Partida Rol por web

Tracy se limitó a asentir a Alice, asumiendo el doble compromiso de aceptar lo ofrecido y de mantener su palabra de dar lo prometido. Había dicho lo que quería decir, y la mayor parte allí aparentemente estaba de acuerdo, por lo cual no había nada más que hacer. Iba a abrir la boca para decir algo más, algo que tenía grabadas las palabras de Te veré antes de ese día aunque su voz dijera otras como solía ser el caso, pero advirtió la actitud de Charlotte y decidió no decir nada. Para la Gryffindor, y quizás para el resto del mundo, era claro que Charlotte quería estar con su hermana a solas, y si se le ocurría decir algo, habida cuenta de lo que solía suceder cuando abría la boca, podía ser el caso de que continuaran allí metidos por un buen rato más.

No, mejor no, pensó Tracy vagamente. Mejor cierro la boca, y les hago un favor.

Las despidió con un gesto de la mano, mientras el efímero levantar de sus ojos al cielorraso le decía a Alice todo lo que la Gryffindor opinaba sobre su petición. Seriamente. ¿Pedirle cuidado a ella, justo a ella? ¿De verdad? Pero Tracy también sabía, a fin de cuentas, lo que significaba la responsabilidad y lo respetaba. Su silencio acompañó el ruido de la puerta al cerrar.

- Espero que encontremos otra forma - dijo Tracy, una vez que quedaron sólo cuatro y Alan lanzó su comentario. Ingo, como siempre, había sido más rápido y más claro - Más allá de preocupaciones estéticas - agregó, mirando a los Hufflepuff sin sarcasmo, con mero pragmatismo -, me sigue pareciendo una mala idea que cualquiera empiece a perder pelo de golpe en medio de Hogwarts. Sería imposible evitar las preguntas, y las sospechas de Riddle o de quien sea que esté relacionado - Tracy permaneció un momento en silencio, y se encogió un poco de hombros - Veré si puedo aportar algo al respecto. Aunque no vayamos a necesitarlo, ninguno de nosotros - miró un momento a Alan, y si no fuera serio hubiese sido con humor -, mejor prevenir la situación.

Luego, permaneció un par de segundos viendo cómo se intercambiaban los saludos de despedida. Sus ojos se habían posado en Helene nuevamente, y se puso de pie cuando los Hufflepuff lo hicieron.

- Éxitos en el partido. En momentos como éste, me arrepiento de no estar en los equipos - les saludó, con una media sonrisa - Buenas noches, Alan. Buenas noches, Helene - agregó, sin que la despedida de la Hufflepuff pareciera sorprenderle ni molestarle. Era obvio que así sucedería, ¿por qué la tensión en la voz de Helene, disfrazada de cordialidad? Tracy se forzó a no fruncir las cejas.

Un nuevo movimiento de la mano los despidió, sin decir ni una palabra más.

Tracy permaneció mirando la puerta, con la vista aguda y fija, hasta que volvió a cerrarse a espaldas de Alan y Helene. Sólo en ese momento miro a Ingo, advirtió que el Gryffindor estaba pensando, y ella tomó el lugar natural que tenía en el marco de aquel silencio, el cual era de acompañante igualmente muda e igualmente reflexiva. Dado que ya nadie la veía, nadie salvo Ingo, rodeó la mesa y comenzó a pasearse por la sala con el ceño fruncido. Era la mejor forma que tenía para pensar, y no tenía ni intención ni motivos para reprimirla. A fin de cuentas, sus pasos apenas hacían ruido, y aquello no interrumpiría el transcurso de los pensamientos del Gryffindor.

Sólo se detuvo cuando Ingo se dirigió hacia ella. Tracy lo miró a los ojos, y acabó acercándose a él de nuevo mientras movía la cabeza. Cuando habló, lo hizo con voz baja y muy cercana, sólo para él. Quién sabía quién podía estar intentando escuchar.

- Sin duda que si alguien quiere decir algo, lo hará, a pesar de todo. Quiero decir, vaya, si alguien está realmente involucrado en lo que está sucediendo, probablemente sea suficientemente inteligente como para pensar cómo esquivar el hechizo. Yo sé que tú podrías hacerlo, de querer hacerlo, sin ir más lejos. Y yo también podría - señaló la Gryffindor, en palabras que a cualquiera le podrían sonar acusadoras o sospechosas. Sin embargo, no se le movió ni una peca del rostro, así como tampoco sonrió - Pero hay dos problemas, Ingo. El primero, que seguramente ninguno de los demás quiera dejar a los otros afuera de esto... y es posible que se necesite el consentimiento de los demás para el hechizo, o no lo sé. Le preguntaré a Alice cuando le lleve mi cabello para lo otro. Quiero hablar con ella en privado, sin ponerla en guardia, y no se me ocurrió mejor idea - explicó, por si al Gryffindor no le había quedado en claro el motivo por el cual una persona práctica como ella no se había arrancado un mechón allí mismo y se lo había pasado a la Ravenclaw.

Estaba de nuevo al lado de la mesa, y apoyó ambas manos contra el borde, tamborilleando suavemente contra ella.

- El segundo es que, temo, mucha preocupación por nuestra parte relacionado con eso sea vista como desconfianza. Y sospecha, lo cual podría ser contraproducente. Helene puede entenderlo, habiéndose criado con su padre, pero creo que los demás no tienen idea de lo que es - dijo, con cierta brusquedad - Quizás debamos vigilar el tema por nuestra cuenta, Ingo. ¿Te parece? - Tracy iba a decir algo más, pero repentinamente extendió una media sonrisa. Una que no tenía nada de humor, y mucho de peligro - Acabo de pensar algo. ¿Crees que alguno de los que no vino... en realidad esté aquí o haya estado aquí... escondido?

Estúpida, estúpida, estúpida, pensó repentinamente, mientras paseaba los ojos por los alrededores vacíos y buscaba en su mente un modo de averiguarlo.

Tracy tampoco dijo nada más. Una vez que salieron al pasillo, siguió a Ingo con naturalidad, y caminó hasta que los pasos de ambos encontraron un sitio en el cual pudiese ver a través de un ventanal. Los ojos de la Gryffindor se posaron en el cielo más allá, tomando conciencia de la hora, y pareció pensar seriamente en la invitación implícita.

- Voy contigo - dijo, finalmente - Creo que es una gran idea, y los campos de Hogwarts parecen estar en paz. No dudo que el profesor Kettleburn nos llamará si necesita algo. Andando, vamos - ofreció, repentinamente empujando a Ingo en forma de juego, como si el Gryffindor necesitase un enorme aliciente para ir hacia la biblioteca.

Cuando estábamos a unos cincuenta metros del castillo se dió la vuelta una vez más. Abrió la boca y la volvió a cerrar. Dio dos pasos más y volvió a girarse, clavando sus ojos en Alice. Tragó saliva y cerró los ojos, como si luchase consigo mismo, para volverlos a abrir.

- Alice - dijo. Tras una pausa de un par de segundos añadió - no prometo nada, pero... ¿a qué hora será la reunión?

Levanté la cabeza sorprendida ante su pregunta, pero enseguida una sonrisa suave se instaló en mis labios. - Una hora antes del partido, en el despacho de Dumbledore. - Hice una pausa y añadí algo más. - Llevaré los espejos, si vienes te podré dar el tuyo allí mismo.

Asentí casi imperceptiblemente a sus palabras mientras añadía algo para posibles oídos.

- ... casi, pero no lo logré. Me tiene que enseñar esa última maniobra, muy buena.

Asentí con la cabeza y me separé de él. - Será un placer, cuando quiera búsqueme y le dedicamos un rato. - Con una pequeña inclinación me dispuse a marcharme. - Hasta la vista, señor Black.

- Hasta otro momento señorita Battletower.

Le devuelvo la cortés inclinación de cabeza y me alejo hacia 'mi sitio', es curioso como somos seres de costumbres y acabamos haciendo siempre las mismas cosas y en los mismos lugares. Aprovecho el poco tiempo que me queda hasta que llegue el profesor y me pongo a pensar en la mejor forma de averiguar a quién van a utilizar.

- Si es alguien de nuestra casa hasta es posible que ni siquiera utilicen un hechizo, muchos los harían simplemente porque se lo piden y no se van a negar, o tambien podría ser por dejarse ver codeándose con los mayores - Ese último pensamiento me lleva a pensar en mi primo - Espero que no esté involucrado con Riddle y su grupo, aunque sabiendo cómo es, no me extrañaría -

Los chicos no tardan mucho en entregarte unos espejos caseros algo chapuceros, lo cierto es que ahora que lo piensas habría sido mucho más sencillo comprar unos espejos en cualquier catalogo. Pero los espejos están y eso es lo verdaderamente importante. 

Cuando llega el momento de realizar el hechizo los dispones en círculo y depositas con suavidad las Conexiones Arcanas en el mango, tal y como viene en las indicaciones del hechizo. Respiras hondo y dejas que la magia fluya a través de la varita para golpear los espejos produciendo un fuerte resplandor plateado. Paulatinamente, la luz va disminuyendo y pronto deja de brillar dejando todo como estaba antes. Sin embargo, estás segura de que todo ha ido bien y ves, ilusionada, como alrededor de cada Conexión ha crecido una pequeña cámara de cristal; la descripción avisaba de esto, así se evita que el hechizo se disipe de manera accidental aunque por supuesto el cristal puede romperse y sacarse el contenido.

Ahora solo queda probarlos.