Partida Rol por web

London by Night: Crimson Nights

[Prólogo] The Call of the Heart (Ailbert Scott)

Cargando editor
27/02/2019, 01:30
Narrador

31 de Agosto de 1888

¿Hay alguna lucha más agotadora que aquella que te enfrenta contra el propio tiempo? No somos animales que reaccionan ante lo que tienen alrededor, no sacamos las uñas ante el primer atisbo de peligro. Si algo nos diferencia del resto de las especies es precisamente nuestra capacidad de razonar, de inventar, de avanzar. Algo que requiere de un tiempo del que privar en otros menesteres. Esa es la parte con la que no puedes comulgar. El progreso requiere de unos sacrificios que no ves que tengan que hacerse. Si el progreso se construye sobre la espalda de la población y le arrebatas lo único que tiene, que es el tiempo,¿Para qué sirve progresar? Para no dejar nunca de ser los corderos que quieren que seamos. Esa es la idea que se ha puesto en tu cabeza, y esa le idea con la empezaste tu particular guerra, una guerra contra el progreso, contra las máquinas. A veces, la guerra que elegimos luchar es tan grande que la misma idea de afrontar dicha lucha es la primera batalla perdida. 

Creciste y entraste en la rueda, tu desasosiego te llevó a cometer innumerables errores, fuiste expulsado de dos colegios, pero hubieran sido muchos más si tu padre no hubiera perdido la paciencia y te hubiera hecho comprender lo duro que es ganarse la vida. Lejos de conseguirte hacerte entrar en razón, te hundió más en tus pensamientos, logrando convertir todo ese sentimiento en odio puro frente al progreso. ¿Cómo podía la gente aceptar todo esto cuando el precio a pagar era el mismo tiempo que podían dedicarle a sus propias familias? Esta pregunta te llevó a conocer a gente con inquietudes fundamentales como las tuyas, aunque diametralmente opuestas. Durante un tiempo encontraste cobijo junto a aquellos que se autodenominaban anarquistas, una corriente que parecía crecer y evaporarse al mismo tiempo. Durante un tiempo hiciste tuyos sus preceptos hasta que finalmente te diste cuenta de que su lucha está alejada de la tuya. A ti te daba igual el empresario, guardia, el político, la reina o la economía, encontrabas cierto grado de lógica en la existencia de dichas figuras de autoridad, por lo que era cuestión de tiempo de que te encontrases fuera de lugar en compañía de aquellos que sólo tienen un tema de conversación. Una conversación que no te importa en absoluto. Y siguieron pasando los años, tu seguías trabajando en la fábrica, ganándote el jornal y seguía en tu interior esa sensación de vacío. Hasta que encontraste la vía de escape perfecta. Las peleas callejeras.

Las peleas callejeras eran ilegales, pero muy lucrativas. Eso sin contar la sensación de plenitud que te deja tras un combate, ganado o perdido. Estas peleas, que se organizan en los recodos más perdidos de Whitechapel, ya sean al aire libre o dentro de algún local que saca una buena tajada de tener que limpiar los restos de sangre del suelo. Esta... sensación de libertad pronto se convirtió en necesidad, y pronto, tu cara se convirtió en conocida en este mundo. De repente la vida tenía otro color, al menos habías encontrado algo en lo que desahogarte de tu día a día que te mantenía en una caja. Incluso mejoró tu relación con el círculo anarquista, haciéndote ser una persona referente, aunque cada vez empezabas a notar cómo algunos, los más envidiosos, empezaban a hablar en tu contra cada vez que tu opinión contradecía la de cualquiera, sólo para buscarte las cosquillas y tratar de ponerte en evidencia delante del grupo. Algo que de momento no ha pasado pese a que sospeches que podria ocurrir en cualquier momento. 

Hoy no has podido dormir demasiado, los sonidos de la campana policial, anunciando que algo malo ha pasado a altas horas de la madrugada, te ha desvelado. Aunque has tratado de girarte en tu humilde alcoba, no has conseguido volver a dormirte. Sólo has conseguido dar vueltas en el colchón mientras que tu cabeza jugaba contra ti, preguntándote qué habría podido pasar para que la campana esté sonando. Tras un desayuno digno a base de tostadas, alubias y café, te vestiste para ir a trabajar. Fue en ese momento en el que viste, a lo largo de la calle, diferentes multitudes de gente agolpadas, hablando y discutiendo entre ellos. Te acercas a uno de los grupos, para descubrir que sólo hablan de forma hipotética, sin ningún tipo de información real. Algunos no dudan en señalar a los rusos o los judíos, que desde hace unos años acuden en masa, en busca de una vida nueva, algo en lo que empezar de cero y los aleje de su vida de miseria que tratan de dejar atrás. Pero nada más lejos de la realidad. A decir verdad, los robos, pequeños hurtos o incluso, asalto a las perosnas en la calle se había intensificado. La policía estaba desbordada, y era algo que los carteristas y miembros de baja estofa de la ciudad. El estado de nerviosismo de la población a pie se había incrementado, y los dos primeros asesinato en el barrio seguían sin ser cerrados, los periódicos se hacían eco de ello y ponían su objetivo en la policía desbordada. A medida que te acercas al lugar del crimen, ves como unos pocos guardias tratan de contener a una turba que se amontona frente a algo. Eres incapaz de ver más allí.

Cargando editor
27/02/2019, 04:47
Ailbert Scott

No existía nada mejor para empezar la mañana que una mala noche, algo que desgraciadamente era el pan de cada día. El camastro del cuchitril donde vivía no era el culpable, ni siquiera la campana policial, era el desasosiego, el ahogo que sentía con cada día que pasaba en esta urbe industrial. Si pudiera me largaría al campo, pero sería estar huyendo de algo inevitable porque las máquinas y las fábricas también acabarían llegando hasta allí. Era lo que se conocía como "una huida para adelante" y sabía que no serviría de nada. Esa sensación de impotencia era la que me mantenía en vela muchas noches y era la misma que me había impedido volver a conciliar el sueño aquella. Por aquella sensación era que había acabado en Whitechapel, dónde al menos podía sentir que luchaba, donde mis puños al menos impactaba contra algo y donde podía sentir como ese mismo oponente se rebelaba. El resultado poco tenía que ver porque, tanto si ganaba o perdía, al menos podía sentir que la pelea servía para algo.

Es por eso que me levanté desganado, como venía siendo habitual, desayuné lo que pude y me dispuse a salir a trabajar, solo que resultó extraño ver que perduraba el jaleo de la noche y, por lo tanto, justificaba que me interesara por lo acontecido. Y es que se intuía un tercer asesinato en el barrio, pero para congregar a tanta gente debía de tratarse de alguien conocido, por lo que no perdía nada por acercarme y ver si me enteraba de algo antes de marcharme, no fuera a ser que acabara siendo el próximo.

Cargando editor
02/03/2019, 00:31
Narrador

No tardas en pasar cerca de alguno de los corrillos de gente que se han formado a medida que te acercas hacia donde parece que la policía ha establecido un perímetro. No hace falta que te pares para escuchar sus palabras, hablan lo suficientemetne alto por culpa del miedo y el nerviosismo, que reflejan sus rostros, como para no escuchar algunas de las frases que sueltan. Al parecer se ha dado otro asesinato, en mitad de la calle. Algunos señalan, acompañando sus palbras con alguna justificación fútil, sin prueba alguna, al que dio el aviso a la policía, otros, por otra parte, al dueño de la casa en la que se supone que ha debido de ser asesinada, por que un asesinato en la calle, a esas horas, alguién debía de haber escuchado algo. Las mujeres comentan que ninguna mujer de bien andaría a esas horas por la calle sola, otras directamente la califican de meretirz o utilizan su sinónimo menos cortés, recibiendo la aprobación de alguno de los hombres, insinuando que estas cosas ocurren por ejercer tal profesión, como si de un castigo de dios se tratase. Al igual que tú mismo, otros se acercan al corrillo para dar su propia versión, haciendo que la conversación se reinicie cada poco tiempo. Una conversación que de por sí ya estaba estancada.

Tus pasos te alejan un poco del que debería ser tu destino. Terminas embocando Buck's Row, donde hay un cerco policial que evita el paso de los ciudadanos. Aunque hay un buen número de curiosos, hay hueco suficiente para poder ver la escena sin necesidad de buscar un lugar cercano al cerco. Puedes ver cómo hay varios periodistas que tratan de hablar con los policías que mantienen el cerco, aunque estos, con caras de cansancio, no responden a ninguna pregunta de las que ellos formulan. El aspecto de los agentes es bastante deplorable, las ojeras están tan marcadas que parece que sus ojos se han hundido en sus propias cuencas. Un agente, vestido de paisano, entra en la escena y comienza a observar el lugar, el agente, al que algunos periodistas reconocen y llaman por su nombre, Inspector Reid, hace aspavientos sin dedicarles tan siquiera una mirada, para que le dejen trabajar. Aunque no mueve ni un sólo músculo facial, el gesto de preocupación es considerable. Tras una primera observación, llama a dos agentes. Ves que uno saca un bloc de notas y un lápiz, y se pone a escribir mientras el Inspector dicta, sin mirar la cara de agobio de su compañero,

Lo que puede llamar la atención de la escena del crimen es la posición del cuerpo. Situado enfrente de la puerta de una casa, no hay demasiadad separación entre la puerta y el cadaver, y a decir verdad, si alguien te asegurara que murió llamando a la puerta podrías creértelo sin ningún tipo de problema. El cuerpo, de una mujer entrada en la cuarentena, descansa sobre un gran charco de sangre reseca. Más rumores te llegan, de las personas cercanas a ti, pero no dejan de ser más conversación hipotética donde no se ponen de acuerdo ni para darle un nombre a la víctima. 

Notas de juego

Puedes echar un vistazo a la zona del crimen, si te apetece, con un Percepción + Investigación. Dependiendo del resultado te daré más o menos información teniendo en cuenta tu posición. 

Cargando editor
03/03/2019, 15:07
Ailbert Scott

Había conseguido un buen lugar para contemplar la masacre, pero el motivo que me había traído hasta aquí continuaba siendo una incógnita. Lo único que tenía claro era que la mujer muerta tendría la edad de mi madre, por lo que coincidía con muchos comentarios de que era improbable que una mujer decente paseara a solas por estas calles, no obstante, ese podía ser el origen del problema. Quizás estuviera con su asesino y, al descubrir su terrorífica y autentica naturaleza, se asustara y buscara refugio. Ese pensamiento mi hizo mirar al edificio al que había intentado entrar, pero estaba claro que fuera el que fuera el motivo que la había llevado a el, ya no iba a encontrarlo, además seguro que los agentes se encargarían de preguntar y no tenía motivos para hacérselo saber. Convencido de ello, opté por lanzar una pregunta al aire.

- ¿Se sabe quién es?

Mi pregunta no iba dirigida en particular, aunque si alguien había reconocido a la víctima, quizás decidiera contarlo para darse ínfulas.

- Tiradas (1)
Cargando editor
06/03/2019, 02:20
Narrador

A la pregunta que haces no obtienes ningún nombre claro, aunque, de entre todos los que hablan sólo puedes sacar una cosa en claro. La mujer que hay ahí tirada es una prostituta, a falta de usar un termino menos educado. Unos hablan de que se parece a la mujer de algún compañero suyo de trabajo, o a la mujer de otro, pero nadie coincide en nada. Pese a que tratas de fijarte a ver si por un casual te suena dicha mujer, te resulta imposible ver nada más de la escena. Desesperado por no poder ni acercarte lo más mínimo, te das media vuelta de camino a tu trabajo. Ya has perdido demasiado tiempo y llegar tarde nunca es bueno. Muchos han perdido el trabajo por menos. A lo largo del camino no puedes evitar pensar que, de ser una prostituta, ya sería la tercera asesinada este año en Whitechapel. A medida que te alejas de Buck´s Row, las calles vuelven a la serenidad de lo cotidiano, gente andando de camino a su trabajo, establecimientos abriéndose al público, pero todo te parece más gris. Como si en la mirada de la gente hubiera un hálito de desesperanza.

El barullo vuelve a convertirse en algo generalizado a medida que te acercas a la fábrica. Ves que la gente, a medida que se acerca a doblar la esquina para encararla, comienza a correr llevándose las manos a la cabeza. Los gritos cacofónicos toman protagonismo aunque no eres capaz de distinguir lo que está pasando. Sólo cuando llegar a la esquina, puedes comprobar que es lo que hace que la gente corra, asustada hacia la propia fábrica. No está abierta. Es mala señal, muy mala de hecho. Te acercas como puedes hasta donde los trabajadores forman un muro infranqueable. Desde tu posición puedes ver casi todo lo que pasa. Los que están más adelantados golpean las puertas de metal, que evitan el paso al interior de la fábrica, que han sido cubiertas por una plancha de madera que tiene pegada, con cinta, una nota que no llegas a distinguir. Puedes escuchar los gritos de la gente, quejándose de que si se quedan sin trabajo no van a poder dar de comer a su familia o pagar sus alquileres, otros, directamente, los acusan de que los están matando. En ese momento, en una especie de balcón, en el primer piso de la fábrica, sale un hombre bien vestido, con cara de pocos amigos. Coloca las manos en el descansillo y se dirige a todos los que estáis presentes.

-¡Señores! ¡Señores, por favor! -Grita ganándose poco a poco la atención de los congregados. -¡El Conde Algernon George de Vere Capell, ha decidido cerrar sus fábricas y sus minas, de manera rápida y fulminante! -Levanta las manos pidiendo paciencia ante los gritos que comienzan. -A modo de agradecimiento os concederá el privilegio de recibir una carta de recomendación con su firma que os abrirá las puertas laborales que necesitéis. Estas cartas serán enviadas a vuestros domicilios y serán entregadas por el real servicio de cartas. Ahora, por favor, acudan a sus casa y despejen la calle. No queremos tener que llamar a la policía.

Sin mediar más palabra, vuelve a meterse dentro de la fábrica, evitando una gran avalancha de fruta contra su persona. Pero lo que te llama la atención no es el ruido húmedo de la furta al golpear la pared. Es el sonido de la madera al romperse la que te hace fijar la mirada en la puerta, y ver el torrente de gente gritando que comienza a entrar sin que nadie los pueda parar. La elección en fácil, o entrar y arrasar con todo, o ser un mero espectador.

Cargando editor
06/03/2019, 04:50
Ailbert Scott

Otra más que caía víctima en Whitechapel y otra más cuyo asesinato no sería resuelto. Seguro que pronto empezaría la locura y todo Londres se sumergiría en el caos por el miedo a que sus mujeres, madres, hijas, hermanas, primas, o simplemente amigas pudieran ser la siguiente víctima, porque únicamente era necesario que se acabara con una mujer que no hiciera la calle para acabar con el vaso desbordado. Lamentablemente este espectáculo no daba para más y tenía que ir a trabajar, pero lo que no esperaba era lo que me encontré al llegar a la fábrica.

¿Cerrada?

El caos que imaginaba para toda la ciudad había caído de cabeza sobre mi propia cabeza. En verdad el Conde Algernon George de Vere Capell no sabía lo que hacía clausurándolo todo ¿o quizás si? Posiblemente habría considerado oportuno que no le hacía ganar las suficientes guineas, o puede que quisiera venderlo todo e irse a América, África o incluso a la India, ¿quién podía saber qué se les pasaba por la cabeza a aquellas personas? Yo desde luego no e incluso si lo pensaba fríamente, me daría cuenta de que en ocasiones era bastante iluso, pero en aquellos momentos en que mis compañeros intentaban echar la puerta abajo, en lo único en que pensaba era que, si algo le pasaba a aquel hombre, ninguno tendría su vaga e inútil promesa de una carta de recomendación. Además, a malas, quizás podría averiguar su nombre para asegurarme, personalmente, de que cumpliría su promesa, aunque también podría escoger la otra opción y volar por los aires.

Cargando editor
09/03/2019, 13:02
Narrador

Cuando la puerta cede, todo el mundo entra en tromba, y no tarda en amontonarse la gente en esa puerta por la que sólo se puede pasar de uno en uno. Es sólo un acceso lateral. La puerta principal permanece cerrada. Tardas más de lo que desearías en llegar al acceso, y aunque te urge entrar, la marea de gente hace que, en algunas ocasiones, vayas de un lado a otro, apretado por los cuerpos de tus compañeros, sin apenas tocar el suelo. Todo tipo de gritos se escucha de la gente, desde una llamada al orden, hasta insultos a las personas del interior. Por tu mente llega a pasar que ya es tarde, que van a dar una paliza a aquel señor y ya no vas a tener la oportunidad de recibir la carta de recomendación. Hay momentos en los que te quedas sin aire, incluso empiezas a notar el mareo que precede al desmayo. Pero por fortuna, tu cercanía a la puerta, en un último empuje de la fuerza de la aglomeración de gente, te empuja en el aire hacia el interior, llevándote por delante a un par de tus compañeros. Cuando por fin eres capaz de volver al punto en el que estás, la situación es bastante diferente a lo que te podrías imaginar. 

Un nuevo grupo de trabajadores, al parecer, os ha sustitudo para entrar a trabajar ellos, sabes que esto es así, porque muchos de ellos te son conocidos, incluído entre tus círculos sociales anarquistas, los cuales han venido a pedir trabajo durante los últimos meses, todos los días, sin encontrar respuesta positiva. Ahora están ayudando al Conde a dejaros sin trabajo a vosotros, y por lo que parece, en su mirada no hay atisbo de desasosiego, si no molestia por no dejarles continar lo que estaban haciendo. Aunque ellos son un número menor y sólo están trasladando las pertenecias a carros tirados por caballos. Desde el mineral refinado hasta el bruto. Las máquinas que supones que serán puestas en venta. Todo lo que están haciendo es dejar desvestido el edificio, por alguna razón, todo parece indicar que el Conde está librándose de esta fábrica. 

Uno de tus compañeros, un hombre fornido, casi con medio siglo a sus espaldas, barbudo y calvo, coge una de las maderas del suelo, y al grito de: "Vosotros no vais a robar mi trabajo", se lanza contra aquellos que están recogiendo todo, no tarda en ponerse alguien en su camino, y ese pobre infeliz acaba, con la cabeza abierta, en el suelo. El charco de sangre se empieza a extender rápidamente. Durante unos segundos se hace el silencio, pero el hombre vuelve a gritar: "¿Quién es el siguiente esquirol?", a lo que le siguen gritos de alabanza y llamada a las armas de tus compañeros, que cogen lo primero que tienen a mano para lanzarse contra los nuevos trabajadores. Estos se defienden, de la misma manera, y empieza una batalla campal, dentro del edificio que nadie puede parar, ni llamar a la cordura. El hombre barbudo, que ha tumbado al otro de un sólo maderazo no tarda en buscar un objetivo nuevo, y de un golpe seco, le parte la madera en la crisma, dejándolo seco en el suelo. Con un corto grito de desprecio, se deshace del trozo de madera lanzando lo que queda de esta al suelo, y en pocos segundos, al mirar en derredor, se lanza a por otro de los nuevos contratados propinándole una brutal paliza con los manos desnudas. En su rostro puedes ver la desesperación de un hombre que ve que le arrebatan la comida de la boca a sus cinco hijos.

Tratas de decir algo, de llamar al orden, pero apenas tienes tiempo. El grupo de trabajadores nuevo se abalanza sobre vosotros con el puño en alto. Esquivas al primero, y al segundo, pero el tercero te tiene arrinconado contra la pared y no se va a detener con palabras. Su mirada asustada, y la necesidad de cobrar ese trabajo, es motivación suficiente como para defenderlo, por encima de su propia salud. Sí sigues con la idea de llegar a aquel hombre, y tratar de sacarlo de ahí, llegar hasta el segundo piso no va a ser una tarea fácil.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tira iniciativa.

1d10 + [Destreza + Astucia]

Si ganas, puedes hacer el primer movimiento sin esperar mi turno.

Cargando editor
10/03/2019, 22:19
Ailbert Scott

El lugar era un caos. Si no era suficiente con la aglomeración de gente en la entrada, el descubrir a las personas que andaban retirando todo el material de su interior no fue plato de buen gusto para nadie, lo mismo estaría ocurriendo a la inversa, especialmente cuando los primeros golpes empezaron a soltarse y los grupos terminaran por enfrentar sus argumentos mediante violencia pura y dura. Así fue cómo tras unos vanos intentos por intentar controlar la situación, me vi rodeado y con la única salida de luchar, lo cual no dejaba de ser una buena opción para mi y no tanto para ellos.

Es por eso que a pesar de estar contra la pared, sentí como mis puños se cerraban con fuerza y que el idiota que me cerraba el paso no me supondría un gran problema. Y es que hubiera preferido llegar hasta aquel hombre trajeado sin mancharme las manos, pero los deseos de gente como nosotros no siempre eran escuchados, si no más bien al contrario, por lo que opté por lo único lógico e intentar pasar por encima del hombre que me cortaba el paso.

- Tiradas (4)
Cargando editor
14/03/2019, 10:09
Narrador

Pese a que ha esperado el mejor momento para hacerte frente, enfrentándote cuando estabas contra una pared, tu rápida reacción le pilla completamente por sorpresa. Con inusitada fuerza, acostumbrado como estás a este tipo de peleas, te lanzas contra su abdomen, haciéndole retroceder varios pasos forcejando contigo para no caer al suelo. El hombre se agarra a tus ropajes con fuerza, y evita con cierta dificultad, que pases los brazos por las rodillas para hacerle trastabillar. Con destreza trata de apartarse de tu agarre, usando sus rodillas para abrir hueco entre tus poderosos brazos y poder escurrirse. Cuando lo consigue ha perdido totalmente la ventaja del terreno, encontrandose en mitad de la fábrica, con todo el espacio que pueda haber para moverse, quitando las peleas que se están dando a vuestro alrededor. 

Libre de la presa, vuelve a tomar una postura defensiva. Midiéndote con la mirada y lanzando varios golpes al aire para ver tu reacción. Esperando que cometas algún tipo de error, es en ese momento, cuando eres golpeado por dos personas enzarzadas que se lanza a golpearte, lanzando primero dos avisos directos y un tercero, circular, tratando de impactar en tu mandíbula.

- Tiradas (4)
Cargando editor
14/03/2019, 23:48
Ailbert Scott

Evito los dos primeros golpes con la habilidad de la experiencia, pero recibo el golpe en la cara confirmando su poca habilidad, dado que ni siquiera llega a nublárseme la vista y me da la oportunidad de mandarle dos golpes rápidos, uno a las tripas y el otro a su sien haciendo gala de una habilidad que le costaría años adquirir.

- Tiradas (5)
Cargando editor
18/03/2019, 02:50
Narrador

Acostumbrado como estás, al círculo de pelea, no te cuesta encontrar el una abertura en la defensa del tu contrincante. Comienzas a castigarle las costillas para que baje los brazos, y así conectas un buen derechazo en la base de su mandíbula que le hace perder el equilibrio, dando unos pasos hacia atrás, agitando la cabeza, tratando de quitarse de encima el mareo que le está viniendo al recibir semejante golpe. La duda se instaura en su rostro, pero la paga es mucho más que necesaria, y el miedo a perder el jornal le espolea de nuevo contra ti. Recorre la distancia que te separa de él, cargando con el brazo preparado para golpear, indicándote el lado por el que va a venir el golpe, pero estás preparado para bloquear, levantas el brazo con la fortuna de interponer el codo en la trayectoria del golpe. No tardas en escuchar el grito, maldiciendo su mala suerte al impactar contra el. 

Se retira un par de pasos doliéndose de la mano y maldiciendo entre dientes.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Te cojo los éxitos de la tirada completa, que son 4 en total, lo que te dan dos dados más al daño, tomando los 3 éxitos que has hecho de daños. Le haces un total de dos puntos de daño contundente.

Tira 2D más en tu siguiente tirada de ataque como bonificación.

Cargando editor
19/03/2019, 08:34
Ailbert Scott

De no ser una pelea tan multitudinaria habría avanzado hacia él y continuado asestando puñetazos, tal y como se suponía debía ser una auténtica pelea, pero al verlo retroceder el instinto me llevó a lanzar un puntapié, el cual no llegó con la fuerza esperada dada la falta de costumbre, aunque si advertiría a mi oponente de mi rango máximo y la distancia a la que debía mantenerse si quería evitar acabar en el suelo. Ahora bien, ya estaba bastante claro que no iba a renunciar así como así, por lo que me preparé para bloquear su próximo ataque antes de continuar la ofensiva.

- Tiradas (2)
Cargando editor
21/03/2019, 01:31
Director

Aunque el puñetazo recibido le ha dejado un poco mareado y la mano le arde como si hubiera golpeado una pared de hormigón, el hombre continúa haciéndote frente. A vuestro alrededor la lucha se recrudece, e incluso podeis notar cómo la sangre salpicada de algún pobre infeliz mancha vuestros ropajes. los gritos e insultos se convierten en una cacofonía de fondo que te hace recordar a los círculos de pelea clandestinos que frecuentas por las noches. En cierto modo te encuentras a gusto, pero la pelea multitudinaria y los continuos empujones por parte de otros contendientes, evitan que estés lo suficientemente concentrado en el combate como para conseguir una superioridad clara. Tras un intercambio de golpes, cuando habías conseguido encontrar una fisura en su guardia, al cargar el puño para golpear notas un fuerte empujón que te proyecta sobre tu rival, quedando prácticametneek abrazado el uno al otro. 

Os tratáis de zafar, pero estáis siendo invadidos por varias pelas a la vez, haciendo que zafarse aea un trabajo en titánico. Vuestros golpes son demasiado cortos como para hacer verdadero daño y sin apenas espacio para conseguir un golpe que tumbe al otro. Os agarráis y tratais de daros upatadas y rodillazos. En uno de esos intercambios, el hombre consigue acertar, con su rodilla derecha, en tu costado izquierdo, un poco más arriba de las costillas flotantes.

- Tiradas (2)

Notas de juego

En V20 los 10 son 2 éxitos.

Cargando editor
22/03/2019, 19:19
Ailbert Scott

Sin embargo un golpe tan débil y predecible no podía dar resultado, aunque lo que más debería preocuparle no iba a ser que hubiera tenido la mala suerte de intentar pelear contra mi, sino que su movimiento lo dejaba en una posición delicada y con muy mal equilibrio. Opción que no podía sino aprovechar y golpeé su tobillo con gran precisión y un fuerte sonido.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Absorbo 4 de daños, le meto un barrido de 5 éxitos y le hago 3 de daño. Este se va al suelo y no se levanta.

Cargando editor
25/03/2019, 00:07
Director

Con toda su fuerza golpea tus costillas con su rodilla, pero no es suficiente para parar tu avance. Acostumbrado como estás a aguantar todo tipo de golpes, los intentos de este pobre infeliz son insuficientes. Él no lo sabe, pero ya había perdido la pelea antes de empezarla. Quizá estaba mucho más acostumbrado a medirse a hombres de menor capacidad, o quizá lo dio todo por ganado antes, tan siquiera, de empezar el intercambio de golpes, pero la verdad es que te encontrabas bastante más lejos de su rango de habilidad. Saberlo no te detuvo, esperaste hasta que su apoyo era débil para golpear su pierna y sacártelo de encima. En el momento que volvió a tratar de golpearte con la rodilla fue el indicado. Con un certero golpe en el pie de apoyo el hombre no tardo en caer al suelo en muy mala postura.

La patada al tobillo fue tan fuerte que giró, en el aire, casi 180º hasta golpear el suelo con la cabeza. El cuerpo siguió su camino doblando en exceso el cuello, pero el movimiento no se detuvo. Aunque no se escucha el sonido seco de un hueso roto, el cuerpo termina cayendo como un muñeco al suelo. Observas al hombre desmadejado en el suelo, inconsciente. Por experiencia propia sabes que el chico no va a poder moverse de la cama en una larga temporada. 

El camino hacia la segunda planta está más o menos despejado, pero en las escaleras, el viejo calvo de la madera, se abre paso hacia arriba a base de dejar a los que se cruzan en su camino en el suelo con un fuerte y certero golpe del madero en sus cabezas.

- Tiradas (1)
Cargando editor
25/03/2019, 04:50
Ailbert Scott

Conforme salió volando, ya era consciente de que mi contrincante era historia. Principalmente era por eso mismo, porque con el tiempo que tardaría en levantarse ya me había dado de sobra para pasar por encima suya, literalmente, y el movimiento que le hizo el cuello le aseguraba una dolorosa jaqueca para cuando abriera los ojos, al margen de los ocasionados en las zonas donde había encajado mis golpes. Pero lo dicho, el tipo era historia y evitando otras confrontaciones, continué mi avance hacia la escalera.

El inconsciente que había originado todo este jaleo estaba allí, abriéndose paso hacia la oficina donde de seguro estaría el abogado, o por lo menos de quién deducía que se trataba de un abogado o apoderado, con toda la delicadeza que había hecho gala desde el principio y lo peor es que iba a tener que detenerlo si en verdad quería salvarle la vida, porque al margen de cartas de recomendación, que bien podrían servir de bien poco, dudaba que el tipo que fuera a repartirlas estuviera totalmente desprotegido dentro de su oficina. En realidad, cuanto más pensaba en ello, lo imaginaba armado y eso supondría que el primero que entrara a saco recibiría un tiro y, aunque no tuviera balas para todos los presentes, eso iba a suponer que más de una familia tendría un funeral en su futuro.

Consciente de ello subí raudo las escaleras. Intentaba darle alcance antes de que llegara a su destino y el sonido del disparo que temía se hiciera presente. ¿Pero llegaría a tiempo? ¿Aquel hombre estaba en verdad armado o siquiera solo? Esas eran cuestiones que pronto averiguaría.

Cargando editor
28/03/2019, 18:39
Narrador

Es justo tras pensarlo cuando escuchas un par de disparos procedentes de la planta de arriba. Sea lo que sea lo que está pasando ahí arriba... no puede ser bueno. Tras ese par de disparos, escuchas otros tres más, y gritos de gente doliéndose cómo si les estuvieran sacando las tripas. El hombre que llevaba el palo en la mano se para en seco y mira con cuidado hacia arriba, tratando de ver lo que está pasando. Por un momento toda la pelea para, todo el mundo observa hacia el mismo lugar, hacia la escalera que estás a punto de tomar. El silencio que se ha formado, roto exclusivamente por los gritos desalmados de varias personas en el piso de arriba, incomodaría a un muerto. Las gestos de sorpresa y temor se dibujan en las caras de todos los que puedes ver a tu alrededor.

Una voz, en el piso de abajo, se alza sobre las demás. Con un grito de sorpresa e incredulidad, exclama: -"¡Sangre!". Cuando giras tu cabeza hacia la procedencia de la voz, te das cuenta de que el hombre tiene una línea roja cayendo en línea recta por su mejilla izquierda, y no tardas en notar como su ropa y su cabello, se apelmaza con el oscuro y reconocible color carmesí de la sangre. Ves, con cierto pavor, como se ha formado un charco de sangre sobre su cabeza, y este comienza a precipitar sobre él en forma de gruesas gotas rojas. Cuando levanta la cabeza para ver esto mismo, otra gota cae sobre su rostro y, sin previo aviso, el hombre se gira con rapidez, gritando de miedo, saliendo por la puerta que acabaís de abrir.

Una voz arriba alerta a todo el mundo que, todo aquel que se acerque recibirá un disparo. Esa frase parece accionar al hombre del palo, que cambia su gesto de uno de cierto temor, a otro de pura rabia. Sin pensárselo dos veces comienza a subir las escaleras hasta llegar al piso, apartando a todo el que se queda en su paso con el brazo libre, con tal fuerza, que los más pequeños casi salen disparados. A medida que camina sus ojos se van inyectando en sangre. Antes de romper la línea de seguridad que se ha formado en torno al despacho donde se encuentra el hombre que os había prometido la carta de recomendación, el trabajador aunta con el palo, enrojecido por la sangre de aquellos a los que ha golpeado, hacia el interior del despacho. Con su voz profunda, cargada de odio y resentimiento se dirige hacia el hombre. 

-¡Cinco disparos de un revolver de seis balas! -Se gira mirando a los que se encuentran arriba. Cuando subes, puedes ver que los que hacían de hombres de seguridad para el que se ha atrincherado en el despacho, yacen en el suelo en condiciones deplorables. Aunque parecen vivos, por tu propia experiencia puedes predecir que la recuperación va a ser muy larga. El hombre del palo sigue hablando. -¡Ni poniéndonos en fila vas a poder frenarnos, desgraciado! -Entrecierra los ojos y le mira, poniéndose en posición de carga. 

Cargando editor
30/03/2019, 23:15
Ailbert Scott

Por muy pocos disparos que le quedaran, seguro que a ninguno le agradecería ser quien lo recibiera, al margen de que también estaba la posibilidad de que, en estos tiempos de cambios, no fuera un revólver de seis balas como habían asegurado.

- ¿¡Entonces quieres ser el primero!?

Pregunto alzando ligeramente la voz para que pudiera escucharme con claridad, luego comienzo a subir las escaleras, despacio, no quería crispar más el ambiente.

- Pero ten presente que, si él no te mata, lo haré yo - lo amenazo abiertamente - porque si lo matas, tu familia no será la única condenada a pasar penurias.

Teniendo en cuenta que todos en la fábrica sabían que podía llevar a cabo mi amenaza, no hubiera sido inteligente ignorarla, aunque con los nervios a flor de piel las cosas rara vez salían como debían. Por eso no podía tomarme las cosas con calma e intentar razonar, al margen de que pudiera lograr que me hicieran caso, siendo mi única opción usar la amenaza de violencia para obligarle a entrar en vereda.

- Tiradas (1)
Cargando editor
04/04/2019, 01:31
Narrador

Tus palabras impresionan al hombre, que gira su cabeza hasta encontrarse contigo. De repente, toda determinación en sus facciones desaparece, como si nunca hubiera existido. Vuelve a mirar al capataz, dándose cuenta de la locura que estaba a punto de cometer, deja caer la madera y se aparta de la puerta, callado, en una actitud sumisa, tomando distancia, tanto contigo como con quién está dentro del despacho. Todos los que se interponían entre tú y la oficina se apartan, dejándote el paso libre hasta el interior. Allí aún aguarda el hombre, que curioso te mira, sin creerse que haya alguien que pueda estar de su lado en estos momentos. No sabes hasta cuando vas a mantener quebrada la voluntar de la masa de gente, por lo que entrar a hablar con el hombre puede no ser la mejor de las ideas. En cambio, si no haces nada por sacarlo de ahí... es cuestión de tiempo que todos vuelvan a pedir su cabeza. 

-¡Dejad que me marche! -Grita el hombre desde dentro. -¡Bárbaros! ¡Incivilizados!

Las palabras del hombre no ayudan a calmar los ánimos. Y aunque de momento todos los presentes están manteniendo la distancia contigo, empiezas a escuchar a gente cuchicheando entre ellos. Aunque no escuchas muy bien qué están hablando, sabes que no es nada bueno. 

- Tiradas (1)
Cargando editor
04/04/2019, 04:24
Ailbert Scott

Conforme reculaba quién había llevado el palo, sabía que eso era únicamente era la cuarta parte de esta batalla, de ahí que no me permitiera ni un instante de relajación. Esa había sido la parte fácil y el tener que negociar ahora con un hombre asustado era el verdadero problema, por lo que con calma ocupé la entrada de la puerta del despacho.

- Desesperados.

Maticé las palabras que salían de su boca por una mucho más adecuada y luego me crucé de brazos bajo el dintel.

- ¿Cómo imaginaba que iban a actuar si son condenados a penurias de un día a otro? Además sin ningún argumento válido porque, admítalo señor, solo ha presentado humo - le señalo la evidencia dado que no dejaba de ser otro mandado, aunque sin dejarle la más mínima posibilidad de pasar por la puerta - Si de verdad quiere salir de aquí sin que le linchen, siéntese y póngase a escribir las recomendaciones de las que ha hablado. Yo me encargaré de su seguridad mientras tanto, pero no voy a negarle que va a ser un día largo.

A pesar de que intentara que todo sonara a una simple sugerencia, la tensión del momento y mi carente tacto hacían difícil no tomársela como una amenaza. Aunque tampoco tenía muchas más posibilidades ¿verdad?