Partida Rol por web

Carcelero miró a aquellas tiernas presas que tenía delante. Podría ser interesante jugar un rato con ellos, pero su misión era distinta. Tenía que llevarse a Innya.

Miró aquellos dos, en parte disfrutó de los sentimientos que los acompañaban ante su separación. Aquella angustia [...], casi se palpaba. Pero por otro lado no pudo evitar sentirse contrariado, no había disfrutado mucho de la presencia de aquellos bienhallados huéspedes y tampoco había podido entablar conversación con ellos.

- No te preocupes, luego volveré. Debemos tener algunas palabras. Podrán ser más o menos placenteras, pero serán sólo palabras. - una sonrisa se trazó en su rostro, pero no era una sonrisa cualquiera. Era la sonrisa de alguien que disfrutaba su trabajo, pero claro está, aquel no era un trabajo cualquiera.

- Innya es llevada fuera de las Mazmorras. Probablemente para afrontar un destino incierto, seguramente aciago.

El tiempo transcurría y el joven Dagu ya no sabía que pensar. La espera mataba al muchacho, pero sobretodo no saber que le estaba ocurriendo a Innya era la peor tortura posible. ¿La estarían torturando en estos momentos? ¿La habrían matado? Quien podía saberlo.

Dagu comenzó a llorar, incapaz de contener ya las lágrimas.

Quiero irme a casa.

- Carcelero regresó a las Mazmorras.

- Visany llega a las Mazmorras con un mensaje para Carcelero del Chambelán Otto.

- Carcelero. - digo llamándole. Me envía el Chambelán Otto para daros un recado.

Miro a Dagu con pesambre. Por lo menos seguirá vivo.

Carcelero mira a Visany con ojos fríos de pescado muerto.

Después sonríe mostrando una dentadura de dientes puntiagudos y afilados.

Trago saliva antes de decir lo que tenía que decir.

- La ...  - titubeo ligeramente - ... la sentencia de mi hermano la ejecutarás mañana por la mañana. - le digo finalmente tras lo cual asiento levemente a mi hermano.

- Valor hermano. - pienso. Vivirás para contarlo.

Carcelero asiente.

TRANSCURRE EL RESTO DE LA NOCHE.

ALBA DEL CUARTO DIA DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

Dagu había pasado durante todo este tiempo en silencio, a solas con sus pensamientos. La entrada de Visany le hizo despertar momentáneamente, pero sus palabras no tuvieron eco en el muchacho. A su tía le habían sacado de allí a rastras, por lo que el muchacho ya no tenía muchas esperanzas de salir de allí con vida. Solo quería que acabase cuanto antes.

- Los guardias salen con Dagu encadenado, Visany sale detrás, tratando de dar apoyo a su hermano mayor. Carcelero sale el último, sonriente, mientras coge de entre los implementos de tortura un gran martillo de aspecto cruel, pero poco práctico.

- Carcelero retorna a sus dominios, seguido por sus mazmorreros.

- Los milicianos campesinos de Dubieta llegan a avisar a Carcelero y a sus mazmorreros de que Schaar Dvy ha convocado a todos en una reunión en el Salón Principal.

- El guardia Itsvan llega a las Mazmorras y las encuentra completamente vacías, a excepción de los lamentables y desdichados prisioneros, que llevan años encerrados aquí, desde la invasión magyar del Año 952.

Recorro las mazmorras de arriba a abajo sin encontrar señales de Carcelero. Estaba empezando a perder la esperanza cuando, de repente, se me ocurrió una idea.

Podría pregunta a los presos, igual ellos saben algo de su paradero. Necesito llevarlo cuanto antes ante el Capitán.

Así que celda por celda me dirijo a los prisioneros, interrogándolos sobre el posible paradero de Carcelero. Aunque la suerte me está siendo esquiva en el día de hoy.

En todas las celdas que había alguien sonaba la misma pregunta, con un tono que no albergaba duda ni nerviosismo.

¿Has visto a Carcelero? ¿Sabes donde puede estar?

- Ninguno de los presos responde. Todos parecen haber perdido la capacidad del habla, o del pensamiento racional. ¿Qué les habrán hecho a estos desdichados?

Parece que intentar hablar con ellos es perder el tiempo.

Es como si algo o alguien hiciera que los presos se quedarán mudos de repente. Era algo muy extraño. Algo que el Capitán debía saber cuanto antes. Por esa razón abandono las mazmorras cuanto antes para volver al patiog
Conforme subía las escaleras notaba como mis pulmones agradecían las bocanadas de aire limpio y fresco que ahora los invadía. No es fácil respirar nerviosamente el aire viciado y húmedo de unas mazmorras.

- Itsvan sale de las mazmorras.