Partida Rol por web

La mujer simplemente asintió al acechadunas, mirándole con cierta preocupación antes de devolver su atención a la oscuridad del colector, que parecía engullir todo conforme el sonido del agua (y lo que no era agua) cayendo a lo desconocido. El hecho de que, quienes más quienes menos, tuvieran alguna clase de protección contra los olores no hacía más que darle más sentido a la palidez y gesto de asco que tenía la mujer, justo en la corriente ascendente de aire de cloaca. 

-No creo que... Que encontremos nada aquí-dijo, luchando contra la nausea, sin acercarse más al pozo-creo... Que esto debió ser algún rito con simbolismo retorcido. Este lugar debe tener alguna importancia esotérica, quizás algo enterrado en la cultura del lugar, y por eso hacían esto-replicó, luchando por intentar arrojar algo de luz, aunque claramente confusa.

-Si han oído algo, deberíamos investigarlo... Nadie nos dice que estemos solos. 

Los dos del frente seguían manteniendo la disciplina de fuego, con los mutantes arrinconados sin poder disparar, mientras el de retaguardia ayudaba a los caídos a ponerse en pie de nuevo. Sin embargo, esta vez hizo algo más, y señaló con un gesto una de las granadas de Quintus.

-¿Sabes, chico-poster? Sería un momento genial para lanzar una de esas a esos tipos que están arrinconados al final del pasillo. 

Cual comedia de tropiezos y descalabres que hacían las delicias de los lantanitas en su planeta natal, Fiks se vio resbalando de nuevo y cayendo de lado, lastimándose el brazo y perdiendo todo el aire de sus pulmones. Si El Emperador le daba la gracia de sobrevivir a aquella misión tendría con qué hacer reír a Kolya, Vitaly y Fedor aunque, por ahora, sólo quedaba el sentimiento de profunda vergüenza.

-Igual si hubierais cargado cuando tocaba esto no estaría pasando fregasuelos.-Quintus ya estaba hasta los cojones de aquella panda de "mercenarios" con ínfulas. Empezaba a entender que los implantes no eran para suplir los miembros perdidos, sino la falta de sesos.

Se quedó de rodillas donde estaba parcialmente cubierto con el cadáver del mutante mientras hacia rodar otra granada al interior de la sala, pero el Enviudador no era un novato. La granada no detonó al llegar a la entrada sino que siguió rodando hasta la posición optima para que la explosión engullera la sala al completo acabando así con posibles amenazas no desveladas.-¡Moved el culo de una puta vez! A este paso voy a preferir luchar con un saco de granadas atadas a los huevos que con unos pelacañas como vosotros. He visto pelotones penales con más sesos que vosotros.-Quintus no se quedaba atrás en eficácia, mala hostia y disciplina. Cosa que no podía decirse de aquello tres tempestus. 

No sabía que había pasado, estaba en aquel maldito bosque y ahora me encontraba de nuevo en la acantarillas, ¿era todo un sueño?, había fallado con la granada y encima cuando vuelvo estoy de nuevo las alcantarillas, ahora por lo menos estabamos cerca de la base y el campo de batalla, pero tras hechar un vistazo, resconozco a mi grupo, por lo que me muevo a la posición del sargento acechadunas, "sargento El-Kkalbi, se presenta el soldado Cayo Lelio Cornelio del 13º de asedio "enviudadores"" tras eso llegaba la parte dificil, intentar explicar, el como acabamos en el mundo jungla, por lo que trago saliva antes de hablar "Por algún motivo que no conozco, Albius, McKnife y yo hemos acabado en un mundo jungla donde habían pieles verdes, pero creo que cuando matamos a un chaman xeno, hemos vuelto"

Aquella situación era un auténtico guirigay. Nadie se aclaraba, nadie daba ordenes claras y el ángel del Emperador era ignorado y se vio obligado a increparles. Malek no vio mayor opción que no ponerse a recorrer las inmediaciones del colector, buscando rastros que pudieran arrojar algo de luz, alguna pista, algo que les diera la posibilidad de encontrar un camino para descender para buscar el origen de esos canticos. Para hacer la tarea más fácil, sacó la linterna de su equipo y fue iluminando de aquí para allá.

El tirador se mantuvo en silencio evitando cruzar la mirada con el marine espacial, a pesar de que el propio Malek ya había intentado buscar algo en el propio hueco del colector, ahora buscaba por los al rededores como había indicado el Puño Imperial.

De nuevo se puso en pie, con el orgullo más dolorido que el cuerpo. Viendo que por el momento la suerte no estaba con ella, se resignó y, en vez de moverse como antes, se limitó a ver volar la granada de Quintus mientras limpiaba y envainaba su espada sierra. Si alguno de los mutantes sobrevivía a la explosión, tenía claro el resto del combate echaría mano de su pistola.

El marine comenzó a ponerse agresivo, inventandose que había dado unas ordenes que el resto no seguian, pese a que durante los ultimos segundos el gigante no había dicho nada que se pareciese a lo que ahora recriminaba al resto ignorar. Vitaly dudó de la cordura del astartes, pero quien sabía como funcionaban esas mentes. Quizas con un cuerpo tan grande no le llegaba la sangre al cerebro. Con el auspex en la mano iba a buscar pistas en el colector, pero Kolya nombró canticos hereticos y el marine ordenó usar ese auspex para rastrear los canticos. A Vitaly le parecía que con sus oídos debería bastar, pero no iba a recriminarle nada a un tipo de casi tres metros al que había visto vaporizar a un cultista de un puñetazo. Ni siquiera le insultó en lantanita por lo bajini, no fuese a ser.

-¿Están bien? -preguntó a los recién llegados aunque no hizo gesto de bajar el arma, por si acaso- he captado algo durante un instante, unos cánticos de algún tipo. ¿Había cánticos en el lugar del que venis?

El sargento de otra unidad preguntó, y Albius, por respeto a un superior aunque fuera de otra unidad, contestó automáticamente - Sí, señor, estamos bien, algo aturdidos, pero se pasará. Había un cháman, como dice mi compañero, realizando saltos estrambóticos y gritos en su lengua, lanzándonos rayos, acompañado de varios otros pieles verde, quizá sea eso los "canticos" que dice haber oído, señor. - informó el gigantón, ahora empequeñecido por el marine espacial. Albius aún estaba intentando situarse, sin saber muy bien en qué parte de las alcantarillas estaban, ni qué estaban haciendo o dejando de hacer allí tantos soldados juntos. El olor allí era intenso y maloliente, y al parecer, habían restos de cuerpos alrededor, o lo parecían. 

Entonces el Astartes comenzó a amonestarles e impartir órdenes. Albius no podía creer que los otros guardias imperiales allí presentes no hubieran obedecido las órdenes de tal entidad, y reaccionó como un resorte ante las órdenes recién impartidas. Él, como representante del 13º de Asedio, no avergonzaría a su unidad, eran schola progenium, una unidad de élite de asalto, y eso debían demostrarlo cada segundo de sus vidas, hasta que les llegara la muerte en servicio del Sagrado Emperador. 

- Cubriendo flanco sur, señor. - contestó sucintamente, encarando su arma hacia la dirección elegida* y posicionándose, ojo avizor, como el tirador de arma pesada que era. Si tenían que rastrear cánticos, huellas o cualquier otra cosa, él no era el indicado, su función era cubrir y masacrar al enemigo.

Y eso haría.  

Vitaly no atendió al relato del nuevo aparecido. Algún gas toxico debieron haber inhalado, seguramente voluntariamente en el caso del penal. Con la vista en el auspex, miró a Kolya, y al marine de reojo. 

Los canticos vienen desde el sur, pero parecen ir apagandose.

Alain alcanzó por fin uno de los cuerpos y se agachó a su lado. Con la ayuda de Marcel, lo volteó para colocarlo en posición de decúbito supino, y el reparo que les daba a los dos tocar el cadáver, sumado a la rigidez que presentaba hicieron que el esfuerzo fuera más penoso y prolongado de lo habitual. Después, mientras su camarada le sostenía bien cerca el globo de luz, el medicae empezó a examinar el cadáver en busca del motivo que lo había matado y cualquier otra cosa fuera de lo normal.

Después de escuchar al marine, me separé con el fin de seguir las órdenes y buscar pistas del ritual o lo que pudiera encontrar. No me encontraba demasiado cómoda sin tener la certeza de cuál era mi posición y lo que estaba ocurriendo, y es que tras escuchar a aquellos que habían viajado a una densa selva y ver con mis propios ojos el lugar al que yo misma había sido llevada, no podía evitar pensar en las capacidades que había mostrado el enemigo para separarnos y confundirnos.

Di unos pasos en silencio y activé el auspex que se me había prestado al iniciar la misión.

Paul se incorporó de donde estaba buscando pistas en los alrededores del colector. Aquello había sido poco productivo, mejor intentar otra aproximación. Si había cánticos mejor era dirigirse allí donde se escuchaban.

Y mejor tener la artillería al frente si alguno de esos cultistas seguían por allí. -Hagamos lo que dice la inquisidora - dijo al resto de los miembros de la patrulla. Empuñando el rifle de fusión, se dispuso a seguir al miembro del 13º de asedio hacia el sur.

El acechadunas respiró aliviado cuando percibió las nuevas, echó unas rápidas cuentas y se percató de que aún quedaban algunos miembros por volver si, según lo que parecía, todos habían sido trasladados a diferentes "estancias" en el momento en que a él le ocurrió. Otra posibilidad es que el personal que aún no había hecho su aparición no hubiera sido transportado, con lo que seguiría en aquel entramado de túneles, salvo que en otros laberínticos ramales con poca probabilidad de encontrarse de nuevo - Que el Emperador los proteja - rezó rápidamente.

No quiso avasallar a los recién llegados porque él mismo había experimentado momentos antes el desbarajuste psicológico que conllevaba dicha aparición, pero si recibió de buen grado las novedades de Cayo - Buen trabajo soldados, me honráis con vuestra presencia tal y como honrais al sagrado Emperador trayendo la muerte a los enemigos del Imperio - respondió en una fórmula cargada, digna de los propios protocolos y uso del lenguaje de Caldeum.

Atendiendo a las palabras del Marine Espacial, Moham recobró la conciencia del entorno táctico, y trató de organizar a su gente.

- Establezcamos un perímetro, mi pelotón cubrirá la zona sur y oeste*, dejando el pelotón del sgto. Koyla - buscó una mirada de aprobación del citado mando - la parte norte y este. El perímetro girará en torno a dar protección a la figura de la Interrogadora Somnir. El personal del pelotón de la Sgto. Schenkopp reforzará la avenida de aproximación enemiga más probable hasta que... vuelva la sargento - declaró con más fe que certeza.

Tras lo cual se dirigió a Koyla en un tono mucho más tenue y privado - Si vamos a continuar juntos, deberíamos pensar en re-estructurar los pelotones, quizá sea más inteligente crear un grupo de apoyo de armas pesadas y otro más móvil orientado al combate cercano, las armas pesadas pueden cubrir los pasillos fácilmente pero no servirán al girar una esquina.

Arthur escupió a un lado. La gente ladrando órdenes y hablando de pelotones. Miró a Pipeboy, ¿en que jodido pelotón estaban ellos? ¿importaría algo? Se tomó su tiempo para guardar el rifle de fusión (ahora con una bala menos) y sacar otra vez el fusil láser. La lámpara que había atado con cinta marciana seguía firmemente sujeta al lateral del cañón, así que al menos podría ver lo que hacía. Los demás se agrupaban al sur y al oeste, por lo que supuso que habían venido desde el norte, dado que no esperaban a nadie por ahí. Enfocó la oscuridad con su linterna, barriendo el pasillo. Había tenido suficiente de cánticos y bailes por un día, le apetecía tumbarse y echar un trago del destilado que llevaba en la petaca.

El lantanita apretó la mandíbula bajo las órdenes del marine espacial que parecía que había perdido el poco tacto que tenía. Tal vez así funcionaran los astartes, pero en la guardia estaba demostrado que el miedo y los gritos no siempre funcionaban mejor que otras formas. Sería un gran guerrero, pero la capacidad empática la tenía por los suelos.

-El Torcedor -comentó Kolya a nadie en particular cuando la inquisidora comentó lo de algo de la cultura del lugar- ellos cuentan que hay un ser que se lleva a gente y que retuerce cosas -se encogió de hombros ante la generalización- y sabiendo lo que le gusta al Enemigo colarse como ratas optamos por cazarlas antes de que fueran un problema, a la vez que buscábamos a los desaparecidos de otros regimientos.

No pudo soltar una carcajada ante las palabras del soldado Cornelio.

-¿Un Mundo Jungla lleno de Orkos?. Es una puta locura -comentó mostrando lo que todos pensaban- al menos estáis bien. ¿Os hirieron o algo? -asintió a las palabras del otro soldado, pues podría ser, la disformidad era algo incomprensible.

Escuchó las palabras del sargento Moham y lo que decía Vitaly. Estaba dudando entre si debía de seguir los cánticos o buscar a la sargento y salir de ese lugar, la cosa estaba cada vez más complicada y no sabía que hacer; pero antes de tomar una decisión tenía una pregunta.

-¿Es Alain nuestro único Medicae? -preguntó para asegurarse de todo lo posible- si es el caso, quédese junto a la Inquisidora. Ella es el activo más valioso que tenemos en este momento y creo que hay que mantenerla a salvo, ¿le parece bien señor Vogen? -preguntó al astartes.

Al final tomó una ligera decisión.

-Deberíamos de ir al sur, pero antes -sacó un trozo de tiza blanca de entre todas sus pertenencias, no una tiza de forma estandar, sino una piedra que pintaba en blanco sencilla y simple. En un rincón que creyó apropiado dejó una marca con una letra, un símbolo que usaban los lantanitas en las minas para que los demás de su regimiento supieran hacia donde habían ido- así si Fiks aparece por aquí sabrá por donde estamos y, con suerte, vendrá con la sargento. 

Señaló a Marcus Druso y a Van Horst.

-Vosotros dos conmigo en la retaguardia del grupo, señor Yatha, sitúese donde crea conveniente. No estoy acostumbrado a que haya tiradores en mi grupo y no sé donde se encontrará más a gusto, Alain, junto a la Interrogadora -dejó que Moham organizara a sus hombres y se preparó para ponerse en marcha- el del mohicano -dijo señalando al preso- no se quede atrás, justo delante de mí.

Me llama la atención el relato del viaje a un mundo jungla del que solo pudieron volver después de asesinar a un chamán xeno. Me hace pensar si quizás era ese hechicero y quizás algunos otros los que causan el fenómeno en este lugar. No lo sé, parecería coordinado pero los miembros de la Inquisición dijeron que era demasiado azaroso como para ser deliberado.

"No entiendo nada de esas herejías, pero me parece bien que podamos volver de un viaje así con solo eliminar a enemigos del Imperio. Me parece un premio adicional que se agradece."

Pero las palabras de los cánticos llenan completamente mis sentidos pues eso solo puede significar a seguidores del Caos realizando sus impías actividades. El odio comienza a brotar desde mi estómago y solo puedo calmarme un poco ante la esperanza de encontrarlos con vida para ser yo mismo quien se las quite.

El Sargento Vladislovich imparte órdenes para comenzar a movernos, por lo que le respondo al instante:

 - "¡Señor, sí Señor!"

Me pongo de inmediato en la retaguardia de la comitiva, para seguirla tal como el oficial me indica para así cubrir la posibilidad de cualquier ataque desde atrás. Estos túneles parecen un laberinto y rodear a un presa como nosotros no ha de ser nada complicado para cualquier enemigo que los conozca mejor.

-¿El Torcedor? El Torcedor...-replicó la mujer, pensando, alejándose de los vapores enfermizos que exhalaba el colector de aguas fecales.

-Ah, esa leyenda... No, no creo que sea eso. Su simbología es distinta, ese ente viene a ser una representación de... ¿Cómo decirlo? Del mal, pero un mal generalista y extendido. Desde males aleatorios e inocentes, hasta las peores atrocidades, pero todo revestido de cierta intencionalidad. Algo así como un maleficio de mala suerte echo carne-replicó, negando con la cabeza.

-Esto es otra cosa. Algo relacionado con cuerpos... Cuerpos arrojados a la oscuridad... Pero, ¿a dónde?-se preguntó, dándole vueltas a aquello. 

Mientras tanto, los soldados seguían trabajando. Parte registraban los alrededores de la fosa inmunda, sin éxito, mientras Alain investigaba los cuerpos. Podía acreditar, con total seguridad, que aquel tipo, aparentemente un civil, estaba muerto. No podría decir de qué había muerto, pues parecían haberle torcido todas y cada una de sus articulaciones y extremidades, en un ángulo antinatural y ahora rígido por el rigor mortis. 

Arthur, por su parte, echó un vistazo al pasillo norte, sin ver nada de interés, mientras casi todos los demás se preparaban para avanzar hacia el sur, de donde Vitaly había captado con el auspex aquel cántico, aunque casi desvanecido ya...

Los tempestus miraron a Quintus sin comprender, valorando si realmente les estaba sugiriendo que avanzaran a la muerte sobre terreno resbaladizo cuando tenían al enemigo arrinconado y una solución mucho más sencilla a mano, cosa que se demostró cuando la granada voló y los mutantes cayeron perforados por la metralla. 

-Ahora que hemos acabado con esto, vamos a movernos con calma hasta sortear ese destrozo-replicó uno de ellos, aunque no había ninguna nota de reproche en esa última palabra, sino más bien lo contrario. Los dos que habían estado conteniendo a los mutantes se adelantaron, mientras que el otro le tendía la mano al medicae lantanita para que se levantara. 

-Despejado-dijo uno de ellos tras asomar a la nueva salita. 

- Quintus yo--- Hmmm--- - la convicción por parte de Fiks con respecto a que los Enviudadores habían sido sacados del tiempo y espacio por el mismísimo Emperador le llevaba a sentir una profunda vergüenza por no haber estado a la altura presencia de uno de ellos cuando más se le necesitaba - Espero sepáis perdonar mi incapacidad para contribuir en el exterminio de los herejes, os juro que haré penitencia por ello.

Dando pasos muy cortos y bien afianzados el lantanita fue avanzando, guardando granada, extrayendo el áuspex y leyendo con con cuidado las analíticas del lugar sobre la pantalla. Tenía que aportar como fuera para compensar su ridículo.

Cuando la sargento Schenkopp pasó cerca él alejó la mirada, incapaz de decirle a una fezzornita lo que le había dicho al Enviudador, pero demasiado avergonzado para sostenerle la vista; mucho menos después que sus últimas palabras hacia él hubiesen sido de elogio.

Los temblores comenzaron a asomar sobre su cuerpo cuanto más le reconcomía la culpabilidad.