Partida Rol por web

Durante todo el camino había estado dormido, ajeno a lo que pasaba a mi alrededor. Era algo normal en mi, al subir a un coche o un autobús acababa cerrando los ojos y caía rendido, daba igual si era de día o de noche, o si estaba cansado. A eso había que sumarle todo lo pasado en el día anterior y el tiempo que había invertido en ver qué cosas podía recuperar, ponerme en contacto con familiares y profesores... una odisea. Al menos me "desperté" cuando el autobús se detuvo, y como si fuese un zombie me levanté para salir del autobús.

Tenía los ojos medio cerrados y en mi cara se notaba que aún necesitaba dormir más, pero el frío y la lluvia estaban haciendo que me despertase rápidamente. Gracias a eso empecé a darme cuenta de que habíamos llegado ya y cuál era ese lugar. A la sorpresa de encontrarme en un sitio tan bonito e impresionante se unió el amargo recuerdo de que tendríamos que vivir allí una temporada. Un rápido vistazo al móvil sirvió para comprobar que no había wi-fi y, aunque aquella casa rural fuese grande y bonita, tenía que ver el interior y si las instalaciones seguían funcionando.

- Esto va a retrasar bastante mi trabajo. - Me dije antes de desperezarme intentando librarme del sueño que me quedaba, para luego coger mis posesiones del hueco del autobús que guardaba nuestras maletas. Miré el boceto del plano de la casa, escuchando vagamente la explicación de Seung sobre las habitaciones. - Sería importante encargarse pronto de los baños. - Pensé sin llegar a decir, sobre una de las pocas cosas que había escuchado. Parecía que teníamos que habilitar el lugar un poco, esperaba que alguno del grupo supiese del tema.

Escuché que alguien me llamaba y me giré para encontrarme con Baddi. Ni si quiera me había fijado en que iba en el tren, así de dormido había estado. Me acerqué a él para ver que quería y de paso preguntar si había algo de lo que yo no me hubiese enterado.

- Hola, Baddi, ¿Qué tal?. - Le saludé, con la mejor cara que pude poner con lo cansado que estaba. - No te preocupes por no haber hablado, es normal, todos tenemos lío. Mira cómo estoy yo de tanto trabajar. - Bromeé sonriendo un poco.

Ya había escuchado antes de subir al bus que seguramente dormiríamos en grupos y Baddi era quien me lo confirmaba, sabía que Niu tenía buena relación con aquella chica de estilo tan "rebelde" y era normal que eligiese a una chica antes que a su hermano. A mi la oferta del Islandés me daba una oportunidad para hacerme amigo suyo, en su momento la cosa no cuajó demasiado.

- Claro que no me importa, a menos de que ronques. Tampoco tengo con quien podía ponerme. - Después de todo sería algo que habían hablado mientras yo estaba en brazos de Morfeo. - Conozco a varios, sobre todo a Ryota que hizo de relaciones públicas una vez. Seguro que pronto todos acabamos hablando, tampoco es que haya mucho que hacer por aquí. ¿Ha pasado algo interesante en el viaje? - Le pregunté, por si me había perdido algo.

- Pues creo que no ronco peor lo cierto es que llevo demasiado tiempo sin compartir cuarto, peor malo será. Sé que cuando bebo alguna vez se han quejado, pero creo que no va a ser el caso por aquí.- Bromeo encogiéndome de hombros y moviendo el cuello en derredor dejando claro que me refiero a nuestra peculiar nueva vivienda. - Pues estaba dudando tras ver el mapa entre la habitación 10, que está entre otros dos posibles dormitorios, o la 8, que no se la va a a pedir nadie y está algo más alejada del resto, en caso de que tengas problemas de sueño a la mínima que hay un ruido.- Continué dándole prioridad a lo más acuciante.

- En el bus nada, más allá de alguna muestra de servilismo extremo y un curioso momento de tensión entre Lyssa y tu hermana con todos por testigos, pero no acabo de entender muy bien lo que pasó. Espero que se lleven bien entre ellas porque creo que la gente no se va a dar de galletas por compartir el dormitorio con ellas.-  Le comento en voz baja, tratando más de  ponerle al día de algo que a fin de cuenta puede traer cola en las próximas jornadas que de marujear.

- ¿Quieres que echemos un vistazo en lso cuartos? ¿tienes preferencia por alguno de los dos?

Niū aceptó con una sonrisa el ofrecimiento de Lyssa y se puso su chupa negra. Seguía mojada, pero al menos la ayudaría a bloquear el viento.

Cuando le respondió con aquella sonrisa traviesa que sería una niña muy buena, Niū sonrió. Era más bien como una niña traviesa. Como no pensaba que obtendría una mejor respuesta de ella, y viendo que la gente comenzaba a prepararse en serio para entrar, Niū se giró para dirigirse al interior también, cuando Lyssa agregó que el fuego había alcanzado una botella de alcohol de su habitación. Entonces su expresión se tornó en preocupación y se giró a mirarla.

-¿Llegaron las llamas a...? -comenzó a preguntar, pero demasiado tarde, pues algo había captado la atención de Lyssa y ésta ya se estaba alejando con su móvil listo para fotografiar.

Niū la miró alejarse y decidió que la esperaría para entrar. Luego miró a su hermano, el cual estaba hablando con un chico que no conocía, así que decidió no meterse en la conversación.

Como estaba sola y el resto hablaba de sus cosas, aprovechó para lanzar una mirada a la planta superior del edificio. Era muy grande, se preguntó quienes debieron vivir allí en el pasado.

La llegada al lugar le había hecho sonreír de sorpresa, jamás había visto un lugar como aquel. Había sido una de las últimas en bajar, viendo la emoción del grupo por adentrarse al lugar, siendo sobretodo notorio el cambio de actitud de Lyssa, quien de pronto pareció la más animada del grupo. Fue hasta la parte del maletero y esperó al resto para poder sacar su propia maleta que puso a rodar enseguida. Llegó un poco tarde a la explicación del mapa, pero por su parte sentía que sería más emocionante aprenderse el lugar una vez dentro de él.

Escuchó a Sam dirigirse a ella y acortó los pasos hasta ponerse a su lado. -La trece me parece perfecto, aunque...- Miró hacia donde estaba Sasako. -Bueno, sé que en Japón suelen ser un poco supersticiosos, así que no sé que opine nuestra compañera al respecto.- Se giró hacia Haruka que seguía ayudando al profesor, y alzó la voz. -Haruka, ¿10 o 13?- Preguntó en voz alta.

Bufé despectivamente cuando escuché a Freedom hablar de supersticiones, sabía que mucha gente se guiaba por ellas pero bajo mi punto de vista me parecían una auténtica tontería, pero si la japonesa se iba a sentir mal a gusto por ocupar una habitación con un número determinado en lugar de otra, por mi parte me amoldaría. Así que, mientras esperaba la contestación de Sasaki me dispuse a introducir la llame que me había dado el profesor en la cerradura, dándome cuenta que la puerta estaba más hecha polvo que lo que había intuido del interior que parecía estar en mejor estado a pesar de la suciedad que lo cubría todo.

Pero por más que lo intenté la llave no parecía querer girar en la cerradura y, por unos momentos, pensé que quizás me había confundido así que miré el resto para ver si alguna encajaba. No, aquella era supuestamente la llave que debía abrir la entrada principal pero o bien la cerradura estaba estropeada o bien alguien le había dado al profesor la llave equivocada.

—Chicos, esta llave no funciona, ni siquiera gira —comenté mirando a mis compañeros. Tal vez todo fuera cuestión de fuerza porque estaba claro que de maña no se trataba, ya que había intentado abrir la puerta de todas las formas que se me ocurrían.

Basta que tengas ganas de ver dónde vas a dormir y dejar tus petates a buen recaudo para que la cosa se tuerza, esperaba que simplemente se hubiesen equivocado de llavero o que ciertamente fuese una cuestión de fuerza porque con el mal tiempo a cuestas lo mejor era estar bajo un techo cuanto antes.

- Perdona, creo que no hemos hablado antes, me llamo Baddi.- Me presenté a la chica de acento yanki, a pesar de su apariencia oriental, al final en este viaje por lo menos estaban tirando por el suelo todos mis prejuicios basados en relacionar apariencias y nacionalidades, pero el chino español me seguía pareciendo un espécimen más curioso.- ¿Me dejarías probar, por favor?

No es que las cerraduras fuesen mi punto fuerte, pero no era la primera vez que trataba de doblegar una puerta tozuda. Aún así parecía que por mucho que intentase las típicas tretas de empujar o tirar de la puerta mientras forcejeaba con la llave no daban resultado. Bueno, lo había intentado, espero que no me lo tuviesen por un primer contacto muy definitorio.

—¡No, hombre! —río cuando Alexei menciona lo de hacer mucho ruido demasiado temprano—. No nos vamos a poner a pegar martillazos a las seis de la mañana. Pero ya sabes que a mí me gusta salir a correr, hacer un poco de ejercicio… Vamos, lo de siempre. Si no, me pongo de mal humor y ya no hay quien me aguante en todo el día.

Me dirijo a la puerta principal de la casa con la intención de empezar a ver el sitio por dentro y dejar ya mis cosas, pero Samantha no consigue abrir. Por más que se empeña, la cerradura no gira. Vale, parece que el encanto de las cosas antiguas no siempre está carente de sus inconvenientes. Me quedo unos segundos mirando la cerradura como un pasmarote, pasándome la mano por la cara con gesto ausente.

—Señor Seung —llamo finalmente al profesor—. Parece que esto está atascado o algo. La puerta no se abre. —Después miro a Samantha, sonriendo—. Podríamos hacer como cuando nos conocimos. Ya sabes. —Imito el gesto de cargar con el hombro para derribar la puerta, y después río—. Aunque, con suerte, toda la casa se vendría abajo menos la puerta.

- Dudo que haya muchos sitios para beber aquí. - O al menos eso sospechaba. Si querían salir algún día de fiesta lo mejor sería comprar algo y organizarlo en la misma casa, ya habría tiempo para ello una vez estuviese todo arreglado. De las dos opciones que mi nuevo compañero de habitación ofrecía ambas me parecían bien, pero atendiendo a lo que había dicho, quizás la 10 era la mejor opción. - Si quieres conocer a más gente de este grupo será mejor que no escojamos la más alejada, no te preocupes por mi. Ya has visto lo fácil que me he dormido en el autobús, no tendré problemas. - De una forma o de otra acabaríamos teniendo todos algún tipo de contacto, había trabajo por hacer y solos no avanzaríamos.
Cuando Baddi habló sobre mi hermana mi expresión cambió a una de circunstancia. No entendía muy bien qué habría pasado o por que decía que el resto no las elegirían de compañeras. No quería llevarme por los estereotipos o las primeras impresiones pues no me agradaba, pero conocía bien a mi hermana. Siempre intentaba agradar a todos. Era raro que no me comentase nada. - Por lo que he visto, pensaba que se llevaban bastante bien. Hablaré con ella cuando hayamos entrado. - Ser el centro de atención no era lo suyo, mejor visitarla cuando estuviese sola.
Samantha se estaba haciendo de rogar para abrir la puerta de aquel sitio, al parecer era debido a un error con las llaves que le habían dado. Baddi se ofreció a ayudar mientras Ryota daba una solución más física.
- Baddi, intenta mirar si le pasa algo a la llave o hay otra entrada. Si nos cargamos la puerta será otra cosa más que arreglar luego. - Le dije bromeando mientras miraba a Ryota desde mi posición.

Los alumnos comenzaban a amontonarse en la entrada de la casa, con el primer problema frente a ellos.

-Comienzo a pensar que la idea de dejar la puerta abierta no es tan mala después de todo.- Sonrió llevándose las manos detrás de la espalda. Dejó espacio para que pudiera acercarse el profesor cuando se hubiera desocupado. -¿Podría ser un problema de humedad? A veces las puertas se hinchan y se atascan cuando la madera se humedece.-

Comenzó a alejarse un poco, su mirada buscando las ventanas, por si les tocara tener que entrar por una de ellas para ver si la puerta podía desatascarse desde adentro.

Mire hacia Samantha cuando comento que la llave no parecia querer girar. Tampoco es que fuera una gran sorpresa, visto lo visto de como esta la casa en general. Mas antes de poder decir nada mas, Ryota contesto a mis palabras de antes, provocando que apareciera una sonrisa en mis labios. - Ahhh entonces si haces ejercicio es mas facil aguantarte ¿no? - El pique en el tono, la broma implicita era obvia. - Lo tendre en cuenta pues, aunque eso si, me apunto a lo de hacer algo de deporte a primera hora de la mañana. Nada de martillazos. - La sonrisa se relajo, a una mas normal, sin animo de buscarle las cosquillas a Ryota.

Segui a Ryta, observando como el chico pelirrojo se ofrecia a ayudar y luego mi compañero de igual forma, aunque algo mas drastica. Rei ante su ultima ocurrencia, para luego negar. - Sinceramente antes de que os decidais por "abrir" la puerta de otra forma que no sea usando la llave, podriamos buscar si hay otra entrada. - Señale el lugar. - Ya tenemos bastantes cosas que arreglar como para que nada mas llegar, rompais la puerta... aunque visto lo visto, sera la mar de entretenido ver como os las apañais para arreglarla luego. - Se notaba que me estaba divirtiendo con todo esto, a sabiendas de cual iba a ser la mas que probable forma en que Ryota, seguia pensando en abrir la puerta.

Si no hay otra entrada, quizas algo de aceite o algun tipo de lubricante, incluso el aceite de motor podria servir para eso. - Me quede pensativo, pues no tenia nada claro lo de este ultimo. - Bueno, lo del aceite de motor no lo tengo tan claro, pero supongo que sirve mas o menos para lo mismo.

Me gire hacia el profesor. - ¿Profesor Sueng? ¿Es posible que tengamos algo de eso en el autobus?

Las palabras de Freedom me hicieron mirarla. ¿Dejar la puerta abierta? - Profesor otra pregunta. - Espere a tener su atencion. - ¿Animales por la zona? Si dejamos la puerta abierta, ¿podria colarse alguno dentro? - Esto no era una ciudad y aunque yo de naturaleza y bosque, iba como que muy justo, lo de animales colandose donde no debian si que sabia.

Antes de la respuesta del profesor hacia Alexei, la puerta por fin se abrió con un chasquido sonoro...dejando caer algo al otro lado, en el interior. 

El primer detalle fue que ambas tablas se fueron abriendo con meridiana facilidad y rapidez. Lo cual significaba probablemente que el suelo o los cimientos de la casa, estaba inclinada. No es que la puerta fuese demasiado segura, se podrían colar alimañanas pequeñas por los resquicios, pero no se iba a caer en breve. 

Lo segundo, el suelo laminado de madera clara. Tenía polvo, estaba sucia, pero bajo todo eso, aun se podía apreciar el encerado, lo plano, lo estable e incluso lo agradable de aquello. Creaba un cambio radical en lo que se veía desde fuera.  

A dos pasos, un trozo de corteza de árbol, que atoraba la cerradura. 

La sala de entrada, a la cual se accedía tras subir cuatro escalones, era espaciosa, cabrían hasta 40 personas apretadas, y salvo por algunas cajas que estaban cubiertas con telas llenas de polvo en las cuatro esquinas, no había nada más estorbando. 

Las paredes a vuestra derecha e izquierda estaban adornadas con un antiguo papel ya ennegrecido, aunque se entreveía aun formas y colores.

No había rastro de los travesaños. Era como si hubiesen querido borrar u ocultar sus maderas, sus origenes. El techo y la pared que teníais justo en frente, estaban pintadas de un amarillo claro, que igual en sus tiempos era blanco. Las indicaciones sobre la altura del profesor eran ciertas, pero, dada la iluminación tenue que entraba por la puerta, el sentimiento de ahogo se volvía alto.

Había dos puertas, una a la izquierda al lado de la esquina superior, y otra en la pared frente a vosotros, pero igual en la esquina, que estaba abierta, dando a una zona totalmente a oscuras.  

Olía a humedad, pintura fresca y un deje dulzón. 

Perdonad chicos- Pasó por vuestro lado, entrando por un lateral a la primera sala, directo hacia las dos puertas correderas que estaban medio escondidas a los lados, pero a unos metros de la puerta. Parecían las típicas puertas de papel, pero apenas eran ventanas con una lámina extra de vidrio recubierta por el dibujo el papel de mentira, para que pudiese entrar el aire al abrirlo. Un engaño, argucia para aparentar una antiguedad que no tenía. 

Con algo más de luz, el lugar dejó de ser tan apabullante. - ¿A que no está tan mal por dentro?- Intentó animar un poco a la gente. Tampoco le interesaba que la moral estuviese baja, si no, ¿que equipo serían? 

Haruka por su parte, se había movido junto a sus dos compañeras de habitación- La trece parece amplia, aparte estaremos cerca de las zonas principales, por si ocurre algo

Se inclinó ligeramente hacia sus compañeras- Y creo que la ventana que da al jardín es bastante pequeña- alzó las cejas, avergonzada. 

Curiosamente, nadie le había invitado.

Por un segundo le resultó extraño, se podía notar, pero al final, lo aceptó, mirando hacia el profesor. Igual la gente tenía razón, los extranjeros siempre se quedan con otros extranjeros. La sangre llama a la sangre, y las mezclas, no están del todo bien aceptadas de forma inconsciente. 

De nada le había servido su fama, ni los comentarios de otros alumnos, de sobra ganada, para conseguir que los Gaijin lo tuvieran como lo que era en esa sociedad. Un lider, un apoyo, una persona de confianza y un elemento fuerte de la cadena. 

Un arbusto es lo que era, de hoja verde oscura pequeña y redonda, densa, aspecto pesado. Estaba llena de hilos de colores, ya viejos y desgastados. Parece que alguien en su momento la habría plantado contra la casa, porque las raices salían justo de debajo, pero se colaban un poco bajo la construcción. 

Había un hueco, quizás una casa de ratones de campo, en la parte que estaba pegada al edificio. 

Me quedo bastante sorprendido cuando la puerta se abre finalmente y todos vemos que había caído un fragmento de madera de la cerradura, que había estado obstruyéndola. Tuerzo la boca, confundido.

—¿Cómo ha llegado eso a la cerradura? —pregunto, enarcando una ceja. La verdad es que se me ocurren pocas explicaciones más allá de que alguien hubiese atascado la puerta a propósito—. A lo mejor alguien no quería que viniésemos… —Quería ser una broma, pero una vez dicho me doy cuenta de lo siniestro que suena. Sacudo la cabeza, riendo para quitarle importancia a mi inoportuna hipótesis.

La sala que nos da la bienvenida es grande, oscura y vieja. Tiene un aire acogedor, pero toda la mugre y la falta de luz ponen de relieve el hecho de que esto está actualmente abandonado. A algunos podría parecerles inhóspito o incluso tenebroso. A mí me parece interesante. Sin darme cuenta, se me escapa un sonido de admiración.

—Cómo mola…

El señor Seung se apresura en abrir unas ventanas correderas que estaban tapadas con papel, arrojando algo de luz al interior y dejando que veamos el resto de detalles y las cajas que descansan en las esquinas de la sala. Sonrío cuando el profesor nos pregunta qué nos parece el sitio.

—Es muy chulo. Estoy deseando empezar a ver cómo es todo. —Entonces tengo una idea—. Señor Seung, ¿podría sacarle una foto al plano de la casa con el móvil? Con lo grande que es la casa, creo que tardaré algunos días en aprendérmelo todo.

Después de que el señor Seung me dé su respuesta, me vuelvo hacia Alexei.

—Bueno, ¿qué? ¿Te parece que vayamos a dejar nuestras cosas en nuestro cuarto?

Y me dispongo a ir a nuestra habitación.

Cuando por fin logramos entrar, el japonés risueño (Ryo...algo...) se pone a la cabeza mirando el cacho de corteza y haciendo un comentario algo siniestro, pero aquello me hace gracia más que preocuparme. Me agacho a recoger aquello que atrancaba el cerrojo para mirarlo con más calma.

Tuang hace que entre algo más de luz, mostrando que la casa realmente está mucho mejor de lo que parecía, me llama la atención lo del papel en las ventanas, parece una treta para dar una mayor impresión de abandono, para no llamar la atención de posibles rateros, imagino, a saber.

Si vamos a tener que compartir el cuarto entre varios, y atendiendo a que ya se han ido formando grupitos, comento: - Kueng y servidor íbamos a hacer uso de la habitación 10, a ver cómo está. Si alguien se queda colgado y quiere unirse, será bienvenido.- Tras hablar me pregunto si no habré metido la pata, espero que a Xu no le parezca un ofrecimiento demasiado osado, pero en vistas de que posiblemente tendremos que compartir si o si, mejor conocer a nuestro/s compañero/s cuanto antes.

Como continuando lo que terminaba de decir sigo al japonés que iba a la cabeza, ya que parece que también va hacia la zona de dormitorios.

La morena volvió sobre sus pasos al escuchar como la puerta se abría, y siguió a los que iban entrando de a poco. La primera sensación de claustrofobia desapareció en el momento que abrieron la ventada y la oscuridad no pareció tan absorbente. Freedom escuchó la voz de la tímida Sasako, y le dedicó una agradable sonrisa.

-Habitación trece entonces.- Dijo, en tono suave, antes de anunciarlo en voz más alta. -Sam, Haruka y yo tomaremos la habitación trece.- Aclaró. Aunque al momento la habitación rechazada era ocupada por el hermano de Niu y el pelirrojo. Freedom miró aquella sala alrededor, pensativa. -Habrá que ver si deberíamos colgar un clavo cerca de la puerta para poner las llaves, o si las pondremos en un bol cerca de la entrada.- Propuso, mientras veía que los grupos empezaban a separarse. La ugandesa guiño un ojo a sus compañeras de habitación y se dirigió hacia la habitación elegida, que era una de las más cercanas a la entrada.