Partida Rol por web

Venga, vamos. Le pidió. Pero él, fue más previsor, y tomo una silla, tomando asiento, después de ver el viaje que se había dado James, no quería correr el mismo destino. Tomó asiento, y poso las manos sobre su regazo, mirando a James. Dale. Y vio a James apuntandole, lanzandole el conjuro.

...no tardo en cerrar los ojos, dejando caer la cabeza hacia atras, dormido como un tronco.

Sara llegó temblando a clase y entró sin levantar la mirada. Se sentó en el primer asiento que vio, que coincidió justo con Daphne. Eso la tranquilizó un poco. La iba a decir unas cosas, pero recordó lo borde que era la profesora Green y cerró la boca. Se quedó en silencio mientras atendía a la explicación. Sacó la varita y se giró a su compañera, asintiendo para que le atacara.

Y el conjuro de Daphne acertó y consiguió dormir a la muchacha, que no lo esperaba y se golpeó contra el pupitre al caer dormida. Su amiga la despertó con unos suaves movimientos, y Sara se llevó la mano a la cabeza.

Auch... Apuntó a Daphne con la varita y dijo Morfetium Daphne pero no sirvió de nada.

Ardeen vio como Sam levantaba la varita y se preparó para no golpearse al caer. Oyó el sonido del conjuro y todo se fundió en negro.

Sam contempló como su hechizo hacía efecto. También era de esperar. Se quedó contemplando el cuerpo inerte de su compañera, sopesando si despertarla o no.

Decidió no hacerlo. Al fin y al cabo, la profesora Green no había dado instrucciones de despertar a los caídos.

Casi con los ojos pegados, me acerco a Cassius y comienzo a darle golpecitos.

Cassius despierta, despierta hombre, que como sigas así me voy a acabar durmiendo otra vez aquí - digo con los ojos abiertos a duras penas.

...... Murmuró algo, demasiado bajo como para ser audible. Movió la cabeza, sin acabar de despertarse en un inicio, cuando volvió a zarandearlo Gwen... no me empu...  Y abrió uno de los ojos, mirando a James. Estaba soñando algo precioso.... Susurró a James, molesto por haberle despertado. No tardó en reaccionar, incoprporandose de repente, arreglandose la túnica y la corbata.

Miró a su alrededor, para saber cuanto faltaba de clase.

La profesora comenzó paseándose en primer lugar por la pareja formada por Amon y Morpho. Simuló lo que parecía una sonrisa al ver como aquellos alumnos cumplían estrictamente las normas de su casa y que no cuestionaban sus órdenes en ningún momento. Al comprobar el fallo de Morpho la profesora no pudo disimular un chasquido en su lengua, pero cuando pudo ver como Amon sí lo lograba dijo: Muy bien, Engel. 10 puntos más para nuestra casa.

Después pasó de largo de Oliver y Mircea, pues al fallar el conjuro no necesitaban más palabras. Ambos ya habían podido comprobar que no eran válidos para aquella asignatura y ella no tenía nada más que añadir.

Luego pudo ver como Cassius lograba dormir a James y cuando se acercó a ellos dijo, buen trabajo, jovencito, como se nota que eres digno de ser Slytherin ¡20 puntos por lograr dormir a tu compañero! Y al ver como James lograba lo mismo con Cassius, dijo ¡Vaya y 20 puntos más para ti! ¡Sí señor!

A continuación pasó cerca de Daphne y Sara, y al ver a la pequeña religiosa roncando, la gnomo miró a la chica de cabellos rizados y con poco entusiasmo dijo ¡Que sorpresa, una tejón capaz de hacer buenos encantamientos! ¡Eso merece 20 puntos para su casa! ¡Buen trabajo!

Y finalmente se dirigió hacia su alumna favorita, Sam Seeworth había demostrado ser la alumna más eficiente en encantamientos del año pasado, al menos la alumna con la que la gnomo sentía más complicidad, pero cuando vio que se relacionaba con Ardeen, puso una mueca poco habitual en ella. Pues a pesar de que Sam y Helen eran de la misma casa, parecía que no la reconocía. Oh vaya... murmuró, y luego pareció como si una idea le viniese a la cabeza ¡ah, claro! ¡Es usted una chica muy inteligente! ¡Buena pareja has escogido! Así sabías que la lograrías dormir. Claro, claro. ¡100 puntos para Slytherin, por un trabajo impecable por parte de Seeworth!

Y tras esas últimas palabras, la gnomo Helen Green, profesora de Encantamientos y maestra de la casa Slytherin se marchó de allí sin decir absolutamente nada más.

Oliver resopló con cierta resignacion, negando. La verdad es que, tras el tercer fracaso, segundo comenzaba a frustrarle. La sonrisa desaparecio de su rostro y se pasó una mano por la nuca, en un claro gesto de agobio.

-Bueno, Mir. Pues el lunes será... - dijo a su amigo, refiriéndose claramente a la recuperacion de aquella clase. De repente, todo su buen humor se habia esfumado y sus animos estaban bastante decaidos.

Sin embargo, ver a Cassius alli le recordó que aún tenian algo que hacer y que no podían decepcionar a su amigo. Volvio a acercarse a Mircea, hablando solo para él -Voy a hablar un momento con Cass y nos vamos, ¿Vale? - dijo, indicandole con un gesto que si queria fuera con él.

Se acerco entonces a Cassius, aun con aquel aire desanimado, alzando una mano- Felicidades. Te has lucido, ¿eh? Ya nos puedes dar clases particulares, a mi por lo menos... - Oliver se obligo a intentar subir el animo, dedicandole incluso a Cassius una pequeña sonrisa algo forzada por las circunstancias.

Se inclino entonces hacia él, susurrandole algo en el oido. Y, acto seguido, se separó, levantando su mochila del suelo, una mochila que produjo un sonoro tintineo.

A la hora de cenar en el patio. Ya lo tenemos todo... Y no te preocupes por Gwen. Tu estate alli antes que yo llegaré con ella... Veras que sorpresa...

Por una vez en el tiempo que llevaba en Hogwarts, el no ser capaz de haber aprendido un conjuro en la primera clase no le pareció tan malo. Cierto era que un buen mago debía dominar todo tipo de campos y ser capaz de mantener la cabeza fría. Pero aunque no lo viera así, Mircea seguía siendo un chico de doce años, con mucho camino aún por recorrer, carácter que templar y sentimientos que madurar. Igualmente, tendría que aprender el hechizo y recuperarlo, porque no solo su orgullo le impedía acabar el curso con una asignatura suspendida, sino que también quería evitar defraudar la memoria de su padre y las esperanzas de su madre y su tío.

No se molestó en el reparto de puntos. Sabía como se las gastaba aquella profesora y según tenía entendido, sus hermanas le habían dado una cura de humildad.

¿El lunes? ¿Estás seguro? Eso era el curso pasado. Este año tenemos recuperación de DCAM los lunes, contestó a su amigo.

No, ve tú, ahora os alcanzo, animó a su amigo. Él solo necesitaba hora y lugar, no necesitaba conocer más detalles.

Primero se acercó a Sara y Daphne. Aunque su amiga había estado distante estos últimos días, la echaba de menos, echaba de menos poder hablar con ella. Ese conjuro te ha salido muy bien, Daph, sonrió levemente a la chica. No sabía de qué humor estaba en ese momento, aún habiendo sido la única hufflepuff en lograr un hechizo tan complicado.

Después sus pasos le llevaron hacia la pareja formada por Sam y Ardeen. Con un simple: Enhorabuena, felicitó a Sam. Ella había dejado bien claros sus intereses y entre ellos no estaba nadie que no fuera de su propia casa, a los cuales claramente despreciaba. Se arrodilló al lado de Ardeen y la despertó con una ternura imposible de relacionar con Mircea. Vamos, despierta.

Gracias, profesora Green. Aquella clase no era santo de su devoción, pero no pudo evitar sonreir orgulloso, no solo al recibir los puntos, si no tambien por el conjuro aprendido, sobretodo teniendo en cuenta lo util que le resultaría en el futuro. Muy util, no podría negarlo, sobretodo por que podía usarlo fuera de clase.

Ya tenía en mente quien recibiría el primer golpe.

Entre ese conjuro y expelliarmus, tendría solucionado la mitad de duelos. Recogió sus cosas, y fue en ese momento cuando Oliver se le acercó. Le pareció que estaba alicaido, asi que cesó en sus quehaceres y le atendió. Nada del otro mundo Afirmó con falsa modestia, mientras se arreglaba los puños de las mangas. No te preocupes, si necesitais ayuda os echaré una varita. Asintió con la cabeza, para darle su apoyo, a él y los demás que hubieran fallado el conjuro.

Pero fue lo que le susurró, lo que le hizo mirar la bolsa que llevaba, y acabar por sonreir ampliamente, asintiendo con la cabeza. Excelente, el plan va sobre ruedas.Asintió con la cabeza. Allí estaré. Es lo único que susurró. Su plan parecía ir bien, y eso le gustaba. Todo saldría perfecto. Solo le faltaba... rematar un pequeño punto.

Caminó hacia la puerta, parandose un momento junto a James, y después siguió hacia el exterior de la clase. Hasta luego. Se despidió de los demás.

Te espero en el pasillo, tengo que hablar contigo.

Amon observó como, Sam de nuevo, conseguía destacar en la clase. Este año le sería imposible estar en la parte alta de los mejores alumnos. ¿Habría sido suerte? ¿Tendría mala suerte ahora? Fuera lo que fuera, no ser el mejor en la clase de Encantamientos le había escocido bastante, así que sin decir nada, recogió sus cosas y salió de la clase cuando ésta hubo terminado.

-Gracias Cass... La verdad es que si, luego si puedes me gustaria practicar contigo... Pero tranqui, ya lo haremos otro dia, ¿si? - le dijo al chico, ensanchando ligeramente la sonrisa, mas animado ante la perspectiva de obtener ayuda. Asintio entonces, satisfecho con la respuesta del Slytherin y, en cuanto se giró para marcharse, se acercó de nuevo a Mircea.

-¿Decias que no es el lunes la recuperacion? Joder, Mir... Este año estoy más perdido... - reconoció, con cierto agobio. Lo cierto era que, por mucho que lo intentaba, seguia sin terminar de dominar el nuevo horario de tutorias. En cualquier caso, decidio dejarlo estar de momento. Ahora tenia cosas que hacer.

Se acercó de nuevo a Mircea, justo en el momento en el que se acercaba para despertar a Ardeen. Oliver se detuvo un instante a observarla y la imagen de la chica, allí, dormida, desprendiendo toda aquella ternura le parecio tan bonita que logró arrancarle una sonrisa. - Voy a ir tirando para allá. Pásate en cuanto puedas.... Voy a ir preparándolo ya todo. - susurró, solo para su amigo, sin alzar la voz.

Y, acto seguido, alzo una mano, a modo de despedida- Me voy, chicos. Luego nos vemos...- dijo y, sin dar más explicaciones, salio del aula, con aquel tintineo de su mochila. Tenia que pasar por la habitacion antes de ir a su destino final. Y no quedaba mucho tiempo.

Tras despertar a Ardeen, Mircea se levantó y buscó a Cassius. El viperinilor ya se había ido. Ya le felicitaría después.

Al ver como Oliver se marchaba con prisa, Mircea también salió del aula. Despidió a sus amigas con la mano y se perdió entre los pasillos.

Sam sonrió ante las palabras de la profesora Green. Sabía que la complicidad existía y sólo era una forma de confirmarlo. Se guardó la varita justo cuando Mircea se acercó a despertar a su compañera. A pesar de todo, el chico seguía siendo educado.

¿Por qué seguirá hablándome? Envidia seguramente pensó sin molestarse en contestar. ¿Por qué iba a hablar con alguien que era inferior a ella.

Se levantó y recogió sus cosas. Tenía algo que hacer y requería su máxima urgencia.

Os veo luego, chicos dijo y salió de clase

Tembló ante la mirada de la profesora, pero se le escapó una sonrisa cuando felicitó a Sara. Esperó a que la profesora se hubiera ido, y unos segundos más tarde (pues temía que siguiera en la clase aunque no pudieran verla), se lanzó y abrazó a Daphne.

¡Qué guay! ¡Felicidades! Ahora me vas a tener que enseñar el hechizo, ¿sí?

Se fue corriendo hasta Ardeen que estaba despertándose.

¡Vamos, vamos! empezó a zarandearla ¡Hay que practicar conjuros! ¡Venga levanta!

Como era otro hechizo que necesitaba recuperar, quería aprenderlo cuanto antes.

Iré a la sala común para practicar. ¿Se viene alguien?, sino podemos ir a otro sitio.

En su camino hacia el patio, Mircea entró un momento a los aseos masculinos. No era culpa suya si cuando tenía prisa, también lo tenía su vejiga y su primo escatológico. Así pues, sentado como estaba, sacó un libro de su sombrero.

Uhm..., murmuró. Y pudiendo ser ese tan buen momento como otro cualquiera... Guardo el libro y sacó su varita.

Del bolsillo de su túnica que tenía colgada del enganche de la puerta, sacó el tarro con cera y puso un poco en la punta de aquella varita de 32.25cm.

Si hubiera sido más adulto y sus ideas se hubieran torcido de la forma que suelen torcerse a la gente con la edad, Mircea habría encontrado aquel escenario gracioso. Sentado, con los pantalones bajados y una varita con cera... Pero dado que era un crío, ni siquiera se le ocurrió.

Así pues bajó el brazo y apoyó la punta de la varita contra el suelo: Asetate Grassium et Solem, susurró.

Una patina brillante se extendió por el suelo y Mircea se permitió sonreir. A ver como voy a salir de aquí ahora, se planteó...

Cuando acabó -con todo lo que acabar conlleva, no estoy describiendo todo para no narrar cosas que no me apetecen narrar-, tuvo cuidado en sus movimientos mientras se arreglaba. Se puso la túnica y cuando abrió la puerta de su recinto, el efecto del conjuro pareció haber desaparecido.

Se lavó las manos y se refrescó la cara. Pasó las manos aún mojadas por sus cabellos que empezaban a estar indomables tras casi un mes. Y tras calarse el sombrero, se marchó al Patio.