Partida Rol por web

Nueva York, lunes 16 de noviembre de 2037, 18.00.

Trish y Axel abandonaron el Major Morris un rato después y en cuanto pusieron un pie al otro lado de la empalizada la chica empezó a caminar con una dirección concreta en mente. 

Para esas horas ya había oscurecido y los zarzillos de niebla revoloteaban por el suelo, enredándose en los pies de los dos viajeros que se atrevían a pisar la calle. 

Nueva York, lunes 16 de noviembre de 2037, 18.00.

Por seguridad debería haber dejado su violín junto al resto de sus cosas en el Morris, pero siempre que salía sin él se sentía ligeramente desnudo. Odiaba salir sin el violín, era como dejar un pedazo de su alma atrás. Y no es que los violines abundaran, así que dejarlo donde fuera, incluso en un lugar tan seguro como el Morris, le atacaba los nervios demasiado profundamente para considerarlo una opción. 

Bueno, ¿y? - habló el portorriqueño, que con el frío que hacía afuera iba con todas sus miles de capas de ropa para no congelarse y aún así le hacía faltaba moverse o hablar para no entrar en hipotermia - ¿Nerviosa por la primera cita? - sonrió, mirándola divertido.

Trish abandonó el Major Morris con los ojos brillantes y una sonrisa inquieta. La sonrisa de quien guardaba un secreto... O dos. Habían sido muchas las noticias tristes en las últimas semanas, pero la muchacha había encontrado un espacio en el que empezar a vivir de nuevo.

Al salir del edificio y escuchar la pregunta del violinista, Trish lo miró durante un instante con complicidad. Tomó aire, dispuesta a responder... Y lo hizo con ciertos nervios.

—Mucho —le dijo—. Muchísimo, la verdad.

Aquello era una confesión en toda regla. De la gente del Morris, él era el único que sabía que aquello era una cita. Y estaba segura de que cuando volviese le tocaría hablar con Cassandra. Pero hasta entonces... Hasta entonces era libre de pasar la tade con Jimmy. O la noche, viendo que ya había oscurecido.

Esa idea le hizo darse cuenta de que seguramente Cassandra la esperaría despierta.

—Oye, si ves que tardo... —dijo afianzando más su sonrisa—. ¿Podrías cubrir mi guardia? Es justo después de la tuya. Y con Daniel.

Pensar en el chico en ese momento le hizo desear, por un instante, retrasarse. No tenía muy claro en qué punto estarían Dan y ella tras lo sucedido en la Comunidad.

—De todas formas, Axel —añadió después, mirándolo como quien al fin va a revelar un secreto—. Ahora no vamos con Jimmy. Con Jimmy hemos quedado delante del Morris. Ahora vamos a ver a unos amigos. —Hizo una pausa, queriendo ver cómo calaba aquella noticia—. Estamos planeando un robo interesante, y me gustaría que nos echases una mano.

Una sonrisa cruzó el rostro del hombre al notar el tono nervioso y entusiasmado en la voz de la muchacha. Las primeras citas tenían esa magia cuando eran con alguien que importaba, el poder de acelerarte y hacer que una corriente eléctrica te recorriera el cuerpo de pura excitación. De todas sus primeras citas, Axel solo recordaba un par, las que más le habían marcado, pero ese par era más que suficiente. 

Bien. Los nervios ayudan cuando son en justa medida. - exaltaban un poco la química, en su opinión. Si estabas demasiado relajado, dejabas pasar oportunidades, o no le dabas suficiente importancia a algunas cosas. O peor, no mostrabas la mejor versión de ti mismo, que para una primera cita era requisito básico.

Si, claro - sonrió encogiéndose de hombros - Por cubrirte no tengo problema. Peeero... - y había un gran pero - Ya me dirás tú como regreso sin ti y evito que me linchen. Porque una cosa es irme de paseo mientras estás con tu chico y otra volver al Morris sin ti. - alzó una ceja, mirándola sin perder la sonrisa. 

Caminaba tranquilamente, pensando en que se dirigían al lugar de la cita, cuando escuchó la revelación de la chica y su ceño se frunció confundido. No le molestaba la trampa que le había tendido, porque confiaba en la chica, pero sin duda no era lo que se esperaba. Además, con esa última frase... 

Un robo interesante suena peligroso - principalmente por la parte de "interesante" - Así que espero que tengas amigos muy competentes - sonrió con la comisura de los labios, negando con la cabeza. Estaba claro que no le negaría su ayuda. - ¿Que haces tú planeando robos, de todas maneras? 

Trish sonrió, un poco inquieta, al oír de boca de alguien experimentado como Axel que nos nervios ayudaban. De citas no sabía mucho, pero de nervios iba sobrada. Si eso era bueno, algo que tenía ganado.

Después, cuando él planteó lo de cómo volver sin ella la muchacha no pudo sino darle la razón.

—La verdad es que se han pasado con este rollo controlador —contestó—. En realidad, no tenemos ningún motivo para pensar que nadie vaya a ir a por nosotros. Hubo un grupo que atracó el campamento del padre de Robin buscando una cruz, pero ni siquiera la tenemos nosotros. No sé por qué han decidido que eso significa que estamos en peligro. Y ni siquiera está confirmado que sean las Tres Cruces. —Trish se encogió de hombros—. Pero les ha entrado la paranoia.

—Sobre lo de hoy... No sé, ya lo iremos viendo. Si se hace tan, tan tarde, podemos volver juntos y me escapo —Trish miró a Axel con ojos ilusionados—, o le dejo con ganas de más. Y, oye... —En ese momento lo empujó de manera amistosa—. ¿Cómo que mi chico? No es mi chico... —Y aunque normalmente habría dejado la frase ahí, Trish había pensado tanto en él últimamente que tuvo que reconocerse que le gustaba más de lo que admitía. Así que en aras de la sinceridad añadió una palabra más—. Aún.

Después de eso dio unos pasos en silencio, pensativa. Cada vez que llevaba la memoria al pasado era inevitable pensar en Nick.

—Antes de estar con Nick yo tuve que buscarme bastante la vida —explicó—. Y, bueno, en una de esas épocas conocí a Flora y a Flint. En aquel entonces robábamos lo justo para vivir, y a veces un poco más para pasarlo bien. Yo ahora ya no lo necesito, pero ellos siguen en ese rollo. Ahora han visto una buena oportunidad, y están organizando algo que puede venirnos muy bien. En resumidas cuentas, hay un almacén de armas tochas que saben cuándo se va a quedar desprotegido durante quince minutos. Cuantas más manos tengamos, más cosas nos dará tiempo a llevarnos. Y tú eres muy bueno. Lo importante será que nadie se ponga avaricioso.

La paranoia es buena en estos tiempos, pequeña. Te mantiene vivo. - le recordó con una sonrisa, aunque ella que había nacido en tiempos turbulentos lo sabría perfectamente. A veces se preguntaba si a los menores se les haría más fácil o más difícil permanecer alerta, si el haberse acostumbrado los ayudaría o les haría demasiado temerarios. - Además, es mejor cuidarnos demasiado a hacerlo muy poco.

El empujoncito le hizo reír, y la última palabra, negar con la cabeza - Como decía sobre TU chico... Dejarlo con ganas de más no está mal. Así te aseguras de que vuelva. - no iba a decir que todos los hombres eran unos patanes, porque no era cierto, pero sí sabía que algunos lo eran. A veces, él incluido. Así que mostrar toda tu mano a la primera vuelta no era precisamente el mejor consejo - Aunque también podría regresar contigo al Morris como planeamos y casualmente distraerme por un momento en el que, trágicamente, desapareces - le guiñó un ojo, dispuesto a seguir cualquiera de los dos planes. Que viviera un poco. Era una adolescente, al final, y si alguien tenía un poder útil para sobrevivir era justamente ella. 

Durante aquel silencio, Axel la miró con curiosidad por un momento, preguntándose que pensaría, pero luego siguió caminando con la vista al frente. A veces los silencios eran necesarios. Entonces, llegó la explicación del silencio, y un plan que cuando menos lo dejó sin palabras por un segundo o dos. 

Tienes claro que si alguien tiene un almacén de armas, tiene recursos suficientes para perseguirte con las armas que le dejes y un ejército más, ¿no? - dijo alzando una ceja - No digo que no vaya a ayudar, porque me pillas necesitando una cosa o dos para intercambio, pero más les vale tener un plan muy muy bueno - respiró profundo - En que líos me mete esta chiquilla - murmuró en español. 

Trish dedicó una mirada aviesa de medio lado a Axel cuando este repitió lo de su chicos. Sin embargo, la sonrisa volvió a aparecer en su rostro casi al instante.

—Espero no necesitar dejarlo con las ganas para que vuelva —dijo al violinista—. ¿Sabes cómo se le llama a eso? —preguntó con un brillo cómplice en los ojos, aunque no dio respuesta en palabras.

—Ya verás —añadió después, con un rastro de ensoñación—. Te va a encantar.

Después de eso dejó que el hombre expusiera sus peros al plan del robo. No era nada que Trish no hubiera pensado ya, y así se lo hizo saber.

—Eso ya lo he pensado, y ya se lo he dicho —aseguró—. También que luego no sean idiotas y vendan las armas al primero de cambio aquí al lado, que si las reconocen están jodidos. Mi idea es ir, participar al crear el plan también porque estén lo más seguros que sea posible, y participar sólo si lo veo claro. Si no lo vemos claro los dos, nos quedamos fuera.

Los dos viajeros tuvieron que caminar un poco, salir de Sugar Hill y acercarse a la estación de metro de la 135, junto al parque St. Nicholas. Allí, en un edificio abandonado, estaba el sótano al que Trish se dirigía. Habían dificultado el acceso con tablas de modo que el lugar no parecía estar habitado, pero la muchacha conocía la entrada secreta a través de una ventana estrecha sin cristal. 

Cuando entraron en el refugio escondido pudieron ver a tres jóvenes, un chico y una chica que debían tener la edad de Trish y una muchacha más joven, rondaría los quince o dieciséis años.

Flint estaba sentado en el suelo, con un hurón en el regazo, al que daba de comer directamente en la boca trocitos de pan. El chico alzó la mirada al escuchar a Trish entrar y le dedicó una sonrisa que había perdido ya la timidez con que solía recibir a quienes no eran su hermana postiza. 

Flora, por su parte, estaba de pie, moviéndose inquieta por la estancia alrededor de un bidón en el que algo ardía templando un poco la temperatura allí dentro. Su mirada se iluminó al ver a la muchacha de cabellos azules, como si justo su llegada fuese lo que estaba esperando.

Mike, tenía las manos extendidas encima del bidón y tenía pinta de llevar poco rato allí. 

Cuando Axel entró en la estancia tras Trish, los tres pares de ojos se posaron sobre él. El chico se encogió un poco en sí mismo. La joven más mayor frunció el ceñol en su dirección. Y la más joven lo miró de arriba a abajo. Los tres parecían esperar alguna explicación sobre la presencia allí del violinista.

Al llegar al lugar Trish le pidió a Axel que le dejase pasar primero. Eran sus amigos, al fin y al cabo, y a él no lo conocían de nada. Se coló a través de la entrada secreta, y al ver a los tres allí les dedicó una sonrisa enorme.

—Hola, chicos —saludó—. Él es Axel, no sé si alguna vez os he hablado de él —dijo, presentándolo.

—Hemos trabajado juntos antes. Es bueno buscando formas de salir de sitios, así que he pensado que nos vendría bien una mano por si algo saliera mal. Que no tiene por qué salir —añadió—, pero por no arriesgarnos. Y lo más importante —Hizo una pequeña pausa—, es de fiar. Ahora vive en el Morris, pero nadie sabe que estamos aquí.

—Axel, ellos son —empezó señalando al chico— Flint, Flora —añadió señalando a la chica más mayor, y luego a la otra— y Mike.

—Aún no le he contado nada —añadió luego de cara a los demás—, por si no os parecía bien. Pero yo creo que nos viene de puta madre.

La respuesta de Trish lo había dejado un poco más tranquilo, así que sin ninguna queja más la siguió hasta el sospechoso edificio abandonado al que no se metería jamás de ir solo. Pero claro, un lugar así de seguro haría un hogar muy cálido para otras personas, el tipo de personas que se iban buscando problemas con gente que tenía todo un almacén de armas. 

Aunque la chica no se lo hubiese pedido, Axel la hubiese dejado pasar primero. No quería que le lloviera un golpe de bate por ser un desconocido entrando a casa ajena. Además, había que tener un mínimo de respeto por los dueños de casa, que no podía llegar y entrar en ella como si fuera la propia. 

La escena dentro era algo peculiar. Un chico atractivo, aunque en apariencia tímido, con un hurón mascota. Un hurón. Mascota. Luego una chica rubia que no parecía nada contenta de verlo ahí, y una morena que lo ojeó de arriba a abajo en una evaluación necesaria. Siempre era agradable sentirse bienvenido. 

Cuando la peliazul lo presentó, Axel alzó una mano y saludó con una amplia sonrisa, dejándola hablar. Cuando terminó, el hombre se atrevió a hablar. 

Un gusto conocerlos. Lamento llegar a su casa sin avisar... para ser sincero, a mi tampoco me dieron mucho aviso - bromeó con una sonrisa de medio lado, mirando a Trish con complicidad antes de volver a mirar a los tres chicos - Conozco a Trish hace años, y como ella misma ha dicho, hemos trabajado juntos antes. Y si soy bueno saliendo de sitios, evitando que me pillen mientras estoy dentro soy aún mejor. Y eso es decir algo, en realidad... - modestia aparte, que para negocios así la humildad no te servía de nada. Mientras mejor vendieras tus habilidades, más dentro estabas - Más importante aún, soy discreto y no hago preguntas. Me gusta seguir vivo, y si algo he aprendido, es que entre menos sabes más sobrevives.

Fue evidente por la expresión con que los tres contemplaron a Axel, que ninguno de ellos estaba dispuesto a fiarse tan fácilmente de un desconocido. El chico del hurón le hizo un gesto desvaído de saludo, para después envolverse de timidez. Al final fue la chica más mayor la que habló, pero no hacia el violinista, sino hacia Trish.

—Tía, ¿de qué vas? No puedes meter a un desconocido en la movida así de repente sin avisarnos antes. Dijimos que sólo los cuatro, ¿recuerdas? No necesitamos uno más. Demasiada gente sería peor. 

Miró a Axel y frunció el ceño al hablar de nuevo a la peliazul.

—Y además ahora conoce nuestro escondite. Qué mierda.

Miró y volvió a mirar al violinista con mala cara, pero tras un par de segundos le habló a él.

—Si quieres formar parte vas a tener que demostrar que eres de fiar. 

La más joven de los tres había terminado de estudiar a Axel mientras la del pelo blanco hablaba. Cuando su atención se puso en el violinista, ella aprovechó para hablar con la muchacha.

—Flint dice que tienes walkies, ¿es verdad? Él ha conseguido unos relojes. 

Trish cambió el peso de pierna, entre nerviosa y expectante, al oír la presentación de Axel. Lo había hecho bien, ¿no? A ella le había sonado bien lo que dijo. Quizá había hablado con un poco de inseguridad en algún momento, o eso le pareció a ella, pero eso era lo de menos. Lo era, ¿no?

La respuesta de Flora no le pilló por sorpresa. Era más o menos lo mismo que ella habría dicho de haber sido al revés. Aunque cuando la muchacha le habló directamente a Axel Trish vio algo de esperanza.

—Estoy acabando los walkies —le dijo a Mike cuando esta habló—. Los acabaré para ese día, seguro.

Al menos, si sus compañeros dejaban de dispararse entre ellos e iba de una maldita vez a por las piezas.

Antes de volver a hablar suspiró.

—Mirad, chicos, lo siento mucho. Flo tiene razón —aseguró—. Pero Nick acaba de morir, y en el Morris hoy se les ha puesto en el coño que nadie sale solo. Así que era traerme a Axel —Puso una mano en el hombro del chico— y que fuese de ayuda, porque de verdad es muy, muy bueno y de fiar, o no venir.

Bueno, las cosas no iban excelente, pero al menos uno de los tres lo había saludado. Eso no era completamente desastroso. Además, eventualmente, la que tenía pinta de líder le había hablado a él. En peores condiciones había trabajado. 

Tienes mi palabra de que no diré absolutamente nada sobre su escondite. Jamás haría algo que pusiera en peligro a Trish o a sus amigos. - a fin de cuentas, no era poco el cariño que le había agarrado a la peliazul tras hacerle de canguro tantas veces mientras Nick negociaba. Al sentir la mano de esta sobre su hombro, miró a la inventora con una pequeña sonrisa. 

Dime tú que debo hacer para que confíen en mi. - dijo a la rubia, volviendo a posar sus ojos sobre ella, dispuesto a que lo pusiera a prueba. Incluso si acababan por no hacer el trabajo, un contacto nunca estaba de más. 

La noticia que soltó Trish dejó aquel refugio en silencio durante tres largos segundos. Los ojos de los tres jóvenes se pusieron sobre ella. Mike no parecía comprender del todo los alcances de la pérdida de Nick, al fin y al cabo ella era la que menos conocía a Trish. Pero Flora y Flint sabían bien lo que el escritor había significado para su amiga. 

Fue el pelirrojo el primero en reaccionar. Se movió para que el hurón bajase de su regazo y se puso en pie para acercarse a la chica. La rodeó con sus brazos largos y desgarbados y la apretó contra su pecho. 

—Lo siento mucho, Trish —murmuró contra su pelo.

En esos tiempos que corrían la pérdida no era ajena para nadie con edad suficiente para entender cómo funcionaba el mundo. Eso insensibilizaba a algunos y ayudaba a empatizar a otros. Flint era de los segundos.

Flora pestañeó al ver que Flint se ponía en pie y se pasó una mano por el pelo, revolviéndolo en ese gesto nervioso que le era tan característico. Buscó la mirada de su amiga y negó con la cabeza.

—Hostia, tía. Lo siento un montón. Querías un huevo a ese tipo. 

Se revolvió incómoda, no se había olvidado de la presencia de Axel ahí, pero con la noticia de Trish cualquier cosa que estuviese planeando para el violinista acababa de perder relevancia. Al final lo miró y se encogió de hombros.

—Estás dentro, será tu prueba de confianza. Si nos jodes me encargaré de que te corten las piernas.

Trish había soltado la noticia así, de sopetón. No había estado planeado, ni mucho menos había sido premeditado para aligerar la sospecha que caía sobre Axel. Sin embargo, cuando se hizo el silencio, se hizo consciente una vez más de la realidad.

Evidentemente Trish sabía que Nick estaba muerto. Lo había llorado por las noches y durante el día, cuando nadie miraba. Lo había llorado abrazada al abrigo del escritor. Y le costaba no llorarlo continuamente. Sólo mantenerse activa la ayudaba a no pensar. Pero en ese momento ella misma se había lanzado al pozo.

El abrazo de Flint no la pilló por sorpresa. Se vio venir desde que el hurón bajó de su regazo. Trish se agarró a su amigo, y aunque en un principio se pensó si apartarlo diciendo que estaba bien, un momento después empezó a sollozar.

Duró apenas unos segundos. Si se hubiese dejado ir, habría podido pasarse horas así. Flora y Flint eran dos buenos chicos con los que había compartido de todo antes de que Nick llegase a su vida. Y ahora que él no estaba allí estaban de nuevo los tres. Pero en lugar de dejar que la corriente de un río de lágrimas la arrastrase, Trish bloqueó su garganta para dejar de respirar entrecortadamente y se frotó los ojos, aún sin separarse de Flint.

—Ya está, ya está —protestó, aunque al separarse de él lo miró a los ojos un momento—. Gracias, Flint.

Entonces sorbió rápido y fuerte por la nariz y miró a Flora.

—Bueno, vamos a trabajar —enunció, antes de secarse el pómulo con el dorso de la mano—. Tenemos mucho que hacer.

Entonces le dedicó una mirada a Axel y un gesto con la cabeza, invitándole a acercarse adonde planearían exactamente cómo iban a hacerlo.

Axel sonrió con la comisura de los labios, sinceramente feliz por la peliazul cuando vio que sus amigos la consolaban tras su pérdida. Se alegraba de que tuviera chicos de su edad en su vida, especialmente ajenos al Morris. Era bueno tener algo de variedad y razones para salir, porque aislarse del resto del mundo no le haría ningún bien. 

No te preocupes, pretendo conservar mis piernas, así que no te daré motivos para cortarlas - contestó a la rubia, satisfecho con escuchar que le permitían entrar al negocio. Probablemente fuera por lástima luego del pésame, pero eso le daba exactamente igual. 

Toma, pequeña - dijo sacando un pañuelo de tela de su bolsillo para que se secara las lágrimas. Acercándose a ella una vez los chicos la soltaron, le dio un tierno beso en la coronilla y luego se giró hacia ellos - Cuando quieran. Soy todo oídos.

Durante la siguiente hora el grupo de jóvenes fue poniendo sus planes en común con Axel y Trish. El almacén de la Bratva que pensaban asaltar estaba en una nave cerca del Hudson.

Según Mike estaba llena de armas y munición. La chiquilla había estado estudiando los horarios de los guardias durante semanas y afirmaba que todos los viernes por la noche, a las once y media, uno de los guardias se ausentaba durante quince minutos como mínimo. Ese sería el tiempo que tendrían para entrar, coger lo que pudieran y salir. 

Habría otro guardia en ese rato, pero la idea que tenían era aprovechar una puerta lateral que nadie vigilaba y menos en ese cuarto de hora. El chico superó su timidez el tiempo suficiente para explicar que lo más difícil sería abrir esa puerta. Según explicó, tenía una cerradura superpuesta JIS 5240, Serie Sansón. El picaporte iba accionado con pomo y debía tener cuatro pestillos de doble vuelta. El cilindro era fijo, de cincuenta y un milímetros, de alta seguridad. Con casquillo giratorio anti presa y anti taladro. 

Flint había conseguido cuatro relojes, para sincronizarse todos y poder salir de allí antes de quedarse sin tiempo. Uno de ellos no tendría reloj, pero Flora preguntó varias veces si los walkies estarían listos para entonces, pues estaba convencida de que les daría mucha ventaja dejar a uno fuera vigilando que pudiera comunicarse con los de dentro.  

En determinado momento Flora sacó una botella de cristal con un licor amargo que compartieron con ellos. Durante todo aquel rato escucharon las ideas y aportaciones de Trish y Axel y pronto tuvieron un plan ya establecido y las tareas repartidas. Ya eran las siete y media cuando el tema se fue acabando. 

Nada menos que un almacén de la Bratva. Si eso no era ir a meterse a la boca del lobo, no sabía qué lo era. Claro que estaba llena de armas y munición, las mismas que usarían contra ellos si les llegaban a ver un pelo. Y no es que desconfiara de la capacidad de Mike para estudiar horarios, pero lo que fuera que causaba que el guardia saliera podía fallar o interrumpirse y este volver antes. Ya ni hablar del otro guardia que sí estaría presente. 

Lo que sí le hizo recuperar bastante fe en los chicos, e incluso mostrarse gratamente sorprendido e impresionado, fue el conocimiento del pelirrojo sobre la cerradura. Le habría dejado conforme saber que tenía claro su funcionamiento, pero que además supiera la serie y modelo hablaba de una profesionalidad que Axel no se esperaba en absoluto. 

Asintió conforme con la sugerencia de Flora, pues consideraba que era lo más astuto. Quizás sacarían un par de cosas menos, pero dadas las circunstancias, lo mejor que podían hacer era tener a alguien vigilando por cualquier anormalidad que pudiera arruinarles el plan. Dentro de todo, y sabiendo que Trish podía sacarlo de ahí en caso de cualquier desastre, se sentía bastante seguro. Quizás de lo único que dudaba era de la capacidad que tendría la peliazul para escapar si eso significaba dejar a los otros tres a su suerte. 

Muchas gracias por el licor, pero creo que ya deberíamos ir marchando. Si nos tardamos un poco más, vamos a tener que empezar a dar explicaciones - se disculpó, antes de mirar a Trish para ponerse de pie.