Partida Rol por web

Alyra dio unas vueltas entorno al hombre, Indómito estaba agitado, el caballo saboreaba la posibilidad de competir, no le importaba contra quien, pero sabía que correría.

- ¿busca una excusa para justificar su derrota? - le pregunta con un tono socarrón - pero considere, que no estoy con montura, eso compensará la situación - puede ver que quedaba un poco más alta que Tyler, y le causaba gracia la situación, aunque no buscaría seguir picándolo con aquello para no hacer que se ofendiera. 

- en sus marcas... ¡ya! - salió a la carrera, inclinándose hacia delante y sujetando a Indómito de su fuerte cuello, su cabello se mecía con libertad y sus piernas se sujetaban al cuerpo del caballo, realmente haciendo un solo ser, y haciendo que su vestido se subiera mostrando la turgencia de sus piernas, las mismas que el hombre había pensado que eran fuerte. Alma bajó y planeo detrás de su ama, sabiendo que ya volvían a la fortaleza.

Notaba como iba en aumento su admiración por la joven muchacha. No, no era una muchacha, era una noble mujer, una dama que mostraba ser digna de respeto y valorada, demostrando pensar en el futuro. Marvin había mencionado su fuerza, su voluntad, su energía, pero desconocía la intensidad de todas estas virtudes en la cuarta hija lord Rhys y lady Myriah. Tan joven y despierta veía con cariño, con autentica amistad, como medraba su devoción por ella. Era una oradora y compañera de charla que lograba hacer que se sintiese en presencia de alguien con muchos años de experiencia, no de alguien de tan corta edad, de dieciséis días del nombre.

- Habláis con sabiduría de nuevo - valoró el castellano, sonriendo a lady Alyra -. Es el deber de un buen gobernante el disponer en tiempo de paz los preparativos para futuros conflictos. Esto se puede traducir en la propia vida, milady, hay que realizar proyectos para todas las cosas pensando en el mañana. Aún así, con todo, los tiempos que han de venir no han de provocaros desasosiego - Marvin se quedó pensativo, recordando las inquietudes de su amiga. Deseaba poder reconfortarla, lograr destruir los miedos que ella sentía, hacerlos desaparecer de su mente -. Os solicito permiso para pasear a vuestro lado. Creo que si alguien se merece un descanso aquí, esa sois vos. Tras un entrenamiento de cuerpo y mente, considero que tomar el aire fresco os vendrá bien, milady.

Alyra le provocó y Tyler sintió que su niño interior afloraba. Rió un poco por el atrevimiento de la joven. Entonces ella salió al galope tras realizar una falsa cuenta atrás que le cogió por sorpresa. De nuevo una carcajada escapó de su boca mientras volvía a su yegua para encararla en la dirección correcta.

Indómito era un caballo tan poderoso como hermoso. Las verbenas de sus patas bailaban con cada tranco. Sus crines eran largas, abundantes y blancas. Tan blancas como la nieve, contrastando fuertemente con los cabellos negros de Alyra. El vestido de la joven se arremangaba a causa de la velocidad y el impacto de los cascos del corcel contra el suelo, regalando a Tyler la visión de aquellas piernas jóvenes y tentadoras despertando en él la dulce sensación embriagadora del que observa una escena prohibida a través del ojo de una cerradura. Esta fué la razón por la que Tyler tardó más de la cuenta en salir a la carrera, pues Alyra le había embrujado por un instante.

Cuando recobró la compostura negó con la cabeza.

Por los siete, si ayer era tan solo una niña

Se dijo dándose una reprimenda mentalmente para recuperar la cordura.

Alyra ya se había alejado unos metros, Tyler dió tres toques rápidos en el costado exterior de su yegua y ésta salió directamente al galope. Le cedió tienda y le animó empujando con su peso y sus talones a que fuese más rápido, dándole libertad. Pícara era un animal muy veloz, sus patas se movían rápidamente y su cuello se estiraba y recogía con cada despegue y aterrizaje.

Poco a poco fué acortando distancias y con ello le llegó la duda, ¿Adelantarla o dejar ganar a la dama? Aún tratando de decidirlo se limitó a gritarle desde atrás

-¡Cuidado! ¡Me estoy acercando!- y la risa escapó de nuevo de su amplia sonrisa.

Su mirada se detuvo en sus ojos. Ni siquiera el recuerdo del bueno de Einar tuvo tanto calado en ella, despertando felicidad dentro del corazón de la niña, como al saber que Ser Glover también la correspondía. Su corazón latía con fuerza, arropada bajo el manto de sus brazos cerrados en cruz en torno a ella.

- Yo tampoco he dejado de pensar en ti. - susurró tímidamente avergonzada y lentamente su dedo índice se deslizó como una caricia de seda por el rostro del norteño, trazado en su mejilla. La joven sentía avivarse la punzada del miedo en su interior, el temor a despertar de golpe y no volver a verlo no estaba superado.

- No me iré. - aseguró con una sonrisa amable, compartiendo con su enamorado una mirada cómplice, a pesar de su timidez. - ¿Los dioses quieren que estemos juntos verdad? Nos han unido por algún motivo. - su dulzura hablaba por ella, entrelazó los dedos de su mano con los suyos y sus mejillas se tiñeron de rojo como el vino por las palabras afectuosas que él le dedicaba con tanto fervor.

La timidez de su corta edad hacia de la joven una presa fácil para cualquier caballero que intentase aprovecharse de su inocencia, pero al lado de Gal la muchacha sabía que no tenía motivos para preocuparse.

Por otro lado su acercamiento físico era motivo para sentirse intimidada, sin duda, no estaba preparada para yacer con él, sin al menos antes estar casados y conocerse mejor. Su abuela no le había explicado del todo bien como funcionaban los deberes maritales, así que todo lo que Gal demandase de Fiona, tendría antes que enseñárselo armándose de justa paciencia.

Fiona era una niña y él era un hombre experimentado. Su físico fue lo primero que le llamó la atención. Ese aura salvaje que rodeaba  a todo caballero beligerante, de aspecto masculino y fuerte, conseguía alterar la calma de la joven.

A medida que Gal se abría y compartía con ella sus sentimientos, su corazón se agitaba. El amor que le juraba el caballero alentaba su confianza paso a paso. Sonreía feliz mientras la elevaba en el aire. - Para Gal, para! - reía. - Me estoy mareando! - el norteño la depositó en el suelo y se tambaleó por un instante.

Un vértigo mayor la sacudió por dentro cuando sus labios rozaron con dulzura los suyos por tercera vez. Se quedó muy quieta cerrando los ojos y aún con timidez acercó su mano al pecho de Gal acariciando su torso desnudo. Cuando los besos cesaron suspiró acalorada, volviendo a sentir sus mejillas ardiendo. - Yo también soy tuya, para siempre... - susurró abrazándose a él

El agua fresca que le rocio sobre su rostro hizo sonreir con ganas a la joven. -Evan! - dijo en tono de queja hundiendo la mano en el agua para devolversela.

Tras las risas se sentaron en la orilla del lago y Fiona abrió la cesta. Con un tenedor cortó dos trozos de pastel, uno más grande para él y otro más pequeño para ella. -
Sírvete tu mismo. - sonrió. Después ella hizo lo mismo sopesando el trozo de pastel sobre la palma de su pequeña mano. Lo miró por un instante y le dio un bocado al bizcocho relleno de zanahoria. Mmm está rico. Y a Evan que le parecerá? - se fijó en su reacción.

- Yo también soy tuya, para siempre... -la mano de Fiona se posó sobre el pecho del norteño, que sonrió complacido y feliz para luego entrelazar sus dedos. Gal miró desde su posición sentados hacia arriba, admirando la imponente copa rojiza del árbol corazón que extendía sus gruesas ramas como brazos cubiertos de un manto rojo varios metros a su alrededor ofreciendo una agradable y refrescante sombra.

Se sentía empequeñecido ante él, aún siendo un hombre alto y fornido-Es tan hermoso...-Gal se dió cuenta de que lo había dicho en voz alta y miró un momento a Fiona intentando explicarse, supuso que Fiona no podría llegar a entender esa belleza -sé que ésa cara tallada en la madera no es precisamente amigable-dijo con una sonrisa-pero no muerde, ven, acércate-Gal se incorporó y extendió su mano para ayudar a Fiona a levantarse, acercándola hasta el tronco con el rostro de madera ante ellos.

Cogió una de las manos de la muchacha con delicadeza y la fue acercando con mimo hasta la corteza tallada, los relieves eran más acentuados y se apreciaban mucho mejor los detalles a tan corta distancia-Mira, toca la corteza desliza los dedos por la cara-dijo con una cálida sonrisa. La piel blanca del rostro petrificado, era suave, parecía casi pulida y aunque tenía un gesto fantasmal, por contra su tacto suave se tornaba agradable.
Gal guió los dedos de Fiona por el blanco rostro, palpando las cejas, sus ojos y las arrugas de la boca. Miró a Fiona sonriendo, era imposible no hacerlo al mirar su angelical y aniñado rostro-Éste arciano ha sido testigo de grandes celebraciones de Bosquespeso, se han realizado juramentos, promesas, bodas y confesiones de amor..Ante el árbol corazón es imposible mentir- miró a Fiona con intensidad.

-¿Sabes? El día de mi partida hacia la guerra me senté a los pies de éste mismo árbol con mi espada en la mano jurando que volvería, el Señor de Bosquespeso no dejaría a su pueblo huérfano-su gesto se ensombreció y se tornó duro mientras volvía a mirar al venerado árbol.

-Y lo cumplí Fiona, ya no sólo por mi pueblo, sino por mí mismo, no quería defraudar a mi padre que ahora descansa junto a los Antiguos Dioses, por todo lo que él me enseñó-Gal alargó su propia mano y la posó sobre el pálido tronco, tragó saliva recordando aquellas largas jornadas de búsqueda, caza y enseñanzas de su padre, legadas de generación en generación.

-Mis padres se juraron amor eterno delante de él y también fue testigo de su casamiento. Cuando yo nací, me trajeron ante él al igual que con mi hermano pequeño..-hablaba con cariño rememorando todos aquellos momentos pasados mirando al árbol corazón.

Gal volvió a fijar la mirada en Fiona mientras seguían casi pegados con las manos apoyadas en el arciano-Me has dicho que rezabas muchas veces en el pequeño bosque arciano Ironsmith.¿Qué rezabas con tanta devoción?- preguntó mirándola sonriente de nuevo.

Rió cuando le remojó devolviéndole la travesura. Fiona hizo dos porciones de pastel y cogió la más pequeña. Evan no se quejó, se le había abierto el apetito. Cogió su trozo y se lo llevó a la boca. Dió un bocado y tras masticar unos segundos miró con ojos brillantes a Fiona, aún con la boca llena le dijo:
-De verdad lo has hecho tú?-

Al percatarse de su falta de modales sonrió un poco y siguió masticando con la boca cerrada.

Fiona no podía saberlo, pero Evan podía contar con los dedos de una mano las veces que había tomado pastel.
Tragó y sus ojos brillantes buscaron los de ella
-Creo que es lo más delicioso que he comido jamás-

-¿Cómo aprendiste a usar el arco?-

Kyle guardó silencio unos segundos, mientras recordaba su infancia cuando su padre y su abuelo le enseñaron a cazar. Recordó cuando le despertaban de madrugada para cabalgar al corazón del bosque mientras le explicaban la teoría de la caza. Recordó el olor a la hierba mojada por las gotas de rocío. Recordó el canto de los pájaros al despertar y los primeros rayos de sol filtrándose entre las ramas. Recordó tiempos mejores, cuando Él y su hermana eran más felices.

- Mi padre y mi abuelo fueron quienes me enseñaron a cazar, antes de que los dos fallecieran. 

Para ella era un sueño. Sus manos unidas, sus dedos entrelazados... Creía haber encontrado en Gal a un hombre especial. Su sonrisa la colmaba de felicidad.

Observó sus ojos del color de la hierba, era hermoso tanto que su corazón vibraba de emoción solamente al verlo. Supiraba por él en silencio, deseaba contemplarlo, quererlo. Ya se había confesado con él, sus besos y abrazos también eran lo suficientemente reveladores para que él entendiese lo que quería, Fiona sabía que todo su afecto era correspondido, al menos en el sueño. Sin embargo, su amor era poco menos que un recién nacido, necesitaba tiempo por parte de los dos para consolidarse.

Siguió con curiosidad el trayecto que trazaba los ojos de Gal, y su mirada se encontró de repente cara a cara con la copa roja del árbol corazón que los resguardaba. Los rayos de sol bañaban de luz cálida las hojas rojas del arciano que, bajo el efecto del astro rey adquirian un tono como un fuego llameante.

- Si, lo es. Todo este bosque es hermoso. Me alegro de estar aquí contigo. - dijo ensimismada contemplando el techo de hojas rojas que los cubría. La mano del norteño se extendió ante ella, cogió la suya y la ayudó a levantarse, ella sonrió con dulzura y dejó que la guiase hasta el rostro del árbol corazón.

- Parece que esté sufriendo. - dijo Fiona observando las facciones del viejo arciano. La mano firme de Gal guió la suya y ambos tocaron la corteza pulida del árbol milenario. - ¿Los niños del bosque eran muy imaginativos no crees? - ellos habían tallado todos y cada uno de los rostros de los arcianos que aún sobrevivían en algunas casas nobles del norte.

Fiona observó con gran interés cada detalle facial de su nuevo amigo, mientras la mano del norteño se movía deslizándose con suavidad por la corteza, desde las cejas a la boca, su corazón también latía deprisa sintiendo las manos de ambos unidas. - Es muy suave... - comentó sonriendo. Era como un juego. - ¿Si meto la mano en su boca, me la comerá? - preguntó con una amplia sonrisa.

La explicación sobre el árbol corazón de Bosquespeso y la mirada intensa de su señor la hizo sonrojar nuevamente. - Todo árbol corazón es testigo de las promesas que los hombres juran cumplir ante ellos. Los antiguos dioses quisieron que regrases a tu hogar porque tenías que cuidar de este territorio como ya lo hicieron tus antepasados. - ahora entiendo mejor lo que pasó el día que nos conocimos. - evitó decir.

Los recuerdos de su familia y la pregunta que le hizo Gal transportó a la muchacha a tiempos mejores, cuando su padre aún vivía. El no conocer a su madre la había marcado, pero gracias a su padre, y a los recuerdos que compartio de ella con sus hijos, su presencia siempre se hizo notar con fuerza en la casa. - Me gustaba rezar cerca del estanque, mis padres también se juraron amor eterno frente a un árbol corazón. No te conté que mi madre murió al dar a luz, Kyle y yo somos mellizos. - explicó un tanto triste.

- Rezaba muchas veces para que los dioses cuidasen de mi madre y también para que ella me ayudase. Hablo con mi madre aunque no esté a mi lado ni la haya conocido. En mis sueños es hermosa. - sonrió.

Au.La patada de Kyle hizo que abriese la boca y mirase a su hermano avergonzada con un gesto de sorpresa. Eres un tonto. - pensó ceñuda cruzandose de brazos.

Si tuvieran menos edad seguramente se habrian enzarzado como crios, pero la conversación que la pregunta de Evan abrió en torno a su familia provocó que Fiona perdiese la sonrisa.
- Kyle es modesto. - explicó. - Creo que no tengo más hambre. - se puso triste y reflexiva.

Sonrió ampliamente como una ratita mientras se comía su trozo de pastel. - Jevic no conoce la receta de este pastel. Me la enseñó mi abuela. - hizo un gesto asintiendo con la cabeza reflejando todo su orgullo.

Los ojos de Fiona también brillaron cuando Evan le dijo que era lo más bueno que había probado nunca. ¿Sería cierto o solo estaba tratando de ser amable con ella?.- Me alegro mucho de que te guste. Claro que los pobres los caballos que se han quedado sin su ración de zanahorias. - comentó con una sonrisa pilla.
- ¿Alguna vez has metido las manos en la cocina? - preguntó con curiosidad.

Comía saboreando aquel trozo de pastel. Primero le dió un par de bocados grandes, pero viendo que se acababa pareció reflexionar y empezó a comerlo con pequeños mordisquitos. Quería hacerlo durar. Se notaba que disfrutaba del sabor, el olor y la textura. Quería grabarlo en su mente, atesorándo aquel recuerdo, pues sabía que posiblemente pasarían años antes de poder tomar otro pastel, y quizás el resto de su vida antes de que el siguiente pastel fuese este.

Negó con la cabeza.

- Solo he entrado en la cocina para limpiar los suelos. Jamás he cocinado nada, bueno, he puesto carne sobre una hoguera, pero el campo no es una cocina. Si me diesen una olla no sabría que hacer con ella- dijo bromeándo un poco con el último comentario. Era bien cierto que no sabía cocinar, aunque si le daban una olla la llenaría con agua.

Dió otro mordisquito de ratón y se quedó mirando a Fiona, sentía curiosidad por lo que fuese a explicarle.

Evan se percató de la reacción de los mellizos. Bajó por un instante la vista al plato y jugó cucharateando, sin intención alguna de llevarse nada a la boca. El mundo estaba lleno de desgracias, ¿Acaso existía alguien en los Siete Reinos que no llevase una losa en su corazón?
Su pregunta a Kyle había resultado desafortunada. Quiso decirles que él también estaba solo, pero creyó que era mejor no entrar en ese bucle de desgracias y arrastrarlos a la pena que siempre les esperaba con los brazos abiertos en lo más profundo de su ser. Como una amante dedicada que les abrazaría tratando de no soltarles jamás, y así, embriagados en sus dulces lágrimas y la cálida oscuridad, se sumirían poco a poco en el pasado y en el olvido, dejándose arrastrar hasta que no se viese la luz...

¡No! Sacudió su cabeza. Ellos habían sido amables. Fiona le había recibido bien, acogiéndole y haciéndole sentir que era más que una sombra en la enorme fortaleza. No, ellos merecían dibujar una sonrisa en sus rostros.

- ¿Recuerdas la yegua?- preguntó dirigiéndose sobretodo a Fiona-Le han puesto el nombre de Flecha, ciertamente es un animal muy rápido-
Sonrió en un esfuerzo por animar a los dos muchachos.

Quizás era un modo torpe de hacerles pensar en otra cosa. Podría parecer que no le interesaba su dolor. Sin embargo Evan no supo hacerlo mejor en ese momento.

- Si, lo es. Todo este bosque es hermoso. Me alegro de estar aquí contigo. -el norteño sonrió feliz de nuevo -Yo también me alegro querida Fiona, aquí tan al Norte las gentes no se suelen aventurar más de lo necesario y pocas veces tengo la posibilidad de compartir éste maravilloso lugar con alguien que lo aprecie tanto como yo lo hago y es un placer muy especial hacerlo contigo- respondió mirándola con candor.

Gal escuchaba con atención a Fiona, disfrutaba de ella en todas sus facetas y aún con su juventud, la conversación no tenía por qué tornarse en simples chiquilladas, era casi una niña, pero el sufrimiento y los duros golpes de su corta vida, la hacían hecho madurar a marchas forzadas- Parece que esté sufriendo. - ¿Los niños del bosque eran muy imaginativos no crees?-Gal asintió -es cierto que sus facciones no son de felicidad precisamente, pero los hijos del bosque tallaron esos rostros para cuidar el propio bosque, para que fuesen vigilantes y cuidadores incansables. Las enseñanzas de sus padres afloraron mientras hablaba con Fiona, se retraía a cuando era un niño y se encontraba delante de ése mismo arciano junto a su padre, escuchando, aprendiendo.

- Es muy suave... - ¿Si meto la mano en su boca, me la comerá? - Gal puso un gesto serio y acercó su mano hacia la boca tallada, asemejada a un pozo negro, palpando toda la superficie-pues, ahora que lo mencionas...se dice que hace muchos años un joven impetuoso se burló del árbol corazón..-Gal acercó la punta de los dedos en la boca -Y la leyenda cuenta que ¡AHHH!- gritó de repente, para luego sacar la mano riéndose a mandíbula batiente-jajaja ¿te he asustado? ¡perdona!- volvió a reír animado. Sin duda Fiona tenía una magia especial y Gal se sentía imbuida por ella.

-Todo árbol corazón es testigo de las promesas que los hombres juran cumplir ante ellos. Los antiguos dioses quisieron que regrases a tu hogar porque tenías que cuidar de este territorio como ya lo hicieron tus antepasados. --Asi es y ahora me han concedido el deseo de que estés de regreso a mi lado, estoy bendecido por los Antiguos Dioses y estaré eternamente en deuda con ellos - respondió con gesto agradecido mirando el rostro tallado -¿te apetece caminar? Te enseñaré más de éste precioso lugar-dijo sonriendo al coger a Fiona de la mano invitándola a seguirle.

-Me gustaba rezar cerca del estanque, mis padres también se juraron amor eterno frente a un árbol corazón. No te conté que mi madre murió al dar a luz, Kyle y yo somos mellizos. -Gal ensombreció tenuemente el rostro mientras oía a la muchacha-Lo siento profundamente Fiona, sufrir tal pérdida es devastador- dijo acercándose un poco más, deseando protegerla de todo mal y le ofreció una mirada brillante -¡Kyle, vuestro hermano! ¿ha regresado ya a tu lado?- preguntó esperanzado.

Mientras caminaban entre los arcianos Gal guiaba a Fiona por un camino invisible que sólo los nacidos en Bosquespeso conocían, era extenso y para alguien que no lo conociese podría perderse fácilmente.

- Rezaba muchas veces para que los dioses cuidasen de mi madre y también para que ella me ayudase. Hablo con mi madre aunque no esté a mi lado ni la haya conocido. En mis sueños es hermosa. -el norteño miró a la muchacha con renovada intensidad -tu madre se encuentra junto a los Antiguos Dioses, sin duda se encuentra ella aquí, os ve, os cuida a tí y a Kyle. Yo hablo con mi padre pidiéndole guía y fuerza en mis decisiones recordando nuestros días de pesca y con mi madre, su cálida voz aún resuena en mi memoria -se detuvo un instante y admiró a la muchacha -Fiona, sin duda vuestra madre sería muy bella, estoy seguro de que tú eres su viva imagen- dijo acariciando su cálida mejilla con el dorso de su enorme mano.

El ambiente se había enrarecido con los recuerdos tristes, pero Evan se esforzó en intentar subir el ánimo cambiando de tema. Comenzó a hablar sobre una yegua, a la que había llamado "Flecha", y eso hizo que Kyle esbozara una sonrisa - Bonito nombre. Me gustaría verla algún día, ¿Si no te importa?

Aunque Kyle fuera cazador, le gustaban mucho los animales, sobre todo los perros y los caballos. Siempre había pensado que no había animal más majestuoso que el caballo.

Sonrió ampliamente a Kyle, porque pensar y hablar de caballos siempre le hacía sentirse bien. Y porque había logrado su objetivo y no le habían malinterpretado.

-Por supuesto que sí.
Le dijo con ojos brillantes y asintiendo con la cabeza.

-Es una yegua magnífica, de muy buen corazón, aunque un poco bromista- rió un poco al recordar cómo el animal le había hecho quedar un poco ridículo ante Fiona.

-Si queréis os la presento después, cuando tengamos un descanso-
Evan aún no conocía los ritmos del trabajo en la Fortaleza de Sangre. Suponía que en algún momento podrían coincidir sin tener que estar atendiendo otras obligaciones. No sabía si podría ser después de comer o pasado un mes, pero estaba deseando poder pasar ese momento junto a los mellizos.

Por los siete, si ayer era tan solo una niña

Pero ya no era una niña, hace ya cuatro días del nombre que lo había dejado, y ahora su cuerpo florecía en todo un esplendor que hasta ese momento se pensó que no tendría. Alyra, la más similar al señor de la fortaleza de Sangre, se había revelado contra todos los pronósticos y se había vuelto hermosa, lo que se unía a su fuerza de voluntad  férrea y una inteligencia que era privilegiada, aunque esto último no era tan conocido, Alyra no estaba segura de que fuera un rasgo que deseara que se conociera, porque no era sólo lista, sino que instruida.

- ¡no me deje ganar, eso no sería digno para mí! - le ordena dándole mayor premura a la carrera de Indómito, pero el no ir con la montura estaba volviendo aquello peligroso, Alyra sentía que en cada paso de su caballo, caería, pero no daría pie atrás, nunca lo hacía, incluso si tenía miedo, por eso se aferraba con mayor fuerza al cuello de Indómito y oraba al guerrero que su cuerpo no saliera volando por los aires.

soltó la mano de Marvin y se adelantó a la puerta, con nuevos colores en el rostro, le hacía falta algo de aire limpio y de sol, había pasado días completos estudiando. Aguardó a que Marvin abriera la puerta, siguiendo el protocolo debido y se fueron juntos por el pasillo, conversando hasta los jardines, Alyra se mantuvo a su lado, con sus manos en su espalda, adoraba estar entre los rosales de su madre, a veces sentía que era la única forma de sentir la calidez de su parte.

- Marvin - su voz se vuelve ligeramente más seria, anunciando que haría una pregunta compleja -¿no ha pensado en tomar a alguna doncella por esposa? - de gira hacia él, luego de tocar una de los botones de rosas blanca, que pronto se abrirían - con todo esto de la fiesta de compromiso, creo que a muchos les podría predisponer a lo mismo, ¿no? - era una pregunta blanca, sin ninguna pizca de doble intensión o malicia.

El espíritu competitivo de Tyler se vió espoleado por las palabras de la joven. El hombre rió y decidió darle lo que pedía.

-¡¡¡Pues prepárate!!! ¡¡¡Pícara es una yegua muy veloz!!!-

Le gritó desde atrás mientras se levantaba sobre los estribos y se inclinaba hacia delante con las rodillas flexionadas y los talones bien abajo.
Ofreció más libertad todavía en las riendas de la alazana que no tardó en alargar el tranco y aumentar el ritmo de su galope.

A medida que Pícara acortaba distancias Indómito se iba picando y corría más rápido. La competición entre Alyra y Tyler era ahora también real entre sus caballos. Tyler pensó que era apropiado mantener una distancia entre los dos animales, de modo que cuando se puso a la altura de Alyra Indómito y Pícara no se alcanzaban para poder lanzarse una voz o un mordisco.

-¡Espero que te guste mi espalda!- provocó a la dama. Y tras una batalla de velocidad entre ambos animales la naturaleza se impuso colocándose Pícara al frente. Indómito era rápido pero pesado. En fuerza superaba y de mucho a la fina yegua. Pero Pícara, siendo una montura ligera y de sangre caliente era más ágil y veloz.

Tyler se colocó delante de Alyra y mantuvo la distancia de tres caballos por delante de Alyra para que ella viese su espalda, y porque negarlo, todo lo demás. Tyler sabía que tenía un buen físico. Ella le había provocado antes con sus hermosas piernas y su melena negra ondeando. Ahora Tyler le devolvía el favor, si ya era una mujer podría apreciar la firmeza de sus nalgas y el contorno de una fuerte musculatura en sus cuádriceps e isquiotibiales. A parte, claro está, de su ancha y varonil espalda.

La pregunta expuesta por lady Alyra era directa y sencilla, pero también complicada a la vez. Marvin se quedo quieto, pensativo, reflexionando sobre la cuestión realizada por la joven. Finalmente, prefirió responder usando la mejor arma que tenía para la duda de la dama: la sinceridad.

- Os mentiría si no dijera que he pensado largo y tendido sobre la posibilidad de contraer nupcias, milady - se acercó a la muchacha, para que su acompañante viese que hablaba directamente, sin jugar con retorica - . Creo que la fiesta altera a todos por igual, incluso a mí. Son muchas mis obligaciones para la casa Vaelys, las cuales abarcan gran cantidad de tiempo. Aun así, he pensado en ese tema más tiempo del que me correspondería - El castellano esbozó una sonrisa en su rostro - . Además, ¿ quién querría perder el tiempo con un hombre aburrido como yo, milady? - Le comentó fingiendo falsa modestia, intentando hacer sonreír a la dama.

Marvin retomó su posición, alejándose un poco, dando espacio a la joven noble. No quería interrumpir ni importunar a su amiga en el paseo.