Partida Rol por web

De padres e hijos

7. Conociendo a Lady Catriona

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29/04/2011, 12:09
Director

18 de abril de 1997 - 11:15

El camino hasta el feudo de Lady Catriona no fue corto. Pocos feudos podían soportar el embite de la Banalidad en las ciudades, así que la mayoría estaban en las afueras o directamente en el campo. En el caso de este feudo, según los acompañantes de Hericus, se encontraba en un terreno comprado por la nobleza en el mundo real, cerrado a la entrada de los mortales y oculto de sus ojos con cantrips.

Al cabo de media hora de camino llegaron a una zona residencial de la periferia. Las señales de eshu a las que sólo Hericus prestaba atención llevaban a uno de los jardines, cuyos setos alcanzaban el cielo en altura. Informaban de comida y bebida, nobleza y fuerzas armadas. Prácticamente lo que había dicho Irene.

Los acompañantes de Hericus no quisieron entrar. La niña sluagh estaba muy cansada, aunque el fauno, con la resistencia típica de su linaje, apenas había notado la caminata.

-Nosotros nos quedamos aquí y te esperamos, eshu -informó el boggan-. No somos bienvenidos al otro lado. Cruza y habla con la baronesa. A ti no te conoce, así que... bueno, espero que no te haga nada.

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29/04/2011, 12:16
Tambi

-¿Por dónde hay que cruzar? -preguntó el curioso infantil. Rebuscó entre las hojas del seto y encontró una abertura por la que se coló. El cantrip lo hizo desaparecer al otro lado, como si fuese un muro invisible. Su hermana no tardó en seguirlo.

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29/04/2011, 12:20
Hericus

--Bien --replicó Hericus distraídamente. Hacía poco tiempo de su Crisálida, y no había visto muchos feudos así que estaba disfrutando de las magníficas vistas--. Seguro que la pillaré de buen humor.

Hericus les guiñó un ojo a sus acompañantes: un eshu siempre llegaba en el mejor momento.

Sin dudar, traspuso la entrada tras la sluagh.

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29/04/2011, 12:23
Director

Al otro lado el jardín se transformaba. En lugar de ser un chalet corriente y clónico al resto, un pequeño castillo se elevaba hacia las alturas. ¿Cómo podía ser que una parcela tan pequeña albergase una construcción así de grande? Bien, eso depende de la disposición interna del feudo. No podemos olvidar que es algo así como un charco dejado atrás por la marea del Ensueño. Es de esperar que las maravillas ocurran en su interior.

Para llegar hasta el castillo había que atravesar el foso de agua turbia donde algo oscuro se movía debajo. El puente crujió bajo los pies de Hericus y los cascos de Tambi. Lauryn, la sluagh, iba más rezagada, murmurando en susurros algo sobre sus doloridos pies.

En la entrada había dos guardianes mecánicos, dos quimeras con armadura, lanza y escudo. Hericus sabía que un nocker habilidoso podía construir casi cualquier cosa que quisiera. Los golems y los robots eran comunes para las tareas de vigilancia, al igual que para trabajar como criados. No pedían un sueldo y eran felices desarrollando la tarea para la que habían sido construidos.

Pero antes de que pudiesen decir sus nombres para pasar al interior, del patio de armas surgió una figura que Hericus reconocía.

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29/04/2011, 12:39
Sir Daleth

-¿Ahora venís a importunar a la Baronesa en su propio castillo, eshu? -preguntó el sidhe indignado.

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29/04/2011, 12:52
Hericus

Hericus esbozó una sonrisa de oreja a oreja.

--Yo también me alegro de veros, sir --replicó el eshu, posando las manos sobre los pequeños hombros de los chiquillos--. Pero aunque me gustaría mucho quedarme a tomar el té con vos, no se trata de una visita de cortesía. He venido a traerle a la Baronesa dos nuevos vasallos.

Hericus los empujó suavemente hacia delante.

--Estos niños llegaron a la taberna de Marianne después de que os fuerais vos. Estaban cansados y asustados, pues vieron a la misma quimera que me atacó a mi. Irene me dijo que no podía acogerlos en la taberna, pero estuvo de acuerdo en que debíamos poner a estos dos pequeñuelos a salvo. ¿Y qué mejor lugar más seguro que bajo la protección de vuestras espadas y vuestro coraje?

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29/04/2011, 13:44
Sir Daleth

-No sé qué clase de juego tenéis los rebeldes, pero sería estúpido no salvar de vuestras garras a dos infantiles aún no corruptos. Dejadlos pasar -dijo a los guardias-. Os llevaré ante la Baronesa. Y mucho cuidado con los trucos, eshu.

El sidhe les hizo un gesto y los guardias les permitieron pasar. Entraron en el patio de armas y luego al edificio principal. Allí Sir Daleth abrió una de las puertas y descubrieron un pasillo cálido y bien iluminado, con una alfombra roja de terciopelo que cruzaba de norte a sur, hasta el salón de audiencias.

Allí había un asiento destacado para la gobernante, rodeada de sus cortesanos. Todos los ojos se volvieron hacia Hericus y los niños. Éstos soltaron una exclamación sorprendida al ver la grandeza del salón, los tapices y adornos, los trajes de los presentes.

-Mi señora Baronesa -dijo Sir Daleth al llegar a la mitad del salón. Se hincó de rodillas-. Os traigo a tres duendes plebeyos con una petición particular. Éste es... ¿cuál era vuestro nombre, eshu?

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29/04/2011, 14:00
Hericus

Hericus no sabía mucho de etiqueta, así que imitó el gesto de Daleth y se arrodilló ante la baronesa. Hizo un gesto con las cejas a los dos chiquillos para que lo imitaran.

--Mi nombre es Hericus, mi lady. Y ellos son Lauryn y Tambi --dijo mirándolos alternativamente--. Llegaron hace un rato a la taberna de Marianne, perdidos y asustados. Pero desafortunadamente, su dueña, Irene, no puede ocuparse de ellos. Pero no queríamos abandonar a su suerte a unos infantiles. Por ello, pido humildemente cobijo bajo vuestro techo en su nombre.

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29/04/2011, 14:11
Lady Catriona

Lady Catriona, que hasta ahora no había prestado mucha atención a las palabras de Sir Daleth, fijó su atención en Hericus. Y lo que vio no le gustó. El eshu descubrió que algo en su interior le hacía odiarla. No la conocía (aún), pero la detestaba. En su memoria algo comenzó a revolverse, como si buscase el momento en que se habían encontrado. ¿Quizás en otra vida? ¿Quizás en Arcadia, o en los tiempos anteriores a la Ruptura, cuando las Hadas huyeron al Ensueño ante la creciente Banalidad?

La sidhe era muy parecida a como la recordaba. La Banalidad había deslucido un poco su belleza, pero aún así era deslumbrante. Tenía la piel blanca como la nata, el pelo negro enmarcándole las duras facciones. Debían rondar los veintitrés o veinticuatro, pero con los sidhes nunca se sabía. Su esbelto cuerpo quedaba realzado por el vestido, negro y plata. Le señaló con un dedo acusador.

-¿Quién es este hombre y cómo se le ha permitido entrar en este feudo? Sir Daleth... -Lady Catriona frunció el ceño. Un fogonazo de imágenes asedió a Hericus. Ella manejando el hielo con las manos... ¿atacándole? Tenía el rostro congestionado por la ira y los ojos relampagueantes-. No es bienvenido aquí. ¡Sacadlo inmediatamente!

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29/04/2011, 14:18
Lord Donovan

El sidhe que tenía al lado, con el cabello recogido en una cola de caballo, se inclinó hacia ella.

-Querida, ¿qué os ocurre? ¿Por qué os afecta de tal modo este hombre?

Llevaba una túnica de lo más lujosa, azul oscuro, con un escudo idéntico al de Sir Daleth: un grifo dorado con escarabajos en las garras sobre un fondo verde.

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29/04/2011, 14:34
Hericus

Ante él había una mujer de una hermosura exquisita e irresistible. Tenía la elegancia natural de los Sidhe, pero la superaba con mucho. Su semblante parecía provenir de un sueño: conmovedor, perfecto, impecable. Y sin embargo, alrededor de ella, como negras alas extendidas o una sombra invisible pero viva percibió un halo, siniestro e inquietante, como constituido por todos los horrores innombrables de sus peores pesadillas.

Hericus palideció a ojos vista y sintió como las fuerzas de las piernas le flaqueaban. ¿Quién era esa mujer, y por qué despertaba en él recuerdos de una confrontación tan eterna como los eones? Todo en su interior gritaba por poner tanta distancia entre Lady Catriona y él como fuese posible.

Y eso hizo.

--Vámonos --dijo con brusquedad Hericus a los niños, cogiéndoles de las manos. Al tomar sus manos se dio cuenta de que estaba temblando.

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29/04/2011, 15:01
Lauryn

-¡Yo no puedo andar más! -se quejó la sluagh, desfalleciendo en el suelo-. Quiero quedarme aquí...

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29/04/2011, 15:20
Tambi

-¡Sigue andando, Lau! Aquí tampoco nos quieren... -El sátiro miró por encima del hombro. Hosco, bufó a la Baronesa, que seguía lívida y en pie esperando a que el eshu abandonase el salón.

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29/04/2011, 15:25
Hericus

--Ven aquí, cariño --le dijo a la sluagh y la aupó hasta sus hombros, a caballito.

Volvió a coger a Tambi de la mano e hizo acopio de valor para volver a mirar a Lady Catriona y a la boquiabierta congregación.

--Buenos días y perdonen las molestias, lores y sires-- dijo y giró sobre sus talones para marcharse de allí a grandes zancadas.

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29/04/2011, 17:34
Director

Nadie lo detuvo, pero la mayor parte de guardias esperaron a verlo marchar con las armas listas por si se le ocurría volver de improviso. Cruzó la muralla de setos y descubrio una bola de luz, como la que había visto la noche anterior, flotando junto a él.

-¿Qué ha pasado? ¿Por qué llevas todavía a los niños? -preguntó el boggan-. ¿Y de dónde ha salido esto?

El motor de un coche rugió con fuerza en las cercanías. De golpe y porrazo se detuvo y dos mujeres salieron del interior. Una era una sátiro con los cuernos enroscados sobre la cabeza, ya gruñona. La otra era... la redcap de la noche anterior.

El niño gritó y se escondió detrás de Hericus.

-¡Aaaah! ¡La bruja otra vez! ¡No dejes que nos coja!