Partida Rol por web

Me levanté del taburete cuando vi entrar a Alan y recorrí el camino hacia la puerta para asegurarme de que quedaba bien cerrada tras él. - Buenas noches, Alan. - Dije, al cruzarme con el muchacho por el camino. Y la comisura de mis labios se estiró un poco mientras le daba vueltas a cosas que no podía decir en voz alta. 

Una vez la puerta estuvo completamente cerrada, volví al grupo y miré a los presentes con mirada serena. - Me temo que ya estamos todos, no creo que venga nadie más. Pero antes de empezar, dejad que asegure el sitio. - Saqué la varita y realicé los gestos del hechizo mientras pronunciaba con voz clara. - Cave Inimicum. - Tras terminar apunté con la varita hacia delante y la moví sin decir nada, mientras miraba atentamente a mi alrededor, realizando los gestos de otro hechizo en silencio. 

Tras comprobar que estuviéramos solos me senté en el taburete que había ocupado hasta que llegaron todos, junto a Charlotte y el que había ocupado Helene y respondí entonces a la pregunta de Alan dedicándole una pequeña sonrisa. - No, aún no habíamos empezado, llegas justo a tiempo. - Después miré a todos, esperando por si alguno quería empezar a hablar el primero. 

Slytherin

-Alphard Black (Capitán y Buscador) (4º)

-Caitlyn Nibbles (Cazadora) (4º)

-George Stanford (Cazador) (4º)

-Jack Applefield (Guardián) (5º)

-Nemesio Rosendo (Cazador) (4º)

-Tom Gentle (Golpeador) (4º)

-Webbers Cock (Golpeador) (6º)

Ahí tienes la lista. Te añado un par de detalles, tienes muy buenos golpeadores en tu equipo y el resto de jugadores son normalitos-mediocres, incluyéndote a ti. Los Hufflepuff tienen una gran guardiana y a un excelentísimo buscador, nuestro querido Alan, sus otros jugadores son normalitos-mediocres.

De acuerdo, apuntaré que has ido a la biblioteca a empaparte de la sabiduría del Quidditch.

Elizabeth, puedes tirar o bien las cartas o bien tu don premonitorio. De las primeras tienes más posibilidades de que te salga algo, pero con la segunda tienes mayor certeza de lo que va a pasar. Tira Inteligencia + la habilidad que quieras usar.

Tracy traspasó la puerta abierta, apenas un segundo después de Ingo. Sus ojos planearon un instante por la sala, evaluando si cerrarla a sus espaldas, pero al no ver a Alan se dio cuenta que aún no estaban todos y no lo hizo. Aún así, dio un par de pasos al costado de la abertura y se quedó allí de pie, espalda apuntando hacia la pared, rostro enfrenándose a los que ya estaban en la sala mirándolos. No era difícil entender qué era lo que estaba haciendo Tracy, y seguramente tampoco nadie lo encontraba llamativo. Para la Gryffindor era algo normal, arraigado en el alma de sus años y de su carácter, y era además algo que debía hacer.

No llegó a decir nada antes que Alan irrumpiese también en la sala y hablase, por lo que Tracy esperó a que terminara.

- Buenas noches - saludó entonces - Gracias por esperarnos. Lamentamos llegar tan tarde. No volverá a pasar, mientras podamos evitarlo - agregó con sinceridad, y luego miró con una expresión indescifrable a Helene, que se había puesto de pie de golpe y había vuelto a sentarse - Helene, sé lo que pudiste imaginarte, y fue irresponsable por mi parte no haber avisado - como Scout y como miembro de una familia de Aurores, Tracy se imaginaba que aquel había sido el motivo de la reacción de la Hufflepuff - No quisimos preocuparlos. Lo siento por la parte que me toca.

Ya estando todos, Tracy giró para cerrar la puerta que estaba guardando. Alice Battletower llegó para confirmarla cerrada, y la Gryffindor no podía culparla, ni intentó detenerla. Una vez que estuvo hecho, miró hacia Ingo y le invitó a caminar hacia la mesa, que ahora parecía más grande dado que no había tantas personas a su alrededor. Se sentó en el mismo taburete que la otra vez, echando una mirada en línea recta hacia la puerta.

Repentinamente, se dio cuenta que había caído el silencio. Tracy miró a Alice, miró a Helene, luego a Charlotte, y acabó mirándolos a todos del mismo modo en el que de pronto todos parecían mirarse entre sí. Porque, era así, ¿verdad? La Gryffindor movió la cabeza y tomó la palabra, tirando la primera piedra.

- Antes de poner la información que conseguimos en común, que quizás nos lleve tiempo, quisiera confirmarte que me llegó la invitación a la nueva reunión, Alice - dijo la Gryffindor, asintiendo con la cabeza - Allí estaré cuando sea el momento. Por otra parte, ¿alguien sabe algo sobre Black, Deacon y Ravenclaw? - los miró, interrogante. No había enojo en su mirada - Habían dicho que no vendrían hoy, con mayor o menores razones - bueno, quizás había un poco de enojo, fácilmente relacionable con Alister -, pero quizás alguno de ustedes habló con alguno de ellos. Yo apenas he visto a Black y a Ravenclaw en Duelo, pero estaban a lo suyo. ¿Alguno de ustedes ha tenido mayor contacto?

Pongo cara de circunstancia ante las palabras de mi compañera, no debe ser fácil para ella hablar así. Cuando dice que puede ver lo que va a pasar en las cartas, elevo una ceja sin querer; tengo que controlar estos actos reflejos, pienso al oir sus siguientes palabras.

- De acuerdo, pero en un sitio menos transitado ¿la biblioteca?

Acepto su sugerencia y propongo un lugar tranquilo, además así podré buscar libros sobre tácticas de quidditch; he de saber de lo que tengo que hablarles, pienso recordando las caras de todos los miembros del equipo. Está bien que me hayan elegido pero no sé si alguno votó en contra, hay alumnos de cursos superiores que son mejores y con mas experiencia, como Cock.

Sonreí cuando Alice habló sobre la profesora Farewell. La profesora Farewell es alguien en quien podemos confiar. Comenté, completamente seguro. Era muy maja, agradable y cercana. Casi trataba a los alumnos como una madre. Me resultaba imposible imaginármela tramando algo contra Dracons o la escuela. Aunque no creo que nos pueda servir de mucha ayuda dado que los profesores no pueden enterarse... Y tampoco creo que fuera la mejor opción entre los profesores para la tarea.

Me encogí de hombros, quitándole importancia al asunto. Seguí a la pelirroja por los pasillos escuchando lo que tenía que decirme sobre la forma de comunicarnos. Asentí con la cabeza cuando acabó. Si fuese mediante cuadros todo sería más fácil. Comenté bromeando al recordar los muchos cuadros que había en la escuela. Aunque supongo que podríamos llevar un pequeño espejo encima siempre. Era un buen plan, me gustaba la idea. Bastante pintoresca... Hablarle a un espejo y que alguien pueda oírte. Suena divertido. No es que no me tomase aquello en serio, pero me encantaba aquello. Era como en las viejas historias que me contaba mi padre de pequeño. Quien sabe, tal vez era el mismo hechizo.

Ni siquiera me di cuenta de por donde me llevaba Alice. Simplemente la seguía y disfrutaba de la conversación. Era una chica interesante y siempre me sorprendía lo mucho que sabía o era capaz de descubrir en poco tiempo. Yo me había dedicado a revolotear por la biblioteca encontrando cosas inútiles por doquier. Miré al aula con creciente interés. Veo que no soy el que no puede esperar a descubrir lo que tramaba Tom en esta sala. Comenté con una sonrisa traviesa en la boca. Cogí la mano de Alice y empujé suavemente hacia la habitación. Teníamos que tener una excusa si nos pillaban y si entrabamos de la mano la excusa sería más creíble. Vamos.

No pude evitar ruborizarme un poco cuando me tomó de la mano. No estaba demasiado acostumbrada al contacto físico con chicos y mucho menos con uno tan guapo. Alan siempre trataba ese tipo de cosas con naturalidad y sabía perfectamente que no significaba nada, pero todavía me costaba acostumbrarme a ello. Tardé un par de segundos en darme cuenta de que se disponía a entrar directamente en el aula y cuando lo hice lo detuve, sujetándolo de la mano. - Espera... Deja que me asegure de que no hay nadie dentro. - Susurré, dirigiendo mi varita hacia la puerta y pronunciando con claridad un hechizo. - Auris Magna. - Después apoyé el lateral de la cabeza en la madera, tratando de escuchar al otro lado durante algunos instantes. 

Si no se escuchase nada en el interior, asentiría hacia él con la cabeza y dejaría que entrase él delante. Seguramente estaría más preparado que yo para cualquier cosa que pudiéramos encontrar.

Querido hijo:

Antes que nada tu madre te manda recuerdos. Permíteme que te felicite por tu nuevo puesto, aunque no debería, pues tendrías que haberlo conseguido mucho antes. Será mejor que no te descuides y te esfuerces por conservarlo hasta que termines los estudios. Ya que no destacas en anda más, al menos así aportarás algo de honor a nuestro apellido.

En estos precisos momentos estoy seleccionándote una esposa de buena familia, después del desastre con los Weasly, esos sucios traidores a la sangre, no podemos dejar que tu matrimonio sea con cualquiera. Creo que estoy a punto de cerrar un acuerdo con los Lestrange que nos será inmensamente beneficioso, de modo que espero que no hagas nada indebido que pueda fastidiarlo. Trata a los Lestrange con el mismo respeto que me debes a mi.

El oro de los Black no se gastará en caprichos, tendrás siete escobas y siete equipos, ni uno más. Espero que eso baste para ganar. Estaré pendiente del resultado y no aceptaré nada menos que una victoria o de lo contrario tu y yo tendremos una charla.

La puerta, de madera maciza y bien cuidada, se abre con un ligero chirrido para daros paso al umbral. Unas ventanas situadas en la parte izquierda iluminan tenuemente lo que antes debió ser un aula bastante utilizada. Lo bastante grande como para dar acogida a unos treinta alumnos y su correspondiente profesor, ahora parece mucho más pequeña por las pequeñas montañas de objetos tapados con sabanas que en su día fueron blancas y ahora aparecen amarillentas y roídas.

El polvo está por doquier, cubriendo las ventanas, en el picaporte interior, en las grietas de las paredes y encima de las sabanas, el único testigo del olvido de este lugar. ¿Quien sabe que ocurría aquí hace tiempo? ¿Quien usaba esta sala y para que? ¿Y porque ahora Riddle la usa?

Pero no hay polvo en el suelo. Ni una mota. Como si hubiese sufrido una concienzuda limpieza, el suelo parece extrañamente fuera de lugar, demasiado joven para tanta vejez que lo rodea.

Helene arqueó una ceja y reprimió una risa sarcástica cuando Tracy mencionó a Alister. Ella a penas lo había visto en el club de duelo, y mucho menos en los pasillos, pero había llegado pronto a esa reunión, lo suficientemente pronto como para obtener esa información que ahora Tracy demandaba, una información que ahora hinchaba el ego de la joven Hufflepuff, y le mantenía la espalada recta y una sonrisa soberbia en los labios.

Soltó un suspiro sonoro, escueto, cortado por esa sonrisa pedante. Un suspiro que suplía el molesto carraspeo hecho con la única atención de llamar la atención. El conjunto de los gestos de Helene y su mirada fugazmente entornada al techo claramente respondían a la pregunta de la Gryffindor con un “oh si tú supieras lo que yo sé”.

Helene, en cuanto sintió las miradas sobre ella se animó a hablar. – No quisiera atacar a vuestro amigo pero, con Alice, - en realidad todo ello era mérito de la Ravenclawn pero en el momento en que se lo había contado se autoproclamó partícipe de aquella historia - descubrimos un método bastante más eficiente para comunicarnos que el de las piedras del sueño, y Alice – la señaló con un gesto de mano que tanto tardó en mostrar la pelirroja como volver a descansar sobre la otra mano de Helene- le pidió investigar juntos en la biblioteca en lugar de que fuese por su cuenta, pero él dijo que no consideraba adecuado merodear por los pasillos.- imitó la voz que Alice minutos antes había empleado para parafrasear esa respuesta.- Por su tono quedaba muy claro que quería reafirmarse en la postura que había intentado defender la noche anterior.

Además, insistió en que Deidre había visto a las gemelas salir del dormitorio y que él ya había avisado de estas reunirnos son peligrosas (dice él) – añadió sus últimas palabras en una coletilla que negaba opinar igual.

De Black no sé nada – pensó pero su ignorancia no le pareció digna de mención – Black debe estar ocupado intentando idear alguna estrategia para el partido. El pobre no sabe que no va a poder vencer a Alan, haga lo que haga.

Luego volvió a hacer silencio, algo extrañada por haber sido capaz de bromear sobre el paradero de Black. Aunque su opinión no distaba mucho de ese comentario en teoría gracioso.

Concentrado, apoyado en la pared opuesta a la que Tracy se encontraba escuchando, mi respiración empezó a alterarse. Por la dificultad de lo que estaba haciendo, y también por el sobreesfuerzo al que me estaba sometiendo aún sin moverme del sitio. Lentamente mi espalda fue resbalando por la pared hasta terminar de rodillas, con el rostro congestionado y las pupilas dilatadas bajo mis párpados cerrados.

Pero al volver a abrir los ojos una media sonrisa apareció en mis labios. Busqué a Tracy, tratando de transmitirle que, ante todo, me encontraba bien.

- Tengo algo. - Anuncié, extrañado sólo a medias. Aquello al fin empezaba a cobrar sentido. - Hay un hechizo en la habitación, uno muy poderoso. Uno de Transformaciones.

Al ver que Alan también llegaba esperé durante un instante a que fuera Alice quien pusiese en voz alta si realmente esperábamos a alguien más, y me sentí más tranquilo al ver que sólo estaríamos los que nos habíamos quedado al final de la reunión anterior. Ya me dosponía a caminar hacia la mesa cuando Tracy me invitó a hacerlo, y por un momento me pregunté si aquello había sido anticipación, causa o consecuencia. Avancé junto a ella, sentándome en el lugar que había ocupado la otra vez y empezando a tomarlo como mío.

- Así que Alister va a seguir por su cuenta. - Enuncié en voz alta, posando mi mirada en Alice para esperar su confirmación y luego en Tracy para observar su reacción. Luego tomé aire, sin estar seguro de que fuese el mejor momento para decir esto. - Empiezo a pensar que por nuestra seguridad y por la suya propia no sería malo mantenerlo al margen. - Confesé, rodeando un poco el tema. - En este par de días Tracy y yo hemos visto que nos enfrentamos a algo muy poderoso, por si lo de Dracons no era suficiente prueba. Puede que Dumbledore sepa que se puede confiar en él, y que no se equivoque, pero si no va a trabajar en equipo y a colaborar, creo que permitirle seguir con esto pueda ser exponerle demasiado. - Expuse antes de hacer una pausa.

- De todas formas creo que es algo que será mejor hablar cuando sepamos qué hemos descubierto todos. - Concluí, esperando que otro terminase la palabra para comentar sus avances en la investigación.

Entré en el aula detrás de Alan, todavía con su mano cogida, pero lo solté en cuanto estuvimos en el interior, para cerrar la puerta tras nosotros, con cuidado de no dejar marcas en el polvo del picaporte y miré alrededor con los ojos muy abiertos. - Vaya... - Susurré, empezando a pasear por la sala con mirada escrutadora. Entonces sacudí la cabeza, centrándome. No quería permanecer allí demasiado rato, tan sólo echar un vistazo rápido, así que no había tiempo que perder. - Ten cuidado, no toques nada donde puedas dejar marcas... - Y al decir esto miré hacia abajo, notando algo raro en el suelo. Todo estaba cubierto de polvo, debería haber un montón de pisadas. Sabíamos que ahí había entrado el señor Riddle, probablemente el señor Dracons también, y desde luego el profesor Dumbledore. Como mínimo. Y sin embargo no había ninguna marca en el suelo. 

Fruncí el ceño y levanté la mirada brevemente, buscando la de Alan, para averiguar si se había dado cuenta él también y enseguida volví a mirar al suelo mientras apuntaba hacia él con mi varita. - Specialis Revelio. - Dije sin dudar, haciendo los gestos cuidadosamente y pronunciando el hechizo con voz clara. Teníamos que darnos prisa y en ese suelo impoluto había algo extraño.

Hice un asentimiento hacia Tracy cuando me confirmó que le había llegado la invitación para la reunión en el despacho del profesor Dumbledore y después esperé por si alguno de los otros tenía respuesta a su pregunta. Pero como me temía parecía que yo había sido la única que había intentado acercarme de nuevo a los tres desaparecidos. 

No me molestó en absoluto que Helene se hiciera partícipe de mis descubrimientos, nunca había sido una persona egoísta ni ansiosa de reconocimiento, incluso me parecía bien que pareciese que ella había participado, eso haría que se sintiese más parte del grupo. Tampoco me molestó que fuese ella la que relatase lo sucedido con Alister, aunque yo no habría dado tantos detalles delante de todos. Sin embargo, ver de nuevo su coraza en pie me apenaba. 

Sacudí levemente la cabeza, apartando esos pensamientos y miré a Ingo y Tracy antes de hablar, pues había sentido las miradas de ambos sobre mí en algún momento. - Intenté avisar al señor Black de esta reunión mientras jugábamos al Ajedrez mágico, pero no sé si habrá podido descifrar mi mensaje, me vi obligada a ser algo críptica. - Expliqué, comenzando por lo fácil para después pasar a algo más espinoso. 

- Como dice Helene, intenté acercarme a Alister, pero me choqué con un muro de piedra. Está empecinado en que reunirnos aquí es muy arriesgado y se negó incluso a caminar conmigo por el pasillo unos minutos para conversar. Le informé como pude de la cita de hoy y le avisé de que las piedras que quiere hacer tienen demasiadas contraindicaciones y habíamos encontrado algo mejor, pero me dijo que las haría igual.

Suspiré y me encogí de hombros, mirando ahora a Ingo. - Sí, por ahora parece dispuesto a seguir yendo por su cuenta. Pero no creo que tengamos que prescindir de él como sugieres, Ingo. Pienso que sólo necesita tiempo y... - Hice una pausa, buscando la forma de introducir un tema al que le había estado dando vueltas. - Creo que tiene problemas con guardarle el secreto a su novia. - Los miré uno a uno antes de soltar la bomba. - Había pensado que quizá podíamos incluirla en el grupo. Eso seguramente haría que Alister estuviera más dispuesto a colaborar. Y Deirdre me parece una buena chica. - Hice una pequeña pausa entonces. - Aunque sólo sería si todos estuviéramos de acuerdo... Y tendríamos que consultarlo con el profesor Dumbledore, supongo.

Tenía más cosas que contarles, pero guardé silencio entonces, esperando escuchar sus opiniones sobre lo que acababa de plantear.

-No se lo cree...- pienso para mis adentros al observar su breve muestra de escepticismo. Sin embargo, estoy demasiado cansada como para ponerme a discutir sobre la fiabilidad de los métodos adivinatorios. -Por lo menos ha tenido la deferencia de no ponerme en duda- pienso ligeramente agradecida. Lo último que necesitamos en este momento es discutir por un asunto tan banal.

-Sí, por supuesto. Adelante- contesto, gratamente sorprendida por su proposición. A fin de cuentas, la biblioteca es, con diferencia, mi lugar favorito de todo Hogwarts. Por desgracia, ni Ruth ni Alex son demasiado aficionados a los libros. -No, mejor dicho, Alex no era aficionado a los libros. Ahora simplemente no es nada...

Lanzo un breve suspiro para mis adentros, mientras comienzo a barajar nuevamente las cartas durante el corto trayecto desde el Gran Comedor hasta nuestro destino. No deja de ser casi una broma que sea aquella la primera vez que vaya a usar el regalo que habían preparado para mí. -No me falléis ahora...- pienso para mis adentros, mientras tomo asiento en una de las mesas de la biblioteca, preferiblemente la más solitaria que encuentro.

Tras colocar el mazo sobre la mesa con auténtico cuidado, hago un breve gesto para que sea Black el que corte. -Por favor- Tras esto, extiendo las cartas sobre la mesa y me preparo para interpretar los diferentes arcanos que puedan aparecerse ante mi, aislándome por completo de lo que ocurre en el resto de la habitación.