Partida Rol por web

El Duque conduce a Durius a los aposentos privados de éste, de donde ven salir a la criada Enrietta.

Innya se rió también ante la teatral escena desplegada por Mikail. Se levantó y le hizo una reverencia, siguiéndole el juego.

- Oh, caballero, ¡qué inusitado placer cenar con Vos...! ¡Por el Duque, sí!

Luego, riéndose aún,  bebió un sorbo de la copa. Se sentó de nuevo y mordisqueó el queso con hambre. Y se giró hacia sus sobrinos.

- Dime, Visany, ¿vais a dormir aquí ya esta noche también? ¿O esperan que vengáis mañana al amanecer? Porque alguien debería dar aviso a Niziya y a Pavetta. Vuestra madre estará intranquila, si no sabe nada, y no regresáis...

Cuando Mikael suelta toda esa parafernalia me quedo estupefacto. No me podía imaginar que se tomaran esas libertades. Si apareciera por aquí el Chambelán, el Mayordomo Otto o incluso el Capitán no creo que su reacción fuera precisamente amistosa. Por lo que me mantengo ligeramente apartado del grupo.

Cuando mi tía me habla me giro hacia ella.

- Ignoro donde dormiremos pues el Mayordomo Otto no nos dió instrucciones al respecto. - le respondo mientras tomo asiento y observo la escena y rechazo amablemente cenar por segunda vez.

- Realmente no escuchan cuando les he dicho que ya hemos cenado hace apenas una hora. - pienso.

Realmente mi hermano está más hablador de lo habitual en él. Me extraña pero por otro lado me gusta que no dependiera tanto de mi.

Mientras mi hermano se sienta en silencio yo observo divertido la escena creada por Mikail.

- Tía, como ha dicho Visany el mayordomo Otto no nos ha dado instrucciones sobre si debemos pasar la noche en el Castillo o podemos ir a la casa de la tía Pavetta a dormir.

Al salir del salón, noto como el otro niño, un poco menor que yo, comienza a mirarme de una manera sumamente directa. Me incomoda un poco y aparto la vista para no cruzarla con la suya, pero aun sé que lo hace. Camino junto al Maestro Maserrak, esperando a que deje de hacerlo, pues no es algo que me guste.

Después de un par de minutos, escucho como le pregunta a nuestro Tutor si yo soy mudo. El Maestro ya me había hablado acerca de la gente que no puede hablar, por lo que contesto, un poco impulsivamente ante la pregunta ofensiva:

- "¡Yo no soy mudo! Es solo que usted es noble y no puedo hablarle si no me habla antes."

Bajo la cabeza, avergonzado tanto por mi reacción como por el motivo de mi silencio. Entre las formas que he aprendido está la de nunca hablarle a un Señor si él no le pide la palabra. Por más que ahora sea un paje de la Corte, en realidad solo soy un campesino, mientras que Tiberiu es de noble cuna. Por más que sea menor que yo, debo mantener el respeto que nuestras diferencias exigen.

Algo confuso aún por el viaje, Tomescu levanta la copa en respuesta al saludo de los presentes. A decir verdad, hacía mucho que no estaba en un ambiente tan distendido como aquel. No solían ser frecuentes en Covasna situaciones tranquilas y joviales, por lo que le costaba sobremanera abandonar su actitud marcial e inexpresiva.

Siguió al Capitán intentando hacerse una idea de por qué quería hablar a solas con él. Cada cosa que imaginaba era peor que la anterior. Para cuando llegó a la habitación las razones se habían vuelto tan grotescas que no tuvo más remedio que desestimarlas por absurdas. Eso sí, entre lo que imaginó no estaba la respuesta que Ferenk le dio.

- ¿Disgustado? ¿Conmigo? ¿Por qué?- Y antes de que el Capitán volviera a responderle ya estaba pensando en posibles razones- “¿Por llegar casi tarde? No, eso no puede ser porque nada más verme me saludó con efusividad y me invitó a que me acercara, además de que aceptó la copa de vino que le había llevado…”

- Vos sabreis. Estas fueron sus palabras exactas: "Ah, Capitán Zarak, si has terminado de pasearte, tu presencia me recuerda la desobediencia del Mayordomo Otto. Quiero que sea castigado por tu mano, ocúpate de procurarle cinco fuertes golpes de fusta en la espalda. Y ahora sí que tienes mi permiso para retirarte, Capitán, espero no volver a verte en este salón en varios días" Yo pagué su enojo para contigo, mayordomo - dice con un punto de rabia en la voz, y haciendo una tesis muy peculiar, cuanto menos, de lo ocurrido- Pero se que haces un buen trabajo aqui. Y no quería castigarte delante del servicio

El sargento Dominik sale del gran salón y busca al maestro Maserrak

El Mayordomo escuchó con incredulidad lo que el Capitán le decía, así como su acusación. Bajó la vista avergonzado y a punto estuvo de disculparse con él cuando repasando la cita textual del Duque que acababa de compartir con él cayó en la cuenta de dos pequeños detalles.

- “Detalles…”- Él era bueno reparando en ellos. Su trabajo consistía en eso.

El gesto contrito que había adoptado cuando creyó que el Capitán había recibido parte de su castigo desapareció dejando paso a una pose llena de dignidad. No le culpaba, el enojo nublaba el juicio y pocas veces había visto al leal Capitán Zarak tan enojado. Tampoco culpaba al Duque, seguro que tenía sus razones, aunque a Otto todavía le quedaba descubrir cuáles.

- El Duque es un hombre justo Capitán. Haré examen de conciencia para saber en qué me he equivocado con la intención de que no se vuelva a repetir. A vos os aconsejo hacer lo mismo. Pero antes mi penitencia…- Comenzó a deshacerse de sus ropajes para dejar la espalda al descubierto. Imaginaba que si le había llevado allí, allí sería castigado.- Por cierto, agradezco la discreción.

Cansado por los sucesos del día. El senescal Jensic se pierde en brazos de la noche, durmiendo sin soñar ayudado por el leve letargo de la leche tibia y las plantas medicinales. 

- Valru sale del Salón Principal y se encuentra en los oscuros y tenebrosos pasillos del Castillo de Balgrad, apenas iluminados por muy espaciadas antorchas.

Valru se dirigió con un paso algo cargado por la vejez hacia los aposentos de Durius. Aún debía poner en orden muchos asuntos sobre el próximo viaje, y era algo urgente. 

"Esperemos no toparnos con muchos contratiempos, aunque los caminos nunca son seguros."

Debía darse prisa además, en el salón habían desplegado la cena, pero sus deberes siempre eran más urgentes. Aunque si terminaba pronto, aún tendría oportunidad de saciar su hambre. Bien sabía que el alimento, aunque no era muy abundante, tampoco escaseaba en el castillo. 

VALRU:

- Tus sentidos se han agudizado mucho estos últimos años con la no muerte.

- Tienes una sensación extraña al llegar a la puerta que da acceso a los aposentos de Durius y te detienes antes de abrirla.

El mayordomo detuvo su respiración momentáneamente, que de todos modos tampoco necesitaba, para hacer menos ruido y así poder escuchar mejor sí había algo dentro. Definitivamente, había algo raro en todo aquello. 

VALRU:

- Falsa alarma, aquí no hay nada extraño.

Valru restableció su respiración de manera normal. Parecía que ahí dentro no había nada.

"Supongo que la soledad del pasillo puede hacer dudar los sentidos, incluso estos condenados sentidos."

Y se dispuso a entrar en los aposentos, a empezar con el trabajo de planificación que tenía por delante. 

-  ¿Y qué pensáis hacer tú y tu hermano, Dagu? Ya es muy tarde, pero si nos quedamos los tres puede que les extrañe. Yo no puedo irme, tengo órdenes de quedarme.

Innya mira preocupada a sus sobrinos. Pero de pronto se da cuenta de que ya son casi unos hombres, por muy niños que ella los considere.

- Bueno, algún día tenía Niziya que soltaros de sus faldas...

Bucurse se encontraba visiblemente menos tenso casi cómodo ahora que las mofas hacia los nobles habían concluído, ese tipo de excesos le parecían inapropiados; con tranquilidad se levantó dejando la jarra sobre la mesa antes de acercarse a Innya susurrando una palabras.

- ¿Os preocupa dejar a los jóvenes caminando sin rumbo por el castillo? Dudo que no descansen hoy aquí, podría acompañarlos a donde sea preciso dentro del castillo si con ello quedáis tranquila, no será molestia - susurró