Partida Rol por web

El Cisma

Prólogo III: Culpable hasta que se demuestre lo contrario

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07/09/2015, 05:52
Narración

Todo había comenzado con aquel sujeto desarreglado, de cabello largo y aspecto lamentable que había solicitado tus servicios -y tu representación, por nombre propio-. Miles MacIntosh, había dicho llamarse, y no había ninguna identificación que confirmase o desmintiese aquello. Pero aquel hombre estaba en graves aprietos y de cierta manera aquello bastó para llamar tu atención. De alguna manera, había sido el único sobreviviente del más reciente "ataque terrorista" en Londres, en un pequeño sector comercial en Seven Sisters. Dos policías muertos, un par de transeúntes en el hospital, miles de libras esterlinas en daños materiales y él, el único sobreviviente, inconsciente en medio del caos y detenido por las autoridades bajo máxima sospechosa.

Y ahora estaba bajo juicio por terrorismo, sin pruebas, sin testigos, y sorprendentemente, con un perfil suficientemente bajo como para haber pasado desapercibido desde hace un par de semanas para los medios, quienes aún seguían barajando teorías y re-transmitían la mentira oficial de que no había "sospechosos específicos". Y en medio de la tormenta, estaba personaje, que parecía tener una identidad fabricada de la nada. Había sido el mismo MacIntosh quien había llamado hacía casi dos semanas y solicitado tus servicios, había ofrecido pagar tus honorarios con creces y había logrado convencerte. Y ahí estabas, el día del juicio, ultimando los preparativos de la defensa mientras la extraña reunión de hace dos días atrás seguía aún bastante vívida en tu mente. 


El hombre delgaducho había entrado a tu oficina casi sin problema, tu secretaria sólo te había hecho un gesto de desconcierto y había balbuceado algunas excusas torpes. Allí estaba, ojeando con cierta curiosidad pasiva y una extraña sonrisa los libros alrededor de tu escritorio. En cuanto te vio entrar, se compuso con rectitud y formalidad. Era un hombre bastante bien vestido, con un impecable abrigo negro al que era imposible detectar la más mínima arruga, una camisa de un blanco resplandeciente difícil de ignorar, una corbata azul turquesa con un prendedor dorado y un sombrero de hongo que se cuidó de retirar rápidamente al entrar. Sus pantalones mantenían esa ilusión bidimensional y sus zapatos tenían el lustre impecable de quien cuida los detalles. Definitivamente dejaba una muy favorable impresión.

No era particularmente alto o atractivo. Aunque sus rasgos eran inusuales. Su rostro exhibía una mezclas de tonalidades rollizas y unas facciones que parecían querer ser abombadas, pero que estaban aparentemente disminuidas por la ganancia de una rápida delgadez. Sus ojos verdes fulguraban con cierta inteligencia inquietante. Su cabello, de un color marrón muy oscuro, era lo único que parecía tener cierto aspecto caótico, en medio de una alopecia que se extendía lenta y notablemente a pesar de lo que parecían intentos por cubrir los espacios de su cabeza.

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07/09/2015, 05:53
Arcadius

-Míster Fischer- dice el hombrecillo con un notorio acento extranjero que no alcanzas a determinar aún. Asiente a manera de saludo, mientras señala tu oficina con un gesto cordial. -Le estaba esperando- apunta con cierta cordialidad exótica, producto de su manera de hablar.

Y sin embargo, a pesar de que pareciese que él fuese el dueño de la oficina y tú el inesperado invitado, la manera como se expresa y como se mueve parecen implicar cierto respeto inherente que hace difícil recriminarle su actuación. Eso, y el hecho de que se comporta como un venerable caballero inglés, a pesar de su origen claramente foráneo.

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15/09/2015, 13:29
Evan James Fisher

El primer lugar hacia el que se había ido mi mente al oír lo del atentado había sido el IRA. No recordaba muy bien lo sucedido en Bishopsgate, al fin y al cabo por aquel entonces yo era un crío, pero aquel evento había quedado grabado en la memoria colectiva como un temor persistente. En ningún momento había imaginado que acabaría defendiendo al posible actor, y sólo la idea hacía que mi sangre se calentase dentro de mis venas.

En toda la preparación para el juicio había algo que se había mantenido presente: la certeza de que la gente necesitaba un culpable. El argumento de la duda razonable tenía por tanto pocas papeletas para ser exitoso. Por otro lado la policía aún no había revelado nada a los medios, y eso sólo podía significar que trataban de ser minuciosos. Y en cuanto a eso a mí no iban a ganarme.

Todo había empezado unos días atrás, de una forma tan inesperada como poco apropiada. Llegar a mi oficina y encontrarme a aquel hombre me había producido una sensación de molestia que disimulé tras una sonrisa que quería hablar del control que tenía sobre la situación. De inmediato le haabía mirado de arriba a abajo, evaluándole, y lo que más me había disgustado había sido no saber clasificarle en ningún grupo claro. Sin embargo había asentido, sin evitar que mi ceño se frunciese un poco, y había empezado a rodear mi mesa con una mezcla de cautela y escrutinio. - Ya lo veo. - Le había dicho, antes de permanecer de pie a mi lado del escritorio. - Por favor, póngase cómodo. - Había añadido después, más como ironía que como oferta real. Posteriormente anularía todas mis citas para ese día, queriendo prestar toda mi atención a aquel desconocido, pero eso no podía saberlo todavía. Por el momento sólo podía pensar en la forma de echarle de mi oficina, a no ser que lo que tuviera que decir fuera realmente interesante.

- ¿Qué puedo hacer por usted, señor...? - Había preguntado, esperando algún tipo de respuesta que me dijera no sólo su nombre, sino también con quién estaba hablando realmente. Detestaba que la gente se comportara sin el respeto adecuado, y eso era algo que aquel desconocido de aspecto extraño estaba haciendo. Más valía que tuviera un buen motivo, porque era evidente que no se trataba de falta de medios.

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16/09/2015, 03:01
Mr. García

-Puede llamarme Mr. García, si así lo prefiere Míster Fischer- responde el hombre, revelando adicionalmente las inflexiones de su acento: Es de origen español. El sujeto te mira y sonríe con la hipocresía propia de un británico amable, antes de asentir y sentarse de manera mecánica y medida sobre el asiento. El hombre espera unos instantes, dejando que una capa tangible de silencio caiga sobre la oficina antes de responder.

-Vengo por su más reciente caso, Míster Fischer. Vengo por el caso MacIntosh- añade García mientras su sonrisa se desvanece dejando lugar a una expresión neutra y relajada que deja entrever ciertas leves arrugas sobre el rostro del inesperado visitante. -Verá, represento a una organización que está bastante interesada por un veredicto apropiado sobre éste caso... y por supuesto, nos hemos tomado el trabajo de seguir todos los detalles muy cerca. Incluyendo a la elección del abogado defensor que ha hecho el señor MacIntosh- explica. Esta vez habla con un ritmo más lento, tratando de ser cuidadoso con la pronunciación de cada palabra.

-Tiene usted una historia interesante- añade el hombre mientras saca su teléfono móvil e interactúa con la pantalla con unos ágiles movimientos de dedos. -Nieto del reconocido Harold Fischer, que en paz descanse. Hijo de Eugene Fischer. Hermano del fiscal Peter Fischer. Fundador de esta... modesta firma de abogados. Un récord interesante de juicios y una compilación llamativa de estrategias poco ortodoxas. El caso Kingsley, el caso Burton, el caso Rowan, el caso Jones tienen especial mención debido a cierto trabajo con los testigos... en las orillas de la legalidad- el hombre baja su móvil tras acabar de leer y esboza con los labios una sonrisa de satisfacción. La información es correcta*, pero lo más impresionante había sido la detallada lista de los casos en los que, sin dejar rastro, habías logrado manipular a los testigos a tu favor. Un dato que sólo tú creías saber... hasta ahora -¿Debería continuar Míster Fischer?-

Notas de juego

Para aclararte. Con MacIntosh te reuniste hace 2 semanas. Con este sujeto, hace dos días, y él no es MacIntosh.

*Espero

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18/09/2015, 20:18
Evan James Fisher

Cuando aquel hombre se presentó me dispuse a escucharle. Más valía que su dinero compensase sus desmanes, y que lo que tuviera mereciera la pena. Después de todo, el dinero no lo era todo en la vida.

Sin embargo cuando un instante más tarde empezó a exponer qué le había traído a mi despacho mi ceño se frunció durante un instante. Veía claramente por dónde iba, pero no podía creer la desfachatez que tenía a la hora de exponerlo tan abiertamente. Aquello no era sólo falta de clase, era mucho peor. La enumeración de datos sobre mí, como si no fueran públicos, me hizo suspirar de fingido hastío, pero no fue hasta que empezó a hablar de aquellos casos que me decidí a escucharle de otra manera. Antes había captado mi interés, sí, pero eso era distinto. Bueno, no eran los únicos casos en los que yo había actuado de una forma que algunos podrían atreverse a cuestionar, pero pensar que había acertado por puro azar habría sido estúpido.

- No existen las orillas de la legalidad. - Respondí entonces de manera tajante. - Existe lo que el juez considera dentro de la ley y lo que considera fuera, y no he hecho nada que entre dentro de ese grupo. - Expuse con seguridad. - De modo que si lo que pretende es amenazarme, Mr. García, se ha equivocado de despacho. - Afirmé. La presencia de aquel hombre, que antes podía producirme curiosidad, ahora se me antojaba incómoda. Y si no le echaba de inmediato de allí era por que necesitaba saber de dónde podía haber sacado esa información sobre mí.

- Aún así, continúe. - Le pedí, aceptando su oferta. Descubrir qué sabía era un buen primer paso. No evité sin embargo el sarcasmo ni en mi tono ni en mi expresión, y acto seguido hice un gesto invitándole a seguir. - Por favor, ilumíneme con su conocimiento.

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22/09/2015, 20:06
Mr. García

El hombre no pierde su compostura ante tu primera respuesta tajante. Su rostro parece tallado en mármol y sus ojos se fijan en ti de manera enigmática. La sonrisa no se borra de su rostro, ni tampoco esa expresión engreída parece disminuirse con tu réplica.

-No pretendo amenazarle, Míster Fischer, ni mucho menos. Excúseme si se sintió ofendido, no era mi intención- expone mientras lleva una mano a su pecho. La lentitud de este gesto parece contrarrestar el aire artificial con que parecía venir. -Sólo quería establecer unas bases para nuestro actual encuentro. Unas bases que espero, sea lo suficientemente listo como para interiorizar, entender y respetar- la mano baja del pecho y se posa suavemente sobre la mesa. Por un instante crees notar que hay algo amenazante y sin embargo persuasivo en este sujeto.

-La organización que represento trabaja por la seguridad de Inglaterra. Entenderá usted lo que eso implica- comenta el hombre de una manera contundente y casual. Espera unos instantes y retira las manos del escritorio para acomodarse recostando su espalda contra el espaldar de la silla. Hay algo indescifrable en aquella aparentemente amable sonrisa que comienza a tornarse inquietante.

-Dígame, Míster Fischer. ¿Por qué aceptó defender a Miles MacIntosh? ¿Qué espera ganar con uno de los casos menos publicitados del país? No se ajusta a su... estilo- añade con esa expresión alegre que ha mantenido toda la conversación mientras al mismo tiempo repiquetea con sus dedos la parte de atrás de su móvil aún en la otra mano de manera inconsciente.

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22/09/2015, 20:28
Evan James Fisher

En cuanto aquel hombre empezó a hablar, poniendo de manera más o menos clara las cartas sobre la mesa, Evan se permitió alzar una ceja para mostrar su escepticismo. Que afirmase no pretender amenazarle no significaba que no lo hiciera. Y lo pretendiese o no, hacerlo siendo consciente era totalmente punible. Pero aquello no importaba, y valorar esas ideas sólo servía para que Evan apartase de su mente un instante a ese sujeto.

- La organización a la que representa. - Repitió un instante después. Era evidente que creía muy poco de aquello. Sí, quizá aquel hombre era persuasivo, y podía tener información que desconocía de dónde había sacado. Pero eso no significaba que estuviese buscando un bien común, ni mucho menos. - Yo también trabajo para el bien de Inglaterra. - Comentó entonces con total seriedad, como si aquello no pudiera ser puesto en duda. Luego dejó que sus siguientes palabras transmitiesen la ironía por su contenido, pero no por su tono. - ¿Y quién no lo hace, Mr. García? - Preguntó de manera retórica. Aquel hombre le ponía nervioso. Mucho. Pero no iba a dejar que llegase a su despacho y se comportase como si tuviera algún poder sobre él, porque eso sería otorgárselo.

Luego, cuando le preguntó acerca de los motivos para defenderle y comentó la escasa publicidad que el caso estaba teniendo, Evan le observó durante un instante antes de responder con un tono totalmente estudiado. - No sé cómo será en su país, Mr. García, pero aquí nuestra ley estipula que todo el mundo tiene derecho a una defensa. - Le dijo, sintiéndose durante un instante superior a aquel desconocido. - ¿Acaso no es ese motivo suficiente para defenderle? - Preguntó de manera retórica.

- Mis motivos no son algo que tenga que discutir con usted, ni con nadie. - Señaló después. Un caso como aquel no tenía su potencial sólo en lo mediático, sino en lo interesante que podría ser el juicio en sí. Pero aquell no era algo que fuera a explicarle. - ¿Desea algo más?

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06/10/2015, 18:26
Mr. García

Esta vez García no se mantuvo tan impasible como al principio. Lentamente deposita su móvil boca-abajo sobre tu escritorio, y acomoda su postura. Su sonrisa de borra, dando paso a una expresión seria, y con ello una punzada de inquietud aparece en tu cabeza. La inexpresiva actitud de tu interlocutor te toma por sorpresa, al tiempo que sus movimientos y sus expresiones parecen hacerse ligeramente más bruscos y cortantes.

-Éste, es mi país, Míster Fischer. No se confunda- espeta con un tono tajante. En ese instante la inquietud se transforma en tu cabeza en cierto temor indescriptible, una cierta turbación relacionada con aquel sujeto. Un estremecimiento que parece salido de la nada empieza a arrojar una luz muy diferente sobre aquel misterioso visitante. Y simplemente no te agrada lo que sientes, aunque no puedas darle una explicación raciona, te hace recordar las primeras veces que habías intentado manipular poco transparentemente los hechos de un caso a tu favor, la incertidumbre que venía acompañada del temor de no saber si te iban a atrapar o de si todo aquello no terminaría por acarrearte graves problemas.

-Me pregunto si ha considerado seriamente las implicaciones de que mi introducción no se tratase de un farol. No haría bien en subestimar mi advertencia- Comenta García, como si adivinase lo que pensabas. La mirada gélida del hombre se clava firmemente en ti y empiezas a sentir como la tensión en el aire aumenta poco a poco.

Una vez más, la quietud incómoda cayó en la oficina. -No dispongo de demasiado tiempo para desperdiciar en cuestiones intrascendentes. Usted es un sujeto inteligente Míster Fischer, compórtese como tal- dice mientras de nuevo toma el móvil y se acomoda una vez más en la silla. Su expresión se afloja y la sonrisa gentil aparece de nuevo en su rostro, desvaneciendo cualquier sensación de aprensión que hubiese podido estar presente antes... como si nunca hubiese estado allí -Intentémoslo de nuevo. ¿Cuál es su interés en defender a Miles MacIntosh?- repitió lenta y gentilmente.

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06/10/2015, 23:02
Evan James Fisher

La primera respuesta que el hombre dio a Evan provocó en él una sonrisa de suficiencia. Podían echar una competición sobre patriotismo, y seguirían en el mismo punto. Sin embargo el silencio posterior hizo que aquella incomodidad inicial le hiciera revolverse un poco en el asiento. Quizá estaba siendo demasiado cerrado de miras. Quizá, sólo quizá, valía más escuchar a aquel tipo, por muy poco que le gustase. Al menos mientras el tal García supiese más de él mismo que a la inversa.

Cuando su interlocutor volvió a hablar Evan lo miró durante un instante. En su interior prácticamente se había rendido, pero una cosa era eso y otra decirlo en voz alta. Prestó atención al presunto español, y se tomó un instante antes de darle una respuesta.

- Puede que el caso todavía no sea mediático. - Expuso con un suspiro. En otras condiciones habría mantenido la mirada del tipo e incluso girado levemente la cabeza, con una expresión que intentaría provocar interés. Pero poco le importaba suscitar su atención o que sus palabras fueran evaluadas positivamente. Si tenía que preguntar aquello era que ni siquiera comprendía cómo funcionaban las cosas. - Pero es un diamante en bruto. - Señaló. - La polémica crecerá tras el fallo del juez. Sea cual sea el resultado la apelación es más que probable, y los medios se harán eco de todo como tarde cuando lleguemos a tribunales superiores. - Expuso, sin entrar en demasiados detalles.

- Igualmente, y por mucho que por el momento no haya tenido mucho alcance mediático, es un caso importante. Lo será para la historia de este país de una u otra forma. - Indicó. Y entonces, por primera vez, se planteó que aquella organización de la que hablaba ese tipo pudiera tener que ver con el hecho de que la prensa estuviera tan poco atenta.

- Dígame una cosa, Mr. García. - Le pidió entonces, abandonada ya su actitud de intocable legal y moralmente había decidido optar por la negociación. - Pongamos por caso que yo accediera a lo que usted ha venido a solicitar. ¿Qué obtendría yo, además de satisfacer sus necesidades y las de la organización a la que representa?

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12/10/2015, 17:41
Mr. García

El hombrecillo se mantuvo sonriente y escuchó con atención. Había de nuevo ese toque complaciente en su actitud con que había llegado inicialmente. En sus manos sostenía una vez más su móvil, jugueteando con él y cambiándolo de mano mientras sus ojos se enfocaban en ti. Cada gesto, cada movimiento que hacías era seguido con un movimiento mecánico de sus pupilas. Por momentos sentías que no podrías quitarte aquella mirada de encima ni aunque pusieras una pared separándote del español.

Al terminar tu pequeña explicación, la sonrisa de García se ensanchó aún más. Estaba visiblemente satisfecho. -¿Ve como podemos entendernos bien, Mr. Fisher? Sabía que entraría en razón- dice con una actitud paternalista. El hombre se acomoda, enderezando su espalda levemente, mientras no parece capaz de quitarte la vista de encima (y de alguna manera, tú tampoco pareces capaz de retirar la vista demasiado).

-Pero aún no le he hecho mi oferta. ¿No es verdad? No sería muy lógico de mi parte poner mi oferta sobre la mesa sin primero hacerle saber qué necesitaría de usted- y se acerca, inclinándose sobre la mesa. -Mr. Fisher, me temo además que está romantizando ese caso más de lo que yo encontraría saludable. Estamos hablando de un caso de gran sensibilidad para la opinión pública. Es claro que cualquier intento por publicitar el juicio o el veredicto está en contra de nuestros intereses. Esta es nuestra primera condición, y no, Mr. Fisher, no es negociable- comenta con solemnidad gentil, sin perder su aire tranquilo.

Tras guardar silencio, como esperando que pienses en lo que está diciendo, vuelve a tomar la palabra. -Mr. Fisher. ¿Cuál es el valor de sus honorarios en el caso de MacIntosh? - dice de nuevo con firmeza sonriente. -Y por favor, le pregunto más como una formalidad. Prefiero que tenga la oportunidad de mantener la transparencia de esta conversación...- amenaza de manera sutil, mientras cambia al tiempo que dice esto su móvil de la mano izquierda a la mano derecha, con la que antes lo ha empleado.

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20/10/2015, 22:22
Evan James Fisher

Evan no perdió detalle ahora de la actitud ni de la respuesta de su interlocutor. Se sentía presionado y no le gustaba, y aunque era consciente de que aquel camino era el más inteligente eso no significaba que le gustase caminarlo. Y menos aún con alguien que había comenzado por chantajearle. Aunque desde luego era mejor saber aquello desde el principio. Escuchó ahora su pregunta retórica y formó una sonrisa helada, que sostuvo durante algunos segundos. Acto seguido, cuando empezó a dar todas aquellas vueltas después de dejar claro que sí tenía una oferta para él, se sintió como si estuvieran perdiendo el tiempo. Aquel extranjero querría dorarle la píldora, pero era evidente que el precio y el trabajo que Evan haría ya estaban decididos de antemano. Una parte de sí mismo se revolvió, queriendo rebelarse y dejar aquel caso sólo por no ser una marioneta de aquel tipo. Sin embargo sabía que si no lo hacía él, lo haría otro. Y que le tenían pillado. Y que quizá, sólo quizá, al menos podría obtener algo de todo esto.

Finalmente, cuando le preguntó directamente por sus honorarios Evan abrió los brazos, como si fuera tan trasparente como un libro abierto. - Ciento sesenta libras esterlinas por hora de dedicación. - Expuso antes de hacer un gesto hacia el hombre. - Pero evidentemente eso usted ya lo sabía. - Señaló desencantado. De alguna forma esperaba que alguien que llegaba con aquellos humos le ofreciera algo menos vulgar que el dinero, pero parecía que ese era el camino que la conversación estaba tomando.

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21/10/2015, 22:06
Mr. García

El hombrecillo continuaba observándote con su sonrisa estática. No confirmó ni negó tu única afirmación, aunque pudiste notar como su gesto sonriente parecía ensancharse levemente, reforzando la sensación de que aquello no era precisamente una novedad para él.

-Bien... Míster Fisher- dice el hombre tras permanecer en silencio unos instantes. -Tengo autorizado a ofrecerle quinientas libras por hora de dedicación más un bono de 2 mil libras como adelanto que podría hacerle llegar inmediatamente- expuso el hombre pausadamente, como esperando que aquellas cifras se asentaran en tu cerebro. Sus ojos verdes estaban fijos en ti, ocultando cualquier pensamiento que pudiese estar pasando por la cabeza de aquel hombre de acento español. Sigue haciendo algo inquietante acerca de aquel personaje, algo que trasciende su aspecto sonriente, pero no puedes poner tu dedo sobre el qué.

-Ahora bien- dice acercándose de nuevo -Lo que le pedimos a cambio es relativamente simple. Tiene usted que perder el caso de MacIntosh.- sentenció nuevamente, con un tono que parecía condescendiente de alguna manera. -Su cliente es un criminal peligroso, Míster Fisher. Y por lo tanto es nuestro deber asegurarnos de que sea adecuadamente procesado y contenido en una prisión acorde a su perfil. Y esto es algo en lo que no podemos permitirnos dejar ni un cabo suelto. ¿No está de acuerdo usted?- pregunta retóricamente.

-Esto implica, además, que nuestra oferta también le prohibiría apelar el veredicto del culpable, en caso de obtenerlo- añade como si estuviese explicándole algún concepto complicado a un niño pequeño.

Notas de juego

No sé por qué sigo escribiendo Fischer en lugar de Fisher xD

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21/10/2015, 22:21
Mr. García
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: Leer impresiones)

Tirada: 3d10

Dificultad: 5+

Resultado: 9, 10, 1 (Suma: 20)

Exitos: 2

Notas de juego

Usando un efecto de Mente 2 y con sus dos éxitos, "Mr. García" es capaz de leer y comprender las impresiones básicas de Evan con respecto a la oferta que acaba de poner sobre la mesa. El primer éxito base es el necesario, el siguiente se invierte para que el efecto dure el resto de la escena.

Su foco ha sido el contacto visual y la observación de patrones de movimiento y reacciones que tenga su interlocutor como respuesta a sus frases.

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22/10/2015, 14:00
Evan James Fisher

En silencio, aún con una mezcla de desasosiego e incomodidad cada vez que lo miraba a los ojos, Evan escuchó la oferta de aquel tipo. Y de inmediato le pareció tan escasa que ni siquiera merecería la pena valorarla de no ser por el chantaje que la acompañaba. Luego el español siguió hablando, para Evan la puerta ya se había entornado.

- Veamos si lo he comprendido. - Expuso, utilizando la excusa de la comprobación para dejar claro lo que pensaba. - El juicio es en tres días. Lo que me ofrece usted es ganar por cuatro días de trabajo lo que normalmente ganaría en diez. - Comentó sin estar seguro de que los cálculos fueran correctos, pero hablando como si aquello fuera una nimiedad. - A cambio de ser autor de una serie de delitos bastante graves. - Enunció. Luego hizo un gesto trataba de mostrar no sólo el despacho, sino todo lo demás: el bufete, sus propiedades, su casa, su matrimonio... - Al margen de la romantización del caso o de mi profesión, Mr. García, me temo que está usted ofreciendo peces a alguien que no tiene hambre. - Aseguró. Después dudó durante unos instantes, valorando el mejor camino a seguir entonces. Su cabeza le hacía decía que lo mejor era librarse de aquel hombre y de los problemas y amenazas que traía bajo el brazo. Perder un caso de manera consciente era una cosa que podría llegar a aceptar: dejarse pisar de aquella manera era algo bien distinto. La decepción al ver que lo único que tenía para él era dinero había durado sólo un instante, y tras aquellos segundos de deliberación tomó una decisión. Un camino que creía que le llevaría o bien a solucionar aquello, o bien a recibir una oferta más atractiva.

- Sintiéndolo mucho, Mr. García, creo que su organización no podrá contar con mi apoyo. - Concluyó, poniéndose en pie para acompañarle a la puerta. - Pero no se preocupe: mi defendido tampoco. Estoy seguro de que ni el señor MacIntosh ni su nuevo letrado, sea quien sean, necesitarán su ayuda - Dijo, cargando aquella palabra de una entonación que se refería claramente a aquel chantaje. -  para perder el juicio con tan poco tiempo.

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24/10/2015, 02:22
Mr. García

-Lo que le ofrezco es triplicar sus esfuerzos totales, no los que quedan, Míster Fisher- responde conciliador García. No hay nada que indique que se encuentre incómodo. Y escucharte enunciar lo delictivo de aquella asociación tampoco parece perturbarle de manera alguna. Guarda silencio, pensativo, siguiéndote con la mirada, apenas pestañeando. El hombre te sigue con la mirada cuando te diriges hacia la puerta y tus últimas palabras parecen asentarse en el ambiente con algo de dureza, atrayendo un largo silencio en la estancia, que había terminado por reducir proporcionalmente de tamaño la sonrisa de García.

-Qué rápido pierde usted la perspectiva de las cosas Míster Fisher- dice poniéndose en pie, pero quedándose junto al asiento y sin perderte de vista. Su tono estaba cargado con una inflexión diferente a la que había usado hasta ahora, como si la máscara de jovialidad hubiese empezado a evaporarse.

El hombre tiene el sombrero en su mano y parece resistirse a ponérselo. -¿Está usted renunciando a representar a su cliente, Míster Fisher?- pregunta, con un leve tizne de sorpresa y en este punto la sonrisa no es más que una vaga curvatura cóncava en su boca. -¿De verdad piensa que su indignación es la mejor manera de encontrar un nuevo precio para su participación en el juicio, en nuestro beneficio?- García parecía no tener problema en leer la situación y no parecía molestarse en ocultarlo. -¿O prefiere usted ponerse en una situación en la que no va a salir victorioso?- pregunta finalmente, y esta vez, hay un dejo de ese tono que ya le has escuchado y que no recuerdas con mucho agrado precisamente.

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29/10/2015, 04:16
Evan James Fisher

Cuando aquel tipo aclaró su oferta - aunque para Evan aquello era una tentativa de mejorarla sin que pareciera que la cambiaba - él ni siquiera le escuchó. Sin embargo un instante más tarde, cuando el silencio posterior a sus propias palabras se extendió por la habitación, se preguntó si había hecho bien. Aunque era demasiado orgulloso para resolver aquella cuestión con otra cosa que no fuera un claro sí.

Aquel hombre le ponía nervioso en demasiados sentidos. Y ahora, escuchándole hablar de nuevo, comprendía otro más. Uno que había estado presente desde el principio de la conversación, pero al que no había logrado dar forma todavía en su pensamiento hasta ese momento. Mr. García parecía leer en él como si fuera un libro totalmente abierto, y eso era algo que le molestaba y frustraba sobremanera. Aunque si algo disfrutó Evan en aquel momento fue la ilusión de que la sonrisa de aquel desagradable tipo estuviera al fin a punto de desaparecer de su rostro.

- Seamos sinceros. - Enunció entonces, afianzando su postura. - Ya estoy en una posición de la que no puedo salir victorioso. - Aseguró antes de ser él quien dibujase una sonrisa teñida de la superioridad de quien puede decidir no jugar a un juego que sabe que va a perder, y de alguna manera derrotar con ello al que le desafía. - Podré ganar más de lo que pierda, pero de ninguna manera eso va a ser una victoria. - Afirmó. Su mayor impulso ahora echar a aquel hombre, olvidarse de su visita y del caso. Sin embargo, aún cuando la altanería y la superioridad movían sus labios era lo suficientemente inteligente como para saber que no estaba pensando con claridad.

- Deme unas horas para valorar su oferta. - Enunció, sintiéndose como si acabase de ceder más de lo que había cedido en nada en sus últimos quince años. Lo hizo hablando como si ni siquiera considerase la posibilidad de que aquel tipo se negase. Acto seguido terminó de abrir la puerta, invitándole de aquella manera a dejarle a solas.

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29/10/2015, 05:06
Mr. García

García te observa unos instantes. -La diferencia radica en qué más está dispuesto a perder- el hombre camina hacia ti con paso medido, despacio, mientras el sonido de sus zapatos sobre el suelo de la oficina se extiende de manera rítmica como el tic-tac de un reloj marchando a tiempo. A pesar de la diferencia de alturas, la presencia del español no parece quedar disminuida al encararte con los últimos vestigios de su sonrisa, que lentamente muta en esa inquietante seriedad que ya habías visto por un sólo instante.

-Sin embargo, juzgo su actitud sensata. No tome una decisión ahora y piénselo. Después de todo es probable que no haya pensado realmente en todo lo que tiene que perder. Y puede ser que nosotros sí lo hayamos pensado por usted- dice el hombre mientras mueve su brazo lentamente hacia arriba, rodeando con su palma abierta como una araña la copa de su sombrero de hongo, para ponerlo en su cabeza. Para cuando el sombrero cubre el cabello de García, este de nuevo está sonriente.

El hombre introduce una mano en la solapa de su chaqueta y extrae una tarjeta blanca que tiene anotado un simple número celular. Sin nombres, apellidos o referencias. -Llámeme a este número en cuanto tome una decisión. Sea la que sea- la mirada del hombre parecía transmitir cierta impresión extraña. -De lo contrario, volveré para hacerle otra amable visita- dice, quizás tratando de añadir una cuota de humor en medio de la tensión existente entre ambos.

-Bueno. Ha sido un placer Míster Fisher- dice mientras extiende su mano para despedirte con un apretón, si deseas responder. -Espero que tenga un buen día. Estaremos esperando su llamada- dice y finalmente toca el ala de su sombrero para hacer una leve inclinación y despedirse. Finalmente sale de tu oficina caminando, al tiempo que silba una tonadilla con tono curiosamente alegre.

Notas de juego

Te dejo decidir qué dirás en la llamada. Preferiría que lo hicieras volviendo al "presente" mientras te preparas entonces para el juicio, poniendo en claro tus impresiones.

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31/10/2015, 14:18
Evan James Fisher

Pasé las siguientes horas malhumorado. Habían invadido mi despacho, mi intimidad, y me habían puesto en una clara posición de jaque. Y parecían esperar que por ofrecerme unas cuantas libras diera palmas de alegría. En el fondo sabía que era mentira, pero no podía evitar repetirme a mí mismo que no era la exigencia de perder el juicio lo que le molestaba, que era todo lo demás.

Durante un buen rato pensé acerca de la situación, de la amenaza de Mr. García y todo lo demás. La lógica me decía que ceder no era una buena idea: nada le impediría venir a por más en el futuro. Y aunque me hubiera ofrecido una compensación, eso no significaba que las próximas veces estuviese dispuesto a pagarme. Aquel era un precedente que no me gustaba nada.

En más de un momento traté de distraerme, de olvidar la sonrisa de aquel tipo, o de dejar de tener presente que sólo un rato antes había estado sentado en esa misma habitación. Sin embargo desde que había llegado todo era demasiado incómodo y denso.

Finalmente acabé por coger el teléfono con una decisión en la cabeza: si iba a hacerlo, sacaría algo de verdad. Marqué el número que el tipo me había dado y aguardé, con la tensión anudándose a la altura de mi pecho en los segundos precedentes a que cogiera. Mi oferta era simple. Perdería el caso, pero a cambiar quería de otros la misma información que había obtenido de mí. Ni más, ni menos.

Notas de juego

Siento no volver al presente todavía, pero creí que esto merecía la pena. Si crees lo contrario sáltme sin problemas. Si es por prisa puedo intentar responder más unos días.

Me he dado cuenta de que me había cambiado de persona. xD

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04/11/2015, 16:50
Narración

El teléfono sonó, y la voz de García, con su acentuación española (que se hacía algo más complicada vía telefónica) respondió. Escuchó tu petición y casi podías imaginar su rostro, su sonrisa hipócrita y su mirada molesta a medida que ibas poniendo tus condiciones.

-Me alegra que se haya decidido a ayudarnos, míster Fisher- fue su respuesta. El irritante aire auto-suficiente de su reacción correspondía a la molesta personalidad que había exhibido en tu oficina. -Considérelo hecho. Ponga en un sobre el nombre de 5 de las personas sobre las que tenga interés y lo que desea saber. Déjelas en su puesto durante el juicio cuando todo haya terminado, y suponiendo que cumpla con su parte, recibirá su pago.- fueron sus instrucciones. -Sin embargo, debo decir que me sorprende que proteja a un hombre cuyo rostro estoy seguro no puede describirme- dijo. Y por mucho que hubieses querido responder, un rápido ejercicio mental desencadenado por sus palabras, te impidió traer a tu memoria la imagen de Miles MacIntosh. ¿Cómo era? ¿Qué aspecto tenía? Sabías y recordabas lo que habías hablado con él, pero por más que te esforzaras, no eras capaz de describirlo, ni siquiera de representarlo de manera abstracta para ti.

-Nos veremos en la corte- se despidió con neutralidad, cortando la comunicación. Dejándote sólo un par de dudas y una dosis más de confusión.


Londres, Octubre 13 de 2013, 13:30

La corte se encuentra reunida. Una de las salas más amplias es empleada para el juicio, empero, el espacio adicional se veía desperdiciado ante la ausencia casi total de público. Hay al menos un puñado de personas, que sospechas, harán parte de los testigos del fiscal; entre ellos se encuentra quien parece ser un oficial militar de rango considerable*. No obstante García, a quien esperabas entre los observadores, no está allí. Los jurados también están presente, una colección de hombres y mujeres demasiado serios para generarte confianza. Todos vestidos de maneras diferentes, tratando de indicar diferentes trasfondos, pero todos con un aire de similitud que quizás sólo era paranoia tuya.

El juez, según te habías enterado hasta esa mañana, era Richard Osborne. Su trayectoria era larga y su presencia en juicios recientes sobre terrorismo no parecía una buena señal. Frente al estrado, estaba el secretario del juzgado, tomando nota atentamente, un hombre de mediana edad y tez pálida, que no parece muy especial.

En los dos lugares principales, estabas tú y el fiscal sentados. El fiscal, a quien conocías de antemano, era Seymour Mann. Un legalista infame por su mal temperamento, siempre al frente de los casos más sonados de acusados de terrorismo y crímenes violentos en el Reino Unido. Rara era la oportunidad en que Mann no obtenía el veredicto que más le convenía. Aunque te habías topado poco con él, podías reconocerlo. Era un hombre delgado y alto, de cabello castaño y corte impecable que siempre llevaba un par de lentes que se oscurecían con la luz, y una expresión de severidad en su rostro. Dado su récord legal, la cosa no pintaba muy bien. Tanto tú, como el fiscal, están ataviados (como es tradición) con la toga negra y la peluca propias de estos eventos. Detrás de ti y del fiscal están vuestros respectivos secretarios, tomando notas de soporte para el caso. Y detrás de ellos, está el stand del acusado, vacío por un instante.

Finalmente entró el acusado. Miles MacIntosh y la imagen saltó a ti, con gran rapidez. Recordabas su rostro, pero estabas seguro que hace unos instantes habrías sido incapaz de describirlo. Es un hombre de mediana estatura cuya primera impresión es la de un anciano vagabundo. Tiene una chaqueta de camuflado militar y unos pantalones marrones sucios. Sus zapatillas deportivas están malgastadas y rotas. Tiene una barba grisácea amplia y mal arreglada, caótica por demás, y lleva una gorra roja del Arsenal de Inglaterra. Lo único que contrasta de él, son sus ojos azules, que parecen dotados de inusual astucia y un monóculo de impecable estado que porta en su ojo derecho.

Puedes notar, aún desde tu posición, que tiene un desagradable olor personal, producto de un persistente desaseo. Tan sólo asiente a manera de saludo mientras ocupa su lugar. Justo a tiempo para la entrada del juez Osborne. Un hombre regordete y bajo, cuya edad era fácilmente deducible de su rostro, y cuyo rostro serio imponía cierta presencia encontrada en la senectud de jueces con gran reputación. Dos magistrados le rodean y toman sus lugares adicionales, todo está dispuesto para dar inicio al juicio. Es el juez quien toma la palabra.

Notas de juego

Avísame si intentaste recontactar a García antes del juicio.

Sí, para este juicio, debes usar toga y peluca. xDDDD

*Si has preparado testigos también, los encontrarás allí.

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04/11/2015, 17:31
Juez Osborne

-Demos inicio al juicio. La corona juzga a Miles MacIntosh por los atentados del pasado 15 de Septiembre de 2013 en Seven Sisters Market, en el sector conocido como Seven Sisters- señala con voz potente y firme. El silencio solemne en la sala indica que todos le escuchan atentamente -Dicho atentado dejó a doce personas heridas y más de 10 mil libras esterlinas en daños materiales. El acusado se declara inocente de dichos cargos. Durante este juicio les corresponderá a ustedes...- dice mirando hacia los jurados -... decidir si las pruebas que presentarán la fiscalía y la defensa son suficientes para probar la culpabilidad o la inocencia sel acusado. Vuestro deber no incluye interpretar legalmente este procedimiento, y si se diese el caso, yo mismo me prestaré como guía para ayudaros.- todos los jurados asienten, en comprensión de la tradicional apertura del juicio.

El juez mira de nuevo hacia el centro de la sala, para darle la entrada al fiscal. -La fiscalía puede comenzar con su caso. Adelante- dice estirando su brazo, para darle vía libre a Mann.