Nombre: Madison Price.
Edad: 25 años.
Nacionalidad: Norteamericana.
Fecha de Nacimiento: 11 de noviembre.
Signo: Escorpio.
Profesión: Pole dancer en el Excalibur.
Altura: 1,75m.
Complexión: Fibrosa y atlética.
Piel: Tostada.
Ojos: Verdes y vivaces.
Cabello: Castaño, con reflejos dorados cuando le da el sol. Media melena. Suele llevarlo suelto.
Cicatrices: Una pequeña marca en la espalda de un accidente de moto.
Tatuajes y perforaciones: Tiene muchos agujeros en la oreja izquierda, le gusta combinar aros y pendientes de distintos tipos. En la muñeca derecha tiene un tatuaje que la representa a ella misma montando.
Vestimenta: Cuando no está trabajando suele llevar ropa cómoda. Vaqueros o shorts, camisetas lisas, de tirantes en verano, botas militares con los cordones desatados. Para salir por la noche, falda y tacones. Chupa negra para montar en la moto.
Madison es un culo inquieto. Necesita estar en continuo movimiento y su cerebro no parece dejar nunca de funcionar. Es impaciente e incapaz de permanecer demasiado rato sin hacer nada. Es adicta a la adrenalina y le encanta probar cosas nuevas. En contrapartida, tiene tendencia a dejarlas a medias. Empieza muchas actividades, pero pocas consiguen mantenerla enganchada durante mucho tiempo. Bailar es una de ellas. Montar en "su pequeña" es otra.
Simpática, descarada y divertida. Le encanta hablar con la gente, es muy sociable. Leal con sus amigos y con el club. Sarcástica con sus enemigos.
Sus padres están divorciados, ella vive con su padre en Charming, donde nació. Su madre vive en Nevada, se fue después del divorcio. Madison pasó fuera de Charming tres años, desde los diecinueve a los veintidós.
A su regreso empezó a trabajar como pole dancer en el Excalibur, bajo el ala de Jessica Crane. No es una stripper, ni una puta. Sólo baila en la barra. Aunque en ocasiones acepta hacer pases privados para sacarse un dinero extra.
Está muy unida al club y a sus miembros, aunque por el momento sólo como asociada. Ahora ha oído que están pensando en aceptar a una chica como integrante y tiene la antena puesta.
No se le conoce novio, novia, ni más familia cercana que su padre.
Madison siempre fue una niña espabilada. Un cerebro privilegiado, decían de ella sus profesores de primaria. Y, sin embargo, había algo en ella que no terminaba de encajar. Es verdad que era lista, lo suficiente para darse cuenta ella misma antes que muchos adultos. Lo suficiente para disimular y aprender a portarse como los otros niños. Ella sabía que no era como ellos, que lloraban, reían y se emocionaban por todo. Las cosas que a ella le hacían reír no eran las mismas y enseguida notó que a los demás ni siquiera les parecían divertidas. No sentía la necesidad de que la abrazasen cuando se hacía una rozadura en la rodilla. Y, por algún motivo, le gustaba provocar el caos y sentarse a ver qué sucedía después. Hacer que un niño le tirase a una niña de las coletas y luego contemplar cómo le reñían con cara de angelito.
Así fue siempre, aunque al crecer fue depurando su técnica para disimular. Parecía una niña normal, activa (tal vez demasiado), sana, divertida, feliz. Pero sus risas, sus sonrisas, sus expresiones de asombro... en gran parte eran respuestas que había automatizado.
Claro que también había cosas que le gustaban, o le disgustaban, que le divertían, enfadaban o le provocaban placer. Disfrutaba con el baile, desde pequeña. Tal vez porque sabía que se le daba bien y con eso podía atraer miradas y atención. Le encantaba tener la atención de otros. Por eso mismo se hizo animadora en el instituto. Le gustaba experimentar. Probar cosas diferentes, siempre andaba en busca de nuevas emociones. Pero el interés solía durarle poco. Enseguida se aburría y necesitaba nuevos estímulos.
Lo que no le gustaba era estudiar. Un cerebro privilegiado... pero totalmente desaprovechado, en opinión de sus profesores del instituto. Simplemente Madison pasaba de poner atención en clase. Era más divertido ser la rebelde, la que se juntaba con chicos mayores en el recreo, la que se pasaba los sábados en el club de moteros. Se graduó por los pelos y gracias a la ayuda de Kill y Charlotte.
Tal vez se habría planteado estudiar una carrera si no fuese porque entonces llegó el incidente. Todo comenzó con el divorcio de sus padres. Diane estaba harta de Andrew y sus tratos con el club. No fue lo único, claro. Fueron años de lidiar con una vida que le parecía de menos categoría de lo que ella merecía. Al final la bomba de presión que llevaba años gestándose en casa de los Price estalló y se llevó su matrimonio por el camino. Madison fingió que no le importaba, pero en realidad aquello desestabilizó alguna pieza que no andaba bien ajustada en su interior. Lo que hasta el momento había sido tan sólo una leve rareza, tenía también su lado oscuro.
Empezó a pasar todo su tiempo fuera de casa. A beber. A probar todas las drogas que se le pasaban por delante. Y sus pequeños jueguecitos de manipular a otras personas subieron de nivel. Por aquel entonces tenía un noviete, Paul, que besaba el suelo que ella pisaba y al que manejaba como una marioneta a base de sonrisas, miradas gélidas y pequeños roces.
Y así, mientras en casa todo eran gritos y portazos, fuera de ella Madison se dedicaba a envenenar lentamente la mente de Paul, hasta hacerle creer que había un chico en el pueblo que la estaba acosando y persiguiendo. El chico ese ni siquiera era consciente de haberla agraviado nunca, la verdad, pero una vez que estaba borracho había bromeado sobre la madre de Madison y lo buena que estaba. Suficiente para que la chica lo convirtiese en su objetivo. O en el objetivo de Paul, mejor dicho.
Estuvo tensando la cuerda hasta que Paul perdió los papeles una noche y el chaval terminó con la cabeza abierta. Luego todo fueron lágrimas, yo no sabía, es que Paul tiene mucho carácter, etc, etc. Paul ya era mayor de edad, así que se lo llevaron a prisión. Y ella no podía quitarse de la cabeza la imagen de la sangre de ese chico manchando el asfalto. Se preguntaba cómo debía haberse sentido Paul en ese momento. ¿Poderoso? ¿Asustado? ¿Cómo se sentiría ella?
Pero Diane, aunque estaba sumergida en la batalla legal con Andrew, tuvo la perspicacia suficiente para darse cuenta de que algo le estaba pasando a Madison. Intuición de madre, tal vez, pero ella sí que había notado las rarezas de su hija. Así que en un descuido se hizo con el móvil de Madison y terminó comprendiendo lo que había pasado. Cuando se fue de Charming, se la llevó, pero no a Nevada, sino a un sanatorio mental, donde la internó.
Psicopatía, narcisismo, no tenía un cuadro criminal, pero sí las bases para llegar a uno. Así que trabajaron con ella durante tres años. Y durante ese tiempo ella seguía imaginando la sangre en el asfalto y preguntándose cómo se sentiría si fuese ella la que la derramase. No le costó demasiado que los médicos empezasen a confiar en ella. Era una buena chica, al fin y al cabo. Y había sufrido el divorcio de sus padres, que la había desestabilizado. Pero ya estaba mucho mejor, se tomaba puntualmente su medicación y no demostraba ningún impulso dañino. Así que al final, tras una larga evaluación, le dieron el alta.
Para entonces ya era mayor de edad y ni loca se iba a ir a vivir con su madre y su nuevo marido con su cara de pánfilo. Que quería ser como un padre para ella, le había dicho el cara-sapo en su última visita. Y una mierda. Ella ya tenía un padre y una vida que recuperar. En Charming.
Así que volvió y se puso las pilas. Recuperó a Charlotte. Descubrió que Jesse ya no le parecía tan mayor como cuando era una cría y que era un tío divertido. Ya no estaba Diane para oponerse a que pasara su tiempo en el club, así que ahí fue donde acabó trabajando, bailando para Jessica. Y era fácil meter la nariz en todo desde el Excalibur. Tampoco nadie vigilaba que se tomase una medicación que abandonó en cuanto llegó. Andrew estaba contento de tener a su hija en casa otra vez, él ni siquiera había creído nunca que estuviese enferma de verdad, lo achacaba a paranoias de Diane.
La primera vez que se cargó a uno de esos mierdas fue después de escucharlo amenazar a Jessica. La discusión fue acalorada y Madison no perdió detalle. Cuando vio que el tipo dejaba el bar, se fue detrás y fingió tropezarse con él en el parking. Una sonrisa, una caidita de ojos, un mordisco pícaro de labio... y ya lo tenía donde quería, entre los contenedores, con la bragueta abierta y los ojos cerrados. Joder, qué fácil fue meterle la navaja hasta las entrañas. La calidez de la sangre empapando sus dedos, el olor metálico. Por fin supo lo que podría haber sentido Paul. Y le gustó.
Así fue como la encontró Jessica. Por un momento Madison temió que llamase a la poli o la delatase... pero no. La mujer tomó las riendas, la ayudó a lavarse, la mandó a casa y se encargó del cadáver. De algún modo parecía que le había visto utilidad a la chica, más allá de calentar al personal en la tarima.
No fue la única vez, aunque desde entonces sabía que no estaba sola. Jessica deslizaba un comentario en sus oídos y Madison ya sabía a qué pervertido tenía que ofrecerle un baile privado, el último que verían sus ojos.
Tampoco es algo frecuente, cuatro veces ha pasado en los dos años y medio que Madison lleva trabajando en el Excalibur. Suficiente para mantener ese impulso sosegado y para sentir que está echando una mano al club que tiene su lealtad. Una sola vez se han frustrado sus planes. Cuando Mark vio que un tipo la seguía fuera del bar con malas intenciones y se metió por medio para protegerla. Él no tenía por qué saber que Madison ya llevaba la navaja preparada, escondida en la manga. Y el hecho de que la defendiese de ese modo ha despertado cierta admiración, o respeto, en ella por el sargento.
Porque Madison es una tarada y un poco hija de puta, pero siente adoración por los Hijos y lo que representan.
Casa:
No es nada del otro mundo, es la casa en la que vivían los padres de Andrew y que él heredó. Tiene salón, cocina, 1 baño, 3 habitaciones y un cuarto pequeño donde tienen la lavadora. Un garaje que usan como taller casero y trastero y un trocito de jardín con una canasta que nadie usa. En el garaje hay un aseo pequeño.
Henry "Bullseye" Crane | Lo conoce bastante por ser el padre de Char. Lo trata con respeto siempre. |
Kareem "Doc" McKee | Le cae bien, aunque muchas veces no se resiste a la tentación de hacerle bromas por su trabajo como profesor. |
Kurt "Dizzy" Malar | No tiene mucha relación con él. Le parece que mantiene un perfil bajo. |
Randy "Mad Dog" Conley | Le hace gracia. Es un espectáculo en sí mismo y cuando empieza a armar jaleo le gusta mirarlo. Lo trata con desparpajo, porque tiene la sensación de que otra cosa no le gustaría. Pueden tomado juntos una birra alguna vez. |
Lewis "Butcher" Grant | Fascinante. Su ocupación y su temple. A Mad le parece alguien a quien admirar. |
Fauve "Jackal" Avery | Es maja, pero al mismo tiempo también la contempla con algo de rivalidad. Tiene la posición que a ella le gustaría tener y Mad no lleva bien la envidia. La tiene en observación, cree que su indiferencia podría ser postureo. |
Landon "Darling" Mcclain | Le hace mucha gracia el inglesito. No tiene mucho trato con él, pero le habrá gastado bromas alguna vez, siempre de buen rollo. |
Josh "Average Joe" Hill | No le interesa demasiado. Cree que es un blanco demasiado fácil como para prestarle mucha atención. |
Kylan "Tricky" Howe | Siempre es útil llevarse bien con un mecánico, así que se encarga de tener buena relación con él. |
Osvaldo "Daddy" Marsh | Buen rollo. Si siempre está en el Excalibur y es fiestero habrán tenido bastante trato. No que sean inseparables, ni que tengan el feeling que tiene con Jesse, pero sí como para compartir juerga alguna vez. |
Christopher "Gavel" Berger | Ha tratado poco con él. Al poco de empezar a trabajar en el Excalibur lo metieron en la cárcel, así que lo conoce poco. Le parece un buen tío. |
Rylee "Ducky" Wilson | No lo conoce, sólo de oídas. |
Michael "Junior" Mills Jr. | Una marioneta perfecta y con buenos abdominales. |
Miranda Willis, psicóloga:
Con el tiempo pasado tratando a Madison le fue cogiendo cariño y al final la consideraba casi como una hija. Mad supo ganarse a la mujer y conseguir su confianza. De vez en cuando hablan por teléfono, para confirmar que todo va bien. No sabe que Mad dejó la medicación en cuanto salió del centro.
Elroy Demarco, camello:
Era compañero del insti de Mad y después pasó a ser su camello. Es un chico que ha sabido buscarse la vida sin meterse en demasiados líos. Alguna vez Mad y él se han enrollado, pero sin ningún compromiso de por medio. Es una buena compañía para ir de fiesta y más de una vez Mad le ha cambiado su medicación por otras drogas más interesantes.
Andrew Pierce, padre:
Trabaja en el puerto en la oficina de logística. Siempre ha tenido trato con el club, desde joven, y ahora les hace de enlace, haciendo la vista gorda cuando es necesario. No ha superado el divorcio, sigue enamorado de Diane aunque haga años que no se ven. Es un hombre simple y honesto, no le da muchas vueltas a las cosas. La vida es como viene y hay que coger lo mejor que se pueda. Él no cree que Mad necesitase estar interna y se alegra de que saliese de ahí. Su hija le tiene totalmente engañado, confía en ella y le encanta que eligiese vivir con él.
Diane Brown, madre:
Diane proviene de una familia acomodada y cuando se enamoró de Andrew en el instituto aquello fue un drama en su casa. Ella desoyó a sus padres y se largó para vivir con él. Pero no tardó en quedarse embarazada y descubrir que la vida fuera de la clase alta no era tan bohemia y romántica como parecía. Al final se hartó. Muchos años sintiendo que vivía por debajo de lo que merecía y harta de las promesas de Andrew que nunca se cumplían. Harta de que él no dejase de hacerle favores al club.
Es perspicaz, culta y superficial. Fue la que se dio cuenta de que Mad estaba descontrolada y la internó. Estuvo vigilando durante el tiempo que pasó en el centro en Nevada y ahora le gustaría que su hija viviese con ella y su nuevo marido, pero Mad no quiere ni oír del tema.
Louis Brown, padrastro:
Empresario, tiene varios negocios en marcha y su economía va viento en popa. El tipo es un amor. Se siente afortunado de haber conocido a Diane y adora a Madison, le encantaría ser un padre para ella. Ella lo trata fatal, pero él siempre está ahí dispuesto, esperando por si su hijastra decide entrar en razón.
Cronología jóvenes SAMCRO:
Actualidad.
Killian (27) acaba de regresar del ejército.
Hace 3 años.
Madison (22) y Jesse (29) volvieron a Charming (cada uno por su cuenta).
Hace 6 años.
Los padres de Madison (19) se divorciaron y ella se fue de Charming.
Hace 7 años.
Madison (18) acabó el instituto.
Charlotte (20) se fue a estudiar fuera.
Killian (20) se alistó en el ejército.
Hace 9 años.
Charlotte y Killian (18) acabaron el instituto.
¿Murió la madre de Killian?
Hace 11 años.
Jesse (21) se fue de Charming. Para entonces Killian y Charlotte tendrían 16 y Madison 14.
Hace 15 años.
La madre y la hermana de Jesse (17) murieron. Para entonces Killian y Charlotte tendrían 12 y Madison 10.
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Gasto de Puntos gratuitos (15pg):
—1 punto en Destreza (5pg).
—1 punto en Inteligencia (5pg).
—3 puntos de FdV (3pg).
—1 punto de Artesanía (2pg).
Gasto de Puntos de experiencia (27/30px):
—Segundo punto de Fuerza (4px).
—Primer punto de Alerta (3px).
—Primer punto de Callejeo (3px).
—Tercer punto de Atletismo (4px).
—Segundo punto de Alerta (2px).
—Tercer punto de Interpretación (4px).
—Segundo punto de Sigilo (2px).
—Primer punto de Expresión (3px).
—Segundo punto de Expresión (2px).
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