Partida Rol por web

Enrietta entró en la estancia con las manos ocupadas por sábanas limpias y ropa bien almidonada, planchada y doblada. No había sido fácil abrir la puerta con todo aquello pero era una joven bien apañada y las acciones repetitivas mejoraban con el tiempo.

- Buenos días –saludó un tanto sorprendida por la presencia de los tres en la mañana.

Quedose observando a los hombres unos instantes.

- ¿Necesitan de algo?

Si nada requerían de ella iría a su diminuta habitación para dejar las cosas sobre la cama pues no le gustaba entrar en la estancia de Durius cuando descansaba. Tal vez por eso suspiró al recordar que se había dejado las botas en el interior y tenía que limpiarlas. Debía darse algo de prisa si quería coger un poco de sebo de la cocina para tal propósito.

En vista de que el senescal parece que no esta para recibirle despues de sus muchos intentos y varios mensajes para reunirse con el, decide que va a visitar al Duque. Seguramente no sea lo mas inteligente molestarle con los asuntos que le llevan ante el habiendo varios cargos intermedios con los que podria tratar, pero ahora mismo la situacion es complicada y no quiere arriesgarse con intermediarios. Tan solo confia en unos pocos.

Tras recibir el mensaje del lacayo, el Chambelán decide ir a los aposentos del Senescal, para tratar los asuntos que tendría que resolver en estos momentos.

Se había hecho tarde y parecía un buen momento para dar por finalizada la clase del día. Había sido una intensa lección y el muchacho parecía cansado, no tenía sentido continuar bajo aquellas circunstancias.

- Bien, Lindor, lo dejaremos por hoy - dije mientras cerraba el libro de Aritmética.- Mañana comenzaremos las clases de Latín y haremos lo posible por mejorar la lectura ¿de acuerdo? - el joven Lindor asintió.- Bien, pues vamos a buscar a tus parientes, así veremos que tal les ha ido en su búsqueda de trabajo.

Recogí de nuevo el bastón y todo el material de estudio y junto al muchacho recorrí los pasillos del castillo buscando al Mayordomo Otto.

Antes de acostarse Flaviu paseo un rato por los pasillos del castillo, trato de ser sigiloso, con la esperanza de captar parte de alguna conversación interesante, o ver la llegada de algún oportuno mensajero. Paseo distraído pensando en la conversación que había tenido con las nuevas invitadas del Duque. Las visitas de cortesía no existen, siempre se trata de conseguir algo o dejar pagado un favor. Lo importante es saber cuál es ese deseo o favor. Recordó la bella figura de ambas mujeres. Tener como aliados a una familia con el título de Conde, siempre es bueno, aunque esta hayan perdido parte de el poder de antaño. Lo más seguro, es que quieran recuperar ese poder, pero estas mujeres no parecen de las que se agachen para besar los pies. ¿Que estarán tramando?

Paseaba pensando en esto, cuando unos pasos le pusieron en alerta, era un guardia haciendo su ronda. Se aparto para dejarle pasar, al ver al guardia totalmente servicial pasar a su lado, recordó la conversación de mayordomo y el chambelán. El mayordomo Otto conseguiría encontrar un noble propicio para el servicio que le encomendó su señor el Duque, llevar un regalo a la familia Basarab. Podía haberme encomendado esa tarea a mí, pero decidió que era mejor otro, habría sido una gran oportunidad de acercarse al Duque. Al Duque no le interesa enfadarse con la familia Basarab, un juego divertido sería hacer correr el rumor de que el regalo no gusto.      

Una nueva sonrisa, deslumbrante, iluminó de nuevo en la faz de Innya. Y, tan pronto como asomó, fue cortada de cuajo. Aunque esta vez algo quedó de ella en su rostro.

¡Sí! ¡Tenemos trabajo! Sólo que... ¿dormir en el Castillo...? Eso es algo que no me esperaba... habrá que avisar a Pavetta.

- Desde luego, señor. Os sigo de inmediato.

Se enderezó, dispuesta a seguirle al fin del mundo. Cogió la bandeja con firmeza y seguridad, y echó a andar tras él, dejando claro que estaba más que habituada a llevar bandejas, jarras, y lo que hiciera falta. Sin derramar una gota.

Al pasar por delante de las cocinas me crucé de frente al Mayordomo Otto y a Innya, y reconozco que por poco tropiezo con ella. Habría sido un verdadero desastre puesto que Innya llevaba una bandeja con una jarra humeante y varias copas. Desde la entrada se escuchaba como Dagu y Visany charlaban en el interior.

- ¡Oh! Dispculpa Innya, casi provoco un desafortunado incidente - me pasé el dorso de la mano por la frente.- Mayordomo Otto, precisamente os buscaba ¿Qué tal ha ido la entrevista? - reparé entonces en la bandeja que había estado a punto de derribar.- ¿Estáis poniendo a prueba a Innya? Os prometo que no os defraudará - le guiñé un ojo a Innya.

VALRU DE BISTRITZ:

- Unos siete sirvientes del castillo (de al servidumbre del Castillo, no del séquito de Durius) se dejan chupar sangre por el placer enfermizo que eso les supone.

- Para que se puedan recuperar no hay que beber más que un sorbito (1 punto de sangre) de cada uno. Eso equivale a una Herida del nivel Magullado (OK), que se cura en un día.

- Así que ocupas cinco recipientes sólo en despertarte habitualmente, y tan sólo dos para pequeños imprevistos. No es mucho margen de maniobra, pero para la rutina y sin usar apenas poderes, puede funcionar.

CAPITAN ZARAK:

- Cuando el Duque reformó el castillo y lo fortificó de verdad (antes era básicamente un fuerte de madera con poco piedra) al parecer añadió unos cuantos pasadizos secretos.

- Nadie, ni siquiera tú, sabe donde reposa por el día. Suele aparecer cada noche en su trono ducal como por arte de magia, en el salón principal del castillo.

- Te diriges al salón para recibirle cuando llegue.

FLAVIU KREVECHESKI:

- Tiradas ocultas y secretas de:

* Astucia + Sigilo.

* Percepción + Consciencia.

La muchacha derrapó dando un giro en el aire, que hizo que la bandeja oscilara peligrosamente. Todo para evitar el encontronazo con el Maestro de su sobrino, y benefactor de todos ellos, Maserrak.

- ¡Uff!

Pero, por fortuna, no pasó nada más. Innya sonrió al Maestro, mirándole con la cara enrojecida por el brinco del corazón ante lo que por poco acaba en un desastre.

- ¡Tenemos trabajo los tres aquí! - se dio cuenta de su efusiva respuesta, y miró al Mayordomo enrojeciendo aún más, esta vez de rubor. - Perdonad, es que estoy tan contenta...

Dagu se cuadró ante el mayordomo Otto y recitó su nombre.

-Dagu el Joven de los Slobozia, mestre Otto, ese es mi nombre.

Siguió al mayordomo con presteza de camino a las cocinas y se preguntó un instante que estarían pensando sus familiares ante todos esos precipitados cambios. Por lo visto tendrían que vivir en el castillo y servir de día a noche. ¿Como se tomaría aquello el resto de la familia?

- Gracias mestre Otto. -agradeció cortésmente el plebeyo ante la oferta de comida. Quizás otra cosa no, pero comida no les faltaría mientras sirviesen en el castillo.

Cuando su hermano le preguntó, cuando se quedaron solos, Dagu le miró extrañado ante su comentario.

- ¿A mí? No, sois vosotros lo que no paráis de parlotear delante de nobles y cancilleres como si fueseis iguales. No deberíais hablar a menos que sea estrictamente necesario.

- Hermano, tan sólo me he limitado a contestar las preguntas que nos han formulado primero al Maestro Maserrak y después a Otto, el Mayordomo.

- Bueno, haced lo que queraís, pero no creo que parloteando con los maestres como si fuesen cortesanas sean la mejor manera de ganarnos un oficio en estas paredes. Tenemos un nicho que ocupar en este castillo, mejor no dar la sensación de que queremos aspirar a mas. -dijo Dagu sin demasiada acritud a su hermano mientras terminaba el plato.

- No te entiendo hermano. - digo. Siendo tú el mayor de los dos deberías de haber sido el que llevase el peso de la entrevista y sin embargo me has dejado esa responsabilidad a mi y encima ahora me recriminas que conteste cuando nos preguntan.

- Definitivamente estás muy tenso desde que Otto empezó a hablar con nosotros.

- Será mejor que volvamos a los aposentos del Maestro Maserrak tal y como nos ha encomendado el Mayordomo Otto.

- A quien no os entiendo es a vosotros. Parece que en todo este tiempo en esta villa no os hayais percatado de que aquí no somos mas que hijos de porqueros con la unica suerte de que nuestro primo Lindor le haya caido bien a un noble. ¿A que viene dar conversación a un maestre que claramente quiere, y puede, sentirse mejor que nosotros? ¿Y nuestra tía, sonriendo como si fuese una fulana? No somos mas que barro en sus botas y vosotros os habeis comportado como si fueseis iguales; y no hay cosa que mas les disguste que recordarles que todos cagamos lo mismo.

Dagu rebañó el plato y lo dejo en el mismo lugar con el resto de la loja sucia, seguramente algun otro siervo como ellos se encargaría de limpiarlo.

- Y no estoy "tenso", tenso estaran los que tienen el lujo de poder permitirse el estar tenso. Yo estoy preocupado por que esta gente nos acepte entre sus muros y nos permitan sobrevivir un invierno mas. -Dagu se levantó y esperó a que su hermano terminase su plato.

Levantándome tras haber terminado pongo la mano en el hombro de mi hermano mientras salimos de la cocina en dirección a los aposentos de Maserrak.

- Dagu, hermano. Es de buena educación contestar con respeto las preguntas que te formule un Maese o cualquiera que esté por encima nuestro, cosa que en este momento es casi todos los que estén dentro del palacio y más si eso facilita que seamos contratados en palacio para poder ayudar a nuestra familia.

- Démonos prisa no vaya a ser que el Mayordomo Otto se persone en los aposentos de Maese Maserrak en nuestra busqueda y no hallamos llegado todavía.

Tras un par de giros por fin llegamos a las habitaciones de Maserrak tal y como nos pidió el Mayordomo Otto.

Al llegara la puerta llamo con los nudillos.

- Maese Maserrak. - digo. Nos envía el Mayordomo Otto para que lo esperemos en su compañía.

Dagu se levanta junto a su hermano pequeño, esperaba que no le guardase rencor por su encontronazo verbal. Se sentía algo preocupado por su tía, esperaba que estuviese bien.

- Mestre. -saludó Dagu con gesto serio.