--Tiempo de sobra para ir y volver --dijo desenfadadamente Hericus--, me llevaré los libros y estudiaré por el camino para no perder el ritmo.
Cuanto más lo pensaba, más seguro estaba Hericus de que lograría componer el delicado equilibrio.
--Quizá así me suponga algún reto --comentó hinchándose de orgullo--, ¿cuándo me has visto a mi sacar menos de notable en algo?
Hericus dio un toque cariñoso con el índice a la nariz de su novia.
--Pero lo que te preocupa no es eso ¿verdad? Te llamaré todos los días, te lo prometo --se puso serio--. Te voy a echar de menos, cariño.
-Claro que no te he visto sacar menos de notable, pero eso es porque eres el hombre más listo que conozco -rezongó ella, abrazándose a él y hundiendo la cara en su cuello y aspirando su olor, como si no fuese a hacerlo en mucho tiempo. Cerró los ojos y lo estrujó con fuerza-. Al menos prométeme que no te vas a meter en problemas, ¿vale? En California la gente es un poco rara...
Hericus le depositó un beso en el pelo y la acunó entre sus brazos durante unos instantes. Después la separó un poco, con suavidad para que pudiera verle sonreír.
--Pequeña, somos matemáticos. No evitamos los problemas: los resolvemos --le guiñó un ojo y antes de darle tiempo a protestar la hizo callar con un beso.