Partida Rol por web

Corriendo como un gamo llegó la joven sirvienta, el cabello alborotado y las mejillas rojas del esfuerzo.

- ¡Eh! ¡Pronto! Traigo una orden del Mayordomo, rápido. Necesita agua fresca, y unos paños limpios. ¡Enseguida! Y poned abundante agua a hervir, mientras yo le llevo lo otro. ¡Moveos!

Ella misma se apresuró a coger los paños del estante, sin esperar que los lacayos empezaran a moverse.

La entrada fue toda una sorpresa que casi acaba en desgracia junto a la cerveza

Mira por donde...

- Quizá nuestras dudas sean resueltas en breve Gheorghe... - Vasilov se levantó rápido al tiempo que limpiaba las manos con un paño - ... por supuesto mas donde llevaré el agua hervida joven centella-

- Por ahora sólo hervirla. Ya indicará el Mayordomo qué hacer con ella. ¿Tienes esa jarra de agua fría? ¡Venga! ¡He de volver!

Si bien Innya había visto el anaquel con los paños y había cogido un buen montón, no conocía las cocinas. Acababa de entrar a servir en el Castillo, y nunca había estado allí, en ellas. Se volvió a un lado y a otro buscando una jarra.

Menuda energía… aunque vaya formas… esos modales, no cuesta nada por mucha prisa que se tenga...

Vasilov se encaminó corriendo hasta la zona donde las cocineras dejaban el agua traída del pozo, saliendo por una puerta auxiliar la segunda alacena y tomando una jarra de barro cocido cercana regresó al momento.

- Es la más fresca que hay, ahora pondré a hervir el agua – entregando la jarra a la joven - ¿necesitas algo más? -

Después de lo ocurrido en el salón eso era lo peor que podía pasar. Si el Duque se enteraba de lo ocurrido no dudaría en mandar a Jensi a Hungría sin pensar en que perdería a uno de los pocos aliados sinceros que le quedaban en el momento que más podía necesitarlo, con el castillo lleno de “invitados” y de intenciones desconocidas.

Apartó la copa de los labios del Senescal.

- ¿Os encontráis mejor? ¿Podéis poneros en pie?- No esperó respuesta.- Debemos llevarlo a su dormitorio Capitán. Ahora.- El tono había perdido la severidad que había empleado con Innya. No era una orden, era una petición, una súplica… Se conocían desde hacía tiempo así que  esperaba que comprendiera que si necesitaba una explicación Otto estaría dispuesto a dársela más tarde. A él y a Jensi si es que tampoco lo entendía.- Pero antes...

- “Detalles…”- pensó mientras usaba su propia manga para limpiar las gotas de sangre que teñían la piedra. Luego recogió la bandeja, que colocó bajo el brazo, asió las tres copas y dio la jarra al Capitán Zarak.

- Apoyaos en el Capitán y en mí, Senescal. El colchón de vuestra habitación os espera y es mucho más agradecido que la piedra. Vamos…

- No, no, muchas gracias. Eso es todo. ¡Por ahora!

Innya cogió la jarra, que estaba bien fría, tal como Vasilov había dicho, y los paños. Giró sobre sí misma para volver hacia la puerta. Pero cuando estuvo a la altura del lacayo se detuvo un segundo, antes de emprender de nuevo la vertiginosa carrera de vuelta, y le guiñó un ojo, traviesa.

- ¡Te debo una!

Y echó a correr.

Ferenk asiente a Otto.

Quizas no sea como pensaba

Vamos Jensi, Otto tiene razon. Te llevaremos a tu habitacion tal como ordeno el Duque. Alli podras estar mas reposado y ante menos miradas curiosas y haremos que te encuentres mejor.

Pocos conocen a Ferenk. Muchos se quedan en que es el Capitan de la guardia y por tanto ha de ser alguien rudo y sin sentimientos. Es cierto que no duda en cumplir las ordenes que se le dan. Pero eso no implica que no le importen las personas. El mismo da muchas ordenes a criados y milicianos, y nadie las discute cuando lo hace. Pero eso no le impide en otros momentos tener conversaciones mas triviales y relajadas.

Jensi es uno de los que quizas mejor le conozca y verle asi le duele.

- El Mayordomo Otto y el Capitán Zarak llevan a Jensi Stolnic a sus aposentos.

Dejando la jarra en las manos de la joven - Eso lo discutiremos más tarde... voy a poner el agua a hervir, suerte joven centella -

Tan pronto Innya salió por la puerta Vasilov tomó un caldero cercano y colocando agua dentro lo acercó al fuego para hervir

Una vez en sus aposentos, recostado en su lecho y tras haber bebido un gran tazón de agua y otro de leche de cabra con unas hierbas que guardaba en su habitación, respira profundo y se prepara para dar una explicación a sus compañeros. Un reflejo de dolor relampaguea brevemente por su cara, cierra los ojos un momento y comienza con voz calmadas y profunda. 

Siento que me hayáis tenido que ver así, estaba intentando escapar a la seguridad de mi alcoba, por suerte el ataqué sucedió después de haber abandonado el salón principal, no estaría bien que nadie me viese así, mucho menos el Duque, son momentos difíciles para todos y una mera sombra de debilidad podría llevarse al traste años de esfuerzo. Concluye con duras palabras clavando los ojos en el mayordomo primero, y en el capitán de la guardia un segundo más tarde. No me sucede nada, la edad, las preocupaciones, muchos secretos a mis espaldas y mucha amargura en mi estómago, un poco de leche de cabra templada bastará para calmar los dolores, han sido unos días complicados, y nunca había tenido un ataque tan fuerte, sin lugar a dudas, una dieta estricta y no volverá a ocurrir.

Despojado de todo salvo el camisón largo hasta las rodillas, os cuesta reconocer al hombre fuerte y sano que era hace 5 años. Aunque os parece reconocer una chispa de esa lozanía cuando al terminarse el segundo tazón de leche se levanta nervioso y se sienta en el despacho, levantando el escritorio para coger una bolsa de cuero con varios pliegos de papel preparados para el Duque. Una suerte que saliese a buscarlos, ¿no creéis? Ferenk, ¿serías tan amable de volver al gran salón y entregarle estos documentos al chambelán? Son los que me ha solicitado el Duque. Si alguien pregunta, han surgido unos pequeños problemas con la llegada de nuestros invitados y estoy solventándolos. 

Gheorge no dijo palabra. Más bien no tuvo oportunidad ninguna de terciar en la conversación ni en ayudar a la joven ya que Vasilov estuvo presto a darle todo lo que necesitaba. Gheorghe tampoco conocía a fondo las cocinas, las conocía después de todo el tiempo que ya llevaba allí, pero dejó a Vasilov que hiciera conforme vio que se las apañaba bien y encontraba todo lo que la muchacha requirió.

-Me da en la nariz que le vas a pedir a cambio algo más que hervir un poco de agua, querido Vasilov-le comentó cuando la muchacha abandonó la cocina- Pórtate bien con ella, es parte del servicio, y mejor trabajar tranquilo que tener que mirar a tus espaldas cada vez que te cruces con ella. Las mujeres son malas, ándate con cuidado, Innia es más lista que tú, como mujer que es.

Tomó asiento a la espera del agua - La verdad, dudo que se refiera a ese tipo de deuda... intentaba ser simpática, su entrada no fue la acertada y debió notarlo- sonriendo

Regresó con toda la celeridad que le permitió cargar con la jarra y no verter el contenido. Justo para verles dirigirse a los aposentos del Senescal.

Cuando llegó allí, la puerta estaba cerrada.

Llamó discretamente, y susurró mientras abría la puerta un poco, para que la vieran llegar.

- ¿Mayordomo Otto? Estoy aquí. Traigo el agua fresca, y unos paños, como me ordenásteis, señor.

Esta bien. Los entregare porque me lo pides tu.

Cuidate. Que luego tu y yo vamos a tener que hablar un rato largo.

Despues de coger los papeles y prepararse para salir, Ferenk hace una pausa y mira a Innya y a Otto.

Gracias por vuestra ayuda.

Se detiene a mirar a Innya.

Te agradeceria mucho que le hicieses compañia hasta que regrese de la audiencia.

Sin esperar respuesta salio para no hacer esperar mas al Duque por los dichosos papeles para recompensar a Durius.

La joven irrumpió en el momento justo cuando el degenerado realizaba sus ademanes dedicados a la otra sirvienta. Su semblante realizo una pausa, sus ojos viajaron rápidamente a la recién llegada, no así sus oídos. Su expresión facial fue volviendo paulatinamente a la normalidad mientras transcurría la conversación. Se dedicó sin ningún disimulo a mecer la silla en la cual se recostaba, la cual en cualquier momento lo dejaría en el suelo.

- Deberías avergonzarte Gheorghe, andar por ahí fantaseando con una de las mozas del servicio...- Dijo en voz de reproche intentando sonar solemne. - Me llamó la atención la prisa que traía. Y todo eso del agua caliente. ¿Estarán en trabajo de parto? - Volvió a mirar al servicial Vasilov - ¿Pequeño sinvergüenza, donde estuviste metiendo tu verga? Dime que no ha sido un caballo esta vez.. - Esbozando una sonrisa socarrona.

Vasilov abrió los ojos exagerando sorpresa - ¡¿Con un caballo?!... no da la altura y sobre un alza sería complicado sin caer- respondió con una amplia sonrisa antes de recuperar la compostura- Lo cierto es que parecía preocupada y tenía mucha prisa, lo que ha requerido coincide... seguramente alguien esté de parto o enfermo -

- Un momento.- Llamó la atención del Capitán antes de que saliese.- Nada importante. Solo deciros que el Duque me mandó salir para buscaros y llevaros de vuelta al salón. “A mi fiel Capitán Zarak” fueron sus palabras. Ah, y que os diese una copa de buen vino transilvano.- Le informó en caso de que tuviera que excusarse por la tardanza.-Así que recordadme que os debo una más tarde. Una última cosa, en caso de que pregunte por qué no regreso contigo podéis decirle que estoy con los preparativos del viaje que tenéis que hacer mañana... Como no estabais imagino que ya os lo explicará.

Sin ocurrírsele nada más que añadir y creyendo que era más que suficiente, quizá incluso demasiado, se giró hacia Innya.

- Muy buen trabajo para el primer día. Accidentado quizá, pero de otra manera no se podría ver la diligencia con la que obras. Ahora ve a buscar a tus sobrinos y tráelos. Cuando vuelvas golpea la puerta para hacer saber que has regresado, pero esperad fuera.

Cuando entró salía el Capitán, y por un momento pensó que éste se refería a ella cuando le indicaba que se quedara a hacer compañía al Senescal. Pero comprendió su error al escuchar al Mayordomo.

Dejó la jarra en la mesilla, y junto a ella los paños, pero antes mojó uno en el agua y se acercó a Jensi, colocándolo con delicadeza sobre su frente y sienes.

- Espero que os encontréis mejor, Mi Señor...

Y luego siguieron palabras de Otto para ella. Palabras que la halagaron enormemente, y que hicieron brotar una enorme sonrisa en su rostro aún enrojecido por la carrera.

- Gracias, señor, así lo haré. Por cierto, en la cocina están hirviendo agua, tal como pedisteis, y esperan indicación al respecto. ¿He de decirles algo?

- El Capitán Zarak sale de las estancias privadas de Jensi Stolnic y se dirige de regreso al salón principal, portando en su mano unos pergaminos enrrollados y sellados con lacre y el sello ducal.

En un exceso de celo había ordenado que fuesen hirviendo agua por si acaso llegaban a necesitarla para tratar a Jensi. Ahora, con él mucho mejor parecía que ya no iban a usarla. Aun así Otto se negaba a desperdiciarla, ¿pero en qué aprovecharla?

- Que se la lleven a las lavanderas.

Luego, tan pronto Innya se marchó, se volvió para hablar con Jensi.