Partida Rol por web

Respondo con un pequeño cabeceo de disculpa al hombre, aunque no lo siento para nada. Alzo las cejas sorprendido al ver que, por una vez, de verdad tenían prisa, y hago un breve gesto apenado.

- Oh, vaya. Pobres animalillos... - Pobrecitos, tener que cargar todo el día con vuestro buen humor... - ¿Esta noche? Bien, veré qué puedo hacer. Y sobre la comida, sí, por supuesto, les traeré algo de comida y bebida. ¿Cuántos son...? ¿Nueve, diez? - les empiezo a señalar rápidamente y a contar con los dedos, antes de mirar al hombre de nuevo, esperando que lo confirme - Ahora mismo les traigo algo.

Con mi falsa sonrisa, me alejo de nuevo del grupo, poniendo los ojos en blanco un instante antes de entrar en la taberna y dirigirme hacia la barra.

Con la misma rapidez con la que he salido, entro y me acerco a la barra, haciéndole un gesto al cojo para que se acerque y hablando en voz algo más baja pero evitando levantar sospechas.

- Afuera son unos cinco... Bebida, sopa y carne para todos. Ya sabes. Y lo quieren rápido. - doy un par de palmadas en la barra y estoy a punto de separarme, cuando caigo en la cuenta de algo y me vuelvo a girar con el ceño fruncido - ¿Y tú sabes algo de herrar caballos? Se les han resbalado al llegar a la ciudad y lo necesitan para ya, pero...

Me encojo de hombros, esperando que entienda lo que supone tener más gente metida en el plan. Por no mencionar que no nos convendría que ocurriese nada inesperado o sospechoso... A menos que se le pueda echar la culpa al herrador. Me quedo pensativo mientras espero a que responda y sirva lo que han pedido lo de fuera. 

Eliott entra en el bar con el ceño fruncido. Se mueve directamente hacia la barra y se pone a hablar con el dueño de la taberna. Este le hace gestos con la mano para que se calle, pero al ver que no está por la labor, le coge de los pelos y hace que mire en dirección a la tangana que está a punto de empezar. Es entonces cuando se da cuenta de que su jefe mira con cara de pocos amigos, o mejor dicho, de querer matar a alguien, al señor Scott. Pero ni dice nada, ni mueve un sólo músculo, sólo espera que las cosas se solucionen por sí solas, sin necesidad de tener que volver a invertir todo lo ganado en nuevo mobiliario. 

El de la seguridad de la diligencia no está por la labor de seguir aguantando las calumnias de nadie. Al ver que la conversación se está alborotando, y que tiene la mano del otro en el hombro, no se lo piensa dos veces y se levanta, echo una furia, empujando la mesa de juego, lanzando bebidas, cartas y dinero por todos lados. El caos se adueña del lugar. Los gritos comienzan a a reinar en el salón, todo el mundo se levanta de las sillas, excepto aquellos que aprovechan la situación para recoger lo que había en el centro, apostado, y metérselo en el primer bolsillo que encuentran. Unos señalan a otros, y los insultos comienzan a aparecer. No se sabe quién dio el primer puñetazo, pero eso sólo significo el disparo de salida. El que había volcado la mesa se lanza a por Jason, que tiene más cerca y es el último que le ha señalado como tramposo, tratando de placarle con su hombro derecho. Dos de los jugadores habituales se lanzan contra otro de la seguridad de la diligencia. Uno de los que quedan libres, de la seguridad, que seguía con las cartas en la mano, se levanta, y sólo con este gesto ya evita que los clientes habituales se lancen contra él. Con cara de pocos amigos, coge la silla en la que se había sentado y se la lanza a Ailbert, sin ningún tipo de dificultad aparente. Después empieza a caminar hacia él. 

Los otros tres, más o menos somnolientos, tardan un poco en reaccionar, al igual que Eliott que se ha quedado anodadado al ver la que se ha montado en el poco tiempo que ha estado él fuera. 

Estaba a punto de gritarle al hombre por tirarme del pelo, cuando veo la escena. Siento que mi cara se debate si desviarse hacia arriba, hacia abajo o hacia los lados, terminando con los ojos muy abiertos, la boca torcida en una mueca de sorpresa e incredulidad y las cejas formando arcos que ni yo mismo sabría explicar. Qué. Demonios. Ha. Pasado.

Con esa misma cara miro al tabernero y señalo en un vago gesto la escena antes de volver la vista a ella de nuevo, comprobando que no he terminado teniendo alucinaciones por haber tomado somnífero sin querer o algo parecido. Por un instante, mientras la razón empieza a entender todo, tengo ganas de meterme en la pelea simplemente para darle un par de bofetadas a los que han decidido actuar antes de tiempo. Pero sigue habiendo un plan... Aunque aquí todo el mundo decida saltárselo.

La silla impacta en la cabeza de Scott a la vez que este la giraba para mirar hacia el inicio de la reyerta, y antes de que se de cuenta cae desmadejado al suelo, sin capacidad de movimiento alguno excepto un espasmo al recibir la caída de la silla en su pecho. El de la seguridad que lanzó la mesa de juego por los aires placa a Jason, y aunque al principio parece que va a aguantar la embestida, le agarra por detrás de la rodilla, elevándolo en el aire y precipitándolo al vacío, cayendo con todo su peso sobre su espalda. La sacudida de sus músculos al recibir el impacto le hace emitir un grito de dolor seco. 

Los gritos en la taberna se aumentan en volumen. Los clientes sentados en la mesa de juego no se lo piensan dos veces y se abalanzan contra los de seguridad sin ningún tipo de piedad. El único que tiene algún reparo en ir a por uno de ellos, es el que apoyó su mano en el hombro del hombre que ha placado a Jason, al tratar de interceptar al que ha lanzado la silla contra Ailbert. Tras ver cómo ha quedado el camarero, se para en seco mirando con miedo hacia el de la seguridad de la diligencia. Este el ver que Ailbert no va a levantarse en un buen rato se encoge de hombros y se gira a ver a por quién va a ir. Al ver al hombre mirándolo con miedo, avanza en dirección a Jason, empujándolo contra la pared. El cliente golpea otra mesa de juego y cae al suelo, tropezado, llevándose a dos jugadores con él al suelo. 

Eliott puede ver cómo todos están más o menos ocupados, excepto el que avanza hacia Jason tras haber empujado al otro cliente. Escucha los lamentos del jefe del establecimiento que está maldiciendo y quejándose de lo que le va a costar reparar todo lo que van a romper estos animales. Aunque grita que paren, nadie le hace caso. 

Doy un pequeño respingo, saliendo del absurdo ensimismamiento que me ha provocado ver esa situación en lo que consideraba... ¿Dos, tres minutos afuera? Como sea. Lo que importa ahora es que mi querido cojo ha caído sin haber entrado siquiera en combate y el Bruto no va a aguantar mucho más... O no sin la ayuda de la caballería de borrachos que se avecina. 

En medio de la reyerta y los gritos del tabernero, retrocedo poco a poco, aproximándome a la puerta. Es ahora o nunca. Murmuro un breve "voy a pedir ayuda", por puro instinto, por si alguien llegase a escucharlo y a preguntarse por qué no me había metido de lleno en una pelea con posibles roturas de huesos de por medio. Y después salgo corriendo directo hacia las caballerizas. 

Al ver la escena de violencia descontrolada que ha aparecido como de la nada, Eliott decide que salir de allí es lo más sensato que puede hacer. Para evitar levantar sospechas murmura unas palabras que reciben el asentimiento del jefe del establecimiento, que ha decidido dejar de gritar al ver que era absurdo, pues nadie estaba por la labor de hacerle caso y parar. En juego estaba el honor, y eso era algo que no iban a dejar pasar así como así. Y menos después de haber tumbado a uno de los que los habían llamado tramposos. Puede que la razón no la tuvieran, pero estaba claro que la estaban imponiendo por la fuerza. Al fin y al cabo, la historia la escriben los vencedores.

El otro de los tres miembros de la seguridad de la diligencia que estaba jugando a las cartas se levanta buscando un objetivo. No le cuesta mucho encontrarlo, pues son los propios clientes los que se abalanzan contra él. Pese a la sorpresa, consigue desembarazarse del agarre de uno de ellos e impactarle en la nariz con el codo, haciéndole trastabillar, perdiendo el equilibrio. La nariz comienza a sangrarle profusamente, apartándolo de la contienda, cae al suelo de rodillas, agarrándose el tabique roto, dejando un reguero de sangre marcada en las tablas ennegrecidas del suelo. Sólo le queda un cliente más antes de quedar "libre" y tener que buscarse un objetivo.

Aunque Jason se duele de la espalda, tiene espacio suficiente para levantarse y actuar. Su atacante le incita a que lo haga para que se enfrente a él, haciendo aspavientos con las manos y gritándole. 

—¡Vamos paleto!—. Grita el hombre con enfado —¡Te voy a sacar la verdad a base de hostias!

Vuelve a mover los brazos incitándole a ir a por él. Su compañero que le ve, le deja espacio para que se enfrente contra ti, pero en su mirada puedes observar que no va a ser por mucho tiempo.

Al abrir la puerta, tras ver a tu "jefe" asentir en tu dirección cuando dices que vas a pedir ayuda, no das dos pasos antes de tropezarte con el mismo hombre que te había interceptado la primera vez que habías salido afuera. Su mirada es de extrañeza, y la mantiene tras clavar la mirada en ti. Detrás de él puedes observar a tres de sus compañeros caminando hacia la puerta. 

—Cuidado chico—. Dice con voz extrañada —¿Qué está ocurriendo ahí dentro?

Gira la cabeza para tratar de ver qué ocurre en el interior, pero desde su posición apenas puede percibir sombras en las ventanas. Espera tu respuesta sin moverse del sitio, bloqueando tu acceso a las caballerizas.

Como le había jodido el puto guardia ese, ahora si que estaba cabreado de verdad. Al menos eso es lo que se suele decir siempre, como si alguien necesitara que le dieran una buena ostia para ponerse a luchar en serio. Pero el caso es que ahí estaba Jason, incorporándose después de haber recibido un primer golpe a su espalda y otro a su orgullo. Miró al guarda, el muy capullo se permitía darle de nuevo espacio y se puso a retarle. Aunque Jason no se paró a valorarlo, podría haberle dicho que de inconsciente a inconsciente, ese tipo la acababa de cagar. Tampoco paró a pensar su ataque, simplemente ejecutó un mecanismo ya interiorizado que había hecho muchas otras veces, sacar de su gabardina la jarra y golpear en la cabeza al tipo. No estaba seguro si seguía de una pieza o se había partido. En cualquier caso, malo desconocido sería para su cabeza. 

Estoy a punto de caer de culo cuando me encuentro cara a cara con el tipo de antes. ¿Funcionará? Tiene que funcionar, joder.

- Ah, ehm, sí, pues... - tartamudeo, sacudiendo la cabeza para serenarme - Verá, pues que hay una pelea... Entre sus hombres y algunos del bar... - me rasco la nuca con gesto incómodo. Yo sólo soy un mandado, no estoy haciendo naaaada malo. Trago saliva y finalmente opto por lo que me parece más lógico - Creo que lo mejor será que vayan a echar un vistazo ustedes mismos. Sus compañeros no tenían muy buena pinta cuando me he ido y he oído algo de que van a tener que pagar los daños...

Me echo a un lado por si quieren pasar y me fijo en cuántos se van y cuántos se quedan, esperando fuera si me lo permiten. Y los ayudantes... deberían estar por aquí, ¿verdad?

—¡Qué! —, Grita con ojos desorbitados. —¡Tenemos un trabajo importante que hacer! ¡Vamos, chicos!

El hombre avanza al ver que le dejas pasar, agarrando el pomo de la puerta, mirando a sus hombres que se mueven con rapidez hacia la puerta, detrás de él. puedes contar que se marchan cuatro de los cinco que se habían quedado vigilando la diligencia. Al quinto todavía no eres capaz de verlo, pero por lógica debería de estar en el interior de las caballerizas. 

Me aparto dando un respingo y les dejo pasar sin problema alguno. Espero unos segundos a que entren y luego continúo mi camino a las caballerizas, en busca de más "ayuda". Con suerte podré convencer al último de que vaya a llamar a los guardias o simplemente dejarlo... Durmiendo, con la ayuda de los otros dos.

Ves que entran en la taberna gritando, pero apenas prestas atención pues tu interés está puesto en otro lugar. Caminas hasta dar con el chico que se ha quedado sólo en las caballerizas. Al llegar, ves que lleva su mano al costado, asustado, pero al ver que eres tú se relaja, soltando un suspiro profundo y tomando una posición mucho más acomodada. 

—¿Qué está pasando? —Dice con un hilo de voz—. ¿Dónde están mis compañeros? 

Abre los ojos como platos cuando te ve sacar la jarra de tu gabardina, de todos los movimientos posibles, ese no se lo había llegado ni a imaginar. Da un paso atrás para tratar de ganar distancia contigo, pero no es lo suficientemente rápido. Es capar de apartar tu brazo de su trayectoria inicial, pero la jarra termina impactando en su hombro arrancándole un gruñido de dolor. Sin tiempo para dolerse, asegura el pie el en suelo y lanza un puñetazo circular a la base de tu mandíbula.

A tu alrededor la lucha se recrudece, y otro de los clientes cae al suelo inconsciente. El de la seguridad que lo ha tumbado se acerca a ayudar a otro de sus compañeros que está forcejeando con dos, mientras que un tercero trata de encontrar un lugar para poder llegar a golpearle, al ver que se acerca este, se lanza a por él asestándole un puñetazo en la boca de estómago que le hace recular. 

El que tumbó, de un sillazo, al señor Scott, llega a donde estás tú, pero al ver que su compañero ha estado buscando pelear contigo en combate singular, se gira y abofetea a otro cliente que cae a plomo al suelo.

Que putada, había fallado el golpe por poco, o al menos el golpe que Jason esperaba, porque esta claro que le había dado, pero, ¿comparar un golpe en el hombro, con reventar una jarra de cerveza en la cabeza? Estaba claro por qué para Jason había cometido un error, el tipo era más rápido de lo que pensaba. Quizá por la rapidez del cerdo o por el atípico instante de contemplación por parte de Jason, le pilló con la guardia baja el gancho que le lanzaba el guarda como respuesta al botellazo. -Menudo hijo de puta, eso va a doler si acierta.-

Bueno, ahí está. Levanto las manos de forma inocente cuando me encuentro con el chico, por miedo a que decida meterme en una pelea innecesaria. Aunqueeste parece de los tranquilos.

- Ha empezado una pelea ahí dentro y los demás han ido a... Sacar a vuestros compañeros de ella, espero. - le hago un gesto hacia la puerta - A lo mejor necesitan más ayuda... Creo que deberías ir tú también.

Tras ese último golpe, malherido y rodeado, fue cuando por primera vez en mucho tiempo, Jason temió que fuese el final. De todos modos, aunque no lo mataran estos brutos, si le detenían sería su propia gente la que acabase con él tarde o temprano, lo cual era mucho peor. Mientras recibía el golpe, se le vino a la mente cuando su padre le pegaba con el cinturón cuando se frustraba. Nunca le había dado muchas vueltas a todo aquello, ni era de los que se lamentara de su dura infancia, así que no solía rememorar aquellos momentos de su vida, pero quizá fuera por el sentimiento de querer salir adelante, de sobrevivir. Quizá en esencia fuera un momento parecido para él, la última vez que se hubiera sentido al límite de sus fuerzas. Revivir ese momento de algún modo le dio fuerzas, ganas de luchar, al igual que de pequeño los golpes no hicieron aumentar su indomabilidad. La adrenalina recorría su cuerpo haciéndole olvidar las heridas, se puso en guardia dispuesto a bloquear todo cuanto le viniese y se preparó para contraatacar. -Esta vez si que le iba a caer una buena al capullo este.-