Partida Rol por web

Maxwell se tomó la situación con prodigiosa calma.

Desparramó la escoba, el libro y el estuche junto al material escolar de las gemelas, se desembarazó de la aparatosa túnica, que colgó en la rama baja de un árbol cercano, atravesada desde el cuello hasta el puño de una de las mangas, y de las zapatillas, y se acercó al agua.

Con los calcetines en los bolsillos y los pantalones remangados hasta las rodillas, como un pescador, se introdujo en el lago hasta que el agua le llegó a las rodillas, extendiendo por todo su cuerpo una agradable sensación de frescura.

Avanzado octubre, no era ya tiempo de nadar, pero todavía podía disfrutar de un relajante paseo por la zona menos profunda, mientras las ráfagas intermitentes del travieso céfiro le tiraban del pelo y le removían las ropas. La frustración y el malhumor se disolvían, saliendo de su cuerpo por los pies y mezclándose en el agua del lago, donde se dispersaban hasta desaparecer para siempre.

Ni siquiera se acordaba de la terrible mirada de la escoba cuando Matt avisó de su hallazgo. Habrá que ir, que para eso he venido…

El otro niño estaba arrodillado junto a un hoyo en el que varios ciempiés, a los que la palabra monstruosos les quedaba grande, que se retorcían y arremolinaban unos sobre otros, en una extravagante danza.

Tanto Matt como Orsolya ya tenían  sendos bichos en sus manos. Erszébet apunaba algo en sus papeles, y alguien que no había venido con ellos, Asterope, de Slytherin, observaba a los tres con simpatía, pero manteniendo cierta distancia con los bichos.

Max metió la mano en el hoyo y agarró uno de los ciempiés entre los dedos. Empezó a observarlo, pero su atención se desvió rápidamente hacia la conversación de las chicas.

—Hey —saludó a la chica pecosa, antes de dirigirse a todos—. Hace demasiado frío para meterse entero. Y cada día será peor, hasta la primavera…

El ciempiés, mientras tanto, se había escabullido de su agarre y se había metido bajo la manga de Maxwell. Sigilosamente, se arrastraba por el brazo del niño hacia un destino desconocido.

Árpád llegó sólo unos minutos más tarde que sus compañeros. Traía su mochila, pero ninguna escoba en la mano. Y en cuanto vio que la intención realmente era buscar ciempiés monstruosos un nudo se le hizo en estómago. Él era amigo de las aventuras, de llegar tarde por las noches y de meterse en líos. Pero aquello era distinto. Era peligroso.

Sin embargo todos los demás parecían estar más que dispuestos, y él no podía ser menos. Y más aún si había algún no-tejón. Y más todavía si era Asterope. Con calma, tratando de pensar en la mejor manera de hacerlo, dejó sus cosas junto a las de los otros y empezó a descalzarse. Luego se quitó los calcetines, se remangó los pantalones... Y una vez estuvieron remangados se los volvió a remangar otra vez, haciendo tiempo mientras se le caían, como si ese fuera el problema.

Entonces Matt los llamó y él suspiró con alivio. Al menos esos bichos no le pillarían a solas. Se acercó entonces a los demás y sólo entonces hizo un gesto de saludo a Asterope. Luego observó a los dos especímenes mientras se los iban pasando entre unos y otros. Aún así él se mantuvo un poco aparte, tomando notas sobre la forma de moverse del ciempiés o sobre cómo reaccionaba a que le acariciasen o le cogieran. Pero finalmente, cuando vio que uno de ellos se metía por la manga de Max sus ojos se abrieron con sorpresa, preocupado por su compañero. Sin pensar demasiado estiró la mano, desparramando sus utensilios de escritura, para agarrar al bicho y apartarlo corriendo. Sólo entonces, al darse cuenta de lo que estaba haciendo, lo dejó caer sobre el suelo en cualquier dirección, mientras él se apartaba hacia atrás de un salto.

Perfecto, acabo de quedar como un gallina, fue lo único que pensó mientras empezaba a ruborizarse más y más.

Por mucho tiempo que los viera le seguían pareciendo bichos. Y para colmo las gemelas querían tenerlos de mascota... Orsolya incluso le ofreció uno a él mismo.

Entonces le vino a la mente una posible imagen futura. Él estaba durmiendo después de un duro día de clases, durmiendo plácidamente sin hacer daño a nadie. De repente, un ciempiés se sube a la cama, caminando con esa forma tan característica suya mientras parece que busca a Matt del cual está cada vez más cerca. De repente, el animal se abraza al chico, pero no es un abrazo normal, se enrosca cerca del cuello. Cuando quiere chillar un aguijón es clavado en su pecho.  Pronto el insecto tendría algo nuevo que meterse a la boca.

-Esto... mejor no- dijo escurriendo el bulto- creo que... que os han cogido cariño a las dos. Podéis quedároslos.

Esperaba que no le dieran más la vara, porque ni loco metería una cosa de esas en su cuarto. Además, no sabía si los profesores les dejarían tener ese tipo de "mascotas" y pasaba de jugársela por un bicho.

Asterope miraba a los afanosos tejones trabajar con los ciempiés.

-No, no, nada como el trabajo de campo, está claro –respondió a Erzsébet, con cierto disgusto ante la visión de esos gusanos con patas. Cuando Orsolya empezó a acariciar uno, quiso pasarse una semana entera lavándose sus propias manos. La chica era muy aprensiva con estos temas.

Las gemelas trataban con ellos con total naturalidad, como si de dulces gatitos se trataran. ¡Incluso hablaban de llevárselos como mascotas!- No creo que sirvieran ni para alimentar a Hefesto. Seguramente si los comes acabes envenenado –No tenía ni idea de por qué había dicho esa frase, pero nada más la acabó le dieron ganas de escupir ante la sola idea de que su búho se los tragara.

Uno de ellos se metió en la manga de Max, sin que el chico se inmutara. ¿Adónde iría ahora? ¿Se le colaría por la espalda? Un escalofrío le recorrió la suya de arriba abajo y vuelta de abajo arriba. Pero el bicho no llegó muy lejos. En un abrir y cerrar de ojos, Árpád lo cogió y lo lanzó por los aires mientras se apartaba con asco. A Asterope le alegró comprobar que no era la única que tenía miedo a esos animales. Ya empezaba a pensar que era rarita.

Por desgracia, el ciempiés cayó a los pies de la Slytherin. En cuanto lo vio, la niña levantó las manos, para alejarlas lo máximo posible del suelo, pegó un gritito agudo que sonaba como a "¡Iiiiih!" y retrocedió un par de pasos. El bicho salió corriendo hasta meterse debajo de otra piedra. La pequeña respiró y miró a los demás, con cara que mostraba en parte repulsión y en parte vergüenza.

-Es que me dan asco... –se excusó. Miró a Árpád, que se había ruborizado tras mostrar su miedo, y señaló al pergamino escrito del tejón:- Yo también me dedicaría solo a tomar apuntes mientras los miro de lejos.

Giró la cabeza hacia el castillo, pero aún seguía sin haber rastro de Linc. Quizás había decidido no aparecer... 

Pues nos tendremos que meter, contestó Erzsébet a Maxwell. Volvió a mojar la pluma en el tarro de tinta y con la puntita de la lengua sobresaliendo por sus labios, escribió como pudo sobre el pergamino colocado sobre sus rodillas. Se nos ocurría que esta tarde podríamos llevar las barcas al centro y buscar al calamar gigante por allí, comentaba como si nada mientras se peleaba con las letras mal escritas de su pergamino.

¿Estás seguro? quiso asegurarse Orsolya cuando Matthew rechazó quedarse con uno de ellos. ¡Como quieras! Pues nos los quedamos, decidió, mirando a su hermana. Erzsébet confirmó sus palabras con una sonrisa y un asentimiento frenético.

¿Hefesto? ¿Tu hermano?, aventuró Erzsébet. Pues también podríamos llevarlos a la cocina y ver si los elfos conocen alguna receta con ciempiés monstruosos, ¿como creéis que sabrán?, comentó la pequeña. Su estomago gruñó y empezó a salivar.

Seguro que como el marisco, contestó Orsolya mientras siguió con la inspección de su nueva mascota y se aseguraba que la segunda no se iba demasiado lejos.

Se rieron entonces cuando el tercer ciempiés decidió foisgonear bajo la ropa de Max, volar gracias a ser impelido por Árpád y ejercer su papel de asusta-chicas con Asterope.

Con este tamaño seguro que no son demasiados peligrosos, concedió Orsolya, que conocía bastante de las criaturas y animales mágicos, al menos bastante más que su hermana. Según sé algunas magas viejas usan a estas cositas, dijo tratando de hacerle cosquillas al que tenía entre manos, para hincharse los labios y parecer payasos.

Bueno, acabó Erzsébet, cerrando su bote de tinta, secando la pluma y guardando todo. Habrá que buscarles una nueva casa.

Vació la mochila de Orsolya, trasvasando todo lo que contenía a su propia mochila. Se vieron un par de libros, piedras, palos, utensilios de escritura, un sapo viejo y varias cosas más que no deberían llevarse en una mochila de clase. Acercó la casa improvisada hasta su hermana y entre las dos, metieron ahí a sus nuevas mascotas. Los nombres ya los tenían más que claros.

Abracitos, bautizó Orsolya al suyo. Retortijones, nombró Erzsébet al propio.

Veamos cuanto crecen en mes y medio que falta para entregar la redacción, propuso Orsolya. Cuando queráis verles, los sacamos. Ahora habrá que investigar qué comen y qué costumbres tienen.

Lincoln llegó exhausto, se había pegado la carrera mas larga de su vida, desde la clase de DCAM hasta el Lago, y sin parar de sprintar, todo por llegar a tiempo para poder ver a Asterope, al fin y al cabo, por culpa de la pelea contra Noah, había perdido casi todo el rato que tenía libre y pronto habría que volver al comedor "Maldito Noah... me ha hecho perder el tiempo inútilmente... al menos se ha llevado un par de hechizos con él e Ithan a respondido como me esperaba jeje" Pensaba mientras buscaba con la mirada a Aste, hasta que finalmente la encontró... rodeada de Hufflepuff "Mierda... los Huffies, que asco, y ella con ellos... joder" Se rascó un momento la cabeza pensativo, sin saber si acercarse a saludarles o no, y finalmente se decidió, no iba a acercarse a ellos así que gritó -¡Asterope!- Dijo alzando una mano, para acto seguido indicarle que se iba hacia la orilla del Lago, en el sitio donde siempre se sentaban ellos dos.

-¿Hefesto, mi hermano? No, no. Es mi búho real. –Aunque lo consideraba parte de su familia, el animal no tenía relación sanguínea con la pequeña-. Si yo soy hija única, ¿recordáis? Os lo conté el día que estuvimos en el puente –Qué cabeza tenían esas dos. Asterope recordaba perfectamente que las gemelas tenían otros dos hermanos: Uno pequeño y el otro mayor, Mircea, al que, por suerte, hacía tiempo que no veía.

Escuchó los nombres que les daban las gemelas a sus nuevos "amigos". Miró a Orsolya y dijo:- Hmmm... No sé si ese bicho será tan cariñoso –Luego se giró hacia Erzsébet:- Tu elección me parece más... –Pensó en todas las posibles consecuencias que podrías tener si te comieras esos bichos- ...acertada, sin duda.

Iba a decirles algo más al resto, pero justo entonces escuchó su nombre en la distancia. Se giró y vio a Linc haciéndole un gesto. Entendió lo que quería decir. De hecho, ella había pensado lo mismo: Que lo mejor sería alejarse un poco de la zona donde estaban los tejones. De esa forma, podrían hablar con más tranquilidad.

Antes de seguir a su amigo, se despidió de los Hufflepuff:- Bueno, yo había quedado, así que no os molesto más. Espero que os vaya bien. ¡Hasta luego!

Y se fue en dirección a la orilla, a unos cuantos metros más allá, donde estaba esperando la culebrilla.

Asterope se acercó a Linc. Cuando estuvo a su lado, no supo qué hacer. Tenía la varita en la mano, así que la guardó rápidamente, como señal de que venía en son de paz y de que no pensaba volver a utilizarla contra él... A menos que él lo hiciera, claro. Se sentó en la orilla, con las piernas cruzadas.

–Hola. Me alegra que hayas venido-. Se quedó callada, porque no sabía qué más decir. Se escuchaban de lejos las voces de los tejones, que seguían trabajando. Mientras pensaba qué decir, jugueteaba con la media rota, tirando de los hilos sueltos que colgaban.

Miró entonces a Linc, pero al cabo de un segundo no pudo aguantar y bajó los ojos a la hierba- Quiero... Quiero que hablemos de lo del otro día. Esta semana he pensado mucho en ti... o sea... en lo que pasó, vamos –Se corrigió sonrojándose. Después de lo que Ithan y Kendra le dijeron, tendría que medir bien sus palabras para que no hubiera malentendidos. Aunque no sabía si creerlo, era mejor prevenir-. Creo que ya basta, ¿no? Lo de estar así, enfadados, digo.

Estuvo unos segundos callada hasta que siguió hablando-. Linc, la verdad es que no sé qué problema tienes con que sea amiga de los de Hufflepuff –Dirigió su mirada hacia el grupo que acababa de dejar-. Son niños muy simpáticos y listos. A mí me da igual que hables con unos o con otros, aunque me caigan mal. Esperaba que tú, como amigo mío, hicieras lo mismo. Y que tuvieras un poco de respeto a gente que no te ha hecho nada.

Hablaba sin levantar la voz y con tono amable. No quería parecer enfadada, solo explicárselo todo bien-. De hecho, yo me he portado peor contigo; te lancé un Agotattem con todo el odio del mundo y aquí estás. Pero ¿ellos? Nunca te han hecho nada malo. Quiero a Slytherin como a mi propia familia –Y lo dijo con un toque de orgullo muy propio en ella, que tenía siempre que hablaba de su casa-. Pero esa rivalidad tan fea es ridícula. Una cosa es que luchemos por la Copa y otra que luchemos entre nosotros. Todas ellas han dado excelentes y pésimos magos –Era cierto que la pequeña se había metido con las águilas no hacía mucho; pero no porque los odiara por ser de Ravenclaw, sino porque esos niños simpáticos, lo que se dice simpáticos, no eran.

-Y eso de que no me preocupo por ti... Sabes que es mentira. Siempre que te ha pasado algo te he preguntado y he estado ahí, ¿o no? –Su voz seguía siendo calmada, pero lo miró con ojos algo ofendidos al recordar las palabras del chico-. Y eso en mí sí que es raro. Pero lo he hecho porque eres el primer amigo que he tenido nunca y, a pesar de todo, me caes bien.

Lincoln estaba sentado en la roca mirando el Lago cuando Aste finalmente se aceró a él, sonrió al ver como guardaba la varita y él hizo lo mismo, la tenía oculta en su manga, pero no quería llevarse el golpe del otro día. Escuchó todo lo que tenía que decirle sin haciendo sus tipicos cambios de cara, cuando habló de los Huffies levantó la ceja, cuando le dijo que no tenían que estar enfadados y que ella se había preocupado por él, bajaba la mirada pero cuando acabó de hablar le tocaba a él explicarle, ella había mantenido la calma, Linc lo intentaría.

-Aste, yo... "Te he echado de menos" bueno he ido pensando un poco en ésto, sí...- Intentó evitar que se le notara ni una pizca de sus sentimientos, durante ésta semana había evitado a su compañera todo lo que había podido y mas y se la había sacado de la cabeza finalmente, pero le faltaba algo y al verla de nuevo... volvía a sentirse bien, a gusto y en calma como antes de todo ésto.

-A ver, yo lo que quería decirte es que estás por encima de ellos- Se giró hacia los Huffies -¡Pero miralos, ostia! Si a saber que coño hacen en el suelo- Se dio cuenta de como hablaba y se calmó de nuevo -Bueno, es decir, no soy nadie para decirte si puedes hablar o no y eso...- En realidad lo que Linc no quería era perderla pero no sabía como decirle esas palabras, suspiró un momento y continuó -Lo importante, por lo que he venido, siento haberte dicho lo que te dije, claro que eres una Slytherin, y una de las buenas jeje, me hiciste volar y caer de cuello al suelo- Sonrió para quitar importancia a lo que le pasó y volvió a mirar al Lago -No se... te... Te echo de menos...- Finalmente se atrevió, pero lo dijo tan y tan bajo que era imposible que lo hubiera escuchado Asterope.

Asterope suspiró tranquila. No solo había conseguido decir lo que tenía en la cabeza, sino que Linc parecía estar más calmado que la semana anterior y se lo estaba tomado todo bastante bien.

Sonrió amablemente cuando le dijo que estaba por encima de ellos:- Gracias, pero los Hufflepuff y yo estamos todos al mismo nivel. Ahora están haciendo el trabajo de Criaturas Mágicas. Están buscando ciempiés de esos para escribir sobre ellos. Se esfuerzan un montón, ¿ves? Hay más gente en Slytherin que sí que no merece estar aquí –Su pensamiento se fue directamente a Anthony, sin duda alguna-. Es verdad que en nuestra primera clase, cuando montaron ese alboroto con la profesora Green, pensé que estaban asalvajados. Pero luego los conocí y vi que estaba equivocada.

Le animó escucharle hablar y rectificar todo lo que le había soltado hacía una semana. Por fin las cosas volvían a su cauce:- Yo también siento haberte atacado. Me enfadé mucho y no pude controlarme. Espero que no te hicieras mucho daño al caer... –Recordó que había salido corriendo de ahí sin quedarse a ver el resultado de su Agotattem. El hechizo no era doloroso, pero la caída podría hacer bastante daño. O eso suponía ella, porque, en realidad, nunca lo había sentido: Siempre había conseguido librarse de todos los que le habían lanzado-. Te juro que no volveré a hacerlo a menos que me des permiso.

Por último, Linc le dijo algo, pero, bajó tanto el volumen de su voz, que Asterope no lo oyó bien e incluso pensó que estaba murmurándose cosas a sí mismo.

Lincoln se echó a reir con lo que le dijo su compañera -¡NO! No tienes permiso jajaja- Se levantó y se quitó la túnica, dejando su varita en el bolsillo del pantalón -La verdad es que ha sido una semana larga, ni las clases ni los ratos libres son lo mismo sin ti jaja- Sonrió a su amiga rascándose la cabeza, éste era el Linc que jamás mostraría a otra persona que no fuera ésta chica, no sabía porque, pero solo le salía ser así con ella, y recordando las palabras de Adolf "Lo importante no es ser duro con la gente enano, lo importante es saber querer a los que tienes cerca", en ese momento no las entendió, pero por un segundo hasta pensó que Adolf no era idiota del todo "Igual no es tan tonto como me ha hecho creer..."

Se acercó caminando a Asterope, poco a poco, con el corazón a 1000 y finalmente la abrazó, la abrazó con muchísima fuerza, pero sin llegar a hacerle daño, mas bien mostró un cariño que no había mostrado nunca -Te he echado de menos- Finalmente se lo dijo, en voz baja pero clara, estaba a gusto y aunque no le gustaban ni los Huffies, ni ninguna otra casa que no fuera Slytherin, le gustaba menos perderla.

Cuando Linc la abrazó, sintió toda la presión y la tristeza que había tenido esa semana desaparecer al instante. ¡Cómo son los niños! Mientras que los adultos guardaban sus enfados durante meses e incuso años, rencorosos como ellos solos, los niños eran muy diferentes. Esos sentimientos eran mucho más fuertes en los pequeños, pero se les pasaba más rápido. No tenían más que firmar la paz y ser amigos de nuevo.

Asterope había deseado un abrazo de su irresponsable madre durante todos esos días. Su madre no estaba; pero el abrazo lo había conseguido. Así que lo aprovechó bien. ¡Quién sabía cuándo volvería a querer uno! Ella se lo devolvió con fuerza. Quizás más de la que debería. Pero estaba demasiado feliz como para contenerse.

Cuando se soltaron, le dijo, casi a gritos por esa felicidad:- ¡Yo a ti también te he echado de menos, tonto! ¡¿Tienes idea de lo que me he aburrido sin ti?! –Le dio un golpecito cariñoso en el brazo-. ¡No me lo vuelvas a hacer nunca!

Entonces, tan rápido como se había llenado de emoción, se calmó. Sonriendo, volvió a sentarse mientras miraba al lago-. Bueno, ahora que ya estamos bien, cuéntame qué has hecho esta semana. Yo he estado sobre todo con Kendra. ¡Es tan maja! Me ha ayudado un montón. Ella e Ithan, que el pobre ha tenido que aguantarme bastante.

Se preguntaba si Linc habría hablado de su pelea con alguien. ¿A quién más tenía su amigo? Trataba con poca gente y era una pena. Con unas cuantas personas más a su alrededor podría suavizar el odio que sentía hacia gran parte del colegio.

Lincoln se sonrojó de golpe, no se daba ni cuenta del abrazo que le estaba dando hasta que ella le abrazó a él también, estaba a punto de soltarse por la vergüenza que sentía de golpe cuando Asterope empezó a regañarle "Ahora... no entiendo nada" Levantó una ceja mientras se alejaba paso a paso de ella hasta que finalmente vio su sonrisa, a la que Linc contestó de igual manera -Mira que eres exagerada eh... Jajajaja- No pudo evitar echarse a reír para quitar los nervios que sentía del momento y se sentó junto a ella frente al Lago.

"¿Que he hecho ésta semana? La verdad es que nada y menos..." Pensaba Lincoln mientras miraba que decirle -Pues la verdad es que he estado con unos compañeros de primero, de nuestra casa, y con Ithan, lo he visto un par de veces y antes, cuando ha acabado la clase de los Gryffindor, que por cierto, el idiota de Noah me ha atacado por la espalda- Se dio cuenta de que Aste no estaba en ese momento y empezó a contarle lo ocurrido riendose -Sí, como lo oyes, el muy cobarde me ha atacado, pero al no verle no he podido defenderme, lo que me ha sorprendido es que Ithan se ha colocado delante del ataque y ha recibido el golpe él, luego hemos hecho un "muy" buen ataque en equipo, la verdad... Nos hemos lanzado contra él y le hemos dejado por los suelos delante de todos, enserio, siempre creí que Gryffindor era la casa del valor... y aquí solo he visto cobardía... Por suerte Ithan no es como ellos, y eso me gusta jaja es un buen tío- Linc nunca admitiría que su mejor amigo era un Gryffindor, pero ya había hecho mucho admitiendo que le salvó y que le caía bien.

Lincoln se acercó mas a su compañera y se estiró a su lado mirando el cielo -¿Volverás a sentarte a mi lado en clase?- preguntó un poco mas serio.

La niña se sorprendió cuando Linc le contó que había estado con unos compañeros de primero. ¿En serio?, pensó extrañada, aunque por fuera no lo mostraba. Pero si no le caen bien ni Aiden ni Anthony... Bueno, ella tampoco era nadie para no creerle. Quizás había pasado un tiempo con ellos de verdad, esos días que había estado solo.

Asterope, mientras escuchaba las aventuras de Linc en clase, puso cara de indignación-. ¿Noah? Es al que odia Cassius, ¿verdad? –Se acordaba de que su amigo lo había estado atacando durante DCAM y la pequeña había notado que no le caía muy bien. ¡Pero lo que hizo el chico ese era horrible! ¡Atacarlo así sin motivo!- No, si al final Cass tenía razón... ¡Será idiota! ¿Por qué te ha atacado?

Puede que fuera porque acababa de hacer las paces con su amigo y, entonces, cualquier afrenta contra él le parecía mil veces peor de lo que era; pero en ese momento odiaba a ese tal Noah-. ¡Ithan sí que es un buen amigo! ¿Hizo eso contra alguien de su propia casa? ¡Bien por él! Y eso no tiene que ver con que Noah sea Gryffindor, sino con que es idiota y punto. Me alegro de que le hayáis dado una lección.

No podía creer que ese chico mayor hubiera atacado a alumnos de primero-. No sé quién es peor, si Noah o el asqueroso ese que va llamando a las chicas "morenaza" y "princesa". ¿Le oíste en clase? Joey creo que es –Se le revolvía el estómago solo de recordarlo-. ¿Ves? A esto me refería antes. Hay estúpidos en todos los sitios, pero también gente genial, como Ithan. Solo hay que conocerlos y aprender a separar a los útiles de los inútiles.

Se relajó un poco cuando Linc cambió de tema. Y, por supuesto, le sorprendió la pregunta que le hizo:- Pues claro que podemos sentarnos juntos. ¡Eso lo daba por hecho! Además, si no te sientas conmigo, ¿cómo voy a poder protegerte de los abusones como Noah? –le dijo divertida.

-¡Y ahora tenemos vuelo después de comer! Tengo ganas de sacar la Nimbus 2001 de mi abuelo. Estará la pobre cogiendo polvo en mi habitación –Después de una semana tan tensa, dar unas vueltas por el aire le vendría fenomenal-.Tenemos que acordarnos de ir a buscar nuestras escobas antes de ir a clase, ¿vale? No se nos olvide.

Lincoln escuchó tranquilamente a su compañera mientras hablaba de lo ocurrido con Noah, la verdad es que le sorprendió que le apoyara así y odiara al otro pero sonrió cuando hablo de Joey -Jaja, a mi me gusta, tiene su gracia la forma de hablar de ése chico, es un inútil en toda regla, eso si y muy fácil de provocar por lo visto- Estaba claro que ya planeaba algo malo, algo realmente malo para los de segundo de Gryffindor y pronto actuaría, sabía que si lo quería hacer tendría el apoyo de Cassius y posiblemente de Ithan.

-Y sí, Ithan es diferente y él me cae... mejor que los demás- No iba a decir que un Gryffindor le caía bien ni de broma -Pero bueno, lo dicho, los demás no son él, es de los pocos que puede caerme... mejor- Se incorporó hasta quedar sentado al lado de ella justo cuando le dijo que le iba a defender de Noah y la agarró con el brazo a través del cuello, pero sin hacer daño -Aiiiiiixxxx Asteeeee, si soy yo el que te tendrá que defender a ti mujer, que tienes mas mala leche que los demás jajajajaja- Se echó a reir y la mantuvo ahí, entre su brazo izquierdo y pecho riendose - Pues sí, tenemos vuelo jaja, por fin, tengo ganas de empezar esa clase, ojalá nos toque con los de segundo, van a flipar esos...- Recordó como era Asterope y mejor no soltar una palabrota -Gryffindor... ésos Gryffindor, si- La soltó esperando que no se enfadara con él y le sonrió como no lo había hecho desde hacía unas semanas.

-Dime, de que has estado hablando con Kendra éstos días- Hizo una leve pausa -Está claro que de mi en algún momento jajaja, porque me ha dirigido un par de miradas durante la semana que casi me mata sin sacar la varita... Jajaja, pobre Ithan...-

Cuando Linc le contó su opinión sobre Joey, Asterope lo miró con cara incrédula:- ¿Que te hace gracia su forma de hablar? ¡Es asqueroso! Si me llamas así alguna vez, te dejo de hablar de por vida... –Lo dijo con señalándole con un dedo amenazador, aunque con tono de broma-. Nah, no lo haría, ¡pero que no se te ocurra!

- Ithan es un chico majísimo. Pero seguro que si conocieras a otros también te caerían bien. No digo Noah o Joey, pero hay más gente simpática por ahí –Cuando le pasó el brazo alrededor del cuello, se quedó ahí apoyada mientras miraba al lago. Intentó levantarse casi al instante cuando Linc soltó que tenía mala leche, pero el chico la tenía bien sujeta; así que, en su lugar, le dio un manotazo suave en la pierna y le dijo con tono de falsa indignación:-  ¿Perdona? ¿Yo? ¡Pero qué va! Si yo tengo mucha paciencia y no me gustan las peleas. Vale que a ti sí te ataqué, pero fue porque me sacaste de mis casillas. Culpa tuya, señor Siral.

-No creo que nos toque con los de segundo. Nuestra clase es para principiantes, porque habrá gente que no sepa volar –Se quedó pensando que las gemelas tenían razón. ¿Cómo era posible que los profesores no les hubieran dejado usar la escoba hasta ahora? Aunque hubiera gente novata, algunos ya tenían experiencia. Ella habría dado cualquier cosa por despejarse un rato lejos del suelo.

Se incorporó para contestarle a su pregunta. Se sentó sobre sus piernas, con las rodillas apoyadas en el suelo. Era un buen ejemplo del aguante de la pequeña al dolor que no se quejara por que la tierra se colaba en su herida-. Hmmm... Pues sí, hemos hablado de ti –Obviamente, no le contaría todo lo que habían dicho sobre Linc; había algún tema que no quería tratar-. Tampoco te ha mirado tan mal. Lo justo. Y de "pobre Ithan" nada, monada. Que ella, aunque parezca un basilisco, es muy maja. Lo que pasa es que tú tienes una facilidad para hacer amigos... –añadió divertida-. También comentamos lo de vuestra apuesta. Estamos deseando todos saber cómo acaba. E Ithan nos invitó a Kendra y a mí a comer en su mesa, aunque creo que iba más para Kendra que para mí. Lo que pasa es que como yo estaba ahí, pues fue educado y me lo dijo a mí también. 

Se quedó pensando un poco más de qué otras cosas habían hablado-. ¡Ah, sí! Y de Anthony, claro... Nos lo pasamos bien metiéndonos con él. ¡Es tan tonto y vago! Él sí que no se merece estar aquí.

Las pequeñas se despidieron de Asterope. Qué niña más maja, decidieron las dos. Aunque en realidad ya lo sabían, era bueno ver que algunas cosas nunca cambiaban.

Sigue llevando la media rota, susurró Orsolya a Erzsébet.

Sí, a lo mejor le gusta así, decidió creer Erzsébet. ¿Recuerdas las ropas que llevaban las góticas de principios de siglo?

Ah sí, de la guía de estilo muggle para autoestopistas intermágicos, confirmó Orsolya. Pues a lo mejor le gusta llevar cosas rotas.

Cuando finalmente se volvieron hacia Árpád, Matthew y Maxwell, abarcando al trío con la mirada, volvieron a fijarse en la mochila donde los dos ciempiés se alojaban. Dado que aún lentos sobre su miríada de patas, los ciempiés parecían mucho más vivos que el resto de tejones, las niñas decidieron que aquellos dos bichejos se convirtieran en sus nuevos compañeros de aventuras.

Hasta luego, se despidieron, según levantaban la mano e iban a la piedra donde habían dejado todo su material. Cogiendo las zapatos en las manos, aferrando la escoba y colgándose las mochilas, se dirigieron descalzas al dormitorio.

Linc se puso a reir cuando su amiga hablo de la manera de ser de Joey y le amenazó con no hablarle mas si lo hacía él también, a lo que Linc le contestó amablemente -Jajaja Morenaza por favor... no me digas eso que me destrozas...- Se preparó por si se llevaba un golpe por parte de Aste y continuó hablando como si nada.

Seguían ahí sentados cuando apareció el tema de Ithan "Sí que es majo... pero no me apetece conocer a otras casas, con él tengo de sobras, el resto me parecen inútiles" -Sí, Ithan es majo "Aunque lo negaré siempre", pero los demás me parecen inútiles, especialmente los Huffies- Miró a Asterope rápidamente -Lo siento, pero es la verdad jaja- sonrió para quitarle peso a sus palabras y cambió rápidamente de tema -Aste, me hiciste volar y caer de cuello, me tiré dos días con dolores... Enserio, eres la que tienes mas mala leche y lo sabes jajajaja aunque Kendra está cerca...- Al hablar de Kendra se paró un segundo y miró a su amiga -Tu la conoces mejor, no se que pensar de ella, hay veces que se le ve seca y calculadora y otras que es maja y simpática... no se que pensar, enserio.-

Pasaron las horas hablando hasta que salió el tema de la apuesta -Jajaja ganaré seguro y ¿Os ha invitado a ir? Mmmm, conozco a Ithan, no creo que lo haya hecho por quedar bien, si te ha invitado es porque realmente quería invitarte a ti tambien- La sonrisa no se le iba al chico, desde que habían hecho las paces estaba así, siguieron hablando sobre muchos mas temas, Anthony, la semana, pero finalmente Linc se levantó estirandose -Aaaaaaix... ¿Vamos tirando?- Preguntó sonriendo -¿Tenemos que coger las escobas no?- se colocó la túnica y alargó la mano extendiéndosela a Asterope, si ella quería ir de la mano él no se la apartaría, si solamente quería levantarse, no diría nada.
 

La mirada de odio que le dedicó a su amigo no tenía nada que envidiar a las de Kendra:- Y más que te destrozaré si vuelves a llamarme morenaza... –A la chica se le escuchaban pocas amenazas, incluso de broma, pero era lo que tenía la confianza.

-No puedes decir que son inútiles si no los conoces. Yo he tratado con algunos y son niños muy inteligentes y curiosos –No quería enfadarse con él, así que no dejó que ese comentario le afectara. De hecho, siguió sonriéndole como antes. Pero intentaría que, aunque no le cayeran bien, al menos dejara de insultarles cada minuto.

Se sintió un poco mal cuando Linc le dijo que había estado dolorido un par de días por su Agotattem:- Jo, lo siento. ¡Pero reconoce que un poco te lo merecías! La próxima vez... porque habrá próxima vez –le dijo riendo- ...intentaré que caigas en blando –Reflexionó sobre su opinión de Kendra-. Bueno, eso pensaba yo al principio, que era un poco borde y "mala" –dijo esta última palabra haciendo las comillas con las manos-. Pero, en realidad, yo creo que era así porque nunca había tenido amigos, como yo –En ese sentido, se relacionaba mucho con ella. Asterope al principio tampoco era muy sociable, aunque lo expresaba de forma diferente a Kendra-. Es una chica muy simpática, solo que si te metes con ella, pues tiene su genio.

-Yo espero que ganes. Aunque sería gracioso verte con las túnicas de Gryffindor, qué quieres que te diga. Y no sé si iría a comer con ellos. No conozco a nadie en su casa, aparte de a él. Estaría incomodísima. Mejor que se venga él a la nuestra.

Disfrutó mucho de ese rato con su amigo. Cuando le empezó a entrar el hambre, miró la hora. En breve ya servirían la comida. Justo entonces Linc propuso ir a coger las escobas:- Sí, vamos yendo a las mazmorras a cogerlas –Se ayudó a levantarse con la mano de Linc. Se colocó la mochila y fueron caminando hacia el castillo. No siguió cogiéndole de la mano, pues seguía teniendo en la cabeza el secreto que le confesaron Ithan y Kendra; pero se le notaba más apegada a él que antes, probablemente de lo contenta que estaba de haber recuperado su amistad.

El contacto repentino estuvo a punto de activar su brazo como un resorte. Pero los viejos instintos se habían dulcificado durante las tranquilas semanas pasadas en Hogwarts, y lo único que alcanzó a mover fue el cuello. Vio cómo Árpád sujetaba el ciempiés entre los dedos, y cómo, al darse cuenta de lo que estaba haciendo, lo dejó caer al suelo y se apartó de un salto.

—Gracias, tío. Ni puta cuenta me había dado —explicó.

El maldito bicho se le había escapado de la mano y había trepado por su brazo. El otro niño se había dado cuenta y se lo había quitado. Una demostración de valor, teniendo en cuenta el pavor que parecía tenerle a los ciempiés. Maxwell era lo bastante maduro como para entender que meter las manos en el agujero de ciempiés venenosos era más imprudencia y temeridad que valentía. El coraje se demostraba haciendo lo que daba miedo. Es difícil ser valiente cuando no tienes miedo a casi nada.

La chica de Slytherin se fue con su compañero de casa, y las gemelas se largaron de allí, dejando a los chicos Hufflepuff solos en la orilla del lago. Maxwell aprovechó la calma para dar otro paseo con el agua hasta las rodillas, y dejar a continuación que sus pies terminaran de secarse al aire libre, tumbado sobre la hierba seca.

—Me voy a comer —anunció al fin, colocándose la ropa de forma menos que más decente después de ponerse en pie de un brinco—. ¿Venís u os quedáis un rato más?