Partida Rol por web

Cuando Mircea llegó a su altura para apadrinar un libro durante 8 días, Booky sonrió ampliamente y se cambió de banqueta. Enfrente de aquel segundo asiento alto estaba el libro de registro.

Se limpió las manos de la cola blanca que había estado usando para terminar de encuadernar el volumen con el que había estado trabajando.

¿Newt? Un poco anticuado, pero un gran aventurero, sí, murmuraba más para sí que para los chicos.

Cuando acabó de sellar la cartilla y escribir sobre el libro de registro toda la información necesaria, pasó el manuscrito a Mircea. Podrás tenerlo ocho días antes de devolverlo. Si para entonces aún quieres seguir teniéndolo, tendrás que venir para que vuelva a sellarlo, informó al pequeño. Le despidió con una gran sonrisa.

Gracias, Don Booky, agradeció al elfo libréstico según cogía el diario. Aunque el bibliotecario le hubiera visto allí al menos una vez al día, seguía despidiéndole con la misma frase. A veces era agradable ver que algunas cosas nunca cambiaban. Dedicó una ligera sonrisa al elfo, mientras éste volvía a cambiarse de banqueta para seguir trabajando en su proyecto.

Según caminaba con Perry, en un momento de despiste de su amigo, metió el libro recién sacado de la biblioteca en su sombrero y acto seguido se lo caló.

Je, soltó una leve risa al escuchar al chico. Pero como aquello sonó a pregunta retórica, no contestó. Redacción sobre la gente de agua, que según he estado viendo comparten muchas leyes, discriminaciones por parte del ministerio de magia y problemas legales.

Si te importa, antes de ir al despacho, vamos a pasar por mi sala común, tengo que ver si encuentro a Daphne, pidió a Perry.

Perry también emitió una ligera sonrisa al escuchar al bibliotecario, pero la suya era de satisfacción por haber sacado las mismas conclusiones sin dedicarse a ello. Después asintió a las palabras del tejón.

- Problemas legales, claro.- Precisamente Perry había buscado legislación sobre ello el año pasado cuando estudiaban sobre los hombres lobos en clase de CCM.- Está claro que el mundo de las criaturas mágicas es... amplio.- Dijo tratando de ser lo más políticamente correcto.-Legislar algo así es muy complicado.- Perry no era racista, eso estaba claro. Le importaba poco de dónde provenía la gente, el color de su piel o si su sangre estaba más o menos "limpia". Como buen inglés era un ferviente defensor de los derechos de los animales. No es que considerara animales a las criaturas mágicas con forma semihumana pero no podía evitar tener ciertos prejucios con según qué criaturas. Por supuesto cuando reflexionaba sobre ello se sentía mal y se daba cuenta de que era algo contradictorio así que trataba de evitar cualquier demostración pública de lo que pensaba en realidad. Sus encontronazos en clase con el profesor centauro no le ayudaban a pensar de manera diferente, aunque con la profesora Bastet era otra cosa, quizás por recordarle a su gato Gladius. Al acordarse del asunto de la sangre le entró curiosidad por preguntar a Mircea.

- Oye Mircea.- Dijo dubitativo pues puede que el chico se sintiera ofendido por la pregunta. Lo preguntaría de manera más sutil.- ¿Tú y tus hermanas, las gemelas, provenís de una larga tradición de familia de magos?- Después añadió para que no se sintiera presionado si no era así.-  Por parte de madre sí tengo una larga tradición mágica, digamos, relevante. Pero mi padre es muggle.- Sonrió al recordar a su padre. - Aún así es de lo más divertido que te puedas echar a la cara, ¿sabes? Es como si hiciera magia a su manera jeje. Es un muy "freak", pero orgulloso de ello.- Dejó que fuera Mircea quien le dijera si sabía que significaba "freak".

- Adelante.- Consintió  para pasar pro la sala común a buscar a Daphne.

-Sí, y más complicado aún si son los humanos los que están encima de todos en el Ministerio, creyéndose mejores solo por ser mayoría-, soltó Mircea. No era misántropo, pero sí rehuía la mayoría de magos, mientras que se sentía atraído al resto de criaturas mágicas. ¿Quizás tuviera que ver sus antepasados vampíricos en todo eso?

Los pasos de los chicos fueron guiados por el rumano, bajando hacia los sótanos.

Según se iban acercando a la sala común de los Hufflepuff, Perry le hizo detenerse.

Arrugó el entrecejo ante la pregunta y posterior confesión de su amigo. Sabía algo de la familia Ward por boca de las gemelas. Parecía que las criajas se habían enterado que Perry y su hermano Edward eran nietos del niño que vivió. Acaso Perry parecía... ¿Preocupado? No estaba seguro.

-Tengo constancia que en mi árbol familiar hay mezcla con muggles en algunas de las ramas-, empezó, tanteando el terreno sin saber si lo que diría molestaría al şoim. Con aquella respuesta, había contestado más o menos la pregunta del chico.

Por la rama de su padre, eran magos que habían gobernado como vaivodas en Walacchia y su madre, de la rama Thurzó húngara, eran de familia real, antiguos condes de Bethlenfalva. Todos ellos magos de pura sangre. Ahora la familia al completo podría parecer venida a menos, viviendo en Londres, en un pequeña casa, dirigiendo una tienda de productos muggles, pero la verdad era que estaban escondiéndose.

-No eres el único con un padre muggle-, trató de sonreír a Perry. -Y eso es algo de lo que sentirse orgulloso, tienes lo mejor de los dos mundos. Además, la madre del niño que vivió era muggle, y él logró más que nadie-, dejó caer.

Aún siendo él mismo un sangre pura, odiaba a aquellos que consideraran a los demás que no eran como ellos como sangre sucia e inferiores. Un leve gruñido resonó en su mente, acompañado de un arrastrar de uñas por una puerta de madera. Mircea sacudió la cabeza un momento para espantar sus fantasmas interiores.

-Espérate aquí un momento-, pidió al Ravenclaw, enfrente de un gran cuadro de frutas.

...

Apenas pasaron unos minutos que Mircea volvió. Nada, no la encuentro, anunció algo preocupado. Lleva toda la semana sin ir a clase...

Perry arrugó el ceño cuando Mircea hablaba de estar orgulloso de tener un padre muggle.- No me malinterpretes. No tengo complejo alguno con respecto a mi sangre muggle, todo lo contrario. Como bien dices me siento muy orgulloso de ello.- Realmente Perry no tenía complejo por nada. Bueno eso se decía a sí mismo, aunque era mentira. Sí había algo que solía ocultar aunque no iba a reconocerlo. Cuando Mircea hablo de su bisabuela tuvo que contenerse para no corregirle inmediatamente. Se revolvió el pelo disimulando su impaciencia para luego comentarle.- Lilly Potter venía de familia muggle pero ella sí era maga. De hecho fue su hechizo, el que lanzó sobre su hijo, el que marcó la diferencia en la guerra con El Señor Oscuro.- Un cierto rubor comenzó a colorear las mejillas de Perry y sus puños se cerraron con tensión, dejando los nudillos blancos por la falta de circulación.-Logró más que nadie...- Perry repitió las palabras de Mircea como sopesando la veracidad de las mismas.- Bueno, supongo que la mayoría lo ve así y así lo relatan los libros de historia.- Daba la sensación que Perry conocía muy bien el tema y que dudara de la versión "oficial".- La historia siempre la cuentan los vencedores y es difícil saber qué es lo que pasó realmente desde un punto de vista objetivo.- Cuando Mircea entró en la sala común de su casa Perry se dio cuenta de que se había alterado y trató de calmarse un poco.

No seas tonto Perry Ward.

Su abuelo era Harry Potter. Lo más seguro es que Mircea ya lo supiera por culpa de su hermano y de Neville Longbottom. No sabía cómo actuar. Había pasado todo un año sin decir nada a nadie y ahora le costaba más todavía decírselo a la gente. Si decía que El Niño que Vivió era su abuelo parecería que fardaba sobre ello y, si no lo hacía, estaría ocultando deliberadamente esa información a alguien que consideraba su amigo. La gente podía pensar que lo ocultaba por sentirse inferior a él, lo cual no era cierto. Podía imaginarse a Cassius relamiéndose con las posiblidades que aquello le otorgaría. La verdad es que, de hecho, su abuelo no le parecía gran cosa. Le costaba imaginárselo combatiendo al mismo Voldemort en sus años jóvenes. En cambio admiraba a su padre con todas sus fuerzas, él sí que le parecía un héroe de verdad.

- Vaya, ¿pero se encuentra bien?- Respondió ante las extrañas noticias sobre Daphne. Ya estaba relajado. El resto del camino se lo pasó pensando en que tendría que hacer un árbol genealógico de su familia.

Tienes razón en eso, apreció Mircea. La historia la escribían los vencedores. Cuantas grandes publicaciones eran quemadas cuando un enemigo era vencido, cuanto conocimiento perdido... Por esa misma razón no podía esperar el momento en que su madre le hiciera entrega de los libros de la estantería prohibida de su padre. No los encontraba en casa, así pues debían estar escondidos en algún lado.

De camino al despacho del director, el chico decidió cambiar de tema. ¿Qué tal las clases de Adivinación?, preguntó sin pensárselo. No estaba seguro si estaría repitiendo, coincidiendo con los alumnos de primero o de si tendría clases privadas. Era una pena que por culpa de eso su amigo no pudiera cogerse una optativa.

Realmente no sabía de qué más hablar con él. Se le daba fatal hacer little talk.

- ¡Ains! Pues aún no lo sé todavía, Mircea.- Suspiró Perry.- Yo pensé que tendría la clase con los de primero, lo cual me hubiera gustado pues coincidiría con Ed. Pero resulta que tendré clase de adivinación en lugar de una de las optativas.- Perry parecía realmente disgustado. No se consideraba tan "paquete" en adivinación como para tener que repetir la asignatura.- Había pensado ir ya con los hechizos aprendidos pero luego...no sé, quiero ver cómo se va a plantear antes de hacer nada.- Perry torció el gesto con cierto disgusto expresando su malestar.- El entorno escolar mágico me está pareciendo un poco inmovilista, no sé si me entiendes. ¿Dónde ha quedado la innovación, el desarrollo y la investigación?A veces los magos subestiman a los muggles pero en algunos aspectos, quizás por sus limitaciones, van más avanzados. Las taras agudizan el ingenio.- Perry esperaba de Howarts que le estimularan para adquirir nuevos conocimientos y, si no lo obtenía del profesorado, trataría de hacerlo por su cuenta.-Los magos parecen acomodarse en unas tradiciones inmutables y creo que eso hace que evolucionen muy lentamente.- Perry se encontraba muy cómodo hablando con Mircea. Ni siquiera se había dado cuenta de ello y ya le había contado algo que ni su hermano Ed sabía.- Hoy mismo el profesor Knower, de duelo, casi me quita puntos por intentar un efecto novedoso con uno de los hechizos. A veces me siento un poco enclaustrado en Howarts, jamás pensé que diría esto. Quizá es que sufro síndrome de abstinencia por no tener acceso a las tecnologías muggles.

Adivinación... La verdad era que el año pasado apenas habían aprendido cosas útiles. Cierto que el Leg Magiem le había servido para divertirse con sus hermanas y tenerlas en vilo con la adivinanza que consiguió escribir en su antiguo libro con tinta invisible, pero no le veía mucha más utilidad. Pero ese junto al Dectattem era de lo único que habían sacado a la asignatura. ¿Como podía Perry haber suspendido? Había algunas más complicadas, ¿pero Adivinación? No, no lo entendía.

Si quieres ir con ellos aprendidos puedo ayudarte, volvió a ofrecerse Mircea. Ya lo había hecho en el trayecto a Hogwarts al principio de curso. Pero al igual que él había aprendido el Artifficus por su cuenta, quizás el şoim también mostraba orgullo al negarse a dejarse ayudar.

No le gustaba hablar mal de los profesores, pero la verdad que había uno en especial con el que últimamente parecía chocar más. Y era el mismo del que Perry habló: Karl Knower.

El colegio trata de guardar sus costumbres aunque así quede anclado en el medioevo. Los muggles avanzan con su tecnología y los magos aún siguen escondiéndose, comentó. No es que fuera muy ducho en las tecnologías, ya que su casa podría bien parecer un apartamento del siglo XX, pero los avances de la sociedad no-mágica eran evidentes.

Entramos aquí y parece que las leyes de la física dejan de existir. Uno más dos dejan de ser tres y no esperes recibir puntos en clase de una manera bien razonada, Mircea encogió los hombros. Le había molestado que el Terrum fulminis no pudiese ser contrarrestado con otro Terrum fulminis en la misma dirección pero de sentido contrario. O que desecharan su idea de helar parte del lago como una loca idea infantil.

Tras quitarse un momento el sombrero, metió la mano por la apertura. Pareció que hurgaba durante un instante hasta que volvió a sacarla. Entregó a Perry un objeto: un cubo rubik. No es última tecnología muggle, pero quizás sirva para distraerte cuando estas paredes te aprisionen, sonrió levemente con su intento de broma.

Perry observó con curiosidad lo que hacía Mircea con su sombrero.

- Wow, es genial, gracias.- Sonrió. Lo manipuló inmediatamente y en poco tiempo tenía una de las caras completadas.- Eso y ...lo del sombrero.- También era genial que Mircea comprendiera cómo se sentía acerca del colegio. Le inundó una satisfacción interna que no había experimentado en todo lo que había pasado de curso.- ¿Es un objeto de familia?- Dijo señalando con un gesto de la cabeza el extraño sombrero. Llevaba tiempo dándole vueltas a una idea en su cabeza, y este momento le pareció el más propicio para planteársela a Mircea.- ¿Qué te parecería quedar algún día para experimentar con la magia?- La mirada de Perry tenía un brillo especial,  reflejando la emoción que le suscitaba la idea. NO sabía siquiera si estaba permitido.- Desde pequeños conjuros que nos hagan la vida más sencilla en el castillo, hasta variaciones de los conjuros que nos enseñen en clase, pasando por recabar toda la información posible de la biblioteca que esté en nuestra mano.- De repente, Perry sacó la varita y apuntó a la pieza central de color blanco que formaba parte del cubo que le había tendido Mircea. Realizó unos movimientos que al tejón le resultarían familiares y pronunció las palabras mágicas con su habitual decisión.

- ¡Alarmir Strigoi!- Se quedó mirando a su amigo con una sonrisa pícara.- Quizás si ahora te doy el cubo, cuando toques la pieza central de color blanco yo sienta que la estas tocando, ¿no?- Perry hizo una pausa para saber si el chico le seguía.- Así podría saber que quieres verme y podría acercarme a la biblioteca o a donde acordemos.-Había elegido la pieza blanca por la pálida piel del rumano y "Strigoi"  pues era una palabra que pocos conocerían y que Mircea le había enseñado el año pasado.- Sería como una especie de"busca". Un aparato que usaban los muggles hace tiempo para indicar que debían ponerse en contacto con una persona.- Esta seguro de que habría conjuros más útiles para ello pero aún no había comenzado a investigar nada. No estaba mal para empezar. - Si te parece bien tendrías que hacer lo mismo con un objeto que guardaría yo.

Es un simple truco de manos, desestimó Mircea. Cierto que el año pasado siempre iba con el sombrero lleno de cosas, obligándole a cargar con él de un lado para otro. Pero este curso sin embargo, siempre lo llevaba en su posición natural: la cabeza. Y seguía sin usar mochila. Lo más seguro era que su túnica estuviera llena de bolsillos donde debía guardar de todo.

No, lo saqué de la tienda porque me pareció curioso. Estaba claro que hablaba de la tienda familar, la de objetos muggle para magos de la que ahora se hacía cargo su tío Petru y en la que el propio Mircea ayudaba en verano. El uso de la palabra sacar quizás llevase a error, pues no lo sustrajo, sino que lo pagó con monedas muggles. Al fin y al cabo era una tienda abierta al público de todas las condiciones, pero siempre se veía repleta de cosas raras para ambos mundos, magos y no magos. Ah, fue cuando Mircea cayó en la cuenta que Perry hablaba del sombrero. En realidad lo compramos en una tienda de segunda mano el año pasado, comentó restándole importancia

Le agradó ver las ganas de aprendizaje que tenía su amigo, semejante a las suyas. Sí me gustaría, aceptó. Pero tendremos que tener cuidado. Está prohibido aprender hechizos que no hayamos dado en clase. Está castigado con expulsión, arrugó el entrecejo. No sé si esa ley será muy antigua, está firmada por una tal Umbridge, directora de Hogwarts. Ni siquiera sé si seguirá vigente...

Cuando recuperó el cubo rubik, sonrió un poco. La idea de Perry era buena y quizás la única utilidad decente de aquel hechizo que ni protegía un objeto ni lo escondía, sino que tan solo avisaba. Con cuidado de no tocar el punto que el conjuro del chico había tocado, Mircea se lo guardó en uno de los bolsillos interiores de su túnica.

La biblioteca me parece buen sitio. Además, Booky puede ayudarnos a pasarnos mensajes. ¿Sería aquello el comienzo de un grupo secreto?

¡Qué bien!

No podía ocultar la sonrisa de satisfacción. No creía que en la actualidad estuviera prohibido practicar hechizos por uno mismo. Conocía algo de la historia de Howarts y como el Ministerio había injerido sus todavía más anticuadas normativas, a través de la figura de Umbrige, al final del mandato como director de Albus Dumbledore. Su abuelo siempre hablaba maravillas de aquel mago, al igual que los libros de historia. 

- Umbrige creo que ya es agua pasada. De todas formas buscaremos en la biblioteca si quieres, para asegurarnos antes de empezar.- Buscar legislación, al contrario que a cualquier mortal, era algo que no le disgustaba a Perry Ward.- Entonces, nos avisaremos de esta manera y, quedemos en la biblioteca. Si por lo que fuera no pudiéramos encontrarnos, nos dejaremos un mensaje a través del elfo doméstico de la biblioteca. Parece que te llevas bien con él.- Habría que ver qué tipo de mensaje. Quizá aprender un conjuro para codificar un mensaje fuera lo primero que habría que hacer. ¡Se le ocurrían tantas cosas! Se sentía hiper-excitado, como si se hubiera tomado un litro de café.- ¿Para qué quieres ver al Director? Si no es indiscreción...-Mircea era bastante suyo, pero Perry confiaba que simplemente, si no quisiera decírselo, se lo dijera tal cual.

Claro, seguro que en la biblioteca encontraremos algo, aceptó Mircea.

¿No has hablado con él?, preguntó refiriéndose a Booky. Apenas lleva un mes en el puesto y se conoce la biblioteca mejor que la anterior bibliotecaria. Además, es de confianza.

Llevaban ya un buen rato frente al despacho del director, pero Theodore Lupin parecía no estar. Mircea no se movería de allí hasta que llegara, había sido el mismo Lupin quien le había dicho que fuera a visitarle los jueves por la noche.

No podía contarle a Perry la verdad de su visita al director, pero dado que a Mircea no le gustaba mentir, sí que podía recurrir a medias verdades.

Quería saber como le van las cosas a mis hermanas. No puedo estar todo el día encima de ellas, pero casi todo el colegio está vigilado, así que entre los elfos domésticos y el profesorado, es difícil que se... ¿salgan de madre?, tanteó sin estar seguro que aquella expresión era correcta.

Oye, yo no voy a ir a cenar, así que vete yendo si quieres. Yo tengo que esperar a Lupin... Bastante había hecho ya el chico acompañándole a la sala común y después hasta allí. Se estaba haciendo muy tarde y no podía ser el culpable de que Perry no cenara o perdiera el tiempo con él.

- He estado bastante liado organizándome y con todo lo de mi hermano...el pobre se está aún recuperando del accidente, le atropelló un camión y estuvo en coma, ¿sabes?. Así que como para pasarme por la biblioteca a menudo. ¡Ya tenía ganas!- Edward nunca había mostrado aptitudes para la magia hasta que Perry fue a visitarlo al hospital. Aún estando en coma profundo Ed había conseguido escuchar a Perry. Su madre le había dicho que eso era legeremancia y justo después llegó la carta para que Edward ingresara en Howarts.-Digamos que es un poco...- No quería que Mircea pensara que Perry era demasiado duro con su hermano.-...vamos, que necesita atención constante jeje.- Los hermanos Ward eran totalmente diferentes, aunque se querían mucho, como era normal. Se le veía bastante incómodo hablando del tema y rebuscaba algo entre la túnica. Sacó la funda de sus gafas y la abrió. Dentro había una toallita pequeña y suave que se utilizaba para limpiar los cristales.- Este será el objeto que usaré para llamarte. Apenas la uso pues siempre me limpio las gafas con la camiseta. Hechízalo y me iré a cenar algo, así veo a Edward.- Obvió el tema de las hermanas de Mircea, pues parecía evidente que el chico no le contaba todo. Pero los ojos vivarachos de Perry decían más de lo que salía por su boca. No era normal que todos los jueves tuviera que ir a ver al Director para ver cómo iban las gemelas. Ni siquiera Perry, con el estado físico de su hermano, tenía que hacer algo así. Se preguntó qué misterios albergaría la familia Padurearu. Por un instante le dieron ganas de usar el objeto con el que se había enterado de las intenciones de Cassius con respecto al hombre lobo el año pasado. Pero no podía hacerlo, no a Mircea, al que empezaba a considerar como un amigo. La intimidad para él era algo muy importante. Cuando él estuviera preparado ya le contaría lo que considerase necesario, no tenía prisa alguna. De todas formas iba a buscar sobre la historia de Rumanía. Mircea había conseguido que se interesara por la historia de su país, así que más adelante tendría oportunidad de preguntar al tejón qué es lo que había llevado a su familia a dejar su querida tierra natal, a la que Mircea parecía tan ligado. 

Oliver siguió buscando y copiando información un rato más. Concretamente, hasta que terminó de quitarse la cola blanca de la mano que habia estrechado con Booky, y su estómago le indicó que era hora de cenar.

Le habia encantado conocer al elfo: ¡si hasta sabia cual era el nombre de su padre y de su madre!

Ardeen habia estado callada y concentrada durante todo el tiempo. Definitivamente, tenian que hablar, asi que, en cuanto terminó recogio sus cosas y se dirigio a ella, antes de irse.

-Ardeen, me voy... Nos vemos después de cenar, ¿vale?

Y, ni corto ni perezoso, salio de la biblioteca, con intencion de ir al Gran Comedor cuanto antes. Se le habia hecho tarde.

Ward, Ward, se quedó pensando Mircea. ¿Sería posible que le sonara de su estancia en San Mungo? No, no eran ellos, desestimó. El mismo rumano había pasado casi dos años de convalecencia en el hospital londinense, el primero en coma y el segundo recuperándose poco a poco. El primero recluido en sí mismo, con las constantes visitas de su madre y su tío, y el segundo con las alborotadoras de sus hermanas acompañándole y ayudándole a recuperarse todos los fines de semana que conseguían venir del internado.

Al notar la incomodidad de su amigo, las preguntas que a Mircea le hubiera gustado plantear no salieron de su boca. Pero tenía claro que si el hermano de Perry necesitaba atención constante, lo más adecuado era que NO se juntara con las gemelas. Tan solo fue capaz de decir: me alegro que esté aquí con nosotros, en un intento de conectar con él.

Claro, comentó cuando el chico abrió el estuche de las gafas. Mircea sacó la varita y con los mínimos movimientos necesarios que hacían ver que las florituras de los profesores eran a veces exageradas, susurró: Alarmir Anthos. La palabra venía a cuento del episodio vivido en el Expreso Hogwarts, cuando compartieron vagón con Sam. Con la maestría de un prestidigitador, la varita volvió a desparecer por su manga.

Buenas noches, Perry, despidió a su amigo. Gracias por acompañarme, acompañó con una inclinación de cabeza en señal de respeto.

- Buenas noches, Mircea. Que tengas suerte aquí.- La idea de abandonar al tejón, que iba a quedarse sin cenar por esperar al Director no le hacía mucha gracia. Pero Ed esperaba. Se fue alejando por el pasillo mientras movía la cabeza de un lado a otro sonriendo para sí mismo.

Anthos, jeje.

También se acordaba del episodio del tren, demasiado bien. En la clase de duelo de aquella misma tarde, hubiera necesitado un apoyo como el de Mircea ante el acoso de las serpientes, especialmente de la de "casscabel".

Viernes por la mañana, la semana empezaba a dar sus últimos coleteos. Booky andaba apostando consigo mismo sobre lo que pasaría el domingo. Hasta ahora, cada uno de los domingos había sido distinto: en unos la biblioteca se había llenado, en otros, ni un alma había traspasado el umbral a la sala del saber y en el tercero solo había habido un pequeño goteo de alumnos sedientos de conocimiento. Domingo, el día del descanso, de dormir, de las recuperaciones... No era un día de clase, pero muchos tenían planes, incluso los alumnos más mayores se iban a pasar la jornada entera a Hogsmeade. ¿Qué pasaría esta vez?

El elfo libréstico estaba apuntando en un pergamino unos números y unas letras difíciles de entender salvo para él. Si se pudiera comprender, se sabría que se trataba un recuento de votos de los libros más echados pa'lante que habían decidido participar en la apuesta del bibliotecario.

Si algún alumno entraba a esas horas, sería porque no tenía optativas que cursar y tal circunstancia no se daba demasiado en Hogwarts. Como siempre, el feliz elfo levantaría la cabeza y sonreiría con una gran dentadura que parecería más bien los dientes postizos de un gigante colocados en la redonda cara del ser. Tanta alegría era difícil de superar o igualar.

Buenos días Booky- dijo con cortesía. Le preguntó la zona dónde había libros de seres acuáticos y fue hacia allí. Una vez allí, se sentó, dejó la mochila y abrió su cuaderno. Cuando tuvo claro qué quería buscar se levantó y empezó a ojear por las estanterías.

Ardeen se decidió por un par de libros que le parecieron adecuados. Se sentó, los leyó tranquilamente y se puso a escribir en sucio todas las cosas que consideraba importantes.

En el verano sus padres la habían estado ayudando a entender un poco el proceso de los trabajos, pensar, organizarse y tener muy claro lo que se quiere decir antes de escribirlo, eran las pautas que ahora acataba.

Cuando tuvo lo que creía que necesitaba se puso a escribir y, sin darse cuenta, se fueron llenando varias hojas hasta que lo consideró finalizado.

Ithan había llevado a sus compañeros hasta la entrada del castillo, al vestíbulo, donde había quedado con la chica de Slytherin el día anterior. El chaval llevaba la mochila al hombro, coglada de una sola asa, y miró primero a Arnold, y después a Gabi. - No creo que tarde en llegar, tranquis. - Comentó, parandose en medio del vestibulo. Aun no les había dicho a quien estaban esperando, aunque a decir verdad, tampoco reparó en ello.

- Después tenemos clase de duelo, así que podremos practicar los conjuros que te faltaban, tío - Comentó a Arnold con una media sonrisa, para hablar de algo mientras hacian tiempo. - Y con los conjuros de duelo y el trabajo, estarás al día de todo ¿no? - Confirmó, estirandose un poco.

- Esta noche podíamos probar una cosa que tenía en mente desde hace un par de semanas... ¿Que os parece? -

Apenas Ithan habia terminado de preguntar a sus compañeros cuando Kendra apareció en el vestíbulo, desde las mazmorras, donde estaba la sala común de Slytherin, con aquella bolsa colgando de su hombro y Sócrates asomando la cabeza en ella.

La chica, en esta ocasión, no llevaba el uniforme de Slytherin, sino que parecía haber pasado por la Sala Común a cambiarse de ropa, a pesar de tener aún clase por la tarde. Llevaba un vestido blanco, corto, algo vaporoso y una gabardina negra encima, a juego con las botas que llevaba, mucho más arregladas que el calzado que usaba a diario con el uniforme. Estaba sencillamente preciosa, eso era seguro.

Y, a pesar de todo, habia un pequeño detalle que no habia olvidado: llevaba la palestina roja que Ithan le regaló anudada a su bolso, sobresaliendo por ambos lados, como si no hubiera querido dejarla en la habitación, ni siquiera con un atuendo como aquel. Incluso se notaba que se habia arreglado el pelo ligeramente.

En cuanto vio a Ithan en el vestíbulo se dibujó una sonrisa radiante en su rostro, aunque lo cierto es que le descolocó ligeramente verlo con Gabi y con Arnold. Se habrán apuntado a eso de la biblioteca. Pensó, mientras alzaba una mano en dirección a ellos, dirigiéndose hacia el trío con aquella sonrisa imborrable en sus labios.