Partida Rol por web

Antes de empezar el ejercicio, el táctico sacó un chrono de bolsillo y empezó a medir el tiempo que tardaba el grupo en completar aquella carrera en particular. A pesar del fallo con el auspex, se notó que los lantanitas sabían de perforaciones, y junto con una conducción más ágil por parte del irlandiano, hicieron un tiempo decente. 

-Aha. Un tiempo aceptable. Ahora vamos a ver si pueden repetirlo, tenemos otras configuraciones listas para ustedes. En todo caso, veo que captan de qué va esto. Si consiguen hacer funcionar ese auspex, de todos modos, verán que algunas de las paredes taladradas tenían trampa, aunque sospecho que el conductor lo ha notado. En esto, además, he de advertirles: cuando llegue la hora, los sensores no deben fallar. No quieren perforar con una broca de estas una bolsa de gas...

Kolya no tenía muy claro si es que el piloto penal estaba loco, quería que pensaran que estaba loco o simplemente era imbécil al gritarle a un trozo de escombro; pero él no iba a ser quien le dijera nada siempre y cuando les llevara a su destino. Tendrán que ver si pueden hacer eso cuando reciben un bombardeo casi continuo o disparos.

-Ánimo, Fiks, tu puedes hacerlo. Ese auspex no es nada que no sepas manejar -calmó al medicae- vamos, que podemos batir nuestra propia marca.

Vitaly repitió el proceso anterior, prácticamente de manera calcada. 

Las palabras del sargento Kolya animaron a Fiks lo suficiente como para que se esmerase sobre la maquinaria de detección.

- Creo que... Sí, sí ¡Lo tengo! - le hizo mucha ilusión, tanta que colocó su bote de gusaluces contra una de las paredes de metal del vehículo para iluminar alrededor un poco mejor, sonreía y asentía hacia los demás - Con estas prácticas... Dará para romper con las filas del Archienemigo ¿verdad?

¿Es que ese trasto no podía ir más rápido? Estaba seguro de que se podía trucar para ganar velocidad. Quizá oxigenando el motor o usando prometio sin rebajar... Arthur esquivó otra piedra grande al último momento en otra muestra de reflejos. La gravilla llovía por todas partes y el estruendo era ensordecedor. Los lantanitas hablaban de cosas, pero él no oía nada.

- ¿QUÉ COÑO DECIS?- preguntó.

-Un poco peor, pero en márgenes aceptables-sentenció el táctico, chrono en mano-¿quieren probar una tercera? Recuerden, esto no requerirá que vayan rápido, o no solo. Requerirá que cumplan el tiempo. Si llegan pronto, estarán solos. Si llegan tarde, el asalto de superficie puede que haya fracasado. Tendrán una horquilla de tiempo en la que operar para que ambos golpes sinergicen. 

Vitaly lo intento de nuevo pero esta vez no supo guiarlo tan bien como las veces anteriores. 

Un chisporroteo dio al traste con la ilusión de Fiks de estar operando la maquinaria en condiciones.

- ¡Fezzornada maldita! ¿Será posible? ¡Casi me salta un ojo!

El saber que no podían ir ni pronto ni rápido hizo que esta vez Kolya estuviera más pendiente del tiempo que tenían que cumplir que el buscar una ruta rápida, lo que hizo que se distrajera y no se fijara en lo que tenía que estar fijándose.

Le iba cogiendo el tranquillo a aquello. La clave era ignorar las señalizaciones y pitidos de aviso y centrarse en lo importante, lo fundamental. Derribar todos los conos posibles. Las gigantescas ruedas reforzadas los aplastaban sin piedad ninguna, dejando bonitos círculos naranja de plástico en el suelo tras él. Todo muy artístico.

No se consideraba un genio, pero tenía que admitir que se le daba de maravilla operar aquel cacharro. Ahora ya no le paraba ni dios.

Esta vez, el táctico no quedó nada convencido con el ejercicio. A pesar de la pericia, o temeridad, de Arthur al volante, aquello simplemente no era lo suficientemente bueno.

-Creo que se están centrando demasiado en correr. Paren. Paren un momento. Piensen fríamente. Van a tener que atravesar por debajo de la tierra de nadie, varios kilómetros, un lugar azotado por explosiones y seguramente inestable. Van a tener tiempo, siempre que hagan las cosas bien. No necesitan llegar los primeros, necesitan coordinarse. Tomen aire, piensen en lo que saben hacer. En resumen, céntrense y respiren. Si pierden la cabeza, acabarán sepultados o algo peor. 

-Dicho esto, un último intento por hoy, antes de que tengamos que encargar más brocas al Mundo Forja más cercano...-dijo, volviendo a ponerse en el puesto de observación y echando mano del chrono. 

A Kolya le empezaba a doler la cabeza, tal vez por el estrés de todos los últimos acontecimientos o quizás fuera por otros motivos, pero el caso es que ahora mismo no estaba todo lo centrado que debería.

-¿Que rango de tiempo estamos hablando?. Es decir, ¿no sabremos nada hasta que empecemos la misión o sabemos que tenemos que tardar entre una hora y hora y cuarto de que salgamos a que lleguemos a nuestro destino?. Saber la distancia a recorrer y el tiempo nos podría hacer prepararnos mejor, señor.

El problema de la guerra contra traidores era la desinformación a la que se sometían a sus propios soldados con tal de que el enemigo no "descubriera los planes". Por eso prefería la guerra contra xenos, no tenían que estar andando con todas esas tonterías que solo mataban a más soldados que otra cosa.

Tras el segundo chispazo por todo el cuerpo Fiks perdió toda templanza y procedió a meterle de patadas a la placa de metal en la pared del tanque taladrador, completamente desquiciado después de haberse pasado tanto tiempo bajo tierra matando mutantes y teniendo lecturas exitosas ahora estaba maldito, todo a partir del momento en que vio que estaban contaminados por los portales y la interrogadora la que más.

- Maldita sea, maldita sea, maldita sea ¡Joder! - de tantos puntapiés al final uno salió mal apuntado y le dio un borde en la tibia, llevándole a echarse para atrás, tirarse al suelo, abrazar esa pierna y aporrear con el puño de pura frustración - ¡Son los mandos! ¡Maldita sea! Nos quieren matar a todos, a todos, ¡Joder! - se llevó las manos al casco y levantó la visera, rojo de rabia - Desde que nos bajamos del tren y que no persiguiésemos a al tirador o al servicio de tren que nos envenenó hasta lo de esa maldita interrogadora hasta las cejas de todo lo perverso y contranatura, yo... Yo... Ya no puedo más, Kolya, sargento, lo siento - el más frágil del grupo, el eslabón más débil, se rompía.

Fedor intentó de nuevo repetir lo bien que se le diera la primera vez la conducción del Hades, cortando como mantequilla o perforando los diversos obstáculos que encontraba... hasta que dio con algo que hizo que el vehículo se quedara estancado. Había oído a los mineros de Lantan que con frecuencia esas cosas pasaban. La maquinaria se topaba con minerales o rocas difíciles de perforar, forzando a los trabajadores a trazar un nuevo rumbo y bordear el impedimento invirtiendo más tiempo en los trabajos o cambiando la gigantesca broca por otra más preparada para ese tipo de materiales. En una batalla no tendrían ni tiempo para eso ni brocas de recambio.

Gruñendo por lo bajo el artillero tuvo que deshacer todo el camino con la máquina mientras cavilaba que la probabilidad de fallo de aquellas máquinas era, sencillamente, enorme. La probabilidad de éxito para llegar hasta el lugar indicado consistiría en enviar un enorme número de aquellas perforadoras. Alguna lograría su objetivo.

Escuchó los plañidos del inestable Fiks y suspiró, viendo que el medicae perdía por momentos los papeles, frustrado. El hombrecillo había estado bajo mucha presión últimamente, pero eso no haría que lograran su objetivo.

Escuchó lo que decía Kolya y no pudo evitar asentir con la cabeza. Saber la distancia, más que el tiempo, iba a ser determinante. No importaba lo bien que avanzara el cacharro. Cuantos más metros, más y más probabilidades de quedar atascado en algún punto, en cualquier momento, arruinando todo el avance anterior. A la carrera. Y escorias y materiales rocosos bajo tierra los había a millones.

- Extremadamente complicado, señor - dijo lacónicamente al oficial táctico. No era una excusa, era solo estadística -. Con unas cuantas decenas de estos la probabilidad aumentará notablemente, no obstante - comentó lo lógico.

Vitaly lo intento de nuevo pero esta vez no supo guiarlo tan bien como las veces anteriores. 

Parar y pensar, parar y pensar. Ese tío seguía empeñado en fastidiar la diversión a cualquiera. Aun así Arthur se comportó. No iba a dejar que un gilipollas cualquiera le estropeara la tarde de hacer trompos con el cacharro.

La cosa no fue muy bien, por ser amable, pero por suerte aquello era solo un entrenamiento. Y la misión del entrenamiento era lograr que todo funcionara de la mejor forma posible en tiempo real, por supuesto.

-Me temo que aún no tengo respuesta para eso, sargento. Hay... Varios puntos de entrada posibles, supongo, donde la tierra de nadie se estrecha más, pero es algo que aún se está barajando. De momento, vamos a seguir trabajando en lo que podemos controlar. Tendrán varios taladros, cada uno con su equipo de taladrado, somos conscientes de que una sola máquina introduce demasiadas variables azarosas en juego. Pero su objetivo, ahora y durante los próximos días, es trabajar para lograr que esas variables se reduzcan lo más posible-dijo el táctico, repasando con la mirada a todos ellos en otro descanso. Aquello no duró mucho, y pronto volvieron a aquella repetición. Varias veces más, en aquel día, hasta que se agotaron los campos de obstáculos y se les devolvió al campamento.

Pero aquello no acabó allí. Al día siguiente volvieron a ser convocados. Y al siguiente. Y al otro. Cada mañana, al llegar, una nueva disposición de los campos de entrenamiento, aumentando progresivamente los escenarios y las dificultades. Desde "vetas" no taladrables hasta "depósitos de gas", fueron recorriendo todos los posibles desarrollos de su misión futura, y trabajando sin descanso para perfeccionar su desempeño... Así los días pasaban, y poco a poco los beneficios del trabajo se iban notando.

Los entrenamientos siguieron mientras se seguían realizando preparativos, contando con varias configuraciones distintas. Se iban acumulando brocas y taladros, algunos con puntas perfeccionadas, así como haciendo acopio de combustible y demás útiles. Parecía que todo iba marchando mejor, o al menos que se desenvolvían con más competencia, y que el día de actuar debía estar cerca. Y, durante uno de los entrenamientos, el táctico dio el alto y solicitó que todos formarais en la explanada donde solían cargar y descargar los materiales. 

Apenas un par de minutos después de cumplir la orden, todos vieron a qué se debía. Un vehículo de exploración Salamandra se acercaba por la carretera, una variante de mando a juzgar por las antenas y los vocoemisores adicionales que llevaba instalados. El vehículo traqueteó hasta pararse ante ellos, a cierta distancia, y sobre el mismo asomó el Lord General en persona, paseando su mirada por todos ellos. 

-Soldados del Imperio. Habéis trabajado como el que más en estas semanas, habéis sudado, sangrado y os habéis esforzado hasta la extenuación. Lo habéis hecho porque así se os ordenó, y me consta que lo habéis hecho bien. Vuestro celo en esta tarea me llena de orgullo, más aún sabiendo la oscuridad en la que os hemos tenido sumergidos. Sin embargo, hoy amanece. Y este amanecer está destinado a traeros luz, y a traer perdición abrasadora a nuestros enemigos-empezó el hombre, amplificado por los aparatos del blindado ligero.

-Tengo entendido que ya estáis sobre antecedentes, se espera de todos vosotros que taladréis la tierra de nadie, o mejor dicho su subsuelo, de tal forma que el gran asalto terrestre que se va a realizar surta efecto y hagamos brecha en esas condenadas trincheras, de una vez y por todas. Hemos determinado, tanto por las lecturas del terreno como por la disposición del mismo y la experiencia de los locales, la zona de ataque-indicó, asintiendo quedamente al táctico, que se adelantó para colocar un mapa de la tierra de nadie sobre una mesa, a la vista de todos, señalando un punto en concreto. Era una zona donde la tierra de nadie se estrechaba, aunque no aquella en la que ambas líneas estaban más cerca.

-Recibe el pintoresco nombre del Paso Piepodrido por los locales, probablemente debido al río que antaño atravesaba lo que una vez fueron campos de pasto. Ahora es un auténtico cenagal horadado por la artillería, pero tenemos indicios más que sólidos de que bajo el barro hay una capa de rocas y minerales lo suficientemente firme para que ustedes puedan taladrar sin que se les caiga un pantano encima. Su objetivo será entrar desde el Puesto 31-B, justo en la punta de nuestra línea en ese lugar, y asomar al otro lado. La distancia son trescientos metros. Si se quedan cortos, estarán ante las líneas enemigas. Si se pasan, les va a tocar desandar un trecho y perderán su factor sorpresa. Cuanto más afinen, más destrozo harán a los soldados que guardan el lugar. En cualquier caso, deben estar sobre aviso: se sospecha de la presencia de cuevas calizas, así que puede ser que encuentren un atajo, o un abismo que les haga dar un rodeo. El tiempo será esencial, ya lo saben. Partirán con cinco horas de ventaja sobre el asalto terrestre. Sí, sé que van a tener que correr, pero todos insisten en que debería ser tiempo suficiente en condiciones estándar. A las cinco horas desde su salida, los Krieg estarán listos para forzar las líneas una vez más. Han insistido en que pueden lograrlo, pero soy de la opinión de que no les vendrá mal un refuerzo.

Tras dejar un momento para que aquello asentara, el hombre continuó. 

-Sí, vamos a lanzar un asalto directo, y vosotros tendréis que valeros en la oscuridad y salir de forma caótica a la superficie. Pero os aseguro que no marcháis a la muerte, hoy no. Vamos a ejecutar, empezando en breves horas, un ataque múltiple y coordinado por varios frentes, del que vosotros vais a ser un cuchillo más que se hunda profundamente en el costado del Enemigo. Y es que tenemos más sorpresas preparadas. El ala de ataque prepara un bombardeo, así como el despliegue de varias unidades de avanzada destinadas a hostigar la trasera del enemigo, aunque no necesitan saber dónde. Del mismo modo, nos preparamos para un gran asalto y desembarco marítimo, con el objetivo de establecer una cabeza de playa kilómetros detrás de las líneas enemigas. Todo ello a la vez y coordinado para mayor efecto. Espero de todos que tengan éxito en esta empresa, pero recuerden: lo importante es el conjunto. Cualquier victoria que consigamos hoy nos acerca más a la victoria de mañana. Buena suerte a todos, y recuerden que el Emperador protege, siempre y en todas las cosas.

Tras aquel discurso, el vehículo arrancó de nuevo, marchándose de aquel lugar, mientras el táctico tomaba la palabra.

-En diez minutos llegan sus transportes. Su operación empieza en unas horas.

Bueno, habían sido unas vacaciones entretenidas pero había que volver al tajo en algun momento. Arthur se bajó del vehiculo no sin antes darle unas palmaditas al salpicadero y se dirigió al transporte. Tenía todas sus cosas (que no quería dejar tiradas por ahí ni loco) y estaba listo para la acción. Con el paso de los dias se había acostumbrado a llevar el cacharro, como él lo llamaba. Más bien se habían acostumbrado el uno al otro. Era una pieza más delicada de lo que parecía. Bueno, no es que fuera delicada, es que era exquisita, no aceptaba exigencias de cualquiera.

Por suerte, Arthur sabía de sobra como tratar a una dama.

Vitaly se mesaba la barba mientras escuchaba al mismisimo Lord General. Lo que decia el hombre tenia sentido y le parecia correcto, pero le dedico un par de miradas a la capitana Bolchovya intentando captar alguna reacción. En cualquier caso, tenian un buen trabajo por delante, y estaba seguro que los Lantanitas lo cumplirian a la perfección. Que lo hiciesen los penales era otro tema...