Sonrió al escuchar la respuesta del doctor Vane. Estaba convencida que era hombre de conversaciones interesantes. Ojalá tengan un experto en la policía y ojalá también el doctor Vane lo estudie con detenimiento -pensó, creyendo que lo óptimo era que pudiesen comparar impresiones entre profesionales, aunque él podía preferir dedicarse a otras cuestiones.
Después observó al señor Moore, quien se mostró verdaderamente extrañado con su idea. El agente miró primero al doctor Vane buscando confirmación a lo expresado por Constance. Cuando regresó su mirada a ella, la fotógrafa reprimió el impulso de explicar cómo y por qué conocía ese tema. Le molestaba justificarse por cosas que no se esperaban de ella por el mero hecho de ser mujer. Aunque sinceramente, no creía que el agente hiciese tal juicio, su actitud únicamente reflejaba genuina curiosidad.
-Así es -asintió la fotógrafa convencida, sin añadir más.
Sonrió agradecida a Maggie por su cumplido, estaba feliz por haber contribuido con una idea que todos aprobaban. Entonces, el agente Moore dijo algo insólito. Constance le miró extrañada. Primero creyó que les proponía vestir con pantalones. Luego, al seguir hablando, le sembró la duda de si quería que pasasen por hombres o por meretrices.
El pobre tenía buena intención, pero no sabía lo que podía venírsele encima.
Constance trataba de disimular lo mucho que le divertía la situación. No tenía inconveniente en vestir como ellos, si eso era lo que pretendía, pero no se lo haría saber tan pronto. Era tan tentador prolongar un silencio que a todas luces resultaría tenso para el señor Moore... Por un segundo sintió cierta lástima por él, pero ¡bah! era una ocasión irrepetible.
Esperó con curiosidad la reacción de Maggie, dejando que fuese ella quien hablase, y deseando, vivamente, que su respuesta le permitiera ver al agente apurado, o al menos, le sacara los colores. La señorita Smith respondió acorde a sus expectativas. Entonces, Constance miró al policía tratando de ocultar la gracia que le hacía lo incómodo que podría resultarle a él aquel momento.
-Qué atrevimiento, señor Moore... -dijo negando con la cabeza, reforzando la primera respuesta de su compañera, dejando que el hombre pensara que había estado desacertado o que les estaba proponiendo un disparate.
Lo cierto es que estaba disfrutando y le costaba esfuerzo no reír. Tal vez, incluso, se estuviesen percatando de ello. Estaba a punto de añadir algo más cuando de repente cayó en la cuenta. ¡Las piernas de la señorita Smith! Más allá de la apariencia, dependiendo del estado y sensibilidad de las mismas, vestir pantalones podría causarle un gran malestar. Este pensamiento borró su sonrisa.
Asintió a Maggie, conforme a su última respuesta. Parecía estar dispuesta a salir para cambiarse, y de ser así, Constance la acompañaría.
El doctor Phillips miró extrañado a Moore, algo incrédulo al haber escuchado tal atrevimiento por su parte, pero tras deliberarlo un momento asintió y elevó una ceja, apoyando en silencio la poco acertada observación del agente. Tras los nuevos descubrimientos el grupo elegir destino no fue difícil. La dirección de la casa de la señorita Eddowes estaba en el informe presentado por el forense. La casa de huéspedes nº55, entre la calle Flower y Dean Street.
La cara del conductor al conocer el destino ya os da una pista de lo que os vais a encontrar por el camino. Whitechapel es un hervidero a punto de estallar y pese a la tragedia que se está viviendo en sus calles, la vida no parece cambiar. Sigue necesitándose desvíos continuos para poder llegar al cualquier calle del barrio, ya sea por que alguien está paseando ganado o por algún perímetro de seguridad que se ha instalado. El viaje se demora bastante más de lo planeado, notáis las piernas entumecidas al llegar y el olor cargado a suciedad, ganado y heces se intensifica en cuanto pisáis el suelo.
Hay grupos de personas hablando cerca de la puerta de la casa de huéspedes, algunas miran hacia las ventanas del propio edificio y continúan hablando con cierta preocupación. Los que os ven acercaros os miran de arriba a abajo, claramente os identifican como personas ajenas al barrio, e incluso algunos dan varios pasos al lado para alejarse de vosotros, pero la mirada se mantiene interesada en vosotros.
La puerta está abierta, por lo que sabéis Eddowes también vivía en el tercer piso de la casa de huéspedes. No hay nadie en la recepción del lugar y la puerta de la garita está cerrada con llave.
Vivir en los astilleros de St. Katharine era complicado, pero no era una situación tan extrema como hacerlo en Whitechapel pese a su cercanía. Para los habitantes de este barrio, el resto eramos extraños, casi como extranjeros.
Al bajar del carruaje me vi golpeado por el olor, pese a estar más o menos acostumbrado. Fruncí el ceño pero no me tapé ya que no quería llamar más la atención de lo que ya parecía que estábamos haciendo.
Miré hacia mis compañeros y encabecé la marcha hacia el edificio. Pese a la incertidumbre que internamente sentía, basada principalmente en lo que ocurrió en la última casa de huéspedes que visité, debía mostrarme firme y hacer mi labor como agente de la autoridad.
Sin embargo, al ver que la garita estaba vacía, tragué saliva y me paré en seco. De no tener la llave de la casa probablemente significaría tener que forzar la puerta de la vivienda, y entones una punzada en el pecho me recordó el tiempo en el hospital tras el último intento de abrir una puerta a la fuerza.
Respiré hondo y, tras pedir que mis compañeros esperasen un momento, aunque podían acompañarme si querían, salí al exterior del edificio buscando a la gente que se amontonaba fuera.
- Perdonen -Quise acercarme a ellos con cortesía-. Estamos investigando la muerte de Catherine Eddowes. ¿La conocían? -Pregunté de primeras, para ver si tenían relación con la víctima o solo estaban cuchicheando- Por cierto, ¿Sabrían dónde puede estar el responsable de la hospedería?
El silencio del agente Moore, sumado a su incomodidad por su petición indecorosa aunque razonable, fue suficiente para ambas mujeres que divertidas compartieron una mirada cómplice. Tras intercambiar unas palabras entre ellas, lanzando alguna que otra mirada a los caballeros, decidieron excusarse para poder complacer la petición de Moore, citándoles en un punto de camino a Flower y Dean Street.
Por suerte había ido a dar con dos mujeres de lo más inusuales, en el caso de Maggie no veía el día que el atuendo masculino fuera aceptado para las mujeres más allá de los horribles conjuntos abullonados que se habían diseñado para que montaran más cómodamente en bicicleta. Así pues, cuando el carruaje se detuvo para recogerlas ambas subieron con sus “sencillos” atuendos, más acorde con la aparentemente peligrosa actividad que el bueno de Moore temía que se encontraran en la investigación. Aunque quien podía culparle tras los percances sufridos hasta el momento.
Por su parte Maggie apreció con un conjunto lo más “masculino” que sus estándares le permitieron, decantándose por unas sencilla blusa blanca ceñida por un chaleco cruzado en color camel y unos pantalones de montar de tweet beige, cubriendo sus botas demasiado femeninas unas polainas de piel abotonadas a lo largo de las pantorrillas. Un conjunto de colores tierra bien combinados que quedaba ocultos, así como sus curvas femeninas, por una gabardina de viaje desgastada por el tiempo; mientras que su ondulada melena quedaba recogida bajo un sencilla boina de lana inglesa.
Ambas se acomodaron con dignidad junto a sus compañeros y emprendieron ruta hacía su destino.
Sin duda Maggie, más que los demás agradeció el descanso para sus piernas – además del ungüento que se había puesto antes de cambiar su atuendo protegiéndolas y dándole un respiro en las próximas horas – aún así, al bajar del carruaje decidió tomar el brazo de la señorita Gallagher mientras se aproximaban a la vivienda.
-mis disculpas – le dedico con sutiliza mientras avanzaban, tratando de soportar el hedor que golpeaba a su sentido del olfato
El agente Moore tomo distancia y comenzó con su trabajo de inmediato, ella prefirió estudiar el entorno y a las gente mientras lograban el acceso a la vivienda.
Motivo: Percepción+Investigación
Dificultad: 6
Tirada (7 dados): 9, 5, 3, 2, 7, 9, 2
Éxitos: 3
pantalones creo que del resto del conjunto os podeis hacer una idea
editado jugadora
vale el editor me trolea, solucionado y además me he dado cuenta que no he hecho la tirada de percepción que queria, así aqui va
Llevaba un traje de hombre y el cabello recogido en el sombrero que se le había ajustado mejor. Había mirado a sus compañeros, tratando de averiguar la opinión de su elección en el silencio de sus miradas. Luego subió al carruaje con los demás. El viaje fue largo, más de lo esperado, así que tenía ganas de llegar, bajar y estirar las piernas. Y si ella las sentía entumecidas, no quería ni pensar en cómo las tendría la señorita Smith.
-Siempre que gustéis -respondió amable, sonriendo cuando se cogió de su brazo, contenta de poder ayudarla.
Arrugó la nariz y suspiró. El hedor era fuerte, pero había respirado ambientes peores. Se espolsó un poco el abrigo y cargó con su brazo libre las herramientas de fotografía. Iba mucho más ligera, pues había prescindido de los artilugios necesarios para sostener a los difuntos.
Le llamó la atención el hecho de que la gente mirase, no a ellos, sino hacia las ventanas. No pudo sino dirigir la vista en la misma dirección y acercándose con la señorita Smith, se colocó junto a uno de los hombres, uno que no se alejó de ellos y que había hablado con cierta preocupación.
-Disculpe señor -dijo con cordialidad, con la mirada todavía puesta en las ventanas. Seguramente por su aspecto y voz, Constance podía pasar por un chico joven- ¿qué estamos mirando? ¿Es que ha ocurrido algo allí? ¿Hay alguien arriba?
Había visto entrar al agente Moore en el edificio, pero antes de seguirle, quería aguardar un momento a la respuesta del señor, y si éste no respondía, miraría al que tuviese más cerca buscando en él una explicación.
La fotógrafa solía ir a la suya, pero sabía que a la gente le encanta hablar, especialmente de temas delicados, escabrosos o cuestionables, y confiaba que el hecho de tener un oyente que les prestase total atención, iba a tirarles de la lengua. Otra cosa era que no arrojasen luz sobre nada nuevo. Aunque, quién sabe... ¿y si se habían movido las cortinas tras el cristal y al subir no encontraban a nadie? No era policía, desde luego, pero verse envuelta en un misterio alimentaba su imaginación.
Mortimer acompañó a Moore hacia el carruaje, sintiendo cierta expectación por ver qué cambios hacían las dos jóvenes en sus atuendos. Y cuando aparecieron vestidas con ropas de hombre, al doctor se le fueron por un instante los ojos, repasándolas a ambas con la mirada. Carraspeó al darse cuenta de que estaba contemplándolas de un modo algo inconveniente y un leve rubor coloreó sus pómulos mientras desviaba con un atisbo de timidez sus ojos hacia el exterior. Iba a necesitar algunos minutos de adaptación para acostumbrase a verlas con un aspecto tan distinto al habitual y que se le antojaba exótico y atractivo.
Y tiempo tuvo suficiente y de sobra para ello con lo que duró el trayecto hasta Whitechapel. Frunció un poco la nariz al descender, pero después de trabajar en el hospital, en ocasiones en circunstancias poco menos que penosas, su olfato y su estómago estaban más que acostumbrados a soportar olores mucho peores que aquel. Contempló con ojo clínico el modo en que se movía Maggie, agarrada del brazo de Constance, y cerró la puerta del carruaje antes de avanzar tras ellas.
La situación era llamativa, con todas esas miradas dirigidas a las ventanas, y compartió en silencio la curiosidad que la joven fotógrafa estaba poniendo en voz alta. También vio que el agente entraba en el edificio y volvía a salir, así que él permaneció por allí, atento a las respuestas que ambos pudieran obtener y fijándose en cuanto les rodeaba, con los sentidos en alerta.
Tirada oculta
Motivo: Percepción+Alerta
Dificultad: 6
Tirada (5 dados): 1, 5, 6, 8, 10
Éxitos: 2