Partida Rol por web

Vitaly se encargó de recomendar la ejecución de Weber para "que dejase de sufrir" e incluso se ofreció voluntario a volarle la cabeza el mismo para sacarlo de su miseria. Pero habían otras preocupaciones, como asegurarse que Kolya no volviese a salir corriendo.

Cuando la interrogadora se mostro pavorosa de salir al exterior, contuvo un suspiro. Tuvo la tentación de entregarle su medallón. Quizás la ayudaba con el miedo, y el interaria ir a por otro. A fin de cuentas, había ayudado a matar otro demonio, eso convalidaba para que le diesen otro, esta vez bendecido aún más veces. Pero no, que aún se enfadaría el marine. Simplemente se quedo esperando a que otros solucionasen la situación mientras el recargaba su rifle plasma. 

Como habían dicho, los enviudadores se pusieron a la cabeza de la marcha, con Fiks en el centro protegido por ellos. Sin prisa, pero sin pausa, recogieron a los perdidos y llegaron a la salida, donde la interrogadora se negó a salir con prácticamente todos fuera. 

Albius se había quedado al pie de la escalera, haciendo guardia mientras el resto iban saliendo. Al escuchar a la interrogadora, y pensar en lo que habían dicho el resto de los stormtropers, pensó en los soldados que habían salido del contendor caído del cielo.  

Se acercó a la interrogadora y le dijo - Señora, ¿queréis que avise a "alguien"? Si me decís cómo, puedo informarle de lo sucedido y que él decida. - la entonación en la palabra "alguien" debería sugerirle a la interrogadora que se estaba refiriendo a su superior. 

El marine era una figura inspiradora y a la vez, intimidante. Por un momento soñó qué se sentiría siendo uno de los elegidos por Él, pero lo dejó a un lado, centrándose en el presente. 

El camino de vuelta fue mucho más fácil y sin contratiempos, lo que nos acerca a poder volver a la normalidad, si es que se le puede llamar normalidad a una guerra que no ha terminado en años. Pero, de todas maneras, es mucho mejor que permanecer en estas alcantarillas cuando el enemigo legendario de este lugar ya ha sido derrotado.

Pero al llegar a la salida, la interrogadora se comporta de forma extraña.

"¿Algo terrible sucederá si sale? Solo se me ocurre que puede ser porque no es lo que dice ser y no quiere ser expuesta."

Con la precaución en la mente de que probablemente nos ha mentido hasta ahora, aprieto con fuerza el mango de mi bólter pesado, preparado para dispararlo en caso de que intente alguna acción hostil. A esta altura, no me extrañaría que fuese un monstruo disfrazado en el cuerpo de una humana.

Fiks quedó muy calladito, tan sólo retransmitiendo las lecturas del áuspex. Entre la respuesta de Vitaly, que daba al traste con sus esfuerzos por un hermanamiento con los Enviudadores, y el hecho de que el Marine Espacial que había creído imaginar era real, hablaba y les conminaba a actuar bajo la mención de "tropas inquisitoriales."

- Orgánico, orgánico, normal, normal, correcto... - leyó, tenso pero no nervioso, estaba en buena compañía y había un Marine Espacial de verdad allí, ya tendría tiempo de echarse a los pies de la Inquisición cuando volviesen a la superficie.

habiamós llegado a la salida, parecía que por fin vamos a abandonar estas horrendas alcantarillas y volver a la superficie, parecía que no había que hacer nada mas, lo cual era bueno, pero antes nos habíamos encontrado con que uno de los desaparecidos estaba grave, no iba a meterme, solo esperar a que terminaran y salir de este sitio, pero me llama la atención que la interrogadora no quiera salir, ¿que oculta?, aunque conociendo lo que se dice de la inquisición, mejor no saber nada.

El camino de regreso le sirvió a Katrin para acabar de recomponerse y para asimilar todo lo que había presenciado, incluida la presencia del Marine Espacial. Se estremeció por dentro cuando este le dio su advertencia, no pudiendo hacer más que asentir ante sus palabras.

Al ver la salida, sintió un enorme alivio por dentro, incluso si no era el sol quien les recibía. No sabía realmente cuanto tiempo había durado la expedición, pero la noche selicana le seguía pareciendo algo mucho más apetecible que los túneles. Salió al exterior para encontrarse de nuevo en las calles de Grouxvignon, cuando se dio cuenta de que algo sucedía. La interrogadora Sómnir, como la había llamado el Marine, se había quedado justo al borde de la salida, sin atreverse a salir, atrayendo la atención de algunos de los soldados.

Se alejó unos pasos hacia la salida y dejó a los demás lidiar con la situación, mientras ella trataba de contactar con alguien mediante el vox de Albretch. Había ordenado que hubiera guardias en cada entrada conocida a las alcanarillas, pero allí no había nadie para recibirlos... ni en toda la calle a la que estaban saliendo, aparentemente

Concentrándose en lo principal, envió una señal a los barracones donde el grueso de las fuerzas imperiales habían sido acantonadas, abierta para cualquiera que pudiera escucharla — Aquí la sargento Katrin Schenkopp, del 303º de Fezzorn, a cualquier fuerza imperial operativa en Grouxvignon. Acabamos de regresar de la expedición alcantarillas con información importante ¿Me recibe alguien? Cambio — esperaba que la respuesta no tardara mucho en llegar, solo de imaginar la de informes que iban a tener que dar y rellenar al volver al cuartel ya hacía que lo único que quisiera fuera meterse bajo las sábanas y dormir un día entero.

El miliciano Alain caminaba junto a la interrogadora, contento de por fin poder regresar a la devastada superficie de Selica. Jamás habría imaginado que el planeta pudiera encerrar horrores peores que los pocos que él ya había tenido la mala suerte de contemplar, pero así era, y el mero recuerdo de su catre en los barracones se le antojaba como un paraíso. El grupo marchaba entero, tal y como habían entrado, si bien algunos habían sufrido más que otros ante la terrible visión del Torcedor. A él, contra todo pronóstico, le había salvado el odio que profesaba por el Enemigo. Le dolía haber visto al sargento lantanita derrumbarse, lo cual hizo mella en el respeto que le profesaba, aunque no mucha.

Cuando ya veían la luz al final del túnel, la interrogadora murmuró que no quería salir... lo cual era un problema. Si servía a la Inquisición, y él lo sospechaba, por haber visto a los Tempestus deambulando por las alcantarillas, entonces no iba a ser él el que la obligara. No supo a quien dirigirse, por lo que llamó al marine espacial, la figura de mayor autoridad entre los presentes. 

—¡Señor! —y le indicó con la mano que se acercara, después de hacer una pía señal del aquila, por respeto, para después volverse hacia la mujer— ¿Por qué no quiere salir? ¿Qué le ocurre? 

Mientras le preguntaba, tomó su muñeca para tomarle el pulso. 

La llegada a la entrada de las alcantarillas reconfortó a Moham, no por mucho tiempo al parecer, pues la Interrogadora, que había sido afectada al parecer también por el terror generado por aquel demonio, parecía replicar algún tipo de fobia extraña o ligadura incomprensible hacia aquel lugar lúgubre, mohoso y pestilente.

Él y Silvara fueron los primeros en hacer contacto con ella, fué en aquel pasillo al que fueron "abducidos" y después escupidos por aquel tipo de portal, con el Torcedor pisándoles los talones. Parecía que hubiese ocurrido en aquella misma alcantarilla pero, conociendo las experiencias del resto de soldados, dudó unos instantes de si el tiempo y el espacio no habrían hecho de las suyas y hubieran sacado a aquella señora a saber de cuándo y dónde.

Lo que estaba claro es que no parecía la misma arrogante y autoritaria que cuando le quitaron la mordaza en aquel momento. Podría ser que el encuentro con aquella criatura la hubiera cambiado, él mismo se sentía diferente, había presenciado cosas que le harían preguntarse unas nuevas, y dudar de lo que daba por sentado. Sin embargo un siervo directo de la Inquisición...pensó que no deberían verse afectados como un simple guardia.

Con un mar de dudas y preocupaciones en mente no quiso alejarse de la Interrogadora, pero tampoco aflojar su empuñadura sobre el mango de su espada sierra, que aferraba disimuladamente hasta empalidecer sus nudillos. Su mirada pasó de Sómnir a Silvara, después al Marine. No en vano se había identificado ante él y, parecía saber más que todos juntos, aunque saltaba a la vista que era bastante discreto con la información. De vuelta miró a la Interrogadora.

- Quizá lo más conveniente sea que algunos se acerquen a informar, y el resto permanezcamos a la espera - de aquél modo esperaba aliviar de servicio a los soldados que ya hubieran sufrido bastante y, si ocurría lo peor, al menos el Alto Mando sabría que las entrañas de Grouxvignon no eran seguras.

Permaneció inmóvil, dando a entender que prefería esperar a que se pronunciara el Astartes mientras trataba de comprender el comportamiento de aquella extraña mujer.

El Enviudador se acercó a la sargento Schenkopp una vez hubo terminado de cumplir las de reconducir a los heridos hacia la zona de evacuación. La mala sensación de la interrogadora no era algo que el pudiera solucionar o que el debiera decidir. Esperó a que esta terminase de hablar por radio ante de dirigirse a ella con un tono serio aunque respetuoso.-¿Menudo viaje mi sargento? No he tenido tiempo antes ni siquiera de acercarme a preguntar, mi compañía estuvo mucho tiempo jodida por cosas como esta. Si necesita hablar con alguien solo tiene que llamarme, si quiere un consejo ahora mismo lo mejor que puede hacer es no darle vueltas a la cabeza. La misión ha sido todo un éxito, relájese, viva y desfóguese mantenga la cabeza ocupada al precio que sea y no tenga armas cerca.-Quintus daba a entender que muchos se había suicidado tras aquellos incidentes, por tanto mejor prevenir.-Si me permite sargento, me gustaría pedirle un favor aunque se que no es del todo protocolario ¿permiso para hablar con franqueza?-el enviudador esperó en posición de descanso hasta la orden de la sargento.-Vera sargento, no me andaré por la ramas, soy un excelente tirador, pero mi compañía es de asedios así que tuve que aprender a unirme a la batalla. Se me da bien usar ambas manos, con una buena hoja y una pistola soy bastante letal en las distancias cortas. Después de lo que hemos vivido ahí abajo me preguntaba si le molestaría rellenar un informe en el cual dispusiera que su hoja sierra se extravió, dado su rango se la repondrán, pero para mi siendo un mero soldado no es fácil acceder a ese tipo de material a pesar de tener la cualificación y el entrenamiento disciplinario para usarla. Si lo considera ofensivo o debo ser arrestado por tal petición aceptaré el castigo que usted me imponga, yo sencillamente trato de hacer mi trabajo lo mejor que se.

Recientemente nos asignaron unos rifles largos a mi unidad, ya me dirá para que mierdas queremos algo así una unidad de combate cerrado, pero bueno toca joderse y poner buena cara. En la guerra nunca llueve a gusto de todos.-lo que le estaba proponiendo distaba mucho de ser ortodoxo, sin embargo para el Enviudador era una manera más de sobrevivir. La misión había terminado, el hijo del Emperador les había congraciado, nunca había equipo para todos así era la guerra. Quintuis prefirió sincerarse con su mando adjunto tras lo vivido que callárselo para si, asquerosamente sincero dirían muchos, aunque eso no le restaba eficacia.

Arthur siguió a la comitiva deseoso de salir de las malditas alcantarillas. Con lo bien que estaba él destilando en el campamento con un poco de paz y Mitchels decidió mandarlo a perseguir demonios en las cloacas. ¿Que más daba que hubiera ahí abajo? Todo el planeta estaba hasta arriba de mierda, ponerse a limpiar a esas alturas era perder el tiempo. La mandamas no quería salir del pozo porque tenía miedo. Joder que calvario.

- Quizá un trago ayude- sugirió, agitando su petaca medio llena, más para si mismo que para nadie en concreto- Un poco de moral y para fuera- aconsejó,- otro día, mierda nueva.

Mientras esperaba a recibir alguna clase de respuesta por el vocoemisor, sintió como alguien se le acercaba por detrás, y se dio la vuelta para encontrarse con el Enviudador con el que más trato había tenido hasta el momento — Gracias, Quintus. Estoy bien. La galaxia todavia va a tener que esforzarse mucho más antes de quitarme de enmedio — dijo, sabiendo bien que de no ser por el marine y por su tardía llegada, quizás no estarian hablando en aquellos momentos. Asintió cuando el hombre le pidió permiso, aunque presentía que hubiera hablado igualmente en cualquier caso. Aunque por nada del mundo hubiera imaginado lo que este le iba a pedir — ¿Mi espada? — preguntó, extrañada — ¿Y cómo piensa explicar que tiene una siendo un soldado raso? Estas espadas no son solo armas, son un símbolo de estatus y de rango, y cualquier comisario le dará el alto sin dudarlo si le ve con una y no tiene un papel que demuestre que es suya. Aunque sean un regimiento de combate cerrado, su plasma nos ha salvado el culo ahí abajo, y creo que ha sido uno de los rifles largos los que han acabado finalmente con esa cosa. No creo que se merezca castigo alguno por proponer algo así, pero le recomiendo que se centre en sus armas habituales y deje el cuerpo a cuerpo para los especialistas.

Kolya escuchó la voz de Vitaly a duras penas entre los recuerdos de sus propios gritos de dolor y recuerdos de aquel momento tan cercano a la muerte. Quería pensar que el mismo Emperador le había traído de vuelta pero, ¿para qué? ¿Para llevar a todos esos soldados a una trampa y luego salir corriendo?.

Tras varios minutos, Kolya se atrevió a ponerse en pie y a caminar de vuelta. Sus pasos eran vacilantes, notaba todo el cuerpo como un flan, como si no tuviera fuerzas, más débil incluso que tras estar tanto tiempo en camilla.

Puede que no estuviera tan recuperado como había pensado.

Cuando llegó a estar cerca del grupo al primero que vio fue a Fiks, dirigiendo la patrulla. Alzó las manos para que no pensara que fuera armado y se alegró de ver que el apotecario estaba bien. Ya se enteraría luego de lo que les había pasado a todos esos; pero ahora mismo él tenía que lidiar con la vergüenza y si hubiera habido un comisario podría haber muerto fácilmente como un cobarde. Y todo delante de un astartes.

Quería preguntar si estaban todos bien, si había caído alguien más, pero un nudo en la gargante le impidió decir nada, así que simplemente esperó a que pasaran la mayoría antes de juntarse a ellos.

Se moría de vergüenza.

-Como usted diga sargento, a sus ordenes, vuelvo a la formación sino le importa.-él era uno de esos especialistas que Katrin mencionada, pero ella ya había dejado su punto claro. Quintus no iba a discutir con un mando, mucho menos algo como aquello. La negativa no le sentó mal, tan solo se cuadró y espero permiso para retirarse antes de volver con el resto de la tropa.

Paul apenas había dicho nada durante el trayecto a la superficie. Se alegraba de que la mayor parte de los imperiales hubiesen sobrevivido a la incursión, en especial la sargento Schenkoppf. El Emperador sabía lo que costaba encontrar a suboficiales medio decentes en cualquier guerra; o bien morían demasiado rápido o eran ascendidos hasta que dejaban de tener contacto con las tropas y se convertían en chupatintas complacientes alejados del campo de batalla.

Por razones similares, se alegró de encontrar al sargento Kolya sano y salvo. Él mismo había experimentado ligeros temblores en una mano los minutos siguientes al fin del combate, que había disimulado apoyándola en la empuñadura de la pistola láser que llevaba al cinto.

-Quizás deberíamos buscar a un sacerdote- dijo tras pensarlo un poco. Alguien de rango superior podría sacar de su estupor a la Interrogadora y obligarla a salir de donde estaba, pero dudase que encontrasen a un inquisidor en las cercanías. Las palabras de un miembro del Ministorum podrían también obrar el mismo efecto, aunque de una manera más sutil.

Me quedé observando el lugar donde habíamos dado fin al demonio, en completo silencio, no era necesaria palabra alguna y otros podrían dar fe de lo que había ocurrido en aquellos túneles. Apagué con un suave movimiento de mi mano el campo de energía que cubría mi espada y este desapareció emitiendo un suave chisporroteo. Envainé el sable y llevé la mano que había quedado libre a una de mis heridas. No sabía quién había sido el imbécil que no sabía diferenciar entre un demonio y ella, pero ojalá la próxima vez le explotara el arma en la cara, por inútil.

Caminé hasta la salida y esperé, al final solo quedaba eso, esperar a ver qué más ocurría.

El camino hasta la salida ocurrió sin imprevistos, los calmantes que le inyectaba la armadura dejaron de llegar. Los desactivó para guardarlos por si en otro combate tenía que volver a llevar a su cuerpo al límite. Cada paso, cada respiración, le dolían pero estaba habituado al dolor así que, oculto tras su armadura, Vorgen fue capaz de disimularlo y de avanzar sin retrasar al grupo.

Cuando por fin estaban saliendo, la interrogadora se pegó a la pared preocupada, negandose a salir. El marine se acercó a ella y se agachó hincando una rodilla. - ¿Que ocurre Sómnir? - preguntó conteniendo un quejido. - ¿Que siente?¿Que le asusta? - todos habían pasado por un suceso extraño, viéndose transportados a otros lugares o realidades. Todos se habían visto envueltos en la ponzoñosa magia del caos y quizá esa contaminación había hecho mella en alguno de los presentes. O puede que simplemente siguiese afectada por el encuentro con el demonio al que acababan de enfrentarse. Vorgen intentó leer que había realmente tras aquella actitud y si ese miedo tenía una base real o seguía alterada. 

La interrogadora no apartaba la vista del exterior, con las pupilas contraídas y la expresión de alguien auténticamente aterrado, de hecho, no miraba a nadie, solo el cuadrado de luz de gas que representaba la salvación para todos los presentes... ¿O quizás para casi todos? Por su parte Alain, al acercarse y tomarle el pulso, pudo comprobar que estaba acelerado, así como que la mujer estaba cerca de empezar a hiperventilar y temblaba levemente.

-N-no debo salir... Es... Demasiado... Demasiado exterior... No... No pertenezco ahí fuera-balbuceó, aunque como explicación tampoco era ninguna maravilla.

Lo cierto es que el espíritu máquina del auspex sí revela algunas anormalidades. Durante un segundo te ves tentado de gritar y llamar a la acción, hasta que caes en el foco de algunas de las que detectas: vosotros tres. Los tres que habéis emergido de los túneles tenéis algo como una "resonancia" extraña. Esa particularidad se repite también en Albius, Arthur, Cayo, Moham y Silvara. En la interrogadora es particularmente fuerte. 

El vox chasqueó un poco por la estática, permaneciendo unos segundos en silencio, antes de que una voz replicara al otro lado.

-Sargento Schenkopp, del 303º, la recibimos, aquí centro de mando imperial de Grouxvignon...

Entonces, escuchó una voz más de fondo, interpelando al que había contestado. Algo que sonaba demasiado parecido a "¿con quién demonios está hablando? ¡deme eso!", y que fue seguido del sonido de unos auriculares siendo retirados de un usuario con rapidez para pasar a otro, que no tardó nada en hablar, una voz evidentemente distinta de la primera que contestó.

-Identifíquese. Diga quién es o son, y de dónde salen, y limítese a decir justo eso-ordenó, con un tono que no parecía admitir réplica. 

Mientras estaban en ello, se escuchó un grito. Uno que, seguramente, iba dirigido a vosotros, ya que no había nadie más en la calle, y que parecía provenir de una de las entradas a los acuartelamientos, unas calles más allá...

-¡EH, VOSOTROS!