Me quedaré montando guardia en su puerta, mi señora. Espero que pase una... Que descanse, mi señora terminó agregando Tomescu. Era absurdo decir que pasara buena noche con lo que había ocurrido. Lo mejor que podía hacer era cerrar los ojos, intentar dormir y no soñar.
- Siguiendo las órdenes del Chambelán Otto, los criados sirven los postres del banquete a los invitados de la Boda en sus habitaciones.
- Dama Radovina y el Guardia Boru prosiguen hasta las estancias de invitados.
- La Dama entra en su habitación y el Guardia se queda de vigilancia en el pasillo.
// Entran en escena: Dama Radovina, Guardia Boru.
// Proceden de: Capilla (pasando de pasada por el Patio del Castillo).
La tardanza del senescal no favorece, precisamente, la quietud de Schaar, preocupado por los sucesos. Tras unos instantes esperando en la puerta, sin decidirse como actuar, se acerca a la habitación de la dama Dubieta
- Saludos Tomescu. ¿Todo bien por aqui? - dice poniendo su mano en el hombro del soldado
Nada que destacar contestó Tomescu a Schaar. No ha habido ningún movimiento ni ningún tipo de ruido extraño por aquí.
Después de todo lo que había ocurrido, esa calma se agradecía, pero aún así, no dejaba de poner los nervios a flor de piel.
EN MITAD DE LA MADRUGADA.
Pese a lo agitada que ha sido la velada, casi todos los habitantes del castillo acaban cayendo dormidos, sucumbiendo al agotamiento tras tantas impresiones sufridas.
- El Caballero de los Cárpatos llega al pasillo que conduce a las estancias de invitados.
- Sólo los guardias Boru y Tomescu le ven llegar.
// Entra en escena: Iacobus. - Procede de: Patio del Castillo.
Para que conste: Antes de echarse en la cama y quedarse dormida Radovina se ha despojado del vestido de novia ensangrentado, se ha lavado, se ha cepillado el pelo y se ha puesto un camisón normal, ni recatado ni lo contrario.
El vestido y los lienzos que ha usado para lavarse y quitarse la sangre quedan en el suelo, a la espera de que Elena lo recoja mañana y lo limpie.
ESTANCIA DE RADOVINA:
Antes de echarse en la cama y quedarse dormida Radovina se ha despojado del vestido de novia ensangrentado, se ha lavado, se ha cepillado el pelo y se ha puesto un camisón normal, ni recatado ni lo contrario.
El vestido y los lienzos que ha usado para lavarse y quitarse la sangre quedan en el suelo, a la espera de que Elena lo recoja mañana y lo limpie.
Iacobus entró al pasillo sin detenerse, y no lo hizo al ver a los guardias apostados donde estaba seguro que lo estarían. Apenas les dedicó una mirada, la necesaria para certificar que los pies de ambos continuaran donde debían y que sus cuerpos les acompañarían, al menos por el tiempo necesario. Tampoco era que necesitasen mucho más. Mejor para ellos, luego de todo lo que había sucedido.
Se dirigió, entonces, directamente a los aposentos de los Dravescu, y llamó a la puerta.
Alguien llama a vuestra puerta, lo que no deja de ser sorprendente a estas horas de la noche.
Zuyla abrió despacio y con cuidado la puerta. El Tercer Caballero no llevaba puesta la armadura, pero a pesar de estar con ropa de cama llevaba empuñada su espada, aunque ésta apuntaba al suelo sin intentar que fuera una amenaza para el Segundo Caballero.
Zuyla desconocía si su padre estaba despierto o no, y seguramente tendría que despertarlo… pero primero esperó a ver qué quería Iacobus a aquellas horas.
- Buenas noches, Caballero Iacobus. ¿A qué debemos su presencia? – musitó en voz baja sin dejar de revisar el pasillo con su mirada, por si los guardias se movían de sus puestos. Era realmente extraño que Iacobus fuera a visitarles tan tarde, aunque después de los recientes acontecimientos cualquier cosa era posible. Se hizo a un lado para dejar pasar al Caballero, si tenía algún tema importante que comentarles era mejor hacerlo lejos de oídos y miradas indiscretas.
Los ojos de Iacobus ni siquiera miraron la espada de Zuyla, bien porque no concebía que no estuviera donde estaba, bien porque su posición no le importaba en lo más mínimo. A sus espaldas, por supuesto, los guardias no se movían. El asunto no les incumbía, y sí lo hacían sus propias atribuciones como perros guardianes de sus amos encerrados.
- Caballero Zuyla - devolvió el saludo, y al ver que se apartaba, pasó al interior de la habitación - He venido a hablar con vuestro padre. ¿Está despierto?
Zuyla cerró una vez que Iacobus había entrado y echó el pestillo. Se mantuvo firme y en silencio junto a la puerta y esperó a que su padre recién despierto respondiera a Iacobus... Por un momento dudó de si sería buena idea, o de si su padre estaría en sus cabales o le daría otro de sus achaques... Pero en cualquier caso le intrigaban los motivos del Segundo Caballero para acudir a las estancias de los Dravescu.
La voz del Caballero de los Cárpatos hizo que Zort frunciera el seño. Algo raro ocurría, para no perder la costumbre. Se sentó sobre su cama un segunto y saludó con la cabeza a Iacobus, mientras se acercaba a avivar el fuego.
- Supongo que no has venido a desearnos buenas noches Caballero... - Sonrió ante su intento de chiste - ¿Qué ha ocurrido? Si estás aquí por voluntad propia supongo que puede ser bueno para nosotros. Si en cambio te han enviado a buscarnos... incierta es nuestra fortuna...
Los sonidos de la habitación se reproducían a sí mismos, pero Iacobus no prestaba especial atención a ellos. El pestillo, el crujido de la cama, la interrogante respiración de dos. El silencio de Zuyla pareció decir muchas cosas, pero todas ellas quedaron silenciadas por los ojos abiertos de Zort en la cama. Las llamas refulgieron, avivadas por la mano vieja, y arrancaron destellos a una armadura que Iacobus no se había quitado aún. Y destellaron en la media sonrisa, seca, que dedicó al viejo Dravescu cuando intentó aquel chiste que sólo podía causarles risa a ellos.
- No sé qué sería mejor, la verdad. Ya habéis visto en qué acaban mis intentos de acudir a aposentos ajenos por propia voluntad.
Que era lo que había sucedido con Durius. Jodida masacre, y jodido instante en el cual se le había ocurrido intentar hablar cuando debería simplemente haber actuado. Sin embargo, aquello estaba en el pasado.
- Pero es el caso. Lo que ha sucedido esta puta noche ha mostrado la verdadera cara de este puto castillo. Y no sólo me refiero al jodido guardia haciendo aquella mierda frente a todos - que aquello había sido lo último que había faltado - Mas lo más acuciante ahora es pensar qué hacer para cuando regrese. Pues lo hará. Lo que me extraña es que no lo haya hecho hasta ahora, dado que es un perro preparado para defender a sus amos.
Zuyla escuchó atentamente las palabras de Iacobus y miró a su padre esperando una reacción por su parte, más aún después de la conversación que ellos mismos habían mantenido. Viendo que Zort tardaba, Zuyla decidió mostrar sus cartas sobre la mesa.
- ¿A quién debéis lealtad ahora, Iacobus? – preguntó Zuyla dubitativo al principio. Sabía que el Segundo Caballero sólo se debía lealtad a sí mismo, pero no estaba seguro de si ahora podrían contar con su ayuda. Parecía que por las palabras de Iacobus no estaba nada tranquilo con el asunto del hombre lobo… pero no había dejado clara su posición respecto a los amos. – Opino como vos que el perro volverá. Sólo confío en que no sea a primera hora de la mañana y por tanto, que cuando vuelva sea demasiado tarde para que proteja a sus amos. – era evidente que Zuyla planeaba algo, y que sería al amanecer, con la protección de los rayos del sol.
- Farkas es una aberración pero no es el origen del problema. – continuó el Tercer Caballero armándose de valor para expresar lo que pensaba sin temor a represalias. – Si queremos quitarnos de problemas hay que acabar con todas las raíces del mal… sean cuantas sean, y sean quienes sean. Con los amos tenemos la ventaja del día. Con Farkas lo desconozco… pero coincido con vos en que algo habrá que hacer. No podemos hacerle frente directamente con nuestras armas… pero quizá podamos tenderle una trampa. -
Zuyla esperó una respuesta del Segundo Caballero, quizá tuviera alguna idea y quisiera echarles una mano, o quizá había venido a recabar información para Durius y el resto de criaturas de la noche… No estaba seguro, pero si contaba con el apoyo de Iacobus todo sería más sencillo.
- Si matas un perro su amo se enojará... Farkas es la mano ejecutora de Gyula, y honestamente no creo que desconozca su verdadera cara... También debemos pensar si el resto de los Guerreros de Sangre son bestias como esta...
Pero no era aquello lo que mas preocupaba a Zort en aquel momento. Gyula aún estaba lejos, podían disponer de tiempo.
- Por otro lado está Durius... ¿Que piensa él del lobo? ¿Lo quiere muerto? Si es así podemos usarlo para combatirlo, y dejar para mas adelante el resto de la limpieza. Pero no se si querrá matar un hombre del Duque.
Zort se acercó unos pasos para ver mejor los ojos de Iacobus.
- También está lo que pregunta Zuyla. ¿Hasta donde se alzarás tu espada Caballero?
Tomescu espió a al Caballero de los Cárpatos con una rápida mirada. Tenía un carácter muy temperamental y prefería no provocar ningún tipo de estado de ánimo en su persona. Se mantuvo en su posición, observando en silencio.
GUARDIA TOMESCU:
- El Caballero de los Cárpatos ha entrado en la habitación de los Dravescu y parece que los tres están hablando.
- Puedes apoyar la oreja en la puerta para intentar escuchar lo que dicen, pero eso comportaría el riesgo de ser descubierto escuchando (ya sea porque abran la puerta de golpe o porque entre alguien más al pasillo y te vean). Con seguridad, Boru (que está también en el pasillo) los sabría.