Partida Rol por web

La Casa de las Rarezas

Prólogo - Senderos del destino.

Cargando editor
11/07/2019, 21:14
Varidaes di Duriel

Tras ella, jadeante llega el magistrado. El hombre, ya muy mayor, no disfruta de esos esfuerzos.

- ¡¡Esto es altamente irregular, letrada!! – gruñe el magistrado-. La ordenanza está clara, el edificio está vacío, no sé que pretende con estos tejemanejes de última hora. Entrégueme las llaves ahora mismo, en nombre de la Asamblea.

Cargando editor
11/07/2019, 21:14
Finnaes di Bassid

- Un instante, magistrado Varidaes...

La mujer tarda unos segundos en responder, rebuscando entre su libro, hasta que saca un papel que comienza a leer con cierta parsimonia.

- “Según el presente decreto, se reconoce que ante la ausencia no justificada de la totalidad de miembros de una casa de la guerra, por un periodo de más de tres semanas, se procederá a la recuperación de los bienes cedidos por parte de la ciudad” – pasa el dedo por el texto-. Tres semanas. No se han cumplido. Y como ya bien ha dicho usted, yo no puedo reclutar a nadie… Pero sospecho que algunos de nuestros visitantes pueden tener un contrato, porque si no, no entiendo que hacen aquí. Y de ser así, habría miembros presentes de la casa y la ordenanza no tendría sentido.

El magistrado parece encendido, pero no responde. Así que la mujer se vuelve de nuevo hacia el grupo.

- ¿Alguien tiene un contrato? Me basta con uno.

Cargando editor
11/07/2019, 21:16
Keir d'Erea

Keir parece sorprendido de encontrarse a nada menos que Cael di Venture allí, en medio de ese lío. Claro que lo más seguro que al revés ocurra lo mismo. Pero, aunque no son amigos, sí que han coincidido en múltiples ocasiones. Ser los hijos pequeños de las casas más grandes, en cierta medida, les une.

- Cael, amigo, no esperaba verte por aquí – reconoce, tendiendo la mano, mientras cierra el libro que estaba ojeando. Te sorprende que no tiene título en la portada-. ¿Has venido a ver el percal que se ha montado, eh?

Cargando editor
11/07/2019, 21:16
Director

No es un lugar donde vayas a encontrar tabernas o posadas. Quizás haya algo de eso en el puerto, pero donde estás, lo más habitual son cafés, o restaurantes. Por desgracia estás al lado de un palacio y un río, así que ahí directamente no hay ningún tipo de local.

Lo único que te queda son los puestos ambulantes. Ves a un vendedor de periódicos, un muchacho que agita su panfleto repitiendo siempre el mismo cántico.

¡¡Extra, extra!! - grita el niño, agitando un diario local, que no atinas a ver cual es - ¡Lior cae en manos de Galdia! ¡El príncipe de Turia entrega la ciudad! ¡Cientos de muertos en batalla! ¡Compren el Noticiario para saber más! ¡Extra, extra!

Pero el chico quizás es demasiado insistente y está muy ocupado, así que te acercas a un vendedor de castañas asadas. Tiene un pequeño hornillo y las saca envueltas en papel. Cuando llegas hasta allí, te ofrece unas pocas, y el precio no es alto.

- Dime chico, ¿quies? Tán ricas. Tráenlas de Turia, na menos. Los turianos sabemos lo que son buenas castañas.

Cargando editor
11/07/2019, 21:21
Director

Tu red de contactos te ha sido útil mucho tiempo. Tantas veces que has perdido la cuenta. Pequeños rumores, avisándote de la caída de Lior en Turia, hace nada, o la detención del senescal de Darguia por su propia Reina. Rumores, rumores, que llegan a tus oídos cuando los necesitas.

Quizás por ello, no supiste si alegrarte o enfadarte cuando hace un día, uno de tus amigos te vino a contar algo, mientras tomabais un tinto perronero en un garito de poca monta del barrio de la catedral. Un bombazo.

La Casa de las Rarezas había desaparecido. Por completo. Nadie sabía aún de forma pública nada, pero la casa estaba… Vacía. Y ni uno solo de sus miembros localizable.

¿Los habrían matado a todos? Eso sería un desperdicio para tu venganza, pero no hay mal que por bien no venga. Dudando de si celebrarlo o no, así te encontrabas, en esa misma taberna, con otro tinto de esa misma añada, cuando alguien se sentó a tu lado. 

Cargando editor
11/07/2019, 21:21
Shelis di Boutier

Una mujer, de ojos claros y cabello rubio, con un llamativo sombrero ceñido sobre la cabeza. Parecía de Venturia, o más al norte. La dama te sonrió, y pudiste ver además de su sonrisa la pistola de éter que tenía en el cinto, la mano lista para desenfundar. Pero antes de que pudieras hacer nada, habló por fin.

- Como va todo, Vairan – sonríe, haciendo un gesto al camarero para que le ponga una copa como la tuya. Apoya el codo en la barra, divertida. - ¿Estás contento? Permíteme que me presente, mi nombre es Shelis di Boutier. Dudo que hayas oído hablar de mí… Pero yo sí que he oído alguna cosa interesante sobre ti. Poca cosa... Pero alguna. Pero estate tranquilo, tranquilo, solo vengo a proponerte algo. Algo que estoy segura que te va a interesar. ¿Quieres que nos tomemos una copa?

La pregunta queda en el aire, pero al mirarte notas que pasa ligeramente la lengua por los labios, en una expresión de pura seducción.

Cargando editor
11/07/2019, 23:57
Esla d'Iridar

Dentro del carruaje Esla se había mostrado cortés todo el tiempo, y había tratado a Peara con amabilidad, pero aun así desprendía un cierto aura de nerviosismo. Como si hubiera algo que quisiese decir, pero estuviese callando. No dijo nada en todo el viaje, pero estaba claro que algo pasaba. 

Cargando editor
12/07/2019, 00:02
Esla d'Iridar

Al ver la escena, y escuchar a la mujer que decía ser la letrada de la casa, Esla se puso rápidamente en pie y bajo del carro. No esperaba ser la única que lo hiciese, ni la única que mostrase interés por aquella llamada. En situaciones así la premura podía hacer la diferencia.

-Yo tengo un contrato, mi hermana otro - anunció al tiempo que ponía los pies en el suelo - Somos Esla y Arden, de la casa d'Iridar - sintió un pequeño escalofrío al decirlo, como si estuviese poniendo a ambas en peligro en aquel instante, pero la verdad es que no habían venido a esconderse. A veces le gustaría ser un poco más como Arden. Caminó hacia la letrada y por el camino sacó el contrato de un bolso interior de su casaca - ¿Pueden decirnos que está ocurriendo? Esperaba entregárselo al comandante Caedus.

La delicadeza, casi timidez, que había mostrado - o tratado de mostrar - con Cael poco antes había desaparecido de su voz. Caminó erguida, con paso firme y habló alzando la voz, buscando poner la atención sobre ella. 

Cargando editor
12/07/2019, 00:28
Viero
Sólo para el director

Viero se acercó al viejo y aceptó su oferta, había encontrado el contexto y la persona perfecta para conseguir información.

- Voy a comprarte dos bolsas antes de que el precio aumente - dijo Viero intentando ser gracioso - ese chico de allá dice que el principe de Turia anda entregando sus tierras a cambio de compasión. ¿Que hay de cierto en eso?...

Comía pequeños bocados de castañas mientras pensaba lo que iba a decir.

- El principe... Damnar! ¿no? Tengo entendido que llegó al poder contratando una casa nobiliaria. Me pregunto si podrá mantener el poder sin ella, después de haberla expulsado de Turia.

Viero seguía comiendo bocaditos, esperando atento la respuesta del viejo vendedor.

Cargando editor
12/07/2019, 01:39
Inara

Notas de juego

Sigo a Hiparchia, lo que considere ella. Me cojo una granizada de granadina con papaya azul sino la elige ella.

Cargando editor
12/07/2019, 01:53
Eikon

Eikon se había quedado, a falta de otra palabra mejor, completamente pasmado. Fuera el calor, el cansancio, el apestoso humo que exhalaba aquel desconocido de los supuestos "Dragones de Cord far Ascar" o sencillamente las impolutas paredes de Duriel, el joven no pudo responder "ni mú" a aquellos dos soldados que le amenazaban. Sin embargo, pudo escapar de toda aquella situación completamente ileso gracias a un joven de dorada cabellera y un impecable jubón.

Yo... te debo una —dijo, en un acento bastante peculiar, tras salir de su embobamiento—. Mi nombre es... Eikon, vengo de... bueno, de muy lejos —prosiguió, inseguro—. Y si, me dirijo a Duriel, tengo entendido que es un buen lugar para desaparecer o para labrarse un nombre —dijo, examinando las paredes de la ciudad—. Y lo menos que puedo hacer es esperarte —añadió al final.

Cargando editor
12/07/2019, 16:50
Director

Entras en la posta a toda prisa: ha sido una buena decisión. Ves al fondo de la sala a los dos soldados de los dragones charlando con un grupo de más soldados. Por suerte, están distraídos así que te resulta sencillo deslizarte hasta la mesa donde tienes apoyada tu mochila y tus cosas, echártelo a los hombros y salir de allí por patas. 

Justo cuanto te diriges a la salida, alguien se cruza en tu camino...

Cargando editor
12/07/2019, 16:55
Pelirroja

Te topas de frente a una mujer enormemente atractiva, de lustrosos cabellos rojos... Esos que tanto suelen verse en las eterías, donde los aetherium viven en subyugados desde que la Historia tiene memoria. Sin embargo esta chica es particular. Joven, recién llegada a la veintena, marcada por unas extrañas cicatrices en el rostro, tiene una expresión salvaje, casi dirías que bordeando la locura. Viste ropas de viaje, en concreto unos ajustadísimos pantalones y una camisa marrón desgastada, pero va más armada que nadie de esa sala: un estoque, cinco cuchillos para lanzar, dos pistolas. 

Te extraña no haberla visto antes, pero parecía refugiarse en un rincón junto a la barra, con un hombre de mirada torva, que te ojea de reojo.

Koran

Intentas esquivar a la mujer para salir, pues la cosa no está ahora para bromas, pero ella te bloquea el paso, acercando su rostro al tuyo. No sabrías decir si es la persona más inquisitiva que has visto nunca, o una completa chiflada. Lo que es cierto es que cuando vuestros rostros están tan cerca, sus ojos brillan. Te miran de arriba a abajo, y sus rojísimos labios esbozan una sonrisa.

Por mucho que quieres rodearla, no te deja. Y sin saber si apartarla o no, sientes como aproxima sus labios a tu cuello, y te susurra algo al oído, en una voz inesperadamente dulce.

- Yo te cubro - dice, y te lanza un beso, un guiño -. Nos volveremos a ver. Lo sé. Y ahora, lárgate. 

Hay algo en como lo dice, en como pronuncia esa última frase, que te produce un ligero escalofrío, y casi te impele a obedecerla de forma visceral, quieras o no quedarte. Te resulta imposible resistirte. La chica te deja pasar y avanza hacia el grupo de los dragones, mientras tu sales ante sus ordenes. Ves como el tipo malencarado suspira con rabia y la sigue, pero una vez fuera, no sabes lo que va a ocurrir.

Solo que debes irte.

Notas de juego

Iba a dejar que esta escena se extendiera pero bueno, es un guiño más que otra cosa (considéralo parte de la intro) y como vais algo retrasado, os voy a mover más rapido. Si quieres interpretar algo en retrospectiva, adelante, aunque no hay tiempo a conservar y te ves casi forzado a obedecer.

Si. Como si hubiese usado algún poder o algo contigo :P, Gavilano es consciente.

Cargando editor
12/07/2019, 17:05
Director

Esperas un minuto en soledad, nervioso. No te gusta lo que acaba de ocurrir, no sabes cuanto se puede torcer todo. Piensas en ponerte tu traje, pero si ya con tu aspecto llamas la atención, con el traje... Iba a ser peor. Y por muchas habilidades que te conceda, algo que has aprendido es que un tiro puede matarte igual que a cualquiera del resto. Sino, los tuyos hace mucho que habrían echado a los conquistadores de la Patria.

Al cabo de un rato ves salir de la posta a Gavilano, con expresión... no sabes si dirías confusa o aturdida.

Cargando editor
12/07/2019, 17:11
Director

Os reunís fuera del "Parador de Valdesobo", y aunque es evidente que algo acaba de dejar turbado al joven de cabellos rubios, no parece con mucha ganas de discutirlo. Tomáis el sendero hacia Duriel.

Es un paseo largo, casi media hora llegar hasta la ciudad. Nadie os sigue, así que tras una salida un poco apresurada, relajáis el paso. En el sendero os cruzáis con mucha gente: caravanas transportando mercancías, soldados con distintos uniformes (más Dragones de Cobre, pero os topáis una patrulla de los Acerados saliendo hacia el norte), y simples plebeyos. Además llegáis a ver un carruaje en el que no vislumbráis nada en su interior.

Antes de cruzar las murallas, llegáis a un barrio a las afueras de estas, y un ligero paseo por sus calles os acaba llevando ante las puertas de la ría. Cruzáis hacia el interior de Duriel, vigilados por los ojos atentos de cuatro soldados de los Dragones que señalan con curiosidad a Eikon. Uno de ellos, más gordo que el resto, se ríe a carcajadas.

Ambos sois nuevos en Duriel, y el primer contacto con la ciudad... os resulta decepcionante. Quizás sea por donde habéis entrado, en el mal llamado barrio portuario, que es un nido de callejones estrechas, boñigas en la calzada, y viviendas ajadas por el tiempo. Es una ciudad como cualquier otra, quizás: hay pintadas en las paredes, basura por las esquinas, gatos maullando en alfeizares. Hay marineros borrachos, otros sobrios y malencarados, y chicos y chicas vestidos con lo justo ofreciendo un servicio rápido. 

El barrio portuario no es el más bonito de Duriel... En especial cuando uno abandona el propio puerto, donde todavía la belleza de la ría y el resto de la ciudad salva su imagen. Es allí donde os encontráis, ambos sin saber muy bien donde dirigiros, perdidos por completo. Podéis tener un destino, pero, llegar hasta él sin guía no será fácil. 

Notas de juego

Lleváis un buen rato juntos, así que podéis interaccionar por el camino si queréis, y narrarlo todo como un viaje. Ambos buscabais el mismo destino, pero ninguno sabe llegar. Si no os comentáis nada el uno al otro, tampoco sabéis que vais para el mismo sitio xDD.

Cargando editor
12/07/2019, 17:28
Director

- Yo doy castañas, no'l palique, chaval - te dice el vendedor mientras prepara dos bolsas -. Los politiqueos son cosa d'otros, yo que sei. 

Te sirve un par de bolsas de castañas, y te observa de reojo, al final suspira y te las tiende, explicando lo poco que parece saber del asunto.

- El príncipe tien a to'l ejercito a su lao, así que si, no creo que tenga problema. No ha perdío Lior porque no quiera, más bien porque quier. El conde de Lior era uno de los cabrones que defendió al Advenecido durante la guerra, y desde entonces nunca se han llevao bien, el príncipe y él. Toa Turia sabe que se odian. Ahora Lior es galdiana, pero Turia ha firmado la Paz y s'ha quitao un enemigo pa siempre. Eso diz el periodico, chaval, deberías comprarlo si ties curiosidad.

Te mira, esperando unos segundos.

- Pero estes historias quedenme mu lejos. En fin. Dos coronas, si tien a bien. ¿Quier algo mas?

Cargando editor
12/07/2019, 23:49
Viero
Sólo para el director

Viero escucha atentamente al vendedor de castañas.

"Si es así ese Damnar es un iluso, la tierra es el fundamento de una nación, ahora tiene un problema menos del que preocuparse, pero Galdia solo demorará unos años en volver a hostigar a Turia... no le va a dejar sino una pequeña parcela a sus descendientes para gobernar si continua así jajaja" - pensó Viero mientras comía castañas.

- Prefiero escuchar las noticias de la boca de la gente, que leer un papel muerto - dijo Viero - uno no sabe que intencion tiene el escritor de un artículo,  hay más verdad en la sinceridad de un ciudadano común.

Mientras se metía la mano al bolso dijo:

- Hey, por cierto, esa casa nobiliaria de la que te hablé, la casa de los raros, que fué expulsada de Turia... tiene sus bases aquí, ¿no? Me gustaría conocerla, pero estoy algo perdido aquí en Duriel. ¿Como puedo encontrarla?.

Viero decía esto mientras le alcanzaba el pago al vendedor.

Cargando editor
13/07/2019, 21:01
Gavilano

Tras unos breves minutos, el joven que se había presentado como Gavilano regresó, con el ceño ligeramente fruncido y el aspecto de que algo lo había confundido ligeramente. Sin embargo, al llegar frente a Eikon, sonrió ampliamente.

-Mujeres. –Dijo, por toda explicación, como si esa palabra fuese lo bastante concluyente, e invitó a Eikon a seguirle hacia la ciudad con un gesto.

Unos minutos después, sacó de entre sus bolsas un desgastado brazalete de cuero que se puso en la mano izquierda, y alzó el brazo ante la curiosidad del hombre tatuado. Apenas pasaron unos segundos cuando un hermoso gavilán apareció del cielo para aferrarse al guante y acercarse con toda confianza al muchacho.

Cuando, finalmente, se acercaron a las puertas, el joven lanzó el brazo cubierto por el guante al aire, y el ave se perdió en las alturas antes de que pudiera llamar la atención de los guardias que las protegían. Unos guardias que demostraron ser el mismo tipo de Dragones que los de la posada cuando, mientras atravesaron las puertas, se fijaron de nuevo en el aspecto de Eikon.

-Payasos… -Murmuró el joven de cabellos dorados cuando estuvieron unos pasos por delante. –Así te coman las ratas, imbécil.

Un buen tiempo más tarde, ya inmersos en pleno ajetreo del barrio pesquero, Gavilano se decidió a seguir conversando con su compañero.

-Ah, Duriel, la Bella. El mismo olor inspira, ¿verdad?. –Bromeó animadamente, dirigiéndose hacia Eikon. A pesar de la situación, la voz de Gavilano no había perdido un ápice de la confianza y la alegría que había demostrado frente a la posada. En todo caso, se había afilado con una cierta oscura ironía. –Tengo que confesarte que, por un momento, había llegado a pensar que sería algo distinta. Pero bueno… al final, todos los hombres cagan, y la mierda huele igual en todas partes. Sólo cambian los vestidos.

-En fin, Eikon, tendremos que encontrar una cama relativamente limpia en este sitio, y por lo que decías, tampoco tienes mucha idea sobre dónde quedarte. –Continuó hablando mientras avanzaban, abriéndose paso con sonrisas o empujones según lo necesitaban. –Según lo veo yo, tienes dos opciones… Una es buscar algún rincón no demasiado podrido en esta zona… o si no, podrías acompañarme. Verás, he venido hasta aquí para probar suerte y alistarme en una especie de compañía mercenaria, la Casa de las Rarezas. –Hizo una pausa, en la que frunció el ceño por un momento. –Se supone que son un poco bichos raros, así que espero que no sean tan estúpidos como esos Dragones. Y espero que, por lo menos, ofrezcan a los aspirantes un sitio para dormir. Podría intentar convencerles de que vienes conmigo a las pruebas, eso te ahorraría una noche de posada. ¿Qué te parece? ¿Te animas?

Y casi sin esperar a que el tatuado respondiera, se acercó a una de las jóvenes que se vendían en la calle, una que parecía algo triste, y le dedicó una desarmante sonrisa antes de dirigirse a ella con suavidad.

-Disculpa… soy nuevo en la ciudad, pero no he podido evitar fijarme en ti. ¿Querrías ganar un par de monedas siendo simplemente nuestra guía hoy? Buscamos el cuartel de la Casa de las Rarezas.

Notas de juego

Es un post un poco apresurado, pero así vamos avanzando.

Cargando editor
13/07/2019, 21:12
Gavilano
Sólo para el director

Gavilano estaba a punto de salir de la posada, lamentándose de no haber tenido tiempo de intimar con el efebo o con las hijas del mercader, cuando la figura de una mujer cortó al mismo tiempo su camino y sus pensamientos. Con un pelo del color del fuego y una mirada azul tan hermosa como inquietante,

Casi estaba a punto de dirigirse a ella, aunque no había decidido aún en qué términos, cuando fue ella la que tomó la iniciativa con una voz que de buen gusto hubiera seguido escuchando y con unas palabras que no dejaban opción a réplica. Un beso y un guiño acompañaron la que probablemente fuese la frase más rara que había escuchado nunca.

Es la forma más rara en la que me han pedido una segunda cita. Trató de decir, pero las palabras se ahogaron en su garganta, y absolutamente frustrado, no pudo sino obedecer sus palabras.

Ni siquiera fue capaz de girar la cabeza para observarla un instante más. Maldiciendo en silencio, se encaminó a la puerta. Le gustaba la gente con carácter, pero no estaba seguro de si ese nivel de sumisión era agradable.

Mientras salía para reunirse con Eikon, el pensamiento de si lo que acababa de sufrir podría estar relacionado con Hodan y su propio y extraño don pasó por su cabeza, pero lo alejó al acercarse a su nuevo compañero. No tenía forma de saberlo en ese momento, y de nada le serviría preocuparse antes de tiempo.

Además, volverían a verse. No dudaba de ello.

Cargando editor
14/07/2019, 04:33
Vairan
Sólo para el director

Vivía de los rumores, no sólo de la venta de la información que conseguía a través de mis contactos sino también de causar pequeños momentos de caos siendo yo el que difundiera dichos rumores. Era divertido y, sobre todo, era lucrativo, porque de la parte peligrosa prefería olvidarme ya que un poco de riesgo le daba emoción y chispa a la vida.

Pero uno de los últimos que había oído, uno que me afectaba a mí en particular y cuya fuente era de lo más fiable, me había alterado sobremanera. No sabía qué opinar al respecto, ni siquiera sabía cómo me hacía sentir pues saber de la desaparición de la Casa de las Rarezas me había enfurecido y alegrado a partes iguales. Si todo lo que mi contacto me había dicho era cierto, habría conseguido en cierta forma llevar a cabo mi venganza, aunque no hubiera sido mi mano quien le hubiera dado fin.

No me lo podía quitar de la cabeza desde que me había enterado el día anterior. Por lo visto era un rumor que pocos conocían y del cual nadie se atrevía, por el momento, a dejar correr con facilidad, pero aún así era un rumor que tarde o temprano llegaría a confirmarse, si es que era cierto y de ello no dudaba.

Pero me había hecho pensar, y quizás pensar demasiado ya que no dejaba de darle vueltas a lo que podría haber sucedido para que ningún miembro de la Casa diera señales de vida. Si los habían matado a todos… Eso tenía que haber sido por un encargo de alguien y, sobre todo, haber contratado a gente muy buena y eficaz algo que escaseaba últimamente. Y si se habían escondido… Qué motivos les habría llevado a hacer tal cosa.

Y en ello estaba pensando, una vez más durante las últimas horas, cuando en la misma taberna en la que me enteré y delante de un vaso del mismo vino, alguien vino a interrumpir mis meditaciones, aunque tenía que reconocer que se trataba de una interrupción de lo más encantadora.

Bien supongo —conseguí decir cuando aquella preciosidad, a la que no dudé en estudiar de los pies a la cabeza, me saludó por mi nombre, extrañado no porque lo conociera, al fin y al cabo muchos eran los que me conocían, sino por hablarme con tanta confianza sin habernos presentado.

Observé cada uno de sus movimientos sin perder detalle y escuché con atención cada una de las palabras que salieron de aquella boca tan apetitosa. Pero su belleza y descaro no me habían obnubilado lo suficiente para pasar por alto que iba armada.

Hermosa y peligrosa, una combinación explosiva, y a mí me iba demasiado el peligro.

Por supuesto, siempre es un placer compartir un buen vino —dije en tono irónico mientras levantaba el vaso de vino— con una hermosa dama.

No sabía cuáles eran las intenciones de la mujer, ni cuál iba a ser su petición, pero lo que sí me estaba quedando claro era que esa mujer no sólo era peligrosa por manejar una pistola sino que también sabía manejar, y seguramente con mucha más puntería, otro tipo de armas más sutiles.

Y dime Shelis di Boutier —comenté con una sonrisa traviesa bailándome en los labios, yo también era encantador cuando quería— ¿cuáles son esas cosas que sabes de mí? Supongo que todas buenas y maravillosas —pregunté juguetón mientras no apartaba mis ojos de ella.

A pesar de saber que la mujer tenía un encargo para mí, que según ella era de mi interés, prefería no ir directo al grano para que, cuando me lanzara la propuesta, estuviera más relajada y más propensa a negociar de forma satisfactoria… para mis intereses. Además, siempre había la posibilidad de cerrar el trato, si es que a mí al final me interesaba, de una manera mucho más cercana y agradable.