Partida Rol por web

-Gracias -dijo a los Stormtroopers que ya habían cumplido con su cometido- que el Emperador les guíe.

Iba a poner a sus hombres en marcha cuando el astartes habló, lo que dejó completamente aturdido al sargento. Él iba a continuar con su búsqueda, encontrar los restantes miembros del grupo de Vitaly y el tercer grupo y luego plantear si continuaban la búsqueda o volvían a la base; pero se quedó en blanco. Tener a un astartes de apoyo aumentaba mucho sus posibilidades. En eso estaba pensando cuando el fezzorn habló.

-No -contestó a la pregunta del especialista- no he detectado nada extraño, por el momento -cogió el auspex y lo miró como si ese aparato tuviera todas las respuestas habidas y por haber- pero no se qué hacer. Podemos perder tiempo o cruzarnos con algunos de nuestros aliados, pero contar con la ayuda de un astartes puede aumentar mucho nuestras posibilidades de supervivencia.

Pensó un momento más.

-De acuerdo, les acompañaremos hasta la salida; pero si con el auspex detecto algo que pudiera ser aliados nuestros, me separaré para comprobarlo -él había metido a todos en ese lugar y no iba a dejar a nadie atrás- Alain, cuando Vitaly esté listo nos movemos.

No me parecía una buena orden, a fin de cuentas no nos habíamos metido en las alcantarillas para capturar unos mindunguis como estos, porque lo eran, no me cabía duda o de lo contrario no habrían estado tirando cuerpos al agua.

- ¿A nadie le preocupa por qué tiraban ahí los cuerpos? - pregunto haciendo un alto en la guardia - Quizás esa corriente de agua no sea de las alcantarillas o quizás - señalo el camino del este - sea esa una entrada a su guarida.

En cualquier caso, seguro que no estaban aquí aquí por casualidad.

El sargento suspiró cuando dijeron aquello, un suspiro seguramente de resignación, pero ahora mismo tampoco le quedaba otra.

-Pueden acompañarnos, por este pasillo, hasta nuestra salida-concedió, con especial énfasis en ese "nuestra"-pero, por supuesto, ya saben para quienes trabajamos. Nunca hemos estado aquí. Nunca han visto ningún lugar, ni intentarán buscarlo después, ni informarán a nadie de ello. A mi jefe le hará muy poca gracia si se entera de algo diferente, ¿entendido?-dijo-por supuesto eso no va por usted, hermano Vorgen, a los astartes se les sabe discretos. En fin... Tampoco es que vayamos a perdernos, son apenas unas decenas de metros, y queda tiempo todavía...

Los enemigos casi habían llegado a su fin, solo quedaba uno en pie... Y entonces, tronó otra campanada más, aunque esta parecía distinta. No de un modo físico, su sonido era igual al resto, al menos a oídos de los mortales... Pero había un "algo" en esa campanada que hacía que los corazones se encogieran. Y, sobre ella, se escuchó una carcajada emitida por una garganta grave... Algo venía. 

-Jaja, muy gracioso pardillo...-dijo el herido, con cierto tono ácido-no sería la peor herida que hemos sufrido. No llevamos implantes por gusto, no todos al menos-replicó, aunque desde luego se dejó tratar, mientras el resto avanzaban junto a Katrin para cubrir la sala. Aparentemente, algún tipo de "dormitorio", mezclado con retrete y comedor. Totalmente encantador, y sin duda los huesos humanos que asomaban entre los despojos le daban el toque. 

Aquel encuentro seguramente había sido una lección, al menos a juzgar por como los guardias optaron por moverse en ese momento, con toda la precaución del mundo, casi incluso pisando con delicadeza. Más adelante, parecía haber otra abertura entre los árboles, al final de aquel condenado laberinto que había formado la jungla. 

Albius avanzó y afianzó el arma, vigilante. - Vamos chicos, moveros, ya estoy en posición, si sale algo, lo acribillo. - les dijo a los otros dos, animándolos a avanzar para poder salir de allí cuanto antes. 

Aquel lugar era una mierda, no sabían como habían llegado allí, y tampoco sabían cómo saldrían de allí, pero lo que sí sabían, es que quedarse quietos no era una opción. - Celonius, gallina, vigila la trasera. - 

- En...en....entendido. - contestó el negro. 

- ¡Cojones! ¿Desde cuando hablas? - preguntó Albius, totalmente sorprendido. Desde que lo conocía, el cobarde celonius no había dicho ni mú. 

Alain llegó hasta Vitaly y, tras una rápida ojeada a su herida, se puso manos a la obra. Sin embargo, apenas había limpiado la herida que, cuando se disponía a suturarla, el hilo y la aguja se le escurrieron entre las yemas de los dedos y acabaron asentados sobre un espléndido charco a sus pies. Un silencio incómodo se asentó entre el medicae y el lantanita, que hizo lo que pudo por evitar su mirada hasta que no tuvo más opción que mirarle de frente. 

—Lo siento. La herida no es profunda y no sangra... —dijo, claramente avergonzado por su torpeza— pero deberías pedir que te la limpien en cuanto salgamos de aquí... 

Vitaly se quedó mirado a Alain en silencio. Echó de menos a Fiks. Se marchó siguiendo a Kolya. 

Fiks levantó el pulgar para indicarle al Doblesueldos que había terminado.

- Hmmm... Sois muy duros, sí, hmmm... - el lantanita buscaba las palabras correctas pero le costaba horrores en aquel momento y en esa compañía - P-p-pero si forzáseis un hueco para nosotros tendría menos miedo a disp-p-p-pararos por accidente - señaló al Enviudador para que supieran a quien se refería al añadir - Quintus es atroz y no darle una oportunidad para disparar un error, creo.

Quintus se coloca hombro con hombro junto a la sargento en un avance medido y pausado dejando de lado el plasma en un principio; portando el M36 por su comodidad y cadencia de tiro. No le dio mayor importancia al comentario de los Doblesueldo, si quería morir en el frente para cumplir su misión a él no le parecía mal y tendrían todo su respeto, pero una cosa era eso y otro muy distinto no respetar la cadena de mando. Él no diría nada y se concentraría en hacer su trabajo, ya se ocuparía la sargento de meterlos en vereda si lo estimaba oportuno.

Por puro instinto se llevó el brazo hacia el rostro al ver lo que contenía la pequeña estancia de la que habían surgido los mutantes, si bien su máscara antigas ya le daba toda la protección posible frente al mal olor. La presencia de huesos humanos le indicaba que no eran los primeros en internarse allí abajo, quizás trabajadores del sistema de alcantarillo o habitantes de Grouxvignon que los mutantes habían secuestrado.

— Nada que observar o de interés aquí — dijo, mientras se apartaba de los diversos restos de la sala y proseguía por la única vía disponible en aquél momento — Sigamos adelante.

Poco podía decir. Orden y mando. Habían llegado a un punto en común y Malek sonrió para sus adentros porque así fuera. Agradeció al Dios Emperador por su intervención y se preparó para Seguir al grupo.

Encontró divertida la actitud de las tropas inquisitoriales, y se preguntó si eran así de recelosos porque admitir que un soldado raso fue capaz de detectarlos y rastrearlos sería admitir una vergonzosa derrota en el campo del sigilo.

Pero, como era evidente, no diría nada y se lo guardaría para si.

Haciendo una seña a los demás para que le dejaran espacio, Arthur se acercó a la esquina y echó un vistazo disimulado a través de la maleza. No quería toparse con más de aquellos estúpidos hooligans, no sabía de que equipo eran, pero vaya una panda de gilipollas, ya no se podía ni pasear tranquilo.

-En fin, volvamos pues sobre nuestros pasos. Deduzco que ya han examinado el colector y no había nada de interés- dijo Paul antes de echar una rápida carrera para acercarse al resto de su "unidad". -¿Vienes, Weber? No estamos como para perder más fezzornitas...

El golpe del cultista estuvo apunto de alcanzarme y solo mi fe en el Emperador consiguió salvarme. Intenté de todas las formas posible alcanzarlo, llevada por la ira contra la herejía, pero mis golpes no fueron certeros y solo conseguí hundir mi espada en mi enemigo justo al final, cuando ya la desesperación se hacía con todo mi ser. Necesitábamos salir de ahí de alguna manera, lo sentía en esas campanadas, el enemigo venía. Ya estaba entre nosotros. 

Kolya se quedó un momento rezagado para hablar directamente con Van Horst.

-No creo que lo hayan examinado; pero ahora mismo no quiero que nos separemos más. Luego volvemos y partimos desde aquí -explicó mientras miraba a todo su alrededor- están pasando muchas más cosas de las que esperaba.

En cuanto pudo se acercó a Vitaly y le dio una palmada en el hombro.

-Cuéntame todo lo que ha pasado, ¿y el resto de tu equipo?

Lo cierto es que no había mucho más que decir, al parecer, por parte de nadie. Salvo las provocadas por los reencuentros, el incidente empezó sin más palabras y, aparentemente, sin mayores incidentes. 

El último cultista cae, y parece que con el, caen las campanadas. Solo queda la aparente prisionera maniatada y amordazada, aquella brecha titilante de la que parecen llegar ecos de voces... Y la oscuridad. Una oscuridad que parece volverse opresiva por momentos.