Partida Rol por web

Se había enterado en las cocinas de la importante visita de unos nobles, nada más y nada menos que de la Familia Szantovich y con más precisión la Condesa de Covasna y su prima. Tales visitas no eran muy comunes y al parecer la llegada había sido bastante inesperada. ¿Acaso pensaba probar la diligencia del castillo ante un imprevisto como aquel? Quién sabe…

- Si me disculpan… -hizo una rápida reverencia producto de la rutina y salió hacia su minúscula habitación.

Sobre la cama dejó la ropa perfectamente colocada, separada de las sábanas que luego cambiaría en cuanto Durius se hubiera vestido. La recepción que sin duda tendría lugar requería que se moviera con rapidez para que todos los pequeños detalles estuvieran listos.

Entró en la habitación con mucho cuidado, como si el solo hecho de respirar pudiera perturbar el descanso de Durius. Tuvo que prender una vela pues la oscuridad en la estancia era tal que casi podía cortarse con un cuchillo, pero en vez de eso lo hizo una suave luz.

No tardó mucho en localizar las botas que debía lustrar inmediatamente, ya fueran usadas esa noche o no, y cuando iba a salir un leve vistazo, realmente fugaz, hizo que retirarse prontamente de la estancia se pospusiera. Dio un paso hacia la cama pero enseguida se percató de la vela que portaba y decidió dejarla en la mesilla más cercana a la puerta sabedora que la tenue luz era suficiente.

Se atrevió más que nunca, más cerca de lo que había hecho en los meses atrás posiblemente motivada por los acontecimientos recientes. Observarle fue extraño, tal vez porque aquella calma en su descanso alejaba la inquietud que sentía en su presencia. Durius se veía atractivo, no por ser realmente llamativo sino por aquella aura de serenidad y confianza que parecía estar presente en todo momento.

Los ojos de Enrietta lo miraron con cierta tristeza, pero no era por él sino por ella. Estaba dolida, confundida, tal vez algo perdida… Sabía que no confiaba en ella y hacía bien, ella no se merecía nada. Había nacido para ser un títere y, por extraño que pareciera, una parte de ella quería que los hilos del Caballero Tremere no la dejaran marchar.

El tiempo no iba a detenerse pese a la calma del lugar, dio media vuelta tras un significativo suspiro para salir de la estancia con las botas en la mano. Dejo el candelabro de asa preparado para cuando volviera entrar y se dispuso a ir a la cocina para recoger el sebo y ponerse a limpiar las botas.

-Buenos dias, Papadimos. ¿Nos quieres acompañar en el desayuno? - le pregunto Gheorghe cuando entró en la cocina y vio que Papadimos estaba alli, señalándole la mesa. Tomó asiento, agradeciéndole con un gesto de su cabeza al lacayo lo que les había traído nada más entrar. El muchacho sabía lo que se esperaba de él.

- Este queso huele realmente mal, así que tiene que estar exquisito -dijo llevándose un trozo de el a la boca y saboreándolo a la vez que partía un trozo de la hogaza de pan.

- Si nos damos prisa, podremos asistir al salón, a no ser que nuestro señor decida hoy cerrar las puertas, lo cual sería mala suerte. Me gustaría ver a los recién llegados. ¿Los has visto tú, Papadimos?- preguntó a la vez que mojaba un trozo de pan en su jarra de cerveza.

- "Ese queso es excelente. Cómelo con disimulo que como nos pille el Mayordomo se monta una buena.

Enrietta está en las habitaciones de nuestro señor Durius. La gente importante está en el Salón, donde se celebra la Corte. Creo que he oído como cerraban las puertas.

Parece que hay criados nuevos, vienen de la ciudad." -

- Los guardias abren las puertas del Salón Principal un momento, para dejar salir al Capitán Zarak y a Jensi Stolnic. El primero acompaña al segundo a las habitaciones de éste.

Siento lo ocurrido Senescal. No es que tenga nada contra Teleki. Al contrario es alguien que me cae bien. Sin embargo usted lo estaba haciendo bien y es el mayordomo Otto el que me saca de mis casillas. Tiene aires de grandeza y no duda en pisotear a los inferiores.

Ferenk, lo estás haciendo bien, señala con tono paternal el senescal, no me cabe duda de que tienes muchas cosas que aprender, mucha gente te sacará de tus casillas, sólo tienes que guardar las formas, esperar el momento, y cuando llegue, que llegará, hacer que brille con fuerza la justicia. ¿Crees que no me he dado cuenta qué tipo de hombre es Otto? Pero el duque bien lo sabe, y confío en su resolución para colocarlo en un lugar en el que sirva bien a nuestro propósito. Si todas las personas a nuestro cargo fueran justas, leales y valiosas no tendría dificultad ostentar ningún cargo, la belleza reside en construir algo grande con materiales comunes, hombres mellados por la avaricia bajo el viento del frío invierno.

Quizás ya no me interese hacerlo bien. El Duque se empeña en seguir dando cargos importantes a enemigos vencidos, al menos a algunos como Durius y Valru. Al primero le permite incluso tener una familia plebeya que va cogiendo puestos en el castillo como esa tal Innya que os ha servido habiendo llegado hoy al castillo sin que nadie me hubiese informado. Luego están los Basarab que aunque vencidos se les van quitando posesiones y privilegios, a pesar de que mantienen un numero considerable de tropas en la ciudad. Tenemos visitantes que vienen con su séquito con guerreros poderosos...esto es un caos para la seguridad.
Si el Duque tuviese que mandar sus tropas por alguna batalla o misión fuera, cosa que cualquiera puede provocar. Y se provocase un levantamiento de la población que obligase a mi milicia a salir. El duque no tendría salvo a esos 6 magiares para defenderse y a saber cuantos enemigos dentro del castillo. Si los Basarab querrían entonces ...y tal vez ese caballero Radoslav...

Y eso en cuanto a temas militares. Por otro lado estan los que buscan el poder como sea.

Realmente no se que hacer.

Vasilov entró en la cocina con cuidado, no era la primera vez que alguna cocinera protestaba por abrir la puerta demasiado fuerte y si bien no le importaba que una cocinera malhumorada le reprendiera sin motivo hoy no tenía ánimo para ello, observando a los presentes tomó asiento antes de comer con agrado lo que se encontraba sobre la mesa.

Vaya ese queso tiene un buen aspecto... gran sabor seguro...

- Buenas noches ¿qué tal habéis dormido? - antes de esperar la respuesta enlazó con las últimas palabras de Papadimos - Es cierto, nuevos sirvientes han llegado con la comitiva noble -

- "¿A quién estáis esperando? ¿Habéis cenado? Si vais ahora a la cocina todavía podéis conseguir algo de pan y queso, y tal vez un poco de cerveza." -

- Los guardias permiten salir del Salón Principal de la Corte al Mayordomo Otto y a Innya.

Quizás tengas razón, dice por último el Senescal cuando ve salir a Otto y a Innya. 

Mayordomo, dice volviendose hacia Otto con una sonrisa en los labios, ya está acaban...

De repente el Jensi se lleva las manos al estómago cayendo de rodillas en el suelo preso de unos terribles dolores que lo hacen doblegarse y retorcerse de dolor. 

A-gu-a, consigue gesticular tras mucho esfuerzo, un último espasmo lo hace perder las fuerzas momentáneamente y caer al suelo con la cara pálida y los miembros flácidos. Poco a poco, el color va volviendo a sus mejillas, la respiración se vuelve acompasada, recostándose contra la pared se incorpora un poco y de nuevo levantando los ojos a Innya repite con la voz bastante resquebrajada

Agua, por favor.

La cara del senescal está perlada de sudor, su frente repleta de arrugas y su pelo casi completamente cano. Acaba de cumplir treinta primaveras, pero su cara refleja muchas más. Cierra los ojos y se apoya en la dura piedra esperando ese agua que tarda tanto en llegar. En el suelo, donde cayó, unas gotas de sangre oscurecen el suelo gris del castillo. 

- Ya hemos cenado mi señor. - digo mirando al lacayo. El mayordomo Otto nos dijo que le esperaramos aquí. Supongo que sus deberes le habrán privado de haberse reunido nuevamente con nosotros.

-Buenos dias, Vasilov. Siéntate con nosotros y desayuna -saludó Gheorghe al recién llegado- Así que nuevos sirvientes, ¿y para qué son exactamente? ¿Sabéis cual es el cometido que se les va a asignar? Me sorprende la noticia, casí más que la noble visita que acabamos de recibir. Enrietta no nos ha comentado nada de esa noticia esta mañana. Bueno, ni Enrietta ni nadie, no hemos tenido oportunidad de ver a mucha gente, acabamos de levantarnos. Una noche fantástica por cierto, si no fuera por los ronquidos de mi compañero, pero eso es pan nuestro de cada noche-dijo en tono burlón mirando a Mikail.

Gheorghe partió un trozo de la hogaza de pan y se la dió a Vasilov- Toma, acompaña el queso con el pan. Está un poco duro, pero si lo mojas en la cerveza, estará muy sabroso.

- Oh Dios…- el saludo de rigor nada más ver a Stolnic murió mucho antes de que pudiera pronunciarlo dejando espacio a una exclamación de preocupación. Pero Otto bien sabía que lo único que se conseguía limitándose a mirar era ver cómo los problemas crecían, por eso se giró hacia Innya dispuesto a dar órdenes.- Trae- dijo arrebatándole la bandeja de las manos con tal ímpetu que una de las copas rodó por el suelo. - Corre a las cocinas y trae paños limpios y agua fría. Diles que vayan hirviendo agua. ¡Rápido!

Si en esos momentos no hubiese tenido las manos ocupadas hubiese dado un par de palmadas con la intención de despertar a la campesina si es que todavía estaba conmocionada. Realmente ni siquiera se había fijado en su reacción tras quitarle la bandeja, toda su atención estaba puesta en el Senescal.

- ¡Ni una palabra de lo que has visto! ¡No necesitan saber para qué lo necesito, tan solo que yo lo ordeno!- gritó con voz especialmente severa a la campesina  mientras la veía correr en cumplimiento de la tarea.

- “Discreción…”- se recordó. Esperaba que ella también lo recordara.

Tras dejar la bandeja en el suelo sirvió un poco de vino especiado en una de las copas.

- No es agua, pero os ayudará.- Acercó la copa a los labios del Senescal- Bebed…

Vamos. Traed agua rápidamente e ir a buscar a alguien que pueda ayudar a saber que le ocurre.

Maldita sea. Tiene toda la pinta de un envenenamiento. Dolor de tripas repentino y sangre. Esta aviejado.

El truhán se atragantaba con el pan y el queso cuando hizo aparición en el recinto su camarada Vasilov. Entre el bolo de alimentos que transitaba por su garganta, pudo filtrarse un hilo de aire en forma de graznido:

- ¡Buenas noches! -Interpretaron con dificultad sus interlocutores, ante el atraco alimenticio del canalla. Con un esfuerzo sobrehumano, obligó a su nuez de Adán a empujar la malograda comida hacia el interior de sus entrañas. Selló el espectáculo terminándose de un sorbo su cacharro de agua sucia. Allí quedó, extasiado en su saciedad, desparramado en la silla de madera que apenas lo aguantaba.

- No creo que mis ronquidos, Gheorghe, se comparen con tus nauseabundos conciertos de ventosidades. - Estalló en carcajadas mientras salpicaba la mesa con restos de alimentos e ingente liquido salival.

Cuando el alma le volvió al cuerpo, miró al otro lacayo y continuó - La pequeña ramera no nos dirigiría una palabra más allá de lo absolutamente necesario, la muy petulante. ¡Oh, si! Solo digo que un día de estos me la cruzaré en uno de los pasillos y... - Cerró su disertación realizando un irrepetible gesto obsceno con las manos, acompañandolo todo con una sonrisa monstruosa y unos ojos inyectados en sangre.

Sucedió todo deprisa. Ella había seguido a Otto, y habían encontrado al Senescal. Pero el pobre hombre les dio un susto de muerte. Y quizá no iba a quedar todo en un simple susto, porque al ataque le siguió el color inconfundible de la sangre en el suelo.

La bandeja voló, y una de las copas cayó con un tintineo metálico. Pero a Innya no la cogió por sorpresa, ni se alteró. Sabía ya lo que tenía que hacer, antes incluso de que el Mayordomo se lo ordenara. Aún estaba él hablando que salía ella corriendo en dirección a las cocinas, como una exhalación.

- ¡En lo que tarda un pájaro en batir sus alas, señor!

Tampoco habrían sido necesarias las palabras requiriendo discreción, la muchacha no pensaba dar explicación alguna, escudándose en la orden de Otto. Aunque él, que no la conocía bien, no podía saberlo. No era la autoridad que ella se otorgara. Era la autoridad del Mayordomo, y, si se discutía por algún sirviente o lacayo, quien lo hiciera estaba perdido. Nadie en absoluto iba a poder rebatirla, ni tampoco quien preguntara iba a obtener más de lo estrictamente necesario...

Menuda pareja... siempre andan enzarzados en alguna, las mañanas deben ser agotadoras para estos dos.

- Se ve que estáis bien descansados truhanes - Tomando un poco de la cerveza respondió haciendo memoria - Parece que llegaron casi dos docenas entre guardias, nobles y campesinos... de los últimos habría unos cuatro llevando los carros y cerrando la comitiva una campesina con dos chicos jóvenes - con una mueca burlona continuó - Dudo que tengan asignada ninguna tarea dentro del castillo, seguro que el bueno de Otto estará viendo donde los coloca para no romper el perfecto equilibrio que tiene la cabeza... y tranquilo Mikail los ronquidos son más soportables, aunque por lo que comentas ese será el menor problema de Enrietta -

Tras un instante antes de recuperar la compostura para no estropear el tono cómico permitiendo disfrutar de su chanza - De todas maneras Mikail sólo es una mujer trabajadora y dudo que merezca algo así pese a que pueda parecer estirada... claro que apenas la conozco... es demasiado estirada - acabando su intervención con una risa y un largo trago de cerveza

Ferenk, con su paranoia por tener mucha gente en la corte que ha sido enemiga del Duque, enseguida piensa que esto es obra de algun veneno. Su mente comienza a pensar en posibles culpables.
Si bien se obliga a esperar a que su amigo se encuentre bien para discurrir y tratar de investigar lo que le esta pasando. Asi pues impaciente, espera a Innya que ha ido a buscar algo para ayudarle.
Mientras se quita la capa que se habia puesto para la ceremonia y doblandola se la pone como almohada debajo de la cabeza a Jensi.