Partida Rol por web

Esta bien. Os acompañare. Pero si os digo la verdad. Cada vez me importa menos lo que me ocurra. Debí morir en batalla con gloria y muchos muertos a mis pies. Sin embargo recibí la sangre del Duque como sabréis cuando estaba inconsciente.
Perdí ese gran honor de morir como mi abuelo para hacer los turnos de la milicia.

Vamos. Mejor que no siga pensando en ello.

Alguien tarareando... alegría extraña por aquí...

- Me extrañaba escuchar melodías en lugar de quejas... estaba claro que no era alguien de por aquí - saludando con la cabeza - Innya toma asiento y come algo, si traes menos prisa claro... a Gheorghe y Mikail no les molestará - al pronunciar los nombres gesticuló dejando claro quien de los presentes era cada uno

- El Capitán Zarak y el Mayordomo Valru regresan al Salón Principal.

-¿Por qué iba a molestarnos? -preguntó Gheorghe a la vez que se levantaba de la silla en la que estaba y se la ofrecía a la muchacha, sonriéndole- Antes has aparecido como un torbellino, muchacha, no nos has dado tiempo a saludarte. Tal vez no te acuerdes de mi. Mi nombre es Gheorghe y trabajo aqui en el castillo. Tu rostro me suena de verte en alguna ocasión en la casa del pequeño Lindor, algunas de las veces que lo he acompañado hasta alli. Si no me equivoco, claro.... Aunque supongo que tú no te acordarás de mi, han sido pocas veces y corto el tiempo que he pasado allí, no más de dejar al pequeño en su casa. ¿Y esas prisas buscando agua? ¿que ha ocurrido?

Gheorghe estaba gratamente sorprendido al ver allí a la muchacha. Su presencia había sido algo inesperado, y mucho más en la cocina y con aquellas prisas.

- Mi señor. En casa de mi tía tenemos caballos y somos nosotros los que nos encargamos de su mantenimiento. - respondo ligeramente nervioso al Mayordomo Otto pues habitualmente es Dagu quien suele llevar el peso de las conversaciones con la gente de fuera de la familia.

- De cara a conducir un carro, en alguna ocasión hemos llevado el pequeño carro de mi tia cuando ha sido necesario.

- El Capitán Zarak sale del Salón de la Corte.

- Pues no ha sido nada, en realidad, una falsa alarma. Un cortesano se ha sentido indispuesto, pero no ha sido más que un vahído, y nada más.

Se quedó mirando a Gheorghe.

- ¡Claro! Sí, es cierto, te he visto alguna vez acompañando a Lindor... perdóname por no reconocerte de entrada, pero es que es mi primer día aquí, y la primera tarea que me encomendaban, por eso mis prisas. Reconozco que aún no estoy nada suelta con el trabajo, y quería hacerlo bien. Por eso ni me he parado a ver quién estaba aquí.

Se giró hacia Vasilov.

- Y siento haber sido algo descortés, con mi aturdimiento. En fin, que soy de Slobozia, vinimos con Maserrak, en una dura travesía. Y ahora vivía en la casa que el Señor Durius le dio a Pavetta, mi hermana mayor. Pero a partir de ahora viviré en el Castillo: ¡me han empleado!

- Está visto que cada día son más estrictos y traen sólo a los mejores empleados... si es posible preguntar ¿qué función tendrás Innya? - el joven escuchó con atención las palabras de Innya antes de preguntar

Furioso. Furioso y abatido, a partes iguales. El sonido de mis pasos crea ecos por los largos pasillos del castillo, mientras busco a... a todos. Tengo una mirada de rabia y furia y llego hasta la puerta de la habitación privada de Jensi Stolnic, en donde veo al mayordomo hablando con dos aldeanos. Por un instante parece que voy a decir algo, pero me contengo. Y espero a que este termine antes de decir el motivo de mi visita. Sea cual sea, es evidente que no es nada grato, a juzgar por mi cara seria, y mi obvio malhumor

Otto se tomó un momento para sopesar la respuesta dada por Visany. No era lo idóneo, pero una de las razones por las que había llegado a ser mayordomo era por su capacidad para saber sacar buen provecho a lo poco o mucho que se le proporcionaba.

- De acuerdo entonces. Mañana al mediodía Dagu y tú saldréis del castillo para…-

Algo le hizo pararse, o mejor dicho alguien: el Capitán Zarak. Se quedó parado mirándole, sorprendido porque hubiese regresado tan pronto. No era una buena señal, lo sabía, pero supo que era peor de lo que presagiaba cuando vio el malhumorado gesto en su rostro.

- “Problemas…”- Siempre igual, estaba rodeado de ellos. Pero claro, a él le correspondía la molesta tarea de administrarlos para que aquellas "pequeñas" preocupaciones no afectasen a su Señor.

- ¿Ya habéis terminado? ¿La audiencia ha acabado? ¿Qué ocurre Capitán?

Le tomó un instante hacerse una idea de la razón que lo había llevado frente a aquella puerta: “El senescal”- pensó consternado. ¿El Duque había tomado ya la decisión? ¿Al final había decidido enviarlo a Hungría? ¿Estaba allí para informar al pobre Stolnic de su castigo?

- No hace falta que digáis nada; lo entiendo. Podéis pasar, el Senescal está dentro.

Por consideración a Jensi el mayordomo prefería esperar fuera.

- Imagino que de sirvienta. - Respondió a Vasilov. - No me han dicho nada en concreto, sólo que me empleaban. Y mi primera tarea ha sido llevar un poco de vino al Senescal, en el Salón Principal. ¡He visto parte de la Corte! No podéis haceros una idea de lo que es eso. El lujo, los trajes, las joyas... Y las gentes, los nobles.¡El Duque! ¡Impresionante!

Cogió el pan y el queso, y empezó a mordisquearlos con hambre, pero a pequeños bocados.

- Mmm... está bueno. ¿Bebéis vino con la cena, compañeros...?

El lacayo seguía tentando al destino en su endeble silla cuando la joven de cabellos oscuros volvió a irrumpir en el lugar. Levanto una ceja y se dedico por un momento a captar la reacción de Vasilov ante su reingreso. Permanecido en silencio, observando con siniestro placer la escena romántica. Sus ojos se cruzaron en una mirada cómplice y oscura con su compañero de guardia.

¡Oh, si! Y del mejor, del mismo barril del que lo sirven ahora mismo en el salón principal... - Dijo en tono sarcástico mientras orientaba hacia la recién llegada, la jarra de ese ingente liquido amarillento que pretendía pasar por licor. - No se lo recomendaría ni a mi peor enemigo - Sentenció solemne, a la vez que vertía en el jarro de Gheorghe la nefasta sustancia, haciéndolo rebalsar y mojar la mesa. La mugre de la madera pareció maldecir la llegada del veneno. - Aquí tienes, camarada. - Concluyo mirando a su colega con una mueca maliciosa en el rostro.

El capitán Ferenk observó a ambos criados y luego al mayordomo. Su ceño se frunció, aun más, si era posible. No era necesario hacer más difícil el trabajo de Otto avergonzándolo con su castigo delante de la servidumbre. El problema es que el capitán no estaba cabreado.

Estaba furioso.

- Mayordomo. No vengo a buscar al senescal. Estos dos... criados, ¿es que no hay cosas que hacer para que estén tan desocupados? Que se ganen su pan y su alojamiento. Y luego venid conmigo, mayordomo Otto

Aunque el capitán era muchas veces taxativo en sus expresiones, rara vez zahería a alguien inferior sin motivo. Era evidente que algo malo pasaba

- ¿No venís a…?- La confusión en su rostro fue patente durante un instante antes de que recuperara la compostura y el aplomo y se pusiera a dar órdenes.- Dagu, Visany, mañana a primera hora presentaos en las cuadras. Preguntad por Vasilov y ayudadlo en sus obligaciones como caballerizo. Antes del mediodía me volveré a reunir con vosotros para daros una nueva tarea. Podéis retiraros.

Contó con impaciencia los pasos de los campesinos al alejarse. Cuando consideró que estaban lo suficientemente lejos el mayordomo se hizo a un lado para que el Capitán iniciara la marcha.

- Vos diréis adónde nos dirigimos.

- Así lo haremos señor. - digo inclinando levemente la cabeza mientras doy un paso atrás para dejar pasar al Mayordomo Otto en dirección al Capitán. Luego me giro y me alejo junto a Dagu en dirección a la cocina para hablar con nuestra tía.

Capitán Ferenk, dice sorprendido ante la violenta aparición de su amigo, ¿sucede algo?

Pero antes de que el Capitán pudiera dar un paso el Senescal hizo acto de presencia. Era de esperar teniendo en cuenta que las últimas cosas que se habían dicho habían sido en un tono que fácilmente podía atravesar la puerta y llegar a los oídos de quien pretendía conseguir algo de descanso tras ella.

- El Capitán quería discutir algo conmigo- explicó.- No creo que sea nada de gran importancia.

Otto pretendía quitar gravedad al asunto que al parecer le atañía y que tenía a Ferenk de un humor de perros, para aliviar de más preocupaciones al deteriorado Senescal. Que tuviese o no éxito ya no dependía de él…

Algo intranquilo, ya que no sabía qué acontecía en el salón principal con su señora, Tomescu se dejó ver por las cocinas en busca de algún caldo caliente que le pudiera quitar el frío del camino.

- Buenas noches tengais. ¿Dónde podría hacerme con un cuenco de guiso o caldo que poder llevarme a la boca? - preguntó a los presentes en un tono afable y calmado.

Tras dejar al Mayordomo Otto en compañía del Capitán nos dirigimos a la cocina en busca de nuestra tía.

Llegamos casi a la par que un Guardia que entra en la cocina pidiendo un plato de comida.

Miro a mi tía y una pequeña sonrisa se forma en la comisura de mis labios sin pronunciar palabra alguna.

- El Maestro Maserrak de Flambeau sale del Salón Principal acompañado de los niños Tiberiu Radomir Szantovich (de apenas 5 años de edad) y Lindor de Slobozia (de 7 años).