Partida Rol por web

-No, no lo sabía. Soy adivino, pero no puedo llegar a todas partes -respondió Coma en susurros-. Siéntate y hablemos.

Una vez Irish hubo tomado asiento, el sluagh sirvió otra taza de té para ella y dio un sorbo al suyo. La humeante bebida despidió vapor azulado que se enroscaba sobre sí mismo.

-Así que buscas a Kyle. Tu padre. No lo conocí demasiado. Estábamos en bandos diferentes.

Se decía de Coma que había traicionado a los sidhes y que pertenecía a los Fanfarrones, pero la mayor parte de los jóvenes no tenía ni idea de lo que eso conllevaba. Ahora, el gruñón se limitaba a husmear en Ciudad Goblin y a dejar a los nobles en paz, sobre todo desde que su amiga Cadmiun había sentado sus gordas posaderas en su silla de Condesa.

-Lo último que oí sobre él lo situaba en Pacífica. Quizás en San Francisco. Y no deja de ser curioso... Eres la segunda que llega preguntándome por su padre esta semana.

Irish tomó asiento y aceptó de buen grado el té poniendo suma atención a lo que decía. Había cogido la costumbre de cotillear conversaciones ajenas en la corte de su madre, pues convivía con la sensación constante de que era es tema central de conversación. Además, Ginebra no solía levantar el tono a no ser que perdiese mucho los papeles, cosa que a veces ocurría con frecuencia.
-Ya, bueno. Pero por lo que sé había oídos y orejas en todas partes –comentó sin mucho interés, esperando algún otro tipo de información.
No iba directamente por él pero había sido la guerra, así que los espías estaban en todas partes. También tenía que tener en cuenta de que sus padres habían sido sólo infantiles durante aquel tiempo, a sí que no se habían involucrado demasiado, al menos el pooka. Pero lo siguiente que escuchó hizo que arrugase la frente con desconfianza.
-¿Quién? –inquirió, clavando sus pequeños ojos en el rostro del sluagh. No le gustaban aquellas raras coincidencias, pero menos que metiesen las narices en asuntos suyos.

-Un eshu recién despertado, Hericus es su nombre. Buscaba a su padre biológico, y lo encontramos en los alrededores de Frisco, en Pacífica. ¿No es impresionante lo que puede ser el Dàn y la coincidencia? -El sluagh sonrió y bebió otro sorbo de té-. Sí... os encontraréis antes os después. Estas cosas siempre van unidas. Lo que ocurra depende de vosotros, desde luego. Quizás él necesite ayuda y tú se la brindes, o quizás sea al revés. Pero estoy seguro de que vuestros destinos se unen en el futuro más próximo... Porque vas a ir a buscar a tu padre, ¿verdad?

Coma se acarició la barbilla con una mano larga y delgada como una araña.

-Tu madre era una chiquilla noble y arrogante, como cualquier Gwydion. Muy hermosa. Pero, ¿quién podía esperar de un sidhe no Fiona que se enamorara de un escudero, antiguo rebelde, además, y pooka? ¿Quién podía esperar que del fruto de su amor naciese una redcap? Los Gwydion no hacen eso. Y sin embargo, Ginebra... lo hizo... para después renunciar a ello. Me parece que tienes muchas cosas que descubrir y comprender todavía, jovencita. Y lo harás en el viaje que te espera.

Irish se dio cuenta de que había entendido mal la pregunta, pero al ver que Coma no le daba importancia ella tampoco. De todas maneras su respuesta no se habría diferenciado mucho de aquella. Como Kyle, o como cualquier pooka en realidad, también tenía la curiosidad bastante despierta. Aun así, escuchar hablar sobre sus padres se le hacía raro a la par que interesante. Era como enterarse de que los profesores tenían vida social más allá de las clases, o escuchar una historia que, aunque tiene que ver contigo, la percibes demasiado lejana como para tomarla en serio. Parecía de novela.
Otra cosa que le repateaba a Irish eran los hados, pensar que todo andaba hilado de alguna extraña forma, como saltarse la cuarta pared. No le gustaba en absoluto que alguien pudiese adivinar su futuro, y menos que le dijese qué debía hacer. ¿Quién puñetas era ese eshu?
-Ya, bueno. Cosas que pasan –se excusó, porque en el fondo se sentía como la hija renegada de un matrimonio fracasado.- ¿Y es irremediable que me encuentre con el eshu? En fin, da igual. Pacífica entonces… Pues nada, gracias, supongo.
Se miró las zapatillas unos segundos, esperando por si tenía algo más que añadir e irse, al parecer, a la aventura. A Ginebra le iba a dar un infarto si no daba señales de vida, aunque en el fondo no le apetecía darlas. Quería hacer aquello y quería hacerlo sola, aunque el futuro decía que no, que iba a tener compañía. Pues menuda gracia, aunque siendo un recién despertado, con suerte no tendría ni idea de por dónde se movía y podía aterrorizarle un poco para que la dejase en paz. Menudo follón.