Partida Rol por web

De camino a las clases de Adivinación, Kelly fue rememorando la última conversación que había mantenido con las gemelas.

-Con un poco de suerte podremos irnos de aquí pronto –había dicho mientras continuaban en la enfermería- La enfermera parece la persona más horrible del mundo. –Kelly tenía ganas de irse de allí, no por la compañía de las gemelas, si no porque no le gustaba aquel lugar. Además pensar que iría a cazar ciempiés después de clase, al día siguiente, la emocionaba –Si los ciempiés comen de todo quizás podamos llevar algo del Gran Comedor, o mejor aún, puedo llevar pienso de mi gata –había susurrado.

-En cualquier caso, los ciempiés tienen demasiadas patas, no creo que hubieseis podido seguirles el ritmo- había dicho como broma antes el comentario de las hermanas, aunque no estaba demasiado segura de si Erzsébet lo había dicho en serio, como tampoco lo estaba de que dijesen en serio lo que se lo iban a proponer a Booky.

El comentario de que Kendra e Ithan parecían mayores hizo reír a Kelly –Si, es verdad- intervino. A veces le parecían que hacían cosas más bien impropias de los chicos de su edad y más propias de las series de televisión muggle sobre adolescentes. Y se preguntó si al resto de parejas también les pasaría eso. –No conozco quien es Russian Pie- Kelly había empezado a perderse entre los motes- ni Orgullo Baldío –rio un poco- aunque la borde de Ravenclaw me imagino quien es. ¿Crees que después del baile se consolidará alguna pareja? -preguntó con intención de cotillear un poco más.

-Me encantará ir con vosotras –la perspectiva de ir con ellas le gustaba, más aun si así se evitaba tener que ir buscando pareja de baile – Y si Booky no acepta bailar con Orsolya, podemos bailar las tres.

En su camino a la primera y única clase de aquel día, tras habérsela liado a Neil, tratando de convencerle que Sara quería que el chaval le pidiese ir al baile, un breve lapso temporal surgió de los recuerdos de las gemelas, recreando al milímetro lo acontecido una semana atrás:

Pues seguro que come pienso, había asegurado Erzsébet. Los bichejos resultaron tener estómago o estómagos -aún no sabían si tenían solo uno o varios como las vacas- muy resistentes. Les echamos piedras por la noche y por la mañana han desaparecido. Aún no les hemos visto comerlas en directo, así que quizás las piedras huyen, comentó encogiendo los hombros.

Uy, pues tienes razón, se rio la pequeña. A lo mejor según crecían de tamaño los ciempiés se volvían más rápidos, aunque lo más probable era que sucediera justo lo contrario. Pero con tantas patas seguro que bailan genial.

Uhh, qué hambre, fue lo primero que surgía de los labios de Orsolya, que había empezado a despertarse.

Erzsébet saltó de su camilla y se acercó a la de su hermana. Mientras esperaba a que todo en ella despertase, no solo el habla y el estómago, siguió hablando con Kelly. Las parejas seguras, seguras creo que ya estaban antes del baile. Nosotras lo que creemos es que alguna se romperá, la sonrisa de ratita que puso daba a entender que esperaban aquello como agua de mayo. Eran felices cuantos más secretos y rumores pudiesen mover de un lado para otro.

Bien, aplaudió Erzsébet ante la contestación de su nueva amiga, que había dicho que iría con ellas al baile. Aún no estamos seguras de lo de Booky, ¿sabes? estábamos tratando de juntarle con Helena, que la pobre está muy sola.

Ya completamente repuesta y sentada al borde de la cama, Orsolya se fijó en Kelly y su hermana. Se restregó los ojos. Eh, buenos días. Creí que serías tú, susurró a Kelly. Aunque no había hablado nada con la niña, estaba convencida de conocerla, como si todo lo que Erzy y ella hubieran hablado, Orsolya lo hubiera escuchado desde la lejanía. Podemos decirle a Maxwell que venga, que seguro que es tan soso como Mir y querrá saltarse la fiesta, aportó según saltaba al suelo.

-¡Qué bien! –Recordó haber dicho Kelly, quizás un poco más fuerte de lo que debiera- Ya estas despierta, ¿Te encuentras bien? – preguntó. Parecía que el potingue a pesar de ser tan horrible como la enfermera, había hecho un buen efecto.

-Sería una lástima que alguna pareja rompiera, pero seguro que daría que hablar durante días –rio- puede que hasta más que las posibles parejas que se puedan formar- Durante sus años de colegio anteriores a Hogwarts Kelly no había sido especialmente cotilla, al no relacionarse demasiado con sus compañeros no tenía interés alguno por sus vidas. Sin embargo en Hogwarts aquello estaba empezando a cambiar y con las gemelas cerca parecía que ese interés aumentaba.

Se alegró de ver a Orsolya completamente repuesta –Buenos días…  buenas noches, mejor dicho. Me alegro de que estés mejor –dijo al ver que casi había recuperado su energía habitual.

Aún no está, en un rato, había contestado Erzsébet echándole una ojeada a su hermana.

Erzsébet sonrió al ver que Kelly parecía encontrar divertidas las mismas cosas que ella. En su antiguo internado, habían sido capaces de mantenerse a la cabeza en todas las clases y eso que dedicaban cada pequeño momento libre que tenían en divertirse -lo cual solía significar liarla- y en propagar todo tipo de rumores avergonzantes.

Estaban hablando todos de disfrazarse para la fiesta, cosas que diesen miedo, pff, dijo Erzsébet sacando la lengua. Acababan de salir de la enfermería así que por fin pudo hablar sin bajar la voz. ¡Qué infantiles! Esqueletos, hombres-lobo, vampiros, eso lo puede hacer cualquiera.

Mi hermana está preparando un vestido de una antepasada nuestra, Elizabeth Bathory. Iremos con vestidos clásicos, comentó Orsolya. Yo aún no lo tengo decidido...

Ante el comentario de Erzsébet, Kelly había decidió omitir que ante la inminencia del baile de Halloween, ella había pensado en disfrazarse de fantasma. Cortaría una sábana y se la pondría, no había querido ni pensar en si hasta podrían castigarla por ello. Pero no había otra, apenas le quedaba tiempo. Era un disfraz muy cutre.

-¿Elizabeth Bathory? –a Kelly le sonaba vagamente aquel nombre, era posible que lo hubiese visto en algún libro de historia o incluso en alguna película, pensó, pero no supo muy bien de qué recordaba aquel nombre.

-Yo la verdad es que… -estaba a punto de desvelar qué había pensado ponerse como disfraz, pero al final se calló- no se tampoco que me voy a poner-dijo tristemente.

Era la noche de Samhain, una de las festividades celtas más importantes, tenía que pensar en algo mejor para festejar una noche tan especial. Tal vez de calabaza girante…

¿No?, preguntó Orsolya, sorprendida porque no hubiera ninguna mujer interesante en la familia de Kelly.

De Irlanda... ¿se te ocurre alguna gran dama que haya sido catalogada como maga oscura sin serlo?, preguntó Erzsébet a Kelly, aunque iba más bien dedicada la pregunta a Orsolya.

¿Y por qué no disfrazarte de Morrigan? tanteó Orsolya, sonriendo. La reina espectral, es un buen disfraz para Halloween, afirmó con la cabeza.

¿Reina espectral? Eso no suena nada mal, apoyó Erzsébet a su hermana, mirando a Kelly para ver qué le parecía.

-No, no sé muy bien de qué disfrazarme, me gustaría mucho tener alguna antepasada  de la que me pudiese disfrazar, como vosotras- Kelly se sentía orgullosa de su familia muggle, pero en ocasiones fantaseaba con la idea de tener familiares mágicos, aunque quizás tener algún personaje notable en el mundo mágico era demasiado para ella.

- Claro, Morrigan –había estado tan preocupada de encontrar un disfraz “que diese miedo” que se había olvidado de la diosa de la muerte celta- Solo me queda pensar en una buena manera de encarnarla –cuanto más pensaba en la idea más le gustaba- ¡Muchas gracias!-dijo muy contenta a las gemelas.

¿Sí? ¿Te gusta?, preguntó Orsolya emocionada. Si quieres vamos quedando durante la semana para encontrar ilustraciones en la biblioteca y ver como hacerlo.

A mi hermana se le da muy bien coser y a mi no se me da nada mal, comentó Erzsébet orgullosa. Tenemos todo tipo de vestidos y telas que podemos usar.

La idea de las pequeñas era durante la semana conseguir sacar adelante los vestidos/disfraces para el baile de Halloween del lunes que viene. Con siete días por delante, tendrían mucho trabajo que hacer: encontrar el modelo adecuado, dibujarlo, mediciones, patrones, encontrar las telas adecuadas y sino recortarlas de vestidos antiguos y coser, coser y coser.

Solo nos falta encontrar un sitio donde poder reunirnos, ya que no podemos entrar en las salas comunes de otras casas, se quedó pensando Orsolya. Bueno, ¡ya se nos ocurrirá algo!

Ya había llegado el momento de que las chicas se separasen. Había sido genial encontrarse con Kelly en el despacho de los Knower aunque las circunstancias no fuesen del todo agradables. Quizás a partir de ahí florecería una bonita amistad.

¡Buenas noches!, se despidieron las niñas con sonrisas plasmadas en sus rostros. Mañana empezamos a planificar, eh, recordó Orsolya.

Y con esas se marcharon al sótano, camino a la cocina a rogarle comida a los elfos antes de irse a dormir.

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Eso era lo que recordaban las gemelas en su camino a la clase de Adivinación. Tras una semana, casi todo estaba listo, incluso habían sido capaces de encontrar un personaje para Orsolya a la altura de Bathory y Morrigan.

-Me encanta la idea –comentó entusiasmada Kelly- seguro que en la biblioteca encontramos información que pueda sernos útil.

A la madre de Kelly le gustaba hacer toda clase de tareas artesanales y la costura era una de ellas, solía hacerle ropa a Kelly, sobre todo cuando era pequeña ya que a medida que la niña se hacia mayor le gustaba más ir con ropa deportiva que con vestidos . La vida solitaria de Kelly la había llevado a pasar mucho tiempo en familia y poco tiempo con otros niños de su edad y su madre había transmitido a Kelly el gusto por la costura.

Pensó que era una ironía que sabiendo hacer labores se le hubiese ocurrido llevar un disfraz tan simple, los arboles a veces no dejan ver el bosque, y estaba claro que Kelly más preocupada por encontrar pareja de baile que por el propio disfraz y había menospreciado su propia capacidad de crear algo más elaborado.

-Mi madre me enseño a coser así que entre las tres podemos ponernos manos a la obra- El problema como bien había dicho Erzsébet era encontrar un sitio- Seguro que pueden prestarnos un aula vacía, a lo mejor si lo consultamos con nuestros respectivos jefes de casa quizás puedan recomendarnos algún sitio. –Kelly estaba entusiasmada.

Llegó el momento de separarse –Me alegro mucho de haber coincidido con vosotras- dijo de todo corazón, y esta vez fue Kelly quien las dio un abrazo a las dos. -¡Buenas noches!- se despidió de las hermanas. –Nos vemos mañana.

Kelly ya había llegado a clase de Adivinación, casi sin darse cuenta mientras rememoraba su última conversación con las gemelas. Había sido una semana muy ajetreada, pero mereció la pena, estaban muy contentas con los resultados y deseosas de poder estrenar sus trajes.

Una por una, las niñas abrazaron a Kelly y después se unieron en un abrazo común. Otra gran idea para Halloween habría sido que las tres niñas fuesen de las Furias de la mitología romana, ¡eso sí habría sido algo memorable! Pero igualmente con los dos que ya tenían planteados y el que Orsolya estaba empezando a concebir, seguirían siendo más interesantes que los posibles disfraces de mercadillo muggle que habían escuchado que se harían los demás.

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Las niñas ya habían llegado a clase y el embrujo temporal que permitió que narrásemos lo que aconteció tras la salida de la enfermería finalmente se desvaneció, dejándonos en un presente que se haría algo más tedioso de lo habitual, con horas de la mañana que parecerían durar el doble.

Las niñas entraron en el aula tras una caminata que se les hizo más larga de lo habitual. Quizás tuviera algo que ver que se hubieran dedicado a recordar acontecimientos ocurridos durante la semana anterior...

Como si las largas escaleras no supusieran esfuerzo para las pequeñas, éstas irrumpieron corriendo tras desembarcar en la última planta sin estar seguras si llegaban tarde o no. Pero allí solo estaba Luna, a la que saludaron. Se sentaron a esperar que llegara el resto de la clase.

Cuando Kelly entró, las pequeñas se acercaron a ella. Cuchichearon en silencio y solo se interrumpían cuando entraba algún alumno más, al que saludaban dependiendo de quien era.

La clase al fin empezó, y las gemelas se sentaron juntas, como hacían en todas las clases de Adivinación.

Habían decidido que el conjuro no es que fuera muy útil mientras no conociesen contra-hechizos, pero igualmente tenían que aprenderlo. Practicaron los movimientos, la pronunciación y Orsolya fue la primera de las dos: Dectattem

Tocó la varita de su hermana a la vez que susurraba y ésta se iluminó de un tono rojo oscuro. Quizás tuviera que ver con la madera de aliso de la que se componía la varita de Erzsébet. En la ejecución la niña había sentido un eco provenir del contacto de las dos varitas, como si fuesen opuestas y se rechazasen. Se calló, prefiriendo no decirle nada a Erzy.

Entonces llegó el turno a Erzsébet que cogió su varita brillante de la mesa y apuntó con ella la de Orsolya. Notaba al tacto un calor extraño, uno que nunca había sentido al manejarla. El color rojizo parecía palpitar en su mano. Si hubiera sido una bruja experimentada, hubiera sabido que la varita estaba sobrecargada y que no debía usarla en aquellas condiciones, pero no lo era. Era una simple niña a la que no le enseñan los peligros que supone usar en exceso algo tan poderoso como una varita mágica. Así pues, tocó la varita sobre la mesa: Decta...

- ...y para eso sirve una linterna. - Explicó el Rubio a los compañeros que llegaban a clase junto a él. Por desgracia, no le dio tiempo a explicarles el asunto de las pilas, ni cómo conseguirlas, puesto que habían llegado a clase, y entrado en ella. - Buenos días, chicas. - Saludó con su habitual buen humor a las gemelas, y después miró en dirección a la profesora, sin borrar esa sonrisa. - Buenos días, profesora Lovegood. - Tras aquel saludo, se llevó las manos al cuello, quitándose la palestina y dejándola sobre la mesa, mientras también se quitaba la mochila y dejándola junto a la silla.

Entonces se dio cuenta que aquella mañana no se había hecho la corbata. Mierda. No sé cómo se hace. Y miró a sus compañeros, esperando que alguno lo sacara de dudas o le echara un cable. Mientras, se quitó la corbata y la dejó sobre la mesa, mientras sacaba el libro y los enseres de escritura.

Aquella era una de las clases que Ithan consideraba más aburridas. Pero aun así, centró su atención en la profesora lo mejor que pudo, escuchando la lección y la explicación de esta. Dectattem. El conjuro que dijo Oliver sonaba más útil... Bueno, presta atención, Ithan.

Cuando la profesora terminó la explicación, miró a Arnold, sentado a su lado. - ¿Practicamos juntos? Deja la varita sobre la mesa... veamos... ¡Dectattem Varita! - Alzó la voz, y el conjuro salió más que bien, haciendo brillar la varita de Arnold con una bonita aura plateada. - ¡Mira, tío! Venga, prueba tu ahora. - Y dejó su varita sobre la mesa, cediéndole el turno al pelirrojo. Y estaba esperando a que Arnold practicara su conjuro, cuando alzó la mirada, observando su alrededor para ver cómo le iba a los demás.

Kelly entró en el aula por fin, el camino hasta la clase de Adivinación era habitualmente largo y la niña había querido desayunar rápido para no llegar tarde, puesto que se le habían pegado un poco las sábanas.

Entro y saludó a los compañeros que ya habían llegado – ¡Buenos días!- Dijo con mucho entusiasmo. Se había levantado de muy buen humor y había desayunado muy bien a pesar de haberse levantado tarde. Buscó con la mirada algún sitio libre donde poder sentarse pero como los que habían llegado ya estaban sentados por parejas escogió una mesa vacía a la espera de que algún compañero o compañera se sentase con ella cuando llegara.

Dejó sus cosas sobre la mesa y fue a levantarse para ir a hablar con las gemelas cuando vio que se acercaban a ella. Había estado dándole vueltas a un par de cosas aquella noche y quería comentárselo cuando las viera. Tras ultimar varios detalles volvieron a su mesa y Kelly empezó a preparar sus cosas para la clase. Puso su varita sobre la mesa y sacó el libro para ojear la lección que iban a dar aquel día a la espera de que alguien se sentase con ella.

Buenos días prfesora Lovegood. Se dirigió hacia ella antes de empezar la clase, para recordar las tareas no realizadas anteriormente. Creo que tengo que recuperar con usted un lunes por la tarde "Leg Magiem". Un compañero me ha ayudado a aprenderlo.

Posteriormente ojeó la sala y vio a Kelly sola. Se puso con ella. Hola Kelly. ¿Practicamos juntas? Kelly había puesto la varita sobre la mesa. Después de escuchar atentamente toda la explicación, venga, empiezo a ver qué tal me sale. Enya se concentró: ¡Dectattem Varita! La varita de Kelly empezó a titilar al principio y luego desprendió un aura anaranjada que daba sensación de calidez, algo muy apropiado para una persona tan amable como Kelly. ¡Qué guay! Venga, voy a ponerme el pelo morado. Se concentró y... Perfecto. Miró sus mechones y tenían un color morado berenjena. Ahora prueba tú. Enya dejó la varita encima de la mesa con una sonrisa de oreja a oreja. Hacía mucho que no podía lucirse delante de un profesor.

-Buenos días Enya- saludó cuando vio entrar a su compañera- Claro que si-respondió a la propuesta-Practiquemos juntas.

La clase dio comienzo y tras escuchar las instrucciones de la profesora empezó Enya con su encantamiento. Observó como la varita comenzaba a emitir un aura color anaranjado y se alegró al ver que el hechizo había sido un éxito  –Te ha salido genial- aplaudió. Y rió divertida al ver el pelo de su compañera tornarse morado. Admiraba la capacidad de Enya de cambiar a voluntad su aspecto.

-A ver que tal se me da- dijo cuando fue su turno, se preparo para lanzar su hechizo y dijo - Dectattem Varita- De pronto la varita comenzó a emitir un aura, lila al principio para ir tornándose en un color más violeta, a juego con el pelo de Enya. –¡Qué bien!- dijo contenta.

-Entonces los Muggles también saben hacer magia- Pensaba Arnold cuando entró en la clase junto a Ithan, el cual les había explicado lo que eran las linternas, y obviado que funcionaban a pilas. Aquello le daba que pensar, si los Muggles podían hacer magia como la de las linternas, que diferencias podían haber entre el mundo mágico y el mundo Muggle? Negó con la cabeza, mientras los demás iban tomando asiento. –Buenos días, Profesora.- Saludó, al tiempo que se dirigía a su sitio, junto al rubio.

Prestó atención a la profesora, en especial ante la explicación de que el conjuro podía servir para desvelar el conjuro Alarmir. –Nos esta incitando a que intentemos abrir sigilosamente el cofre de nuestros compañeros?- se preguntó, extrañado, mientras la profesora terminaba de explicar.

Ithan le dijo de probar juntos el conjuro. –Ten cuidado tío, no vayas a estropear la varita.- Le dijo al rubio, con una palmada en la espalda, antes de dejar la varita sobre la mesa, viendo las ganas de Ithan de hacer el conjuro. Cuando este lo realizó, se asombró de ver que su propia varita brillaba con aquel tono plateado. –eh, pues funciona y todo! Muy bien tio- Lo felicita, con una sonrisa, mientras recupera su varita. –Es mi turno, a ver que tal…- y espera a que Ithan coloque su varita sobre la mesa, antes de concentrarse, alzar la varita y tocando la que llacia sobre la mesa. –Dectattem Varita!- dijo, comprobando como a continuación la varita de Ithan empezaba a brillar con un tono plateado oscuro, que le recordó al brillo de la luna. –Je! Pues no es tan complicado!- dijo, animado, mientras esperaba a que el resto terminaran.

Jodidas escaleras...

Maxwell se sentía viejo. Tan viejo como un niño de once años puede sentirse, que no es mucho, aunque nadie sería capaz de convencerle de lo contrario si está empeñado. Había subido las escaleras pasito a pasito, mientras los demás niños lo sobrepasaban como si sus cuerpos, en lugar de carne y sangre y huesos, estuvieran hechos de tela y rellenos de plumas. Era un mal día para el muchacho, un mal día que empezaba con una clase de mierda.

Cuando llegó al aula, no tenía fuerzas para jadear. Se dejó caer en el primer asiento que encontró, y allí abrió el libro y saco la varita, mientras su trasero se escurría hasta que quedó en una postura indefinible, no tumbado, pero definitivamente tampoco sentado.

La profesora explicó el conjuro de esa semana: "Dectattem", capaz de hacer brillar los objetos mágicos. Bastante inútil, si era sincero, teniendo en cuenta que no debía haber nada en ese puto colegio que no fuera mágico. De hecho, si a alguien se le ocurría tocar el suelo y pronunciar "Dectattem Hogwarts", sin duda el resplandor sería tan intenso que los ojos de todos los habitantes del castillo estallarían en llamas y se fundirían.

No lo intentó, pues la perspectiva de moverse por las escaleras y pasillos sin ojos, mientras todos los demás hacían lo mismo parecía agotadora.

Se limitó a practicar varis veces, aburrido y cansado, hasta que consiguió realizar el conjuro.

Matt miró a Max, que parecía no estar muy animado, más bien aburrido. Hoy para Matt no era un mal día, pero comprendía a su compañero, a él estas clases tampoco le gustaban mucho... era más un hombre de conjuros de acción. No obstante, de todo había que aprender, así que se sentó con Maxwell.

-Dectattem Varita

El conjuro parecía simple, soso, hasta las palabras eran bobas. Por lo que no tuvo problemas para hacerlo. Por mucho que su mente estuviera distraída no falló un conjuro así de simple. Su varita, como la de muchos, brilló.

-Pues vaya- dijo sin demasiado entusiasmo.

Neil llegó a clase de los útlimos y se sentó en un pupitre un tanto apartado.

...nos dís dijo con voz fantasmal a sus compañeros y a la profesora.

Atendió con su máxima capacidad a la explicación de la profesora pero una gran parte de su mente se encontraba en otros lares. Este hechizo parece interesante, y seguro que es muy útil. Pensaba intentando así mantener la concentración aunque sin mucho éxito. Su mirada se posó en las gemelas y su mente pasó de la charla del desayuno, a Sara. Después a Daphne y a las gemelas otra vez. Neil soltó un sonoro suspiro con el que, de haberlo oído la profesora Lovegood, se habría dado cuenta de que sus pensamientos se habían ido de la clase hacía un rato. Por suerte la Profesora Lovegood no parecía de las que se enfadaba por esas cosas, pero nunca se sabía. Así que Neil se irguió y entre cerró los ojos para escuchar con atención el resto de la explicación.

No obstante, cuando se dio cuenta y logró centrarse sus amigos habían empezado ya a hacer los conjuros. Vio que Gabriela era la única que faltaba en el aula, así que se había quedado sin pareja para practicar el hechizo. Decidió levantarse y coger una silla para sentarse con las gemelas.

Lo siento profesora pero Gabriela no está, no tengo con quién practicas, ¿puedo sentarme con ellas?

Dicho esto, se encaminó hasta la mesa en la que las gemelas estaban juntas y las saludó con una amplia sonrisa. No había necesidad de decir mucho más pues acababan de estar juntos en el desayuno, así que apuntó a la varita de Orsolya y pronunció el hechizo.
Dectattem rozó con la punta de su varita la de la chica y esta zumbó y se iluminó como una bola de navidad con un tono rojizo, tal vez demostrando el alma guerrera de la tejón. ¡Vaya! Es asombroso, está claro que seréis grandes magas. Y, Neil hizo aquel cambio de tema brusco, como dando por hecho que era una transición de tema coherente y totalmente lógico, es más, que era lo que tocaba decir. ¿de verdad creéis que hago buena pareja con Sara? ¿Pensáis que la tengo que invitar...? Neil dejó la pregunta a medias, aunque había estado en susurros para no llamar la atención decidió callar cuando la varita de Erzsébet hizo algo extraño que captó su atención y la de todos los demás, algo había cambiado en la atmósfera de la clase.

La explosión resonó por todo el aula. Erzsébet tenía la cara llena de hollín como si hubiera quemado algo en sus propias narices. Tenía el pelo revuelto y sus manos estaban negras. Su cara parecía un poco descompuesta y tan solo podía escuchar lo que parecía ser un pitido muy agudo. Una de las gemelas había hecho explotar su varita, ésta se había partido por la mitad liberando una gran energía mágica que había alterado a todos.

Lovegood se acercó a la chica para contemplar si se podía hacer algo con ella o no. La tomó entre sus manos y se agachó para hablar con ella. No te preocupes Erzsébet. Yo me encargo. Luna se acercó a una de las ventanas del aula y comenzó a ulular varias veces en diferentes tonos. De pronto una gran lechuza blanca y enorme se posó en el quicio. Era la rapaz más grande que muchos habrían visto en su vida. Tomó la varita quebrada que le dio la profesora y tras escucharla de nuevo ulular, ésta se marchó volando para perderse entre las nubes.

¡Tenéis que tener mucho cuidado! Exclamó la profesora mirando a todos. Lo que le acaba de pasar a vuestra compañera os podría pasar a cualquiera de vosotros. Hay que lanzar los conjuros con precisión, confianza y determinación, y sobre todo con seguridad. Dijo mirando a la gemela. Si os pasa esto en un momento cumbre, podría suponeros la diferencia entre la vida y la muerte. Así que haced el favor de tener mucho cuidado y si a alguno se le vuelve a romper, que haga el favor de ponerse en contacto conmigo de inmediato. La mirada de Luna se perdió entre las nubes del exterior, mientras pensaba en su lechuza. Puppilendy se ha llevado la varita para que Ollivander la vea y trate de arreglarla. ¡Pero no es una tarea sencilla! Le llevará algunos días y no sé cuanto. Mientras tanto, podemos darte una varita de segunda mano o incluso puedes usar la de tu hermana. Pero ten cuidado, evita principalmente los conjuros de duelo y aquellos que no sean solo para ti misma, porque en cualquier caso podrían volverse contra ti. ¡Hay que ser un mago muy poderoso para poder usar las varitas de los demás sin sufrir las consecuencias!

Bien... dijo volviendo a mirar a toda la clase. Será mejor que terminemos la clase cuanto antes. Estaba claro que la profesora se quedó un poco preocupada por lo que había pasado. Así que prefirió puntuar sin más y terminar cuanto antes. Como es evidente, salvo la pequeña Erzsébet que le ha explotado la varita, los demás habéis hecho un excelente trabajo. ¡5 puntos para cada uno de vosotros! ¡En general, lo habéis hecho mejor que la semana pasada! Eso demuestra que tras estos meses os vais familiarizando con el colegio y con las clases. Me alegro mucho, la verdad. ¡Y especialmente por Kelly! ¡Ella ha hecho un trabajo excepcional con ese conjuro! ¡Por eso para ti van 50 estupendos puntos que le vendrán muy bien a Gryffindor!

¡Buen trabajo! Nos vemos esta noche en el baile.

Dice la profesora mientras empieza a recoger todo.