Partida Rol por web

Schaar se queda unos instantes mirando a la dama, perdido en sus pensamientos, y sentimientos. No puede dejar de mirar la belleza, perfecta, remota, y sin embargo tan cercana de la mujer. Cierra los ojos. Debe centrarse, y no trae buenas noticias.

- Lo siento mi señora - quizás notando el tono de voz, la mezcla de aplomo y cansancio, el caballero reacciona con un tono cortés, alejado de los excesos de la última noche, excesos provocados, hasta cierto punto, por la propia dama, que había atizado los fuegos que consumían, desde hace demasiado, el corazón del caballero- No puedo daros dato alguno. Me temo que el segundo caballero se refería más a la posibilidad que los Dravescu os quisieran algún mal... pero no podría confirmároslo. He oido por el castillo que, en efecto, vuestro esposo está muerto. Precisamente asesinado por los Dravescu. Pero ninguna autoridad me lo ha confirmado. Como tampoco me han confirmado ningún peligro contra vos o los nuestros. Si os parece... podríamos ir a hablar con el primer caballero sobre el tema - Schaar guarda un instante silencio- Y creo que si ha pasado ya el primer momento de peligro debería despojarme de la armadura, si os parece bien, mi señora

"Esperaba más detalles, pero en el fondo sabía que Iacobus no compartiría con facilidad la información que poseyera. Si los Dravescu han matado al Senescal... ¿estaban solos ante tamaña confabulación?"

- Era de esperar que el Caballero de los Cárpatos no especificara detalles. Tendré que abordarlo a su manera, así que antes de retirarnos a descansar necesito hablar con él.

Por poco que hubiera estado en su compañía tenía una idea de cómo era, y sobretodo quién fue y en lo que se había convertido. Uno no cambia tan fácilmente del día a la mañana, aunque hayan pasado más de seis años. Lo importante, y verdaderamente arriesgado, estaba por llegar.

- Por otro lado está Durius Tremere. Ese hombre es nuestro principal obstáculo -se permitió unos instantes para organizar sus ideas- No puedo presentarme en la cena sin antes interesarme verdaderamente por el estado de mi difunto esposo. He de hablar con él antes, así que me acompañaras mientras Tomescu se encarga de la seguridad de Tiberiu mientras cena.

"Más y más complicaciones..."

- Deduzco que la noticia, aunque sin ser oficial, no es un secreto. Sería estúpido por mi parte hacer creer que desconozco el hecho de que está muerto. Sobre la participación o no de los Dravescu... -negó con la cabeza- Definitivamente he de hablar primero con Iacobus, así que en cuanto terminemos de hablar ve en su busca mientras aconsejo a nuestro pequeño la importancia del "saber estar".

Todo aquello parecía un plan orquestado contra ellos, contra la posibilidad de prosperar como merecían. No iba a ser fácil, pero ni mucho menos iba a quedarse quieta mientras otros manejaban sus hilos.

- Schaar, no voy a mentirte -suspiró y adoptó una posición sutilmente más relajada- No esperaba que el Senescal muriera tan pronto, demasiado pronto. Nuestra situación se complica y Durius no está muy contento que mis últimos... comportamientos -le dedicó una sonrisa desprovista de gracia, no podía haberla con tamaños errores- Lo que pasó en la Capilla creo que de alguna forma afectó a mi juicio. Miro en retrospectiva y no puedo esperar que la tragedia en la cena de boda borre mi nefasto proceder. Temí por Tiberiu, pero pude haberlo hecho mucho mejor.

Decidió que necesitaban actuar de una vez, así que se levantó del asiento invitando al Caballero a hacer lo mismo. Extendió su mano esperando que la tomara, pero no hubo intento de más.

- Abordemos un tema espinoso -hizo un alto para suavizar el momento- No estoy convencida de que Durius Tremere acepte nuestra palabra sobre la consumación del matrimonio. El Senescal apenas estuvo aquí, Schaar... -hasta el tiempo estaba en contra- Tal vez podamos argumentar que pretendía dejar claro en tu presencia a quién pertenecía su nueva esposa, poco tiempo pero idóneo para un acto irracional. Es una situación tan delicada y preocupante que me exaspera -apretó más fuerte la mano de su amante esperando que comprendiera la situación- Además, aunque pensáramos en llevarlo a cabo debemos dejar fuera de ésto a Tomescu.

Schaar observa a la dama mientras se queda pensativo

- Mi señora... intentaré volver a hablar con Iacobus. Una vez más. Si no logro nada, dejaré que vos os encarguéis. Prefiero intentar hablar con él, hay algo más hastiado en su comportamiento. En ocasiones pienso que es un volcán a punto de estallar. Le intentaré hablar, una vez más, y os informaré de sus palabras. Luego si vos queréis hablar con él, o queréis que juntos lo hagamos, estaré a vuestro servicio - hay una leve sonrisa, cínica, irónica, en el caballero, pero parece más referida a sí mismo que a la dama- Como siempre. Buscaré a Iacobus, y si no habla conmigo, le indicaré vuestro deseo de hablar con él, o si os parece, le indicaré ese deseo hable o no conmigo - guarda un momento silencio- Soy un hombre de armas. Nunca he sido, ni deseado ser, otra cosa. Pero también soy un noble, y a mi modo, he dirigido a hombres. Y por un tiempo incluso pude mantener con mis fuerzas a... - niega con la cabeza y la leve sonrisa irónica, vuelve a su rostro- No importa. Habláis de nefasto proceder y es evidente que teméis y precisáis hablar con Durius. Decidme cuándo y en qué fue vuestro proceder tan nefasto. Pues no lo veo. ¿Mejorable? Todo es mejorable. Pero hay muchos muertos, y aun seguimos vivos. Y estamos en el castillo donde la muerte es fácil, y muchas cosas se deciden. Tomad vuestras decisiones, consultádmelas si es vuestro deseo, y os aconsejaré en lo que pueda. Y luego haré como sea vuestra orden. Porque ... - en ese momento la dama Dubieta se levanta, y también  lo hace Schaar, que se queda unos instantes mirando la mano tendida notando el dolor en su corazón cuando ella toma su mano- Ya os lo he dicho. Haré lo que ordenes, Dubieta. Soy tuyo. Es así de sencillo. Dime, ¿qué quieres que cuente a la banda de lobos, sabandijas y leones que nos rodean?

En el sueño que había tenido la noche anterior, aquel en el que cabalgaba sobre el gemelo onírico de Fiero Orgullo, al final el anciano que pedía auxilio y al que había acudido a ayudar a galope tendido, había resultado ser el verdadero malo. En ningún momento había necesitado ser rescatado porque sus gritos no eran más que un cebo para atraer a los más valerosos caballeros de todo el mundo para matarlos haciéndose pasar por un indefenso anciano. Sobra decir que Tiberiu no cayó en tan rastrera treta y consiguió derrotarlo sin ningún problema.

Al escuchar la voz de Tomescu, el niño se bajó de la banqueta en la que se había subido para poder ver a través del ventanuco lo que ocurría en el patio.

- ¿Tomescu?- remedó sonriendo. - Hola. Me aburro aquí dentro, ¿tú no?

El futuro seguía siendo tan incierto como en días anteriores, y resultaba paradójico que la noche pudiera arrojar un rayo de luz sobre la penumbra que con insistencia envolvía sus destinos. Pero había expuesto sus dudas, estimado el incondicional apoyo de Schaar y llegado a pequeñas decisiones que iban a marcar la diferencia.

Mientras el Caballero se dirigía a cumplir con el pequeño cometido ella se encargaría de instruir a su hijo sobre las buenas maneras en la mesa. Tiberiu era joven, un niño acompañado de la ingenuidad que si bien había agradado al Duque enervaba en ocasiones la sangre de su madre.

- Tiberiu... -sonrió a su hijo y saludó levemente a Tomescu- Ven aquí y déjame verte.

Pese a los problemas a su alrededor no podía dejar que influenciaran en el cariño hacia su pequeño, aunque no le temblaría la voz para enmendar sus errores.

- He de atender unos asuntos con Shaar antes de la cena, así que esta noche vas a demostrarme con tu comportamiento si eres digno de ser llamado en un futuro Caballero -con una mano levantó levemente el rostro del niño- La observación es primordial para un hombre de armas, Tiberiu. Saber qué sucede a tu alrededor y anticiparse a los problemas marcaran la diferencia en tu vida.

Observó al niño con ojo crítico, evaluando si estaba en condiciones de presentarse ante la Corte.

- En cuanto regrese Schaar iremos al comedor y Tomescu estará contigo para protegerte. Es un fiel guardia -no pondría la vida de su hijo en cualquier mano- Recuerda comportarte, hablar cuando se dirijan a ti y... observar. Cuando regreses de la cena, antes de acostarte, vas a explicarme lo que has visto y deducido -hizo un alto para que el niño fuera asimilando- Te haré preguntas tales como la cantidad de asistentes; los títulos y nombres que conozcas; su estado de ánimo...

Dubieta sonrió prediciendo la cara que iba a poner.

- No será difícil. Cena tranquilamente y en cuanto empieces a mirar a los que te acompañan sabrás quiénes están tristes, alegres, preocupados... Es un juego, Tiberiu; pero no olvides que el juego es entre tú y yo. Los demás verán a un joven que sabe comportarse.

Volvió a sonreír.

- ¿Tienes alguna duda?

Tomescu sonrió a la pregunta de Tiberiu sobre su aburrimiento. Lo único que sentía el guardia era sueño, pero cumplía su trabajo con fidelidad.

La Dama Dubieta entró en la habitación y Tomescu se cuadró y escuchó sus palabras a su hijo. No pasó inadvertido el cumplido que le dirigía al soldado, algo que agradeció profundamente.

Tiberiu, eres un niño muy inteligente, estoy convencido de que serás capaz de eso y mucho más añadió a las palabras de su madre para darle ánimos.

Tiberiu se encogió de hombros, no estaba seguro de si tenía dudas. Ahora, de lo que sí estaba seguro era de que, fácil o difícil, lo que su madre le proponía no iba a ayudarlo a evadirse del tedio de aquel día. Pero bueno, siempre quedaba la esperanza de que la cena fuera tan “entretenida” como la del último día.

El niño sonrió y asintió ante el alago de de Tomescu antes de decidirse a preguntar, después de todo no habían sido pocas las ocasiones en las que el Maestro Maserrak les había dicho que preguntar era de gente inteligente, y Tiberiu lo quería confirmar.

- ¿Schaar también tuvo que hacer eso para convertirse en caballero? ¿El Duque le dijo que ya no era caballero porque se enteró de que no lo hizo?

- Farkas Deli llega al pasillo de las estancias de invitados, en el Ala Oeste del Castillo de Balgrad. Llama al Caballero Iacobus Radoslav de los Cárpatos, y pronto lo encuentra junto a su esposa, la Dama Radovina, y el hombre de armas Schaar Dvy.

- Desde el pasillo, los Guardias Boru y Tomescu ven llegar a Farkas Deli y les da tiempo de avisar con disimulo a la Dama Dubieta y su hijo Tiberiu.

Farkas entró en el pasillo y se encontró con un buen número de puertas, no sabía exactamente a cual debía dirigirse así que utilizó una forma más sencilla de encontrar lo que buscaba. -¡Iacobus Radoslav! Gritó haciendo que su voz resonara por todo el pasillo asegurándose así que le escucharía, no tenía ganas de ir buscándolo en cada habitación. ¡Sal de donde quiera que estés y da la cara! ¡Eres responsable del asesinato del Senescal y del Caballero Zuyla Dravescu y su padre y por lo tanto un traidor! ¡Entrégate y sométete a la justicia del Duque o recibirás tu castigo ahora mismo! Estaba enfadado, todo el desastre del día anterior, los Basarab llevándose a sus niños ante la pasividad de todos y finalmente los traidores que habían aprovechado la ocasión para quitarse del medio al único leal servidor del Duque que estaba por encima de ellos, intentando echarles la culpa a los Dravescu y asesinándolos para que no pudieran defenderse. Se esperaba algo así de Durius, pero le había sorprendido que Iacobus hubiera colaborado en aquello. Pero a pesar de su enfado seguiría manteniendo su palabra hacia su Señor y procuraría mantener vivos a aquellos dos enemigos que ahora parecían haberse conchabado en busca de algún beneficio común, pero tampoco dudaría en matarlos si era necesario, ganas no le faltaban y no les daría a ninguno una segunda oportunidad. Siguió sujetando la vaina de su espada con la mano izquierda y manteniendo el acero guardado, si Iacobus aceptaba ser encarcelado y esperar al regreso del Duque para ser juzgado no tenía intención de atacarlo, aunque sentía que aquella era una posibilidad muy remota. También sabía que Iacobus era un humano con unas capacidades extraordinarias, probablemente uno de los pocos en todo el castillo que podría ponerle las cosas difíciles en combate o incluso vencerle, pero no pensaba amilanarse por eso o mirar hacia otro lado como parecía que les gustaba hacer a los transilvanos. Cumpliría con su deber o moriría en el intento, no pensaba dejar suelto a ningún traidor.

Nadie podría negar que Tiberiu estimaba a Schaar. La palabra adoración comenzaba a quedarse corta, pero podría usarlo a su favor y hacer las cosas más fáciles. Su hijo tenía una mente inquieta, sólo debía encauzarla debidamente para hacer de él el hombre que debía ser. No, el hombre que sabía que iba a ser.

- La percepción del entorno es muy importante para un Caballero, de hecho para cualquiera. Schaar tiene muy en cuenta la conducta de los demás para anticiparse, para predecir quién está a un paso de perder la compostura -Dubieta volvió a levantar suavemente el rostro de su hijo para atraer su atención- Los detalles marcan la diferencia, por eso quiero que prestes atención.

"Aaah, Tiberiu... Bien podría decir que tu ingenuidad es perfecta para sacar a relucir puntos de interés, pero de nada serviría si no llegaras a ser tan avispado como eres... a tu manera".

- El Duque hizo lo que consideró adecuado, pero eso no significa que Schaar deje de comportarse con la nobleza y valía que identifica a un Caballero. No se trata de dar un par de estocadas, eso podría enseñártelo cualquiera -sonrió al pequeño y agitó la mano para restar importancia- Tú quieres que Schaar te enseñe, quieres ser tan bueno como él... Lo serás, si eres capaz de entender que ésto -dio unos toquecitos con el dedo en la sien del pequeño- Ésto es lo que marca la diferencia. En un combate entre dos oponentes igual de hábiles aquel que sea más astuto, perceptivo e inteligente tendrá la victoria de su parte.

En ese momento Tomescu advirtió de la presencia en el pasillo de Farkas Deli, líder de los guardias personales del Duque. Al poco la fuerte voz del guerrero paralizó a los presentes, las acusaciones estaban lanzadas con una clara intención.

"La trama se complica..."

- Tiberiu, ve junto a la cama y no te muevas hasta que te lo ordenen -señaló el lado más alejado- Voy a ver qué sucede, tranquilo, no pienso ponerme en medio -dice a su guardia- Protegelo -concluyó con un susurro.

Con la mayor tranquilidad posible se acercó a la puerta y la abrió, despacio. Allí estaba Farkas, un basilisco en forma humana esperando la reacción de Iacobus. No pretendía ponerse en medio de dos Titanes, ni ejercer de viuda enloquecida. No, simplemente se mantuvo en el umbral de la puerta como mera observadora. 

"El Senescal, ¿mi difunto esposo muerto a manos de Iacobus? Habrá que verlo."

- La Dama Dubieta sale de su habitación ante las voces que da Farkas Deli, y le observa desde la puerta, con cierta precaución.

Los pasos de Iacobus no llegaron desde detrás de ninguna puerta. Llegaron desde el exterior, y precedieron la aparición de su figura recortada contra las luces del día que guardaba a sus espaldas. Traspasó la arcada que daba inicio al pasillo de las estancias de invitados, y se detuvo allí, observando a Farkas, en su repentina aparición y en sus ladridos descomunales.

- Aquí estoy, Farkas - dijo - Y veo que aquí estás también y que has vuelto, tras lo que pasó ayer.

El caballero de los Cárpatos traía la espada envainada y la mano en el pomo, del mismo modo que lo hacía su interlocutor. Pero Farkas estaba enfadado, rabioso, y Iacobus sólo hastiado. Había tenido que lidiar con mucho que le correspondía a otros, por falta de que aquellos cumplieran con sus deberes, y tener que enfrentar ahora a éste a los gritos, amenazas y quien sabe qué otras mierdas, cerraba el círculo de lo que ya era el colmo.

- Soy responsable del ajusticiamiento de los Dravescu, los cuales estaban conspirando activamente contra el Duque, el Senescal, e incluso, contra ti mismo - la voz de Iacobus mostraba hastío, pero no provocación. Simplemente, estaba harto - Para todo ello tuve pruebas. ¿Cuáles son las tuyas para acusarme de lo demás?

Para su sorpresa Iacobus no salió tras ninguna de las puertas sino que también venía del patio, seguramente había estado en alguna otra parte del castillo y no lo había visto al cruzar. Farkas se dio la vuelta y se encaró con el guerrero mientras escuchaba sus palabras. Otro que pensaba que no iba a volver... Escuchó sus explicaciones aunque no supo descubrir si Iacobus mentía o simplemente le habían engañado haciéndole creer en la traición de los Dravescu. Cabía una posibilidad de que fuera verdad y los Dravescu estuvieran intentando traicionar al Duque y al Senescal, aunque Farkas lo dudaba. Aún así la muerte de los dos Dravescu poco le importaba, por él todos los nobles transilvanos podían morirse en aquel instante, era la muerte del Senescal la única que le preocupaba y la que quería dejar zanjada encargándose debidamente de los culpables y dolo tenía dos candidatos: Durius y Iacobus. Sabía que no le habían mentido, aunque... Un instante de duda recorrió la mente de Farkas. Quizá Iacobus tan solo había sido una simple marioneta que formaba parte de un engaño urdido por otro, otro más retorcido y que de estar presenciando la escena se estaría riendo a carcajadas. Antes de actuar debía asegurarse bien y atar unos pequeños cabos sueltos, Iacobus aún seguía gozando de cierta confianza para él y no le importaba preguntarle para saber si le mentía o no. -Responded solo a una pregunta. Dijo seco. ¿Quien mató al Senescal? ¿Y porqué nadie hizo nada para impedirlo? Cortarle la lengua a un hombre no es algo que se haga rápido o fácil.

En realidad no sabía quien lo había matado, pero sabía que Iacobus y Durius estaban allí cuando sucedió uno de los dos tenía que haber sido, o los dos, en el primer caso el otro al menos lo había consentido, lo cual tampoco lo dejaba en buen lugar. Lo que Farkas si sabía era que los Dravescu no se encontraban en el salón, si Iacobus intentaba culparles a ellos sabría que le estaba mintiendo. Y también sabía que Durius se había encargado de dejar el menor número de testigos posibles, aunque estaba claro que esta vez había pecado de poco cuidadoso. Matar al anciano Jensi y cortarle la lengua era algo fácil, hacerlo sin que nadie se enterara en un castillo lleno de gente no lo era tanto. Lo único que le descuadraba en todo aquello era el papel de Iacobus ¿Otra víctimas de sus ardides? ¿Un oportuno compinche del que estaba a punto de librarse y así quedarse solo? Todo dependía de la respuesta de Iacobus, si Durius le había engañado le dejaría en paz y esperaría a que el Duque decidiera hacer algo con él a su vuelta. A Durius lo encerraría o mataría.

Schaar sigue a Iacobus. ¿Cómo no hacerlo? Las estancias de invitados era el lugar en donde se encontraba su señora, a la que debía, a toda costa, proteger. Se quedó pensativo, mirando a uno y otro guerreros. No era un combate, ni una pelea, en la que pudiera participar, y sin embargo... Sin embargo.... Tal vez tuviera algo que decir, y ese pensamiento se tradujo en su expresión corporal, un instante. Pero habiendo preguntado directamente Farkas a Iacobus esperó a que este respondiera mientras meditaba como exactamente iba a expresar lo que pensaba.

Había entrado en la estancia buscando un poco de paz, pero aquí parecía gestarse un duelo de modo que me quedé al lado de una butaca con la mano en el pomo de mi arma esperando a ver si se necesitaba mi asistencia. Al ver el cariz que tomaba esto me coloqué detrás del caballero Radoslav.

-¿Por que no respondéis a la pregunta del caballero Iacobus, señor Farkas?

Había pensado no decir nada... pero era evidente que los ánimos estaban encrespados. Ahora cualquier cosa desataría una tormenta. Justo lo que las palabras del guardia Boru podían provocar. El caballero dudó, por espacio de un breve segundo.¿No era después de todo beneficioso que dos de los pocos que tal vez podrían vencerle en combate se matasen entre sí? Schaar pareció dudar unos instantes, y finalmente, negó con la cabeza

- Guardia Boru... dejad que ambos señores hablen libremente. No es oportuno que interpeléis ahora, ni a uno, ni a otro - guarda un momento de silencio y luego continúa, mirando tanto al hombre de confianza del duque como al segundo caballero- Son pocas las cosas que se. Pero no me cabe duda que tras los acontecimientos de anoche los dominios de nuestro señor, el duque, van a estar en guerra contra los basarab. ¿No sería conveniente si no hay traición entre nosotros, guardar contra ellos nuestra rabia? No soy quien para participar pues nada se de lo que ambos podéis contar. Pero sí puedo decir una cosa a Farkas Deli, hombre de confianza de nuestro duque. Anoche oí un grito y cuando entré en las habitaciones de los Dravescu el caballero Iacobus Radoslav me dijo eso mismo que os ha dicho a vos: que ambos Dravescu eran unos traidores. Allí sólo estaban los cadáveres de los Dravescu, y una lengua cortada que no pertenecía a ellos, en el suelo. Esa lengua no pertenecía a los muertos, y el caballero Iacobus no podía saber que iba a aparecer yo, con lo que no hay motivo para que la tirase él al suelo. Por tanto... la decisión más probable, hasta donde sé, es que fueran los Dravescu los responsables que la lengua estuviera en el suelo de la habitación. Y si esa lengua era del senescal... cosa que ignoro pues hasta ahora sólo tenía sospechas de la muerte del senescal... sería una prueba de la implicación de los Dravescu en la muerte del senescal. - dicho esto asiente a ambos, y les deja que hablen. O que se maten. Ahora es cosa de ellos.

El rostro de Iacobus mantenía el hastío cuando Farkas volvió a hablar. No se le pasó por alto que el jefe de los guerreros de sangre del Duque había elegido no responder, siendo un hombre usualmente tan directo. Aquello le dio la pauta de lo que podía esconder su silencio, empezando por más conspiración de la que ya había habido. Su expresión cambió sólo cuando intervino el guardia a sus espaldas. El caballero de los Cárpatos levantó no una, sino ambas cejas ante la desafortunada intervención de aquel imbécil, aunque no le dedicó ni un mínimo giro de su mirada. ¿Por qué no le dejaba decirlo a él, en todo caso, aunque fuera exactamente lo que él mismo pensaba?

Farkas le arrancará la cabeza por cojones. ¿Qué es esto, joder, una conjura de idiotas? 

Iba a decir algo, pero intervino Schaar Dvy. Paladín de las causas perdidas, con las palabras por delante y la espada por detrás. La memoria acudió como un rayo, como una cosquilla, pero Iacobus no se inmutó. No necesitaba que nadie abogara por su causa, que no le correspondía y, cuando Schaar dejó de hablar, el caballero de los Cárpatos hizo un gesto de hastío. Pero acabó por encogerse de hombros.

- Bueno, sin duda habéis recibido una explicación extensa sobre el asunto - dijo - Que casi ha contestado por mí, de hecho, aunque no tenía que hacerlo. Del mismo modo que vos no habéis respondido a lo que os he preguntado lo cual, si algún problema me causara, debía ser yo quien lo reclamara - agregó, con el mismo tono, pero con un destello de metal punzante en la voz. El destinatario estaba claro, y estaba a sus espaldas.

Puta conjura de idiotas.

- Y lo reclamo, de hecho. Respondedme lo que os he preguntado, Farkas, porque evidentemente alguien os ha hablado, y ese alguien puede formar parte de la puta conjura de la que os he hablado antes. Que evidentemente quiere que destruir el puto castillo - Iacobus miró atentamente al guerrero de sangre - Sobre lo que preguntáis, el Senescal fue asesinado luego de la jodida cena, luego de que vos os convirtierais en lo que coño os convirtierais. Vine aquí a interrogar a los Dravescu y creyeron que venía a ayudarles a prepararse para tu vuelta, porque os consideraban la mayor amenaza del castillo tras lo del patio. Soltaron una perorata que no os repetiré porque estoy hasta los cojones - dijo, antes de extender el puño contrario a la espada hacia Farkas, y abrir la mano con la palma hacia arriba - Aquí está, lo que estaba en la estancia, tal como lo recogí.

El pedazo de lengua se abrió como una flor frente a los ojos de todos los presentes.

- Quizás quisierais preguntar también a Durius Tremere. Claro, cuando aparezca de nuevo.

Escuchó atónito la intervención de aquel par de imbéciles a los que nadie les había dado vela en ese entierro. ¿Acaso se llamaban Iacobus Radoslav? ¿O creían que Farkas había acudido allí a dar explicaciones o dialogar? Si era así es que le conocían bien poco, pero tras lo visto el día anterior tampoco le sorprendía su comportamiento pues aquel castillo estaba lleno de estúpidos capaces de estropear hasta una simple boda. Escuchó a Iacobus con más atención y si bien lo que dijo no le gustó tampoco le sorprendió demasiado, sin cambiar su rostro miró al caballero antes de contestarle.

-Por lo que veo he de añadir mentiroso a la lista de cualidades "extraordinarias" que poseeis. Pronunció la palabra extraordinarias con algo más de énfasis pues quería dejar claro que no era tan estúpido como el resto que los rodeaban y que se había dado cuenta que había más gente con secretos en el castillo, no solo Farkas. Sois un traidor, me acompañaréis a una celda o responderéis con vuestra vida. Miró a los otros sin haber decidido si eran tan tontos de no darse cuenta de lo que estaba pasando o simplemente apoyaban la traición que se había cometido el día anterior. Fuera como fuera no tenía ganas de seguir perdiendo el tiempo, querían una explicación y la tendrían para zanjar el asunto. ¿Queréis una explicación? Os la daré. Pero si creéis que soy tan estúpido para daros el nombre de quien os ha delatado podéis seguir soñando, os aseguro que el Duque se enterará de vuestra traición, si no es por mi, será por otro, pero sin me han mentido supongo que no tenéis de que preocuparos. Anoche, después de que todos los valientes hombres de este castillo que juraron cumplir la voluntad del Duque dejaron marchar a los niños Basarab con su familia dejando claro que hay menos hombres de los que parece, o más traidores de los que pensaba. El Senescal se quedó a solas con un reducido grupo de gente entre los que se encontraban el primer y segundo caballeros de la corte, pero no los Dravescu que ya habían ido a sus habitaciones. Aprovechando la confusión reinante asesinaron al Senescal y le cortaron la lengua, eso conseguiría que ascendieran inmediatamente y quitarse de encima a uno de los pocos fieles y leales seguidores del Duque. Pero debían encontrar a alguien a quien culpar, me temo que los Dravescu fueron los elegidos, podíais haber sido cualquiera de vosotros. Iacobus se encargó de llevar la lengua a su habitación y matarlos a traición a ambos, una jugada que hubiera engañado a muchos sin duda. Miró directamente a Schaar que había caído como un tonto en la trampa de los traidores. Afortunadamente alguien les ha delatado, alguien que se que no ha mentido. Farkas pronunció la última frase con tanta convicción que no cabía duda que nadie lograría convencerlo de lo contrario. ¿Queríais explicaciones y saber lo que pasó? Ya no podéis fingir ignorancia sobre lo que ocurre. Ahora me pregunto si ayudareis a los traidores y compartiréis su suerte o seréis fieles a los juramentos de lealtad hacia el Duque y cumpliréis con vuestro deber.

Hizo una pausa y miró a los tres, estaba tenso ya, la visión de la lengua del Senescal había llevado su grado de paciencia al máximo y sentía que estaba a punto de estallar, hizo acopio de todo su autocontrol para no saltar sobre Iacobus. Respecto a los otros, ahora debían decidir de que lado estaban pues ya no cabía mantenerse neutral, o estaban con el Duque o serían tan traidores como los demás.

-A Durius no hace falta que le pregunte, solo tenía dudas sobre tu papel en todo esto, pero con lo que me has contado no me cabe duda que asesinar a los Dravescu e intentar culparles de la muerte del Senescal te hace completamente culpable, al igual que Durius. ¿Ahora entregarás tus armas y me acompañarás a las mazmorras o lucharás por tu vida?

Farkas esperaba el ataque de Iacobus, no imaginaba al guerrero entregándose sin luchar, aunque podría verse decepcionado por él otra vez más. Aliarse con Durius para traicionar al Duque había sido lo más estúpido que había hecho, sin lugar a dudas si se deshacía de Farkas Durius se las arreglaría para deshacerse de él después, probablemente le intentaría culpar de todo cuando el Duque regresara, era un mal bicho del que no podía uno fiarse.