Partida Rol por web

Sabandija esta incómodo teniendo que votar y elegir entre dos personas a las cuales no había dirigido la palabra jamás. Estiró el cuello cual jirafa para ver qué demonios hacía Rastrojo.

SALÓN DE LA DISCORDIA: ASAMBLEA DE LA COMPAÑÍA

Guepardo enarcó una ceja, casi divertido por la situación. Repentinamente, como si hubieran leído sus anteriores pensamientos, los oscuros decidieron votar por la fuerza o la sabiduría. 

"Jaguar de bronce o el consejo de ancianos", volvió a pensar. Después de todo la Compañía si que podía parecerse en algo a la tribu de los jaguares asesinos. Antes de que, siquiera, se hubiera decidido hacer votación alguna, el joven jaguar ya tenía decidido su voto en sus imaginarios comicios. No tan imaginarios, después de todo.

Algunos ya habían dado su voto. Muchos dudaban. El cazador lo tenía bien claro. Siempre lo había tenido. Avanzó hasta el cofre y metió la mano, sacando una ficha blanca. La sopesó y miró, reflexionando si le provocaba dudas y la necesidad de cambiar su voto, mientras miró de soslayo a Analista.

"¿Vas a dar tu apoyo a ese viejo cobarde e inútil? Portaestandartes es un guerrero de verdad, con él verías correr la sangre", le espetó despectivamente la aparición de Sacorroto.

"Tienes razón. Vería correr la sangre.. de todos, como tu desearías. ¿Te molesta tanto que de mi apoyo a Analista? Entonces está decidido", contestó mentalmente al vengativo espectro, mientras una sonrisa se dibujó en sus labios. Especialmente motivado, dejó caer sonoramente la ficha blanca en la vasija, provocando que el iracundo Sacorroto se desvaneciera, e hizo un leve asentimiento con la cabeza a Analista antes de volver a su sitio.

SALÓN DE LA DISCORDIA: ASAMBLEA DE LA COMPAÑÍA.

Que bien le sienta el nombre a este salón... piensa León Anciano mientras sacude la cabeza con pesar al ver la discordia que se ha asentado en el seno de la compañía. Hermano contra hermano... amigo contra amigo... ganase quién ganase, ya fuese Analista o Portaestandarte, nada volvería a ser igual en el seno de la compañía.

León Anciano se levantó con dificultad y avanzó hacia la vasija y las fichas. Extendiendo la mano, cogió una de las fichas y rápidamente cerró la mano en torno a ella para depositarla en el interior de la vasija...

Niño Guerrero dudaba, dudaba mucho. No sabía que opción era la correcta y le encantaría que le dieran un tiempo para poder pararse a pensar en su votación. Le gustaría poder pararse a consultarlo, poder pensar despacio en los pros y los contras y elegir luego en base a lo que él consideraría mejor para lo Compañía Negra. Era una decisión a la que él daba mucha trascendencia. Pero no había mucho tiempo más para la espera, buscó en un momento en el que nadie más se levantara y se puso en pie.

El camino hasta llegar a la zona en la que estaban las fichas se le hizo eterno, cada paso le parecía muy largo. Pensó que era injusto que él tuviera que votar, no era más que un soldado. Sin embargo tenía que elegir y eso hizo. Analista era un hombre sensato, bueno en su tarea y en las otras muchas cosas aburridas que dependían de la Compañía Negra. En tiempos de calma y paz sería un gran líder, pero se había mostrado dubitativo en momentos importantes. No era un hombre de guerra, quizás lo hubiera sido en el pasado pero ahora no lo parecía. Por otro lado estaba el Portaestandarte, el guerrero más letal de la Compañía Negra, el joven explorador le admiraba desde la distancia. Era todo lo que cualquiera quería ser, algunos decían que estaba loco, pero el explorador no tenía tanto trato como para poder notar eso. Para él únicamente era el ejemplo a seguir.

Suspiró antes de coger la ficha y tomó una negra, depositando su voto. Antes de irse contempló por primera vez de cerca al Portaestandarte y luego al Analista, con la cabeza gacha y con serias dudas se marchó hacia su posición.

Pensé, pensé y pensé... aunque la respuesta estaba clara desde hacía demasiado tiempo.
Cogí una ficha blanca, y con decisión me acerqué a la vasija para depositarla dentro.
La Compañía siempre ha tenido una cabeza pensante... así debe ser. Si queremos vivir, así debe ser.

Al igual que aquel cuervo que sobrevolaba al grupo y que reveleba más de lo que ocultaba a ojos de Lengua Negra, los buitres se alzaban sobre la carroña, dispuestos a despedezar el cuerpo de quien aún no era cadáver, confirmando las sospechas del futuro cabo de los Campamenteros. La sensatez había dejado paso a la codicia y unos y otros se decantaban en función de sus propias apetencias personales.

Se sintió asqueado.

Se levantó y se acercó hasta las fichas que determinaban aquel tablero de ajedrez. Ante él, dos personajes, pero ninguno era rey. A un lado el alfil. Al otro el caballo. Poderosos, sí. Insuficientes por sí mismos, también. Ficha blanca, ficha negra.

Tomó una de cada color, a la vista de todos. Alzó la negra con la izquierda, mirando a Portaestandarte, adalid de la locura y la oscuridad. Alzó luego la blanca con la derecha, desviando la mirada a Analista, una mirada donde se leía la confianza rota. Dejó caer ambas fichas en la mesa, fuera de la tinaja destinada a recibirlas. Sabía que aquel gesto tendría un pago, pero estaba dispuesto a aceptarlo.

Una leve inclinación de cabeza dirigida a cada uno de los falsos candidadtos a la capitanía fue su despedida antes de retornar a su silla.

LOOR:

- No estás segura.

- Por un lado, Portaestandarte causará más muertes y más violencia, pero lo hará de un modo más sangriento seguramente.

- Ambos son gratos a la Diosa, pero por motivos diferentes.

RASTROJO:

- Si haces algo para alterar la votación de cualquier modo, o si simplemente lo intentas (que habiendo otros magos más poderosos que tú a la mesa no es juicioso, pues pueden contrarrestar tus esfuerzos, eso suponiendo que no requieras componentes Verbales o Somáticos y cualquier compañero te pare los pies a tortazos), serás como poco expulsado de la Compañía.

- Aunque es más probable que no llegues a ser Expulsado, sino que simplemente Portaestandarte te mate directamente y nadie se atreva a criticar su decisión.

RASTROJO:

- Si alguien está mirando a Rastrojo, porque sea un Chamán, o por cualquier otro motivo, que tire en secreto y con tirada oculta, si quiere, una tirada de Averiguar Intenciones.

Es evidente que los rezos han tenido alguna respuesta, o al menos, que Loor lo ha sentido así. Repentinamente la que fue princesa de las Lágrimas de la Diosa alza su vista y mira detenidamente, tanto a Analista, como a Portaestandarte. Mientras, poco antes que él, el Cabo Lengua Negra votaba, o más bien, se abstenía de hacerlo. 

También reflexionó sobre eso, pero por breve tiempo. La inacción, una vez invocadas las votaciones, no era una posibilidad. Al menos, Analista había señalado que su cargo era temporal, mostrando su disposición a abandonar el mismo si posteriormente el Capitán se recuperaba. 

¿Eso era suficiente para convencerla? Ojalá hubiera podido decir que sí. Lo terrible del caso es que a Analista le faltaba garra. Tanto como le faltaba análisis y templanza a Portaestandarte. 

No, la Diosa tenía razón: ambos eran dignos a sus ojos, aunque por distintos motivos. Envuelta en tales pensamientos la guerrera llega hasta donde se encuentran las fichas, blancas y negras, y tras inclinar su cabeza, frente a Portaestandarte primero, y luego frente a Analista, toma la ficha blanca, y la introduce en la tinaja. 

Luego regresa a su lugar, sin aspavientos, y sin discursos vanos.

Loor, preocupada por sus rezos, y sus pensamientos, no dirige su atención a Rastrojo.

El Teniente sonríe ante el gesto de Lengua Negra, y con tranquilidad toma una ficha negra y la deja caer dentro de la vasija.

La Sargento Vientos toma una ficha blanca y la mete en la vasija.

El Cabo Cortaplumas, líder, al menos nominalmente, del Pelotón de Reservas, toma una ficha blanca con cuidado y la deposita lentamente dentro de la vasija.

La Sargento Falce, líder de los Exploradores, aunque últimamente parece delegar cada vez más y más en su nuevo segundo, Ridvan, toma una ficha de cada color en cada mano. Luego hace un pequeño gesto de trilero y deposita una sola ficha en la vasija, mientras devuelve la otra a su caja. No se aprecia cual de las dos ha metido en cada recipiente.

Korvald el Oscuro resopla y mira con desprecio a varios de los presentes que han metido en la vasija una ficha blanca.

Coge ostentosamente una de las negras y la mete en la vasija.

El Cabo Kallmall toma una ficha de la caja sin mostrarla y la deposita en la vasija sin que se vea su color.

Sombra del Mal se alza de su asiento mientras las sombras le envuelven y parecen arremolinarse alrededor del temible guerrero como si tuviesen vida propia. Con calma, coge una ficha negra y la mete en la vasija.

Segundo Guardaespaldas reniega algo ininteligible por lo bajo. Toma una ficha blanca sin mirar a nadie y la deposita dentro de la vasija.