Irene se toqueteó los cuernos mirando al suelo.
-Sabía que tenía que haber cambiado ese cartel cuando conseguí el feudo... -Levantó la mirada y, encogiéndose de hombros, dijo-. Ellos no quieren comida y bebida, quieren vivir aquí -Se centró de nuevo en los niños-. Y no, de ninguna manera. Este es un sitio peligroso, yo no soy una niñera y no puedo ocuparme de vosotros. Lo siento. ¿Por qué no vais con Lady Catriona? Estará encantada de recibir un par de nuevos vasallos. Pero no le digáis que he sido yo. Podría pensar que sois niños bomba, o algo así...
-Te lo dije -murmuró el fauno a su hermana, que poco se le parecía-. No podemos fiarnos de los adultos.
--Si no quieres tenerlos bajo tu techo es justo, pero no puedes mandarlos fuera sin más --señaló Hericus--, es peligroso. Una quimera casi me mata, ¿qué crees que no haría con unos niños? Si les pasa algo, ¿cargarías con sus vidas en tu conciencia?
-¿Una quimera casi te mata? A nosotros una quimera casi nos mata -respondió la niña.
-¡Un tigre enorme, con unas garras así! -contestó él, abriendo los brazos todo lo que podía.
-No les estoy enviando a la muerte, les estoy enviando al feudo de la baronesa -respondió la sátiro algo cansada-. Mira, hay dos opciones. O los cuidas tú, o los llevamos a que los atiendan los nobles. Les encantan los nuevos changeling, sobre todo si son pequeñitos y manejables. A mí no me mezcles en esto. Y no me mires así. No soy una de esas chicas a las que les pirran los críos, ¿vale?
Se puso seria y frunció el ceño.
-Ya has visto que de vez en cuando viene la guardia y amenaza con hacer redadas, cuando no las hace directamente. La gente de la taberna puede que un día no se lo tome tan bien y acaben envueltos en una pelea. ¿Entiendes por qué no quiero infantiles aquí?
Hericus suspiró. Irene no le había entendido.
--No digo que te los quedes --insistió--, sino que mandes a alguien a que los acompañe hasta llegar a donde esté esa Lady Catriona. Piénsalo, aunque sea de forma egoísta. Algo tan simple como proporcionarles una escolta podría hacer ver a esa noble que te preocupas por la gente.
Se encogió de hombros.
--Si no, pues... lo haré yo mismo. No quiero que esos chicos corran la misma suerte que yo.
-De acuerdo. -Miró a su alrededor y llamó con la mano a un boggan y a una pooka de aspecto simiesco-. Rob, Tammy, ¿acompañaréis a Her... Hericus a ver a la baronesa y a llevar a estos críos para que se ocupe de ellos?
El boggan se rascó la nuca, pensativo, mientras que la pooka carraspeaba.
-Os daré Barcia por las molestias.
Ahora sí que parecían dispuestos a ello. Irene se volvió hacia el eshu.
-Si te dejo marchar, ¿volverás? -Sonrió con cierta tristeza-. Aún no estás curado del todo. No quiero que te metas en problemas por ahí y no poder ayudarte.
A Hericus se le vino a la mente el aforismo "In Gold we Trust" y suspiró sonoramente. No obstante, no pudo evitar sonreír ante la preocupación de Irene. Parecía que le había caído bien a la sátiro, y lo cierto es que (tensiones sexuales aparte) el sentimiento era mutuo.
--Sí, claro --dijo encogiéndose de hombros--. Aunque quizá me tengas que volver a recomponer las tripas de nuevo. He decidido no convertirme en un eshu sabio y cabal hasta dentro de muchos años. Si es que un eshu puede llegar a convertirse en algo parecido nunca... En fin, ¡hasta la vista!
Le guiñó el ojo a los niños y los condujo a la salida.