Partida Rol por web

No has de esperar mucho para que se presente el momento oportuno. Puede que Riddle sea la viva imagen de la serenidad en los pasillos y ante los profesores, pero lo cierto es que su malhumor se hace patente cuando se queda a solas con sus compinches. No demasiado, claro, pero para ti, que los observas constantemente, se hace evidente que el grupo respira aliviado cada vez que Tom desaparece de su vista. 

Aprovechando un rato de sol tras varios días lluviosos, Dietrich está dando un paseo por los jardínes, como muchos otros estudiantes. Es de las pocas veces que lo has visto sin la compañía de su amo, así que sería mejor aprovechar ahora. 

Tomo una ruta para interceptarlo en un lugar discreto y avanzo con paso decidido hasta él.

-Buenos días Dietrich. ¿Tienes un momento? -sin esperar contestación continúo en tono amistoso y ligeramente preocupado -Supongo que sabrás del compromiso al que han llegado nuestros padres y quería que me aconsejaras sobre tu hermana, seguro que tus palabras me vienen muy bien. No sé qué hacer con ella... bueno, es que... es tan distinta a nosotros, piensa cosas... diferentes.

Mi intención es doble, con la excusa de la relación que nos une quiero que vea que su opinión es importante para mí, que yo a diferencia de Riddle no sólo estoy dispuesto a escucharle si no que le estaré agradecido y seguiré sus consejos. Y por otro lado saco a colación las ideas tan diferentes que tiene Astrid, esperando que el tema se traslade hacia los sangre sucia y su inferioridad.

Dietrich se detiene a escuchar, sorprendido por tu acercamiento y la familiaridad con la que lo tratas. En su rostro aún se aprecia algo de tensión, que sin embargo se evapora rápido al mencionar a su hermana. Una sonrisa ácida ocupa su lugar.

-Sí, lo sé. Es un auténtico fenómeno, ¿verdad? Especialmente cuando se pone a hablar de sus preciados duendes. -hace una mueca de asco.- Si yo fuera tú le quitaría esas tonterías de la cabeza en cuanto os caséis. Siempre le ha faltado disciplina, es lo que tiene ser la preferida de mi madre, -pone los ojos en blanco y suspira.- ella se lo perdonaba todo. Si no fuera por eso padre ya la habría domesticado hace tiempo. 

Mete las manos en los bolsillos de la túnica y continúa.

-No le des muchas vueltas. Sácala de paseo, dale flores, escríbele un poema. En esas cosas no es diferente al resto de sus amigas. Ah, y finge escucharla cuando te hable de sus cosas, así creerá que te importan. 

-¿Duendes! -pongo una cara parecida a la suya y sigo escuchando mientras asiento a sus palabras -Paseo, flores, poema. Supongo que podré hacerlo. Lo de fingir que me importan sus cosas... espero que no hable de seres inferiores y sus bondades o de sus derechos, como si tuviésemos algo en común con los muggles o los sangre sucia -pronuncio los nombres como si su sola mención dejase un mal gusto en mi boca -, debajo de nuestras botas es donde merecen estar.

De repente me callo y miro a nuestro alrededor temeroso de que alguien haya podido oírme, como si llevado por la pasión de las ideas y los sentimientos hubiese hablado de más.

Un brillo de interés aparece en los ojos del joven Lestrange, aunque de repente frunce un poco el ceño. Mira un momento a su alrededor y luego hacia ti con la ceja levantada.

-¿Estás bien? No me entiendas mal, es bueno encontrar a alguien que entiende el orden correcto de las cosas. Es solo que creo poder contar con mis dedos las veces que te he visto mostrar alguna emoción en serio. Por Merlín, a veces parece que lleves una correa al cuello o algo así. -sonríe un momento y luego añade.- Perdón, espero que eso no te moleste. 

Espero no haberme pasado, las palabras de Lestrange me dicen que estoy bordeando el límite, pero seguro que lo puedo encauzar.

-Sí, no, es mi padre. Él, -trago saliva antes de seguir -no quiere que llame la atención, no es bueno para los negocios, y con lo del partido... -niego con la cabeza y vuelvo a mirar alrededor -No fuí muy discreto con Coot, pero me enerva esa cara de superioridad y no pude reprimirme mas, como si fuese algo sólo por ser rápido con la escoba.

Imprimo a mis palabras toda la bilis que siento por el tema.

Baja la ceja y asiente. Por el momento parece convencido de tus palabras.

-Entiendo. Pero no está aquí, así que podemos charlar tranquilamente, ¿de acuerdo? Prometo que no le diré nada a nadie, tu reputación seguirá siendo inmaculada. 

Sonrío ligeramente con sus palabras, parece que estoy consiguiendo que me crea, sólo espero poder mantener el equilibrio que me va a exigir la posición en la que me estoy poniendo.

-Gracias, la verdad es que necesito esa reputación, pero estoy un poco harto de guardar tantas apariencias. Me gustaría algo de acción, siempre que padre no se enterase, ¿te puedes creer que tu hermana quiere que por Halloween vayamos a tomar el té? ¡Por Halloween! "Probaremos algún sabor exótico". -hago un burdo intento de fingir la voz de Astrid y suspiro -En Halloween hay que hacer algo más... excitante, atrevido, oscuro.

Dietrich se ríe y se frota las manos.

-Bien dicho. Sabes, ya había pensado en eso, hay muchos sangre sucia por aquí a los que les sentaría bien un buen susto. ¿Y tú que tenías en mente?

Parpadeo rápidamente y centro mi vista en Dietrich, como si me sorprendiese su pregunta, ladeo un poco la cabeza y mi cara refleja cierta confusión. 

-Pues no sé, nunca me he permitido pensar en nada parecido. -mis ojos rehuyen por un instante los suyos pero enseguida vuelvo a mirarlo, con un atisbo de reto en la mirada -Creía que vosotros tendríais algo preparado.

Se frota el mentón, pensativo.

-Bueno... sí, tenemos algunas ideas que queríamos probar. -confiesa.- Pero antes de que puedas venir con nosotros tendrás que superar una pequeña prueba. No es cosa mía, es una regla del grupo. Tenemos que asegurarnos de que solo entran las personas apropiadas o podríamos meternos en un lío, ¿entiendes?

-Por supuesto, toda precaución es poca.

Asiento con buena cara a las palabras de Lestrange aunque por dentro espero que esa pequeña prueba no sea nada de lo que me arrepienta, ya sabía yo que no podía ser tan fácil. 

Te devuelve una sonrisa y se acerca.

-No te apures, no será difícil. -te palmea el hombro con confianza.- Podemos ir a verlos ahora mismo si no tienes nada más que hacer. 

Mantengo la fachada y sonrío levemente de vuelta mientras Lestrange se muestra más cercano. Sé que me estoy metiendo en la boca del lobo pues si algo sale, aunque sólo sea un poco mal, padre me despellejará vivo, pero me revuelve las tripas que "don perfecto" vaya amenazando y dejando a la gente como un vegetal. Además esas ideas que se están propagando sobre los muggles... no puedo permitir que arraiguen. 

-Vayamos. -contesto indicando con un brazo que le sigo.

—No sé donde estarán exactamente, echaremos un vistazo en varios sitios.

Aprovechando que ya estáis en el exterior, Dietrich se dirige primero hacia el campo de quidditch. Cerca de allí hay unas rocas más o menos planas donde, según él, a veces se sientan para pasar el rato cuando hace buen tiempo. Por desgracia no están allí, así que Dietrich te conduce al siguiente sitio, un aula cerca de la torre de Astronomía. Por el camino trata de amenizarte con algo de charla informal, algunas preguntas acerca de los estudios y comentarios sobre algún trabajo.

—Ya hemos llegado.

La puerta que tienes ante ti parece la de un garito cualquiera. Años de desgaste han borrado cualquier marca característica y hay partes donde la madera se desprende. Da unos golpecitos y oyes voces dentro, acompañadas del sonido de algo de madera arrastrándose bruscamente.

—Entra, rápido —dice y se adelanta sin esperar a recibir invitación. 

Al principio crees que a alguien se la ha ido la mano con algún hechizo climático. La sala está llena de una neblina que hace difícil ver a simple vista. Localizas cuatro figuras, dos de ellas sentadas en sillas y el resto apoyadas contra la pared. Al acercarte un poco más los reconoces fácilmente de haberlos visto mil veces; todos ellos secuaces de Riddle, todos de tu curso. 

—¿Que hace él aquí? —dice Darius con su fuerte vozarrón, poniéndose de pie bruscamente y frunciendo el ceño.

—Relájate -se apresura a decir Dietrich, extendiendo las manos—, es de los nuestros. O más bien quiere serlo, si no os oponéis. 

Diane y Artibus intercambian miradas. Puedes ver que como este último juguietea con una pipa entre sus manos, la causante de la blanca cortina que os envuelve. Percy ni siquiera ha levantado la cabeza, rellenando con tranquilidad un bloc de notas.

—¿Sí? ¿Crees que podemos fiarnos de él? —responde Darius, mirándote de reojo.

—¿Por qué no se lo preguntas directamente?

Es la voz de Diane la que interviene. Con una sonrisa se acerca hacia ti. No puedes evitar notar su suave contoneo de caderas y como la túnica insinúa un busto generoso que tiembla con cada paso.

—No seas tímido, déjanos saber que te ha traído hasta aquí.

Sigo al pelirrojo con el aplomo del que suelo hacer gala en las reuniones familiares mientras le voy contestando a su charla con respuestas largas y explicativas, pero siempre sin llegar a decir nada comprometedor. Me fijo en las rocas, de las que dice que son un punto de reunión, para poder reconocerlas en otra ocasión si hiciera falta y marco mentalmente la localización puerta a la que llama finalmente.

El sonido que se escucha me hace creer que había algo atracando la entrada, pero antes de poder dedicar un solo pensamiento más avanzo apresuradamente en respuesta a la urgencia de sus palabras, no sería bueno empezar con mal pie. Nada mas entrar mis ojos barren la estancia examinando puertas, ventanas, paredes y, como no, a los ocupantes. Busco puntos débiles, salidas de emergencia y cualquier cosa que me pueda ser útil en caso de que la reunión se tuerza y tenga que salir apresuradamente.

Mantengo el porte erguido y elevo una ceja ante las palabras fuera de tono de Darius, soy un Black y como tal he de proceder, no me puedo amilanar frente a cualquiera. Luego mis ojos se deslizan hasta Diane y sigo sus movimientos, apreciando sus... palabras.

-Supongo que se puede resumir en que estoy cansado de llevar la máscara impuesta por mi padre. Me gustaría poder compartir... gustos con amigos, aunque he de mantener mi imagen de cara a todos.

Todo lo dicho es verdad, sólo que no es su amistad la que me interesa.