Partida Rol por web

La tensión es tal que estoy seguro de que el mínimo ruido me haría dar un bote en la silla. Aunque quisiera salir corriendo de allí, siento todo el cuerpo totalmente paralizado y sólo puedo mirar al niño Blackwood con una expresión que ni siquiera yo sabría descifrar. Hasta que se tuerce en un gesto de sorpresa al oír las carcajadas de ese hombre. Miro a los demás de la habitación, sin saber si relajarme o tensarme aún más en mi asiento. En otra situación me reíria también pero en ese momento estaba demasiado preocupado porque alguno no decidiera rajarme el cuello en un arranque de gracia.

Y no es hasta que el amable hombre del cuchillo habla, que caigo en mi error. Demasiado nervioso como para pensar a qué Blackwood debía preguntarle. Bueno, al menos ha conseguido ponerle de buen humor. Levanto una ceja al oír el apodo del señor Shine pero me abstengo de preguntar nada.

- Para nada las frecuento, - respondo alzando las cejas, en un arranque de sinceridad - al primero apenas lo conocí hace dos días y a la segunda sólo de oídas. - me quedo unos instantes en silencio, decidiendo si guardarme mis motivos o dárselos antes de que me los saque a golpe de cuchillo. Finalmente pongo los ojos en blanco y apoyo el lateral de la cabeza sobre la mano, con gesto cansado - Por motivos... familiares, tengo una deuda que saldar con el Anarquista. Y realmente lo poco que sé de la duquesa es que ese título es pura palabrería y que tiene guardado más dinero del que cualquier desgraciado de esta zona podría contar. - me quedo mirando con resignación al señor Blackwood. No sé cuánto podré alargar la conversación, pero en el momento en que la tenga toda, voy a servir de poco.

En ningún momento hago mención de avanzar, porque si bien las tijeras apenas podían suponer una amenaza, la mujer no estaba totalmente fuera de control.

- Me alegro por ambos, pero creo que he sido bastante claro. No voy a hacerle nada si seguimos hablando. - Remarco inmóvil - Verá señorita Reid, corríjame si me equivoco, pero tengo entendido que también trabaja para la corona y que se va a celebrar inminente una recepción ¿no es así?

Pregunto imaginando que intentaría negarlo, pero que del mismo modo comprendería que el asunto no iba con ella y podía salir indemne con su simple colaboración.

El hombre deja de reir tomando un porte más serio y amenazante. Escuchar que estás endeudado con Shine no le ha hecho gracia, precisamente. Se lleva una mano al mentón, clavando la mirada en ti, manteniéndose en silencio unos segundos, pensativo, mientras los otros dos que se mantienen en la sala siguen riéndose. Termina bajando las manos, apoyándolas con cierta delicadeza en la mesa, pero apretándola, haciendo que sus nudillos se tornen blancos. 

-Ahora que sé que estoy tratando con una marioneta de Shine, dime. -Se cruza de brazos. -¿Qué es lo quiere? -Dice como si escupiera las palabras. -Mi tío aprovecharía los asesinatos de las putas si con ello sacase pingües beneficios. Estoy seguro de que él Anarquista ya sabe que va a cooperar con la petición de la reina. -Te mira, pasando la mirada de arriba a abajo, con cierto asco. -Dudo que te haya enviado a que alguien que no se habla con su pariente te confirme nada. ¿Qué es lo que quiere el viejo?

Te observa, algo más impaciente de lo que estaba al principio. Y sin reírse.

La chica parece respirar con más calma. Te mira confundida y en ningún momento baja la tijera. Te mira de arriba a abajo, a toda vista nerviosa. Mira a un lado y al otro, buscando algo, pero finalmente te mira a los ojos, mateniéndose en silencio. Sin comprender a qué viene esta charla. 

-He trabajado... alguna vez. Sí... En las recepciones... -Dice algo confundida. 

Finalmente conseguía reconducir la situación a una más favorable.

- Bien. Verá, a mi patrón le encantaría conocer quiénes van a ser los asistentes a dicha fiesta y, por lo tanto, me sería de gran si pudiera facilitarme sus nombres. Así los dos podremos volver a nuestras vidas sin mayores incidentes.

Señalo y para hacer hincapié en mis palabras me aparto un poco de la puerta para mirar oler las flores, solo que estaba preparado para interceptarla en caso de que intentara escapar.

Es como si ese hombre fuera capaz de saltar hacia mí, rajarme el cuello con una uña y volver a su sitio sin haberse despeinado un ápice. Frunzo los labios sin poder apartar la mirada de él y al escucharle hablar, sé que se han acabado las risas por su parte. Me gustaría decir que tengo poco de marioneta, pero está claro que se me está acabando el tiempo.

- Está planeando un robo. - digo finalmente con un resoplido, como si esa frase se acabase de llevar mi álito de vida - Y para quitar todas las posibles sospechas sobre él, está buscando una cabeza de turco... Alguien con ciertos negocios, a quien poder joder y usar después como justificante de los suyos. - digo encogiéndome de hombros, intentando recobrar algo de movimiento. Suelto un breve suspiro y me quedo mirando a los ojos a Blackwood, sin mentir esta vez - Como he dicho, sólo quiero vivir. Si vuelvo con las manos vacías o si no vuelvo, tendrá el mismo resultado: Moriré y enviará a alguno de sus otros agentes para conseguir información contra la familia Blackwood. Parece que os tiene cariño, no sé por qué ni quiero saberlo. - niego con la cabeza. La curiosidad mató al gato y que le den a saber o no. - Y no me veo volviendo con trapos sucios de tu tío... - me llevo la mano al mentón de nuevo, considerando la última opción. No me queda otra ahora mismo - Sin embargo... Es posible que me haya confundido de lugar, de hora... Y sea él el que acabe mal parado. - termino mirándole expectante. 

La mujer te mira extrañada, balbuceando algunas palabras que no llegas a entender. Niega con la cabeza, como si no entendiera bien qué es lo que pretendes. Traga saliva y te mira a los ojos. 

-La recepción... fue ayer... señor... -Se encoge de hombros, negando con la cabeza. -No hay... ninguna más... próxima...

Dice manteniendo las tijeras en la mano, apuntándolas hacia ti.

- ¿Um?

La información no encajaba y como dudaba que Jebediah hubiera cometido semejante error, eso dejaba la reunión como algo realmente secreto o como que la señorita Reid estaba intentado colármela, de ahí venía mi sorpresa y el final de los juegos.

- Entonces no tendrá problemas en confirmarme todos los asistentes.

Declaro dejando las plantas y avanzando hacia ella como si las tijeras no resultaran ninguna amenaza.

- Porque luego visitaré a Anna, o quizás a Elisabeth, - no recordaba los apellidos sin mirar la lista de nuevo y siempre era mejor usar los nombres propios - les preguntaré lo mismo y como no coincidan las respuestas no seré tan amable.

En ese momento estaba ya lo suficiente cerca como para que intentara algo estúpido, solo que dudaba que consiguiera moverse porque eso sería el final de las palabras y, por mucho que me desagradara la idea, el momento en el que terminaría por hacerle daño.

- ¿Quiénes asistieron Barbara?

Gira la cabeza y enarca una ceja. Sonríe mirando hacia los que está detrás de ti. 

-Una ratilla traicionera, por lo que veo. -Deja escapar una leve carcajada. -Veo que no has tratado con el Anarquista lo suficiente para tenerle el miedo que deberías. -Frunce el ceño  mientras te observa a los ojos. -No te hubieras atrevido a proponerme traicionarle. -Apoya una pierna en la mesa y de su bota de caña alta saca un gran cuchillo, con el que empieza a limpiarse las uñas. Pensativo. El cuchillo resuena al liberar la presión contra la uña, haciendo que el pequeño depósito de basura salga disparado en una dirección aleatoria. Con un rápido movimiento, que no has sido capaz de registrar o preveer, se queda a escasos centímetros de tu cara. Puedes notar, que no ver , como se le dibuja una sonrisa lobuna en el rostro. -Puedes decirle que estoy interesado... nadie va a creer que el "bueno" de mi tío sea un ladronzuelo, pero supongo que ya lo sabe. -Vuelve a recuperar su posición en la silla. -Iré a verle, esta noche. Pero quiero que estés en esa reunión. Y si decides ausentarte... le dejaré caer lo fiel que te mantienes al plan. ¿Entiendes?

Te sonríe.

- Me gusta pensar que es de tontos no temer también al cuchillo más cercano. - comento cruzando las manos, mirando precisamente cómo saca el cuchillo de la bota.

Eso es, soy una ratilla y poco más... No pinto nada en esta lucha de fieras y sólo llegaré para comerme los restos. Me mantengo con los labios fruncidos, expectante, mientras el niño Blackwood se limpia las uñas. Casi podría decir que el cabrón está disfrutando la espera. El aire se me corta cuando aparece frente a mí, sin que haya sido capaz de reaccionar de ninguna forma. Me quedo clavado en el sitio y tras escuchar esas palabras, asiento rápidamente, sin dudar ni pensar en sus palabras. Es después cuando empiezo a entender lo que quiere decir. Eso no es lo que Shine quería, desde luego... Pero no me queda otra. Y si su tío está tan limpio como dice, mi tarea iba a terminar siendo un imposible. 

- Allí estaré. - digo simplemente. Allí estaré para ver si decide matar o no a mi hermana o acabar con mis miserias entre los dos. - ¿Algo más? - pregunto, deseando largarme de allí tan rápido como me lo permitan mis piernas.

La muchacha se queda pensativa, sin saber muy bien qué decir, pero al ver cómo te acercas hacia ella, diciendo los nombres de sus compañeras de trabajo, impresioanda, se le caen las tijeras al suelo. Y se protege la cara esperando el primer golpe. Al no recibirlo, tras unos segundos, te mira, aterrada, sin bajar los brazos. 

-¡No.. no lo se! -Confiesa. -Estaba el arquitecto ese... famoso... no recuerdo su nombre... -Empieza a llorar, pensando que le vas a hacer daño. -Los duques y los marqueses... los nobles... estaban todos... ¡todos! Eso sí lo recuerdo.

Intenta moverse hacia un lado, para alejarse de ti, buscando algún sitio seguro que sabe que no va a encontrar. Y es en ese momento en el que parece que se le ilumina la mirada. 

-Espera, espera... -Se mueve con cuidado, hacia su bolso que está cogado en la pared. -La jefa de personal... apuntó quienes entraron a hablar con la Reina. Nos dio una lista a cada una de nosotras para agasajarles con las mejores bebidas y bocados que hubiera. -Te mira, esperando que no aproveches para hacerle daño. -No recuerdo para qué era... pero nos pidió que se los ofreciéramos a ellos en exclusiva... y sólo después de que salieran de hablar con la Reina... -Saca una hoja con una veintena de nombres apuntados y te la da. -Es todo, lo juro. Es todo lo que sé, no sé más.

Me resultaba extraño que hubieran estado absolutamente todos los señoritingos que dispusieran de algún título, no así alguna celebridad como podía ser aquel arquitecto, aunque si la florista lo recordaba podía ser porque estaría en boca de todos y estuviera allí porque se iba a construir algo realmente impresionante, lo que encajaba con una solicitud de liquidez por parte de la corona. No obstante recogí la lista que me ofrecía, pero la guardé sin llegar a darle un vistazo porque tendría tiempo más que suficiente de camino a por la siguiente mujer.

- Suena a reunión secreta o que les hicieron una oferta que no podían rechazar y tocaba pasar el mal trago ¿no le parece? - le pregunto para que comenzara a pensar en algo que no fuera en mi persona - Bueno, sea lo que sea señorita Reid, permítame darle las gracias por su colaboración y como no deseo causarle más problemas, confíe en que evitaré delatarla. Que tenga un buen día.

No sabía si mi estrategia de desviar su atención sería productiva o no, pero tras despedirme de ella no estuve tranquilo hasta salir de la floristería, a fin de cuentas nada le impediría a Barbara recoger las tijeras e intentar atacarme por la espalda. Del mismo modo, quizás se sintiera más segura tras confirmarle que no diría quién me entregó la lista, con suerte lo suficiente para no temer por su trabajo o incluso correr a delatarme ante su hermano.

El hombre te mira de soslayo, unos instantes, mientras termina de sacarse la roña de las uñas de los dedos de la mano, mientras mantiene los dos pies, encima de la mesa. Permanece serio, pensativo durante ese tiempo. Sólo mueve las manos mientras se acicala, si es que se le puede llamar así a la intimidación que está llevando a cabo con el cuchillo que acaba de sacar de su bota. Finalmente hace un movimiento con la mano, que puedes entender que significa que tienes vía libre para marcharte.

-Para asegurarme de que vas sano y salvo a casa, haré que te acompañen mis dos amigos. -Mira a los dos que están tras de ti. -Gordo, tonto, aseguraos de que nuestro amigo... -Enarca una ceja. Baja los pies y se incorpora tendiendo la mano hacia ti. -Joder... qué mal anfitrión soy... No te he preguntado cómo te llamas. -Se queda con la mano tendida esperando a que se la des, la otra mano, la que tiene el cuchillo, se queda apoyada en la mesa con la gran hoja de ese cuchillo apuntando hacia tu pecho. 

Sólo llegar al distrito de Poplar ya te cuesta gran parte del día. Cruzar Whitechapel no es una opción que suelan tomar los cocheros o cualquiera que tenga dos dedos de frente, la mayoría de los transportistas prefiern pasar al otro lado del río o bordear el barrio marginal en el que se ha convertido Whitechapel durante estos últimos años. El East End no es una zona fácil para vivir, pero una vez llegas, por fin, a Poplar, te das cuenta de que hay mejores zonas para vivir, aunque tampoco sean para echar cohetes o pensar en retirarte en un destino idílico. 

Catherine Fimmel, es el nombre de la chica que tienes, pero nada más de información. Poplar es un distrito grande, no muy extenso, pero atravesarlo de norte a sur es una de las primeras ideas que desechas. No hay tiempo material, necesitarías al menos una semana para recorrer todas las calles preguntando por una persona, más o menos anónima, para dar con ella con ciertas garantías. 

Andando por la ciudad... te paras a pensar en una forma de buscar a esa muchacha, sin llamar demasiado la atención, ni que parezca lo suficientemente raro como para que la preocupada gente de Londres no termine por contactar con un alguacil para comentarle, preocupada, que un joven va por ahí preguntando por una chica.

Al ver que me deja marcharme, me levanto con cuidado y estoy a punto de girarme cuando le escucho hablar. Miro a los dos matones a mis lados y se me escapa una leve sonrisa de resignación. Por supuesto. Por un momento le miro la mano, sintiéndome tonto por no saber qué hacer, hasta que lo pregunta directamente. Mi mirada se desvía hacia el cuchillo y hacia los tipos que tengo al lado. No va a ser buena idea esta vez...

- Eliott. - respondo regalándole contacto visual y dándole la mano con toda la firmeza que soy capaz - Eliott Green. Un placer conocerle, Blackwood. - asiento con la cabeza antes de intentar irme de una vez por todas, esperando que no me pida nada más.

Catherine iba a ser mucho más difícil de encontrar y quizás ni eso. Con ella las indicaciones eran mucho más escuetas , de ahí que mi mejor forma para hallarla fuera preguntar a algún oficial, lo que invariablemente haría que llamara denasiado la atención y con un asesino sembrando el caos por Londres y siendo buscado por la policía, no era una de mis mejores opciones.

Quizás pudiera preguntar en alguna tienda y ver si sonaba la campana, pero dudaba que surtiera efecto en un barrio tan grande. Aún así busqué un mercado en el que pudiera preguntar a un par de personas si conocían a la chica. Tampoco iba a ser muy expeditivo con esta.

El camino hacia tu casa transcurre sin ningún tipo de contratiempo, ni de peligro alguno. El paseo, acompañado en todo momento de esos dos matones, es uno de los más seguros que has hecho en toda tu vida. Y pese a que nadie se cruza en tu camino, ni para pedirte unos chelines o algo de tabaco, no das un paso sin saber que bien podría ser el último que des. Pero no es nada ajeno, empiezas a acostumbrarte a tener una espada de Damocles sobre tu cabeza. No se puede tener miedo las 24 horas del día. Al llegar a tu casa, por el rabillo del ojo puedes observar cómo uno de los dos matones toma nota del número y calle de tu hogar, pero no se molestan en entrar. Cuando coges el valor suficiente como para poder mirar por la ventana sin miedo alguno, ya no están y la gente vuelve a tomar la calle. Como si de repente todo hubiera vuelto a la normalidad. 

Tienes unas cuantas horas para hacer lo que quieras, ya sea el equipaje para escapar como un plan para la reunión que vas a tener con el señor Shine y Blackwood. No sabes qué esperar de esa reunión, pero tomar el camino de no ir a ella... sabes que es el camino más peligroso jamás tomado, pues no sería dar la espalda a todo, si no que sí Blackwood cumple su amenaza y cuenta lo que sabe... Londres será una ciudad a la que no volver nunca más. Pero nunca, quizá tampoco a ninguna ciudad colindante, a saber hasta dónde llega la red de uno y otro... 

Clementine no está en casa, debe de seguir en el club.

Durante el camino a Poplar vuelves a mirar el nombre de las chicas. 

-Anna Walls, Kensington.

-Barbara Reid, Bloombury

-Catherine Fimmel, Poplar

-Daniela Roberts, Whitechapel

-Elisabeth Kingsby, Whitechapel.

Dar con Catherine no va a ser un trabajo fácil, y aunque te tomas la molestia de empezar a preguntar por ella, teniendo en cuenta el apellido poco común que tiene, pero nadie es capaz de darte una simple indicación. Miras el reloj, angustiado, y calculas que llegar a tiempo a la cita con Shine es una quimera. No va a ocurrir ni aunque te tomes la molestia de ir en este mismo instante, aunque llegar tarde es siempre mejor que no llegar, y más en este mundo.

Finalmente el tiempo acabó por echárseme encima, lo cual sin duda iba a ser malo, pero prefería llegar tarde al haber tratado de confirmar la información obtenida a no hacerlo. Y seguro que eso le importaría un comino a Jebediah, o haría como si así fuera hasta que viere qué traía conmigo. Es por eso que lo único que me faltaba era regresar.

Y yo que quería pasar desapercibido... Paso el camino con las manos en los bolsillos y la cabeza semigacha, como si intentase que no me reconociesen. Es un intento, exacto. No digo ni una palabra hasta que llego, abro la puerta y me despido con la mano y un casi atrevido "que pasen buen día". Es un alivio que mi hermana no esté presente y en cuanto ambos matones se van, la fuerza de la tensión se desvanece y mis rodillas me fallan, dejando que caiga al suelo con la sensación de que me cuesta respirar.

¡¿Qué demonios ha sido eso, Eliott?! ¿Has esquivado una puñalada o la has sustituido por una bala de cañón? Si Shine no me mata al enterarse de la reunión, me matará Blackwood si no se lo digo. ¿Y qué opción me queda? ¡¿Huir?! ¡Ja! Eso sería meterse de cabeza en el cañón... Piensa, joder...

Me agarro la cabeza con las manos, resoplando y con un manto de sudor frío resbalando por mi espalda. Si no puedo huir... sólo puedo seguir. Seguir con la reunión aunque parezca una locura y encontrar algo antes de tiempo que me pueda servir es la única opción que me queda. Con el corazón algo más calmado, me levanto poco a poco asintiendo para mí y me limpio el sudor con la propia camisa. Echo un vistazo afuera de nuevo, esperando que no haya nadie más fuera, y salgo encajándome una gorra sobre la cabeza para pasar más desapercibido... si es que es posible. Tengo que hablar con Lionel. Si hay alguien que pueda darme respuestas sin querer matarme... es él.