Partida Rol por web

Cuando los Millonarios siguieron el explorador misterioso a través de la puerta, se encontraron de pie en lo que al principio parecía ser un vasto campo, en el que crecía una negra y arruinada cosecha en un valle tan frío y con tantas corrientes de aire como su nombre. Pero poco a poco se fueron viendo los restos carbonizados de la majestuosa e imponente construcción que había estado donde los Millonarios estaban parados.

Cerca de allí había un puñado de plantas que habían sobrevivido a las llamas, dispersas por delante de los restos de una estufa y de un refrigerador que estaba tirado de lado, como si tratara de custodiar los restos incinerados de la cocina. Al otro lado había un montón de madera quemada que una vez fue probablemente una gran mesa de comedor, con un candelabro medio fundido que  sobresalía de la parte superior, como si fuera un árbol bebé.

 Más lejos, se podían ver las misteriosas siluetas de otros objetos que habían sobrevivido al incendio: un trombón, el péndulo de un reloj, lo que parecía un periscopio o tal vez un catalejo, una bola de helado tristemente abandonada, cubierta con un montón de cenizas y azúcar quemada, y un arco de hierro adornado con las palabras “Biblioteca de V.F.D.”, pero más allá del arco no había más que montones y montones de restos ennegrecidos.

Fue un espectáculo devastador, e hizo que los Millonarios se sintieran como si estuvieran solos en un mundo completamente en ruinas.  Lo único que parecía no haber sido tocado por el fuego era una lisa pared blanca, más atrás de la nevera, que estaba tan lejos que apenas los Millonarios la podían ver. Le tomó a los Millonarios unos minutos darse cuenta de que era una cascada congelada, que se levantaba en una pendiente resbaladiza hacia el origen de la Corriente Afligida en el Monte Tensión, tan blanca y brillante que hizo que los restos ennegrecidos de la sede se vieran aún más oscuros.

—Debió haber sido muy hermosa —dijo el explorador con el suéter, con voz temblorosa. Se dirigió hacia la cascada, batiendo el polvo negro con los pies a cada paso—.  Leí que ahí había una gran ventana —dijo, moviendo su mano enguantada en el aire como si la ventana aún estuviera allí—. Cuando a alguien le tocaba cocinar, podía admirar la cascada mientras picaba verduras o mezclaba una salsa. Se suponía que era muy tranquilo. Y había un mecanismo justo fuera de la ventana que transformaba el agua de la corriente en vapor. El vapor se levantaba y cubría la sede para que no fuera vista a través de la cortina de niebla.

Los Millonarios caminaron hacia donde estaba el explorador, y miraron la corriente congelada al pie de la cascada. La corriente se dividía en dos afluentes, una palabra que aquí significa “divisiones de un río o un arroyo, cada una revolviéndose y fluyendo en diferentes direcciones, alejándose de las ruinas de la sede y pasando curvadamente alrededor de las Montañas Mortmain hasta desaparecer de la vista”. Algunos Millonarios miraron con tristeza las congeladas aguas revueltas de color negro grisáceo que habían visto al subir caminando al lado de la Corriente Afligida.

—Debió haber sido un terrible espectáculo —dijo el explorador con el suéter.

Los Millonarios imaginaron el infierno, una palabra que aquí significa “enorme incendio que destruyó una sede secreta en la cima de las montañas”. Casi podían oír quebrándose los vidrios de las ventanas, y el crepitar del fuego que consumía todo. Casi podían oler el espeso humo aumentando, que flotaba hacia arriba y oscurecían el cielo, y casi podían ver los libros de la biblioteca cayendo de los estantes envueltos en llamas terminando hechos cenizas. Lo único que no podían imaginar fue a las personas que pudieron haber estado en la sede cuando el fuego comenzó, corriendo a toda velocidad hacia afuera, al congelante frío para evitar las llamas.

—Yo sé que todos esperábamos encontrar a personas en la sede —dijo suavemente el explorador con el suéter—, pero no creo que nadie esté aquí. Creo que sólo somos nosotros. El superviviente está aquí —dijo el explorador en silencio y se quitó la máscara para mostrar su rostro—. Yo soy Quigley Quagmire —dijo—, y sobreviví al incendio que destruyó mi casa, y tenía la esperanza de encontrar a mi hermano, a mi hermana o a mis padres aquí...

Entre tanta nueva revelación los millonarios se habían olvidado casi por completo de aquel sombrero con los votos democráticos que dictaminarían quién era la persona más sospechosa del lugar, por lo que, haciendo un rápido recuento de los pocos votos que había, los Millonarios pudieron confirmar quién era aquella persona. Rosa Castillo.

Aquella mujer se encontraba horrorizada, de la desagradable sorpresa y en un acto puro de negación comenzó a retroceder lentamente, aún con una mano en la boca para tratar de ocultar la enorme sorpresa que había recibido. Por desgracia para ella, antes incluso de que algún otro millonario pudiera advertirla, esta cayó por el agujero vertical por el que habían subido.

Golpeándose contra las paredes llenas de hollín, ceniza y grasa, rebotando de un lado a otro, rompiéndose los huesos uno a uno, y que sus costillas se clavaran en sus órganos internos; todo mientras el eco de los golpes y de los gritos retumbaba por el tubo cual didgeridoo gigantesco. Todo para acabar, finalmente, empalada sobre las brasas de la hoguera de los Exploradores de Nieve.

Que una mujer cayera sobre tu hoguera y golpeara por el camino un tubo hueco de metal mientras daba alaridos de terror, horror, pánico y sobretodo dolor no era suficiente para despertar a Bruce, que ya de por si era alguien con el sueño ligero, nada podría despertarlo. Y en efecto, el ruido hizo despertar a Bruce y a todos los Niños Exploradores de Nieve que este tenía bajo su cargo, y al ver el cadáver ensangrentado y negro de Rosa comenzar a arder a causa de las brasas, provocó un alarido de terror, horror y pánico en todos los niños que salieron de la cueva en desbandada. Todos menos uno.

Carmelita aún se encontraba ahí, junto con Bruce.

-Menudos zampabollos -dijo- ya sé a que me recordaban sus caras de zampabollos, eran los que estuvieron molestando en la Academia Pufrock. No sé ni me importan lo que hacen aquí. Pero lo que sí vi, es que...

La mujer de la barba votó por la Vieja.

La Domadora de Leones con cara de farmacéutica votó por el del Bigote Raro.

La Morena que se cree guapa votó por la Domadora de Leones con cara de farmacéutica.

El del gran bigote y piel oscura votó por la Vieja

La vieja votó por el del Bigote Raro

La Rusa SIN chucho votó por la Vieja.

El Viejo Calvo pero con Melena votó por la Domadora de Leones con cara de farmacéutica.

-Así que es normal lo que le pasó a la zampabollos, a la Rusa del Perro que ahora no tiene también le pasó algo así. Lo que yo no entiendo es porqué El del Bigote y el otro no han votado... Bah, también son zampabollos.

Tras eso los Millonarios pudieron escuchar los pasos de Bruce y Carmelita salir de la cueva, en busca de los niños que se encontraban esparcidos por la montaña nevada en una mañana helada.

Tras unos instantes en silencio, detrás de unos escombros quemados aparece el Dr. Henry Walton Jones, cubierto en ceniza y hollín. Al parecer había logrado escapar de las garras de sus captores cuando la Sede de V.F.D. comenzó a arder y de alguna forma, logró sobrevivir a ese incendio que desalojó toda la sede y la dejó en la ruina.

Reginald había sudado sobremanera durante toda la subida fruto de la barba postiza y de algo que no había hecho en su vida pero que el resto del mundo solía conocer por el extraño nombre de "esfuerzo", hasta que, al final había decidido desprenderse de, al menos, uno de los dos motivos de tanto sufrimiento y dejó caer la barba postiza por la columna de metal marca VFD que habían usado para ascender. La barba postiza cayó suavemente hasta las brasas dejando dos cosas tras de sí: un montón de cenizas sintéticas en la pequeña fogata y un hombre-imberbe-disfrazado-de-mujer-barbuda sin barba.

Avanzaron hasta la sede destruida y Reginald hizo su apreciación del lugar antes de escuchar la historia del explorador con sueter.

Me la imaginaba algo más acogedora

O bien se trataba de un comentario irónico o, una vez más, Reginald no había captado los matices sutiles de su entorno. Matices sutiles que, en este caso, eran los restos ennegrecidos y humeantes y la ausencia de paredes y techos que suponía una sede secreta en la cima de la montaña devastada por las llamas.

A aquello le siguieron muchas palabras que, con franqueza, no siempre eran completamente comprendidas por Reginald. Pero de toda aquella situación, Reginald sacó dos cosas en claro. La primera, que se alegraba de volver a ver a un hombre blanco decente y no extranjero entre ellos en forma de Dr Henry Walton Jones. La segunda, que le apetecía un helado.

Así que con eso en mente avanzó hasta la bola de helado solitaria que, probablemente y sin lugar a duda, sería la única bola de helado del planeta capaz de sobrevivir a un incendio, si no fuera por el hecho de que probablemente no fuera en absoluto una bola de helado, y la tomó entre sus manos.

El Patrón estaba menos cansado que el aborto de Mickey, obviamente en su pueblo natal , el esfuerzo del día a día y las menos comodidades le daban ventaja frente a un sucio capitalista acomodado en una mansion con numerosos compatriotas como sirvientes del susobicho...

Estaba un poco bastante preocupado por las votaciones, que le parecian bastante sospechosas, al menos sacaba una cosa en claro DENNISSE tenía que poner más atención a lo que decimos para evitar perderla!!! puesto que no se enteró y suerte tuvo de que no la pasara nada...

y lo siguiente lo dejó en el aire... por qué René y Saimon votaron juntos a alguien q es sabido no es uno de los pendejos... muy curioso, pero mucho mucho...

Mirando la debastación dijo: Me recuerda a como dejé la mansion de Paquito el nalgas, un traficante de drogas y armas que pasó a mejor vida, le gustaba que todas sus chicas fueran con la pompa al aire, q placer fue verle morir aplastado por las nalgas de Rosana Ballenato, y no era su mote porque le gustase bailar...

Se dió cuenta de que apareció el Sr Henry y se dispuso a saludarlo efusivamente...

Sr. Henry, que tal se encuentra, nos puede contar que le ha pasado? quien le secuestró o ayudó? que ha oido, sabe quienes ayudan a Olaf? y lo mas importante... esta usted bien?, necesita algo? sientese y descanse

Cuando El Patrón se agachó a recoger aquel catalejo ennegrecido por las llamas se llevó dos sorpresas, una grata y otra desagradable;  la grata era que no estaba caliente y por tanto no se había quemado la palma de su mano, en cambio la desagradable vendría inmediatamente después, pues una vez con el catalejo ennegrecido en mano, este se deshizo entre sus dedos en cenizas.

Saimon cerro los ojos cuando vio caer a la señora entrada en edad y procuro no moverse hasta volverlos ha abrir y después subió junto con el resto. Al llegar a la cenizas solo miro a su alrededor y recordó los incendios anteriores.

-Creo que alguien esta obsesionado con el fuego. -Menciono el millonario antes de hechor un vistazo mas concienzudo y percatarse del regreso del Doctor. -Que bueno, al fin se libro amigo. -Palmeo su espalda, espero que se sentara y enfatizo las palabras del Patron. -Suelte todo lo que sepa, algo a tenido que ver. -Satur se mantenía optimista.

El Patrón estaba preocupado y mucho por el estado de salud tanto físico como mental delt Sr. Henry...

A saber que te han hecho esos pendejos, dinos algo, como te podemos ayudar y nos puedes ayudar tu?

Por cierto sigo aún preguntándome ese voto sospechoso del q nadie parece querer comentar...

Reginald cogió su helado con cuidado después de ver lo sucedido con el catalejo y siguió escuchando.

Me acerco a echale una mano l pobre Henry.
Henry ¿Está bien? ¿Dónde a estado todo el tiempo? Respecto a los votos a mi lo que me parece raro es que se haya votado a alguien que se había declarado que era inocente. No sé si te refieres a eso Patrón.

El Patrón estaba esperando que Henry se pronunciara pero le dio tiempo a contestar a la rusa...

Sabes que sí, al final Seen y el japo iban a tener razón y el de los martinis tb... ya pueden ir diciendo que ha pasado, pero la soga se cierne sobre sus cuellos a este paso

—Esta es mi familia... —dijo Quigley con tristeza enseñando una foto a los Millonarios. Miró a la cascada congelada y suspiró profundamente—. Supongo que debería empezar por el principio. Yo estaba en la biblioteca de mi familia, estudiando un mapa del Bosque Finito,  cuando escuché un ruido de vidrios rotos y gritos. Mi madre entró en la habitación y dijo que había un incendio. Tratamos de llegar a la puerta principal, pero la sala principal estaba llena de humo, por lo que me llevó de vuelta a la biblioteca y levantó una esquina de la alfombra. Debajo había una trampilla secreta. Me dijo que esperara abajo mientras iba por mis hermanos, y me dejó ahí en la oscuridad. Recuerdo haber escuchado la casa derrumbándose a pedazos sobre mí, y el sonido de pasos desesperados y a mis hermanos gritando —Quigley puso su máscara en el suelo y miró a los Millonarios—. Pero nunca regresó —dijo—. Nadie regresó, y cuando traté de abrir la trampilla, algo se había caído encima de ella y no se movía.

—Entonces caminé —dijo Quigley—. Cuando se hizo evidenteque nadie iría a rescatarme, me encontré rodeado por la oscuridad y me di cuenta de que estaba en una especie de túnel. No había otro lugar adonde ir, así que empecé a caminar. Nunca había estado tan asustado en mi vida, caminando solo por un túnel oscuro que mis padres habían mantenido en secreto. No podía imaginar a donde iría a parar.

Los Millonarios se miraron entre sí. Pensaron en el pasadizo secreto que habían descubierto debajo de su casa, cuando estaban bajo el cuidado de Esmé Miseria y su marido en la Avenida Oscura, donde había estado atrapado el Dr. Henry Walton Jones tras su secuestro en la Academia Pufrock.

—El túnel llevaba a la casa de un herpetólogo —dijo Quigley—. Al final del túnel había una puerta secreta que daba a una enorme habitación, hecha enteramente de cristal. La habitación estaba llena de jaulas vacías, pero era obvio que la habitación había albergado alguna vez una enorme colección de reptiles.

Quigley suspiró y puso su mochila en el suelo ceniciento, al lado de su máscara. —Hay tantas cosas que no tienen sentido —dijo—. Tenía la esperanza de encontrar las respuestas aquí, pero ahora no sé si algún día las encontraré —sacó su cuaderno púrpura y lo abrió por la primera página—. Todo lo que les puedo decir es lo que tengo aquí, en este libro común.

—Deben tener hambre por nuestra subida a través de la Vertical Flameante Desviación —dijo mientras abría su mochila y sacaba un paquete de almendras saladas, que les pasó a los Millonarios.—. Yo si tengo hambre. Vamos a ver, ¿dónde estaba?...

 El Patrón escuchaba atentamente y sorprendido x la valentía del jovenzuelo, y se interesó x algo q dijo

Que suerte q pudieras sobrevivir, sobretodo para nosotros. A ver si damos con tus padres y el resto para poder salir de aquí y si de paso nos llevamos x delante a Olaf y sus secuaces mejor

Puedo ojear ese libro? A ver si da alguna pista?

Luego pillo alguna almendra. Gracias

Que pasó luego de salir donde los reptiles?

Luego miró a Dennise, Sr. Dennise hágame el favor de decirnos su decisión, si hay alguna novedad interesante. 

Sr Henry cuando se le pase el susto ilústrenos caballero

—Bueno, no pasó nada por un tiempo —dijo Quigley— En el umbral de la casa había una copia de El Diario Punctilio, donde había un artículo sobre el incendio. Así es como me enteré de que mis padres y hermanos habían muerto. Me pasé días y días allí, solo. Estaba tan triste y asustado que no sabía qué más hacer. Supongo que estaba esperando a que el herpetólogo se presentara a trabajar para averiguar si era un amigo de mis padres o ver si me prestaba su ayuda. La cocina estaba llena de alimentos y en el despacho había una Tarta de Coco, así que tuve lo suficiente para comer, y cada noche me dormía a los pies de las escaleras para poder escuchar si alguien llegaba.

—El Diario Punctilio dijo que también perecí en el incendio —dijo Quigley—. El artículo decía que tanto mis padres, mi hermano, mi hermana y yo habíamos muerto, y que los bienes de mis padres estaban bajo el cuidado de la sexta asesora financiera más importante de la ciudad.

—Supongo que no estaba pensando con mucha claridad —admitió Quigley—. En lo único en que podía pensar era en que ahora me encontraba solo en este mundo hostil.

El Patrón mira al niño y dice:

Siento lo de tus padres, pero quizás no estén... igual que tu escaparon o fueron capturados!!!

-¿Quien es ese declarado inocente? ¿Te refieres a Adolf? -Satur sentía que se había perdido algo que otros parecían saber. -Yo por mi parte lance una moneda entre Castillo y Denise y salio Denise. -Concluyo, anunciando su elegido como el resto de los días hubiera hecho.

Luego se giro sobre sus tacones para tocar al cabeza del pequeño. -Bueno, mientras buscamos respuestas juntos creo que mas de uno puede ser tu padre o madre postizos. -Comento sonriente, para evitar que la depresión global atacara al muchacho hasta dejarlo callado.

—Sí, de hecho eso ya pasó—dijo Quigley a Saimon—. Alguien entró justo cuando estaba poniendo el atlas en una bolsa de compras que encontré a punto de abandonar. Era Jacques Snicket, aunque, por supuesto, en ese momento no sabía quién era. Pero él sabía quién era yo, y estaba muy contento de que aún siguiera con vida.

—Él sabía sobre el pasadizo secreto —dijo Quigley—. De hecho, sabía un poco sobre mi familia, a pesar de que no había visto a mis padres en años. Y...

—Y él era una persona de buen leer —dijo—. De hecho, había ido a casa del doctor Montgomery a investigar y buscar algo. Dijo que había un expediente importante que estaba oculto en algún lugar de la casa, y que se quedaría por unos días para tratar de completar su investigación.

—Pese a que pensé que me iba a llevar a Pufrock, él dijo que no era seguro para mí ser visto —dijo Quigley—. Me explicó que formaba parte de una  organización secreta, y que mis padres habían sido parte de ella también.

—Según como Jacques me dijo: V.F.D.—dijo Quigley—, las letras significan Voluntaria Fundación de Deflagraciones.

—Jacques me dijo que los pasadizos fueron construidos por los miembros de la organización —dijo Quigley—, para que en el caso de que hubiera una emergencia pudieran utilizarlos para escapar a un lugar seguro... Pero...
 

Saimon, has errado en el tiro, me parece inverosímil 

Alzo una ceja. -Inverosímil ¿Porque? ¿Que se ha dicho de ella? -Se rascaba la nuca ahora si que no entendía nada.