Partida Rol por web

Gwen, al cabo de un rato salió de entre unas estanterías con un libro peludo que estaba atado con una cuerda y se removía entre los brazos de la pelirroja de vez en cuando, como si fuera un animal salvaje enjaulado y deseoso de liberarse para morder a la primera presa que se topase en su camino.

Se acercó a la bibliotecaria y le pidió permiso para sacar el libro de la biblioteca, la mujer le dio un par de consejos para "leer" aquel ejemplar y le permitió salir de la biblioteca después de anotarla en su registro de entradas y salidas.

Tras tomar varias notas, al cabo de una hora y media, Joey miró el reloj y decidió que lo mejor era dejarlo para mañana. Cerró el libro, lo devolvió a la estantería y salió de la biblioteca.

Sam odiaba a todo el mundo, y le gustaría prender la biblioteca. Le divertiría quemar todos los libros que allí estaban, pero se contuvo. Tenía otras formas de pasárselo bien.

Se fue a los pasillos en los que había estado el día anterior y empezó a rebuscar para encontrar datos sobre los licántropos.

Una vez terminado su trabajo de investigación, Sam cerró el libro con brusquedad y salió de la biblioteca dando pasos largos.

Oliver entró en la biblioteca y buscó un sitio que le gustara, aprovechando que a aquella hora casi todo el mundo estaba estudiando y practicando para sus recuperaciones.

Dejó sus cosas sobre la mesa y se acercó entonces a la estantería, buscando un tomo que hablara sobre los hombres lobo. Una vez se hizo con él, se sentó en la mesa y comenzo a leer, en busca de información de utilidad.

Oliver alzo la cabeza en cuanto escucho que alguien entraba en la Biblioteca. Y su sonrisa iluminó su rostro cuando se dio cuenta de quien era la persona en cuestión:

-¡Ardeen, aquí!- exclamó, en voz baja, para que no lo pillaran- ¿Dónde estabas? No te he visto antes...- añadió, haciéndole hueco a la chica en su mesa, tras apartar sus libros.

Hola Oliver, me alegro de verte. Llevo todo el día pensando en mis cosas...- dijo sin más y se encogió de hombros. ¿has hecho el trabajo de los cienpies? Es que yo no y tengo que buscar información. Luego podríamos buscar a alguien que nos enseñe otro conjuro ¿tú qué estás haciendo?
Dicho esto, Ardeen se levantó y se puso a buscar información sobre los ciempiés entre todos los libros de la biblioteca

-Yo he venido a terminar el de los licántropos... El de los ciempiés ya lo tengo... pero si quieres te ayudo... - se ofreció entonces, con una sonrisa. Y, cuando le dijo que llevaba todo el dia pensando en sus cosas la miró, extrañado- Pero estás bien... ¿no? Si te pasa algo, dimelo, ¿Eh? - se preocupó por su amiga, mirándola ahora, con el ceño ligeramente fruncido. Y dejó entonces que buscara la información que necesitaba, esperando no molestarla mientras tanto.

Después de pasarse por la enfermería, había ido a mirar en la lechucería, donde Ferenc le recibió con alborozo; la sala común, donde por fin vio la lista de recuperaciones y el gran comedor, que aún se hallaba vacío y no tardaría en empezar a llenarse, cuyas mesas no tardarían en rebosar de platos navideños para una penúltima cena. Y en ninguno de esos sitios la encontró. Mircea entró en la biblioteca arrastrando los pies y con cara de cansado. Se había recorrido casi toda la escuela en la última hora y no le habría venido mal irse pronto a la cama. Al día siguiente eran los exámenes finales y tendría que estar en condiciones si quería recuperar todos los hechizos que tenía pendientes.

Vio a Ardeen y Oliver y se fue a sentar con ellos. Dejándose caer sobre la silla, depositó su sombrero de donde se veía salir libros, pergaminos y más cosas que normalmente se llevarían en una mochila. Ese era el último sitio y la biblioteca tenía demasiadas secciones. ¿Habéis... visto... a Daphne?, preguntó entre aspiración y aspiración.

Oliver llevaba ya rato dándole vueltas al trabajo de los hombres lobo. Y, desde que Ardeen había llegado, se había mostrado más distraído, básicamente porque habia caido en la cuenta de algo, y había estándole vueltas al asunto: el baile de Navidad. Ya se había perdido la fiesta de Halloween y esta vez no tenía la intención de perderse el baile. Y tenía claro a quien iba a invitar a acompañarle.

Sabía que Ardeen tampoco había ido a la fiesta de Halloween y pensó que quizás sería una buena idea pedírselo a ella: después de todo, era una de sus mejores amigas y creía que quizás le haría ilusión.

- Por cierto, Ardeen.... - comenzó a decir, aprovechando que estaban solos en aquel momento- ¿Tienes ya pa... - de repente, su pregunta se vio interrumpida por la aparición en escena de Mircea, quien le provoca un ligero sobresalto. Sinceramente, no se lo esperaba.- ¡Mircea!- exclamó, básicamente por el susto que le da- ¿A Daphne? No, no la hemos visto... Y yo llevo aquí todo el rato... ¿Por qué? ¿Ha pasado algo? - le preguntó, al ver como resollaba Mircea. Si había ido hasta allí corriendo a buscarla es porque, seguramente, tendría alguna buena razón para hacerlo.

Contestó con un suspiro. Allí tampoco estaba. ¿Se habría escondido de él?, pensó con pesadumbre.

No, no pasa nada, prefirió responder. No iba a preocupar a sus amigos la noche antes de los exámenes, cuando aún quedaban muchas cosas por hacer. Sólo que salió de la recuperación de duelo y la he estado buscando desde entonces, dijo mordiéndose el labio y fijando su mirada en su sombrero sobre la mesa. ¿Como decirles que la chica había empezado a llorar allí? Era imposible que la causa fuera que fallase los dos hechizos, seguro que era él quien había hecho algo malo, algo que le había sentado mal a Daphne. ¿Quizás lo mejor era mantenerse alejado a ella? Al fin y al cabo esa fue la solución el día del incidente en el comedor...

Con ese pensamiento, Mircea se hundió aún más en la silla. ¿Acaso no era capaz de mantener a sus amigos? ¡Tú no tienes amigos!, escuchó en su cabeza una venenosa voz que arrastraba las letras aún más que él cuando se ponía nervioso. Oliver y Ardeen tampoco tardarían en alejarse de él. Se lo tenía merecido.

Oliver alzó una ceja, al ver la reacción de Mircea, y su gesto derrotista- Pues por aqui no ha pasado... ¿Cómo salio la recuperación? ¿La habeis pasado bien?  - le preguntó entonces, interesandose por ambos.

Su estomago rugio entonces, anunciándole que quedaba poco para la hora de cenar. Sin embargo, aún tenian tiempo de hablar antes de ir todos al gran comedor- ¿Seguro que estás bien? ¿Que os pasa a todos?

Primero Ardeen, ahora Mircea... ¿Qué estaba pasando? Fuera lo que fuera, escapaba a la comprensión de Oliver.

Sí, sí, dijo sin prestar demasiada atención. Saqué el Aquus Guinae.

Enarcó los hombros ante la insistencia de Oliver. No te preocupes, sonrió de forma triste. Todo está bien. Al fin y al cabo Mircea ya debería haberse acostumbrado a provocar recelo en los demás.

El chico hurgó en su sombrero hasta que sacó su pluma, el bote de tinta y un par de pergaminos, junto al libro de monstruos de Rolf Scamander. Escribió una breve introducción y tras ello se levantó del asiento. Si me perdonáis... y desapareció entre las estanterías, dejando todas sus cosas esparcidas en la mesa. Solo, así es como estás mejor...

Ardeen levantó la cabeza para ver a Mircea pero no le hizo mucho caso. Escuchó la conversación por encima.
¿Por qué la buscas? ¿Acaso también la has gritado y empujado a ella?- pensó Ardeen para sí, pero no dijo nada. Sara la había dicho que le debía perdonar, pero no sabía si podría.
¿Qué me ibas a decir Oliver?- preguntó cuando Mircea se levantó. ¿Qué si tengo...?