Partida Rol por web

Tras concluir exitosamente la investigación en la que habían encontrado los detonadores de la bomba, todos volvieron a la base rápidamente para ponerse en marcha de nuevo. Bates se enfundó el traje a petición de Leo Szilard y Troy se quedó en base con Mark.

Pero entonces el teléfono de la Base sonó. Fedora lo cogió y se lo pasó a Szilard extrañada mientras la voz al otro lado de la línea daba expresamente el nombre y apellido del anciano. Resultó ser Jonathan Spencer, Número 5, compañero de Goldfield en su época de Centinela. Cuando Szilard iba a contarle que Goldfield había desaparecido el antiguo centinela sorprendió adelantándose. Añadió que había alguien que debía hablar con ellos sobre eso, pero Slizard y Fedora estarían ocupados siguiendo a Número 9 en su nueva misión.

Por lo que los encargados de hablar con Spencer sobre esa persona serían Mark Wong y Troy Sanders. Número 5 llegó a la base a los pocos minutos, parecía que ya estaba de camino cuando hizo la llamada.

Estando ya los 3 en la mesa de la sala de reuniones (que siempre hacía de comedor), Jonathan les saludó jovialmente antes de sentarse.

- Cuántos años hacía que no me sentaba aquí... - murmuró el hombre de mediana edad, sin dejar de mirar la sala con nostalgia - Bueno, será mejor que vaya al grano, chicos, porque este asunto es espinoso. Hace unos días vino a visitarme una antigua... amiga. Una conocida de mi época como Centinela. Estuvimos hablando un rato, fue quien me informó de que James había desaparecido. -

Spencer se aclaró la garganta, ladeando la cabeza. - Pero me temo que no fue sólo eso. Antes de que pudiera hacerme el loco, me dijo que conocía desde hacía unos días el secreto del Centinela. Poseía documentos que acreditaban vuestra existencia, vuestras identidades... por suerte no había nada de la base, pero la suficiente información para ver comprometido al equipo. -

Troy no conocía aquel hombre, pero suponía que si era un antiguo vigilante sería de fiar. A decir verdad, le ponía un poco nervioso. Era más experimentado y había vivido mucho más que él.

Cualquier rastro de nerviosismo o admiración, sin embargo, se esfumó pronto. A medida que Spencer hablaba las cejas de Sanders iban juntándose más y más hasta que casi se tocaron. Finalmente se puso en pie.

-¿Quién es? -exigió saber.

Mark no pudo evitar sentir un ramalazo de admiración hacia aquel hombre. Como antiguo Centinela, había vivido y visto mucho más que ellos dos. Recordaba haber oído que su padre estuvo a punto de lanzarlo a una cuba de ácido y se alegró de que no lo hiciera. El joven se sintió bastante contradictorio, pero por suerte nadie le estaba haciendo pruebas de lealtad. No obstante, cuando habló de ese agujero de seguridad, su corazón se aceleró como una moto de carreras. Si alguien sabía tanto... ¿cuánto sabrían de él?

Con la boca seca, Mark se mordió el labio antes de hablar.

-¿Cómo lo sabe? ¿No se supone que Fedora vigila nuestros culos cibernéticos?

Spencer mostró las palmas de las manos en alto, intentando calmarles a ambos.

- Eh, eh. Calmaos, por favor. Si quisiera joder al equipo ya había hecho pública esa información. Además... digamos que ella tampoco tiene mucho interés en que eso se revele. - dijo el hombre tocando la mesa con dos dedos mientras miraba a Troy, en un amable gesto para que volviera a tomar asiento - Os responderé primero lo más fácil: no conozco su nombre, pero cuando James y yo vestíamos el negro el traje se hacía llamar Felina. Era una ladrona de guante blanco de la época que casi siempre se escabullía con lo que robaba, normalmente obras de arte o piezas de joyería endiabladamente caras. Lo caro de todo lo que robó sólo era igualado por lo buena que era ella robándolo. -

Otro suspiro atacó a Jonathan, claramente nostálgico. - Pero si se escapaba siempre no era únicamente por su habilidad. Digamos que... James y ella tenían algo. Se gustaban, se gustaron desde el principio pese a llevar el casco de visor naranja. Muchas veces dejó escapar a la muchacha con su botín haciendo que pareciera un error por su parte. Pero Brian Wayland no era tonto y le descubrió bien pronto. - Spencer torció el gesto, incómodo por aquello que estaba contando - Yo mismo cubrí a James algunas veces... porque a diferencia de lo que pensaba Wayland, no era algo tan malo como él lo planteaba. Cuando vistes el traje... buf. Tu vida se esfuma. Pero bueno, no os cuento nada que no sepáis. -

- Creo que su relación se rompió en algún momento y ella le investigó para seguirle la pista. Por algún motivo, su contacto conocía a Cable, que fue el que le pasó la información y los documentos de los que os he hablado. - tanto Mark como Troy conocían a Cable. Hacía apenas un par de años tenía el puesto que ahora ocupaba Fedora. A ambos les parecía un buen tío, algo presuntuoso, pero entregado a la causa. Pero cierto día se descubrió que robaba fondos de las nóminas de I. Wayland y los ingresaba a una cuenta en un paraíso fiscal. James Goldfield se encargó, con ayuda de Brian Wayland, de descubrir su estafa informática y meterle entre rejas.

Troy había oído mencionar a Felina alguna vez. Sabía que se decía que había tenido algo con Goldfield. Se preguntaba si no sería él quien se lo había contado a la ladrona. O por qué aparecía ahora que Goldfield no daba señales de vida. Y desde luego la mención a Cable no había tranquilizado a Troy.

-¿Dónde está esta mujer? -preguntó, con aún más dureza que antes.

Mark abrió la boca pero volvió a cerrarla enseguida.

-Joder, esto es grave. ¿Qué sabe exactamente? ¿Podría ponernos en peligro?

- Creo que vuestras identidades, vuestro papel en el equipo y no estoy seguro de si más. Podría poneros en peligro, sí, pero creo que no lo pretende. No podemos decir lo mismo de Cable: si le dió la información al contacto de Felina, podría dársela a cualquier otra persona. Ella quiere hablar con vosotros y me parece que trata sobre James y la información que ella posee. - dijo el hombre, recostándose en el respaldo de la silla, como si estuviera cansado

- Chicos, he estado hablando con ella y... bueno. Está muy mal por las cosas que han sucedido con James. Yo ya no pinto nada aquí, pero os agradecería que le diérais no un voto de confianza, pero sí una oportunidad de deciros qué pretende. Supongo que de traerla aquí ya se os habrá pasado por la cabeza dónde meterla, pero podéis llevarla a la zona de contención. Ahí dentro estaremos seguros de que no tiene ningún micrófono y de que nadie puede escuchar lo que hablamos, además de que ella no sabrá dónde diablos ha estado. - miró con gravedad a Troy y luego a Mark, con un atisbo de súplica en sus ojos. No parecía importarle demasiado que el asiático todavía no tuviera un puesto en el equipo. - Por favor. -

Troy, a quien no le gustaba decir mentiras y menos a una figura mítica como Spencer, pensó que lo mejor para evitarlo sería no decir nada al respecto de lo que opinaba sobre las buenas intenciones de Felina. Si sabía quiénes eran estaban en peligro, usara esa información o no.

-Dónde está -repitió.

-O igual sí. Todo depende de la cantidad de información que tenga. Pero supongo que no sabremos cuánta es hasta que hablemos con ella -terció Mark.

- La tengo a golpe de teléfono. Puedo llamarle y contarle la situación. Si acepta, que dudo que no lo haga, podemos pasar con Móvil a recogerla, taparle los ojos y llevarla hasta aquí. - dijo mientras sacaba su móvil. Marcó un número y habló con la mujer, indicándole las exigencias que tenía el equipo. Ella parecía estar conforme, así que quedaron en un sitio.

Los tres cogieron la furgoneta auxiliar del equipo. Troy conducía, Mark iba de copiloto y Spencer estaba en la parte de atrás. Tardaron otros 10 minutos en llegar al punto de reunión. Aparcaron con disimulo antes de llegar en un punto en el que pudieran verla. Ahora tenían que cogerla, vendarle los ojos y llevarla de vuelta a la base.

- ¿Cómo queréis hacerlo? - preguntó el hombre, con curiosidad.

Romy recibió la llamada de Spencer y no le quedó otra más que asentir. Después de todo era lo único que podía hacer para localizar a James, aunque las condiciones le pareciesen inapropiadas en extremo. Como si no hubiese tenido tiempo ni razones para largar la múltiple personalidad del Centinela durante todos aquellos años. Pero era lo que había que hacer y estaba dispuesta a pasar por aquella traumática experiencia.

A la hora acordada, Felina se encontraba en el punto de encuentro con un grueso maletín bien sujeto. A los ojos del resto resultó ser  una mujer madura y seria, con unos ojos de intenso color azul que expresaban la sabiduría de la vejez y la dureza del tiempo. En su rostro, ahora marcado por el agobio y la preocupación, todavía se podía advertir la belleza de su juventud. Era alta y corpulenta, de caderas amplias y busto voluminoso, y a pesar de la edad seguía luciendo una buena planta. No obstante, no era ni una sombra de lo que fue antaño, y si la situación le causaba algún tipo de miedo o temor, procuró no dar señas de ello.

-De inmediato -respondió, bajándose de la furgoneta.

Sin embargo, su hostilidad se vio en gran parte aplacada al ver con quién tenían que tratar. Se acercó con precaución. No sabía qué se había esperado. Hacía décadas que Felina había dejado de estar activa, pero de algún modo no se le había ocurrido que habría envejecido. Era un recordatorio de lo que les esperaba a todos en el equipo. Un día sería viejo como Spencer o como esa mujer. Troy no pudo evitar desear morir antes de convertirse en ellos.

Se puso frente a la mujer. No sabía cómo se llamaba.

-¿Felina? -preguntó, cauteloso.

Sus ojos fueron de arriba abajo, examinando a aquel extraño de escasos modales que tenía toda la pinta de ser un secuaz. Carraspeó, retrocediendo medio paso y levantando el mentón para poder mirarle a la cara. Alguien con tan poca educación no podía ser el Centinela, así que pensó que sería alguna otra persona del equipo dedicada a la seguridad de este. Buscó a Jonathan, que llegaba justo por detrás.

-Estoy lista. E imagino que preferiréis llevar vosotros esto -dijo en tono quedo, ofreciendo el maletín justo en el punto intermedio de ambos hombres.

-Hola -saludó Mark. Había ido detrás de Troy todo el tiempo, pues no quería alejarse mucho de él en una circunstancia tan fuera de lo normal. La verdad fuera dicha: aquella mujer era atractiva. Apostaba a que en su juventud habría sido una bomba sexual en toda regla, y ese apodo, Felina, no hacía sino aumentar el morbo. Por otro lado, aquella mujer podía ser su madre. Y también podía saber quién era la suya-. Lo cojo yo.

El chico alargó la mano y se hizo con el maletín. Luego lo revisaría para saber cuánto sabía de él.

Mientras el joven asiático cogía el maletín, Spencer sonrió dándole la bienvenida a la mujer. - Me encargaré de taparte los ojos. - dijo el antiguo Centinela mientras sacaba una tela de color negro que había cogido antes de salir de la base. - No te preocupes, estaré a tu lado todo el tiempo. -

Jonathan vendó a Lana y se la llevó del brazo hasta la furgoneta con Troy y Mark a la vanguardia. Volvieron a sus posiciones en el vehículo mientras el veterano intercambiaba algunas palabras con la mujer. Tras unos cuantos minutos más de conducción, llegaron a la base y entraron con el beneplácito de Control. Se dirigieron a la zona de contención, aquella simulación de una nave industrial.

Troy condujo de vuelta a la base. Una vez allí dejó que Spencer la guiase hasta la celda de contención y la ayudase a sentarse mientras él le gritaba a Fedora que limpiase las migas de los doritos de la mesa y que no dejase los paquetes vacíos por todas partes. Les dejó a solas con Mark unos minutos.

Cuando por fin regresó, permitió que Spencer le quitase la venda de los ojos a Fedora. Le había traído una taza de té. No tenía muy claro qué bebían los criminales retirados, pero tenía la impresión de que para alguien de la edad de Felina era hora de cambiar la cafeína por algo más suave.

-Gracias por colaborar -dijo, aunque no parecía sentirse agradecido por nada-. ¿Necesita algo más, señora...?

Romy siguió las instrucciones que le dieron y se agarró al brazo de Jonathan, confiando en su guía y también en sus propios instintos. No parecía tener muchas ganas de conversar, respondiendo de forma escueta y sin ganas a la breve charla que el hombre buenamente intentó ofrecerle. Aquello estaba siendo más traumático de lo que hubiera admitido jamás y todas sus esfuerzos iban concentrados a mantener la compostura. Cuando por fin le deshicieron de la venda no pudo evitar un suspiro.

Trató de evitar ser descarada, pero lo cierto es que aquel lugar le causaba fascinación y también desconfianza. No pudo evitar echar un vistazo, curiosa.

-Shepard. Romy Shepard -dijo, aceptando la taza de té sólo por ocupar las manos con algo-. James me conocía así, aunque en el sistema debo figurar como Desaparecida. Si no es un terrible inconveniente, me gustaría preservar mi identidad actual.

Troy asintió y se sentó frente a la señora Shepard. No sabía si Fedora sería capaz de averiguar su nueva identidad a partir de la vieja, pero para algo tenía que servir aparte de para acumular suciedad y hacerle sentir incómodo con esa manera de jurar.

-Yo soy 8, y él -dijo, señalando a Mark con la mano abierta- es 11. Aunque por lo que me han dicho, todo esto ya lo sabe.

Mark se cruzó de brazos, a la espera. Cuando viese algo en lo que pudiera meter mano... es decir, en lo que pudiera tener algo que decir, lo haría.

Romy frunció el ceño tratando de hacer memoria, aunque no logró asociarlo a ningún nombre. Lo cierto es que aquella parte la había mirado de pasada, mucho más interesada en la parte que concernía al funcionamiento de aquello y a los Centinelas de su época.

-Más o menos -Se frotó con nerviosismo las manos, todavía sin probar el té. A parte de que había desarrollado una reticencia al té, no se sentía capaz de ingerir algo y retenerlo en su estómago-. Todo lo que sé está en ese maletín. Además, hay una cosa que deberíais ver. ¿Me permites? -dijo, extendiendo la mano para reclamarle el maletín al jovencito asiático.

Rebuscó entre los archivos y sacó un plástico dentro del cual había una nota algo desgastada. Se la tendió a Número 8, que después de todo había resultado ser Centinela.

"Sinceramente, no sé si quiero que leas esto o no. Pero no sé en qué va a desembocar todo lo que está por venir. Brian necesita mi ayuda, pero nadie debería enterarse de esto. Necesitaba decírselo a alguien y... bueno. Sólo podía decírtelo a ti.
Espero que estés bien. J.G."

-James y yo intercambiábamos notas en ciertos lugares cuando todavía llevábamos traje. No había vuelto a mirar desde que nos separamos, pero cuando me enteré de lo ocurrido fui y encontré eso. Estoy segura de que es suya, pero supongo que podrán comprobarlo ustedes mismos -Explicó, tratando de ser lo más neutral posible-. También me gustaría que me la devolvieran luego.