó el hombro de su amigo para pedirle una breve pausa y acercarse a Inara, liberándola del peso de la caja.

- ¿Me permite? – Una vez tenía en sus manos la caja, la agarró apoyándola a lo largo de su brazo en perfecto equilibrio mientras tanteaba los sabores escogidos por encima, intentando adivinarlos ya fuera por el color del contenido como por el olor que desprendía. Caminó hacia el centro, donde estaban todos reunidos, prácticamente dejando de lado la tensión que podía respirarse entre el magistrado y la letrada.- Buenos días señoritas, señores. Vine buscando al comandante Caedus pero, a pesar de haberos escuchado sobre que no está disponible en estos momentos, ¿sabe si hay alguna manera de contactar con él? – Cogió un granizado cualquiera y le dio un pequeño sorbo, soltando un “uhm” gutural al sorprenderse por la gama de sabores.- Delicioso.- Tendió la caja hacia el resto para que pudieran coger uno cada uno de los presentes, aunque faltarían teniendo en cuenta que eran más de los esperados.- Mandé pedir un pequeño presente en estos días de calor, sírvanse.- En especial miró a la acalorada mujer encargada de transcribir la conversación, dedicándole un alzamiento de cejas para invitarla a coger uno.

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15/07/2019, 15:08
Cael di Venture
Sólo para el director

De entre todas las personas que podía encontrarse ahí, Keir era la última en su lista.

Realmente el chico no le caía mal pero el problema era justamente ese, que le veía como un chico en vez de un hombre. Le gustaba la gente más madura y metida en la política pero, en cambio, en todas y cada una de las reuniones sociales en las que habían coincidido siempre le encontraba apartado jugando a las cartas, una afición que para Cael era una verdadera pérdida de tiempo aunque tuviera que aprender para inmiscuirse más en las actividades comunes.

En cambio nunca había sido maleducado con él, al menos que recordara, viéndolo desubicado en la corte, creyendo que no era su mundo. Puede que por eso le tuviera cierta estima, por no decir pena.

- Algo parecido.- Mantuvo el apretón de manos varios segundos, los delimitados para ser cortés sin llegar a ser incómodo que le había enseñado su padre tras duras muestras de protocolo. Al principio los contaba con la mente, pero llegó a estar tan acostumbrado que parecía algo automático.- Me gusta pasear por estos recintos para ver los entrenamientos, aunque ahora venía buscando al Comandante Caedus. ¿Y tú? – Bajó la mirada hacia el libro en el que estaba absorto, aunque no se percató de su título.- ¿Buscando un buen lugar para leer? – Entonces se percató de que las dos “acosadoras” acababan de llegar con su pedido, ampliando su sonrisa.- Compré granizados, coge uno antes de que se acabe.- Palmeó su hombro en muestra de camaradería.- ¿Me concedes un minuto?

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15/07/2019, 18:35
Eikon

Eikon se quedó mirando Gavilano extrañado pues él, hasta los momentos, no había tenido contacto o interés alguno en el sexo opuesto. Primaba la supervivencia. Tampoco era que no le atrayeran, pero por los momentos le atraía más la idea de estar alerta y no perder la cabeza.

La visión del gavilán aferrándose a la mano de aquel hombre le tranquilizó un poco, pues si algo había aprendido era que los animales eran buenos jueces de carácter, y no se debía desconfiar mucho de alguien que tenía un lazo tan profundo, aparentemente, con alguna bestia. Lo que no le tranquilizó para nada fue la visión de cuatro dragones más, a los que pudo reconocer gracias al uniforme que llevaban. Sin embargo, esta vez, quizás por la compañía, aquellos matones se abstuvieron de acercarse a Eikon, lo cual agracedió.

Inspira náuseas quizás... —respondió con desdén, contemplando todo el panorama con una mezcla de asco y odio. Aquel panorama era completamente diferente al de donde él provenía—. Bueno, no tengo dinero, así que algún lugar donde pueda quedarme a cambio de trabajo o violencia... me vale —continuó, encogiéndose de hombros—. La casa de las Rarezas... supongo que tiene sentido, aunque sea uno irónico... —meditó en voz baja.

Al igual que Gavilano, Eikon se acercó a la chica, aunque a diferencia del rubio, el tatuado se mantuvo en sepulcral silencio. Había algo en aquella situación que le incomodaba sobremanera.

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17/07/2019, 14:20
Inara

Una vez que el hombre que había pagado los refrescos, me libera de ellos para dárselos a la gente congregada, entonces me intereso por conocer el motivo del jaleo, me acerco al foco de la discusión pero por no interrumpir a quienes discuten, les pregunto tanto a la mujer que se encuentra unos pasos por detrás (Peara de Valdebrian) como al hombre mayor (Adalo di Taran)

- ¿Qué es lo que pasa? - me doy cuenta que no me he presentado y lo hago- Ah, disculpen mis modales no estoy acostumbrada, a veces se me pasa, me llamo Inara y vengo acompañando a la señora Hiparchia de Menas- le hago un gesto respetuoso y discreto para que se acerque.

(A Peara de Valdebrian) - ¿Qué os ha pasado en la frente... era herida? 

Os vi antes - indico el lugar- no sé qué lío tuvisteis con el carruaje.

Notas de juego

Hago también un gesto de agradecimiento a Cael por hacerse cargo de su compra.

 

Si tengo a tiro (en las proximidades) a las gemelas, también les preguntaría lo mismo. Pero trato de poner cierta distancia con quienes están discutiendo acaloradamente.

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17/07/2019, 23:40
Hiparchia de Menas

Hiparchia era amiga de la polémica, pero odiaba las discusiones. Los aspavientos, las voces poniendo el grito en el cielo, la falta de argumentos sólidos... Prefirió mantenerse un paso por detrás de su compañera Inara, incluso cuando ésta se acercó a interesarse por cualquiera que fuese el motivo de la riña. 

Cael volvió a dar muestra de su forzada simpatía, de unas maneras tan artificiosas que Hiparchia tuvo que hacer un esfuerzo por no vomitar. Simplemente se contentó con enarcar una ceja y poner una de sus caras que tan expresivas podían ser. 

Se dedicó, en vez de malgastar energías en tomar partido en una discusión que ni siquiera iba con ella, a repasar los rostros de los presentes. Se paró en la de Peara de Valdebrian. Solo fue un segundo, pero el tiempo justo para que ella también la mirase a la cara y sus ojos se cruzasen brevemente. El tiempo justo para reconocerse, y también para poder dedicarle una de esas miradas que lo decían todo. 

Sí, Peara, ya te he visto. No sé qué estás haciendo aquí pero lo mejor será que sigamos ignorándonos. No tengo intención de saludarte y mucho menos de pretender ser tu amiga. Cada una por su lado, y aquí no ha pasado nada. 

Todo eso reflejaba la mueca de Hiparchia. Todo eso y mucho más. 

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18/07/2019, 00:11
Vairan
Sólo para el director

Sonreí de medio lado en respuesta a la sonrisa que la mujer me dedicaba y, en especial, a las primeras palabras que dijo. Estaba bien eso de que se hablara bien de mí, era reconfortante saber que mi fama me precedía, sobre todo cuando se trataba de buena fama.

Pero mi sonrisa se torció al ver con sorpresa el sobre que sacaba de sus ropajes y mi mirada, al igual que mi mandíbula, se endureció al comprobar que la mujer conocía mi verdadera identidad. Eso podía ser muy peligroso para mí si dicha información caía en las manos que no debía porque, si tal y como decía ella era una informadora, y muy buena por lo que se veía, había conseguido conocer mi identidad, podría haber otros que también se enteraran.

Seguí el recorrido que su dedo hizo en mi pecho sin intención alguna de flirteo por mi parte como había hecho antes. Lo que me había dicho me había dejado bastante tocado y, sobre todo, preocupado.

Todo mi cuerpo reflejaba la tensión que yo sentía en ese momento mientras mi cabeza se estrujaba inútilmente por saber quién era realmente la mujer que tenía delante de mí. Suponía que el nombre que me había dado no era el verdadero, en ese oficio era muy poco recomendable para la salud que se conocieran detalles de la vida privada, pero lo que de verdad me extrañaba era no haber tenido noticias de una informadora tan buena como debía ser ella, ¿o sí las había tenido y no había prestado la suficiente atención? Quizás me estaba volviendo demasiado confiado y eso sólo me llevaba a cometer errores.

Sí, algo he oído —comenté sin decir nada más respecto a la información que ya parecía recorrer toda la ciudad sobre la Casa de las Rarezas.

Sin embargo la información que me estaba dando revestía más interés para mí que lo que me había dicho mi amigo el día anterior y, a medida que la mujer hablaba, o más bien me tentaba, me daba cuenta que la tan ansiada oportunidad se me brindaba sin esfuerzo alguno por mi parte. Pero a esas alturas de mi vida ya había aprendido que nadie regalaba nada sin pedir algo a cambio.

No voy a negar que la oferta resulta muy tentadora —dije mirando primero el sobre para luego volver mis ojos a los de la mujer—. Pero ¿qué ganas tú con todo esto? Vale que tendrás acceso a una buena información pero yo también podré disponer de ella a mi antojo, así que… Dime Shelis —pronuncié su nombre muy despacio, como si no quisiera terminar de pronunciarlo— ¿por qué te interesa tanto la Casa de las Rarezas? Tú ya conoces mi secreto y sabes lo que busco, pero tú… —sabía que no me diría nada y, si lo hacía, seguramente se trataría de una mentira, al fin y al cabo los informadores vivíamos de contar ciertas verdades y, sobre todo, de ocultar muchas otras.

Volví a mirar el sobre casi relamiéndome por la gran oportunidad que se me presentaba, sin embargo aún era reacio a aceptar pues saber que iba a tener que dar explicaciones a alguien de mis movimientos y averiguaciones, yo que siempre me había movido solo, me echaba un poco para atrás. Rendir cuentas ante alguien no era precisamente mi especialidad.

Bebí el vino que ya había olvidado para intentar aclarar mis ideas, aunque viendo el largo trago que había dado más bien parecía que estaba buscando embotar mi cabeza antes que despejarla, pero necesitaba ganar unos minutos para pensar qué hacer.

Vairan, comandante de la Casa de las Rarezas. Suena bien… suena muy bien.

Coloqué una mano encima del sobre mientras mis ojos se clavaban de nuevo en los de ella y en mi boca volvía a aparecer mi sonrisa jactanciosa.

Me gusta la idea —acabé diciendo mientras me acercaba más a la mujer, tanto que apenas dejaba espacio para circulara el aire entre nosotros—. Y dime Shelis, ¿qué tan buenos amigos quieres que seamos? Porque a mí se me ocurren muchas ideas… —terminé diciendo con mis labios muy cerca ya de su oreja.

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18/07/2019, 00:36
Peara de Valdebrian

 La llegada de aquellas dos mujeres hacía que el grupo de gente que tenía asuntos con la Casa de las Rarezas fuera considerablemente grande. Peara no pensó que fuera una convocatoria muy grande, pero se veía equivocada. Y además, una convocatoria diversa, puesto que aquellas dos mujeres parecían tan exóticas como uno se las podía imaginar. Especialmente la morena, que... un momento, Peara conocía a aquella chica... ¿Hiparchia?

 La fugaz pero certera mirada que compartió con la académica fue suficiente para ver que no tenía muchas intenciones de charlar. No había mucho que aclarar, después de todo; los motivos que traían a ambas a ese lugar debían ser los mismos. Pero el asombro de ver una cara conocida en la casa era considerable. No una cara amigable (por diversas razones), pero una cara al fin y al cabo.

 De se mirada con Hiparchia la sacó Inara, que acudía a ella y al hombre mayor con preguntas sobre la situación. Y sobre su herida, que parecía lo más notorio de Peara en el momento. Que oportuna fue su caída. Peara hace una reverencia frente a la corsaria. Ya habiéndose cruzado con tantos nobles, se le pegó la costumbre de saludar con la mayor educación.

- Oh, disculpas... no las había visto. Soy Peara... Peara de Valdebrian. Estamos esperando a que la letrada verifiqué el contrato de Lady d'Iridar. Parece que no hay mayores inconvenientes... ¡Oh! Y mi herida, si... he tenido un pequeño percance cuando estaba viniendo hacía aquí... para cuando me percaté de mi accidente, estaba en aquel callejón estorbando el camino de las gemelas. Por suerte, todas teníamos el mismo destino... estoy bien, gracias...

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18/07/2019, 11:06
Inara

- Peara, encantada. Yo soy Inara, Inara de Iscardi pero con Inara es suficiente - No sé qué manía les había entrado a las gentes con esa extraña presentación. ¿Para qué dar tanta información? Con el nombre bastaba, ¿acaso indicando de dónde venían debería de entender una invitación implícita? En los barcos con un nombre era suficiente, poco importaba la procedencia, el pasado, la sangre o la clase. De todas maneras, si así era la costumbre aquí, decidió incorporarse a ella para tratar de pasar desapercibida. Trató de imitar la reverencia con que le había obsequiado Peara. - ¿Queréis un refresco? - Hacía un calor insoportable y allí esperando no lo suavizaba.

Tras comprobar que Hiparchia se alejaba un poco de la gente, fui a acompañarla. - Mi señora, quiere algo? - Había visto como se habían entrecruzado las miradas y supuse que se conocían, no para bien. Evité preguntar por discreción, ya habría tiempo de hacerlo con menos público.

Si Hiparchia no me dice nada, me muevo hacia Cael - Gracias por el refresco, está muy rico. ¿De qué sabor es el tuyo? - Igual le molestaba que le hablara, los nobles tienen un comportamiento extraño, pero simplemente no quería pasar la oportunidad sin agradecerle el detalle, también de que se hiciera cargo de su compra.