Alister suspiró imperceptiblemente. Cuando ya casi se le habían olvidado sus problemas éstos volvían como por arte de magia.
- Sí, esto... - comenzó a decir mirando a Deirdre, - te dije que te lo contaría todo, pero no aquí, ni ahora - añadió señalando al resto de gente que había a su alrededor. - Ahora tengo que hacer unas cosas - finalizó señalando a Alice que se había quedado sola. - Esta noche, ¿vale? - sugirió, rogando en silencio porque aceptase, mientras le apretaba la mano.
Durante unos segundos no soy capaz de responder. Las palabras del desconocido caen en el silencio del bosque como una cruel y afilada guillotina y, por unos momentos, me siento totalmente convencida de que voy a morir allí mismo, de que ese hombre me va a asesinar y de que mis huesos quedaran perdidos para siempre entre las plantas.
Y sin embargo, ningún hechizo ilumina la oscuridad. El mago muestra una apariencia relajada y tranquila, que contrasta en gran medida con la clara amenaza que indican sus palabras. Por alguna razón, parece tener intención de seguir hablando. Trato de tragar saliva para humedecerme la garganta, pero tengo la boca demasiado seca.
-Tiene razón... en parte- respondo finalmente, sin saber realmente lo que estoy diciendo. Ya no se trata de mentir o no, se trata de distraerle, de hacer tiempo, de arrancarle unos segundos más de vida a la espera de que ocurra un milagro que sé que no va a llegar. -Conozco bien a... a Riddle- confieso el nombre, tratando de demostrar que sé perfectamente de quién estamos hablando. No confío en absoluto en la piedad de esa aterradora calavera, si no nos (-Por favor, que tenga razón y siga habiendo alguien conmigo- suplico para mis adentros) ha matado todavía es que quiere algo... probablemente información. Y en el momento en el que la tenga y dejemos de serle útiles... Me recorre un escalofrío -No quiero morir aquí.
-No está siendo demasiado cuidadoso- continuo, tratando de parecer segura de mí misma, y de no mostrar que estoy realmente contra la espada y la pared -Está habiendo víctimas, y la gente se está dando cuenta de que pasa algo. También los profesores. No está demostrando ser un buen contacto, puesto que al igual que yo he localizado este punto de encuentro mucha gente, y no alumnos precisamente, podrán encontrarlo.- Trato de controlar la voz en esta ocasión, pero el temblor me sigue traicionando. Aun así, todo lo que estoy diciendo es cierto, de alguna manera, aunque no sé de que me sirve eso -De hecho puede que ya lo hayan hecho, porque yo he venido sola, y si realmente sabe que hay otras personas aquí y no lo ha dicho por asegurarse, no sé quiénes son porque no vienen conmigo...
Y ahora, nuevamente, a esperar casi sin respiración a que conteste. A que me mate o no. Ni siquiera me molesto en pensar si el negar que estoy acompañada servirá para ayudar a quien quiera que esté conmigo, o si acaso he traicionado a Canterbury y a Battletower. Solo quiero lograr salir con vida de este sitio.
Al final he recuperado la conexión un poco antes, así que aprovecho para postear.
Como dos fantasmas invisibles vais siguiendo los pasos de Anthony, los cuales esta vez no os llevan a ningún sitio extraño, solo a las mazmorras siguiendo el mismo pasadizo que ha usado el chico anteriormente. Ya antes de llegar os queda claro que el partido ha terminado y los alumnos de Slytherin están de vuelta. Con habilidad se une a ellos colocándose al final del grupo, de tal manera que podría haber estado con ellos todo el rato.
Los gestos de disgusto y las quejas dan a entender que las serpientes han perdido el partido, aunque no parecen estar demasiado descontentos. Al parecer su capitán, Alphard, ha intentado ganar el partido mediante una sucia treta. Eso y el incidente del humo son los temas más comentados por la comitiva de personas.
Finalmente se detienen ante una pared vacía que pronto se revela como la sala común de los Slytherin, por la que van pasando de dos en dos. Eso os da la oportunidad de comprobar que Riddle y Dietrich están presentes, así como Alphard algo más atrás, siguiéndolos, pues tiene la mirada fija en ellos.
Nadie contesta a tu llamada, aunque parece que el espejo funciona, pues ves un fondo oscurecido con cierta sensación de movimiento. ¿Está el espejo en un bolsillo tal vez?
Pues eso, Charlotte no responde, lo cual no quiere decir que no puedas llamar a los demás.
El grupo comprende instantáneamente que no deseas ser molestado y como tal pasas el recorrido algo apartado. Es incluso literal, la gente inconscientemente ha dejado un espacio algo mayor a lo usual, de modo que nadie te desconcentra mientras observas a Riddle y Lestrange. Estos dos parecen bastante satisfechos por lo que puedes deducir de sus expresiones. Lástima que oír lo que dicen sea tarea imposible con todo el gentío comentando las anécdotas del partido, que tiene pinta de que va a ser el mas movido del año.
Tus dos perseguidos no hacen ademan de querer separarse del grupo y como tal acaban llegando con el resto a la sala común de Slytherin. Allí se que se separan del grupo y se van a un rincón tras hacerse con un par de sillones. Dietrich ha cogido un ejemplar de El Profeta y lo lee mientras Tom hace lo propio con un librito que ha sacado de uno de los bolsillos de su túnica.
De repente Anthony aparece de entre el mar de personas y se dirige hacia ellos con cierta renuencia, dando pasos cortos y lentos.
Si quieres puedes acercarte más y podrías escuchar la conversación, cuanto más lo hagas más fácil es oírlo todo pero a a cambio será mas fácil que te pillen escuchando.
Que tus palabras sean otra vez para hacer esperar es algo que a Deirdre no le hace ni pizca de gracia, pero esta vez accede sin queja y se marcha dejándote solo.
Ya puedes hablar tranquilamente con Alice.
Tracy va a esperar a ver qué hace el hombre frente a la afirmación de Elizabth. Está preparada para reaccionar atacando si la ataca, o si psrece hacerlo, y a la vez sigue atenta a que no llegue nadie nuevo.
-No me meteré en su camino, te lo prometo hermanita.
Al menos se muestra algo más animado, esta conversación parece haberle ayudado mucho. Se enjuaga las lagrimas con las mangas de la túnica y trata de mostrar una expresión más alegre cuando se da cuenta de que acaba de ponerse en evidencia delante de su hermana mayor. Un rubor le recorre el rostro y agacha la cabeza, compungido.
-Por favor, no le cuentes a nadie...bueno, no quiero que nadie crea que soy un crío, ¿vale? Mis amigos se estarían riendo de mi hasta Navidad.
Una pequeña sonrisa suavizó mi expresión al ver a Jem más animado y asentí con la cabeza ante su promesa. Sin embargo, cuando la vergüenza por su debilidad apareció, acaricié su cabeza despeinando sus cabellos con un deje de ternura. Un gesto cariñoso antes de cambiar mi actitud mientras los dos íbamos volviendo a la normalidad. Esa normalidad en la que nos pinchábamos sin parar, pero de la que sabíamos que podíamos abstraernos si había un motivo verdaderamente importante.
- Oh, no sé si seré capaz de guardarme un secreto tan jugoso... - Bromeé poniendo los ojos en blanco y engolando un poco la voz. Mis labios se estiraban con cierta malicia. - Tendré que pensar si hay algo que puedas hacer para compensarme por el gran esfuerzo de guardar silencio. - Añadí con un tono juguetón.
Tras una pequeña pausa, dije algo más, un poco más seria pero sin perder la sonrisa. - Pero ahora me voy a buscar a Charlotte. No olvides tu promesa, Jem. Y si algo te preocupa, ya sabes dónde estamos.
Alister suspiró y permaneció quieto mientras veía alejarse a Deirdre. Meneó la cabeza y se dirigió hacia Alice. Volvió a pararse y a mirar a la chica que ya casi estaba fuera de su vista y volvió a menear la cabeza. Continuó cabizbajo, pegándole patadas a las piedrecitas que veía por el suelo, hasta que llegó junto a su amiga.
- Hola Alice - saludó sin mucho entusiasmo. - ¿Qué tal te ha ido? ¿Averiguaste algo?
Una ramita cruje de manera siniestra, aplastada bajo la bota del hombre al avanzar este un paso hacia Elizabeth.
-Querida -su tono se torna peligroso- empiezo a cansarme de tus mentiras, pero me has sido útil, de modo que te regalaré una pizca de sabiduría. Sean quienes sean, se que son amigos tuyos o ya se habrían retirado al ser descubiertos. O quizás me habrían atacado. No, si siguen aquí es porque tu les importas. Siéntete afortunada de tener tan buenas amistades.
Vuelve a retroceder a su posición inicial y tras unos segundos baja un poco la varita. Parece haber decidido que, sean quienes sean los presentes, no suponen una gran amenaza.
-Personalmente me importan poco los líos en los que...Riddle se ande metiendo. Soy un mero tratante de información, lo que hagan mis clientes con su vida privada no es de mi incumbencia, sobre todo si ya he recibido mi pago. Aprecio tu "preocupación" querida, pero sera a él a quien cojan, no a mí. Bien, ahora que está todo aclarado creo que ambos debemos marcharnos...a menos que tengas una oferta que hacerme -añade divertido mientras apaga la pipa- y puedas pagarme.
Sigo a la multitud rodeado de una inusual isla de espacio que supongo es debida a mi actitud -Un punto para tí Alphard- pienso irónico, al menos hay algo que me sale bien hoy. Por desgracia el volumen de las conversaciones de la gente me impide oír nada de lo que dice el objetivo de mi seguimiento, pero por sus caras me temo que sea lo que sea lo que han planeado les ha salido muy bien. Por un momento mi mente vuelve a pensar en los compañeros que faltaban en las gradas la última vez que miré hacia ellas pero los alejo de mi mente diciéndome que saben cuidarse -Cada vez me miento mejor-.
Riddle y su perrito faldero siguen a todos y se introducen en la sala común, no sé por qué pero esperaba que fuesen a algún lugar oculto, una vez dentro se sientan y se ponen a leer tranquilamente. Me debato durante un instante entre quedarme cerca o irme a la habitación a cambiarme, estoy por retirarme cuando veo aparecer la cara del hermano de Coot y cómo se dirige hacia ellos.
-Mierda de colacuerno...- pienso mientras busco una excusa para acercarme -ya no tengo otra opción-. Sin dudar, cuadro los hombros y me alejo de la gente tal y como han hecho ellos. No voy directamente en su dirección, me intereso por algún detalle de la pared como puede ser la ventana a través de la que se ve el fondo del lago y por la que se está viendo pasar un pequeño banco de peces, pero sí que me acerco lo suficiente como para poder oír lo que digan.
Dejé a Jem y me disponía a caminar de vuelta hacia el castillo cuando Alister se acercó. Me paré a esperarlo y seguí con la mirada a mi hermano pequeño unos instantes antes de responder.
- Hola, Alister. - Saludé, antes de bajar la voz para seguir hablando. - Bueno, no he averiguado mucho del señor Riddle. Fingió no saber nada de la nube de humo... Y lo fingió bien. - Dije en voz baja, arrugando la nariz. - Pero Jem me ha contado algunos rumores que corren por su clase. Nada muy seguro, cosas como lo que vimos en el pensadero antes. Gente a la que le pasan desgracias, ¿sabes?
Suspiré y metí la mano en el bolsillo de la túnica para acariciar el espejo con la punta de los dedos. - No he conseguido nada muy concluyente. Espero que los otros tengan algo mejor. ¿Crees que será muy pronto para contactar con ellos? - Miré al chico y luego a Deidre que se perdía ya de vista. - ¿Cómo te va con ella?
Al ver cómo Anthony se incorporaba al grupo de los Slytherin lo primero que hice fue echar cuentas, intentando saber si faltaba alguno más. No podía ver a Charlotte, pero suponía que andaría aún por ahí cerca. Al escuchar cómo hablaban de Alphard no pude sino negar con la cabeza. No sabía que habría hecho, pero el juego sucio tenía que quedar fuera del campo de Quidditch. El deporte era deporte, y cualquier otra cosa sólo lo manchaba.
Sin embargo mis pensamientos no se centraron en eso más que un par de segundos. Ver a Lestrange y Riddle hizo que me envarase y toda duda desapareció de mí: iba a colarme en la Sala Común de las serpientes. Salir en las próximas horas sería algo sencillo. Pero lo importante era ver qué decían las serpientes cuando creían que nadie les escuchaba. En algún momento Coot tendría que informar a Riddle de lo sucedido, y esa conversación podía ser clave.
Yo, al menos, para dentro. Esperemos salir vivos.
Me mantuve a distancia prudente tanto de Anthony como de todos los demás alumnos que se dirigían a las mazmorras. El hecho de que fuera invisible no quería decir que no pudieran chocar conmigo, sería bastante desagradable si me pillaban espiando en el camino a la sala común de Slytherin, sobre todo Riddle.
En unos pocos minutos me enteré de todo lo que había pasado durante el partido, no me extrañó que intentaran ganar con trampas, las serpientes no se caracterizaban precisamente por el juego limpio. Al mirar en la entrada de la sala común pude ver como Alphard vigilaba de cerca a Riddle. Dudé un momento si entrar o no, sería terrible que me pillaran dentro y ya les estaban vigilando, además Elisabeth no tardaría en volver. Solo esperaba que la fidelidad de los dos Slytherin a su casa y al colegio, pesara más que cualquier cosa que les pudieran ofrecer.
Me di la vuelta y caminé en dirección contraria, tenía que contrale a Alice lo que había visto y también informar a Alan. No le había contestado cuando trató de contactar conmigo, lo último que necesitábamos era que se desesperase y tratara de hablar con Anthony.
Continué caminando lo más rápido posible hasta uno de los servicios, me metí en uno de los compartimentos y saqué el espejo del bolsillo de mi túnica. En voz baja susurré.-Alan.
No entro dejo la sala común de Slytherin a las serpientes.
- No - respondió con voz neutra.
Cualquier cosa es mejor que seguir aquí, pensó mientras miraba a su alrededor.
- Creo que será mejor saber si a los otros les ha ido mejor - añadió mientras sacaba a medias su espejo, asegurándose de que nadie más podía verles. - A mí desde luego no - murmuró con desgana. - Me temo que no sólo no he servido de ninguna ayuda si no que además he besado a Deirdre en medio de nuestra grada. En breve seremos el cotilleo del colegio - se lamentó.
Miré a mi alrededor al tiempo que lo hacía Alister, comprobando que nadie se estuviera fijando en nosotros o pudiera vernos sacar los espejos. Sin embargo, sus últimas palabras llamaron mi atención y lo miré de nuevo con los ojos abiertos por la sorpresa. Todo el mundo daba por hecho que Alister y Deirdre terminarían juntos pero que la hubiera besado delante de toda la grada de Ravenclaw... Sí, probablemente el chico tenía razón, entre el partido y eso, no se hablaría de otra cosa en la Sala Común.
A pesar de todas las preocupaciones, no pude evitar que una pequeña sonrisa divertida se dibujase en mis labios. - Bueno, eso no tiene por qué ser nada malo. Distraeréis la atención de otros problemas, ¿no? - Tras mirar una vez más a nuestro alrededor, saqué finalmente el espejo, manteniéndolo cerca de mí. - Y ya era hora de que te lanzaras. - Añadí con un gesto cómplice antes de recuperar la seriedad. - Veamos qué tal les ha ido... Charlotte. - Susurré el nombre de mi hermana hacia el espejo y lo miré, esperando que funcionase como debía.
Alister observó por el rabillo del ojo como Alice sonreía con el tema de Deirdre.
Chicas. Todas son iguales.
Suspiró mientras acompañaba a la chica a un sitio más discreto.
- Sí, bueno - se excusó, - si sólo se tratara de eso - añadió cuando mencionó lo de distraer la atención.
Alister se situó junto a ella para poder ver el mismo espejo ya que no valía la pena sacar ambos.
- Y no me lancé - dijo mientras esperaban alguna noticia de Charlotte, - bueno sí, pero... uffff - resopló, - es complicado. Quiere saber qué me traigo entre manos.
Perdona que te dejase abandonado, pensaba que añadirías algo al no recibir mensaje de Charlotte. Ahora es ella la que intenta comunicarse contigo a través del espejo.
Ya le he comunicado a Alan que quieres hablar con él, Alice también quiere comunicarse contigo usando el espejo.