-Yo no creo que nos quiera echar... -murmuró Lauryn, algo asustada por la reacción del sátiro.
Tambi la miró con desconfianza.
-¿Me lo prometes? ¿Me prometes que no nos vas a echar de tu casa?
No quería mentirle, no quería decirle que se podían quedar si no era verdad. Los tratamientos funcionaban solamente si se decía la verdad, si las dos partes eran sinceras. Nunca funcionaba si le mentías a alguien sobre lo que podía esperar. Pero ellos eran niños y no era lo mismo, ¿no?
-No, tesoro, no os voy echar de mi casa.
Le acarició la cabeza y le abrazó apretándolo contra su costado, mientras la inquietud y la culpa le formaban un nudo en la garganta.