Partida Rol por web

Árpád observó estupefacto cómo antes de que Maxwell pudiera decir nada, las gemelas atacaban a su compañero. ¡Las dos a la vez! No se saldrían con la suya, no si Árpád podía impedirlo.

—¡Ahora veréis! —gritó mientras levantaba la varita para apuntar hacia Orsolya (aunque no tenía muy claro a cuál de las dos estuviera apuntando realmente)—. ¡Agotattem!

Los dos hechizos se vieron repelidos ante el asombro de las chicas. Si hubieran estado en el bosque y aquella escena se hubiera repetido con las dos niñas tirándole piedras a un bundimun, y éste evitándolas, la reacción hubiera sido que las niñas saliesen corriendo. ¡Pero eran magas! Y el que estaba delante era claramente bastante más pequeño y olía mucho mejor que un bundimun.

Erzsébet repelió el rayo con un movimiento de varita, Orsolya sin embargo ni siquiera tuvo que actuar para repeler el que iba contra ella, pues el hechizo pareció desaparecer antes de impactarla.

Ante el grito de Árpád, ambas se giraron y asistieron al titubeo del chico que parecía no ser capaz de decidirse a cual de las dos atacar. El rayo dirigido contra Orsolya fue repelido de igual forma que el anterior. Las crías parecían tener una voluntad de hierro.

Las dos chicas aplaudieron, divertidas por la actuación.

El chico contra el que él mismo atacó le devolvió el ataque. por fortuna, los efectos de la confusión anterior se iban deteriorando y estuvo más que preparado para evitarlo. A pesar del éxito de su compañero, pudo esquivar el ataque.

-Vas a... necesitar hacerlo mejor que eso si quieres pillarme- dijo sonriendo, aunque también algo alterado por el ataque que Neil le hizo hace unos minutos.

No conocía a los profesores, aún así supuso que quizá no les haría gracia ese duelo de conjuros que muchos de los niños de su casa no cesaban de repartir a siniestro. Así que para no hacer más grabe la situación, Mathew decidió no lanzar el conjuro a nadie más... no quería que le quitaran ningún punto por conducta inapropiada. Suficiente desventaja en el marcador tendría ya por haberse perdido tantas clases en los días pasados.

Ante el cumplido de Anthony por su hechizo, Kendra se limitó a sonreir, con un leve cabeceo, dedicando una mirada discreta a la profesora Green. No es que de repente se hubiera vuelto una borde. Sencillamente, con ella alli, recordó el consejo de Amon y decidio que sería mejor no abrir la boca hasta que la profesora diera la clase por terminada.

Ya tendrian tiempo de felicitarse despues, cuando la jefa de su casa no tuviera la mirada puesta sobre todos ellos. Por nada del mundo querria decepcionarla. Y, desde luego, ya bastante tendrían con aquella manada de Hufflepuffs descontrolados que no paraban de lanzarse conjuros sin ton ni son los unos contra los otros.

¿Seria esto a lo que se referia el abuelo? Seguramente sí...

En cualquier caso, y a pesar de todo lo que estaba pasando por su cabeza, permanecio practicamente inmovil, sin emitir sonido alguno, esperando a que la profesora fuera mas benigna con ellos.

Asterope atendió anonadada al espectáculo de la casa Hufflepuff. Al cabo de unos minutos ya no sabía quién atacaba a quién ni quién se defendía de quién. Era un caos absoluto. ¿Estamos en un gallinero o qué? Lo único que le había quedado claro era que el chico con cara huraña se estaba llevando palos por todos los lados. Aunque, tenía que reconocerle el mérito, lo aguantaba todo. Quizás tenga antepasados gigantes. O trolls, que son muy toscos y resistentes. Con lo malhablado que parece, no me extrañaría que así fuera...

Se apartó un poco del grupo de tejones, para evitar recibir algún Agotattem que saliera de una varita despistada, y espero a que la profesora Green pusiera un poco de orden. Si lo que había escuchado de ella era cierto, este follón no le iba a hacer nada de gracia.

Lincoln intentaba mantenerse serio y recto delante de su profesora de casa, pero los inútiles de los Huffies le hacian cada vez mas gracia, aguantaba la risa y en su rostro se empezaba a dar muestras de ganas de burlarse de ellos, pero al mirar a Asterope y ver que ésta le miraba seria, se paró, no sin dejar de pensar "Menudos inútiles ¿Ésto les enseñan en Hufflepuff? que me quede claro... ¿Quien narices ataca a quien? ¿Tanta pena pueden llegar a dar? No me extraña que yo no sea uno de ellos jaja".

No pudo evitar ver a sonrisitas (Matthew) y cerrando un poco los ojos, como muestra de que no pensaba nada bueno, se quedo fijo en él "En el vagón ya demostró ser así, ha acabado en la casa correcta".

Al ver el movimiento de Asterope, Lincoln tardo milésimas de segundos en seguirla y apartarse de ellos, la profesora iba a disfrutar sin duda de ésta patética escena, al saber lo que iba a pasar se le escapó una leve sonrisa burlona que sólo podía ver su compañera Asterope.

Pero que hacéis, ¿estáis locos? - dijo en tono indignado cuando notó como un rayo de Maxwell le tocaba aunque fue capaz de resistir el desconcierto.

Entonces se fijó en que sus compañeros de casa estaban lazándose hechizos a diestro y siniestro. Le pareció divertido y sonrió, apunto estaba de coger la varita y un puñado de hebras de lana cuando se dio cuenta de que la clase estaba apunto de acabar. Neil no quería meterse en ningún lío, así que dejó la varita sobre el pupitres y les miró a todos entre divertido y enfadado.

¡Chicos! ¡Parad! ¡Por favor! Nos vais a meter a todos en un lío...

La profesora Helen Green sonrió, sonrió tanto que ningún alumno anterior la había visto así. La batalla campal formada por los tejones le habían hecho muy feliz. ¿Si son así ahora, cómo serán cuando lleguen la clase de duelo? Uno a uno, fue contando con los dedos de su pequeña mano, los alumnos que formaban la casa de Hufflepuff. Bajó al estrado y lanzó un conjuro al aire en forma de explosión.

En ese momento todos y cada uno de los alumnos se quedaron sorprendidos y bajaron las varitas de inmediato. La profesora volvió a sonreír una vez más.

No sabía que este año la casa más peligrosa fuera la de los tejones. Es un dato que tendré que tener en cuenta para el futuro, además de que tendré que avisar a Krum de lo que le espera. Lamentable, sin duda. Un espectáculo lamentable. La jefa de la casa Slytherin no se iba a poner a explicar lo que era el compañerismo, la ambición y el respeto. Eso no era cometido suyo. Así que simplemente procedió a hacer entrega de los puntos de las casas.

En vista de que ningún tejón ha sido capaz de respetar las normas impuestas, tengo que decir que cada uno de vosotros perderá 10 puntos y no recibirá ninguno extra por aquellos que hayan hecho bien el conjuro. Dijo apuntando uno a uno en la pizarra los nombres de los alumnos de Hufflepuff. Ninguno de vosotros se considera digno de pertenecer a la casa de Helga, así que lo justo es entregaros esta puntuación. Las normas eran muy sencillas, "poneros por parejas" y veo que ninguna pareja ha sido capaz de cumplirlo. Mis felicitaciones, esto hará que Slytherin se desmarque un poco más.

Entonces decidió ignorar a los Huffies para mirar a las serpientes, concretamente sus pequeños ojos se clavaron en la chica de la trenza. Tú eres Ludmila, la sobrina nieta de Madame Ruperta Giles-Freire, una pena que el temario de pociones se haya quitado de Hogwarts. Era una de mis asignaturas favoritas, a pesar de los peligros que conllevaban. En fin suspiró. Has hecho un trabajo excelente, al igual que el resto de tus compañeros de casa, aunque el tuyo ha sido verdaderamente especial. Por ello te recompensaré con 100 puntos para ti, y 10 puntos para tus compañeros. ¡Enhorabuena, tu tía-abuela estará francamente orgullosa de ti! ¡Mándale saludos de mi parte!

La pregunta de Neil se vio eclipsada por la actuación de sus compañeros, así que desgraciadamente no recibió ningún tipo de respuesta.

Sin duda, aquella era la profesora más exigente con la que os habíais topado hasta ahora, y esperabais que fuera la única. No os había tratado de un modo muy correcto y quizá siendo excesivamente antipática, al menos en lo que respectaba a los Hufflepuff. Después de no dedicaros ni una sola sonrisa más tomó sus cosas y sin decir ni tan siquiera un hasta luego se marchó de allí.

Neil se quedó con la boca abierta como si fuera un estúpido sabueso despues de una carrera.
Que penalice con resta de algún punto por la tonteria vale pero... ¿No darnos ni uno por el trabajo hecho? pensó para si mismo

Se giro hacia sus compañeros de casa. Entre enfadado con ellos y ofendido con la profesora. Sin importarle que sus alumnos estuvieran alli dijo:
¡Es malavada! Ha sido una super injusticia dijo poniendese en pie y recogiendo de mala gana sus cosas. Se puso en pie junto a la puerta y miró con cierto desprecio a los Slytherin. Se volteó de nuevo hacia los tejones y dijo, con intencion de que las culebras los escuchasesn: ¿Cien puntos por eso? Menuda injusticia. Para eso que les den puntos a los Slytherin cada vez que se levanten de la cama, de todos modos, para ellos hacerlo sin ayuda ya es un logro.

Ese comentario relajo un poco el nudo de odio que se le habia formado a Neil en el estomago. Las injusticias le afectaban demasiado.

Sonreí mirando a los Huffelpuffs. Eran unos completos inútiles. ¡Si! ¡había conseguido los 10 puntos para su casa! cuando se fue la profesora fui a abrazar a Kendra de la alegría.- Kendra, tenemos 10 puntos al fin.- Luego miré a Lumidla y me acerqué a ella.- Wow 100 puntos ¿Qué has hecho para conseguirlos?.- Dije con mi normal inexpresividad, aunque sonriendo un poco. Se me notaba emocionado, a pesar de que mi expresión natural de emoción no solía salir. Ahora estaba contento, miré a Linc y le dije.- Tu, quiero hablar contigo.- Sin ser amenazante, tenía un plan ahora que estaban toda su casa contentos, y a pesar de que le cayera mal era el único que parecía tener una mente más agresiva, como la mía.

Entonces escuché el comentario de Neil... y grité para que todos escucharan.- NO TENEMOS CULPA DE QUE SEAS UN INÚTIL. MIDE TUS PALABRAS ANTES DE METERTE CON UN SLYTHERIN.- Dije seas, por no decir seáis. Prefería pertenecer a una casa en la que la mayoría se apoyaba a una llena de inútiles.

Se giro hacia el lugar de donde venian las voces.
¡Oh! Pero si es una persona eso que aulla. Neil fingio una sonrisa agrable mientras se sacudia la túnica como dando a entender que al gritarle Anthony le habia salpicado de saliva.

Neil siguio con una sonrisa y aires de superioridad dignos de cualquier empollona castaña y rozosa de dientes prominentes;
¿Disculpa? ¿Decias algo compañero? No te he oído porque estaba repasando mentalmente todos los conjuros que he aprendido, como el Alhomora. ¿Te suena? comentó ponzoñosamente haciendo referencia a la clase de por la mañana.

Matt no conocía de nada al alumno de su misma casa que parecía alterado por la situación. No le extrañaba, para él mismo también era una injusticia lo que pasó, pero poniéndose rudos y adoptando una aptitud belicista no se alcanzaría nada. Así que, aunque no conocía mucho a Neil, se acercó a él.

-No creo que debamos hacer ésto- en realidad, su objetivo no era criticar a Neil, él mismo operaba igual... pero debía tranquilizarse- los profesores tienen la de ganar y hacer lo que consideren justo.

En realidad, no veía nada justa a la profesora... pero un simple vistazo a su persona bastaba para intimidarse. Parecía alguien duro, y Matthew no quería empeorar las cosas hablando mal de ella.

-Por lo menos hemos aprendido todos el conjuro- esto último lo dijo con una aptitud algo derrotista, sin duda la pérdida de puntos los dejaría en último lugar. Claro, que, después de tantas clases perdidas, Williams no tenía ninguna intención de quedar bien en el puntaje.

Árpád se sentía mal, con remordimientos. Sabía que no debía haberse comportado así, ¡pero lo que la profesora había dicho y hecho era extremo y muy injusto!

No es justo, ¡maldita! ¿Por qué nos hace esto? 

Árpád, que no creía en que tuviera que odiar a ninguna casa en particular, empezaba a tener cierto rencor hacia los Slytherin. Sabía que probablemente sus alumnos no eran mala gente, pero eso ahora no le importaba. La profesora de encantamientos había tratado a las serpientes con favoritismo, y eso le hacía odiarlos un poquito. Sin embargo miró a Asterope y recordó lo simpática que había sido en el tren. Estaba a punto de intentar olvidar lo sucedido y centrarse en la próxima clase, cuando vio cómo Anthony gritaba a Neil. La rabia recorrió el cuerpo del muchacho húngaro, que sin pensarlo apuntó hacia Anthony con su varita.

—¡Cállate serpiente!

Miró hacia Neil y el resto de sus compañeros.

—Vámonos de aquí.

Con los avisos que las habían dado, sabían a lo que se exponían cuando decidieron atacar a Maxwell en vez de permanecer quietas como percheros de pie. Se habían divertido y ningún castigo podía borrar aquello.

Se hincharon orgullosas cuando la gnomo de jardín dijo que los tejones eran este año los más peligrosos. El resto era bla, bla de una profesora amargada. Tenían tan caladas a las profesores de ese estilo que ni se molestaron en enfadarse.

Gracias Helena, hasta luego, saludaron ambas crías a la profesora cuando se marchó. Sonrieron como dos gatas ante la idea que empezaba a aparecer en sus cabezas.

Se cruzaron de brazos cuando vieron a los chicos pelearse. ¿Es que la evolución no les enseñaba a controlarse? Con lo fácil que era actuar desde las sombras y atacar en el momento oportuno...

Las hubiera encantado quedarse allí para asistir al desenlace de aquella contienda, pero tenían muchas cosas que planear aún. Quedaba una semana y todavía había mucho por hacer, a mucha gente que amenazar y a muchos otros por convencer.

Luego estaremos en los patios, cuando terminemos lo que queremos hacer, comentó Erzsébet de pasada a Matthew que parecía ser el único que no estaba dispuesto a enfrentarse a la otra casa.

¡Sí, que te tienes que poner las pilas!, le animó Orsolya.

Y despidiéndose con un saludo de las chicas de Slytherin, cogieron sus mochilitas y salieron corriendo con destino desconocido.

Asterope miró con orgullo a la jefa de su casa mientras salía de la clase. Así tiene que comportarse un profesor, con mano dura hacia los alborotadores. Le daban pena los alumnos de Hufflepuff que habían elaborado correctamente sus conjuros y no habían recibido ningún punto por ello, pero consideraba que era un castigo justo por haber armado esa contienda en medio de la clase. La próxima vez, quizá se lo piensen dos veces.

Se acercó entonces a Ludmila a darle una calurosa enhorabuena. ¡Has estado fantástica! 100 puntos... Quién los pillara. Esperaba que esto, más los que habían ganado entre el resto de Slytherin, aumentara significativamente el marcador de la casa. Lo hemos hecho todos genial. Esta vez no hemos fallado ni uno.

Escuchó a un alumno de Hufflepuff quejarse por el resultado y meterse con ellos. Anthony respondió como mejor sabía... violentamente. Aunque, por suerte, esta vez pudo contener sus puños. Ni caso, Anthony. No te molestes, no conseguirás nada. Asterope se dirigió entonces al chico, Neil, con aire calmado aunque en la voz se le notaba irritada por las palabras del chico.  En lugar de burlarte de nosotros, aprovecharías mejor el tiempo enseñando a tus compañeros a mantener su varita donde corresponde. Así la casa Hufflepuff no perderá tantos puntos la próxima vez. Esto no ha sido culpa nuestra y lo sabes.

Miró a Linc con cara de exasperación. Ella era una chica pacífica y que no se enfadaba con facilidad, pero esas muestras de odio hacia su casa le parecían totalmente fuera de lugar. Así que se le veía un tanto indignada. ¿Te puedes creer lo que nos dice? No, si ahora tendremos nosotros la culpa del escándalo.

El niño nuevo, al que no había visto por la mañana, intentó apaciguar a las fieras. Aunque Asterope no estaba segura de si podría controlarse todo tan fácilmente. Árpád se metió también en la discusión, pero su tono no era muy amistoso. Este chico que parecía tan tranquilo en el vagón... No le digas a él nada, Árpád. Le habló más calmada que a Neil, aunque seguía sintiéndose ofendida por la afrenta. Fue Neil quien empezó metiéndose con nosotros. Hay que reconocer que los modales de Anthony dejan mucho que desear, pero esta vez no fue él quien inició la pelea. Parecía que el húngaro tenía demasiada ira en el cuerpo y se fue antes de que ella terminara su frase.

Vio que las gemelas se despedían de las chicas y les correspondió el saludo. A ver qué pasa ahora con estos...

Neil se despidió de Árpád pero rehusó de acompañarle hasta la Sala Común. Se despidió con una sonrisa brusca de las gemelas, con ellas si que estaba un poco molesto. Había sido una de las cabecillas del problema y ahora no se iban a quedar a solucionarlo. Cierto es que no solucionamos nada aquí peleándonos, pero al menos defenderemos el honor de Hufflepuff.

Neil se quedó muy sorprendido cuando aquella niña estirada le dijo algo.
¡Quien se pica ajos come! ¡Quién se pica ajos come! le entraron ganas de gritarle a la cara. Pero respiró hondo y buscó talante.

Me dices a mi, ¿Asterope? dijo arqueando las cejas. No he sido yo el que se ha puesto a gritar como un energúmeno. En ningún momento me he metido con vosotros. Mintió Neil descaradamente. Sólo he dicho que es terriblemente injusto que no recibamos ningún punto cuando todos hemos conseguido realizar el hechizo. Y más de una vez algunos, ha quedado demostrado que somos mucho mejores que vosotros en muchas cosas. Dijo con orgullo.

Neil odiaba las competiciones, precisamente porque se ponía muy competitivo. No le gustaba el Quiddicht ni ningún otro deporte Muggle por esa razón. Ahora odiaba aún más que otras muchas cosas la competición entre casas.

Te digo lo mismo a ti, Asterope. dijo con una medio sonrisa y señalando con la cabeza a Anthony y Lincon, que aún no había participado. Me parece que esos dos necesitan mucha ayuda.

Neil recuperó un poco la compostura y se cambió la mochila de hombro, se giró hacia sus tres compañeros y les preguntó:
¿Qué os apetece hacer? y con veneno entre sus sílabas continuó ¿Por qué no nos vamos a algún lugar en el que no nos moleste el tufo a traición y deshonor sobre la Copa de las Casas?*

Kendra sonrio ampliamente al escuchar hablar a la profesora Green y lo cierto es que estaba tan contenta con los resultados obtenidos que incluso cuando Anthony fue a abrazarla le sonrio. ¡Se habian llevado un monton de puntos!

Sin embargo, la alegria les duró bien poco. Ni siquiera le dio tiempo a acercarse a Ludmilla para felicitarla por su impecable actuacion cuando, de repente, Neil, el chico de Hufflepuff comenzó a increparles. Y, para cuando se dio cuenta de que Anthony habia respondido, ya era demasiado tarde.

-Anthony, déjalos, no vale la pena... - susurro, apretándole el antebrazo. Sin embargo, aquello fue demasiado para ella. Ellos no habian hecho nada. Solo se habian limitado a hacer lo que se supone que debia hacerse en una clase con una profesora tan estricta como la profesora Green.

Y fue cuando vio que comenzaba el cruce de insultos y descalificaciones cuando enarbolo su varita, trazando gracilmente un arco en el aire- ¡YA BASTA! - la  que resonó en toda la estancia no fue la voz de Kendra, sino una voz profunda, siniestra. Una voz que pondria el vello de punta a cualquiera. La voz de su abuelo, Rodolphus Lestrange.

-Recordad lo que somos, chicos y quien somos. Vámonos de aqui. Hace rato que esto se ha convertido en algo patético.

Y, sin esperar respuesta por parte de nadie, y tras dedicar una mirada a Asterope, Anthony, Ludmila y Linc, Kendra dio un paso al frente, con el menton bien alzando, dispuesta a salir de alli. No iba a entrar en aquella absurda pelea cuando tenia claro que solo habia un motivo para aquello: la envidia.

La ira se apoderó de mí, he de decir que si no llega a ser porque noté la mano de Kendra en mi antebrazo le hubiera partido la mandíbula a ese hurón. Otro estuvo a punto de lanzarme un hechizo, pero no sabía que eso lo que haría sería empeorar las cosas. Hice el amago de ir hacia él pero me detuve al sentir el tacto de Kendra y sus palabras en mi oído. Señalé con el dedo al chico de la varita y al provocón.- Tened cuidado en los pasillos, o puede que os encontréis con una desagradable sorpresa.- Una sonrisa de ira se apoderó de mi rostro. Esto no podía quedar así, cada acto contra él tenía que ser solucionado. Acto seguido esperé a que Linc me diera una respuesta para ir a hablar en un sitio privado. Salí de la clase y me mantuve en la puerta a la espera de Linc.- Id vosotros a la sala común o donde queráis, yo voy a hablar con Linc.- Dije en voz alta a mis compañeros que se comenzaban a ir.

Lincoln sonrió cuando la profesora empezó a quitar puntos a los tejones inútiles, una vez había acabado la clase, el pobre de Neil empezaba a llorar con sus "injusticias, Linc se mantuvo callado aún cuando Anthony le hablo de esa manera diciéndole que tenían que hablar "¿Hablar? ¿De que querrá hablar éste ahora?" pero las rivalidades con Anthony se pararon de golpe cuando los tejones empezaban a ser insoportables, cuando Neil dejó de hablar Linc empezó, el sonitus de us compañera no podían parar las ganas de meterse con los Tejones.

-Neil, para empezar, deja de ser un llorica, que las chicas de tu casa parecen aguantar mejor el castigo que habeis recibido jajaja das pena, ¡Es injusto!- Dijo con tono burlón -Jajajajaja ¿De verdad? sois realmente patéticos, tu y el niño (Árpád) que se acaba de ir corriendo ¿Quieres un consejo? aprovecha ahora que tienes una hora libre para practicar modales y educación y la próxima vez que hables de un Slytherin limpiate esa boca asquerosa que tienes... aprende a respetar a todo aquel que es superior a ti...- Sonrió de una manera realmente burlona, Neil le hacia grácia y no podía evitarlo, era la naturaleza de Linc -Pronto aprenderás que hay familias de magos mejores que otras... a las que debes respetar-

Cuando acabó esa frase se dirigió a Anthony y sonrió -Vamos, estoy de buen humor, ver perder a los perdedores me hace sentir bien jaja, por cierto... bah nada, ya os lo encontrareis jajaja- Sin duda ésta clase que Linc pensaba que le iba a ir fatal le había animado, un par mas como ésta y Hogwarts empezaría a merecer la pena.

Miró a Asterope -Ni caso, no saben cuando darse por vencidos los muy... bueno, son Huffies ¿Que esperas? jaja ¿Nos vemos luego en el Lago? Voy a hablar con Anthony un segundo- Y con una sonrisa se despidió de ella.

-Anthony ¿El campo de Quidditch te va bien?- Restó a la espera de que su compañero dijera algo y como no, de que Neil volviera a actuar.