Irish desoyó los quejidos del eshu y se lanzó por la espalda de la quimera, esta vez sin grito de guerra para no llamar su atención. Descendió en picado y trató de acertarle cerca del cuello, aunque el control aéreo no era su ponto fuerte.
Tirada: ataque por la espalda
Resultados: 7,5,8,5
Resultado final: 2
El alfanje se clavó limpiamente en la columna vertebral del felino, partiendo el hueso con un crujido. La bestia no pudo ni rugir de dolor: se desplomó a un lado, muerta.
Donde había estado Hericus, ahora Irish no veía nada. El eshu seguía allí, claro, pero ella apenas podía distinguirlo.
Tirada de Sagacidad+Percepción a dificultad 9 para verlo.
Irish descendió con aire triunfal y aterrizó junto a la quimera, desclavando su arma con una mueca de desagrado. Echó un vistazo a su alrededor mientras envainaba y al no ver al eshu enarcó una ceja y se cruzó de brazos.
-Tranquilo, no muerdo.
Tirada: miau miau
Resultados: 6,7,2,6
Resultado final: 0
Hericus torció el gesto mientras se llevaba la mano a la herida que le había producido la quimera, en un vano intento de que dejara de sangrar. Se había comportado como un estúpido, pero como decía el Gran Maestro de Ajedrez José Raúl Capablanca se aprendía más de una derrota que de cien victorias. El precio a pagar había sido alto, sí, pero había aprendido muchas cosas en aquel combate: lo peligrosas que podían ser las quimeras y lo movedizas que podían ser las alianzas con otros seres de la Estirpe.
La redcap no tenía nada que ver con la traición que había sentido. Había sido él mismo quien había provocado esa sensación al esperar algo de alguien que no estaba bajo su control. Ahora ya daba igual: la quimera estaba muerta y, con su derrota, había derrotado también unos cuantos demonios y dudas internas.
Hericus ignoró las palabras de la Redcap y se acercó a examinar la espada que tenía clavada la quimera. ¿Qué sería aquello? ¿Una quimera, un tesoro? ¿A quién pertenecería? ¿Por qué permanecía clavada a su cuerpo? ¿Estaría muerto su portador o habría logrado huir?
Irish esperó medio minuto hasta darse cuenta de que Hericus no iba a aparecer. Se le pasó por la cabeza la posibilidad de que se hubiese desmallado por las heridas, pero al recordar las palabras que había usado para su cantrip quedó claro que no. Peor para él, si esperaba que se tirase a defenderle arriesgando su vida es que no tenía ni idea de lo que era un redcap. Tampoco importaba.
Se acercó a la quimera y extrajo el arma que tenía clavada en la parte trasera. Antes de examinarla le cortó una oreja para quedársela como trofeo, que nunca venía de más. Después decidió que se sentía con buen ánimo para dar un paseo por la playa antes de volver a su habitación, aunque la batalla le había abierto el apetito.
La espada era más bien corriente, sin rubíes en la empuñadura ni iniciales. Es decir, poco noble. La empuñadura tenía un tamaño normal, con lo que se eliminaba la posibilidad troll de la ecuación. Encajaba bien en la mano de la redcap.
La chica subió por las escaleras, de vuelta al paseo. El eshu continuaba siendo invisible o, mejor dicho, demasiado inadvertido como para que ella pudiera detectarlo. Una vez arriba vio cómo una pelota de luz zumbaba por el lado izquierdo del paseo, volando a gran velocidad y dejando una estela luminosa. Sabía lo que era, ella también podía conjurar ese cantrip. La pelota pasó por su lado a velocidad de infarto y golpeó el cuerpo de la quimera muerta, deteniéndose y levitando sobre ella.
A Hericus le recordó a una escena de Aladdín, al principio, cuando Jaffar juntaba las dos mitades de un escarabajo y salía volando hacia la cueva. ¿Podría ser algo por el estilo?
La respuesta no se hizo esperar. A la carrera llegaron cuatro duendes que perseguían la estela. Uno era un troll con armadura que sobresalía por la barandilla del paseo y Hericus, desde la playa, podía distinguirlo bien. A su lado había una boggan pelirroja con trenzas y una daga, mucho más bajita que el gigante azul. Espigada y con un kimono, una eshu armada con arco y flechas apuntó a Irish mientras jadeaba. Por último, un pooka lobo desenvainó su estoque y se interpuso entre la boggan e Irish.
-¡Alto! ¿quién va? -preguntó la boggan con voz chillona.
-Una redcap -respondió la eshu, con suave acento chino-. Si te mueves, la flecha va directa a tu cuello.
Hombre, generalmente a los redcaps no se los tenía en mucho aprecio, pero no se empezaba directamente apuntándolos con un arma... y entre el pooka y la eshu ya eran dos amenazándola.
Irish se quedó bastante sorprendida al verles aparecer en aquella actitud, y como tampoco tenía más ganas de gresca se limitó a levantar las manos con lentitud y a replegar las alas. Les dirigió una mirada hosca, pero nada más.
Al levantar las manos Irish, los duendes se quedaron en tensión, como si esperasen que les lanzase un cuchillo. Pero al no ocurrir eso y haber obedecido inmediatamente, la boggan posó una mano sobre la muñeca del pooka.
-Esperad, esperad. Esta chica no me suena. Creo que no es de por aquí. No eres de la banda de Jax, ¿verdad? -Algo parecido a una sonrisa se dibujó en su rostro. Miró hacia la bola de luz, más abajo, y abrió la boca de par en par-. ¿Has matado al tigre invisible TU SOLA? ¿De noche? P-pero... ¿de dónde has salido? ¡Llevamos detrás de él por lo menos semana y media!
-No sé de quién coño hablas -masculló ante la mención del tal Jax.
Ahora todo cuadraba un poquito, pero aun así sus formas habían dejado mucho que desear (y lo decía ella...). Repasó con ojos críticos a sus cuatro anfitriones sin excesiva preocupación y se cruzó de brazos como si esperase una disculpa mientras la boggan hablaba. Pensó que si llevaban detrás de ese bicho una semana eran bastante ineptos, pero se lo calló otra vez, y ya iban dos.
-Ya veo que sois tan diestros matando quimeras como recibiendo invitados. Bueno, me da igual. Os he quitado al bicho de encima así que me vais a hacer un favor; me echó un cable un eshu que salió bastante mal parado y se retiró a mitad del combate. A ver si al menos sabéis curarlo -comentó mientras cogía la espada que había encontrado en la quimera y se la enseñaba-. Por cierto, ¿es vuestra?
Pese a que a Hericus le encantaban las emociones, estaba demasiado herido como para arriesgarse a aparecer ante aquella cuadrilla armada y en tensión. El eshu sabía que una retirada a tiempo podría proporcionarle una victoria más tarde. Así que se fue, confiando en su instinto para encontrar un feudo en el que lamerse las heridas.
-De acuerdo. Escucha... lo siento. En nombre de mis compañeros. (¡Bajad las armas!) -La boggan dio un paso adelante y le tendió la mano a Irish-. Soy Greta. Tú eres del Reino de las Manzanas, ¿no? Identificaría ese acento en cualquier parte. Perooo... Lo siento de nuevo. Es que en esta parte del Reino de Pacífica no hay más que cuadrillas de Oscuros buscabroncas, redcaps con mala leche y gente a la que no le importaría crujir a un grupo de Luminosos. No quería colgarte el San Benito sin conocerte, pero... bueno, tu linaje es tu linaje.
Quita a Hericus.
Sus palabras no la alentaron lo más mínimo. Bastaba que en casa ya le colgasen la etiqueta para que encima fuera también, precisamente cuando había huido de eso. Entrecerró los ojos y le estrechó la mano sin entusiasmo.
-Irish. -Se presentó para después añadir con una irónica sonrisa- Gracias por la explicación, no me había dado cuenta.
-¿Dónde está el eshu? -pregunto la boggan, mirando en todas direcciones-. ¿Tú estás herida?
La miró de abajo arriba, en busca de sangre que no la perteneciera. Al no encontrar signo de estar herida, Greta cambió el peso de un pie a otro.
-Ese tigre lleva dándonos problemas desde hace muchos días. Atacó a un par de críos y envió a mi amigo Boros al hospital. Parece que has cumplido con nuestro deber. Oye, como disculpa... ¿querrías venir con nosotros? Pensábamos pasarnos por algún pub para tomar algo.
La invitación de Greta no sonó muy bien a sus compañeros, especialmente al troll, que frunció el ceño con evidente hostilidad.
-Se hizo invisible y se largó a mitad de combate. Yo estoy bien, tranquila - En el fondo tampoco es que le importase en exceso de no ser por la dichosa frase de Coma.
Examinó una vez más a Greta y al resto de compañeros y finalmente, ante su reacción, decidió que se había equivocado de bando. Se le crisparon las plumas de las alas levemente al darse cuenta de que imbéciles prejuiciosos había en todas partes. Pues peor para ellos, no estaba con el ánimo como para aguantar caras largas.
-Tus amigos parecen molestos, y puesto que no tienen los huevos para decirlo ya me voy yo solita, no quiero incordiar. Pero gracias, eres muy maja. Ya nos veremos otro día.
Y con las mismas se dio la vuelta y echó a caminar a otro lado. Seguía teniendo hambre y encima ahora empezaba a estar cabreada.
Greta se giró y los reprendió con la mirada. Luego se volvió de nuevo hacia Irish y la persiguió andando todo lo rápido que podía con sus rechonchas piernas.
-¡Espera, Irish! -La boggan jadeó al darle alcance-. Yo... ¡Por las puertas de Arcadia! Menudos modales tengo. Es evidente que eres una viajera y te he tratado de la peor forma imaginable. Has matado al tigre invisible y nos has hecho un gran favor a todos los changeling de Richmond. Por favor, me gustaría compensarte de alguna manera.
Irish enarcó una ceja y al final accedió. La insistencia de un boggan podía llegar a ser infinita y, a su vez, molesta. No pensaba irse con ellos de copas, eso estaba claro, pero sí podía hacer algo por ella.
Tras unos segundos meditándolo la miró a los ojos y le habló con sinceridad.
-No me vendría mal algún sitio decente donde dormir, aunque no es vital. He venido en busca de alguien, los últimos rumores le sitúan aquí. Se llamaba Kyle y era un pooka cuervo.
-No lo conozco... pero sí sé de la persona que puede decirnos dónde encontrarlo. Bueno, decirte. Y... tengo una prima que lleva un albergue. No es muy caro, pero le puedo comentar que eres una amiga en problemas y te puede echar una mano -ofreció la boggan-. ¿Quieres que te acompañe? Mi Círculo no vendrá, tranquila.
Irish pensó por un momento que en vez de una boggan era un pooka camuflada por la verborrea que tenía. Aun así debía admitir que no le caía mal después de la primera impresión. Miró por última vez al Círculo de Greta y echó a caminar haciéndole un gesto para que le guiase.
-Estaría bien, no tengo ni idea de dónde estoy. Y tengo hambre -comentó de pasada.