Partida Rol por web

FALTA ESCASAMENTE UNA HORA PARA EL ALBA.

- El Chambelán sale del Salón Principal.

En cuanto Otto abandonó el salón, me apresuré a cerrar la puerta, y bien cerrada. Al menos al quedarme solo (o en compañía de un cadáver, según se mire) puede respirar con cierto alivio. Sólo quedaba esperar... como siempre, una larga e interminable espera.

- Al día siguiente el cadáver del Senescal fue trasladado primero a sus estancias y más tarde a la Capilla.

- Maserrak pudo retirarse a descansar y por la tarde impartir clases.

- Avanzada la tarde, Maserrak volvía a estar en el fatídico Salón cuando de repente irrumpió Farkas Deli.

Farkas se quedó quieto, escrutando todo el salón como buscando algo. Estaba claro que aunque se había dado cuenta de la presencia de Maserrak no le había prestado la menor atención. Era consciente que a esas horas el Salón debería estar vacío pues solo se utilizaba a la hora de las reuniones y recibimientos oficiales en el castillo, pero que el maestro estuviera o dejara de estar no le preocupaba lo más mínimo.
Fijo su vista en un punto y sin perder tiempo se dirigió hacia allí, un punto en la pared más cercana a donde la noche anterior se había enfrentado al vampyr. Cuando llegó se agachó y recogió su espada que había salido despedida en aquella dirección por lo que parecía y había detenido su marcha contra la pared. El cinturón de cuero que la sujetaba normalmente a su cintura había quedado destrozado durante su transformación y estaba inservible, así que Farkas cogió la vaina y retiró el cinturón roto que tiró al suelo sin el menor miramiento. Una vez conseguido lo que quería dio media vuelta y sin cruzar palabra con Maserrak salió nuevamente del Salón.

PRIMERAS NOCHES DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

- El Guerrero de Sangre, Farkas Deli, se dirige al Patio del Castillo.

Las horas pasaban lentamente, como si se resistieran al inexorable paso del tiempo, aferradas a algo invisible, y yo con ellas. Estaba cansado aunque ya estaba acostumbrado a las noches en vela y las penurias, sin haberlo planeado me había curtido en ese aspecto en los últimos años, al menos algo bueno había salido de todo aquel sufrimiento. Mi vigilia fue sólo interrumpida por la fugaz aparición de Farkas Deli, que había atravesado el Salón con diligencia para cumplir con algo que tenía muy bien planeado. Entró, hizo y se marchó, apenas un instante, sin casi reparar en mi presencia.

" Un momento... - pensé al escuchar el ruido de la puerta cerrándose.- Juraría que yo había cerrado esa puerta precisamente para que no entrase nadie..."

Los efectos del cansancio hacían mella en mi, era algo inevitable por mucho que uno se acostrumbrase. Tomé asiento un momento, apoyando el codo en la mesa y a la vez sujetándome la cabeza con la mano. Mi presencia allí había perdido todo el sentido, según había entendido Durius pretendía que velase el cadáver del Senescal, y así lo había hecho, pero hacía ya un rato que se lo habían llevado, de nuevo atravesando la puerta que yo había cerrado. Quizás los que se llevaron el cuerpo cumplían las órdenes de Durius, aunque podrían haberme dicho entonces que podía irme.

- Uffff... - suspiré con pesadumbre.

MASERRAK:

- En un momento dado sientes un terrible aullido lupino que estremece todo el castillo.

- Al rato Falke te transmite una sensación agridulce. La vida de una gran bestia ha llegado a su fin a manos de un ser incluso más oscuro y terrible.

El aullido fue sobrecogedor, y no pude evitar sobresaltarme por unos instantes. Sólo duró un momento, pero su esencia perduró un rato más, oprimiendo mi corazón con el miedo a lo que pudiera ocurrir. No sabía bien como interpretar las sensaciones de Falke, aunque tenía mis propias teorías...

" ¿Farkas Deli? - pensé.- Bueno, al menos estoy a salvo aquí en salón... ¿o no?"

- Maserrak se concentra y logra ver vagamente a través de los ojos de Falke.

- El halcón de plata está en el Patio del Castillo. Cerca del acceso al pasillo del Ala Oeste, las estancias de invitados, están Iacobus, Zarak y Dvy. El primero cubierto de sangre y con espada en mano, también cubierta de sangre.

- Ante ellos están Durius y Otto, y cerca una serie de sirvientes cuya presencia en esa situación parece incongruente.

- Algo después de la primera hora tras el Ocaso, Visany abre las puertas del Salón Principal y entra para asegurarse de que en su interior está todo en orden.

- Enseguida ve a maese Maserrak, sentado en una silla y con los ojos cerrados. Tal vez esté dormido, no sería muy raro dado la hora intempestiva, aunque sí es extraño que no esté descansando en su propia habitación.

- Por lo demás, el Salón está limpio y recogido, aunque tal vez sería bueno encender la chimenea y algunos candelabros más, ya que está todo casi en penumbra.

Me estaba quedando dormido en la silla cuando el sonido de la puerta me despertó de golpe. Me sobresalté de nuevo (menudo día de sobresaltos llevaba...) aunque al ver que era Visany quién entraba me sentí mucho más tranquilo. Me levanté para ir a comprobar el motivo de su visita, en realidad porque esperaba que me trajera noticias, claro que podía ser que estuviera allí simplemente cumpliendo con sus obligaciones.

- ¡Visany! Qué alegría verte - exclamé.- ¿Te envía a buscarme el Secretario Ducal?

No quería parecer ansioso, pero lo cierto es que lo estaba, esperaba que alguien me relevara o que me dijeran que ya me podía marchar.

- Buen día Maese Maserrrak. - le digo llegando hasta él. ¿Os encontrais bien? - le pregunto. Se os ve cansado.

- El Caballero Durius, el Caballero Iacobus, el Cambelán Otto, el Capitán Ferenk Zarak y el Schaar Dvy vienen en camino para mantener una reunión y hablar sobre ciertos asuntos. - digo sin mencionar lo acontecido en el Patio. El Caballero Durius pide vuestra asistencia para atender las heridas del Caballero Iacobus. - añado. En seguida os traigo agua y unos lienzos para atender las mismas.

Tras darle el recado que en realidad le había sido encomendado a Mikail enciendo algun Candelabro más así como la chimenea para que la estancia esté más iluminada y "cálida".

Suspiré, al fin aliviado por los próximos acontecimientos y casi olvidando por completo que Visany aún se encontraba frente a mi, extrañado por mi aspecto.

- Errr... mmmm... disculpa Visany, estoy bien, sólo un poco cansado - le dije forzando una sonrisa.- Bien, trae todo lo que encuentres que pueda ser útil, yo esperaré aquí al Secretario Ducal y al Caballero de los Cárpatos.

En cuanto Visany se alejó para buscar las vendas, me imaginé a mi mismo hurgando en la herida de aquel salvaje, haciéndole sufrir lo que le hacía él sufrir a los demás... "Esto os dolerá, mi señor" "Aguantad un poco más mientras extraigo la carne muerta, mi señor"... Fantasías de un necio, bien sabía yo que trataría sus heridas sin mirarle siquiera, con miedo en el cuerpo y esperando no ser golpeado si no lo hacía bien. En cualquier caso, soñar es gratis...

- De acuerdo Maese Maserrak. - le respondo.

Una vez he terminado de encender los candelabros y la chimenea salgo del Salón en dirección al Patio.

HORA OCTAVA, POR LA NOCHE.

- El Primer Caballero, el Chambelán y el hombre de armas Dvy entran en el Salón.

- Los tres casi se topan con el sirviente Visany, quien ya se dirigía a la puerta.

- Sentado en una silla ante la gran mesa está maese Maserrak de Flambeau.

- Poco después, entran también el Capitán Zarak y el Caballero de los Cárpatos.

-Visany, retírate y mantente fuera. Cuando traigan lo pedido para el Segundo Caballero, hazte cargo de ello y entra directamente. Maese Maserrak, buenas noches. Agradezco su premura. Chambelán, caballeros, Capitán, tomen asiento -dijo Durius haciendo él lo propio y sentándose en la cabecera de la mesa-. Son varios los temas de los que deben hablarse en esta noche. Algunos adecuados para oídos de todos los presentes. Otros, no. De modo que comencemos con aquello que afecta a todos los presentes. La muerte de Farkas Deli, el Guerrero de Sangre del Duque Gyula Kadar -señaló con suavidad, una suavidad desmentida por la dureza de su mirada-. He oído lo que se ha mencionado ahí fuera, mas no he escuchado los nombres adecuados. ¿Quién granjeó la entrada al perro y quién provocó que se enfrentara al Segundo Caballero? Confío en no tener que insistir para obtener una respuesta. Me incomoda en extremo lo que el aburrimiento genera en nuestro estimado Iacobus Radoslav y su forma de combatir tan enojosa emoción. Caballero Schaar, habéis sido invitado a esta mesa y, en consecuencia, podéis hablar libremente si así lo deseáis.