Partida Rol por web

De padres e hijos

13. Odio y venganza

Cargando editor
29/01/2012, 15:45
Hericus

Yo... lo siento.

Fue a añadir que sabía cómo se sentía, pero ¿era así? ¿Hasta qué punto podía considerar la vida de Alamar como suya para decirlo?

Entonces... ¿esperas que lo de Donovan cambie a tu madre? ¿Que todo... vuelva a ser como antes?

Cargando editor
29/01/2012, 16:21
Irene

-No, no. Esto no va a acabar aquí -admitió ella-. Lo que hemos hecho ha sido iniciar una guerra. Yo ya tengo mi venganza, pero no me queda nada. Sólo me quedan los otros rebeldes. Y tú. Sabía lo que iba a pasar, pero al escuchar tu historia me he dado cuenta de que sólo terminará cuando uno de los dos muráis.

Irene se detuvo y le acarició la cara. De nuevo apareció en su rostro una sonrisa deslucida.

-Por eso estoy triste. Pero yo ya he elegido mi bando y no voy a echarme atrás. Ella lo eligió hace años. Lucharé contra Lady Catriona junto a ti y que se cumpla lo que se deba cumplir. Estoy triste porque me duele, pero sé que es lo que debo hacer.

Cargando editor
29/01/2012, 16:43
Hericus

Hericus se estremeció ante el contacto de la sátiro, muy a su pesar. Cuando estaba tan cerca el olor de Irene le estallaba directamente en el cerebro.

No tiene por qué haber una guerra —dijo Hericus—. Irene, yo puedo acabarla, antes de que empiece. Debo enfrentarme a Lady Catriona y enmendar todos los errores que he cometido a lo largo de las eras. Debo poner fin a esto, de una vez por todas.

Aunque había sido capaz de enunciarlo en voz alta, dudaba de qué sucedería cuando se encontrara frente a ella. Todo lo que había dentro de él pugnaba por huir del enfrentamiento, por buscar una solución alternativa.

Ojala existiera otra manera, Irene —se encontró diciendo, transido por un pesar que ni siquiera sabía de dónde venía.

Cargando editor
30/01/2012, 00:02
Irene

-Oh, sí, habrá guerra. Hagas lo que hagas, la habrá. Hemos asesinado a un noble con Hierro Frío. Incluso en Oakland y Richmond se movilizarán y se enfrentarán a nosotros. Puede que el Conde Elías intente dejarlo pasar, pero dudo que el Duque... o la Reina... Lo único que podemos intentar es salir bien parados de ella. Contigo a nuestro lado tenemos una gran ventaja. Tú conoces a mi madre mejor que yo. Quizá no en esta encarnación, pero a nivel primordial, de alma a alma... -Irene se calló y se echó a los brazos de Hericus-. ¡Oh! Menos mal que te he encontrado, Hericus. Si no fuese por ti... si no fuese por ti todavía estaríamos temiendo a las tropas de Lady Catriona, con las cabezas por debajo de la manta como si fuéramos niños asustados...

Cargando editor
30/01/2012, 09:10
Hericus

Espero que ya estés en conversaciones con los plebeyos de esas zonas y con toda la gente que pueda ser afín a nuestra causa. Podemos obligarlos a que se queden en sus feudos por temor a una rebelión, o desplazarnos allí donde seamos fuertes. Como dice el adagio, si quieres la paz, prepara la guerra. A veces la amenaza de una respuesta violenta puede desbaratar el ataque antes de que se produzca. El tablero está preparado y las piezas están dispuestas. Sólo hay que leer bien el juego —le sonrió a Irene—, y en eso yo soy el mejor.

Cargando editor
30/01/2012, 13:33
Irene

-Lo sé -contestó ella-. Por eso me gustaría que vinieras conmigo. Hay mucho que hablar y juntos, la hija de la enemiga y su némesis, conseguiremos lo que no podríamos por separado. Somos un gran equipo.

Cargando editor
30/01/2012, 14:11
Hericus

Si quieres que seamos un equipo, deberemos planear los movimientos juntos —advirtó Hericus—, y no actuar cada uno por nuestra cuenta.

Cargando editor
30/01/2012, 15:31
Irene

-No sólo quiero que seamos un equipo.

Irene acercó su boca a la del eshu. Sus labios eran gruesos y estaban húmedos, y en la penumbra se asemejaban a un fruto delicioso y prohibido.

Cargando editor
30/01/2012, 15:35
Hericus

El corazón de Hericus comenzó a palpitar en su pecho a tal velocidad que estaba convencido de que Irene podría ponerse a bailar al son de los latidos. La erección que empezaba a formarse bajo sus pantalones no ayudaba.

Irene, tengo una novia mortal —le dijo, mirando para otro lado y apartándose suavemente.

Cargando editor
30/01/2012, 15:49
Irene

-Nunca has estado con un hada, ¿verdad? -Irene le acarició el cuello y le acercó más a ella-. Hacer el amor en un feudo es como regresar al hogar. Todos los sentimientos y sentidos se amplifican. El placer es indescriptible en el Ensueño. Si sólo has bebido gaseosa no sabes lo que es disfrutar hasta que pruebas el champán.

La sátiro puso su boca junto al oído del eshu.

-Conozco Artes que pueden darte la mejor noche de tu vida. Y sé que tú quieres hacerlo tanto como yo.

Cargando editor
30/01/2012, 16:29
Hericus

El eshu se estremeció cuando la sátiro le murmuró al oído.

Sí, quiero hacerlo —admitió Hericus, tragando saliva—, pero eso no significa que esté bien.

Esta vez no pudo reunir suficiente voluntad como para separarse de Irene. Era como si el cuerpo de la sátiro estuviese recubierto de adhesivo. Se sentía como una mosca chiquitita debatiéndose en sus redes de seducción. No podía pensar con claridad, ¿cómo hacerlo cuando la sangre había abandonado su cerebro para cumplir funciones más primitivas?

Lo peor es que, pegada a él como estaba, Irene debería haberlo notado.

Cargando editor
30/01/2012, 16:47
Irene

-A veces tienes que olvidarte de lo que está bien y lo que está mal para centrarte en lo que te dicta la pasión. Al fin y al cabo, somos Oscuros, ¿no? Pasión antes que deber -Irene le miró intensamente antes de decir una última cosa-. No lo lamentarás, te lo prometo.

Cargando editor
30/01/2012, 18:33
Hericus

Era un error. Un error que le traería consecuencias insospechadas. Todo lo que había de racional y coherente en él pugnaba por rechazar a Irene. Pero en aquel mismo instante, con aquel volcán de sexualidad exuberante delante, aquella vocecita racional venía de muy lejos, apenas audible. El mundo de Hericus giraba ahora en un huracán vertiginoso de labios húmedos, susurros abrasadores, olor a sátiro y la presencia de sus senos pegados a su pecho. 

Hagámoslo —claudicó el eshu, fundiendo por fin sus labios y su lengua con la de la sátiro.