Partida Rol por web

El anarquista, lejos de molestarse, comienza a reírse, conteniéndose un poco. 

-Has visto cómo ha entrado este ingrato. -Comenta, señalando al señor Scott con la cabeza. -Quería que entendieran que es algo estudiado, no una chapuza improvisada o nacida de una puta adicción, como la mierda apresurada que ha terminado haciendo este jovenzuelo. -Niega con la cabeza. -Ahora diles lo que hemos hablado de una vez. Se está haciendo tarde y hay trabajo que hacer.

Se recuesta en su asiento, cruzándose de brazos.

El más joven se queda observando al anarquista durante unos segundos, acabando por levantar las cejas, negando con la cabeza. Con la atención puesta en vosotros, se muerde el labio inferior, paseando la mirada entre vosotros, para acabar con una ceja enarcada, tomando aire para explicarlo todo. 

-Si aún quedasen guardias que no participan en la reyerta, nos las ingeniaríamos para que uno de nosotros se hiciera pasar por camarero y les llevase algo de bebida por cortesía de la casa. -Se encoge de hombros. -Pero no debería ocurrir, pues la idea es que los somníferos ya estén mezclados en la bebida. -Vuelve a pasear la mirada. -No va a hacer efecto enseguida, tardará en torno a una hora en hacerles darles sueño, dos en hacerles caer. Un poco más o menos, dependiendo de la constitución de cada uno. -Se vuelve a recostar, esperando unos segundos para continuar hablando. -La petición de fondos al Banco de Escocia ha sido dada esta misma mañana. -Levanta las cejas. -No será hasta bien entrada la hora de comer cuando sea recibida en Edimburgo, con lo que la diligencia saldrá con los fondos requeridos al día siguiente. Dependiendo de cómo vaya el viaje... harán noche en Leeds, Sheffield, Nottingham o Leicester. No habrá plan de huida porque no se nos verá el pelo hasta que estén todos dormidos, daremos el cambiazo y nos iremos sin llamar la atención. En el caso de que alguno nos viera... Bueno... habría que improvisar y asegurarnos de que no puede identificar a nadie a Scotland Yard. O tendremos un problema. Eso se verá sobre la marcha, pero como he dicho, no debería pasar nada. La diligencia se guarda en una cochera y los caballos en sus caballerizas. No debería haber ningún problema si todo se hace bien. -Vuelve a incorporarse. -Y en el supuesto de que todo salga mal, dejaríamos ir a la diligencia, a la espera de que las otras dos hayan tenido más suerte. Pero influiría mucho en la parte que nos llevemos. Obviamente. -Señala la evidencia de todo esto. -Es decir, si no están todos dormidos y no conseguimos dormirles de ninguna forma... no entramos a hacer nada. Si nos pillan, seremos expeditivos, y si no nos pillan... será demasiado tarde cuando se den cuenta. -Se moja los labios, dando una palmada. -Una vez tengamos la diligencia la llevaremos a un taller de reparación de mi propiedad, ahí la dejaremos y volveremos a caballo a la espera de que recibamos nuestra parte, que nos la hará llegar el señor Shine en cuanto todo esté listo y haya pasado lo peor. ¿Alguna pregunta?

Así que ingrato, ¡encima que me molesto en intentar contrastar los datos!

Era una suerte que no tuviera preguntas, porque se me habían quitado las ganas de hacerlas. ¡Y si al final teníamos que morir mejor! Total mi parte en lo único que iba a consistir era en iniciar una pelea, por lo que ni siquiera tenía que pensar en nada, y estaba seguro de que podía aguantar varias peleas de borrachos incluso en mi estado actual, por lo que dejaría a Shine devanarse los sesos cuando las cosas salieran mal, que hasta empezaba a tenee ganas de ello.

Estaba intentando atar cabos con toda la información que me suelta Shine, pero no es hasta que Blackwood dice lo que estoy pensando cuando dejo de hacerlo. Se me escapa media sonrisa al ver que toda la culpa va cayendo sobre el cojo y que por una vez me voy a librar de ese pequeño mal que es tener la mirada amenazante de alguien sobre mi cabeza. Por lo demás, escucho atentamente, asintiendo o haciendo algún otro gesto con las manos para dar a entendrr que sigo prestando atención. Bueno, el plan no suena MUY peligroso y mi recompensa dará igual, lo importante es que esté allí y que al menos una de las tres consiga ser robada. 

- Bien... No hay más preguntas... Excepto una.   - respondo, recostándome por primera vez cómodo en la silla, alternando la mirada entre ambos lobos hambrientos de poder. Si sacase algo extra con todo esto, me alegraría más, pero qué demonios. Su expresión es contagiosa y ese ansia es algo que ninguno podemos evitar, así que no me extraño cuando me encuentro a mí mismo con una sonrisa de satisfacción, expectante y otra vez echado hcia delante en el asiento - ¿Con qué tenemos que empezar? 

El Anarquista gira la cabeza hacia Eliott, tras escuchar su última pregunta. Enarca una ceja, pensativo. 

-Depende de la información que consigamos a lo largo de mañana. -Cambia su objetivo al señor Blackwood. -Con un poco de suerte tendremos el mismo modelo de diligencia, los somníferos y a alguien dentro de la taberna. No necesitamos más. -Se recuesta, acomodándose en la silla. -Tampoco llevaremos armas de fuego. No quiero que a nadie se le escape el dedo en un momento de tensión no controlado.

Tras la respuesta, se despide de vosotros invitándoos a tomar algo en el bar. Él se tiene que poner a organizar lo de mañana junto con el señor Blackwood, que se despide de vosotros con un movimiento de cabeza. Sois acompañados hasta el bar, en el que Eliott puede ver a Clementine trabajando con una sonrisa en el rostro. Una vez ahí sois libres de marchar o quedaros a aceptar la invitación del señor Shine.

El día siguiente pasa más lento de lo que os gustaría, cada dos por tres estáis mirando el reloj, comprobando que el tiempo pasa más lento de lo normal. El nerviosismo es creciente en vosotros a medida que la hora de juntaros llega. Quizá salís de casa demasiado pronto, o quizá sois capaces de aguantar lo suficiente como para llegar justos, pero lo cierto es que ambos llegáis con tiempo a la taberna del Anarquista. Ahí dentro todo es bullicio, un montón de gente se encuentra tomando algo en la parte del bar, mientras que en los almacenes todo es un ir y venir de gente preparando el golpe. Debe de haber una veintena de personas por lo menos. Eliott puede identificar a algunos como los hombres de Blackwood, sobre todo a aquellos que le acompañaron a casa tras su particular reunión. 

En una pizarra hay dibujado un mapa de carreteras, donde tres lugares han sido marcados. Las carreteras dibujadas tienen un origen, Edimburgo, y un destino, Londres. Aunque hay más de tres rutas marcadas, las tres más importantes están dibujadas en rojo, las que pasan por Leeds, Nottingham y Leicester. Cuando os acercáis a ver todo más de cerca, podéis observar tres diligencias del mismo color, aparcadas en el interior del almacén. Todas llevan en la parte trasera una caja fuerte, donde varias personas se ocupan de ocultarlas en la propia carrocería de la diligencia. El señor Blackwood os ve y se acerca a vosotros. 

-Habéis llegado un poco pronto. -Sonríe mirándoos. -¿Os puede el ansia? -Se ríe más abiertamente mientras os indica con un elaborado gesto que le sigáis. -Os voy a dar una indicación... -Gira la cabeza para miraos. -Por si os interesa, pero no digáis que os lo he dicho. -Se para frente a la pizarra. -Shine quiere que vayáis a por la diligencia de mi tío, pero el premio gordo va a estar en la parada de Nottingham. -Se encoge de hombros. -Esa diligencia va a llevar la donación de las familias nobles. Yo intentaría estar en ese equipo, en vuestro lugar. -Dicho esto, sin miraos tan siquiera, se aleja de ahí y va a seguir dando instrucciones a sus hombres para tenerlo todo preparado para la hora.

Llegada la hora, quedando poco por hacer el señor Shine reune a todos los que van a ir en las diligencias, que van a ser nueve personas en total. Tres por cada diligencia, más dos de apoyo en los alrededores. Explica el plan en el que os indica que debéis ir a Leeds, y es básicamente lo que ya sabéis de antemano. Dormir a los de seguridad más una reyerta de distracción para terminar por dar el cambiazo. Todos llevaréis una navaja, por si las cosas se ponen feas. En cuanto se haya dado el cambiazo, se vuelve al almacén con la diligencia. Para que el plan tenga éxito hay que salir un par de horas antes de la hora de reinicio del viaje de la diligencia de seguridad para evitar que se confunda la vuestra en la entrada. Con lo que se tiene una pequeña ventana de 4 o 5 horas cómo máximo, desde que paren, se tomen los somníferos y hagan efecto. Puede parecer tiempo, pero hay que contar con los imprevistos. Si en esas 4 o 5 horas no se ha podido hacer nada, habrá que cancelar el plan. Y eso no es algo que parece que les guste escuchar a ninguno.

Todo había cambiado, demasiado, desde aquel puñetazo con el que tumbaste al cocinero. No sólo en tu vida, también la ciudad, y no precisamente a mejor. Los recientes asesinatos de las putas en Whitechapel eran un clavo más en el ataúd en el que se había convertido esta parte de Londres. Pasear por la ciudad se había convertido en un deporte de riesgo, no sólo por los animales que paseaban por la ciudad, si no por la cantidad de robos, amenazas y todo tipo de delitos que se daban en la ciudad sin que nadie, ni tan siquiera tú mismo, están al margen de ellos. Ya sean niños, rebuscando en los bolsillos alguna moneda con el que comprarse un mendrugo de pan, una mujer armada con una navaja oxidada en algún callejón oscuro, o algún desesperado, hambriento que ya no tiene nada que perder. Aún así, los que te reconocían y tenían suficiente cabeza como para no meterse contigo, te dejaban en paz en busca de una víctima más asequible a la que sacar los cuartos. Pero cada día aumentaba el número de desesperados.

Sólo habías escuchado rumores, al parecer el Anarquista estaba preparando un golpe lo suficientemente grande como para mantenerlo en secreto entre los suyos. No era algo cotidiano, pues los golpes que se solían dar eran ajustes de cuentas, petición de dinero por protección y ese tipo de trapicheos de poca monta a los que estabais todos acostumbrados. Todo enfocado a mantener el territorio de la banda. Unos márgenes que sólo se mantienen a base de fuerza. Por ello, es entendible la sorpresa general cuando el señor Shine, una noche antes de comenzar a prepararlo todo, os explico lo que se estaba barajando. Un golpe al transporte del dinero de la reina. Un golpe al mismísimo corazón del imperio.

Era por todo el mundo sabido que la reina había organizado una recepción, llamando a todos los nobles de la unión y, juntándolos por primera vez con los adinerados empresarios en el palacio de Buckingham. También se sabía que todos estos años de guerra a lo largo de las colonias estaban costando tal cantidad de fondos que, la única razón por la que rompía el protocolo establecido desde que el hombre es hombre y juntaba la sangre azul, con los nuevos ricos, era para pedirles que financiaran la campaña militar que se estaba extendiendo demasiado. Todos y cada uno de los años de reinado de Victoria habían estado teñidos de la sangre de sus soldados en las colonias. No se podía permitir que se perdieran, pero los costes eran terriblemente grandes. Suponían el mayor agujero a la economía británica desde que se tienen informes de ello. Las "donaciones" iban a producir un efecto devastador en las arcas de los bancos, que no se podrían permitir transferir el dinero por sí solos, ahí entraría el gran Banco de Escocia, que prestaría los fondos necesarios a los bancos londinenses para hacer frente a la demanda. Una oportunidad única.

Los preparativos para el gran golpe se estaban llevando a cabo a una rapidez endemoniada. O eso te parecía a ti mientras esperabas paciente a que te asignaran a una de las tres diligencias que tenían guardadas en los almacenes traseros de la taberna. El plan te lo había explicado Sullivan, la mano derecha del jefe. Un hombre de pocas palabras que no había dejado de gritar desde por la mañana, no iba a ser un golpe vuestro únicamente, se había pactado con los hombres de Blackwood, un propietario de fumaderos de opio, a parte de llevar apuestas ilegales, casinos y otro tipo de actividades delictivas, pues ellos conocían las rutas que tomarían las diligencias, desde Edimburgo hasta la capital. Pero poner de acuerdo a hombres que se matarían entre ellos en vez de cooperar, era jodidamente difícil. Al menos, la promesa de un botín inigualable, era motivo suficiente para que pudieran trabajar todos juntos. Ya era casi de noche y se había relajado lo suficiente como para poder hablar con él. Cuando las diligencias se habían preparado como a él le parecía correcto se acercó a tu posición, encendiendo un cigarrillo.

-No me gusta tener a los hombres de Blackwood aquí. -Da una larga calada a su cigarrillo. -Estoy seguro de que alguno de esos hijos de puta va de opio hasta las putas cejas. -Suelte el humo por la nariz y la boca. Acaba por negar con la cabeza. -Bueno, ¿Sabes lo que hay que hacer, verdad? -Comenta mirándote, mientras vuelve a dar una larga calada al cigarrillo. -Es un golpe limpio, o debería. Por eso vais a ir sólo armados con navajas. -Asiente con la cabeza. -Te tocará ir con los dos nuevos, y un par de hombres de Blackwood, pero estos servirán sólo de apoyo. ¡Que no se suban a la puta diligencia! -Mueve la mano, arriba y a bajo, enfatizando sus palabras. -Uno de ellos, de los hombres de Blackwood, estará trabajando de camarero en la taberna que usen para hacer la parada y descansar. Echará somníferos a las bebidas de los seguratas de mierda y, cuando se duerman, que tardarán una hora o dos, se hace el puto cambiazo de de las diligencias y se vuelve lo más puto rápido que se pueda hasta aquí. -Señala con el dedo ínidice el almacén en el que estáis. -Pero cagando hostias, Jason. -Te mira con intensidad. -No podéis permitir que os vean los alguaciles entrar en la ciudad, y su ronda empieza a las siete de la mañana. Si no estáis aquí para las siete de la mañana... estamos jodidos. ¿Lo pillas? -Pisa el cigarrillo, para terminar por encenderse otro. -¿Alguna pregunta?

Como bien había dicho Blackwood cuando me topé con él, estaba nervioso. ¿Cómo no estarlo si de esta locura iba a depender mi futuro? Además estaba el detalle de que íbamos a cometer un delito y que nada les impediría a los robados tomar represalias.

Si es que llegan a saber qué ocurrió y quién lo provocó.

Reconozco sin que eso sea un alivio y buena parte de esa culpa la tenía, una vez más, Blackwood. No era bueno que nos hubiera revelado lo del "premio gordo", sonaba a que a tenía planes propios con la diligencia de su tío y eso no era bueno, más bien al contrario.

Por eso mismo esperé paciente a la hora de la reunión y escuché el plan con cuidado, los detalles iban a ser importantes y cuando finalmente terminó la reunión, me crucé con Shyme.

- Blackwood parece tener su propio plan.

Le advertí sin entrar en más detalles, porque si bien era un cabrón, podía confiar en que cumpliría su parte hasta el final, aunque luego pudiera cambiar de opinión y volverse avaricioso.

Me alegraba que Clementine estuviera más contenta. Tal vez porque veía una salida y mentiría si dijera que yo no, pero no quería confiarme demasiado por el momento. Por primera vez, desde que empezó todo esto, pude dormir bien... O dormir, más bien. Los dos que podrían matarme se habían unido y me necesitaban por el momento, así que seguiría con vida un día más.

Pero los nervios por no cagarla, por no llegar tarde, hacen que me levante más bien temprano, queriendo estar allí antes por si ocurre cualquier cosa. Y en efecto, para cuando llego veo que todo ya se está preparando. Me encojo de hombros y le dirijo una sonrisa de "qué remedio" a Blackwood cuando pregunta. A diferencia de su "ansia" por llevarse el botín, yo estoy aquí por pura necesidad y mi única ansia es la de Shine diciéndome que me puedo ir con mi hermana y que no va a matarme. Pero si termina por liarla en un plan paralelo...

Cuando por fin llega Shine, me preparo sin rechistar para la que va a Leeds. Echo un rápido vistazo de reojo al cojo cuando le suelta la perlita al Anarquista, pero decido mantenerme con la boca cerrada. No voy a meterme en sus traiciones para acabar muerto. Si quiere hablar el "valiente" que así sea...

Jason asintió el plan con una sonrisa. De hecho le hacía un poco de gracia la preocupación con la que se tomaba Sullivan el plan. Sabía lo que había en juego, no era un estúpido. Pero digamos que él no era del tipo de personas que se preocupan, había nacido con otro tipo de estrella.

-No. Traeremos la diligencia a las 7.- Le dijo, aún sonriente y tranquilo como él solo. Había entendido bien las instrucciones, el plan le parecía sencillo: Sólo tenía que mantener a aquellos tipos de Blackwater a raya y si sus novatos resultaran unos inútiles, estaba seguro de que podría llevar el plan él sólo. Más mérito para él, si así fuera. Tenía claro que el propio Sullivan saldría reforzado si tenía éxito, pero si saliera SU plan mal y Jason fuera capaz de arreglarlo sobre la marcha... Podía  fantasear hasta con ocupar su puesto. No dudaría un segundo si tuviera que pasarle por encima, Sullivan no le parecía tan duro como él pretende aparentar.

Shine mira a Scott en silencio, durante unos segundos. Su rostro no muestra ninguna emoción, pero su mirada está cargada de odio. Gira su cabeza hacia Blackwood y anda en dirección a Sullivan, que se encuentra hablando con un hombre que destacaba entre los demás por la tranquilidad de su postura y la sonrisa que se dibujaba en su rostro. Llevaba puesta una gorrilla, como al parecer estaba empezando a estandarizarse entre las bandas criminales de Londres, que no eran pocas. Shine se lleva a un lado a su segundo al mando e intercambian unas palabras, el gesto de furia del Anarquista y la cara de sorpresa de Sullivan ya indica que algo no va del todo bien. Pero ambos se separan, el segundo al mando en dirección a la diligencia que va a ir a Nottingham y Shine pidiéndole, con un grito de desagrado, a que Scott ha señalado como "traidor" que vaya a hablar con él. Blackwood os mira, enarcando una ceja, mostrándose molesto, pero en cuanto el Anarquista le da la espalda, se le dibuja una sonrisa lobuna. Mete sus manos en el pantalón y camina detrás de él.

-¡Vosotros, a Nottingham! -Espeta el Anarquista al pasar por vuestro lado, sin dar tiempo a reproche alguno. Termina metiéndose en el despacho. 

-Bien jugado, chicos. Bien jugado. -Dice Blackwood, silbando y caminando despreocupado en dirección al despacho de Shine. No os dedica una mirada, pero parece bastante despreocupado.

Sullivan cambia de diligencia a los hombres de Blackwood, que se encontraban en la que iba de camino a Nottingham, y llevándolos a la que irá a Sheffield. Luego, os hace señas de que os acerquéis, junto al hombre despreocupado, a la diligencia que acaba de vaciar para vosotros. Espera a que lleguéis, algo impaciente, sin dejar de mirar el reloj de bolsillo que lleva guardado en el bolsillo, enganchado con una cadena de oro. 

-Teneís un viaje largo por delante. Ya habrá tiempo para las presentaciones mientras viajáis. -Os explica un poco cómo hacer el cambio de caballos de una diligencia a otra, por si alguno no lo sabía, que no hubiera ningún problema. -Recordad el plan y no os salgáis de él. -Pasea la mirada por cada uno de vosotros. -Recordad, debéis llegar aquí antes de las siete de la mañana, o la patrulla de guardia estará en la entrada a la ciudad y no podréis pasar.

Sin tiempo para más, os abre las puertas y salís en dirección a Nottingham. El viaje son en torno a unas once horas, pero es un viaje tranquilo. Si queréis podéis hacer turnos para poder dormir en la propia diligencia. La hora prevista de llegada son las doce del mediodía. (Noon)

Al llegar al punto de encuentro, dejáis la diligencia escondida a la entrada de la ciudad. Debéis esperar a que lleguen los del transporte enviado desde Edimburgo, pero lo que está a punto de pasar no es tan apacible como el viaje hasta el momento.

Cuando os juntáis con los hombres de Shine que os estaban esperando en la ciudad, que son dos personas de apoyo, os informan de que el compañero que iba a hacer de camarero está enfermo y no ha podido acudir al puesto de trabajo. Por lo tanto, no hay forma de drogar a los de seguridad de forma fácil. Tampoco a aparecido el chico de las caballerizas, la noche anterior fue a un casino ilegal y perdió más dinero del que llevaba encima, por lo que le han dado una paliza que lo han dejado hospitalizado. Sin el chico de las caballerizas, la diligencia no se guardará en la taberna que se supone que van a hacer la parada. Escogerán otra que ni saben cuál puede ser, ni si será posible hacer el cambiazo. 

Se quedan apoyados en la pared, esperando a que ocurra un milagro, pero ellos ya dan la misión por perdida.

El viaje fue tranquilo para Jason, ni llegó a presentarse, ni habló demasiado con los otros muchachos. Tampoco decidió hacer guardia -La mejor forma de pasar inadvertido es actuar como si no te fueran a advertir.- Después llegaron los problemas. No tener al camarero no era para tanto, el plan se podía realizar, pero lo de las caballerizas era demasiado. Estaba acostumbrado a algunos desajustes en los planes, pero esto era demasiado. Era como si les hubieran echado un mal de ojo gitano o algo de eso...

Recordaba las palabras del Anarquista: "No os salgáis del plan", pero, joder, por momentos como este es por lo que delegas en alguien serio y no en un patán estúpido que se deja el dinero que no tiene en un casino. 

-Chicos, cambio de planes.- Dijo de repente. Mierda, la verdad es que la única cosa que se le ocurría era asaltar la diligencia como unos matones cualquiera. Quizá no fuera más que un matón estúpido, pero ahora había que comprobar si era un estúpido con suerte y él no tenía mucho que perder.

-Seguiremos a la diligencia y esperaremos a que paren. Cuando vayan a bajar les asaltamos a la vieja usanza, sin drogas, sin trucos, rápidos. Nos damos a la fuga y luego seguimos el plan, damos cambiazo de diligencia y llegamos antes de las 7.- Jason mira inquisitivivamente a los muchachos. -Veremos que tienen que decir estos mierdecillas de mi plan.-

No puedo evitar mirar con algo de desprecio al cojo, viendo que nos habían metido a ambos en el mismo saco. Genial, si le jodo el plan a Blackwood, ya me puedo ir despidiendo de mis días de tranquilidad... 

El viaje por lo menos no resulta tan agobiante como se esperaría. Al poco de salir, ya se había dejado atrás el olor de la humedad del puerto y el hollín que cubría los edificios de la ciudad. Mi herencia escocesa se sentía a gusto en el exterior, más cerca de lo verde que de lo gris, pero mi parte más neurótica veía eso como un lugar demasiado amplio, por el que podrían atacarnos desde mil sitios. Pero por suerte para la segunda, no pasa nada de eso.

El problema, como se veía venir, estaba en el punto de llegada. Como haya sido cosa del malnacido de Blackwood... Claro que él no podría saberlo, ¿no? Al finalizar la historia, casi me dan ganas de unirme a ellos y quedarme esperando sobre la pared... Hasta que oigo al tipo de la gorra que nos acompañaba. Le miro con los ojos como platos y espero unos segundos a que diga que es una broma, sin mucho éxito, antes de esbozar una sonrisa sarcástica y mirarle negando con la cabeza. 

- ¿Eres nuevo, sordo o sólo te han contado parte del plan? La idea no es sólo llevarnos el cargamento, lo que sería más o menos fácil si entrásemos a lo loco y no tuviéramos en cuenta que se trata de guardias entrenados y bastante más armados que nosotros. - Primer fallo de tu plan. - Lo importante es sobre quién va a caer la culpa de esto. El plan inicial era así de "suave", - Porque ya veo que tenemos otros como el cojo, que si no se dedica a soltar puñetazos no es feliz o algo. - precisamente porque el hecho de que unos guardias acaben borrachos y a mamporros en la taberna y no se enteren de que llevan todo el rato un cargamento de tristes piedras es fácil de ocultar. ¿Los guardias dirán que se emborracharon, se distrajeron y dejaron la diligencia a solas unos minutos? ¡Por el amor de Dios, claro que no, si no quieren que les corten la cabeza! Así que sólo quedará pensar que el problema estaba allí de antes. ¿Ves el problema de todo lo que estás diciendo? - me acerco, más incrédulo que amenazante - Si no lo hacemos bien, estamos jodidos. Si nos reconocen, estamos jodidos. Y si encuentran al que ha organizado todo esto por nuestra culpa, estamos jodidos. 

Levanto los brazos con desesperación y los dejo caer de la misma forma, alejándome un par de pasos. Esperaba que le hubiese quedado todo eso claro, pero si hay algo a lo que temo además de a las balas, los cuchillos, los asesinos y los locos, es a los cabezotas. Me giro hacia los otros dos, pensando un plan, sabiendo que ninguno de mis compañeros va a querer quedarse a esperar. 

- ¿No hay una forma de hacerse pasar por el de las caballerizas o un hermano o familiar suyo que vaya a trabajar en su lugar? La otra opción es seguir a la diligencia y esperar que les podamos distraer de otra forma... Pero sin llegar a pelear con ellos directamente. - digo girándome hacia el nuevo. Si es que la va a liar, estoy seguro. Más me vale buscar la forma de escaparme rápido si las cosas van mal...
 

Tras verlo desaparecer con Shine ya me imaginaba el destino de Blackwood y la única duda que tenía era si terminaría degollándolo o directamente le pegaría un tiro. Un detalle ínfimo por el que preocuparme, especialmente a raíz de los incidentes que nos encontramos en Nottingham y lo poco que importaba lo que pudiera pasarle a ese tipo.

Para empezar el viaje fue horroroso, la pierna me dolía, la conversación prácticamente nula y que los problemas se nos echaran encima nada más llegar fue una auténtica putada. Y lo peor fue que el tipo de la gorra, aquel quién se suponía que contaba con la confianza de Shine, lo primero que pensaba hacer era mandar todo a tomar por culo y jugar por su cuenta. ¿Acaso no había aprendido nada? Todo parecía indicar que si, que no había aprendido absolutamente nada, afortunadamente el niñato de Green anduvo rápido y también listo.

- Yo puedo hacer el papel del camarero - declaro confiando en ser capaz de adulterar las bebidas - En cuanto otro les suelte el primer puñetazo no les extrañará que alguien como yo esté para garantizar el orden del local - prefería poner soluciones lo más fieles al plan inicial que aventurarme en una idea estúpida - Ahora bien, ¿quién de vosotros quiere partirse la cara?

Soluciones si, pero prefería no jugarme el culo si podía evitarlo y con el cambio de plan era lo que iba a ocurrir.

Los hombres de Shine os miran, alternativamente. No les gustan los cambios en los planes, pero mucho menos les gusta volver con las manos vacías. Aunque parecían reacios a acatar el plan de Jason, las palabras de Eliott y las de Ailbert parecen convencerles de ponerse manos a la obra. Uno de ellos se rebusca en el bolsillo interno del chaleco, y termina sacando una botellita llena con un líquido transparente. Señala con el dedo a Ailbert y se la entrega.

-Si vas a ser el camarero... lo necesitarás. -Dice dándole la botellita. -No han contratado a nadie aún para suplir la baja de nuestro compañero. Así que es posible que te quieran contratar. -Se encoge de hombros. -Si lo consigues, nosotros seguiremos el plan. -Se miran los dos. -En cuanto estén dormidos o inconscientes... Daremos el cambiazo a la diligencia. -Asienten con la cabeza. -Si no vemos movimiento esta noche... nos iremos. Ya nos veremos en el refugio de Shine. Suerte.

Los chicos se marchan por donde han venido, dejándoos a los tres, a la espera de que toméis la iniciativa. 

Jason les miraba con una sonrisa burlona mientras aquellos dos se dedicaban a poner verde su plan. -Deben de estar nerviosos estos imbéciles... Supongo que hay motivos para estarlo.- Tras terminar ambos, se formó un silencio incómodo que duró unos segundos hasta que decidió romperlo con una carcajada un tanto extraña, no tanto por el sonido, sino por el retardado con que surgió la misma, como si Jason hubiera estado procesando toda la información y hubiera concluido que lo mejor era reírse. En verdad lo que le hizo gracia fue lo primero que dijo el primer tipo, lo de preguntar si era sordo. Era bueno que riera, porque en otro momento le hubiera pegado hasta aburrirse o hasta que se le fuera la ira, lo que pasara primero. Pero sabía no debía hacerlo, bastante jodidas estaban las cosas ya. Así que, volviendo al momento de la risa retardada, Jason rió y después de reírse dijo tan tranquilo:

-Sí, has acertado, sordo de un oído. En una pelea, me golpearon por detrás con una barra de hierro.- Se encoje de hombros.- Y lo que le hice a aquel mierdas no será ni la mitad de lo que te haré a ti si las cosas salen mal.- 

-Así que vamos, no te cortes, ya tienes el camarero, sigue contando que haremos.- Les mira con una sonrisa.

Por una vez me alegra ver que el cojo y yo estamos de acuerdo. Y a la vez me preocupa aún más. Pero por lo menos parece que los otros dos chicos se muestran conforme y nos pasan el relevo importante. Bien, el cojo está bien ubicado y sólo queda que no la cague. Ahora Mr. Puños y yo... Antes de que pueda seguir con el plan, escucho su risa y pongo los ojos en blanco un momento. Un bruto me resultaba incluso menos amenazante que los tranquilos y "amigables" jefes que habían orquestado todo eso, pero tampoco quería llevarme una paliza porque le apeteciera. 

- Si tantas ganas tienes de desfogarte, no te preocupes que lo harás. Tú... - a falta de nombre, Bruto - ​​​​​​... esperarás fuera a que la diligencia decida si pararse aquí o no. Si paran, entras, te sientas como un cliente cualquiera y después de que nuestro amigo les sirva las bebidas, puedes buscar cualquier excusa para partirle la cara a uno de ellos. - Que seguro que no te hace falta pensar mucho... Más bien no te hace falta pensar, no te preocupes. - Si no paran... Puedes ir a buscar al hospitalizado para darle otra paliza, porque si de alguien ha sido la culpa, es suya. - Que no mía, joder. Una vez aclarado esto, me giro hacia el cojo que extrañamente me parece más amigable y sigo hablando - Entraré contigo ahí e intentaré ocuparme de las caballerizas. Nada de usar nuestros nombres reales. Ya bastante que nos van a ver la cara... Lo mismo va para ti. - me giro al Bruto y luego miro a ambos - ¿Alguna pregunta o vamos a ello? 

No quería saber de que se trataría aquel liquido, aunque era fácil suponer que se trataba de algún opiáceo, ahora bien, estaba por ver si cambiaría el sabor de la bebida, los dejaría inconscientes o directamente los mandaría al otro barrio.

- Pues ya está todo.

Declaré como si todo estuviera en orden, lo cual quizás fuera aventurarse demasiado, pero no pensaba que hubieran más detalles que discutir salvo que el subordinado de Shine tuviera objeciones.

Con el nuevo plan improvisado, os acercáis a la taberna indicada. No es gran cosa, pero es de las pocas que tienen habitaciones que no están destinadas a pasar un rato agradable acompañados de una mujer alegre. El salón es lo suficientemente grande como para tener varias mesas en las que comer, jugar a algún juego de cartas o al dominó. La barra, en forma de ele, recorre el fondo del local, desde las escaleras hasta la puerta de entrada a las cocinas. A pesar de la hora que es, el ambiente está muy animado y hay bastante gente, sobre todo a lo largo de la barra, donde un camarero rollizo, con bigote poblado y una calva prominente, se esfuerza en poder atender a todos sus clientes. Una camarera de apoyo, de cintura parecida a la que ostenta el dueño del local, ayuda como puede al desesperado camarero que empieza a sentirse bastante frustrado. 

Nada más entrar puedes escuchar comentarios jocosos de los clientes, al parecer habituales dada la confianza que tienen, por las largas esperas a los que están siendo sometidos. Gracias que no parece entender, o compartir el bigotudo dueño de la taberna, que empieza a contestar de malas formas a sus clientes, arrancando más risas entre ellos. En las mesas hay algunas personas comiendo, a juzgar por el olor, salchichas en salsa y roastbeef son los platos más demandados en este lugar, siempre acompañados por una pinta larga de cerveza rubia, que si os paráis a contar, las jarras vaciadas encima de cada mesa sobrepasan, ampliamente, en número a los platos. Incluso hay alguno cabeceando, adormilado, por el efecto del alcohol.

Tras dar unos pasos hacia el interior, el dueño os mira y pone los ojos en blanco. 

-¿Se puede saber qué cojones pasa hoy? -Se queja en alto. -Quizá queráis ir a dar por culo a otro bar. Hoy estamos sin personal y os va a tocar esperar mucho hasta que os podamos antender. Pero vosotros escogéis, chicos.

El bar vuelve a estallar en carcajadas, y se vuelven a escuchar comentarios exagerando el tiempo de espera, recibiendo una mirada furibunda del camarero.

Nada más entrar, me tengo que contener por no sonreír en medio del caos de la taberna. Perfecto, dudo que tengamos muchos problemas para entrar al menos. Observo las pintas y empiezo a recordar el viaje de mierda que he pasado con estos dos locos y que incluso me conformaría  con poder comer y beber tranquilo antes de que todo pase. Pero hay que acabar el maldito trabajo y luego a volver a pudrirme en las cloacas...

Avanzo fingiendo estar algo nervioso, incluso arreglándome el pelo rápidamente antes de avanzar hasta la barra, enfrentándome a la mirada cansada del dueño. Al llegar, carraspeo, pongo mi gesto de niño bueno y perdido y le sonrío.

- N-no se preocupe, señor. Al contrario, mi amigo y yo veníamos a ayudar. - señalo al cojo, a quien he arrastrado conmigo al interior, y me acerco un poco más a la barra para hablar de forma algo más confidente - Nos han contado que hoy ha habido problemas por aquí y que tal vez tendría trabajo para esta noche. Necesitamos... Quiero decir, que nos vendría bien... algo de dinero. - carraspeo, casi avergonzado de decirlo - Aunque sea sólo un día. Mañana ya volverá a tener a sus chicos habituales y no tendrá que preocuparse por nosotros. Pero me da que hoy, por lo menos, va a necesitar ayuda... - me separo levemente, echando un vistazo rápido al local abarrotado y esperando su respuesta.